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Revista Estudios del Desarrollo Social: Cuba y América Latina

On-line version ISSN 2308-0132

Estudios del Desarrollo Social vol.6 no.3 La Habana Sep.-Dec. 2018

 

Artículo Original

Desarrollo y medioambiente: diferentes visiones

Different Views on Development and Environment

José Antonio Figueredo Hernández1 

Reynaldo Jiménez Guethón2  * 

1 Centro de Investigaciones Psicológicas y Sociales (CIPS), La Habana, Cuba

2 Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales, Universidad de La Habana, Cuba

Resumen

Este trabajo hace un recorrido teórico que muestra cómo la relación sociedad-naturaleza pasa inevitablemente por la construcción cultural de desarrollo, sus teorías y el uso de los recursos extraídos para la reproducción social. Además, deja ver cómo los problemas ambientales de hoy son producto, tanto de las evoluciones culturales, como teóricas del modelo de crecimiento actual y su relación sociedad-tecnología-naturaleza. Plantea una perspectiva teórica de desarrollo que puede dar respuesta a la crisis ambiental con el concepto de desarrollo sostenible que hace un mayor hincapié en el desarrollo humano.

Palabras clave sociedad-naturaleza; reproducción social; desarrollo local

Abstract

This paper deals with theories that society-nature relations unavoidably involve cultural construction of development, its theories, and the use of extracted resources for social reproduction, and that today´s environmental problems are the result of both cultural and theoretical evolutions of the current growth model and its society-technology-nature relations. Additionally, it presents a theoretical perspective on development which can solve ecological crisis by means of the concept of sustainable development which puts more emphasis on human development.

Keywords: society-nature; development; social reproduction; local development; environment

INTRODUCCIÓN

Los problemas ambientales producto de las evoluciones culturales, teóricas del modelo de desarrollo actual y su relación sociedad-tecnología-naturaleza, crearon una de las crisis ambientales más serias desde el pasado siglo XX. El problema del cambio climático tiene como desafíos el proceso antrópico, los paradigmas de desarrollo capitalistas y la no efectiva educación ambiental a todos los niveles de las instituciones, entre otros.

Los autores consideran que la relación sociedad-naturaleza pasa inevitablemente por la construcción cultural de desarrollo, sus teorías y el uso de los recursos extraídos para la reproducción social.

El desarrollo local es una dimensión de las teorías del desarrollo que se presenta como una alternativa por el vínculo estrecho que existe entre sociedad-naturaleza a nivel local. Este es importante por ser una prolongación de las teorías económicas y de la economía política, como proceso multidimensional de transformaciones, que abarcan desde las estructuras productivas -para generar crecimiento económico- hasta las más diversas esferas de la vida espiritual y puede aportar mucho a la adaptación y mitigación.

1. CONSTRUCCIÓN CULTURAL DEL DESARROLLO

La idea del desarrollo influyó en los problemas ambientales del siglo XX y es una manifestación de los intereses y del poder del gran capital. Después de la Segunda Guerra Mundial se formuló una teoría e ideología sobre el desarrollo y, con ella, la consolidación de las ideas contemporáneas sobre el tema, donde los patrones a seguir fueron los de Estados Unidos como principal exponente (Mateo, 2015). No es casualidad que los patrones a seguir provengan de los Estados Unidos, la dimensión económica es parte del mecanismo de dominación, además de ser un campo de confrontación con la extinta Unión Soviética y una manera de obstaculizar sus influencias en Occidente, configurando una ideología que mediante la optimización de la producción en función del mercado -obviando los puntos de partida y la herencia colonial del mundo subdesarrollado- prometen una realidad equilibrada.

El concepto actual de desarrollo se erige a partir de una ideología que encontró coyuntura propicia después de la Segunda Guerra Mundial y que tuvo la doctrina Truman como centro y a la Organización de Naciones Unidas (ONU) como instrumento principal de la divulgación de un modelo de sociedades avanzadas. Este está basado en la industrialización, la urbanización, el dominio de la naturaleza, la tecnificación de la agricultura, el rápido crecimiento de la producción y la aceptación de los valores modernos de la sociedad productora y del consumo de mercancías. Los principales componentes de esa ideología fueron el capital, la ciencia y la tecnología (Scarim, 2009).

Estas doctrinas plantean la necesidad de impulsar diversos procesos de desarrollo en sociedades aisladas y subdesarrolladas hasta el momento, en las cuales los saberes tradicionales debían ser erradicados; ello apuntaba a desintegrar las instituciones y transformar los modos de vida tradicionales, ya que se consideraban obstáculos para el progreso económico (Scarim, 2009).

El desarrollo contemporáneo ha sido uno de los grandes mitos del siglo XX. La noción de desarrollo fue heredada de la vieja ideología del progreso, proveniente de la filosofía positivista, que parte de la herencia cultural de la modernidad europea. Esta representó, para millones de personas, tanto el sueño de una vida mejor como una legitimación teórica y práctica para diseminar en todo el planeta la creencia en la lógica del crecimiento económico como orientación político-ideológica predominante (Gudynas, 2011).

El desarrollo es un producto occidental impuesto desde la superioridad tecnológica alcanzada que se manifiesta en la forma de asegurar materias primas, mercados conjuntos de mecanismo que no permiten el libre flujo de conocimiento.

José Mateo Rodríguez (2015) hace hincapié en que el desarrollo como crecimiento económico debe procurar a toda costa el predominio del productivismo, el consumismo y la industrialización, o sea, la movilización de las fuerzas productivas para lograr el mayor lucro en el menor tiempo, poniendo por delante la tecnología para el uso de la naturaleza, artificializando y dominando los sistemas naturales y subyugando a toda la sociedad con el objetivo de obtener cada vez más ganancias. A partir de esta visión las posturas predominantes en América Latina conciben al medioambiente como un conjunto de recursos disponibles para los seres humanos, cuya apropiación y uso permitirán nutrir el crecimiento económico.

Considerando lo antes planteado por Mateo, se puede señalar que sí, el medioambiente hay que verlo como conjunto de recursos disponibles para el ser humano, pero se debe utilizar con racionalidad y cuidado de conservación. Esto ayudará al crecimiento económico y, especialmente, social de cualquier país.

2. Las teorías del desarrollo

Según Bell Lara (2000),1 una de las teorías del desarrollo económico que más ha influido en América Latina es la teoría de W.W. Rostow2 (1967), nacida de los estudios de los procesos de la historia contemporánea en Europa y los Estados Unidos. Esta establece una serie de etapas por las que han transitado las sociedades de estas regiones: la sociedad tradicional; las condiciones previas al despegue, el despegue, la marcha hacia la madurez y la era del alto consumo de masas.

Según Bell Lara, Gino Germani, influido por esta teoría, la adaptó a las características de las sociedades latinoamericanas como sociedades en transición; explicó los procesos latinoamericanos que no se semejaban a las realidades ni al punto de partida de los países capitalistas industrializados desde un esquema de la modernización y propuso cuatro etapas en las cuales trataba de amoldar la especificidad sociopolítica de América Latina: la sociedad tradicional; los comienzos de derrumbe de la sociedad tradicional; la sociedad dual y la «expansión hacia fuera» y, por último, la era de la movilización social de masas (Bell Lara, 2000).

La teoría de la modernización es un paradigma ideológico centrado en las relaciones sociales capitalistas que ofrece un único camino para superar el subdesarrollo, mediante un conjunto de políticas que permitan un cambio social, en el cual las sociedades subdesarrolladas asumen las estructuras institucionales de las sociedades capitalistas desarrolladas para industrializarse. Proponen la superación del subdesarrollo, pero no se ajustaron a la realidad latinoamericana por identificase con las sociedades desarrolladas industriales, mostrándolas como el destino único, que ignora el contenido de clases, da poca atención a los factores externos que condicionan al subdesarrollo, omite el papel de la etapa colonial como la génesis del problema y muestra a los países subdesarrollados con libre movimiento donde su esfuerzo le dará sus logros.

La modernización se presenta como una estrategia de dominación, más que de desarrollo, promovida desde el norte industrial, pues los puntos de partida socio-histórico no son los mismos. Es el desarrollo del conocimiento y las experiencias concretas la que inciden en el surgimiento de una teoría, en este caso, de la Comisión Económica para América Latina (CEPAL).

Bell Lara (2000) coincide con otros autores sobre las teorías de desarrollo de la CEPAL, que tienen un gran peso regional e internacional con el paradigma centro-periferia. Son teorías que plantean como el centro y la periferia forma parte de un único sistema con funciones específicas a partir de las estructuras productivas de cada uno de ellos. Estas estructuras tienen sus particularidades, el centro es homogéneo y diversificado, refiriéndose a que no tiene grandes desniveles de productividad entre sus distintos sectores y es capaz de producir una gama de productos, tanto para satisfacer sus necesidades internas como para exportar; mientras la estructura de la periferia es heterogénea y especializada, tiene sectores con alta productividad del trabajo y sectores de baja productividad y la actividad exportadora se concentra en unos pocos productos primarios. Esta diferencia de estructuras determina las funciones de cada parte del sistema dentro de la división internacional del trabajo. El centro exporta una gama muy amplia de bienes, especialmente productos manufacturados, que intercambian por alimentos y materias primas de la periferia.

Bell Lara (2000) comparte la idea del fracaso del desarrollo industrial en la búsqueda de la sustitución de importaciones en la región, que crea las bases para el surgimiento de la Teoría de la Dependencia y destaca que el triunfo de la Revolución cubana en 1959 y su rápida definición socialista influyeron en el surgimiento de esta teoría, que propone una mirada diferente a las políticas para superar el estancamiento. El subdesarrollo para ella es un enfoque estructural del sistema internacional, del cual las sociedades latinoamericanas forman parte en posiciones subordinadas y cumpliendo determinadas funciones. Este sistema es el producto de la génesis y expansión del capitalismo, pues no es posible comprender los fenómenos que ocurren en las sociedades subdesarrolladas de América Latina sin referirse a las leyes generales del sistema.

La teoría del Sistema Mundo fue conformada por Wallerstein (1974) y tiene algunas semejanzas con las dos anteriores, pero su elemento central es la existencia de un conjunto de articulaciones y relaciones que constituyen un sistema histórico identificable que se extiende más allá de las naciones y los Estados. Este sistema está compuesto por tres elementos: el centro, la periferia y la semiperiferia (Bell Lara, 2000).

Wallerstein describe que el Sistema Mundo está compuesto por los tres elementos antes mencionados:

  1. El centro ocupa la posición dominante y está integrado por los países económica y políticamente más poderosos. Ellos concentran las actividades económicas más complejas, que son intensivas en capital y requieren una fuerza de trabajo más calificada. Tienen una relativa homogeneidad económica, el nivel de acumulación de capital es mayor y generalmente se especializan en la producción de los bienes «más avanzados» del sistema, aun cuando producen «bienes tradicionales» lo hacen con medios tecnológicos complejos.

  2. La periferia, por contraste, aunque demográfica y territorialmente es mayor que el centro, está compuesta por los países más débiles económica y políticamente, produce bienes de carácter primario y depende de los bienes más avanzados del centro. La relación entre el centro y la periferia es de explotación, por lo que las relaciones económicas entre centro y periferia benefician al centro.

  3. La semiperiferia que establece que entre el centro y la periferia existe un grupo de países que ocupan una posición intermedia, en lo que pueden desarrollarse algunas de las actividades económicas complejas. Actualmente, algunos de estos países combinan desarrollo industrial y producciones primarias, pero carecen del poder político, económico, militar y el dominio que tienen los países centrales (Bell Lara, 2000).

En las agendas de las políticas públicas, en el marco del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD), se propuso una nueva perspectiva de desarrollo que pretende satisfacer las necesidades actuales sin poner en riesgo a las generaciones futuras. Para ello se debe frenar el deterioro ambiental con aspectos relacionados con el bienestar de las personas, como el concepto desarrollo humano.

Esta idea de sostenibilidad se inspira en los funcionamientos de la ciudad antigua, donde el consumo de sus habitantes estaba condicionado a la producción agropecuaria sustentable de los campos circunstantes.

Según Muñoz (2000), citando a Van Huwermeiren, aprecia cómo en 1980, en la Estrategia Mundial para la Conservación3 apareció por primera vez el concepto de sustentabilidad o sostenibilidad, en el cual se define sustentabilidad como una característica de un proceso o estado que puede mantenerse indefinidamente. Argumenta, además, que este concepto adquirió verdadera relevancia en 1987, cuando aparece Nuestro Futuro Común, Informe de la Comisión Mundial sobre Medio Ambiente y Desarrollo, conocido también como informe de la Comisión Brundtland. Aquí se definió al desarrollo sostenible como:

el desarrollo que satisface las necesidades de la generación presente sin comprometer la capacidad de las generaciones futuras para satisfacer las suyas propias. Desarrollo sostenible no es un estado de armonía fijo, sino más bien un proceso de transformación en el cual la explotación de los recursos, la dirección de las inversiones, la orientación del desarrollo tecnológico y el cambio institucional se hacen de acuerdo con las Necesidades futuras y presentes. (World Commission on Environment and Development, 1987, p. 383)

Es un desarrollo sostenible, en equilibrio entre la sociedad y el medioambiente del cual dependemos, que ha influido en los diferentes niveles: macro, meso y micro, en una civilización urbana que se apropia del espacio geográfico global para su reproducción.

Alea (2005) retoma estas ideas y cita a Muñoz cuando afirma que el desarrollo sustentable requiere la promoción de valores que estimulen patrones de consumo dentro de los límites de lo ecológicamente posible y a los cuales todos puedan aspirar razonablemente. Implica, además, que las sociedades satisfagan las necesidades humanas incrementando el potencial productivo y asegurando oportunidades equitativas para todos y no debe poner en peligro los sistemas naturales que constituyen la base de la vida en la Tierra: la atmósfera, los suelos, las aguas y los seres vivos.

Castillo y Martínez (s.f.) muestran que los aspectos ambientales, sociales, culturales, ideológicos, demográficos, migratorios, económicos, urbanísticos, financieros, energéticos, alimentarios, inmobiliarios, globalizadores y otros, del momento actual están muy entrelazados, por lo que no parece que se puedan articular soluciones sencillas basadas en parches que tapan una parte del problema, mientras agravan otros. De ahí la importancia que el gran desafío y esfuerzos de conservación se orienten hacia un nuevo modelo de desarrollo, con la generación de tecnologías alternativas.

Es de vital importancia la utilización de las tecnologías ambientales, entendidas como grupo de técnicas empleadas de forma continua para la disminución de la contaminación de los ecosistemas, minimizando las perjudiciales repercusiones sobre las personas y los ecosistemas en general. Lo anteriormente expresado está estrechamente relacionado con el concepto de producción más limpia que en 1989 definió el Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA).

Según Varela (2003), la definición de producción más limpia se define como «una estrategia integrada y continua de prevención, aplicada a los procesos, productos y servicios, con el fin de lograr un uso más eficiente de los recursos, dando lugar a un mejoramiento en el desempeño ambiental, minimizando los desechos y los riesgos a la salud y al medio ambiente» (p. 3).

El desarrollo de hoy tiene el reto de abrazar una ideología de sustentabilidad, que tenga consenso mundial y que se implementen estas políticas mediante un desarrollo local con su centro en el ser humano, capaz de participar en la toma de decisiones y estar comprometido con la conservación y cuidado del medioambiente para el presente y futuro.

Algunos aspectos más específicos sobre el desarrollo local son necesarios analizarlos a continuación por constituir grandes retos para la sociedad y la economía de este siglo XXI. Tiene como objetivo impulsar el crecimiento y desarrollo de las estructuras sociales y económicas desde el ámbito local.

DIFERENTES ASPECTOS SOBRE EL DESARROLLO LOCAL

La implementación de políticas que desde el desarrollo local estimulen la sustentabilidad ambiental en todas sus dimensiones posibles y su reflejo en lo global con el objetivo de definir cómo será el desarrollo que nuestra sociedad planetaria pueda sustentar, es un primer paso; solo así la relación sociedad-naturaleza tendrá una simbiosis donde ambos mundos ganan.

Se reconoce que el desarrollo local puede aportar mucho a la adaptación y mitigación por ser una prolongación de las teorías económicas y de la economía política, como proceso multidimensional de transformaciones, que abarcan, desde las estructuras productivas -para generar crecimiento económico- hasta las más diversas esferas de la vida espiritual.

La definición de Desarrollo Local tiene múltiples formas de interpretación y aplicación; se habla de desarrollo territorial, de desarrollo endógeno, de desarrollo económico, entre otras acepciones. Autores como Vázquez-Barquero (1988), Alburquerque (1999) y otros, ofrecen desde sus perspectivas algunas concepciones determinadas por las circunstancias políticas, económicas y sociales desde las que se construyen sus propuestas.

El Desarrollo Local ha sido definido por Vázquez-Barquero (1988) como: «un proceso de crecimiento económico y de cambio estructural que conduce a una mejora en el nivel de vida de la población local, en el que se pueden identificar tres dimensiones: la económica, la sociocultural y la político-administrativa» (p. 61).

Guzón (2004) señala que para otros autores el Desarrollo Local es más que una posibilidad, es una necesidad, una vía para revertir deterioros del funcionamiento social e incrementar el bienestar de la población en los territorios.

Los estudios sobre Desarrollo Local han estado relacionados con el impacto de la globalización neoliberal en las economías locales, caracterizado por la marginación o exclusión de aquellas localidades o áreas que no llegan a ser relevantes para la economía mundial; las cuales enfrentan la posibilidad de caer en el estancamiento, retroceso o abandono.

Desde esta perspectiva, el enfoque del Desarrollo Local, con énfasis en lo económico, aparece como una necesidad de reestructurar los sistemas productivos, por la inoperancia de los modelos de desarrollo tradicional, los cambios en los modelos de Estado de Bienestar, la deuda externa, la competencia acelerada por la globalización, las crisis mundiales contemporáneas y su impacto en ciudades y regiones de Europa, con influencia en otras regiones.

Coraggio (1996) plantea que otros teóricos señalan que el desarrollo local no puede ser visto como alternativa frente a lo global, ya que el objetivo es el desarrollo y, en lo referente al humano, este es visto como la satisfacción aparente de unas necesidades mínimas o el incremento de ciertos indicadores sociales.

En este sentido, Arocena (1997) lo ubica en la dialéctica global/local, para ello argumenta que el Desarrollo Local no es pensable si no se inscribe en la racionalidad globalizante de los mercados, pero tampoco es viable si no se plantean sus raíces en las diferencias identitarias que lo harán un proceso habitado por el ser humano.

Gallicchio (2004) posiciona las estrategias de Desarrollo Local como necesarias, porque hay una incapacidad del mercado para resolver los problemas por medio de una relación adecuada entre las necesidades de las empresas y de los ciudadanos (demanda) y la solución de estas necesidades por parte de otras empresas (oferta) y los elementos de la cultura del territorio: las tradiciones, las costumbres y los saberes populares que conforman las historias locales quedan relegados a un segundo plano y son vistos en dependencia de los autores, regiones y las posiciones teóricas- ideológicas que las sustentan y quedan reducida al rescate de los aspectos productivos tradicionales y a las actividades familiares.

Por otra parte, Alburquerque (1995) lo sitúa en el contexto de las relaciones global/local y de nuevas lógicas de relaciones mercantiles neoliberales. La dimensión territorial es concebida como el espacio que contiene determinadas condiciones y recursos naturales y humanos, base productiva e infraestructural con sus atributos, como estructura de edades, composición de las familias, educación y valores, en las interacciones internas y externas, para convertirse en un soporte geográfico de las actividades económicas nacionales, en permanentes cambios, donde se replica el funcionamiento económico.

En esta perspectiva la cultura cobra un nuevo significado, deja de ser un proceso creativo -de los valores locales, de las identidades, tradiciones y costumbres- para convertirse en otro subsistema que contempla la herencia compartida en una localidad geográficamente delimitada por los gustos y preferencias del mercado, en donde el Patrimonio Cultural pasa a ser un objeto de uso en función de las relaciones mercantiles globalizadas.

Es necesario destacar que la visión economicista pierde de vista la función fundamental de los actores locales, encargados de orientar mediante acciones de transformación las localidades, en las que la cultura y el patrimonio juegan un rol fundamental en beneficio de las personas, el recurso más importante en todo proceso social y económico que se emprenda.

Coincidiendo con otros autores latinoamericanos como Arocena (1997), Boisier (2003), y Coraggio (1997), se fundamenta la necesidad de aprovechar los recursos financieros, las habilidades, los conocimientos de todas las personas, las capacidades y las fuerzas de las organizaciones para la implementación de las políticas sociales, constituyéndose así el espacio local en la condición esencial del desarrollo.

Este espacio local establece el conjunto de interdependencias de orden productivo y sociocultural. Queda definido el Desarrollo Local como una trayectoria específica que se configura en elementos históricos, geográficos y en mentalidades que se transforman a partir de las prácticas de los propios actores, por la participación de la sociedad civil, los gobiernos locales y el sector privado, para abordar y resolver en los territorios (Fundación Interamericana, 2004).

En anterior planteamiento sustenta la tesis de que todo proceso de Desarrollo Local debe estar fundamentado en las condiciones endógenas e integrales que movilicen los recursos económicos sin desmejorar el ambiente, las capacidades y las voluntades individuales y colectivas de la sociedad local, generando un espíritu de dinamismo, innovación y de expectativas para lograr que los cambios necesarios sean posibles.

El tránsito de una visión reduccionista de lo social y lo cultural, a una visión del desarrollo integral, incorpora multiplicidad de aspectos, añadiéndole otras dimensiones como participación, medio ambiente, género, cultura, equidad, valores, entre otros aspectos. La necesidad de reformulación permanente de dicho concepto está sustentada en las crisis de las políticas y prácticas, que están centradas en la economía de mercado.

Para finalizar, es oportuno destacar que el recorrido teórico muestra que la relación sociedad-naturaleza pasa inevitablemente por la construcción cultural de desarrollo, sus teorías y el uso de los recursos extraídos para la reproducción social.

El desarrollo sostenible debe ser capaz de conservar un equilibrio en los aspectos económicos, sociales, y medioambientales, siempre con la aspiración de elevar la calidad de vida de las personas.

Los problemas ambientales de hoy son producto tanto de las evoluciones culturales, como teóricas del modelo de crecimiento actual y su relación sociedad-tecnología-naturaleza. La teoría de desarrollo que da respuesta a esta crisis ambiental es la sostenible, concepto que se muestra en los documentos programático con la variante o sinónimo sustentable que hace más hincapié en el desarrollo humano y como desarrollo local es otra dimensión que puede aportar mucho a la adaptación y mitigación por su importancia en la reanimación de objetivos puntuales.

REFERENCIAS

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Notas aclaratorias

1. Dr. José Bell Lara, profesor Titular de la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales (FLACSO-Cuba). Profesor Consultante de la Universidad de La Habana. Reconocido politólogo, con innumerables trabajos publicados sobre el tema en Cuba y en el extranjero.

2. Walt Whitman Rostow (Nueva York, 1916 - 2003) Economista e historiador estadounidense. Profesor de Economía e Historia en el Instituto Tecnológico de Massachusetts y en la Universidad de Texas.

3. En el Reporte Conjunto de la Unión Mundial para la Naturaleza (UICN), el Programa de Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA) y el Fondo Mundial para la Naturaleza (WWF).

Recibido: 04 de Mayo de 2018; Aprobado: 30 de Mayo de 2018

*Autor para la correspondencia: rejigue@flacso.uh.cu

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