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Revista Estudios del Desarrollo Social: Cuba y América Latina

versión On-line ISSN 2308-0132

Estudios del Desarrollo Social vol.7 no.3 La Habana jul.-set. 2019  Epub 21-Oct-2019

 

Artículo Original

Televisión local y desarrollo cultural comunitario: De las políticas públicas al espacio local

Local television and community cultural development: From public policies to local space

Beatriz Drake Tapia1  * 

Dagmar Herrera Barreda2 

1Instituto Cubano de Investigación Cultural “Juan Marinello”, Cuba.

2Universidad de La Habana, Cuba.

RESUMEN

El presente artículo reflexiona sobre las relaciones entre la televisión local y el desarrollo cultural comunitario en el espacio municipal cubano. Para este propósito da cuenta de los debates y desafíos del contexto cubano actual que atañen a las políticas públicas comunicativas y culturales. Se enfoca en las relaciones entre la gestión del desarrollo cultural comunitario y la gestión de la televisión local, así como en los principales aprendizajes, certezas, oportunidades y desafíos que se derivan del análisis realizado. El estudio presentado contribuye a una mejor comprensión y análisis de los procesos comunicativos y culturales en los territorios, a un posible redimensionamiento de la televisión local y la gestión cultural como ejes dinamizadores del desarrollo local y arriba a algunas consideraciones necesarias para el desarrollo de interrelaciones entre la gestión institucional de la cultura y la gestión de la televisión que se gesta y desarrolla en los municipios cubanos.

Palabras clave: televisión local; desarrollo cultural; políticas públicas; comunicación; cultura

ABSTRACT

This article examines the relationships between local television and community cultural development in the Cuban municipal space. For this purpose, the debates and challenges of the current Cuban context concerning communicative and cultural policies are reflected. It focuses on the relationships between the management of community cultural development and the management of local television and the main lessons learned, certainties, opportunities and challenges that derive from the analysis carried out. The study presented contributes to a better understanding and analysis of the communicative and cultural processes in the territories, and to a greater contribution of local television and cultural management to local development. Finally, there are some considerations necessary for the development of interrelations between the institutional management of culture and the management of television that takes place in Cuban municipalities.

Keywords: local television; cultural development; public policies; communication; culture

INTRODUCCIÓN

Desde la comprensión de que el ser humano es el sujeto de su propio desarrollo entendemos que la comunidad constituye un espacio propicio para enfocar el desarrollo cultural. En tal sentido, las estrategias y programas deben encaminarse cada vez con mayor fuerza al ámbito local, enfatizando en aspectos tales como las prácticas culturales comunitarias, la socialización de las relaciones de poder y el ejercicio de la ciudadanía. En este proceso la comunicación se erige en un arma fundamental para la trasformación de la sociedad, si se asume como dimensión constitutiva del desarrollo y como condición indispensable para su consecución.

Estas relaciones entre comunicación y cultura expresadas en los vínculos entre el sistema comunicativo y el sistema social en su conjunto, pueden constatarse, desde el punto de vista empírico, en el espacio local.

En tal sentido, el hecho de entender la implicación de los medios ubicados en los microespacios en el desarrollo local significa arribar a la comprensión de la dimensión sociocultural del cambio social.

Estudios anteriores a esta investigación (Cabrera & Legañoa, 2007; Herrera, 2008; Herrera, 2015) permiten afirmar que existe un modelo de televisión local en Cuba conformado en la práctica sistemática, aun cuando desde su nacimiento no haya sido concebido con tal objetivo. En adición, en los espacios locales cubanos opera una gestión institucional de la cultura amparada en una política cultural que impulsa y contempla programas de desarrollo cultural en cada territorio.

La premisa de que el modelo de desarrollo local cubano otorga un fuerte protagonismo a la iniciativa municipal así como a los procesos de dirección y planificación territorial, conduce a interrogarnos acerca de cómo la gestión del desarrollo cultural en el municipio se articula con la gestión del medio televisivo de la localidad.

Este artículo pretende reflexionar sobre las relaciones entre la televisión local y el desarrollo cultural comunitario en el contexto municipal cubano, en un análisis que parta de las políticas públicas para llegar al espacio local que debiera definir y ser mediado por dichas políticas. Para este empeño nos proponemos como objetivos: identificar los principales desafíos para las políticas públicas en comunicación y cultura en el contexto cubano actual; explicar el funcionamiento de la política cultural y el desarrollo cultural en el espacio municipal cubano; caracterizar el modelo de televisión local en Cuba como parte del sistema de televisión territorial en el país; proponer un conjunto de dimensiones empírico-conceptuales para analizar la relación entre la gestión del desarrollo cultural comunitario y la gestión del proceso de producción cultural de la televisión local; y valorar las articulaciones/ fragmentaciones que se derivan de las interacciones/ divorcios de los actores que configuran la relación a analizar.

1. DEMANDAS Y DEBATES EN EL CONTEXTO CUBANO ACTUAL: DESAFÍOS PARA LAS POLÍTICAS PÚBLICAS EN COMUNICACIÓN Y CULTURA

Tal como afirma el destacado comunicólogo colombiano Jesús Martín Barbero (2005), aunque casi nunca de manera explícita, toda política cultural incluye entre sus componentes básicos un modelo de comunicación.

En la década de los 80, en el Informe McBride ya se proclamaba claramente la “interdependencia de la cultura y la comunicación” y se situaba a esta última como “vector fundamental de la cultura” y a los medios masivos como “medio de acceso a la cultura y a todas sus formas de expresión” los cuales generan además una “nueva cultura”. Estas imprescindibles imbricaciones no deberían ser desconocidas en la formulación y aplicación de las políticas, pues como tan acertadamente apuntara Mattelart (2005) la construcción de políticas culturales es difícil de concebir sin hacer una incursión en las políticas de comunicación.

Como expresa el reconocido académico argentino-mexicano Néstor García Canclini, la política cultural no debería restringirse a la “administración rutinaria del patrimonio histórico, o como ordenamiento burocrático del aparato estatal dedicado al arte y la educación, o como la cronología de las acciones de cada gobierno” (1987, p. 26). Antes bien, como define el propio autor, la política cultural debe ser entendida como:

El conjunto de intervenciones realizadas por el Estado, las instituciones civiles y los grupos comunitarios organizados a fin de orientar el desarrollo simbólico, satisfacer las necesidades culturales de la población y obtener consenso para un tipo de orden o de transformación social. (1987, p. 26)

Para pensar la comunicación en términos de cultura y los medios desde el terreno de las mediaciones se requiere trascender cualquier enfoque que desconozca las múltiples dimensiones sociales, económicas, políticas que atraviesan los fenómenos socioculturales.

Afortunadamente, en el contexto cubano actual, muchas de las cuestiones concernientes al ecosistema comunicativo y cultural nacional están siendo puestas sobre la mesa, debatidas, conceptualizadas en políticas públicas, implementadas en programas de país e incluso refrendadas en los documentos programáticos que rigen el modelo económico y social cubano.

En el documento de Conceptualización del Modelo Económico y Social Cubano, aprobado por el Comité Central del Partido Comunista de Cuba (PCC) en mayo de 2017, se reconocen la comunicación y la información como derechos ciudadanos y como bienes públicos, se enfatiza en el derecho ciudadano de acceso oportuno a la información pública, se concibe la comunicación social como dimensión transversal del desarrollo y como un recurso estratégico de dirección del Estado y el Gobierno.

Entre las principales transformaciones que fundamentan la actualización del Modelo se encuentra la necesidad de perfeccionar la participación ciudadana en la discusión y solución de los problemas que afectan a sus comunidades y en la toma de decisiones, lo cual se reconoce que pasa por “una efectiva comunicación social” (PCC, 2017, p. 5).

En la proyección del país en el área cultural, se subraya la necesidad de continuar trabajando en la elevación de la cultura general integral de la población, la promoción y defensa de los valores de la identidad y del patrimonio, el estímulo de la creación artística y literaria, la apreciación y evaluación crítica de los productos de la industria cultural, la defensa de los principios del proyecto social cubano, entre otros elementos de trascendental importancia. Sin embargo, se extraña en los documentos rectores del modelo económico y social cubano una mayor ponderación de “las potencialidades de la cultura en la reorientación de rumbos y posibles caminos (…) como proceso multidimensional de producción y apropiación simbólica, como productora de saberes, de nuevos modos de pensar y actuar” (Eduardo, 2017).

Los cambios en la sociedad deben corresponderse además con transformaciones en la producción simbólica de esa realidad, en los modos de relación con los medios y con las instituciones, en la construcción de lo público. Las nuevas formas de gobernar, los nuevos procesos de administración, necesitan tener expresión en los sistemas comunicativo y cultural. Es por ello que resulta imprescindible una concepción renovada de la comunicación y la cultura, entendidas como ejes facilitadores y dinamizadores de los procesos de cambio. Consecuentemente, las políticas culturales y comunicativas deberían articularse en función de tales propósitos.

En el X Congreso de la Unión de Periodistas de Cuba (UPEC) (julio, 2018) fue anunciada la aprobación de la Política de Comunicación del Estado y el Gobierno. De acuerdo con lo expresado por el Presidente de los Consejos de Estado y de Ministros de Cuba, Miguel Díaz-Canel Bermúdez, en discurso pronunciado en la clausura de dicho congreso, se trata de una Política de Comunicación que:

Define, por fin, como un derecho ciudadano y como bien público, el acceso a la información, la comunicación y el conocimiento; que otorga la mayor autoridad a los directivos de la prensa; que transversaliza a la sociedad y establece obligaciones en ese sentido para instituciones, organismos, autoridades; que defiende los valores y símbolos de la nación y ordena el respeto a la diversidad que somos. Que declara a la comunicación como recurso estratégico de la dirección del Estado y el Gobierno y define el carácter público de los servicios de radiodifusión y comunicación y reconoce solo dos tipos de propiedad para los medios de comunicación masiva: la estatal y la social. (Díaz-Canel, 2018)

En acápite posterior nos referimos a la política cultural cubana y a sus modos de implementación en el espacio local. A continuación pretendemos apuntar cuáles serían, en nuestro criterio, algunos de los principales desafíos concernientes al contexto cubano actual que debería atender la implementación de las políticas comunicativas y culturales. Hemos agrupado estos desafíos en cuatro puntos, cardinales a nuestro juicio: el reconocimiento, la educación, lo local- comunitario y la articulación.

  1. El reconocimiento: Este desafío entraña al menos dos aspectos fundamentales a ser reconocidos en la aplicación de las políticas de comunicación y cultura:

  2. Reconocimiento de la reconfiguración de lo público (y de la mediación tecnológica): De acuerdo con Martín Barbero (2007), la diversificación de los actores culturales ha propiciado que “ni lo público se identifica ya con lo estatal, ni lo estatal puede seguir ignorando lo ciudadano”. Por otra parte, en el ecosistema comunicativo cubano emergen nuevos medios y nuevos espacios de socialización y participación en la esfera pública que se posicionan crecientemente en el escenario actual. De acuerdo con el académico y periodista cubano Raúl Garcés:

  3. El modelo mediocéntrico hizo aguas y, desde todas partes, emerge ahora una lógica de comunicación reticular que desdibuja los roles de emisor y receptor, trastoca las formas de distribución y circulación habituales de los mensajes y dispara hasta el infinito las posibilidades de expresión y diálogo social. (Garcés, 2018, s.p.)

  4. La existencia de esta diversidad de actores y de sectores (públicos, privados, comunitarios) no debe ser desconocida desde la implementación de las políticas formuladas y aplicadas desde el Estado y el Gobierno.

  5. Reconocimiento del carácter social de la comunicación: lo cual implica la pluralidad de voces -más allá de lo institucional y lo gubernamental-, la concepción de la información como un derecho cívico y como un bien colectivo y el favorecimiento de la participación ciudadana. Sin estos elementos no es posible hablar de medios como servicio público, ni de procesos comunicativos y culturales que garanticen la sostenibilidad de las transformaciones sociales.

  6. La educación: Otros de los retos de este nuevo escenario se agrupan en el terreno de la educación, que puede tener el apellido “cultural”, “para la comunicación”, pero que más allá de las denominaciones debe caracterizarse, en sus esencias, por la formación de una ciudadanía crítica ante los contenidos culturales y comunicativos -sean “alternativos” o hegemónicos-, la movilización de la creatividad social, de una cultura deliberativa a todos los niveles y en todos los espacios, y de una cultura de la participación que propicie el empoderamiento ciudadano y la sostenibilidad de los proyectos de cambio. Siguiendo al profesor Raúl Garcés, no deberíamos preocuparnos demasiado por el Paquete semanal1, sino que:

  7. Lo que en realidad debiera preocuparnos es que nuestros centros de enseñanza no dispongan aún de programas de recepción crítica frente a la televisión, que la crisis de valores desestructure los mecanismos sociales disponibles para discernir lo ético de lo que no lo es, que los medios reproduzcan impunemente la misma banalidad y norteamericanización que le cuestionamos al Paquete, que la crítica a todo lo anterior no siempre cristalice en un potente movimiento cívico, de defensa de la cultura de la nación. (Garcés, 2015)

  8. Esto es, precisamente, un asunto importante a atender desde la implementación de las políticas públicas, tanto comunicativas como culturales. Dentro de este grupo de desafíos también se incluye la necesaria capacitación a los decisores y gestores de políticas públicas en las referidas cuestiones, para la concepción integral de estos procesos.

  9. Lo local-comunitario: Como frecuentemente ha demostrado la práctica y han alertado los teóricos de estos campos, desde las políticas públicas, centradas con frecuencia en los procesos macro sociales, suele primar una débil comprensión de los procesos comunicativos y culturales que tienen lugar en los espacios locales. Si partimos de que la conceptualización del modelo cubano comprende al desarrollo desde una concepción integradora, multidimensional, participativa, con especial énfasis en las iniciativas locales y potencialidades de los territorios, entonces estaremos de acuerdo en que las políticas públicas deberían plantearse cómo aportar a estos procesos comunitarios desde lo cultural y lo comunicativo.

  10. La articulación: Este último punto entraña la necesidad de abogar por las interrelaciones, en lugar de las parcelas. Estas maneras de ver el cambio social, desde una visión integral, articuladora, intersectorial, necesitan también reflejarse en la aplicación de unas políticas públicas que acompañen estos procesos de producción simbólica, que reconozcan la diversidad cultural de las comunidades, que se conecten con las prácticas culturales locales y que orienten la gestión de la cultura y de los medios locales, en aras de contribuir a la formación de sujetos sociales comprometidos, entendidos como protagonistas de los procesos de transformación. En este sentido las políticas públicas deberían ser el resultado de diálogos interdisciplinares, intersectoriales, interinstitucionales. Podrían sacar mayor provecho de la capacidad académica del país, de modo que los resultados de investigación tengan una mayor expresión en las políticas públicas. Pero aun cuando se tome en cuenta el criterio de expertos y las contribuciones de la academia, resulta imprescindible señalar que las políticas públicas deben sustentarse, además, en la praxis, en la práctica cotidiana, en la consulta popular y en la participación ciudadana.

2. POLÍTICA CULTURAL Y DESARROLLO CULTURAL EN EL ESPACIO MUNICIPAL CUBANO

La creación en 1976 del Ministerio de Cultura (MINCULT) viene a consolidar la institucionalidad cultural cubana, que tenía como antecedentes a la Dirección de Cultura del Ministerio de Educación, encargada de las funciones culturales gubernamentales al triunfo de la Revolución; el Consejo Nacional de Cultura, primera institución gubernamental independiente fundada en 1961, responsable de la política de desarrollo cultural del país; el Instituto Cubano de Arte e Industria Cinematográficos (ICAIC), la Casa de las Américas, la Escuela Nacional de Arte (ENA) y otras instituciones surgidas en los primeros años de la Revolución.

Como Órgano de la Administración Central del Estado, el Ministerio de Cultura tiene el encargo de dirigir, orientar, controlar y ejecutar en el ámbito de su competencia la aplicación de la política cultural del Estado y el Gobierno, así como garantizar la defensa, preservación y enriquecimiento del patrimonio cultural de la nación cubana; mientras que las Direcciones Provinciales y Municipales de Cultura son las responsables de implementar la política cultural en sus respectivos niveles.

Como el resto del sistema político-institucional cubano, el MINCULT evidencia un alto grado de institucionalización del proceso y una amplia diversidad temática, territorial y sectorial “regida por una estrategia y una planificación centralizadas que ha asegurado la unicidad, la universalidad y la cobertura total de dicha política” (Espina, 2008, p. 142). A través de una extensa red de instituciones públicas con fuerte presencia en las instancias municipales y locales, se consolidan múltiples espacios de participación en todo el país (Linares, 2014).

Dado el marcado interés por la democratización de la cultura asumido desde la génesis misma del MINCULT y de la puesta en marcha de la política cultural cubana rectorada por este órgano, sobre todo en la primera etapa se hicieron notables las limitaciones de una lógica esencialmente difusionista de la cultura, desde un modelo de institucionalidad que reducía a la ciudadanía a beneficiaria de sus acciones y punto de llegada de los bienes y servicios culturales. Ello estuvo aparejado a la excesiva ponderación de lo artístico-literario en detrimento de otras manifestaciones de la cultura popular, junto a la legitimación de una jerarquía cultural que privilegiaba a los artistas y a los expertos.

El escenario anterior, unido al excesivo rol del poder central en la definición y gestión de los asuntos culturales, la homogeneidad de las acciones emprendidas, el privilegio otorgado a las manifestaciones de tipo profesional y el limitado papel de la ciudadanía en la elaboración y gestión del trabajo cultural, contribuyó a la implementación de un modelo de gestión por programas y proyectos, en busca de saldar muchas de estas cuestiones (Linares, 2014).

Los programas de desarrollo cultural expresan los lineamientos de la política cultural e involucran a las instituciones del Sistema de la Cultura; a creadores, artistas aficionados, promotores culturales e instructores de arte, así como a diferentes entidades, organismos y organizaciones de otros sectores sociales y económicos, pues su alcance rebasa a las instituciones culturales.

Aun con los cambios implementados, según la investigadora cubana Cecilia Linares (2014) todavía persisten ciertas limitaciones en las lógicas y estructuras que configuran el escenario institucional de la cultura. Algunas de ellas son:

  • Poco espacio para la participación ciudadana en la gestión cultural. Fórmulas que no rebasan los niveles consultivos y que refuerzan en los ciudadanos la condición de consumidores y beneficiarios.

  • Restricción de la cultura a lo artístico-literario en consonancia con un modelo de comunicación unidireccional y difusionista.

  • Permanencia de una concepción de desarrollo cultural parcelada por esferas, según manifestaciones artísticas y culturales, con pocas articulaciones horizontales tanto a su interior como con el exterior.

No obstante, la propia autora reconoce la existencia de aspectos positivos, como son el esfuerzo de la institucionalidad cultural vigente por poner en marcha mecanismos participativos que permitan la consulta a la población y el diagnóstico consensuado de los problemas. Otras cuestiones a destacar tienen que ver con la coherencia entre objetivos nacionales y locales, el esfuerzo por la descentralización del diseño de estrategias y acciones, la creación de espacios de concertación social y una gestión más significativa de la diversidad y las diferencias culturales. Esto no logra borrar algunas contradicciones tales como las divergencias entre la oferta cultural institucional y las demandas de los públicos potenciales, y la tendencia de muchos sectores a buscar en el ámbito privado lo que la institucionalidad cultural no logra suplir. Los elementos planteados hasta aquí hacen pensar, esencialmente, en “la necesidad de articular un modo diferente de acción que promueva el desarrollo de estrategias para la generación de una ciudadanía cultural activa y organizada” (Linares, 2014, p. 125).

Por otra parte, es preciso señalar que en el contexto municipal cubano operan también otros actores de importancia en la elaboración de estrategias de desarrollo cultural, como son los grupos comunitarios organizados. Estos grupos son amparados y reconocidos por el Estado, que comprende la importancia de favorecer las iniciativas locales que aporten al desarrollo cultural de los territorios y tributen a una mayor implicación ciudadana en los procesos de transformación integral de sus realidades. Entre estas experiencias se encuentran las impulsadas por las personas residentes en las localidades, los promotores de las propias instituciones estatales enclavadas en los municipios y los proyectos comunitarios promovidos por programas de desarrollo de distintas instituciones y organizaciones sociales del territorio.

Estas iniciativas han contribuido a fortalecer la vida material y espiritual de las comunidades; han conseguido motivar y comprometer a los vecinos en la transformación de su entorno, a partir de las potencialidades locales e iniciativas propias; han incidido en la revitalización de tradiciones locales, en el rescate de la memoria e identidad colectiva, en la promoción de diferentes manifestaciones artísticas, así como en la formación de capacidades de diálogo, negociación y relaciones horizontales.

3. LA TELEVISIÓN TERRITORIAL EN CUBA. EL MODELO DE TELEVISIÓN LOCAL

En respuesta a la necesidad de una alternativa televisiva en las provincias del Oriente del país, a las que sólo llegaba uno de los canales transmitidos desde la capital, surge la televisión territorial en Cuba; la cual con el decursar de los años se fue distinguiendo de la televisión nacional dada la singularidad de sus características, misiones y lineamientos. A partir de la expansión de esta experiencia, cada provincia cubana cuenta con un canal de televisión denominado telecentro provincial. Bajo esta nomenclatura se agrupa a estos centros televisivos cuya transmisión sistemática de contenidos propios refleja la vida de los pobladores; así como los intereses sociales, económicos, políticos y culturales de la localidad. De esta manera,

El Sistema de Televisión Territorial, conformado por la unión de todos los Telecentros Provinciales, se va a constituir como un subsistema perteneciente al Sistema de la Televisión Cubana, que se caracteriza por producir y difundir espacios que constituyen un reflejo del quehacer, la labor social, modos de vida y cultura de cada región del país. (Herrera, 2008, p. 45)

La televisión de cobertura local o municipal en Cuba se origina como resultado de la intencionalidad política-institucional, ligada a los avances de la informática y las comunicaciones. Surge de la pretensión de integrar las posibilidades tecnológicas de los Joven Club de Computación y Electrónica y los recursos locales necesarios para la realización de audiovisuales que pudiesen ser proyectados en las Salas de Video ante situaciones excepcionales. A estos factores se suma la experiencia recorrida por los canales regionales de televisión y la amplia aceptación de las radios municipales en el contexto nacional.

Perteneciente al Instituto Cubano de Radio y Televisión (ICRT) y a su sistema de televisión nacional, el modelo de televisión local en Cuba puede ser definido como un modelo de televisión estatal de titularidad pública, sin ánimo de lucro y financiamiento no comercial, compuesto por

Centros de producción y transmisión regular de señales televisivas con frecuencias radioelectrónicas propias y emisiones en su mayoría originadas en la ciudad / localidad en la que se encuentran ubicadas y destinadas a la misma y a sus alrededores inmediatos. Las temáticas prevalecientes en la programación responden a la comunidad de intereses del público local. Constituyen un servicio público y están abiertos por lo general a la participación ciudadana. (Herrera, 2015b, p. 17)

El perfil de estos centros es fundamental-mente informativo y cultural, se rigen por la Política de Programación del ICRT ajustada a las características del territorio en que se encuentran, y se vinculan estrechamente al Partido y al gobierno de las localidades.

En el presente se cuentan en el país: 10 canales municipales resultado de la extensión de los telecentros provinciales, 15 canales municipales con transmisiones locales y 28 corresponsalías de televisión con transmisiones locales, para una presencia directa en aproximadamente el 47% de los municipios cubanos.

Entre las principales características de la televisión de cobertura local en Cuba pueden resumirse las siguientes (Herrera, 2015a):

  • Surgen por la voluntad política-institucional de poner los avances de la informática y las comunicaciones en función de la producción audiovisual local.

  • Constituyen un subsistema dentro del sistema nacional de televisión, actuando como un complemento del mismo y como descentralización de sus transmisiones.

  • Transmiten producciones de factura propia centradas en el acontecer socioeconómico del municipio, la cultura e identidad local, el quehacer de sus pobladores y las problemáticas sociales del territorio.

  • Sus mecanismos de participación son insuficientes, generalmente limitados a llamadas telefónicas, cartas, entrevistas, encuestas y encuentros informales; por lo que priman esquemas transmisivos y unidireccionales.

  • Presentan dificultades con la infraestructura técnica, que en los inicios de la experiencia se correspondía con los estándares internacionales de calidad, pero con el transcurso de los años se ha ido desgastando o quedando inutilizada casi sin posibilidades de remplazo.

  • Consolidan prácticas y formas de hacer autónomas, aunque persiste la tendencia a imitar los referentes estéticos y formales de la televisión nacional.

4. TELEVISIÓN LOCAL Y DESARROLLO CULTURAL COMUNITARIO: DIMENSIONES EMPÍRICO-CONCEPTUALES PARA TEJER LA RELACIÓN

La relación entre la gestión del desarrollo cultural comunitario y la gestión del proceso de producción cultural de la televisión local, puede establecerse a partir de cuatro dimensiones fundamentales: estructural, normativa, simbólica y operativa. Estas aristas son resultado de la confluencia de múltiples factores, en lo cual ocupan un peso importante las subjetividades y prácticas sociales que sustentan el tejido social y que constituyen contenido esencial de las políticas públicas.

Aunque por operatividad metodológica estas dimensiones se conciben y estructuran de manera independiente, en la práctica social funcionan más bien como una amalgama de procesos estructurantes de diversos significados y sentidos, en un contexto específico y socialmente estructurado, en los que operan “distintos regímenes institucionales, discursos, reglas, acciones, esquemas cognitivos y/o conductuales” (Linares, 2014, p. 119).

Las dimensiones estructural y normativa nos remiten al contexto político-institucional, a nivel macro social, pero tienen su correlato y expresión en el contexto micro. La primera de estas dimensiones refiere los vínculos de la institucionalidad cultural municipal y la televisión local con la estructura sociopolítica, los cuales están determinados por la ubicación particular de estas instancias en el sistema de la cultura y el ordenamiento mediático nacional y territorial, respectivamente. Las relaciones estructurales del sistema político se manifiestan en el sistema jurídico, por lo cual la dimensión estructural se vincula estrechamente con la normativa, a este nivel: Estatal y de Gobierno.

La dimensión normativa expresa la regulación de las relaciones entre la institucionalidad cultural municipal y la televisión local a través de leyes, reglamentos, disposiciones, como manifestación de la política cultural y la política de comunicación concerniente al sistema de televisión territorial. En este marco ocupan un lugar fundamental las instancias contextuales, entendidas como las configuraciones y desafíos que asigna el contexto económico, político y social a las políticas públicas relacionadas con las instituciones culturales y comunicativas, y en las que se establecen líneas de continuidad/ruptura, como resultado de la permanencia o modificaciones de dichas situaciones contextuales. Por otra parte intervienen también las instancias institucionales, las cuales aluden a los organismos, instituciones u organizaciones encargados de diseñar las políticas y las plataformas estratégicas para su implementación (Linares, 2014).

Estos elementos gravitan sobre la orientación simbólica de las instituciones culturales y mediáticas a nivel municipal, lo cual se relaciona estrechamente con la siguiente dimensión propuesta.

La dimensión simbólica se conecta con las restantes y las atraviesa, en tanto proceso estructurante que describe los sentidos otorgados por los actores políticos, decisores y gestores de políticas a la gestión cultural y comunicativa y que da cuenta, además, de las prácticas rutinarias, culturas profesionales y constricciones sociales interiorizadas por los actores institucionales de los sistemas cultural y mediático a todos los niveles. En este sentido la subjetividad de los actores sociales funciona como mediadora de los procesos de construcción de sentido, en tanto que expresión de relaciones de poder (García Luis, 2004, p. 34).

La dimensión operativa expresa las alianzas establecidas entre la institucionalidad cultural municipal y la televisión local, y las acciones conjuntas llevadas a cabo como resultado de la gestión del desarrollo cultural comunitario y la gestión del proceso de producción cultural de la televisión local. Esta dimensión es la manifestación concreta de las relaciones, las cuales pueden expresar desarticulación o independencia, resultado de la descoordinación o divorcio de las acciones; dependencia, cuando uno de los sectores se pone en función del otro en un sentido instrumental o transmisivo, que no tiene en cuenta las posibles interrelaciones entre los procesos; o interdependencia, fruto de los intercambios en función del favorecimiento de procesos colectivos, del empoderamiento ciudadano y la transformación social, a partir de las articulaciones entre los procesos culturales y comunicativos locales.

Por último, resulta necesario señalar que las dimensiones aquí propuestas son el resultado del acercamiento empírico-conceptual al objeto de estudio. Aunque con algunas variaciones pudieran ser empleadas para otros empeños investigativos, debe tomarse en consideración su carácter contextual.

5. TELEVISIÓN LOCAL Y DESARROLLO CULTURAL EN EL ESPACIO MUNICIPAL CUBANO: MAPAS Y ARTICULACIONES AL FINAL DEL CAMINO

Como hemos apuntado en el desarrollo de la propuesta de dimensiones empírico-conceptuales para analizar la relación entre la gestión del desarrollo cultural comunitario y la gestión del proceso de producción cultural de la televisión local, estas aristas deben ser concebidas en una estrecha interrelación por el carácter estructurado y estructurante que les define, al ser el resultado de la confluencia y mediación de diferentes procesos, tanto en el contexto macro como micro social.

El análisis empírico de las relaciones entre la gestión del desarrollo cultural comunitario y la gestión del proceso de producción cultural de la televisión local, permite señalar que estos procesos de gestión se conectan, en primera instancia, en que ambas esferas responden al sistema político cubano. Sobre este particular y en lo relativo a las relaciones sistémicas, es posible afirmar que los aparatos cultural y mediático de la sociedad cubana, aunque en lo formal son sistemas en sí mismos, constituyen parte del sistema político, manteniendo con este último relaciones de dependencia; con lo cual se reafirma una vez más lo concluido por el periodista y académico cubano Julio García Luis (2004) en su Tesis Doctoral, al referirse específicamente al sistema comunicativo.

Por otra parte, de acuerdo con lo establecido en los documentos rectores, el ICRT mantiene relaciones de colaboración con la Asamblea Nacional del Poder Popular y sus represen-taciones locales, con las Administraciones Locales y con el Partido Comunista de Cuba, como órgano rector del trabajo político-ideológico de los medios de difusión (ICRT, 2011).

Los canales y corresponsalías ubicados en provincias y municipios se subordinan verticalmente al Instituto, pero mantienen relaciones de trabajo con las Administraciones Locales. En este sentido se estipula que las entidades municipales de televisión asumen en su programación los intereses de las Administraciones Locales apegados a las orientaciones del Buró Político del Partido y a la Política de Programación. También se establece que los canales municipales deben entablar relaciones de trabajo para el cumplimiento de los acuerdos tomados en el gobierno municipal; participar en las actividades de carácter político, económico y social convocadas por el gobierno local; así como acatar las indicaciones territoriales para la Defensa Civil y otras que resulten del sistema defensivo territorial (ICRT, 2011).

Vale destacar que aunque en lo formal-organizativo las relaciones de las estructuras del ICRT con las administraciones locales, la Asamblea del Poder Popular y el PCC son referidas como “de colaboración”, cual si se tratase de relaciones horizontales, a un mismo nivel, el carácter rector del Partido y el Gobierno con relación a los medios de comunicación y su política informativa, reafirman la dependencia del sistema mediático, en todos sus niveles, al sistema político nacional.

Así como resulta imposible concebir la dimensión estructural aislada de la dimensión normativa como expresión y regulación de esa estructura, la segunda dimensión referida se relaciona estrechamente con la simbólica, dado el carácter estructurante de las configuraciones subjetivas de los gestores y decisores encargados de trazar las políticas y regulaciones de estos sectores. El MINCULT y el ICRT son las instancias desde las que se conciben y generan estas disposiciones.

El examen de los documentos rectores de estas esferas, que explicitan de manera directa la relación a nivel normativo, da cuenta de la visión instrumental de algunas de las disposiciones, centradas en el aspecto informativo y transmisivo de la comunicación y en la concepción de una función difusionista de la cultura.

Sobre las relaciones del sistema institucional de la cultura con los medios de comunicación -nacionales, provinciales y locales-, el documento “Prioridades de las instituciones de la cultura” del MINCULT se concentra en la difusión del arte y la cultura, la promoción de la crítica especializada, el reflejo del patrimonio y la historia nacional, la transmisión de experiencias positivas de trabajo comunitario y la cultura tradicional cubana (MINCULT, 2016).

La Política de Programación del ICRT, documento básico director de las transmisiones de radio y televisión, establece un conjunto de elementos que relacionan la actividad televisiva con la cultura artística y literaria. Entre los aspectos señalados se destacan con mayor fuerza aquellos relacionados con la formación de públicos y la apreciación artística. Encaminadas a estos fines sobresalen las líneas referentes a la profundización del acceso popular a la cultura, la formación de hábitos y gustos de elevado nivel estético, y el fomento de la apreciación artística en los televidentes (ICRT, 2013).

De manera general, llama la atención que los documentos y disposiciones analizados se concentran en el establecimiento de relaciones entre las máximas estructuras de los sectores: MINCULT e ICRT (organismo central). Las escasas alusiones a los medios locales focalizan el reflejo de la cultura local en estos espacios, pero se adolece desde estos documentos normativos de otro tipo de articulaciones para el contexto micro social que pueda orientar las relaciones entre los medios locales y el sistema institucional de la cultura a nivel municipal.

Por otra parte, la investigación y la práctica han demostrado que las concepciones sobre las relaciones entre las esferas cultural y comunicativa por parte de los directivos y trabajadores de las instituciones culturales y los canales municipales -dimensión simbólica-, suelen centrarse en la función transmisiva de la comunicación respecto a las actividades, proyectos y espacios culturales del territorio. Ello obedece, entre otros elementos, a la falta de articulación interinstitucional y a la limitada comprensión por parte del gobierno, organizaciones locales y de las propias instituciones culturales y comunicativas del territorio, de la contribución que puede generarse desde la comunicación y la cultura a las estrategias de desarrollo local (Drake, 2017).

De igual forma, resulta frecuente que las relaciones establecidas entre la institucionalidad cultural municipal y la televisión local, desde la dimensión operativa, se concretan fundamentalmente en la proyección televisiva del quehacer cultural del municipio y al actuar la televisión local como agente transmisor de las actividades culturales en el territorio. La razón fundamental de esta limitación es que el medio se concibe principalmente como difusor y no como dinamizador del desarrollo sociocultural del municipio o como aliado para facilitar en las comunidades procesos de transformación, desde la comunicación y la cultura.

6. OPORTUNIDADES Y DESAFÍOS PARA EL DESARROLLO DE ARTICULACIONES

Pese a la persistencia de desarticulaciones en los procesos comunicativos y culturales a nivel local, podemos apuntar con optimismo que la proyección actual de la sociedad cubana -expresada en los Lineamientos de la Política Económica y Social aprobados en el VI Congreso del PCC y refrendada en los documentos aprobados en el VII Congreso del PCC-, constituye un marco propicio para la creación de articulaciones significativas a nivel municipal, que garanticen una mayor contribución de los procesos comunicativos y culturales al desarrollo local y a la defensa del proyecto social cubano.

Los Lineamientos aprobados desde 2011, además de expresar la necesidad de impulsar el desarrollo de los territorios, de modo que se fortalezcan los municipios como instancia fundamental, sobre la base de la autonomía y sustentabilidad de los mismos (Lineamiento 17); plantean la importancia de

Aunar los esfuerzos de las instituciones educativas, culturales, organizaciones políticas, de masas, las formas asociativas sin ánimo de lucro y de los medios de comunicación masiva, en todas sus expresiones y de aquellos factores que influyen en la comunidad y en la familia. (PCC, 2011)

Esta visión del país es ratificada en los documentos programáticos aprobados en el VII Congreso del PCC. En la Conceptualización del Modelo, por ejemplo, se destaca lo valioso de desplegar estrategias de desarrollo e iniciativas locales que aprovechen las potencialidades de los territorios. Por otra parte, las Bases del Plan Nacional de Desarrollo Económico y Social hasta el 2030 enfatizan que esta es una tarea que debe ser acometida mediante el fortalecimiento de las atribuciones y las capacidades de planificación y gestión de las localidades y la participación de los actores sociales.

Una de las experiencias más exitosas en la materialización de estas proyecciones y objetivos en los territorios ha sido la Plataforma Articulada para el Desarrollo Integral Territorial (PADIT), una iniciativa de apoyo al desarrollo territorial cubano con enfoque multisectorial, multinivel y multiactoral.

Sobre la implementación de PADIT, puede decirse que esta estructura de gobernanza ha articulado actores con sus roles definidos, ha servido como mecanismo/ herramienta de trabajo que ha fortalecido a las instituciones para hacer una mejor gestión de sus procesos y del desarrollo local y ha permitido romper con los esquemas de falta de articulación entre niveles y actores estatales y no estatales (Gallicchio & Mirabal, 2017).

La línea comunicacional se asume como uno de los temas transversales en el marco de la Plataforma. Esta línea apunta a “reforzar los mecanismos y herramientas de comunicación de los gobiernos territoriales con la población para favorecer la socialización de las estrategias, fomentando la información, la participación y la creación de una visión común del desarrollo” (Gallicchio & Mirabal, 2017, p. 28).

La intervención de la Facultad de Comunicación (FCOM) de la Universidad de La Habana en esta Plataforma, ha sido un factor clave en su dimensión comunicativa. El Programa Infocomunicacional elaborado por FCOM para este propósito tiene como objetivo general: “gestionar información, comunicación y conocimiento que tribute al cumplimiento de los objetivos de PADIT como programa de desarrollo territorial en Cuba con enfoque multisectorial, multinivel y multiactoral” (Garcés & Del Pino, 2016, p. 111).

Desde el punto de vista comunicacional, la experiencia ha permitido saldos muy positivos, tales como la capacitación, el desarrollo de capacidades y habilidades en términos de comunicación, la formulación y/o revisión de las Estrategias de Comunicación a nivel municipal y provincial y la creación de productos comunicativos relacionados con PADIT que permiten una mejor visibilidad del Programa. Los aportes de FCOM, a partir de la vinculación a PADIT de las asignaturas, agendas investigativas y resultados científicos de las carreras Comunicación Social, Periodismo y Ciencias de la Información, han permitido situar a la academia y a su gestión del conocimiento en función del desarrollo local.

La evaluación externa realizada a la Plataforma en el mes de mayo de 2017, la cual comprendió el período de implementación de PADIT entre enero de 2015 y diciembre de 2016, evidenció el rol de las corresponsalías y emisoras territoriales de radio como instrumentos que potencian la participación popular en modalidad de programas interactivos, con el objetivo de incrementar los espacios de debate para la toma de decisiones a nivel municipal (Gallicchio & Mirabal, 2017, p. 29).

En total consonancia con este hallazgo, la recién aprobada Política de Comunicación del país define entre sus principios que la comunicación social propiciará que los ciudadanos dialoguen y participen en la vida colectiva social y política, como premisa para la transformación consciente de la realidad. Y se asume que sin comunicación -que no es mera información- no hay participación (Terrero, 2018).

Las mencionadas disposiciones, políticas y experiencias nos permiten afirmar que deben ser aprovechadas al máximo las potencialidades de aquellos territorios que cuentan con una televisión local como expresión de sus fortalezas culturales y comunicativas; así como deben ser potenciadas las ventajas de una gestión institucional de la cultura que comprende las instituciones culturales de diversa índole existentes en los municipios, además de los proyectos culturales e iniciativas de diferente naturaleza que se desarrollan en las localidades.

La televisión local tiene considerables potencialidades para favorecer el desarrollo cultural comunitario, en tanto enriquezca las prácticas culturales de la comunidad, gestione los valores culturales locales; propicie una red de articulaciones entre instituciones, organizaciones comunitarias y actores del desarrollo local, funcione como espacio de canalización de los principales problemas de la comunidad, propicie una participación sustantiva de los actores locales en el medio, y estos se apropien realmente de los procesos y contenidos comunicacionales.

De igual manera, se precisa de una gestión institucional de la cultura que propicie la articulación de procesos y proyectos endógenos que permitan a la comunidad reflexionar y accionar sobre su propia realidad, en un ejercicio social participativo, dialógico, creativo y transformador. Se requiere también que esta gestión favorezca la promoción de las prácticas culturales de la propia comunidad, a partir del reconocimiento y reafirmación de las identidades culturales, la protección de la diversidad cultural y la constante reconstrucción de saberes colectivos en un sentido creador, dinámico y movilizativo.

CONCLUSIONES

En el contexto cubano actual, la voluntad política para la potenciación de la comunicación y la cultura en función del desarrollo territorial es evidente. La expresión de estas intencionalidades en políticas públicas y en programas de país es también una realidad nacional que ofrece muchas perspectivas y oportunidades. Pero sabido es que las proyecciones y las políticas, aunque elementos vitales e imprescindibles, no constituyen garantías en sí mismas de la consecución de las aspiraciones que plantean. Corresponde a la implementación de esas políticas, a la práctica cotidiana y a los actores sociales que en definitiva protagonizan la construcción del desarrollo, el hacer realidad esas utopías sociales en el accionar cotidiano, desde el pequeño espacio de actuación en el que cada quien se desenvuelve, lo cual se conecta, ineludiblemente, con el contexto local.

Esta necesaria expresión de las políticas públicas en la vida cotidiana para el trabajo en red y el desarrollo de articulaciones a todos los niveles, en todas las esferas y entre todos los actores, supone muchos desafíos, en los cuales opera con singular importancia la dimensión simbólica. En esta dimensión se entrelazan -como recursos transversales al desarrollo- la cultura, la comunicación y el conocimiento. En palabras del académico cubano Jorge Núñez Jover:

Además de la competencia y profesionalidad de los actores, el desarrollo reclama intercambio, cooperación, solidaridad, colectivismo, confianza interpersonal, conciencia ciudadana, dimensiones éticas del desarrollo que pueden ser resumidas en el concepto de capital social. Es importante subrayar la importancia de este para el trabajo en redes, las interacciones, la comunicación que la gestión del conocimiento reclama. (2010, p. 201)

Si bien la proyección nacional incluye la necesidad de fomentar la investigación social y la introducción de sus resultados en la toma de decisiones y en la práctica social (Lineamiento 103), así como la importancia de fortalecer la formación y capacitación continuas de los cuadros, gestores, decisores y personal técnico en general (Lineamiento 104); se requiere de acciones prácticas que permitan articular la tríada: gestión del conocimiento - comunicación - cultura.

Desde el punto de vista operativo, las acciones pudieran estar encaminadas a:

  1. Incentivar la realización de investigaciones que atiendan las articulaciones entre los procesos culturales, comunicativos y de desarrollo en los espacios locales.

  2. Considerar los resultados de estos estudios como insumo para la toma de decisiones y la actualización de políticas públicas que acompañen, definan e impulsen la integración de los procesos comunicativos y culturales que se gestionan y desarrollan en los territorios.

  3. Favorecer la capacitación y formación de los decisores, gestores de políticas y actores institucionales de ambas esferas, acerca de la dimensión cultural y comunicativa del desarrollo local y de las necesarias imbricaciones entre los procesos comunicativos y culturales para la consecución del cambio social.

  4. Avanzar en la conducción de procesos participativos que estimulen el protagonismo ciudadano en la administración cultural y en la gestión de los medios de comunicación local: en la identificación de problemas, potencialidades y oportunidades de las comunidades, en la formulación de propuestas, la toma de decisiones, la ejecución y evaluación de las acciones, y en el despliegue de la creatividad colectiva en los procesos culturales y comunicativos comunitarios.

  5. Trabajar en la concepción de proyectos comunes entre la institucionalidad cultural municipal y el medio televisivo local.

  6. Reforzar el acompañamiento a las iniciativas culturales, propuestas y proyectos nacidos desde las propias comunidades.

  7. Fortalecer y diversificar los espacios de intercambio entre los proyectos y experiencias culturales de las comunidades y asentamientos, como expresión de la diversidad y riqueza cultural de los territorios.

  8. Concebir alianzas intersectoriales, interinstitucionales y otras que rebasen el espacio estatal-institucional, que coadyuven al mejoramiento de las condiciones de vida y al desarrollo integral y sostenible de los territorios.

El estudio de las relaciones comunicación-cultura-desarrollo, con el punto de mira en la televisión local y el desarrollo cultural comunitario, puede constituir un camino necesario no solo para teorizar sobre los vínculos entre los procesos comunicativos y culturales que tienen lugar en los territorios, sino que debe situarse en aquella propuesta de investigaciones que promueve la reflexión crítica y activa de los sujetos sociales sobre su propia realidad y propicia cambios estructurales en la sociedad.

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Notas aclaratorias

1 El paquete semanal es un compendio de materiales de diversa índole (desde variados géneros televisivos hasta aplicaciones informáticas), cuya circulación informal ha ganado creciente popularidad en la sociedad cubana. Funciona como un medio alternativo de gestión privada, ante la ausencia de televisión por cable y las limitaciones de acceso a internet existentes en Cuba.

Recibido: 15 de Mayo de 2019; Aprobado: 11 de Julio de 2019

*Autor para la correspondencia. bety.drake@gmail.com

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