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Revista Estudios del Desarrollo Social: Cuba y América Latina

versão On-line ISSN 2308-0132

Estudios del Desarrollo Social vol.8 no.1 La Habana ene.-abr. 2020  Epub 14-Abr-2020

 

Artículo Original

De pueblo de indios a ciudad dormitorio. Una reconstrucción geohistórica

A Geo-Historical Reconstruction of an Indian Village Which Became a Commuter Town

0000-0003-4011-4259Erika Raquel Acosta Roa1  * 

1Universidad Nacional Experimental de las Artes, Venezuela

RESUMEN

El artículo se propone analizar el desarrollo del pueblo de Paracotos, ubicado en las proximidades de dos grandes ciudades: Los Teques, capital del estado Miranda, y Caracas, ciudad capital de Venezuela, que presenta características propias de las ciudades dormitorio. A través del estudio de la historia regional y local, con apoyo en el enfoque geohistórico, se analizan sus orígenes como pueblo de indios, luego un periodo agrícola muy próspero, y seguidamente la etapa petrolera que incidió de manera directa en el cambio de su estructura. El objetivo de la investigación consiste en arribar a la reconstrucción histórica de la localidad de Paracotos, que servirá de soporte para fortalecer los conocimientos de sus habitantes y será útil en el gran propósito de trasformar el hábitat para obtener beneficios.

Palabras-clave: geohistoria; historia local; historia regional; Paracotos

ABSTRACT

This paper is aimed at showing the evolution of Paracotos, a town located near two big cities: Los Teques, Miranda State’s capital, and Caracas, Venezuela’s capital, which has characteristics typical of commuter towns. The regional and local history was examined, adopting the geo-historical approach, in order to study Paracotos’ evolution from being an Indian village originally, through a period of farm prosperity, to the period of oil production which heavily influenced its change. The study had the aim of historically reconstructing the town of Paracotos to acquire knowledge of its inhabitants, which will be useful for changing the environment for the better.

Key words: Geohistory; local history; regional history; Paracotos

INTRODUCCIÓN

La palabra «historia», en su origen etimológico, significaba simplemente indagación, aunque luego, con el devenir del tiempo, adquirió el sentido de indagación del pasado. Para Marc Bloch, gran historiador francés, esta se define como «la ciencia de los hombres en el tiempo» (citado por Brom, 1982, p. 17). La historia, su concepto, sujeto, objeto y método se fueron desarrollando a medida que el hombre cambió su pensamiento y sus intereses, por lo que surgen diferentes paradigmas. Se han escrito infinidades de concepciones en las cuales se ha tratado de incluir a la ciencia histórica, tales como el positivismo o el marxismo.

Desde hace algunos años, la historia se ha enfocado en tratar de reconocer ciertos procesos sociales, no desde una perspectiva globalizada, sino más bien local. De allí nace la idea de la historia regional y local, definida por Medina Rubio (2005) como aquella que remite al pasado de las comunidades, sean parroquias, barrios, urbanizaciones, ofreciéndonos un panorama de las motivaciones, individuales y colectivas, de gran valor para el conocimiento, cultivo y uso de la población en general.

Para González y González (1973), historiador mexicano promotor de la historia local en Latinoamérica, la también llamada microhistoria va hacia los hechos cotidianos de la vida diaria: nacimientos, muertes, enfermedades, tareas agrícolas, artesanías, comercio al menudo, solaces, ferias, delitos de orden común, alcoholismo, creencias y prácticas religiosas, supersticiones, conductas, ideas y actitudes que caracterizan a una comunidad pequeña, características que permiten definir el espacio y al mismo tiempo su parecido con otras comunidades o con la sociedad que la engloba. Este mismo autor definió la historia local como historia matria, en contraposición a la patria, ya que la primera designaría al mundo pequeño, débil, femenino, sentimental de la madre: la familia, el terruño, la llamada hasta ahora patria chica (González y González, 1973, p. 14).

No cabe duda de que cada vez que un pueblo estudia y aprende su historia, deja de ser una masa amorfa para convertirse en una sociedad con conciencia nacional. Por ello se hace imperante que la población, y particularmente, las nuevas generaciones que servirán de relevo, tengan conocimiento sobre los aspectos notables de su historia y sus tradiciones. Ceballos (2003) explica que esto significa apoyarse en una concepción del hombre como ser histórico-real, que nutre la realidad con las relaciones sociales, instituciones e ideas. Es necesario ser capaz de analizar, con sentido crítico y de organización, el camino hacia la comprensión de uno mismo y el medio, en vías de su realización.

Por tanto, el siguiente estudio maneja la metodología de la historia local o regional, aporta herramientas que facilitan la reconstrucción de la historia de las localidades y se apoya, además, en el método geohistórico, que permite la elaboración de cartogramas sobre la dinámica histórico-espacial de las comunidades, factor que contribuye a acortar la marcada diferencia entre la academia y la localidad. Este trabajo ofrece al alumno una visión holística de la historia, a partir de la comunidad de Paracotos, la cual no solo es un espacio local, sino que también forma parte de la metrópoli, ya que está caracterizada por un gran movimiento diario de trabajadores; a pesar de ser de menor extensión y encontrarse en el sector residencial (Guba, 2011).

ACERCA DE LA TEORÍA Y MÉTODO DE INVESTIGACIÓN EN LA HISTORIA REGIONAL Y LOCAL

1.1. El método

Como toda ciencia, la historia posee una metodología y sus herramientas son útiles en todas las investigaciones derivadas de esta, pues opera con instrumentos que forman parte del método científico. No se puede desatender, sin embargo, que al hablar de historia local se tiende a ser más subjetivo, más íntimo, más cualitativo, lo cual no descalifica la veracidad de los hechos. Para algunos, la historia es el conjunto de hechos pasados, pero no solo de aquellos que han tenido connotaciones a largo alcance, que son destacados o curiosos, sino también de aquellos hechos anónimos, de masas, guerras, rebeliones, revoluciones (Vila, 1980, p. 26) o como lo plantea la historia regional o local, hechos de la vida cotidiana, de los obreros, de las amas de casa, de los sin voz.

La tarea primordial del historiador consiste en investigar, reconstruir, analizar y sintetizar. Para llevar a cabo dicha labor se deben definir los procesos, sincrónicos y anacrónicos, coyunturas y articulaciones, además de estudiar las estructuras económicas, sociales, políticas y culturales presentes en el medio.

Dentro de las metodologías cualitativas usadas se encuentra el enfoque etnográfico. Etimológicamente, el término etnografía significa la descripción (grafé) del estilo de vida de un grupo de personas habituadas a vivir juntas (ethnos). Martínez (1994, p. 30) agrega que el enfoque etnográfico tiene como objeto crear una imagen realista y fiel del grupo estudiado, pero su intención es contribuir a la comprensión de sectores o grupos poblacionales más amplios que tienen características similares. Esta especialidad se relaciona con la metodología histórica porque permite llegar a su propósito final, basado en encontrar argumentos que expliquen y permitan comprender el pasado en función de las identidades y realidades locales y regionales, para luego aventurarse en explicaciones más generales (Medina, 1993, p. 25).

1.2. Técnicas de investigación en historia local

Toda persona que desee abordar una investigación histórica local, debe tener presente que la región histórica es un producto, una serie de procesos que deben ser estudiados de forma coherente, en la que se han desarrollado estructuras básicas entrelazadas entre sí.

El primer paso para realizar una investigación histórica local y regional consiste en delimitar la zona a estudiar y las relaciones existentes con las áreas aledañas, tomando en cuenta que a través de la región se pueden reflejar procesos de orden estatal, nacional y mundial. Es allí donde recae la visión globalizadora de la historia regional o local. También se deben considerar las organizaciones presentes en la localidad, por ejemplo; las actividades económicas (flujos de intercambio internos y externos), los aspectos demográficos (crecimiento, migraciones, entre otros), las estructuras sociales producto de la relación entre factores económicos y demográficos, las estructuras institucionales (prefecturas, alcaldías, juzgados, escuelas) y por último las actividades culturales que se desarrollan en la región (Medina, 1993, pp. 29-30).

Es necesario acotar que el investigador debe poseer un manejo adecuado de las técnicas de documentación en el acopio de fuentes, técnicas de selección y análisis de textos, recuperación y recolección de datos y pericia en cuanto a las técnicas de composición de textos, preparación de recursos estadísticos y gráficos (Medina, 1993, pp. 29-30).

1.3. El enfoque geohistórico

Cunill Grau fue el auténtico impulsor de los estudios geohistóricos, perspectiva central del análisis seleccionado para la presente investigación. La obra geohistórica de Cunill Grau, desarrollada alrededor del año 1976, en la escuela de historia de la Universidad Central de Venezuela (Rodríguez, 2000), enseña que la historia de este país se ha proyectado en variados y cambiantes espacios geográficos y que esa heterogeneidad territorial ha incidido en las variables geohistóricas de la ocupación y desigual aprovechamiento del suelo y sus recursos, asuntos que los historiadores deberíamos tener muy en cuenta a la hora de analizar el pasado.

Tovar (1991) delimita el campo de acción de la geohistoria en los siguientes términos:

Nosotros hemos avanzado para el enfoque geohistórico tres direcciones fundamentales e indispensables: la antropología, la sociología y la historia, que conlleva conjuntamente la fundamentación económica, (la cual) al realizarse o resolverse en el espacio, apoyada en un territorio ceñido a la división del trabajo, determina que este objeto se reproduzca en unidades espaciales (territoriales) concretas con las que el hombre asegura su permanencia sobre la superficie de la tierra. Plantearía así el problema de la productividad del espacio (p. 105).

Entre los enunciados derivados de este planteamiento se extraen aquellos que se convierten en fundamentos teóricos-metodológicos de la presente investigación. Según Tovar (1986):

  • «El espacio geográfico dispone de un soporte natural (territorial). Mientras este se comporta como un hecho dado, aquel aparece como realizado o concebido. Si lo geográfico obedece a los ritmos de una dinámica social, el territorio opone a esta última su especificidad alcanzada dentro de una dilatada evolución geológica que informa su totalidad al planeta» (p. 55).

  • «El enfoque geohistórico se desprende de la concepción geográfica que entiende al espacio como un producto concreto o síntesis de la acción de los grupos humanos sobre su medio ambiente para su necesaria conservación y reproducción, sujeto a situaciones históricas determinadas» (p. 52).

Por lo tanto, el enfoque geohistórico para Tovar (1986) deja por sentado que uno de sus objetivos es conducir a la identificación del problema espacial, y determinar, en la medida de sus alcances u objetivos, la gama de factores o variables participantes en el mismo, así como su ponderación, lo que asegura su necesaria participación en las tareas de diseño y ejecución de cualquier tipo de planificación.

1.3.1. La cartografía geohistórica

El uso de los mapas siempre ha sido indispensable en los estudios geográficos, pues proporcionan una serie de datos que minimizan la investigación de los espacios. En palabras de Ceballos (2003), «la cartografía ha evolucionado y se ha reafirmado como instrumento valioso en la producción del conocimiento científico de las ciencias del hombre, lo cual conduce a la propuesta de una cartografía conceptual» (p. 75).

La fundamentación para esta cartografía responde a dos enunciados básicos. Primeramente, el mapa debe incorporar la propuesta de una hipótesis de la articulación de las formas, a través de la territorialización de agregados. En segundo lugar, los mapas llevan en sí mismos un discurso de espacio relativamente autónomo; en el mensaje expresan las contradicciones de las estructuras.

Por otra parte, la teoría general ofrece el marco de referencia de lo geohistórico a partir de que concibe el espacio como una categoría constitutiva de la sociedad, que lleva implícita la acción de los grupos humanos. En consecuencia, su contenido y estructura cambia con la historia. Además, dichas estructuras espaciales están orientadas por las principales influencias a escala internacional (externalidades) producidas por las condiciones concretas y de utilización y apropiación del espacio por los grupos sociales a lo largo del tiempo (internalidades).

2. METAMORFOSIS DE UN PUEBLO

2.1. Una aproximación geográfica

Paracotos es una parroquia ubicada en el centro geográfico del municipio Guaicaipuro, situado al sur del Distrito Capital en el estado Miranda. Se localiza entre los paralelos 10º y 10º de latitud norte y entre los meridianos 66º y 67º (Armas e Ylarraza, 2007). Limita por el norte con las Parroquias de Los Teques y Cecilio Acosta, partiendo del sitio denominado Cumbre Roja. Pasa por Los Amarillos, Topo Guaremal, quebrada Caldera, la Fila de Guareguare, quebrada Maitana, toma la fila Helechal hasta llegar a lo alto de Maturín. Al este, sur y oeste, limita con las parroquias de Cúa, Tácata y Los Teques. Parte del punto denominado Alto de Maturín, pasa por el punto Los Topos, Las Cuevas, Las Tinajas y quebrada Piedras Azules hasta su confluencia con el río Tuy, desde donde busca la boca de la quebrada Chacao y llega a su nacimiento en el punto denominado Cumbre Roja (García, 1997, p. 144). Con una superficie de 157 km², que equivale al 19,4 % de la superficie total del municipio (Armas e Ylarraza, 2007), es la segunda feligresía en extensión después de Altagracia de la Montaña. Está integrada por cinco grandes sectores: Paracotos, Los Lirios, Maitana, Taica y Palo Negro.

Se comunica con el resto de Venezuela a través de una variada red vial, donde destaca la Autopista Regional del Centro, que la conecta con Caracas y el centro del país, en una relación de equidistancia. Esta ubicación geográfica ofrece a la congregación grandes ventajas relacionadas con el intercambio comercial y turístico en la región.

2.2. Su origen: pueblo de indios o pueblo de encomienda

Al igual que muchos de los pueblos del país, el establecimiento de Paracotos está sujeto a la colonización española. Su fecha de fundación se instituye sobre las bases de la organización colonial, no obstante, varios especialistas (Acosta, 2012; Castillo Lara, 1994; García, 1997 y Vilar, 1981) han demostrado que su origen estuvo ligado a un asentamiento indígena.

Esta afirmación se puede observar de manera espacial en el primer cartograma (Figura 1), donde se ubican los pueblos indígenas que habitaban la zona de lo que hoy se conoce como Distrito Guaicaipuro. Se observa Caracaraymapon o Caracarayma, región conocida en la actualidad como Quebrada de Santa María; Suruapo o Suruapay, tierra del cacique Guaicaipuro, ubicada entre las márgenes de San Diego y San José de los Altos; los asentamientos de Conopoyma, Altos de Urepecao, Popure y la Quebrada Paragoto, localizados en las adyacencias del actual pueblo de Paracotos.

Fuente. Hermano (1975, p.8).

Figura 1 Paracotos indígena. 

Ramos (1981), citando a Maza Zavala, indica que la estructura de un pueblo está limitada por la dimensión y la cantidad de sus recursos productivos. El tamaño de la población está ligada a la posibilidad de aprovechamiento de los recursos que se encuentran en el área. Por tanto, la localización geográfica de la población obedece a la distribución espacial de las posibilidades de producción u obtención de ingresos. En otras palabras, para comprender cada época de la historia de un pueblo hay que examinar primordialmente lo relativo a sus medios de vida, al grado de desarrollo de las fuerzas productivas, el modo de producción, las condiciones que rigen la realización del trabajo y la distribución final de sus productos.

Los indígenas del área originalmente cultivaban maíz, yuca y tabaco; pescaban, cazaban y recogían determinados frutos silvestres; preparaban el cazabe y bebidas alcohólicas a base de maíz y yuca; construían instrumentos de caza, musicales, hamacas, etcétera (Acosta, 2012; citado por Ramos, 1981, p. 40). Con la llegada de los españoles, fueron desplazados hacia los territorios que formarían posteriormente el estado Miranda. No fue sino hasta finales del siglo xvii que, de una forma u otra, se pudieron superar problemas como los de títulos de propiedad de la tierra, pacificación de las poblaciones indígenas, entre otros (Ramos, 1981, p. 42).

Hacia las últimas décadas del siglo xvii y a principios del xviii, los españoles se establecieron en áreas neoeconómicas, tales como Tuy, Barlovento o Alto de Los Teques. De esta manera comenzó la trasformación del paisaje prehispánico debido a la presencia de nuevos cultivos como caña de azúcar, trigo, algodón, añil, cacao, hortalizas y otros frutos. No obstante, las formas económicas precolombinas como el conuco, el cultivo de terrazas, las técnicas de rotación, entre otras, no desaparecieron del todo, sino que continuaron subsistiendo aunque de forma marginal.

Durante el periodo colonial la producción económica más importante en las tierras que hoy constituyen el estado Miranda fue la relacionada con el cultivo y comercialización del cacao. Esta actividad logró un verdadero auge en tierras barloventeñas y tuyeras para el siglo xviii, gracias al estímulo que la mano de obra esclava de origen africano le brindó. El sector económico de esta localidad fue la expresión misma de la mezcla entre las fuerzas productivas indígenas y la de las instituciones heredadas del Viejo Mundo.

Por tanto, coexisten en la estructura económica colonial rasgos de esclavismo, feudalismo, de capital comercial y usurario; al lado de una agricultura típicamente de subsistencia. El resultado fue la creación de plantaciones con mano de obra esclava incorporada, cuya producción va a parar, en su mayoría, hacia el mercado exterior. Este ejercicio dio resultados favorables, ya que en esa época la capacidad productiva de las plantaciones adquirió su nivel máximo y los precios de los frutos fueron satisfactorios. Lo anterior hizo posible expandir las plantaciones, instalar medios de elaboración primaria de los productos agrícolas y construir casas. Un fruto exportable, el cacao, durante la mayor parte de la colonia constituía el eje económico.

Durante el periodo independentista nacional, los sectores que integran el estado Miranda, al igual que las regiones de todo el país, se vieron afectados por los acontecimientos bélicos y sobre todo por el desplazamiento de la mano de obra desde las zonas de trabajo hacia los distintos bandos que se encontraban en conflicto.

Después de este periodo fueron pocos los cambios de la estructura económica, ya que, por ejemplo, la esclavitud subsistió hasta mediados del siglo xix. Incluso tras ser abolida, el sistema de relaciones de propiedad y tenencia de la tierra en el sector agrícola permaneció sin muchas variantes, ya que el régimen latifundista persistió, por lo que más tierra pertenecería a menor número de propietarios.

Ramos (1981) explica que el desarrollo de las fuerzas productivas no es estimulado. La producción rural entra en fase de decadencia antes de que hiciera su aparición en el panorama económico venezolano la explotación de petróleo, evento que ocurrió en la segunda década del siglo xx.

2.3. Paracotos: principal productor agrícola, tiempos aquellos…

Según datos encontrados en el diario El Paracoteño (Paúl, 1999), a inicios del siglo xix desde Paracotos salían más de 6 000 quintales de café, que eran la predilección de las receptoras en Caracas y Los Teques. El café era cosechado maduro entre noviembre y enero, descerezado, secado y requintado en las oficinas para ir a lomo de mula a los centros de acopio para su exportación.

Paralelamente, existían haciendas gameloteras1 buenas para los potreros, tales como El Dorado, La Guadalupe, La Quintereña o El Mecías, que se especializaban en la producción de carne y leche para elaborar queso a mano. Cuando la producción del café comenzó a decaer, aumentó la producción lechera y la fabricación de quesos. A mediados del siglo xix, con la llegada de la refrigeradora de leche a Paracotos, este se convirtió en el centro de acopio de toda la leche de la región para la pasteurizadora de la Silsa. Se producían más de cuatrocientos litros diarios de leche (Paúl, 1999, p. 2).

En el primer censo, realizado en 1874, Paracotos poseía el rango de municipio. Se arrojan los siguientes datos: se contaba con varias edificaciones públicas: a saber una iglesia, un cementerio, una cárcel y una escuela para varones; existían además 743 casas en el poblado, 39 de las cuales estaban construidas con tapias y tejas; la población ascendía a 1 811 habitantes (Paúl, 1999, p. 2).

El patrimonio económico del pueblo se basaba en 11 haciendas de café de las 185 que existían en todo el distrito Guaicaipuro; una hacienda de caña de azúcar para el abastecimiento de la localidad, 284 conucos que se encargaban de la subsistencia del poblado, 6 queseras, 17 pulperías, 8 establecimientos para el beneficio del café, 4 tiendas mixtas y una alfarería (Paúl, 1999, p. 2).

Castillo Lara (1994) apunta que en la época de auge cafetalero el pueblo de Paracotos (capital del municipio homónimo) era el centro económico de toda la región. Sin dudas, esta fue una localidad de gran importancia, a tal punto que fue elevada a municipio, pues presentaba una organización social y económica que le permitía poseer ese estatus político. La actividad económica próspera se visualiza en el siguiente cartograma (Figura 2) a través de varios hatos o fundos, comisarias, escuelas, y demás servicios que le permitían tener una calidad de vida adecuada a la importancia que presentaba para la nación.

Figura 2 Paracotos agrícola. 

2.4. Inicia la Venezuela petrolera

Con la entrada del siglo xx se da la apertura a la explotación petrolera en Venezuela, lo que trae como consecuencia la aceleración de profundos cambios en todo el país. Uno de estos es el incremento de los cuantiosos ingresos fiscales provenientes de la nueva actividad económica.

El aumento de los recursos económicos cae en manos de la férrea dictadura del general Juan Vicente Gómez. No obstante, a lo largo de estos años es muy poco lo que recibe el pueblo venezolano, e incluso menos el pueblo de Paracotos, que para este periodo se encuentra sumido en estado de abandono, empobrecimiento y atraso, con serios obstáculos para la superación de sus principales problemas y la incorporación al proceso de cambio que se desatará en el país con la posteridad del régimen dictatorial.

Explica Gómez (2007) que José Manuel Hernández ‒caudillo, militar y político‒ realizó su debut como militar en el combate de Los Lirios, en la región de Paracotos, hoy estado Miranda, donde recibió un machetazo que le hizo perder dos dedos de la mano derecha, lo que le valió el apodo de «el Mocho». Una de las acciones contra el gobierno de Gómez fue emprendida por el general Norberto Borges ‒conocido como «el cojo Borges»‒, habitante del pueblo de Paracotos, quien en el año 1929 se levantó en armas en la región de Guarenas y Guatire. Este intento fracasó. En su memoria una de las calles del pueblo lleva su nombre.

2.5. La actividad económica, un panorama impredecible

A la altura del año 1920 la agricultura seguía representando la principal actividad económica. Uno de los cafetaleros más importantes era el señor Manuel Velásquez, quien poseía haciendas en los sectores de Mapurite y Popuere; su café era transportado hacia Caracas para ser vendido a Hermanos Gómez C. A. Otro de los cafetaleros importantes era el señor Diego Orta, también del sector de Popuere, que además se dedicaba a curar luxaciones, fracturas, mordeduras de serpiente y padecimientos similares. El señor Sulpicio Parra, del sector Mapurite, poseía una hacienda de café y trabajaba como ebanista y carpintero, en proyectos de envergadura tales como la construcción del antiguo nicho del Santo Sepulcro de la iglesia de Paracotos.

En el país, a partir del año 1940, surgió el periodo de centralización, delimitado así por Santaella (1989). Venezuela pasa a verse como un lugar donde puede invertirse capital extranjero, debido a la posición geográfica y a los recursos energéticos que posee, como el petróleo.

El estado Miranda era una región netamente agrícola. Alrededor de 1945 la estructura espacial respondía a la dinámica enmarcada en la Venezuela centralizada, que para este período atravesaba cambios en cuanto a la inserción de capital extranjero para la extracción de petróleo. Es así como comienza a tomar auge la actividad industrial en la subregión de los Altos Mirandinos, situación que no ocasionó cambios dentro de la estructura del pueblo de Paracotos.

En un artículo de El Paracoteño, publicado en febrero de 2002, Luis Alberto Paúl presenta un relato sobre la cotidianidad del pueblo durante los años de 1950 aproximadamente. En este menciona las actividades económicas que se generaban en la localidad, una de las cuales era la fábrica de alpargatas. Los paracotences hábiles en este oficio fabricaban hasta 400 docenas de alpargatas al mes. «Fijan con extraordinaria rapidez las capelladas a las plantillas, sin dar tregua a las manos que se entrecruzaban veloces en el curso de la operación» (Paúl, 2002, p. 5). El autor relata que la riqueza de la región no está precisamente ligada a la industria ya mencionada, sino a la explotación de las haciendas que rodean el poblado. Aparte de las fincas cafetaleras antiguas, existen numerosos fundos de ganaderos con finos ejemplares holstein y cebú. Entre estos se pueden mencionar Casupo, Cuepe, Curazaima, Carmen, El Consuelo, Hato Limón, Paují, Palenque, La Cabrera, Concepción, La Magdalena, La Piragua, Serranera, Mercedes, Palo Negro, Ocampo, San Martín, San Rafael, Muesque y La Misantropía. De estas haciendas salen diariamente para Caracas unos cuatro mil litros de leche y gran cantidad de queso de esmerada elaboración (Paúl, 2002, p. 5).

Al analizar la Tabla 1 se observa que en el año 1961 los distritos y municipios del estado Miranda ostentaban una cantidad considerable de ganado vacuno. Entre ellos, el municipio Paracotos era el segundo con el mayor conteo, el tercero en cuanto a número de cabezas de caballos y el segundo de mulas.

Tabla 1 Existencia de ganado vacuno, caballar, mular, asnal, ovino, caprino, porcino y aves de corral en el estado Miranda, discriminado por distritos y municipios en el año 1961 

Fuente. Adaptación de Ramos (1981).

2.6. Cambio radical de la economía. Paracotos en sincronía con el país

En cuestión de pocos años la parroquia de Paracotos pasó de tener una actividad productiva basada en la agricultura y la ganadería a la industrialización de su economía, gracias a la incorporación de las actividades fabriles como respuesta al proceso por el que estaba atravesando el país. Esta situación se ve reflejada en el mapa de la Figura 3, donde se encuentran resumidos los cambios que se suscitaron en la espacialidad del pueblo.

Figura 3 Paracotos en la Venezuela petrolera. 

Para este periodo Venezuela presenta una política de descentralización. En aquel momento histórico el continente era testigo de la Revolución cubana, situación que da pie a que el gobierno de los Estados Unidos sintiera la necesidad de acrecentar su capital y expandirse por los países latinos en un intento de frenar su influencia. Por tal motivo, el Estado venezolano se comprometió a subsidiar la mayoría de las transnacionales, acondicionando terrenos, buscando los servicios requeridos y creando impuestos, actividades que servirían como estímulo para acelerar el proceso de industrialización.

Con la construcción de la autopista Regional del Centro, Paracotos quedó más cercano a los polos de producción y consumo del país, tales como Caracas, Los Teques, La Victoria, Maracay y Valencia, factor que determinó que con los años este poblado se convirtiera en pueblo dormitorio.

En el año 1969 se abre la zona industrial en la localidad de Paracotos, respondiendo así a la dinámica de industrialización del país. Caracas se encontraba saturada de fábricas, por lo que Paracotos, por su relativa cercanía con la capital, pasó a ser campo para la adaptación de políticas económicas de industrialización sustitutiva. A partir de este momento se nota un gran incremento de población en la localidad, motivado por la creación de fuentes de empleo. La zona industrial de La Cumaca nació al sur de Paracotos, como un proyecto que contemplaba el desarrollo armónico de industrias, complejos habitacionales y hasta espacios dedicados al deporte (Paúl, 1997, p. 3).

En junio de 1969 abre sus puertas ARTOF, que comenzó a producir artículos de oficina y albergaba trabajo para 55 obreros. Luego inauguró Taime, la cual elaboraba más de 200 clases de tapas metálicas para productos alimenticios, farmacéuticos, aceites, entre otros. Les siguieron otras como Tovenca, fábrica de etiquetas adhesivas; Pielaveca, industria de pieles elaboradas en Venezuela; Promociones Industriales, que produce vibradores MOS y FIPER, y Gavila, refinadora de sal (Congreso de la República de Venezuela, 1973, pp. 16-18). También está la industria de la floristería, que hacía llegar a la capital más de 3 000 paquetes de flores semanalmente, aunque cultivaban tanto flores ornamentales como hortalizas (Congreso de la República de Venezuela, 1973). Además se encontraban el Haras Coquito y el San Isidro, donde nacen y se crían más de 100 caballos pura sangre, que a los 18 meses van al hipódromo para ser entrenados. También existían dos granjas, una de ellas la incubadora Maruba, de la cual salen miles de pollos y que aún permanece con sus puertas abiertas (Congreso de la República de Venezuela, 1973).

Con la arena proveniente de Paracotos se construyeron muchas casas y edificios en Caracas. Aproximadamente sesenta camiones recorrieron la autopista con la finalidad de otorgar insumos para la creciente demanda habitacional que presentaba la capital.

2.7. Los albores de un pueblo dormitorio

Este espacio se encuentra en total sincronía con lo que acontece en las zonas aledañas a la capital entre 1941 y 1981, según estudios realizados por Ramos (1981). El estado Miranda obtuvo un incremento de la población de cerca del 420 %. La geografía del estado ha permitido que se erijan numerosas ciudades satélites alrededor de Caracas, con lo cual se han solucionado parte de los problemas habitacionales de las nuevas generaciones.

La estructura espacial de la localidad de Paracotos (Figura 4) se ve marcada por un proceso de transformación. El pueblo dejó de sustentarse en la actividad agrícola, característica de la etapa agraria de Venezuela, para convertirse en un pueblo dormitorio. Paracotos pasó a ser una zona utilizada solo para dormir por sus habitantes, y no para realizar sus actividades diarias. Estos suelen trasladarse a los centros urbanos más cercanos para suplir sus necesidades laborales, educativas, entre otras. Dicha situación conlleva a que no exista identificación entre las personas y la comunidad, lo que conlleva la despreocupación por establecer mejoras dentro de la misma.

Figura 4 Consolidación del pueblo dormitorio. 

Una ciudad dormitorio o satélite es definida como un núcleo con características urbanas, cuyo funcionamiento es independiente (por lo general municipio propio) y en el que buena parte de su población trabaja en otra ciudad más o menos próxima, por lo que solo regresa a dormir (Borderías y Matín, 2011, p. 472).

Para el periodo entre 1980 hasta la actualidad, Venezuela va a transitar por una etapa de desestructuración. Paracotos se vio afectado de tal manera, que muchas de las fábricas ubicadas en la zona industrial cerraron debido a la eliminación de los subsidios. Además, un efecto secundario fue la escasez de agua en la zona, ya que Paracotos no cuenta con un sistema considerable de redes de agua para abastecer la industria. Las tomas y pozos que se han logrado conseguir y perforar no son suficientes para suplir las necesidades, a las que se suman problemas como la falta de vialidad y alumbrado, que los propietarios de las industrias deben enfrentar.

Según declaraciones hechas por varios empresarios, los costos cada año van en aumento, ya que deben comprar agua a los camiones cisternas que se surten en Palo Negro y Charallave. Esta situación los obliga a almacenar el vital líquido sin ningún tratamiento previo, lo que daña considerablemente la producción de alimentos y otras mercancías que necesitan de normas de control de calidad para su funcionamiento. Lo anterior ha obligado a muchos inversionistas a cerrar sus puertas y mudarse a otros lugares que ofrecen más recursos para su normal funcionamiento (Paúl, 1997, p. 3).

Para el año 2000, la mayoría de las empresas que se localizan en la zona industrial de Paracotos trabajan el rubro de la metalurgia y la distribución, ya que la localidad no cuenta con un adecuado sistema hidráulico que le permita albergar otra rama de industrias. Esta tesis se puede observar detalladamente en la Tabla 2.

Tabla 2 Conjunto industrial en Paracotos en el año 2000 

En la Figura 4 se distingue el predominio de la extensión del área metropolitana de Caracas, en la afluencia de viviendas espontáneas o no planificadas ubicadas en la parte inferior de la localidad que colinda con la autopista regional del centro. Muchas de las personas que habitan en la zona han llegado a Paracotos atraídos por su proximidad con la ciudad de Caracas.

2.8. Los clubes, ¿zonas de esparcimiento o consolidación del pueblo dormitorio?

Uno de los principales sitios de recreación y esparcimiento de los pobladores y habitantes de las zonas aledañas son el Club Campestre Paracotos y el Club El Dorado. Estos tienen su origen en el año 1977, cuando un grupo promotor encomendó realizar un estudio de mercado para conocer la factibilidad de desarrollar un club campestre recreacional. Su objetivo era satisfacer los nuevos requerimientos que presentaba la capital debido al desmesurado crecimiento urbanístico e incremento poblacional. Es por tal motivo que el grupo se dio a la tarea de fundar una asociación sin fines de lucro para realizar un club campestre.

Un factor fundamental en el desarrollo de un club es su ubicación; en consecuencia, se procedió a la localización de un terreno que estuviera próximo a la ciudad, tuviera buenas vías de comunicación y un buen clima. Es así como se adquirieron varios lotes ubicados en el municipio Paracotos, kilómetro 37 de la autopista Regional del Centro, con una superficie de un millón de metros cuadrados (1 000 000 m2), integrado por un valle y dos áreas adyacentes montañosas, una al sur, separada del valle por la autopista Caracas-Tejerías, la otra situada al norte del valle separada por la quebrada Maitana.

Desde aquel momento el Club Campestre Paracotos será referencia obligatoria cuando se menciona al pueblo de Paracotos. Muchos de los visitantes no tienen idea de que existe una comunidad, ya que acceden por la autopista y no se pasean por las calles de la localidad. El pueblo no es visitado como sitio de atractivo turístico, las personas solo se dirigen a los clubes sin interactuar con los habitantes.

3. CONSOLIDACIÓN DE UN PUEBLO DORMITORIO

El pueblo de Paracotos, denominado en la investigación como un pueblo dormitorio, ha heredado características propias de este tipo de localidades. Por ejemplo, sin la ordenada planificación de sus áreas habitacionales se carece de sistema de cloacas, no cuenta con un adecuado sistema de drenaje de aguas blancas y negras y la mayoría de las personas poseen pozos sépticos, ocasionando graves peligros de contaminación a la comunidad. Además, carece de entidades que presten servicios bancarios, por lo que sus habitantes deben trasladarse a las localidades más cercanas en busca de dinero en efectivo, pues la mayoría de los comercios no cuenta con puntos de ventas. De igual manera, no existen instituciones de salud especializadas, además de otros servicios primordiales como escuelas, liceos, u otro tipo de organizaciones culturales. Sumado a este panorama tan decadente, la falta de un adecuado sistema de transporte, público o privado, empeora la situación.

Por tanto, gran parte de los pobladores de Paracotos deben trasladarse a las zonas aledañas para satisfacer sus necesidades básicas. Por tanto, surge un nuevo tipo de ciudadano. Frente a los que nacieron y han convivido muchos años en la localidad y que luchan por mejorarla, aparece el ciudadano que se ha mudado y que trabaja o estudia en las ciudades cercanas y solo percibe el pueblo como el espacio donde dormita, por lo que no se siente partícipe de la comunidad y poco le importan las reformas que puedan hacerse o las vicisitudes que pueda atravesar la población en general.

Ante tal panorama resulta imperante que se consideren nuevas políticas educativas y públicas que a través del estudio de la historia local y regional incentiven el sentido de pertenencia a las nuevas generaciones, a fin de cambiar la situación de precariedad y abandono que ostenta el pueblo de Paracotos. Es necesario que los habitantes e instituciones se hagan partícipes de su futuro y encuentren soluciones en conjunto.

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Notas aclaratorias

11Gamelote es la planta forrajera de las gramíneas, de hojas muy largas, utilizada para alimentar el ganado.

Recibido: 22 de Julio de 2019; Aprobado: 03 de Octubre de 2019

*Autor para la correspondencia. erikaacostaroa284@gmail.com

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