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Revista Estudios del Desarrollo Social: Cuba y América Latina

versión On-line ISSN 2308-0132

Estudios del Desarrollo Social vol.8 no.1 La Habana ene.-abr. 2020  Epub 14-Abr-2020

 

Artículo Original

Las competencias universitarias y el perfil de egreso

University Skills and Graduation Profile

Claudia García Ancira1  * 
http://orcid.org/0000-0002-4669-0911

Arnulfo Treviño Cubero1 
http://orcid.org/0000-0002-0958-8352

1Universidad Autónoma de Nuevo León, México.

RESUMEN

El presente artículo reflexiona acerca de los distintos elementos que hacen que se conciba el cambio como un mecanismo necesario en las universidades. El análisis se realiza a través de la importancia que tiene el dominio de las competencias en los estudiantes para su futuro profesional. También se hace referencia a un estudio de campo realizado en la Facultad de Ingeniería Mecánica y Eléctrica de la Universidad Autónoma de Nuevo León (UANL) con la finalidad de promover modificaciones que permitan mejorar el proceso educativo y el desempeño laboral de los egresados.

Palabras clave: competencias; educación superior; formación profesional; perfil de egreso

ABSTRACT

This article reflects on the different elements that make change a necessary mechanism in universities. The analysis is carried out through the importance of students' mastery of skills for their professional future. It also makes reference to a field study carried out at the Mechanical and Electrical Engineering School of the Universidad Autónoma de Nuevo León (UANL) with the purpose of promoting modifications that allow improving the educational process and the work performance of the graduates.

Keywords: skills; higher education; vocational training; graduation profile

INTRODUCCIÓN

Si se analiza con cuidado la lista publicada por la revista Forbes, es fácil observar que muchas de las competencias listadas ahí, en especial las primeras tres, se encuentran incluidas en los programas de educación universitaria, independientemente de la carrera de que se trate. Esto se debe a que la función del nivel educativo superior es preparar al individuo para ser el candidato idóneo para determinado empleo. De hecho, la educación cambió su sistema al modo de competencias para lograr que el estudiante esté mejor preparado y tenga mejores oportunidades en su vida laboral.

Por ello, consideramos conveniente citar la definición de competencia laboral del Proyecto de Modernización de la Educación Técnica y la Capacitación (PMETYC), según el filósofo, economista y pedagogo David René Thierry. En su artículo «La formación profesional basada en competencias» Thierry (2005) establece que «es el conjunto de conocimientos y habilidades, destrezas y aptitudes adquiridos en la práctica, la escuela o la capacitación, que permiten a las personas un trabajo con éxito y de acuerdo con las normas que asegura un desempeño eficiente y de calidad, tal y como lo demanda el mundo laboral».

El propósito de este artículo es, por un lado, contribuir a la concienciación del cambio que supone para la docencia la formación en conocimientos y en competencias profesionales de los alumnos, y por otro, señalar a los estudiantes la importancia de desarrollar competencias que le tributen a su perfil de egreso.

1. LA IMPORTANCIA DE LAS COMPETENCIAS Y SU EVALUACIÓN PARA LA FORMACIÓN DE PROFESIONALES

Para comprender la importancia de este tipo de aprendizaje se sugiere que el lector analice lo que sucedía en los modelos de educación anteriores. Por ejemplo, un ingeniero (dependiendo de su especialidad) aprendía toda la teoría sobre electricidad, electrónica, mecánica, comunicaciones, sistemas, etcétera; pero, conocer la teoría no significa poder aplicarla en la práctica. Es decir, saber que una resistencia es un dispositivo que se opone al paso de la corriente no necesariamente le daba al recién egresado idea de en qué momentos o ante qué circunstancias debería usar una resistencia como solución a un problema. Hay que considerar que cualquier empresa que contrate a una persona, sin importar sus estudios universitarios, está contratando a alguien que solucione problemas y dé resultados. Si el mismo ingeniero fuera muy bueno, hubiera estudiado en una excelente escuela y supiera con exactitud dónde usar la resistencia y cualquier otro dispositivo necesario, pero que no fuera capaz de expresarse con claridad, también resultaría una desventaja. En ese caso es posible que las personas con quienes trabaja no comprendan cuáles son los materiales que requiere ni les quede claro para cuándo los necesita, por lo que no existiría una colaboración efectiva, ya que su trabajo no se suma de forma adecuada al de los demás o, incluso, puede que sus subordinados no hagan lo que les pide. Así pues, conocer la teoría no es suficiente para solucionar los problemas de la empresa y dar resultados adecuados.

De igual modo, no basta con que un médico conozca de memoria todos los medicamentos que existen. No será un buen doctor si no es capaz de relacionar el medicamento con el síntoma y con las condiciones específicas del paciente para dar un diagnóstico y método adecuados. Además, necesitará que sus pacientes comprendan lo que les dice, lo que deben y no deben hacer, cómo tomar o aplicar los medicamentos, etcétera.

Así pues, durante toda la carrera es necesario que el estudiante, además de los conocimientos teóricos, adquiera habilidades, destrezas y aptitudes que le permitan desempeñarse con éxito en su etapa profesional, tal como lo afirma la definición antes mencionada. Hay algunas competencias que son básicas para toda persona, como la de trabajar en equipo, poder comunicarse de manera adecuada, saber tomar decisiones, resolver problemas, planificar el trabajo y procesar la información, entre otras.

Por otro lado, evaluar esas capacidades no es tarea fácil, ya que los profesores necesitan comprobar que la competencia fue desarrollada de forma satisfactoria por el alumno, conforme los criterios y lineamientos establecidos en los planes educativos (Urzúa Hernández y Garritz Ruiz, 2008). En síntesis, lo que el maestro tiene que hacer es, en primer lugar, identificar la aptitud que requieren desarrollar sus estudiantes, con el objetivo de planificar la forma en la que deberá impartir su clase para tal efecto, así como los trabajos que encargará, a fin de que la competencia se desarrolle, además de monitorear el progreso de sus estudiantes y, con base en este, adaptar sus estrategias de enseñanza.

Evaluar las competencias requiere de evidencia, por ello es muy importante que los estudiantes participen en las actividades y lleven a cabo las tareas sugeridas por el profesor, entendiendo que todas ellas están diseñadas para que los estudiantes apliquen las distintas aptitudes, dentro de una amplia variedad de contextos y circunstancias. La idea es presentar a los estudiantes distintos retos, a fin de que ellos mismos busquen la manera de aplicar las habilidades que tienen de forma creativa y se adapten a los requerimientos de la actividad o tarea. Al mismo tiempo, se pretende que se desarrollen aquellas habilidades que aún no se hayan alcanzado en su totalidad.

Por lo anterior, es muy recomendable que todo estudiante participe activamente en sus clases y le dé la importancia necesaria a su desempeño, poniendo énfasis en los contenidos que aprenda y en las aptitudes que desarrolle. Al final, tanto el conocimiento adquirido como el desarrollo de las competencias logrado son beneficios que recibe el estudiante, los cuales le permitirán tener un mayor desarrollo y una mejor vida profesional.

1.1. Tipos de competencias

Aunque hay competencias generales que aplican en todas las áreas de la enseñanza universitaria o superior, también hay algunas específicas que dependen de la carrera y la especialidad de la que se trate. Cabe mencionar que estas no son establecidas al azar, sino que responden al diseño de la carrera de acuerdo con las necesidades laborales vigentes, después de la implementación de un cuidadoso y extensivo estudio. Los conocimientos y las capacidades que debe incluir cada materia son analizados con mucho rigor, a fin de garantizar que los programas académicos ofrecidos cumplan con los criterios de calidad y pertinencia social necesarios.

Este es un proceso que se realiza de manera conjunta entre diferentes organismos; es decir, es multidisciplinario. El primero es la facultad, que propone sus planes académicos. Sin embargo, estos no solo se evalúan de forma interna, sino que se someten a una evaluación externa por parte de algún organismo acreditador, que debe estar reconocido y autorizado por el COPAES (Consejo para la Acreditación de la Educación Superior), instancia capacitada y autorizada por el gobierno federal, a través de la Secretaría de Educación Pública, para otorgar reconocimiento formal a otras organizaciones especializadas en cada área del conocimiento, cuyo fin sea acreditar programas académicos de educación superior (COPAES, 2017).

Según el área de la que se trate será el organismo acreditador autorizado por el COPAES, tal como se muestra en la Tabla 1.

Tabla 1 Organismos acreditadores autorizados por COPAES. 

La recomendación es poner especial atención para detectar y desarrollar las actividades o tareas que se le encargan en la facultad, pues una vez detectada la competencia, el estudiante debe poner énfasis en lograrla. Cabe mencionar que en ocasiones los estudiantes desconocen que los trabajos o tareas tienen un doble objetivo, el del conocimiento teórico y el de la competencia. Por ejemplo, los profesores encargan tareas en equipo porque es una de las competencias a desarrollar y los estudiantes, en lugar de aprovechar la oportunidad para desarrollarla, se centran solo en el conocimiento teórico y le restan importancia al procedimiento que implica desarrollar la competencia correspondiente. Entonces, quizás caigan en el error de buscar la forma de que cada integrante del equipo haga algo por su cuenta, procurando que les toque lo más corto o fácil de hacer, sin tener que reunirse con sus compañeros. También puede darse el caso de que elijan al más preocupado por la calificación y esperen a que esa persona haga todo el trabajo, para luego incluir el nombre de todos los integrantes. En este caso se perdió la oportunidad del conocimiento teórico y de la competencia. Ser conscientes de la importancia del propio aprendizaje y del beneficio personal que se obtiene al participar de manera productiva en las actividades escolares es una forma de demostrar que se tiene inteligencia emocional y madurez.

2. ¿QUÉ ES UN PERFIL DE EGRESO?

El perfil de egreso se define como el «conjunto de rasgos, capacidades, habilidades, conocimientos y competencias que, aunados a ciertas actitudes, permiten que la persona sea acreditada legalmente por una institución educativa, a fin de que sea reconocida dentro de la sociedad como un profesional» (Universidad Pedagógica Nacional Francisco Morazán, 2015).

Cabe mencionar que entre las capacidades se entienden la facultad de autoaprendizaje, análisis, síntesis, cuestionamiento, razonamiento, deducción; mientras que por conocimientos y habilidades se hace referencia al área de conocimiento de la cual forma parte de su carrera, como ingeniería, medicina, contaduría, arquitectura, etcétera. Vale puntualizar que las actitudes por lo común se refieren a temas como el emprendimiento, la ética profesional, la responsabilidad, el compromiso o la solidaridad. Hablar de reconocimiento como profesional es considerar que el individuo está capacitado y es competente para realizar tareas dentro de su área de estudios con un grado de eficiencia razonable; por tanto, es un elemento necesario y positivo dentro de la sociedad (Pérez, 2012).

Por tanto, un programa de educación superior que logra que sus estudiantes acrediten de manera satisfactoria el perfil de egreso es un programa eficiente. Esto significa que la eficiencia del programa es directamente proporcional a la cantidad de estudiantes que lograron el perfil referido. Cabe aclarar que no necesariamente la totalidad de los estudiantes que egresan de una determinada escuela o facultad alcanzan el perfil de egreso correspondiente. Por tanto, todas las facultades procuran medir con frecuencia el logro en cada uno de los parámetros que conforman el perfil de egresos de sus estudiantes, mediante instrumentos o procedimientos válidos y confiables, ya que de ello depende la eficiencia de sus programas y las acciones de mejora que se deban proponer e implementar.

No obstante, la eficiencia de los programas de educación profesional dependen más del estudiante que de las instituciones, pues de nada sirve asistir a una escuela que tenga excelentes maestros y programas si el estudiante no aprovecha todas las oportunidades y no se compromete con su educación. Lo ideal es que los estudiantes investiguen en su escuela o facultad cuál es el perfil de egreso esperado, con el fin de trabajar para lograrlo tanto como le sea posible. También se sugiere recabar toda la información que esté disponible al respecto, a fin de que el estudiante conozca las herramientas profesionales con las que contará al graduarse, ya que esto es un paso necesario para la elaboración de su plan de vida profesional.

Antes de construir una casa primero se necesita diseñarla y tener un plano; luego, hay que saber acerca de construcción y, por último, conocer con qué herramientas y materiales se cuenta para iniciar la obra, a fin de determinar la viabilidad de la construcción y, en caso necesario, las necesidades, conocimientos o materiales que se tendrán que cubrir o conseguir para poder terminarla. De la misma manera, para empezar a construir una vida profesional la persona necesita, en primer lugar, tener un plan; luego, aprender acerca su profesión (que es lo que hace al estudiar una carrera) y conocer las herramientas y materiales con los que contará al momento de iniciar su plan, que es su perfil de egreso. Si una persona tiene en cuenta estas tres dimensiones podrá ir paso a paso en el diseño de su vida profesional, siendo consciente de los conocimientos, las competencias y las herramientas personales que tiene, que está adquiriendo y que tendrá cuando se gradúe, a fin de que pueda obtener la mayor cantidad de posibilidades de éxito que le sean posibles.

Como parte de este trabajo se realizó una investigación de campo con estudiantes de la Facultad de Ingeniería Mecánica y Eléctrica, de la Universidad Autónoma de Nuevo León (UANL).

Luego de conocer que la población de estudiantes inscritos en todas las carreras de la facultad en el semestre enero-julio de 2017 era de 17 979 estudiantes y considerando que se pretendía establecer una muestra poblacional estadísticamente representativa, se procedió a considerar, para los cálculos, un nivel de confianza de 95 %, una heterogeneidad de 50 % y un margen de error de solo 4 %.

Con los datos anteriores se calculó la muestra poblacional representativa con la fórmula para una población finita:

Con el tamaño de la muestra definido, se procedió a elaborar una encuesta en línea y se publicó una invitación para que los estudiantes participaran. Cabe aclarar que, para un mejor resultado, en la metodología se utilizó un muestreo aleatorio, por lo que se hizo una invitación abierta a los estudiantes de cualquier semestre y cualquier carrera de la facultad. Para el estudio se consideraron las primeras 581 respuestas recibidas.

En lo que respecta a las preguntas de la encuesta, se diseñaron para obtener una idea clara de las necesidades reales de los estudiantes desde el punto de vista de la preparación emocional y psicológica de la que se ha estado hablando, así como de las herramientas adicionales necesarias para lograr un éxito académico y profesional.

Lo primero fue averiguar si los estudiantes seguían una metodología de estudio, pues, como se dijo antes, el impacto de un excelente nivel educativo por parte de los catedráticos y la institución es provechoso en los estudiantes si ellos tienen la capacidad de aprehenderlo mediante una adecuada capacidad de aprendizaje. Esto ha propiciado que diversos catedráticos e investigadores hayan desarrollado los modelos de aprendizaje que se conocen en la actualidad.

Por lo anterior, la primera pregunta del cuestionario planteaba si el estudiante tenía o no un método de aprendizaje. De los estudiantes encuestados, 81 % contestó que sí, pero preguntas posteriores demostraron que en realidad este valor no es del todo correcto, porque 53 % usaba un «modelo» personal; es decir, una forma de estudiar inventada por sí mismo o por algún familiar o amigo, lo que implica que no necesariamente están usando el mejor método de estudio. Sentarse siempre en el mismo lugar con la misma taza de café a un lado y usar la pluma favorita no significa que se está utilizando una metodología comprobada que sirva para lograr un mejor aprendizaje.

Las respuestas a esta pregunta del cuestionario demostraron que solo 7 % de los estudiantes emplea una metodología de aprendizaje comprobada, como se muestra en la gráfica de la Figura 1.

Figura 1. Metodología de estudio. 

Este resultado es congruente con los obtenidos por otra pregunta del cuestionario en la que se pedía a los estu diantes que escribieran su promedio general. Se estableció que 86 % de los estudiantes podría y debía mejorar sus calificaciones, ya que su promedio no correspondía al nivel de profesionales altamente calificados que la institución desea graduar. Esta evidencia demuestra la imperiosa necesidad de que cada estudiante conozca los métodos de aprendizaje formales y encuentre el que le resulte más adecuado, a fin de que pueda incorporar mejor los conocimientos que recibe.

3. PLAN DE VIDA PROFESIONAL

El siguiente tema de interés en la encuesta era si los estudiantes poseían las mejores oportunidades de obtener éxito al concluir la carrera que están estudiando. Pero, para saber eso resulta indispensable conocer dos cosas. La primera y más importante es determinar si el estudiante tiene un plan de vida profesional y si sus esfuerzos y acciones están encaminados al cumplimiento de dicho plan. La segunda es establecer si ha elegido su carrera universitaria por los motivos correctos (Figura 2), los cuales incluyen que dicha carrera sea acorde a su plan de vida profesional. Es decir, el alumno debe pensar no solo en aquello que le gusta estudiar, sino también en lo que le puede servir como herramienta para lograr las metas profesionales que se haya propuesto.

Figura 2. Nivel de autoconocimiento, autoestima e inteligencia emocional. 

Todas las metas requieren de una planificación previa cuyos resultados sirvan como guía o mapa, que incluya una ruta encaminada a lograr los objetivos deseados. Esa es la única forma de asegurar que la persona alcanzará su meta y que no se perderá en el camino con esfuerzos mal dirigidos. Considérese que uno de los factores que inciden de manera notable en el éxito personal, familiar, profesional, empresarial, etcétera, es tener un plan o proyecto de las metas que se desean alcanzar, porque este no solo hace que exista enfoque y coherencia en lo que hace el individuo, la familia o la empresa, sino que también crea una importante sinergia que coadyuva al logro de los objetivos planteados.

Por lo anterior, toda persona debe contar con un proyecto de vida, pues este representa el diseño de lo que se desea lograr en todos los niveles de su existencia (personal, familiar, profesional, espiritual). Sin esta planificación es posible que el individuo no tenga claro el sentido de su existencia, lo que implica que desconoce sus verdaderos anhelos, deseos, sueños, motivos o razones que lo impulsan a seguir viviendo, e incluso, a superar las dificultades que le presente la vida. Por otra parte, sin lineamientos claros, sin metas establecidas y sin estrategias, lo más probable es que el estudiante pase por la vida «sin pena ni gloria», perdiendo las mejores oportunidades.

Una profunda reflexión de todo lo anterior nos lleva a la conclusión de que las universidades deben participar de forma activa en el proyecto de vida de sus estudiantes en lo que respecta al ámbito profesional, que es el que les corresponde. Constituye uno de los factores más importantes, debido a que este es el que proveerá el motor económico necesario para la realización del resto de los componentes. Esto queda de manifiesto cuando en el proyecto de vida el individuo contempla la formación de una familia, por lo que será forzoso contar con los recursos necesarios para mantenerla; de igual manera, si se desea viajar a un lugar sagrado para lograr una evolución espiritual, requerirá de recursos para pagar dicho viaje, entre muchos objetivos cuyos recursos solo pueden provenir de la parte profesional.

Con la idea de cumplir con la obligación moral que se tiene con el estudiante universitario de que su proyecto de vida tenga éxito y con el objetivo general de mejorar la calidad de vida profesional del egresado, en la encuesta realizada se evaluó si en la actualidad el estudiante cuenta con un plan de vida profesional para que, en caso contrario, se le proporcionen las herramientas que lo ayuden a elaborarlo.

De igual modo, consideramos que uno de los errores más graves que se cometen en la juventud es elegir una carrera sin considerar la vida profesional que se desea conseguir y el trabajo que puede obtenerse al concluirla. Para ejemplificar esto piénsese en un joven que estudia ingeniería mecánica porque le gustan las materias que se imparten en la carrera y porque en su familia estudiar ingeniería es una tradición, pero que en realidad ensuciarse y meter las manos en un motor lleno de grasa no es su idea del trabajo perfecto. En este caso, la carrera elegida le puede proporcionar un empleo que no desea para su vida profesional y quizás opte por trabajar en algo distinto a lo que estudió, algo para lo cual no adquirió las herramientas más adecuadas del conocimiento, lo que provocará que su vida profesional sea más difícil de desarrollar.

Con todo lo anterior en mente, en la encuesta se incorporaron preguntas cuyas respuestas están encaminadas a demostrar que los jóvenes, aunque creen tener las cosas muy claras, en realidad están confundidos. Por ejemplo, 70 % de ellos declaró tener muy claras todas sus metas profesionales y, por tanto, todas las decisiones tomadas en sus vidas incluyen ese enfoque; sin embargo, esta información se contradice cuando en otra pregunta solo 26 % de los encuestados sostiene haber elegido su carrera pensando en sus metas profesionales. Eso significa que en realidad solo ese 26 % de los estudiantes tiene metas profesionales, las cuales guían sus acciones al momento de tomar decisiones importantes.

Por otra parte, más de 33 % de los estudiantes encuestados admite no conocer el perfil de egreso de su carrera; es decir, no tiene claros cuáles conocimientos y competencias adquirirá a lo largo de la misma. Esto significa que aunque creen tener claro su proyecto de vida y piensen que toman decisiones en función de dicho proyecto, esto no es verdad, pues la elección de carrera es la parte fundamental en todo proyecto de vida (Figura 3).

Figura 3. Elección de carreras. 

El problema radica en que muchas veces los jóvenes no tienen claro qué es un plan de vida profesional y lo limitan a algo tan simple como «graduarme, tener un buen trabajo, hacer dinero y jubilarme». Pero eso no es ni de manera remota un plan de vida profesional.

Cabe destacar que a la pregunta de por qué eligieron sus carreras (Figura 4) hubo respuestas en verdad increíbles, tales como «porque me salió en un volado o apuesta». Sin embargo, el porcentaje más alto lo obtuvo la respuesta «porque me gusta lo que se estudia en esa carrera», lo que indica que la mayoría de los jóvenes en realidad no está pensando en su plan de vida profesional. Aquello que una persona disfruta estudiar no necesariamente es lo que necesita saber para su vida profesional; por ejemplo, una persona puede querer estudiar pintura, pero en su vida profesional quiere dedicarse a ser contador.

Figura 4. Motivos por los que se estudia una carrera.  

Los datos obtenidos precisan una necesidad imperiosa de que los estudiantes conozcan qué es un plan de vida profesional y cómo elaborar el suyo propio. Asimismo, establecen que es muy importante que los jóvenes conozcan su perfil de egreso y comprendan las verdaderas aplicaciones de los conocimientos que están obteniendo, así como las competencias que se espera desarrollen, a fin de que usen esa información para la mejor planeación de su vida profesional.

En este punto es fundamental establecer que el trabajo de una universidad no consiste solo en capacitar de manera óptima y adecuada a sus estudiantes, sino también en asegurarse de que los conocimientos impartidos en sus aulas en realidad les van a ser de utilidad en el mercado laboral. Para eso se requiere que los graduados consigan un empleo, lo que en la actualidad presenta serias dificultades y constituye un enorme reto. Es muy probable que incluso el mejor profesional, aunque cuente con las credenciales adecuadas para determinado trabajo, no sepa cómo encontrarlo entre las miles de empresas existentes y compita contra millones de personas que día a día buscan un empleo. En consecuencia, esta situación provoca que los reclutadores de personal reciban cientos o incluso miles de postulaciones para el mismo puesto laboral. Ante esta desventaja, es fundamental que dentro de la información que los estudiantes reciban se incluyan herramientas que potencialicen las oportunidades de encontrar un buen empleo con prontitud. Por lo planteado hasta aquí, la encuesta también consideró preguntas que sirvieron de indicador sobre los conocimientos que de este tema tienen los jóvenes.

Para ello, en primera instancia, se plantearon preguntas generales como ¿sabes cómo y dónde encontrar trabajo?, ¿te sientes preparado para una entrevista de trabajo exitosa? El resultado fue que más del 60 % de los entrevistados manifestó estar seguro de poder encontrar empleo con facilidad y sentía como único reto el hecho de que hubiera pocas vacantes y muchos solicitantes. No obstante, manifestaron sentirse muy confiados de poder obtener excelentes resultados. Sin embargo, una segunda serie de preguntas demostró que los estudiantes no tienen claro cómo prepararse para una entrevista exitosa, desconocen el tipo de preguntas a las que tendrán que enfrentarse y tienen dudas acerca de cuál es el mejor formato para presentar su currículum. Además, sienten que algo podría salir mal y evitar que consigan el éxito deseado.

Por último, 97 % de todos los entrevistados coincidió en pensar que dentro de su programa de estudios se debían incluir algunas técnicas o herramientas de superación personal y profesional, así como información encaminada a conseguir un buen empleo y ser exitoso (Figura 5).

Figura 5. Necesidad de técnicas o herramientas de superación personal y profesional en programas universitarios. 

Con base en toda la información obtenida a través de la encuesta y el nicho de oportunidad que esto representa para mejorar la educación de los estudiantes de la Facultad de Ingeniería Mecánica y Eléctrica, o de cualquier otra facultad, al tiempo que se optimizan sus oportunidades de éxito personal y profesional, se propone replicar este estudio en las siguientes generaciones.

CONCLUSIONES

Se evidencia que las competencias emocionales tienen un peso importante en los egresados. Una vez que logramos manejar el autoconocimiento es importante trabajar la autoestima, ya que es la clave del bienestar emocional. Su dominio potencia una mejor adaptación al contexto y favorece un enfrentamiento a la vida con mayores posibilidades de éxito.

La evaluación de competencias en la educación superior presenta múltiples aplicaciones y beneficios, entre ellos destacan el aporte de información para el diseño de planes de formación, la posibilidad de operacionalizar perfiles de egreso, contribuir a la identificación detallada de los componentes críticos que conforman la competencia, generar acciones remediales, evaluar el impacto del proceso formativo, entre otros.

La universidad debe obtener retroalimentación sobre demandas que el medio impone a los egresados, particularmente en los primeros años de trabajo, en cuanto a las capacidades y atributos esperados de estos y a los factores que condicionan el éxito profesional.

REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS

Consejo para la Acreditación de la Educación Superior (COPAES) (2017). Consejo para la Acreditación de la Educación Superior. Recuperado de http://www.cusur.udg.mx/es/sites/default/files/adjuntos/copaes.pdfLinks ]

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Urzúa Hernández, M. C. y Garritz Ruiz, A. (2008). Evaluación de competencias en el nivel universitario. Ide@s CONCYTEG, 3(39), 138-154. Recuperado de https://andoni.garritz.com/documentos/62-Urzua-Garritz-Ides-CONCYTEG-2008.pdfLinks ]

Recibido: 22 de Julio de 2019; Aprobado: 03 de Octubre de 2019

*Autor para la correspondencia. claudia.garciaa@uanl.mx

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