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Revista Estudios del Desarrollo Social: Cuba y América Latina

versión On-line ISSN 2308-0132

Estudios del Desarrollo Social vol.8 no.1 La Habana ene.-abr. 2020  Epub 14-Abr-2020

 

Artículo Original

Sugerencias de mecanismos no tradicionales para el financiamiento de la agricultura en Cuba

Suggesting Non-Traditional Mechanisms for Financing Agriculture in Cuba

Elda Molina Díaz1  * 
http://orcid.org/0000-0003-4064-5981

Ernesto Victorero Molina1 
http://orcid.org/0000-0002-3769-8233

1Universidad de La Habana, Cuba.

RESUMEN

La escasez de financiamiento y las dificultades que los productores perciben para acceder a él constituyen unas de las principales limitantes que enfrenta la actividad agrícola en el mundo. Ante ello han surgido instrumentos novedosos que van dirigidos no solo a proveer recursos financieros para el sector, sino también a facilitar el acceso a este de los campesinos y estimular su otorgamiento por parte de los prestamistas. La agricultura cubana no es una excepción, por lo que dichos mecanismos innovadores deben ser tomados en cuenta. Partiendo de las características del financiamiento de la agricultura en Cuba y de los nuevos mecanismos usados en el mundo, en el artículo se sugieren algunos de los que podrían resultar más convenientes para el país.

Palabras clave: financiamiento no tradicional; instrumentos de aseguramiento; instrumentos de reducción de riesgos; préstamos bancarios

ABSTRACT

Funding shortage and funds which are not made available to producers immediately are among the major problems for agriculture worldwide. In view of this, novel mechanisms not only for allocating financial resources to the agriculture sector, but also making these available to agricultural workers, and encouraging moneylenders to lend money have been created. Agriculture in Cuba is no exception, which is why such innovative mechanisms need to be taken into account. On the basis of how agriculture in Cuba is financed, and new financing mechanisms used around the world, this paper suggests some financing mechanisms most appropriate to the country.

Keywords: non-traditional funding; assurance tools; risk reduction tools; bank loans

INTRODUCCIÓN

La agricultura es una actividad imprescindible en todo el mundo, especialmente en los países subdesarrollados, pues en ellos no solo desempeñan un papel clave en el logro de los objetivos de desarrollo y de reducción de la pobreza, sino también en la supervivencia de la mayoría de sus habitantes.

Sin embargo, el sector enfrenta muchos obstáculos para su buen desempeño, entre ellos, las limitaciones para acceder a recursos financieros, las que se agravan en el caso de los países menos desarrollados y los campesinos más pobres. Se trata de un sector extremadamente riesgoso, pues una amplia gama de factores incide en la producción y los precios, afectando tanto a productores, comercializadores, como a instituciones financieras involucrados en ella; además de ser una actividad estacional y con largos períodos de gestación.

En la mayoría de los países subdesarrollados a ello se adiciona la carencia de bienes o activos que los campesinos puedan emplear como garantías y el escaso o nulo acceso a modernos instrumentos de administración de riesgos, por lo que los prestamistas no están estimulados a invertir en dicha actividad.

Así, el financiamiento «tradicional» para el sector, proveniente fundamentalmente de fuentes públicas o privadas a través de créditos, resulta limitado; por lo que desde hace algunos años se vienen implementando en ciertos países, y para productos específicos, alternativas innovadoras que facilitan el acceso a financiamiento, sobre todo a los pequeños productores.

En Cuba la agricultura es una actividad prioritaria, pero a pesar de las transformaciones ocurridas en el sector en los últimos años enfrenta aún múltiples dificultades que entorpecen su avance. Entre ellas se encuentran las relacionadas con el financiamiento, tema del presente artículo. En él se expone brevemente la situación del financiamiento al sector agrícola en Cuba. A partir del estudio de los principales mecanismos e instrumentos no tradicionales usados en el mundo actualmente se ofrecen sugerencias acerca de cuáles podrían resultar convenientes en el país.

1. EL FINANCIAMIENTO A LA AGRICULTURA EN CUBA

La agricultura es un sector prioritario para la economía y la sociedad cubana, por el papel que desempeña en la alimentación, la población que emplea, por el efecto multiplicador que pudiera generar en otros sectores de la economía y porque podría contribuir a mejorar la situación financiera del país, al posibilitar reducir las importaciones de alimentos1 e incrementar las exportaciones de estos productos. Sin embargo, en la actualidad no cumple a cabalidad esas funciones, de ahí que resulta imprescindible incrementar la producción agrícola. Para ello existen significativas limitantes, relacionadas principalmente con las características de la esfera y su financiamiento. Este sector está relativamente atrasado, descapitalizado y es ineficiente, por lo que tiene bajos niveles de productividad y rendimiento. En ello inciden varios elementos, tales como factores naturales y climatológicos (sequías, inundaciones, huracanes); problemas de gestión asociados al mal funcionamiento del modelo de producción; problemas tecnológicos (obsolescencia de equipos, maquinarias e industrias); limitaciones y contradicciones de las transformaciones realizadas en el sector recientemente; insuficiente capacitación de la fuerza de trabajo (sobre todo de los nuevos usufructuarios); escaso financiamiento que incide en la disponibilidad de equipos, insumos; escasas inversiones para modernización y mantenimiento; uso limitado de tecnología; insuficiente capacidad de procesamiento industrial, falta de envases y embalajes.

Debido a la incidencia del último aspecto en las posibilidades de expansión de la producción y exportación agrícolas, se considera oportuno profundizar en las características y situación actual del financiamiento a ese sector. En este sentido, es preciso diferenciar las particularidades del financiamiento interno y externo, pues en Cuba se produce una paradoja que se puede resumir en que en estos momentos existe una «escasez relativa» de financiamiento para la agricultura.

Es indiscutible que el país enfrenta dificultades para obtener financiamiento externo, además de su alto costo. Las mismas razones que explican esta situación en la mayoría de los países subdesarrollados están presentes en Cuba, a lo que se suman los obstáculos derivados de su situación financiera particular, como son la elevada deuda externa, la baja calificación crediticia, la debilidad de la economía interna y su alta sensibilidad a los choques externos, así como la prevalencia del bloqueo de Estados Unidos, que impide el acceso al mercado financiero estadounidense, obstaculiza el uso del dólar en las transacciones internacionales, y presiona a las instituciones financieras de terceros países con los que Cuba tiene relaciones.

Sin embargo, existen recursos internos disponibles, sobre todo en los últimos años en que se ha incrementado el ahorro del segmento de los trabajadores por cuenta propia. A pesar de que existen necesidades no satisfechas no se ha producido un incremento en la demanda de créditos en las magnitudes esperadas por parte de los productores agrícolas, principalmente no estatales (cooperativas, pequeños campesinos y usufructuarios), que son los que administran el 70,6 % del total de la tierra agrícola, generan el 86 % de la producción agropecuaria no azucarera y el 98 % de la producción de caña de azúcar (ONEI, 2014).

1.1. Financiamiento interno

El sistema financiero cubano es básicamente bancario y totalmente estatal. Tanto las instituciones como los instrumentos disponibles para el financiamiento de la agricultura son limitados.

De los bancos comerciales estatales existentes ninguno se especializa en la agricultura, ni existe un banco de desarrollo rural. Las instituciones encargadas de ofrecer los servicios financieros a la agricultura son el Banco de Crédito y Comercio, el Banco Popular de Ahorro y el Banco Metropolitano en el caso de la capital, que en todos los casos son bancos comerciales de amplio espectro.

Los principales instrumentos a través de los que se ha otorgado financiamiento agrícola son el llamado «paquete tecnológico» y los créditos bancarios. El «paquete tecnológico», principal variante de financiamiento empleada hasta que comenzaron las transformaciones en el sector,2 consiste en la asignación por parte del Estado de recursos e insumos (equipos, semillas, agroquímicos, combustibles) a empresas, cooperativas y campesinos individuales, por lo general a precios subsidiados y orientados a las producciones que más impactan a la economía del país, como el arroz, el frijol, el maíz, la caña, la leche, la carne, el huevo, la miel, el café y el tabaco.

El crédito bancario, por su parte, ha sido poco relevante. Hasta el año 2010 su uso se concentró en las empresas estatales y en menor medida se dirigió a las cooperativas agropecuarias y campesinos privados. A partir de ese año, como parte de las medidas para estimular la agricultura, el gobierno extendió la oferta de créditos a los nuevos usufructuarios, mejoró sus condiciones3 y equiparó sus términos para todos los potenciales prestatarios (antes las empresas estatales recibían mejores condiciones).

Sin embargo, la demanda de tales préstamos por parte del sector privado no ha tenido el crecimiento esperado y la agricultura aún concentra un bajo porciento del total de créditos otorgado por el sistema bancario cubano.4 La reducida propensión a la solicitud de créditos bancarios por los productores agrícolas se debe a varios factores. La razón fundamental es que estos productores carecen de un canal eficaz de compras dentro del país (mercados mayoristas u otras alternativas) que permita su acceso directo e inmediato a los equipos, herramientas, maquinarias, medios de transporte, combustibles, agroquímicos y otros insumos agrícolas necesarios, en muchos casos porque el país no dispone de esos medios para vendérselos.

Habría que adicionar que los productores agrícolas, estatales o privados, no tienen acceso directo ni a recursos financieros en moneda extranjera ni a mercados externos para satisfacer esas necesidades.

Otros elementos que inciden en la falta de interés por los préstamos, sobre todo por parte de los productores privados, son la insuficiente cultura crediticia, la resistencia a presentar estados financieros a las autoridades bancarias, los altos precios de la mayoría de los equipos, herramientas e insumos, que implicarían la necesidad de montos elevados de préstamos, lo que además de incrementar el costo del financiamiento, requeriría garantías, las restricciones en el espectro de activos que pueden utilizarse como colateral, la escasa infraestructura (Triana, 2013), la persistencia de trabas regulatorias, además de la escasa oferta de insumos, herramientas y maquinarias para comprar con esos créditos.

En general, se considera que aunque la política crediticia ha mejorado, se debe continuar perfeccionando, de modo que los procedimientos para la obtención de los recursos financieros por parte de los productores sean más simples. Por otra parte, sería recomendable la creación de un banco agrícola especializado, dada la prioridad que se le está concediendo al sector, independientemente de que se amplíen o creen otros canales de financiamiento.

1.2. Financiamiento externo

En Cuba resulta muy difícil acceder a información sobre financiamiento externo, más aún detallada por sectores receptores. No obstante, de manera general puede decirse que no es predominante en la agricultura y resulta muy costoso. Además, los procedimientos para que llegue a los agricultores son engorrosos y las entidades e instrumentos involucrados son limitados.

Como en la mayoría de los países subdesarrollados, en Cuba los principales fondos externos para la agricultura provienen de fuentes gubernamentales, organismos y agencias internacionales (bilaterales o multilaterales).5 Estos se ofrecen a través de créditos blandos, donaciones y otras formas de asistencia, a menudo como parte de programas de cooperación económica.

Las principales instituciones cubanas con facultades para distribuir los recursos financieros provenientes de estas fuentes son el Ministerio de la Agricultura y el Ministerio de Comercio Exterior y de Inversión Extranjera. Estas entidades reciben y evalúan los proyectos presentados por empresas, cooperativas y autoridades locales cubanas, y deciden a cuáles proyectos deben ir los recursos disponibles. Sin embargo en ocasiones, a pesar de que se dispone del financiamiento, este no llega a los productores, o no lo hace en tiempo, por varios motivos que van desde la carencia de propuestas de proyectos, los no debidamente fundamentados, hasta demoras y trabas burocráticas.

Los préstamos privados son escasos por las características del sector, comunes en todo el mundo, y por las debilidades financieras del país antes mencionadas. Los principales instrumentos usados por estas fuentes han sido los acuerdos de prefinanciamiento por parte de empresas extranjeras y la inversión extranjera en menor medida.

Los esquemas de prefinanciamiento prevalecieron a finales de los años 80 y durante la década de 1990. Iban dirigidos fundamentalmente a producciones destinadas a la exportación. Como garantía de los préstamos se utilizaba la propia producción, y en ocasiones un banco extranjero actuaba como garante. Ello permitió cierta diversificación de las fuentes de financiamiento y garantizó las exportaciones de esos productos en uno de los peores momentos de la economía cubana, aunque por lo general ese financiamiento resultaba oneroso por sus altas tasas de interés.

La inversión extranjera, por su parte, no ha favorecido particularmente a la agricultura. La mayoría de las asociaciones económicas con capital extranjero se ha concentrado en los sectores del turismo, energía y minas, y la industria (Ministerio de Comercio Exterior e Inversión Extranjera, 2019). No se dispone de cifras recientes, sin embargo, en 2014 del total de negocios de inversión extranjera registrados en el país, solo el 5 % se ubicaba en el sector de alimentos, 5 % en la agroindustria, mientras que en el turismo y el sector inmobiliario se concentró el 52 % de los negocios, en energía y minería el 11 %, y en la industria el 10 % (Ministerio de Comercio Exterior e Inversión Extranjera, 2015).

La modalidad predominante ha sido el establecimiento de empresas mixtas comercializadoras, donde la parte extranjera ofrece financiamiento anticipado para la producción en Cuba y adquiere derechos de comercialización de los productos en el exterior. Más recientemente se ha experimentado con contratos de administración. Las contrapartes nacionales en cualquiera de las modalidades han sido empresas estatales.

La nueva ley de inversión extranjera (2014) tiene por objetivo ofrecer mayores incentivos a los inversionistas. En sus principios generales se contempla, de manera particular, priorizar la inversión dirigida a la sustitución de importaciones de alimentos y considerar sectores priorizados la producción agrícola y la industria alimentaria (Ministerio de Comercio Exterior e Inversión Extranjera, 2019). Además, el Ministerio de Comercio Exterior e Inversión Extranjera publica cada año una cartera de oportunidades de inversión que recoge los proyectos de interés identificados. Sin embargo, hasta el momento no se observan avances significativos.

En general puede decirse que las transformaciones ocurridas en el sector agrícola, a pesar de que se consideran las más profundas llevadas a cabo después de las reformas agrarias, no han tenido hasta el momento los resultados esperados.6 Se ha avanzado en aspectos institucionales y legales, sin embargo, la producción no ha alcanzado los incrementos que se deseaban. Ha sido inestable, con incrementos en algunos productos y decrecimientos en otros,7 persisten las voluminosas importaciones de alimentos y se mantienen los altos precios de los productos agrícolas (ONEI, 2017).

Son varios los factores que inciden en el comportamiento del sector. Las afectaciones naturales son el primero. El huracán Irma, por ejemplo, que azotó al país en 2017 (el más destructivo de los que se tiene registro en Cuba), tuvo serias consecuencias en el sector, a las que se unieron las del huracán Michael y de la tormenta subtropical Alberto, en 2018.

Prevalecen además las insuficiencias de gestión y problemas sistémicos, que ocasionan distorsiones como escasez de insumos agrícolas y su entrega inoportuna a los campesinos, acumulación de productos en almacenes (o incluso en los campos) que no llegan a tiempo a los mercados, deficientes mecanismos de fijación de precios, cadenas de impagos entre empresas estatales y entre estas y los campesinos, que generan pérdidas y acumulación de deudas que afectan tanto a los productores como a las empresas comercializadoras estatales. Todos estos factores desestimulan la producción.

Por último, la situación del financiamiento, que no solo incide en el sector, sino que se ha convertido en un obstáculo para el avance de las reformas, particularmente para la expansión del sector privado y cooperativo. El ministro de la agricultura dio a conocer en su informe ante la Asamblea Nacional del Poder Popular, en diciembre de 2018, que los fondos del gobierno permitieron cubrir solo entre el 30-35 % de las necesidades de agroquímicos. Asimismo se vio afectada la producción por las dificultades para importar insumos y materias primas (Figueredo Reinaldo y Concepción, 2018).

Con respecto a esto, se hace evidente que Cuba necesita ampliar el espectro de proveedores de financiamiento, tanto internos como externos, y de los instrumentos y mecanismos más apropiados según la práctica internacional; así como garantizar el acceso a estos recursos de todos los productores, en particular de las cooperativas, campesinos individuales y usufructuarios, por el peso que tienen en la producción alimentaria del país.

A continuación se presenta una síntesis de los principales mecanismos e instrumentos novedosos que se han puesto en práctica en algunos países subdesarrollados, que pudieran ser considerados en el caso cubano.

2. SUGERENCIAS DE NUEVOS MECANISMOS DE FINANCIAMIENTO PARA LA AGRICULTURA CUBANA

Ante la insuficiencia y limitaciones de las fuentes formales de financiamiento a la agricultura en el mundo, en los últimos años han surgido mecanismos e instrumentos «no tradicionales», que han abierto nuevas posibilidades para el sector rural, sobre todo de países subdesarrollados, que son los más necesitados de recursos financieros.

Vale aclarar que aunque algunos de los instrumentos financieros son realmente novedosos, otros son comunes en otras actividades y han existido durante años, décadas e incluso siglos. Lo realmente nuevo es su aplicación en la agricultura, en particular en el financiamiento a campesinos que antes no tenían acceso al crédito, principalmente los pequeños propietarios.

Las iniciativas son llevadas a cabo por una amplia gama de agentes, aunque en los últimos años han tomado fuerza las que provienen de diferentes actores involucrados en el proceso de producción, distribución y comercialización de los productos agrícolas.

Una de las variantes más difundidas son los créditos otorgados por instituciones de microfinanciamiento y proyectos o programas de organizaciones no gubernamentales (ONG), instituciones gubernamentales (como agencias de cooperación de países desarrollados) y organismos internacionales.

Por lo general, estos créditos se dedican en gran medida al fomento de la micro, pequeña y mediana empresa, y se ofrecen de acuerdo a un enfoque basado en la costeabilidad y sostenibilidad financiera, diferente al tradicional de la ayuda ofrecida por las instituciones bilaterales y multilaterales.

El desarrollo tecnológico también ha tenido incidencia en el financiamiento a la agricultura. En años recientes se han obtenido avances en el acercamiento de los servicios financieros al campo, a través de lo que se conoce como banca móvil. Aunque en algunos casos se trata de un servicio que se ofrece literalmente a través de autos (sucursales de bancos sobre ruedas) preparados para llegar a todas las regiones, en especial las más intrincadas, lo más revolucionario en este aspecto ha sido la banca a través de telefonía móvil y la instauración de plataformas de pagos electrónicas, sistemas que se erigen básicamente sobre una red de telecomunicaciones que facilita la transferencia de fondos desde largas distancias.

Ello ha traído enormes ventajas en el sentido de que incrementa el acceso al financiamiento de los clientes rurales, no solo porque se lleva el servicio al campo, sino además porque se reduce el costo de las transacciones, otro de los obstáculos del financiamiento a la agricultura.

Las anteriores alternativas son perfectamente compatibles con las necesidades de la agricultura cubana. De hecho, existen experiencias en el país en ambas direcciones, aunque todavía debe avanzarse más en la ampliación de su uso.

Sin embargo, en este artículo se hace énfasis en otro conjunto de mecanismos, menos conocidos, que se han puesto en práctica desde hace algunos años en ciertos países subdesarrollados. En estas variantes, el financiamiento va dirigido fundamentalmente a los pequeños productores agrícolas y proviene, en su mayoría, de actores involucrados en el mismo proceso. Entre estos existen mecanismos e instrumentos de financiamiento como tal, y otros de aseguramiento y cobertura de riesgos, que mejoran las potencialidades de los agricultores de recibir créditos.8

A partir de las particularidades del sector agrícola cubano y de su financiamiento, sobre todo de sus debilidades, así como de las características de los mecanismos e instrumentos novedosos usados en la práctica internacional, los de más utilidad para el país podrían ser los siguientes.

Entre los instrumentos para proveer financiamiento pudieran ser considerados en un primer momento los de financiamiento directo a los productores. Este puede venir de proveedores de insumos, procesadores e intermediarios (comercializadores). Constituyen alternativas beneficiosas tanto para los prestamistas como para los prestatarios. Los primeros garantizan la producción a través del prefinanciamiento a los campesinos, y aseguran la calidad de los productos que desean obtener. Los productores, por su parte, pueden acceder de manera más expedita al financiamiento y a los insumos que necesitan para garantizar sus producciones; cuentan con información precisa sobre los mercados y los clientes; y como los créditos se basan en las relaciones comerciales que existen entre las dos partes, no requieren colaterales. Además, ambos se benefician de la reducción de los costos de transportación de los insumos y los productos.

Los esquemas más frecuentes son los relacionados directamente con la comercialización, los cuales tendrían una importancia fundamental en el caso de Cuba, sobre todo para las producciones con destino a la exportación, ya que garantizan mercados.

Según la experiencia práctica, la principal desventaja de este mecanismo para los proveedores de financiamiento es que la devolución de los préstamos puede demorarse e incluso no realizarse si los productores tienen problemas con las cosechas. Para los campesinos, los precios que se acuerdan pueden resultar desfavorables, sobre todo si están en desventaja respecto a los prestamistas, el financiamiento a menudo se reduce a capital de trabajo para producciones específicas o a insumos, la calidad del financiamiento puede no ser la mejor, porque las formas disponibles no sean lo suficientemente flexibles, el costo directo o implícito del financiamiento tiende a ser elevado. Por otra parte, su limitación fundamental consiste en que se mantienen muchos riesgos asociados a la producción, los mercados y los precios.

En un segundo momento, pues su implementación requiere de determinada infraestructura, también resultarían provechosos los mecanismos que contribuyen a solucionar otros problemas que aquejan la actividad agrícola en el país, como son la persistencia de cuentas por cobrar, el alto costo del equipamiento que se requiere comprar y los relacionados con el almacenaje de los productos, dada la capacidad insuficiente de procesamiento industrial, falta de envases y embalajes, y la estacionalidad de la mayoría de nuestras producciones. En consecuencia, pudieran resultar útiles el financiamiento respaldado por obligaciones, el arrendamiento y los instrumentos que permiten la colateralización de activos fijos.

El factoraje (factoring) es un tipo de financiamiento respaldado por obligaciones que presenta grandes beneficios. Consiste en que los productores venden las cuentas por cobrar o contratos de venta a descuento a una institución especializada, que se encarga de cobrarla en el momento que corresponda. El mecanismo, además de proveer recursos financieros, tiene la ventaja adicional de mejorar la eficiencia de la gestión de cobro (reduce el tiempo de cobro de facturas) y brindar protección ante el riesgo de crédito. Constituye también una vía eficaz de resolver el problema de la falta de colaterales, pues se toman como tales las cuentas por cobrar.

Este instrumento es más usado en sectores relacionados con productos no perecederos, pero se ha puesto en práctica en la agricultura con buenos resultados tomando las precauciones adecuadas. Para ello es importante la existencia de un marco legal y regulatorio que cubra a los proveedores de crédito en caso de impago. Por tanto, su principal limitación es que requiere la existencia de instituciones especializadas.

Una de las principales limitantes que tienen los productores para acceder a financiamiento es la poca disponibilidad de colaterales, por ello han surgido otros mecanismos que tratan de resolver esta dificultad, como la colaterización de activos físicos, categoría que agrupa varios instrumentos que, como la denominación sugiere, permiten utilizar los productos agrícolas o los activos como colaterales. Entre esos instrumentos se encuentra el financiamiento a través de recibos de almacén (warehouse receipts), que resuelve varios de los problemas a los que se enfrentan los campesinos cubanos.

El mecanismo les permite depositar las cosechas en un almacén certificado y asegurado hasta que sean vendidos; mientras, el almacén les entrega un recibo que pueden utilizar como colateral para pedir préstamos al banco. No es una práctica nueva, no obstante, su uso, sobre todo en la agricultura, se ha expandido en los últimos años y ha comenzado a tomar auge en regiones donde antes no era utilizado.

Estos arreglos aseguran la calidad del inventario y permiten a los productores conservar los productos para poder venderlos a un precio favorable en la temporada baja, contra-estación u otra fecha.

Sus principales limitaciones son que se usan preferiblemente con productos agrícolas almacenables no perecederos (aunque se han utilizado con algunas variedades de frutas, vegetales e incluso carnes) y que solo puede utilizarse después de que los campesinos realizan la cosecha, por lo que el ciclo de producción inicial debe ser financiado por otras vías.

Otro instrumento que tampoco es nuevo, pero no era muy común en la agricultura y hoy se ha expandido su uso, es el arrendamiento (leasing). Esta es una variante de financiamiento para inversiones, mediante la cual se alquilan equipos y maquinarias de larga vida útil, permitiendo a los usuarios no tener que hacer grandes desembolsos de una vez, lo que viene a resolver el problema de la no disponibilidad de financiamiento para realizar compras de elevados precios. En la agricultura por lo general se utiliza para adquirir equipos para lecherías, bombas de agua, tractores, herramientas, entre otros.

El instrumento puede resultar atractivo para los productores de equipos, pues les permite expandirse a nuevos mercados y reducir la necesidad de brindar créditos riesgosos a los campesinos. Recientemente se ha ampliado su uso en la agricultura con fines realmente innovadores como la adquisición de animales (por ejemplo, vacas para la producción de leche, bueyes para la tracción).

Los instrumentos de financiamiento anteriores podrían combinarse con los de aseguramiento y cobertura, pues el manejo de riesgos es fundamental para mejorar la provisión de recursos financieros a la agricultura.

Los productores enfrentan muchos riesgos sobre los que no tienen control, que les provocan pérdidas y les hace más difícil el acceso al financiamiento. Por ello, en muchas ocasiones el otorgamiento de créditos está supeditado a la existencia de seguros, los cuales suelen ser costosos y su cobro complicado, por lo que han surgido alternativas novedosas, beneficiosas en particular para los pequeños productores.

Entre ellas, para el caso de Cuba pudiera estudiarse la conveniencia de utilizar el alisamiento de precios, por su simplicidad. Esta técnica, aún experimental, busca reducir el impacto de las fluctuaciones anuales de precios de los productos agrícolas. El esquema consiste en que al inicio de la temporada los productores fijan un precio objetivo para un producto determinado, basándose en un promedio móvil de los precios en los últimos cinco años. Si el precio en el mercado en el momento de la venta es superior al precio fijado, la diferencia se deposita en un fondo de alisamiento que se crea y maneja a través de una institución financiera. Si el precio fuera menor, la diferencia se extrae del fondo.

Mientras los precios de los productos se comporten de manera favorable por un período prolongado o crezcan de manera apreciable no debe haber dificultades, pero si predomina lo contrario el mecanismo no sería efectivo. La principal ventaja es que su implementación dependería solo de la decisión de los productores.

Por otra parte, los prestamistas también se enfrentan a riesgos crediticios o de impago. Ya se ha mencionado que, con el propósito de reducirlos, tradicionalmente se han usado instrumentos como los colaterales o las garantías, pero en muchos casos estos no están al alcance de los pequeños productores. Para resolver esta dificultad, los mercados financieros han puesto a disposición de los prestamistas otros instrumentos de cobertura de riesgos que no dependen de los productores, pues se crean y utilizan en estos propios mercados. Si bien son instrumentos complejos y riesgosos si no son usados de manera prudente, han permitido el acceso a financiamiento de prestatarios riesgosos.

Entre ellos los más conocidos son los derivados financieros, muy usados por importadores, exportadores, prestatarios y prestamistas e inversionistas para manejar riesgos de mercado,9 así como para la cobertura de riesgos crediticios o de impago por parte de los últimos.

El desarrollo de los mercados financieros ha posibilitado además el surgimiento de un amplio rango de variantes financieras destinadas a incrementar la disponibilidad de financiamiento mediante la reducción de riesgos específicos, en particular crediticios, que se agrupan en el concepto de mejoras financieras porque consisten en mejorar la posición de un prestamista o inversionista aislado involucrando a otros participantes.

Entre ellas son recomendables las inversiones de capital compartido o inversión colectiva, que consisten en compartir equitativamente el financiamiento entre socios o accionistas públicos o privados, permitiéndoles dividir la propiedad, las responsabilidades, los beneficios y los riesgos asociados a las actividades en que se involucran, por lo que incrementan las posibilidades de financiamiento de actividades voluminosas y/o riesgosas.

En el caso cubano, los principales obstáculos para el uso de los instrumentos más sofisticados es que requieren la existencia de un mercado financiero desarrollado, por tanto, no serían aplicables en el corto plazo, al menos para los actores domésticos. De hecho, sus beneficios constituyen un elemento adicional para justificar la necesidad de implementar un mercado financiero en Cuba. Mientras, pueden manejarse riesgos con estos instrumentos en mercados financieros externos.

Antes de concluir, valdría la pena una reflexión final. Pudiera pensarse que debido a los problemas señalados, los potenciales financistas no tendrían incentivo para invertir sus recursos en la agricultura cubana, pero ello no es necesariamente así. A pesar de los riesgos existen incentivos en el sector, tanto para proveedores de financiamiento internos como externos. Este puede generar ingresos importantes. Aún el país cuenta con tierras ociosas, existe fuerza de trabajo disponible (aunque se precisan incentivos para atraerla hacia la agricultura), infraestructura básica (aunque obsoleta y en ocasiones deteriorada) y la demanda de productos del agro tiene una tendencia ascendente.

Aunque el tamaño del mercado interno es limitado, principalmente por su bajo poder adquisitivo promedio, existe una importante demanda doméstica insatisfecha, además de la proveniente del turismo.

Si bien la exportación de productos agrícolas resulta bastante complicada por sus características y por el modelo de producción y comercialización prevaleciente en la economía internacional, dominada por las cadenas globales de valor, Cuba cuenta con capacidades no explotadas que podrían destinarse a ello. Una posibilidad puede ser realizar esfuerzos, aprovechando las fortalezas, para la incorporación de determinadas actividades en cadenas de valor regionales; otra, la exploración del nicho de mercado de productos orgánicos, que ha surgido en parte como resultado de las soluciones que el país ha tenido que buscar ante las dificultades por las que ha atravesado el sector en las últimas dos décadas.

3. RECOMENDACIONES FINALES

Para atraer recursos financieros a la agricultura, Cuba necesita continuar ampliando y profundizando las transformaciones en el sector, con vistas a reducir sus vulnerabilidades y hacer su funcionamiento más compatible con las prácticas internacionales.

Ante la insuficiencia de recursos financieros para la agricultura, es conveniente ampliar el espectro de proveedores de financiamiento interno y externo, así como los instrumentos y mecanismos más apropiados según la práctica internacional. Teniendo en cuenta la gran variedad de instrumentos novedosos de financiamiento y manejo de riesgos que existen en el mundo lo más prudente sería recomendar su uso de manera puntual, acorde a proyectos específicos, teniendo presente las ventajas, desventajas y limitaciones de cada uno, así como los intereses de los involucrados.

Para lograr la efectividad real de los instrumentos novedosos de financiamiento, deben resolverse las limitaciones no financieras que están entorpeciendo la eficiencia del sector agropecuario cubano. Debe garantizarse además el acceso a estos recursos de todos los productores, en particular de las cooperativas, campesinos individuales y usufructuarios, por el peso que tienen en la producción alimentaria del país.

Resulta conveniente extender el conocimiento acerca de los instrumentos no tradicionales de financiamiento a la agricultura que se están usando en la actualidad en el mundo, a los productores agrícolas y entidades financieras cubanas, con vistas a que puedan tener un papel más activo en la búsqueda de alternativas.

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Notas aclaratorias

11Expertos cubanos estiman que en el país se puede producir alrededor del 60 % de los alimentos que actualmente se importan (Rodríguez, 2014).

22Según la política declarada en el marco de la actualización del modelo económico cubano, se están eliminando gradualmente los subsidios en la venta de insumos y equipos a los productores, lo que está siendo compensado, al menos parcialmente, con el incremento de los precios de compra de los productos priorizados por parte del Estado.

33Las condiciones de los créditos (montos, plazos e intereses) dependen de la actividad que se va a financiar, el valor estimado de la producción a obtener, los gastos en que se incurrirán, el historial de producción (no para el caso de los nuevos usufructuarios), las garantías, entre otros elementos; pero en sentido general se consideran favorables.

44Hasta octubre de 2014 (cifras más recientes disponibles), de 378 000 créditos otorgados a personas naturales por un valor de 3 231 millones CUP, 63 % se destinó a construcción de viviendas, 35 % a agricultores pequeños y 2 % a trabajadores por cuenta propia (en los que se incluyen los usufructuarios de tierras), cooperativas no agropecuarias y créditos para el consumo (Martínez, 2014).

55Entre las agencias más importantes que han apoyado programas en la agricultura en Cuba se encuentran el Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD), la Organización para la Alimentación y la Agricultura (FAO), el Programa Mundial de Alimentos (PMA) de Naciones Unidas, la Agencia de Cooperación de la Unión Europea (EuroAid), la Agencia Española de Cooperación Internacional para el Desarrollo (AECID), la Agencia Suiza para el Desarrollo y la Cooperación (COSUDE), y la Agencia Canadiense de Cooperación (ACDI).

66Para ampliar sobre las trasformaciones en el sector agropecuario cubano consultar Nova (2015).

77La agricultura no azucarera decreció en 0,1 % en 2016 (ONEI, 2016), y se expandió 3 % en 2017, mientras el comportamiento por productos fue diferente. Por ejemplo, en 2017 hubo crecimientos en vegetales (4 %), tabaco (56 %), y contracciones en viandas (-1 %), arroz (-21 %), maíz (-8 %), frijoles (-3 %), cítricos (-17 %), y otras frutas (-2 %) (ONEI, 2017).

88Para ampliar acerca de los mecanismos e instrumentos novedosos puede consultarse Miller & Jones (2010); Miller (2012) y Victorero (2015).

Notas aclaratorias

99Riesgos de variación de precios de las mercancías, de tasas de interés y de tasas de cambio.

Recibido: 22 de Julio de 2019; Aprobado: 03 de Octubre de 2019

*Autor para la correspondencia. molina@ciei.uh.cu

Los autores declaran que no existen conflictos de intereses

Ernesto Victorero: conformación de la idea de investigación y el diseño metodológico. Búsqueda de bibliografía actualizada y redacción preliminar.

Elda Molina: conformación de la idea de investigación y el diseño metodológico. Redacción final.

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