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Revista Estudios del Desarrollo Social: Cuba y América Latina

versión On-line ISSN 2308-0132

Estudios del Desarrollo Social vol.10 no.3 La Habana sept.-dic. 2022  Epub 01-Dic-2022

 

Ensayo

Pensar de manera diferente. Laberintos del legado libertario de Rosa Luxemburgo

Think of Different Way. Labyrinth of Rosa Luxemburg’ Libertarian Legacy

0000-0003-2911-8136Dolores Vilá-Blanco1  * 

1Facultad de Filosofía e Historia, Universidad de La Habana, Cuba

RESUMEN:

El presente ensayo sobre Rosa Luxemburgo da continuidad al publicado en esta revista en 2020 [8 (2), mayo-agosto] sobre el valor literario de sus obras. Este se adentra en argumentar las razones por las cuales históricamente su legado libertario ha sido excluido y tergiversado por las corrientes marxistas, en especial en Cuba. Estos análisis se apoyan en investigaciones realizadas por especialistas cubanos e internacionales, que confirman las previsiones de Luxemburgo acerca de las revoluciones y transiciones socialistas.

Palabras-clave: revolución socialista; marxismos; libertad

ABSTRACT:

This essay about Rosa Luxemburg, is continuity of other that was published in this review [8 (2) may-august, 2020] on literary value of her writers. The present essay is focus in the analysis of the causes because her liberty legacy, was distorted by diversity marxists tendencies, especially in Cuba. This analysis is supported in the investigations of Cubans and internationals specialists, that confirms the previsions of Luxemburg about of the revolutions and the socialist’s transitions.

Key words: socialist revolution; marxisms; liberty

La libertad solo para los que apoyan al Gobierno, solo para los miembros de un partido (por numeroso que este sea) no es libertad en absoluto. La libertad es siempre y exclusivamente libertad para el que piensa de manera diferente. No a causa de ningún concepto fanático de la “justicia”, sino porque todo lo que es instructivo, totalizador y purificante en la libertad política depende de esta característica esencial, y su efectividad desaparece tan pronto como la “libertad” se convierte en un privilegio especial (Luxemburgo, 2008 a, p. 400).

[…] el primer problema para conocer a Rosa Luxemburgo radica en que la visión marxista que llegó a nosotros es la de un marxismo que tuvo la misión de “taparnos” a Rosa; Rosa es un personaje que sufrió un “tapado” político. No fue desaparecida como fueron desaparecidas muchas figuras notables de los primeros años de la revolución bolchevique y del socialismo, de la construcción del socialismo en la URSS. No fue borrada pero sí “tapada”, tapada con dos frases: la primera, para reconocer que es una gran revolucionaria alemana de principios de siglo, junto con Carlos Liebknecht; y la segunda, para recordar que polemizó con Lenin desde posiciones erróneas. Así se tapó a Rosa, con los atributos emblemáticos para una revolucionaria errada pero heroica, y como el heroísmo tiene tan fuerte significado, la figura posee tanto relieve en el movimiento revolucionario, que no puede borrase o disminuirse. Pero incuestionablemente puede taparse, neutralizarse dentro de una lectura monolítica de la historia (Alonso, 2001, pp. 163-164).

INTRODUCCIÓN

¿Será ocioso volver una vez más sobre el legado libertario de Rosa Luxemburgo en la actualidad? ¿Persistirá, pasado el centenario de su muerte, la visión reduccionista que la sitúa como: «la gran revolucionaria que polemizó con Lenin y se ˋequivocóˊ1 en innumerables ocasiones […]»? (Vilá, 2020, p. 312). ¿Se logrará romper con los moldes en que la han encasillado, hasta convertirla en un ser irreal que se dibuja y desdibuja según los vaivenes del vulgo/marxismo de todos los tiempos, alejada (inexistente( de lo que suponen son «nuestros modos, gustos y creencias “marxistas”» […]? (Vilá, 2020, p. 312). ¿Continuarán ignorando sus análisis previsivos (anticipados) y sus propuestas alternativas para los destinos de la revolución y del socialismo?

Este ensayo se propone, en primera instancia, romper con altares, cetros y vagancia mental que han dominado los escenarios marxistas y no marxistas con relación a esta figura, al relegarla, al poner un pero antes o después2 que se le nombra, sin proponerse un estudio contextual y conectivo desde su época hasta la nuestra acerca de sus anticipadas valoraciones con respecto a los modos en que se conducían las revoluciones, transiciones socialistas y sus resultados hasta el día de hoy. Por lo que, desde estas páginas y a destiempo -en tiempos de lo posible […](, el verbo de Luxemburgo se hace vivo y expansivo en esta aspiración de llegar a los más, de invitarles a leerla, a pensarla; solo eso.

Segundo, se plantea argumentar, desde una memoria histórica activa y actuante, las razones que hicieron a Franz Mehrin, ya en 1907 -y a otros muchos pensadores dentro y fuera del marxismo(, reconocer en más de una ocasión que: «Rosa Luxemburgo es la mente más genial entre los herederos científicos de Marx».3 Lo cual coincide, años más tarde, con Peter Nettl, en su biografía Rosa Luxemburgo, cuando afirma: «Ella misma personificó la unidad de teoría y praxis, tan firmemente postulada por el propio Marx».4 O cuando Lenin, en octubre de 1920, por sobre las diferencias y las «equivocaciones» que tanto han trascendido en los rumbos «analíticos» hasta la actualidad, aquilataba que: «Figuras tan destacadas del proletariado revolucionario y del marxismo no falsificado como Rosa Luxemburgo apreciaron en el acto la importancia de esta experiencia práctica e hicieron un análisis crítico de ella en asambleas y en la prensa» (Lenin, 1977a, pp. 222-223). Confirmado a su vez por Trotsky, años más tarde, cuando explicaba: «Si para Stalin, Rosa Luxemburgo representa el centrismo, para Lenin ella es la representante del “marxismo sin falsificaciones”. Cualquiera que tenga un mínimo conocimiento de Lenin sabe qué significa este apelativo de su parte» (Trotsky, 2008, p. 460). «[…] ¡Sí, Rosa Luxemburgo se ha convertido en bandera de la revolución proletaria!» (Trotsky, 2008, p. 459).

Dos de las figuras con quien más polemizara en su tiempo fueron capaces de distinguirla dentro de todo el movimiento marxista de aquellos momentos. En ninguno de los dos casos la invisibilizaron o la taparon, realmente no podían. Por el contrario, asumieron el debate desde sus perspectivas individuales; y las razones que les asistían -con las que podemos o no estar de acuerdo( y que han sido las que han prevalecido en esas dicotomías absurdas de «heroica pero errada» en adhesión con Aurelio Alonso (2001).

No es este un ensayo que se proponga privilegiar a uno u otro pensador o revolucionario -hay que subrayar esto, por ser de las percepciones más usuales en los ambientes anticríticos(. Esta, es una propuesta analítica que levanta la polémica y la crítica (la multiplicidad de polémicas y críticas libres( como esencia y vida del marxismo. La crítica marxista no es un baile de salón bien ensayado entre los que están dentro y los que invariablemente quedan fuera de sus compases, ya que esta postura reprime toda posibilidad de corregir rumbos, de meditarlos desde la pluralidad y complejidad de los procesos históricos. En palabras más exactas, por vitales y experimentadas:

Temperamentos sensibles lamentarán, una vez más, que “los marxistas se combatan entre sí”, que se ataque a “autoridades” prestigiosas. Pero el marxismo no es una docena de personas que se conceden unas a otras el derecho a actuar de “expertos”, y ante los cuales la masa de los creyentes haya de morir con ciega confianza. El marxismo es una concepción revolucionaria que pugna constantemente por alcanzar nuevos conocimientos, que odia, sobre todas las cosas, el estancamiento de las fórmulas fijas, que conserva su fuerza viva y creadora, en el chocar espiritual de armas de la propia crítica y en los rayos y truenos históricos. (Luxemburgo, 1970, p. 516)

Este ejercicio de revitalización de la obra de Rosa Luxemburgo no se proyecta en abstracto; por el contrario, hunde raíces de comprensión a partir de investigaciones que su autora ha realizado -y realiza( sobre diferentes experiencias de construcción «socialistas», con particular énfasis en la cubana y en sus urgencias perspectivas. Existen claras diferencias cuando se aprehende la importancia del legado libertario de Luxemburgo, se escribe sobre ello y se piensa en las «lógicas» de la vida cotidiana de dichas experiencias -ya sea la soviética o la cubana, que esta autora ha conocido de primera mano(, y el modo como se perciben sus improntas desde fuera de esas vivencias, sin que ello demerite análisis y posturas muy valiosas; pero, a no dudar, hay marcadores existenciales de los quedan desprovistos esos estudios, los cuales no logran abrir espacios de anclajes en el conocimiento vital de esos procesos, en particular, la magnitud de las huellas que han dejado en cada individuo, en la sociedad toda en ese hacerse y rehacerse día a día5.

Al adentrar esos procesos, se encuentra que muchas de las debacles acaecidas y los problemas acumulados en estos fueron previstos en sus propios orígenes y argumentados científicamente a tiempo por Rosa,6 así como por una pléyade de marxistas y pensadores a lo largo de diferentes épocas, los cuales fueron borrados, olvidados o ignorados en los socialismos en el poder, cerrando espacios sustanciales a toda alternativa libre e incluyente. Contra esto (sentenciaba Rosa( «[…] la única antitoxina: el idealismo y la actividad social de las masas, la libertad política ilimitada. Es una ley objetiva todopoderosa a la que no puede escapar ningún partido […]; son impotentes las medidas draconianas de terror. Por el contrario, producen una corrupción aún mayor» (Luxemburgo, 2008a, p. 403).

Resulta definitorio recuperar el análisis de los transcursos sociales en la génesis misma, capaz de desfragmentar y que, al mismo tiempo, sea totalizador en un reconocimiento real de lo contextual, ya que eso define al marxismo y es de lo que más se ha adolecido en esos vaivenes de repeticiones esquemáticas hasta la saciedad, que conducían inexorablemente a juicios históricos falsos, por no analíticos ni críticos. Ante tales decursos en cuanto a métodos, debe volverse a Gramsci,7 y en el caso cubano a Fernando Martínez Heredia.8

Parece como si los diferentes presentes empoderados se hubiesen apropiado del pasado para configurar perspectivas y futuros, tanto en lo cognitivo como práctico hasta convertirlo en normas, hábitos y costumbres tan difíciles de eliminar. Dominar los pasados para modelarlos es esencial para las hegemonías de los presentes y futuros... Los cronísticos formatos piramidales que han ido gestando, capitalistas o socialistas, se alzan como ideología -desideologizante en tanto realidades existenciales(, que se conectan, a su vez, con una institucionalidad socialmente «aceptada» que le antecede y que las funda, donde no se pueden soslayar aquellas formas que se han constituido en hegemónicas ya en epistemología, en valores y en los modos de organizar las instituciones, las convivencias mismas. Estas cohabitan, al mismo tiempo, con una multiplicidad de símbolos, significados y significantes a escala de toda la sociedad que fuerzan contornos, los mantienen o se deslizan entre esos polos en una pluralidad de posturas que en sus sentidos perspectivos es incierta, por no emancipadoras, en particular en pensamiento y libre ejercicio del criterio. No resulta casual entonces que en este repensar la vida en este momento, en esta interrogación perpetua de ¿cómo hemos llegado hasta aquí?, rememoremos aquello de:

Una cosa es segura, incontestable, sin una prensa libre y sin trabas, sin libertad de reunión y asociación, la dominación de las amplias masas populares es imposible […]. Sin elecciones generales, sin una irrestricta libertad de prensa y reunión, sin una libre lucha de opiniones, la vida muere en toda institución pública, se torna una mera apariencia de vida, en la que solo queda la burocracia como elemento activo. Gradualmente se adormece la vida pública, dirigen y gobiernan unas pocas docenas de dirigentes partidarios de energía inagotable y experiencia ilimitada. Entre ellos, en realidad dirigen solo una docena de cabezas pensantes, y de vez en cuando se invita a una elite de la clase obrera a reuniones donde deben aplaudir los discursos de los dirigentes, y aprobar por unanimidad las mociones propuestas (en el fondo, entonces, una camarilla( una dictadura, por cierto, no la dictadura del proletariado sino la de un grupo de políticos, es decir una dictadura en el sentido burgués. (Luxemburgo, 2008a, p. 399)

[…]. Sí, podemos ir aún más lejos; esas condiciones deben causar inevitablemente una brutalización de la vida pública: intentos de asesinato, caza de rehenes, etcétera (Discurso de Lenin sobre la disciplina y la corrupción.). El único camino al renacimiento pasa por la escuela de la misma vida pública, por la democracia y opinión pública más ilimitadas y amplias. (Luxemburgo, 2008a, p. 402)

A la posible pregunta de: por qué hemos seleccionado estos meridianos fragmentos de Luxemburgo -la pregunta sobraría en ambientes donde la vida pública no se ha adormecido y no resulta este el caso(. La respuesta es directa: porque cohabitan hoy con nuestras realidades, esas ausencias y/o deformaciones -se pudiera ser más categóricos( conforman el aire que respiramos, lo que vemos, lo que nos preocupa, lo que resulta de estudios científicos realizados en el país, a las que no se le han encontrado «soluciones», probablemente porque las que se necesitan no se avienen «a los modos, gustos y creencias marxistas» dominantes. Razones por las que históricamente se ha optado por perpetuar el tapado de Rosa -al decir de Aurelio Alonso (2001)( o su carácter exótico en nuestros predios -en palabras de Jorge Luis Acanda;9 en definitiva, su exclusión en cuanto a estudio, teorización y práctica viva, actuante por aprehendida.

Por eso este ensayo, estos extensos meditares con sus amplias notas, a las que no les asiste otra intención que la del conocimiento, la de puntualizar objetivamente qué dijo y qué no dijo Rosa Luxemburgo por ella misma, a viva voz; de qué se «retractó» -cuestión está a la que muchos aluden sin demostración alguna(; y de qué no, con toda la vehemencia que merita el levantamiento de su vida. Porque: «Quien realmente es rico y libre en su interior, puede darse de forma natural en cualquier momento y dejarse arrastrar por su pasión, sin ser infiel a sí mismo» (Luxemburgo, 2015a, p. 5). Siempre es bueno el decir (aunque una se equivoque( antes que el callar o desentenderse; sé que me entienden. Ese es el punto meridiano: ser siempre uno mismo -divisa esencial de Luxemburgo.

Por eso se emprendió este empeño de reorganizar lo más totalizadoramente posible lo estudiado y escrito en el transcurso de los años, a despecho de que caiga en el olvido o en la inexistencia. Apremia levantar el método marxista de Rosa, desarrollado en amplias e intensas polémicas; aquel que le permitió develar y prever los automaticismos e instrumentalismos que proliferaron como modelos de revolución y construcción socialista. Historia, mucha historia conocida/desconocida y conectiva hace falta para repensar todo esto.

[…] En ocasiones, sucede en los militantes de nuestro partido de las bases, poco conocidos, se ven severamente reprendidos y hasta expulsados del partido, por faltas de las que son culpables debido a su educación insuficiente. ¿Las violaciones más graves cometidos por sus compañeros eminentes, deben quedar impunes, porque estos camaradas saben sazonar muy bien una salsa "teórica"? Si es así, ¿no parece que en nuestro partido también, los grandes ladrones cuelgan a los más pequeños? (Luxemburgo, 1899, s. p.)

La filosofía alemana quizá sea imaginable sin “la torpeza metafísica”. Solo una cosa parece absolutamente inimaginable: que un marxismo oficial así “pensante”, avanzada espiritual del movimiento obrero, hubiera de llevar en la fase del imperialismo a un resultado tan lamentable como el fracaso de la democracia acaecido con la guerra mundial […] así el aparente “expertismo” teórico y la infalibilidad del marxismo oficial, que daba su bendición a la práctica, ha resultado ser simplemente un pomposo bastidor, detrás del cual se escondían una severidad dogmática intolerante y pretenciosa, la que solo sabía moverse por los carriles de la “vieja táctica probada”, es decir, […] cumplían cumplidamente los epígonos teóricos que se aferran a las fórmulas del maestro, al paso que niegan el espíritu vivo de su doctrina. (Luxemburgo, 1970, pp. 510-511)

Cuando se analiza toda la vida y obra de Luxemburgo inspirada en su «¡Fui, soy y seré!» (Luxemburgo, 2014a, p. 412) (palabras escritas a escasas horas de su asesinato(, y se piensa en esos vaivenes tranquilizantes y osificadores de los letrados que afirman sobre sus «equivocaciones y rectificaciones leninistas», lo único que se me ocurre recomendarles es que, quien quiera hablar sobre esas cuestiones «deberá ante todo tener esa historia ante sus ojos» (Luxemburgo, 2013, p. 320) y conectar los análisis de Rosa en los tiempos y contextos, porque la esencia de su comprensión marxista de la revolución y construcción socialista no varía, ya que «[…] no se desarrollan como le da la gana, en campo abierto y siguiendo un buen plan ideado por los ˋestrategasˊ» (Luxemburgo, 2014a, p. 410).

Si contrastamos lo que suscribe en su discurso en el Congreso de fundación del Partido Comunista Alemán (31 de diciembre de 1918-1 de enero de 1919), con sus valoraciones en la «Revolución Rusa» y «Esperanzas perdidas» 1903-1904, por poner tres momentos (se pudieran simultanear otros(, nos percataríamos de esas esencias que persisten y se fortalecen al nutrirse de nuevos contenidos que las complementan:

[…] donde bastaba con cambiar el poder oficial en el centro y sustituirlo por algunas pocas personas. Nosotros debemos actuar desde abajo, lo que revela muy bien el carácter de masivo de nuestra revolución cuyos objetivos contemplan los fundamentos, las raíces mismas de la estructura social, lo que corresponde al carácter de la revolución proletaria actual; debemos conquistar el poder político no por la cumbre sino desde abajo. […] es en la base, allí donde cada patrono se enfrenta a sus esclavos asalariados, es en la base, allí donde los órganos ejecutivos de la soberanía política de clase hacen frente a los objetos de esta soberanía, es en la base donde debemos arrancar a la clase gobernante, los instrumentos de su poder, paso a paso, para tomarlos en nuestras manos. […] Solo al ejercer el poder, las masas podrán aprender a ejercer el poder. No hay otro camino para inculcarle esta ciencia. (Luxemburgo, 1919, s. p.)

¡Sí, dictadura! Pero esta dictadura consiste en la manera de aplicar la democracia, no en su eliminación, en el ataque enérgico y resuelto a los derechos bien atrincherados y las relaciones económicas de la sociedad burguesa, sin lo cual no puede llevarse a cabo una transformación socialista. Pero esta dictadura debe ser el trabajo de la clase y no de una pequeña minoría dirigente que actúa en nombre de la clase; es decir, debe avanzar paso a paso partiendo de la participación activa de las masas; debe estar bajo su influencia directa, sujeta al control de la actividad pública; debe surgir de la educación política creciente de la masa popular. […] Debería y debe encarar inmediatamente medidas socialistas, de la manera más enérgica, inflexible y firme; en otras palabras, ejercer una dictadura, pero una dictadura de la clase, no de un partido o una camarilla. Dictadura de la clase significa, en el sentido más amplio del término, la participación más activa e ilimitada posible de la masa popular, la democracia sin límites. (Luxemburgo, 2008a, pp. 404-405)

Por eso, la oposición entre “los jefes y la mayoría que trota detrás” está abolida, la relación entre la masa y los jefes se ha invertido. El único papel de los pretendidos “dirigentes” de la socialdemocracia consiste en esclarecer a la masa sobre su misión histórica. […] Dicho de otra manera, su prestigio y su influencia aumentan solo en la medida que los jefes destruyan lo que hasta aquí fue la base de toda función directiva: la carencia de la masa; en la medida que se despojen a sí mismos de su calidad de jefes; en la medida que hagan de la masa la dirigente y de ellos mismos los órganos ejecutivos de la acción consciente de la masa. […] Al menos esa es y continuará siendo la tendencia dominante del movimiento socialista: la abolición de los “dirigentes” y de la “masa dirigida”. (Luxemburgo, 1971, pp. 2-3)

Su concepción en cuanto a relaciones partido y sociedad difiere de los dirigismos que han sido dominantes y han suplantado las energías reorganizadoras en las praxis revolucionarias y las llamadas «transiciones socialistas».

La Liga Espartaquista no es un partido que busca el poder por encima o a través de las masas. […] Tal tarea implica una total transformación del Estado, una subversión general de todas las bases económicas y sociales del mundo actual. Esa transformación y esa subversión no pueden ser decretadas por una autoridad cualquiera, un comité o un parlamento. La iniciativa y su materialización solamente pueden partir y ser realizadas por las masas populares. […] La esencia de la sociedad socialista consiste en que la gran masa de los trabajadores deja de ser una masa dirigida, para convertirse en una masa que vive ya por sí misma la vida en toda su plenitud política y económica, y la encauza por autodeterminación. (Luxemburgo, 2014b, pp. 376 y 369)

Reflexionar sobre el legado libertario de Luxemburgo hoy en Cuba, se enhebra con resultados de investigaciones concretas realizadas en el país por científicos sociales de diversas áreas del saber,10 para dotar así de realidades los razonamientos que se explayan con la alternancia de los tiempos que se manejan; de manera tal que los fragmentos que matizan el cómo vivimos y por qué hemos llegado hasta aquí concurran al imán que nos es propio, en medio de segmentaciones tan abismales, donde la sociedad ni se entera de lo que se conoce ya científicamente sobre ella. Por eso se suscribe que el presente ensayo se concibe desde ese mar insondable que es la convivencia cubana actual, con todos sus símbolos, significados y hasta donde la mirada y la voluntad lo permitan. Libre, con todas las resonancias de la palabra, de los moldes, los modos, los gustos y las creencias dominantes de las que abruma tanto no despojarse, siempre y cuando esto resulte posible o imposible, máxime cuando todo lo aprehendido ha ocurrido «en medio de la tormenta […] y aquello que se aprende con ardor se arraiga profundamente» (Luxemburgo, 2015a, p. 7).

De qué manera se aparta una del fuego de la idea y descubre la mesura propicia entre pasión y razón -parafraseando al presbítero cubano Félix Varela(, cuando en un país que aspira a construir el socialismo desde hace más de sesenta años, Rosa sea una proscrita, y los que nos ocupamos de ella, o del levantamiento de otros pensadores excluidos históricamente unos problemáticos -en el mejor de los casos(. ¿Cómo no preocuparse por lo que se dice, en qué momentos, desde qué argumentos y cómo se trasmite sin que se asuste el propio decir? «Conmover es moralizar» (Martí, 1953 a, p. 667). ¿De qué manera recomponemos las honduras de esta mujer tan necesaria, tan desconocida en Cuba?

Cuando en Cartas a Elpidio, el presbítero Félix Varela, elucidaba sobre tales asuntos en su época, cuestionaba e inquiría «[…] ¿Qué quiere decir obediencia pasiva? ¿Obedecer sin pensar? ¿Y qué derecho tiene la política para manejar los pensamientos?» (Varela, 1960, p. 36). La persistencia de tales modelos mentales y conductuales originan inquietud y se experimenta a perpetuidad la sensación de intrusa, de no bienvenida, de «estar siempre en lo mismo», cuando se intenta explicar, ya a pensadores y procesos revolucionarios o socialistas de manera diferente a las aceptadas [«La libertad es siempre y exclusivamente libertad para el que piensa de manera diferente» (Luxemburgo, 2008 a, p. 400)]; ya a la realidad de mi país, o las razones de las versiones de ella con que se supone «operamos» en la cotidianidad en esa edificación de imaginarios macrosociales «convenientes», junto a las «negaciones» fratricidas en que nos sume el des-saber.11 La constante de excluir, invisibilizar, encubrir y negar o acomodar ha estado presente en el pensamiento revolucionario y comunista de todos los tiempos, así como las batallas por revertir esos procesos.

Cuando se plasmaban estas ideas, se recordaba aquello que Luxemburgo en 1908 le decía a Eisner en sus infinitas y aleccionadoras polémicas:

Así que hay suficientes y serios puntos de vista desde los cuales se critica a la cuestión de la Escuela del Partido desde todos lados. Pero la crítica como la de Eisner no es apropiada. Eisner tiene un gran respeto por el conocimiento científico que me asusta. Me temo que, en relación con el conocimiento científico en general y el socialismo científico en particular, a Eisner le sucederá como le sucedió al pobre viejo Klopstock, de quien Lessing escribió las palabras eternas: ¿Quién no alaba a Klopstock? Pero, ¿alguien lo lee? No. Preferimos ser menos magnánimos. Y con más frecuencia leer [Risas]. (Luxemburgo, 1908, s/p)

¿Quién lee y qué se lee del marxismo en Cuba hoy? Son interrogantes que se dejan abiertas a la imaginación y experiencia personal, por sobre el imperativo de su masificación e institucionalización a todos los niveles de enseñanza, en su versión de marxismo-leninismo. En 2014 esta autora volvía a insistir en otro ensayo:

Hasta este momento el análisis se ha centrado en sus obras, esas que pueden encontrarse en cualquier librero amarillando hojas, o botadas e incineradas […] Asimismo, las metamorfosis sufridas hasta hoy por los acomodaticios vicios del manual -no desparecidos en las esencias estrechas que les pueblan( son de sorprendente textura, incluso llegan al ámbito tecnológico. La transición del manual al “libro de texto”, enmascara denominaciones en las que la diferencia a veces radica en que son elaborados por autores cubanos, pero que en su facsímile educativa generan una migración total del sentido de la realidad en los lectores, hasta para explicarse a sí mismos lo que son, lo que está sucediendo en los procesos que le circundan. (Vilá, 2014, pp. 13-14)

Eso ha pasado, pasa aquí y ahora, a de diez años de lo escrito. Qué contenidos conforman los planes de estudio, en particular con una enseñanza masificada a todos los niveles de educación, donde atomización, parametralización e improvisación marcan los rumbos de una visión hegemónica que identifica a todos los pensadores marxistas con una de sus tendencias, el marxismo-leninismo (Gómez & Vilá, 2019). De ahí que todo lo que este presupusiera excluible, como el caso de Luxemburgo, quedaba fuera o como una variante criticable por «revisionista de izquierda», como mucho se ha repetido -se repite( sin asideros válidos.

El tapar a Luxemburgo, como herencia de la masificación del marxismo en Cuba, en su versión soviética de marxismo-leninismo stalinista con sus sucesivos retoques de cosméticos (que ha sido y es la dominante; no la única( matiza con toda su impronta los destinos de la pensadora en la Isla, no solo en materia de educación sino en general. Lo cual no implica que visones similares no aparezcan dentro de otras corrientes de pensamiento, incluso marxistas, en estos momentos como herencias actualizadas y/o renovadas de los escamoteos a que han sido sometida su obra y su vida, y el apremio con acabar con tales posturas reduccionistas que atentan contra lo mejor del legado revolucionario marxista. Con relación a estos procesos de desarme de la esencia del legado de Luxemburgo, y la posibilidad de aprehenderlo en la contemporaneidad, en esa multiplicidad de lecturas sutiles que lo manipulan, Bolívar Echeverría aseveraba:

Pero el mensaje contemporáneo. La discusión entre los nuevos revolucionarios sobre la figura real de Rosa y sobre la actualidad y utilidad de su obra debe primero despejar el camino que puede acercarlos a ellas. Despejarlo de un gran obstáculo, que se ha asentado y consolidado tanto, que no parece tal: la doble figura ficticia de una Rosa “luxemburguista” y, su contrapartida y complemento, una Rosa casi “leninista”. […] La de Rosa Luxemburgo es, pues, una teoría de la revolución comunista que ubica en el centro la espontaneidad revolucionaria de la clase proletaria y su realización mediante la interacción dialéctica entre masas y partidos. Es así una teoría que privilegia la espontaneidad sin ser “espontaneísta”: no porque sea también, en igual medida, “dirigista”, sino porque se halla en un plazo que supera el de la oposición entre “espontaneísmo” y “dirigismo”.

Una Rosa Luxemburgo de perfiles propios, no de los “Ieninistas”-“luxemburguistas” que le adjudicaron, se encuentra en la obra que ella dejó: en el ejemplo de su acción histórica, en los textos de sus discursos, sus propuestas en el partido, sus artículos polémicos o explicativos, sus libros científicos y su correspondencia. Pero llegar a ella requiere aproximarse (más allá del nivel de la preocupación intelectual o del campo de la política coyuntural( al terreno en el que ella vivía verdaderamente: el de la experiencia radical, en todos los ámbitos de la cotidianeidad, de la necesidad de la revolución comunista.12

Por otra parte, cabe preguntarse: ¿cómo se maneja la enseñanza de las figuras?, ¿qué extrañamientos origina el presentarlos casi como a seres de otro mundo o siempre heroicos, intocables en sus «debilidades», conflictuabilidades y errores? Se produce una suerte de encartonamiento o encorsetamiento rígido de las personas y un culto desmedido a sus ideas -claro las seleccionadas a priori(.

Para aproximarse a entender a Rosa Luxemburgo, resulta preciso romper con todas las normas y estrecheces mentales que aprisionan a la imaginación científica; para dar curso al modo en que vibraban sus motivos, a la fuerza y gentileza de sus impulsos, a la pasión, al fuego, a la idea, a la vida. (Vilá, 2020, p. 312)

Una vida que ella absorbía plena, aun y estando en prisión, y que se convirtió en divisa de una de sus despedidas: «Hasta la vida, hasta la próxima carta» (Luxemburgo, 2015d, p. 138). Su «hasta la vida» se multiplicaba en todo, y se proponía en afanosa marcha retenerla en su espíritu libre, por sobre los «barrotes humanos» en los que existía o los interminables encarcelamientos que sufrió. En otro de esos momentos íntimos recapacitaba:

Ahora estoy bien de nuevo, y prometo nunca, nunca más oír al diablo en mi interior. ¿Puede Ud. tomar a mal que yo de vez en cuando sea desdichada, dado que aquello que significa vida y felicidad para mí, siempre tengo que verlo y oírlo desde lejos? (Luxemburgo, 2015c, pp. 129-130)

Así era Rosa: la que insta a recuperarse como mujer en sus interacciones conflictuales, en toda su positividad y negatividad fecundante, en la ternura o el ofuscamiento (Luxemburgo, 1981a, pp. 204-205), en la melancolía u optimismo, porque desde su completud e incompletud siempre confirma: «Me siento en casa en todo el mundo, donde haya nubes, pájaros y lágrimas humanas» (Luxemburgo, 1981b, p. 208); e insiste a su vez, en múltiples ocasiones en sus misivas:

Entonces procura seguir siendo persona. Permanecer persona es lo más importante. Y ello significa ser firmes y claros y alegres, sí alegres a pesar de todos los pesares, ya que el lloriqueo es cosa de los débiles. Ser persona significa arrojarse toda la vida, si es necesario, “a la gran balanza del destino”, pero al mismo tiempo alegrarse por cada día claro y por cada nube hermosa. En fin, yo no sabría escribir recetas de cómo hay que ser persona, solo sé cómo se es, y tú siempre lo sabías, […]. El mundo es tan bello, a pesar de todo el gris, y aún sería más hermoso si no hubiera en él débiles ni cobardes. (Luxemburgo, 1981a, pp. 205-206)

Penetrar mediante el estudio en las honduras de esos intercambios, nos va dando a Rosa y no a la caricatura que nos han intentado presentar, por ejemplo, cuando en diciembre de 1917, desde la prisión de Wronke, le contaba a Sophie Liebknecht:

[…] Pero yo ahora estoy por supuesto enferma, de modo que todo me consterna sobremanera. ¿Sabe usted?, a veces tengo la sensación de que no soy una persona, sino cualquier pájaro u otro animal que ha adquirido forma humana; interiormente me siento en un trocito de jardín como este, o en el campo, entre abejorros y hierba, mucho más en mi ambiente que en un congreso del partido. A usted le puedo decir todo esto: no pensará así de entrada que se trata de traición al socialismo. Usted sabe que yo moriré no obstante en mi puesto: en una batalla callejera o en la cárcel. Pero mi yo más profundo pertenece más a mi carbonero que a mis “camaradas” […] (Luxemburgo, 1981c, p. 229)

La Rosa mujer-enamorada deja un epistolario amplio de sentimientos, sensaciones y complicidades que develan tantas aristas de una personalidad actual, por universal.13 De Rosa Luxemburgo no se escribe aquí como un «a propósito» más «sentimentaloide» por adentrarnos en su vida privada, porque de eso no se ocupan los «científicos serios», o «para hacer catarsis», expresión que se escucha tan a menudo cuando las personas explican en diferentes escenarios, de mayor o menor amplitud, lo que les preocupa a partir de sus vivencias y en las formas que lo sienten. Esa es una insinuación ya de los canales decisorios o del público en general -en sus individualidades concretas( que, por sí mismas, no solo demeritan el contenido de lo expresado, sino a quien la dice con sus gestos y complicidades isleñas simplistas y triviales; con lo cual la crisis existencial se hace más profunda en ese proceso «natural» de coactar al pensamiento y, al decir, cuando todo se ha agotado, cuando la vida se torna una mera apariencia, y en la que solo queda la burocracia como elemento activo (parafraseando a Rosa en la «Revolución Rusa».

Ante esos obstáculos de «comprensibilidad», siempre recuerdo a Luxemburgo y me digo: «No me dejo aplastar […]» (Luxemburgo, 2015e, pp. 143-144); o sus múltiples y acertados análisis acerca de las ilusiones y la realidad en las revoluciones socialistas:

Nosotros mismos, como siempre sucede durante las revoluciones, nos hemos curado de nuestras ilusiones. Existe un procedimiento revolucionario definitivo mediante el cual se libera al pueblo de las ilusiones pero, desgraciadamente, la cura exige sangrías. […] Todas estas cosas poseen una fuerza negativa, y lo que queda de ellas son los retazos y harapos de las ilusiones perdidas. Pero que de la primera fase de la revolución solo queden retazos y harapos es en verdad un gran aporte a la causa del proletariado porque nada hay más dañino que una ilusión, a la vez que nada sirve tanto a la causa revolucionaria como la verdad desnuda. (Luxemburgo, 1919, s. p.)

Ese contender perpetuo con argumentos ante oídos sordos y/o acostumbrados a unos únicos compases que les han «enseñado», por la «autoridad/es que se los ha enseñado», que casi se ha integrado al ADN, lo asumió Rosa a lo largo de su vida, y nunca se dejó reducir o humillar en momentos clave de su existencia y de su creación científica. Cuando se publicó su obra La Acumulación del Capital, en 1913,14 las críticas fueron considerablemente virulentas y baladíes,15 como acostumbran a comportarse los absolutos dominantes y las medianías segundonas -que no necesitan estudiar nada más( ante las interrogantes históricas que las dinámicas sociales imponen y de las que rehúyen por ineptitud o por conveniencia. En esas circunstancias concretas, de necesario desarrollo teórico-marxista, los «críticos» de Rosa se mantuvieron alejando la reflexión de lo esencial y negando toda validez al libro que ni habían leído, porque no podían comprenderlo, porque no lo necesitaban para sus sapiencias infinitas, conductas estás que se mantienen hasta hoy cual ciclos recurrentes ya en las revoluciones socialistas acontecidas. Sucintamente, lo que eludían en aquellos momentos eran las correlaciones primordiales que acarreaban a la lucha revolucionaria la fase imperialista, la guerra y el militarismo. En su Anticrítica de 1915, Luxemburgo describió lo que aconteció y dejó, además de ciencia, una pieza de narrativa literaria de increíble validez:

[…] la publicación de mi libro ha aparecido enlazada con episodios que hay que calificar, por lo menos, de desusados. La “crítica” de La Acumulación [del capital] publicada en el Vorwarts el 16 de febrero de 1913 es, por su tono y contenido, algo verdaderamente extraño, aun para lectores poco versados en la materia. Tanto más extraño cuanto que la obra criticada encierra un carácter puramente teórico, no polemiza contra ninguno de los marxistas vivos y se mantiene dentro de la más estricta objetividad. Pero si eso no fuese bastante, se inició una especie de acción judicial contra cuantos se atrevieron a emitir una opinión favorable acerca del libro, acción en la que el citado órgano central en la prensa -en la cual no habría, además, ni dos redactores que hubiesen leído mi libro( se distinguió por su fogoso celo. Y presenciábamos un acontecimiento sin precedentes y bastante cómico, además: le redacción en pleno de un periódico político, se puso en pie para emitir un fallo colectivo acerca de una obra puramente teórica y consagrada a un problema no poco complicado de ciencia abstracta, negando toda competencia en materia de economía política a hombres como Franz Mehring y K. Kautski, para considerar como “entendidos” solamente a aquellos que echaban por tierra el libro. Que yo recuerde, ninguna publicación de las del partido había disfrutado jamás de este trato desde que el partido existe, y no son maravillas, por cierto, todo lo que vienen publicando, desde hace algunos años, las editoriales socialdemócratas. Lo insólito de todo esto revela bien a las claras que mi obra ha tocado en lo vivo a ciertos sentimientos apasionados que no son precisamente la “ciencia pura”. (Luxemburgo, 1970, pp. 415-416)

Cuando Rosa recordaba, en 1917, el proceso de creación de La Acumulación del Capital, jamás evocaba los desplantes, los maltratos a su desempeño autoral y personal, todo lo que tuvo que recorrer en cuanto a empeños para hacerse entender y demostrar los intereses y ausencias «científicas» de sus detractores. Lo que quedaba en su memoria y en su espíritu era el placer de haberlo escrito, la sorpresa en el aprendizaje, la porfía en sentarse una y otra vez, para encontrar la palabra precisa ante los nuevos desafíos que la época imperialista le deparaba y para los cuales tenía que estar preparada.16 El entusiasmo febril y la felicidad en plenitud abanicaban esperanzas para sus ya encanecidos cabellos.17 En ese recorrer avatares insospechados de las obras creadas a lo largo de la vida de Luxemburgo, que no fue en una ocasión sino en innumerables, se encuentra que lo que queda en su espíritu, lo primero que aflora en sus recuerdos, es el vivificante proceso de creación; y, al mismo tiempo, la disolución casi por encanto -no olvido( de los tragos amargos que le hicieron pasar en un ordenamiento social enfermo y raído en sus díscolos aturdimientos ante la condición humana. Esa satisfacción la explayaba nítidamente en Carta a Hans Diefenbach desde la cárcel de Wronke, fechada el 12 de mayo de 1917:

[…] La época en la que escribí “La acumulación” es una de las más felices de mi vida. Vivía como embriagada, día y noche no veía ni escuchaba otra cosa que no fuera este problema que se iba desarrollando con tanta belleza ante mis ojos. No sé qué es lo que me producía mayor alegría: el proceso del pensamiento, cuando una cuestión enmarañada no dejaba de dar vueltas por la habitación, o la redacción, el momento de darle, pluma en mano, forma literaria […] ¿Sabe que en aquel entonces escribí los 30 pliegos de un tirón, en 4 meses (cosa inaudita( y que lo entregué a la imprenta sin siquiera repasar el manuscrito una sola vez? (Fundación Rosa Luxemburgo, 2009, p. 13)

La constante usurpación y colonización del espacio de la ciudadanía y del ejercicio libre del criterio propio, trátese de la izquierda o la derecha, si ambas denominaciones pueden esclarecer en algo conductas políticas similares en universos políticos cambiantes, siempre nos hace recordar aquello de lo que Martí se lamentaba con gran acierto: «[…] No gusto yo de los hombres hipócritamente humildes […]. Siempre es desgracia para la libertad que la libertad sea un partido» (Martí, 1953b, p. 882), o un concierto de ellos; asociado a la inconmensurabilidad del poder de que disfruta/n o se arroga/n la oportunidad de romper con esta cadena histórica de sujeciones pasa por la escuela de la misma vida pública, por la democracia y opinión pública más ilimitadas y amplias (en palabras de Luxemburgo(, y por la posibilidad de impedir los golpes de mordazas y derrocar a los amordazadores vengan de donde vengan, hasta de dentro de las filas emancipadoras y sus convicciones «libertarias»:

Un pueblo no se funda, general, como se manda un campamento; […] en la que nadie puede poner pensamiento ni obra sin cometer profanación, y la cual ha de dejarse, si se la quiere ayudar, servil y eternamente en sus manos. No. […] pretender sofocar el pensamiento, aun antes de verse como se verán Uds. mañana, al frente de un pueblo entusiasmado y agradecido, con todos los arreos de la victoria. La patria no es de nadie: y si es de alguien, será, y esto solo en espíritu, de quien la sirva con mayor desprendimiento e inteligencia. (Martí, 1953c, pp. 78-79)

Por tanto, para instituir el futuro desde un aquí y un hoy, es imprescindible evaluar el pasado y el presente con meridiana lucidez, para que las ficciones con que se vende el futuro no nublen las miradas, abduzcan el espíritu por siempre y conduzcan a un apaga fuegos perpetuos por la vida. La verdad, por difícil apresar que parezca, siempre sonríe o frunce el ceño desde cualquier rincón en que se aspire a ocultarla; y asume con singular agudeza su ropaje de fantasma torturador cuando se le encierra dentro de nuestras conciencias, el peor lugar donde puede enclaustrarse. Ante circunstancias e ideas similares a las que nos ocupan, en esas recurrencias cíclicas de problemas que tanto agobian y/o saturan, Rosa, en un intercambio epistolar con Sophie Liebknecht le respondía:

Sonjuschka, usted siente una gran amargura por mi larga prisión y se pregunta: ¿Cómo es posible que unas personas puedan decidir sobre otras? ¿Qué sentido tiene todo esto? Perdóneme, querida, pero al leerlo tuve que soltar una sonora carcajada […] toda la historia cultural de la Humanidad, la cual según los cálculos más modestos dura ya varias decenas de miles de años, se basa en la “decisión de unas personas sobre otras”, algo que tiene profundas raíces en las condiciones de vida materiales. Se pregunta ¿por qué? pero esta no es una cuestión válida para la totalidad de la vida y sus formas. (Luxemburgo, 1981d, pp.230-231)

El pensar estos cardinales asuntos, a partir de las alertas tempranas de Luxemburgo que se han ido examinando, tanto en la experiencia soviética, en el extinto bloque socialista, así como en la nuestra no resulta festinado, ya que un buen número investigaciones que se han ido publicando (publican( sobre nuestra realidad nacional e internacionalmente -se conozcan o ya ni importe conocerlas, según sea el caso(, enfatizan recurrentemente que en Cuba:

Se describe una sociedad poco participativa, aunque sus ciudadanos respondan a movilizaciones; esto describe participaciones verticales, de arriba hacia abajo. Estilos de comunicación autocráticos y poca posibilidad de innovación. Sensación de escaso poder en la toma de decisiones, incluso en dirigentes. Depósito de la posibilidad y responsabilidad transformativa en el Estado. Crisis de las organizaciones de masas por la poca representatividad de sus líderes y el desempeño de sus funciones para las que fueron creadas. Descreimiento en la política, no tanto por los jóvenes, que la sienten presentes en sus vidas cotidianas. Aun así, consideran que es irrelevante para la reproducción de la vida, o que, en todo caso, es restrictiva, sin potencial ni posibilidades de transformación. Presencias de varias culturas políticas.18

Por sí solos, estos estudios comparativos en los tiempos, que conectan polémicas históricas marxistas, y los estudios actuales sobre nuestra realidad, marcan pautas para invitar a volver sobre Rosa Luxemburgo, y la diversidad de marxistas y no marxistas que aún desconocemos, los cuales arguyeron acerca de las causales de estos problemas, y sin los que la continuidad analítica se pierde en ese explicarnos el hoy desde sus raíces históricas, en ese hacernos y rehacernos a perpetuidad, que no puede faltar.

Por lo que el método de Rosa Luxemburgo, marxista por antonomasia, ha ido aportando análisis críticos puestos en función de una memoria histórica activa que prevé, que enseña a prevenir para no repetir errores en este reorganizar la vida; la cual se puede vaciar de contenidos y, en consecuencia, de significados válidos de no ser consecuentes con los compromisos sociales e individuales reales, máxime por las innegables influencias que aún persisten en ese proceder que se dice nuevo o diferente al capitalismo, incluso en Cuba, y en el que aún, no afloras esas diferencias consustanciales que lo cualifican en su novedad alternativa.

Puntualicemos, la cualidad, la construcción social de lo que se dice diferente, de calidad nueva -socialista marxista como en este caso(, como comprensión de lo alternativo que va negando en su consumación a las añejas relaciones excluyentes capitalistas, sigue rondando el debate en el cómo estar siendo y haciéndolo hoy en el mundo y en Cuba; aspecto este, en el que tanto han insistido el pensamiento y la praxis marxista. Para precisar tal asunto, en medio de una burocratización y dogmatización extrema del partido socialdemócrata alemán, Rosa explicaba: «El secreto del cambio histórico mediante la utilización del poder político reside precisamente en la transformación de la simple modificación cuantitativa en una nueva cualidad o, más concretamente, en el pasaje de un período histórico de una forma dada de sociedad a otra» (Luxemburgo, 2008b, p. 84), que no repita desde nuevos mantos añejas formas de sujeción, de exclusión, como si no supiéramos que se tienen que hacer de otra manera o a la larga, en su esencia, siempre será lo mismo; se comprenda o no.

El mecanismo de interacciones sociales presentes en un tránsito que está siendo y haciéndose reemplazando al capitalismo, precisa de cambios activos acordes con las conexiones orgánicas innovadoras en ascenso de lo que se propone, desde un vadear inteligentemente todas las zancadillas que las fuerzas opuestas al proceso generan desde dentro y fuera; pero, a su vez, evitar desde lo que se debe pluralmente potenciar a saber: una dinámica reorganizadora propia para que la estática y la reproducción simple de la aspiración redentora no autocoloque sus propias zancadillas y caiga por su propio peso, o se mantenga declarando que es, lo que ni siquiera se aproxima a ser, desde las esencias que han de afianzarse a escala social e individual para evidenciar la condición de proyecto alternativo humano, constatable en el ser humano concreto. «[…] El único sol curativo y purificador es la revolución misma y su principio renovador, la vida espiritual, la actividad y la iniciativa de las masas que surgen con aquella y se conforman en la más amplia libertad política»,19 en una toma de decisiones realmente heterogénea en lo local/nacional, en el ejercicio bajo el control social -que proponía Rosa( de los liderazgos y administraciones por parte de la sociedad toda.

Las causales que hacen que persistan y se amplíen las desigualdades sociales en la experiencia cubana, se encuentran, entre otras razones, en que durante mucho tiempo fue negada su existencia -dónde cabe entonces la «más amplia libertad política» que ha de caracterizar al socialismo según el marxismo(. Estas se comenzaron a asumir y reiteradamente explicar, en la década de los noventa del siglo pasado, porque antes de eso -literalmente( no se podía hablar del asunto «por inexistente».20 Con lo cual se perdieron matices imprescindibles de ellas en la génesis y el desarrollo de las peculiaridades propias de la llamada construcción socialista cubana; vinculadas a no dudar, por las condiciones de que partía el país, pero con un consiguiente ahondamiento de estos problemas a partir de medidas asumidas por la dirección política de la revolución, y la ausencia de seguimiento científico y social de estas.21 Razones por las cuales persisten y se han ampliado, entre otras: la pobreza, la reestratificación social, las desigualdades -aunque los marxistas «[…] siempre hemos denunciado el duro contenido de desigualdad social y la falta de libertad que se esconde bajo la dulce cobertura de la igualdad y la libertad formales» (Luxemburgo, 2008a, p. 404).

En tal sentido, María del Carmen Zabala (2015), explicaba:

Como parte de los estudios de heterogenización social y la desigualdad social en Cuba […] destacan como brechas de equidad más relevantes que afectan a grupos específicos: las raciales, de género, territoriales (locales/comunitarias), las que afectan a la tercera edad, niños jóvenes. Asimismo, identifican como brechas existentes en áreas específicas: participación ciudadana en la toma de decisiones, acceso a la vivienda y hábitat confortable, limitaciones para el acceso a servicios públicos y amparos, empleo/ingresos y consumo cultural. […] A pesar de los avances experimentados en la equidad social, factores de disímil naturaleza reproducen, regeneran o hacen emerger desigualdades y brechas de equidad que suponen tanto deudas acumuladas, así como retos actuales y perspectivos para la sociedad cubana; así como los factores que producen y reproducen tales brechas de equidad, explicación que articula procesos, fenómenos y niveles disimiles; históricos y coyunturales, materiales, culturales, subjetivos y simbólicos, macrosociales y microsociales. (p. 7)

El esclarecimiento de lo diferenciante, desenajenante, como opción de creación gradual y múltiple, que niega el cordón umbilical de la ley del valor y los fetiches de sujeciones que armonizan su preeminencia, resultan de esencial valía en cuanto a estrategia y a deslinde científico-metodológico de lo que debe entenderse -aproximadamente y no vagamente- cuando se habla de construir una alternativa plural e inclusiva al capitalismo y se apellida socialista marxista.22 Porque los lobos hoy en nuestra realidad se hacen más voraces, ya que, lo queramos o no, la ley del valor impera burlando siniestra y cínicamente los grandes eslóganes históricos como la educación y la salud gratuita. Esencialmente a causa de que: «el socialismo no es, precisamente, un problema de cuchillo y tenedor, sino un movimiento de cultura» (Luxemburgo, 1916, s. p.) de inter/retro/acciones totalizadoras contextuales en lo global/local y no de áreas o fragmentos de ellas a la hora de asumir «soluciones» cual brújulas sin imán y sin consistencia teórica ni de lo que se dice somos. Hace falta volver a Rosa Luxemburgo o no; probablemente apremie volver sobre todo el panteón de los marxistas, los no marxistas y el egregio del pensamiento cubano de todos los tiempos.

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Notas

11 Todo parece indicar que el inventario de «equivocaciones» de Luxemburgo que se enumeran y repiten hasta hoy, sin análisis conectivo en cuanto a épocas y procesos que acontecieron y acontecen, tiene por origen y continuidad: “Notas de un Publicista” (Lenin, 1977 a, p. 261).

22 «Rosa Luxemburgo formuló críticas muy severas y fundamentalmente incorrectas a la política bolchevique en 1918, desde su celda en la cárcel. Pero incluso en este, su trabajo más equivocado, se ven las alas del águila (p. 462). […] Si se consideraran los desacuerdos entre Lenin y Rosa Luxemburgo en su totalidad, no cabe duda de que la historia está incondicionalmente de parte de Lenin. Lo cual no significa que en determinadas épocas y en torno a ciertos problemas Rosa Luxemburgo no haya tenido razón contra Lenin (p. 458). […] Sí, Stalin tiene sobrados motivos para odiar a Rosa Luxemburgo. Pero tanto más imperioso es nuestro deber de cuidar la memoria de Rosa de las calumnias de Stalin, […] y pasar esta imagen verdaderamente hermosa, heroica y trágica a las generaciones jóvenes del proletariado, para que la conozcan en toda su grandeza y fuerza inspiradora (p. 462)» (Trotsky, 2008).

33 «Mehring tiene harta razón cuando dice que Luxemburgo era la más genial discípula de Carlos Marx» (Zetkin, 1919, s. p). Y Lukács destaca: «Marx define claramente, ya a comienzos de los años cincuenta, lo esencial de la revolución proletaria. […] Y entonces Rosa Luxemburgo, su discípula autónoma, genial y fiel, le sigue en esta definición: la revolución proletaria no puede terminar con la toma del poder de estado, momentánea y lograda, sino que es un proceso largo y doloroso, lleno de altibajos. […] La propia Rosa Luxemburgo era un gigante del pensamiento porque no solo presentaba, con instinto certero, los peligros que encerraba el oportunismo, sino que también analizó, con un profundo conocimiento marxista, todo acontecimiento del presente: ella fue la primera en ver, con una clarividencia profética, lo esencial de la historia, y todo lo que se desprende de este conocimiento para las acciones del proletariado. […] ella fue la que descubrió la primera y única arma eficaz a emplear contra los peligros del imperialismo: los movimientos de masas revolucionarios» (Lukács, 2014, pp. 138 y 131, en orden de aparición)

44 Y explica: «Ella fue el profeta por excelencia de la revolución no institucionalizada. Rosa predicó la primacía de la acción y la relación entre una situación revolucionaria y la participación de las masas crecientes del `proletariado´. […] Ella supo mejor que nadie qué tan cercana debe ser la relación entre la consigna personal y la acción, entre la acción y la conciencia de clase, entre la conciencia de clase y la revolución. […] La diferencia es la que existe entre la revolución social, por un lado, y los experimentos paramilitares de fuerza, por el otro» [entrecomillas original] (Nettl, 1974, pp. 18 y 16-17, en orden de aparición).

55 Véanse, ensayos que he publicado en esta revista con relación al tema: 2014, FLACSO vol. 2, no. 1, pp. 10-22; 2015, FLACSO, vol. 3, no. 3, pp. 74-96; 2018, FLACSO, vol. 6, no. 1, pp. 198-219; 2019, FLACSO, vol. 7, no. 2; 2020, FLACSO, vol. 8, no. 2, pp. 311-335.

66 «Mucho antes que Lenin, Rosa Luxemburgo comprendió el carácter retardatorio de los aparatos partidista y sindical osificados y comenzó a luchar contra los mismos. En la medida en que contó con la agudización inevitable de los conflictos de clase, siempre predijo con certeza la aparición elemental independiente de las masas contra la voluntad y contra la línea del oficialismo. En este amplio sentido histórico, está comprobado que Rosa tenía razón. Porque la revolución de 1918 fue “espontánea”, es decir, las masas la llevaron a cabo contra todas las previsiones y precauciones del oficialismo partidario. […] La misma Rosa nunca se encerró en la mera teoría de la espontaneidad, […] Era demasiado realista, en el sentido revolucionario, como para desarrollar los elementos de la teoría de la espontaneidad hasta convertirla en un sistema metafísico consumado» [énfasis de la autora] (Trotsky, 2014, pp. 458-459)

77 «[…] Marx no es solo un científico, sino también un hombre de acción […] es un historiador, un intérprete de los documentos del pasado, pero de todos los documentos, […] Este era el defecto intrínseco a las historias, a las investigaciones acerca de los acaecimientos humanos: el no examinar ni tener en cuenta más que una parte de los documentos. Y esa parte se escogía no por la voluntad histórica, por el prejuicio partidista, que lo sigue siendo inconsciente y de buena fe. Las investigaciones no tenían como objetivo la verdad, la exactitud, la reconstrucción integra de la vida, del pasado, sino la acentuación de una determinada actividad, la valoración de una tesis apriorística» (Gramsci, 1973, pp. 37-38).

88 «En su actitud teórica, la metafísica y el dogmatismo se combinaban curiosamente con el positivismo. Esta suma teórica presentada como concepción del mundo y ciencia de las ciencias podía tener aspectos atractivos para lectores noveles, quizás porque la razón parecía afirmar la fe. Para los convencidos, incluidos algunos muy cultos, era dogma intangible, y por tanto no discutible. […] Lo cierto es que el empobrecimiento y la dogmatización del pensamiento social se agravaron y se consolidaron en el curso de aquella década de los setenta, y los cambios positivos en el campo cultural, […] no cambiaron su situación» (Martínez, 2010, pp. 21-22 y 43).

99 «Quiero empezar recordando que una reflexión colectiva en torno a esta figura no resulta fácil entre nosotros, y ello por algo muy simple: es casi una perfecta desconocida en nuestro ambiente intelectual. Ella clasifica entre esas figuras del marxismo que he denominado `incomodas´. […] demasiado hereje como para que los déspotas no ilustrados del socialismo cuartelario allende el Elba hubieran podido exhibirla demasiado. […] Podemos hacer una afirmación amarga: para casi todos los cubanos por debajo de los 40 años, la figura de la polaco-alemana Rosa Luxemburgo es una referencia tan exótica y distante» (Acanda, 2001, p. 70).

1010 «[…] analizamos en este artículo aquellos relacionados con las desigualdades sociales y la pobreza, y con la política social para hacerles frente, acercándonos a quienes están `en el fondo del caldero´. […] Para actuar sobre un área de la realidad social es preciso primero visibilizarla y entenderla como un tema de interés público, objeto de políticas sociales. Esa visibilización pasa por una conceptualización, por un `nombrar las cosas´, el paso inicial de la actuación. […] Esta dificultad para visualizar y hacer explícitas en todos sus matices e intensidades las situaciones de desventaja social realmente existentes en nuestra sociedad, se configura como la primera limitación de la actual reforma para dar cuenta de uno de los más importantes retos de la política social que la acompaña» (Espina, 2013, s. p.).

1111 «Las nuevas medidas actúan ahora sobre un escenario ya con un grado de desigualdad precedente mucho mayor comparativamente y con una franja de pobreza que se ha hecho resistente y difícil de remover. El coeficiente Gini pasó de 0,24 a mediados de los ochenta a un valor de 0,38 en los 2000 y en la actualidad se estima en 0,40. Atendiendo a la pobreza de ingresos y necesidades básicas insatisfechas, la población urbana bajo esta condición aumentó de 6,3 %en 1988, a 20 %, hacia 2000, lo que indica la estructuración de mecanismos distributivos excluyentes que, a diferencia de los años ochenta, aparecen desde el nivel de la satisfacción básica» (Espina, 2015, p. 208).

1212 Mayores profundizaciones alcanza cuando describe: […] Se trata a primera vista de un aparato correctivo, destinado a rescatar pa ra el lector las partes válidas, no desechadas por la historia, de lo que Rosa dijo y escribió y a rechazar sus partes erróneas e incluso nocivas, sus partes contaminadas de «luxemburguismo». Pero es en realidad un dispositivo compuesto para promover una suplantación; para desviar al lector en dirección a una Rosa Luxemburgo artificial, cerrándole así el paso, sin que él pueda darse cuenta, hacia la Rosa Luxemburgo de verdad. […] Son mitificaciones construidas, al igual que ésta, mediante la traducción (necesariamente deformadora( de lo que es problematizado por Rosa en el plano altamente complejo de la ciencia crítico-revolucionaria del marxismo a los términos de un conjunto de afirmaciones dirigidas elemental y desesperadamente a la apología del detenimiento de una revolución (Echeverría, 2013, pp. 18 y 25-26, en orden de aparición). En la cita 9 de la página 18 de dicho prólogo, Bolívar Echeverría adiciona otra coincidencia de enfoque sobre lo que venimos insistiendo: «La dualidad de esta imagen de "Rosa Luxemburgo” suele presentarse encubierta bajo otra: su vida correcta (“leninista”) frente a su pensamiento errado (“luxemburguista”)».

1313 «Me siento triste y a la vez experimento un gran bienestar en el alma, porque me gusta este tiempo tan tranquilo, pleno de sol. Lástima que me incita más bien a soñar que a trabajar. Dziodzio, ¡apúrate! Seguramente no vendrás tampoco el miércoles. […] Si tú no llegas el miércoles, correré con el primer tren a Ginebra. ¡Ya verás!» (Luxemburgo, 2015f, p. 20). «No, no puedo seguir trabajando. Permanentemente los pensamientos me llevan a ti. Debo escribirte algunas palabras: Queridísimo Leo, tú ahora no estás conmigo y toda mi alma está impregnada de ti. Ella te abraza. Seguramente te parecerá inconcebible, incluso cómico que te escriba esta carta, ya que vivimos a diez pasos uno del otro. Nos vemos tres veces por día -por otra parte, solo soy tu mujer- ¿y para qué todo este romanticismo de ponerse de noche a escribir cartas al marido? Ah, mi adorado, aunque todo el mundo lo considere cómico ¡tú no!» (Luxemburgo, 2015g, p. 23).

1414 De dicha obra, Paul, Sweezy, en la edición cubana, ha expresado: «La acumulación del Capital es la obra notable de una gran revolucionaria. Aun hoy podemos aprender mucho de ella, de sus exploraciones a través de la historia del pensamiento económico, de su apasionada descripción de la naturaleza y los métodos del imperialismo, de su indómito espíritu marxista, y también, desde luego, de sus equivocaciones» (Sweezy, 1970, p. 529). También, en el Prólogo a la edición cubana por Joan Robinson, se constata: «La edición cubana de La acumulación del Capital llegará a una parte de los pueblos para los que es de relevancia e importancia el diagnóstico del imperialismo formulado por Rosa Luxemburgo. Demasiado olvidado hasta el presente, su elaboración del pensamiento marxista interpreta la expansión del capitalismo durante el siglo xix […]. Pero los economistas académicos demuestran la inteligencia inútil de los sabios con retraso. Con todas sus confusiones y exageraciones, este libro demuestra mayor presciencia que la que pudiera alegar cualquier contemporáneo ortodoxo». (Robinson, 1970, pp. VII, VIII y XXIV)

1515 Una caracterización de lo sucedido hecha por Paul Frölich, destaca: «A pesar del brillo literario, los capítulos puramente teóricos del libro plantean al lector un importante esfuerzo intelectual, pues le exigen el dominio de la Economía Nacional en general, y en especial de la marxista. Solo Franz Mehring y Julian Marchlewski reconocieron, ambos con gran entusiasmo, en esta obra el dominio de la teoría marxista. Pero todo un tropel de escogidos y no escogidos criticaron duramente “La acumulación”. En algunos casos la crítica quedaba reducida a burda degradación» (Fundación Rosa Luxemburgo, 2009, p. 13).

1616 «[…] sin duda alguna, Rosa Luxemburgo ocupa un alto lugar: ni más ni menos debe ser reconocida como la autora fundadora de la primera lectura poderosa del magnum opus de Marx. […] Rosa Luxemburgo fue la fundadora del marxismo crítico que abrió la lectura de El Capital que posiciona justo esa ley como uno de sus fundamentos vitales. […] fue a Rosa Luxemburgo, no a Lenin -que se encontraba en un país económicamente atrasado, Rusia-, a quien correspondió la tarea de leer El Capital demostrando que la Teoría de la Crisis y la Teoría del Derrumbe constituyen el “núcleo revolucionario del marxismo”. […] Manteniendo la centralidad del capital industrial al cuestionar la mundialización capitalista, fue justo ella quien inauguró para la historia del marxismo clásico la crítica a la relación entre capitalismo y militarización y, más aún, a la historia por venir del siglo xx a partir de la herencia de la encrucijada con la que Marx había impugnado la dinámica de largo plazo de la modernidad capitalista: la encrucijada Socialismo o Barbarie. […] Debe decirse que el desafío que ella lanzó para el marxismo crítico, el reto de repensar la relación entre capitalismo y precapitalismo, no solo tuvo que ver con explorar el funcionamiento de la acumulación del capital: fue la heredera de Marx pionera en indagar la contribución que las formas de autogestión precapitalistas podrían desarrollar para la revolución internacional socialista» (Arizmendi, 2014, pp. 38, 40, 41-43, 45 y 53, en orden de aparición).

177 «[…] La estancia allí de un mes y medio (cárcel policial de Alexander Platz) ha dejado sobre mi cabeza cabellos grises y fisuras en mis nervios, son cosas de las que nunca me repondré…» (Luxemburgo, 2015 b, p.122). Y en otra de agosto de ese año le refería: «[…] Aquí hago la vida de un prisionero. Estoy encerrada día y noche en mi celda y solo puedo ver enfrente la cárcel de hombres. […] Pero la alegría volverá porque soy portadora de ella en cantidades inagotables» (Luxemburgo, 2015 d, p. 135-136).

188 Consúltese: Pañellas, Echevarría & Lara (2015, p. 253). Véase en el mismo libro: Torres, A. & Ortega, D. (2014). “De lo posible y lo necesario. Informe sobre culturas políticas en Cuba”. Informe de Investigación. La Habana: Instituto Cubano de Investigación Cultural “Juan Marinello”. De gran interés para cualquier valoración sobre los transcursos socialistas en Cuba y las perspectivas que se diseñan/en, sería el observar -entre otros( las constantes migraciones y el envejecimiento poblacional real: «La experiencia cubana demuestra que la emigración no puede ser contenida mediante medidas restrictivas que tienen, a su vez, efectos políticos muy negativos hacia lo interno de la sociedad y las relaciones exteriores del país. La solución a la problemática migratoria hay que buscarla en la adopción de estrategias que potencien el desarrollo económico de la nación y atenúen sus efectos más negativos» (Aja, Rodríguez, Orosa & Albizu-Campos, 2018, pp. 47 y 56, en orden de aparición).

199 Véase: Luxemburgo (2008 a, p. 403). Entre las pp. 404-405 puntualiza: «El error básico de la teoría Lenin-Trotsky es que ellos también, igual que Kautsky, oponen la dictadura a la democracia. `Dictadura o democracia´, es como plantean la cuestión tanto los bolcheviques como Kautsky. Este se decide naturalmente en favor de `la democracia´, es decir de la democracia burguesa, precisamente porque la opone a la alternativa de la revolución socialista oponiéndola a la democracia, y por lo tanto, a favor de la dictadura. Lenin y Trotsky, por otro lado, se deciden a favor de la dictadura de un puñado de personas, es decir de la dictadura según el modelo burgués. Son dos polos opuestos, ambos igualmente distantes de una genuina política socialista. El proletariado, cuando toma el poder, no puede nunca seguir el buen consejo que la da Kautsky, con el pretexto de `la inmadurez del país´, de renunciar a la revolución socialista y dedicarse a la democracia. No puede seguir este consejo sin traicionarse a sí mismo, a la Internacional y a la revolución. Debería y debe encarar inmediatamente medidas socialistas, de la manera más enérgica, inflexible y firme, en otras palabras ejercer una dictadura, pero una dictadura de la clase, no de un partido o una camarilla. Dictadura de la clase significa, en el sentido más amplio del término, la participación más activa e ilimitada posible de la masa popular, la democracia sin límites. `Nunca fuimos adoradores fetichistas de la democracia formal´».

2020 «Tanto la tendencia hacia una distribución más equitativa de las riquezas entre la población, en favor de los sectores más pobres, como los importantes logros obtenidos en el desarrollo social, […] sustentaron la tesis sobre la erradicación de la pobreza en Cuba. […] El consenso en torno a ella limitó los estudios sobre el tema durante varios años, hasta que se configura un nuevo contexto durante la crisis económica de los noventa. […] Sin embargo, esta situación, aunque acentuada durante la crisis económica, tiene antecedentes más tempranos. Diferentes investigaciones sociológicas realizadas a partir de la década de 1980 -específicamente 1989( han focalizado esta problemática y han identificado las peculiaridades que en el orden socioeconómico, demográfico, cultural y de modo de vida, caracterizan a estos sectores con menos recursos» (Zabala, 2010, pp. 81y 85).

2121 «Muchos errores se cometieron en la parte administrativa del ejecutivo (analizaba el Che- enormes fallas se cometieron por parte de los nuevos administradores de empresas que tenían responsabilidades demasiado grandes en sus manos y grandes y costosos errores cometidos también en el aparato político que, poco a poco, fue cayendo en una tranquila y placentera burocracia, identificando casi como trampolín para ascensos y para cargos burocráticos de mayor o menor cuantía, desligados totalmente de las masas» (Guevara, 1985, p. 440).

2222 En el capitalismo se pueden ver algunos fenómenos de este tipo cuando aparecen políticos capaces de lograr la movilización popular, pero si no se trata de un auténtico movimiento social, en cuyo caso no es lícito hablar de capitalismo, el movimiento vivirá lo que la vida de quien lo impulse o hasta el fin de las ilusiones populares, impuesto por el rigor de la sociedad capitalista. En esta, el hombre está dirigido por un frío ordenamiento que, habitualmente, escapa al dominio de su comprensión. El ejemplar humano, enajenado, tiene un invisible cordón umbilical, que le liga a la sociedad en su conjunto: la ley del valor. Ella actúa en todos los aspectos de su vida, va modelando su camino y su destino […] además, es una carrera de lobos: solamente se puede llegar sobre el fracaso de otros (Guevara, 1988, p. 6, énfasis de la autora).

Recibido: 10 de Junio de 2021; Aprobado: 19 de Mayo de 2022

*Autor para correspondencia dvila@ffh.uh.cu

La autora declara que no existe conflictos de intereses

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