SciELO - Scientific Electronic Library Online

 
vol.7 número15Una profesión a debate: virtudes y fisuras del periodismo cubano en el contexto de la Actualización del Modelo Económico índice de autoresíndice de assuntospesquisa de artigos
Home Pagelista alfabética de periódicos  

Serviços Personalizados

Journal

Artigo

Indicadores

  • Não possue artigos citadosCitado por SciELO

Links relacionados

  • Não possue artigos similaresSimilares em SciELO

Compartilhar


Alcance

versão On-line ISSN 2411-9970

ARCIC vol.7 no.15 La Habana jan.-abr. 2018

 

PANEL DE DISCUSIÓN

 

Formación y desarrollo profesional

 

Training and profesional development

 

 

Dra. Gloria Ponjuan DanteI, Dailene Dovale de la CruzII

IFacultad de Comunicación. Universidad de La Habana, Cuba. Correo electrónico: gponjuan@infomed.sld.cu
IITrabajo editorial. Estudiante de cuarto año de Periodismo. Facultad de Comunicación. Universidad de La Habana, Cuba.

 

 


RESUMEN

La formación y desarrollo profesional de los egresados de las carreras relacionadas con la Comunicación y la Información, son objeto de continuas tensiones y polémicas, en tiempos en los que esos entornos profesionales se caracterizan por frecuentes integraciones de saberes y prácticas. Este panel analiza las diferentes maneras de entender, planificar, articular y construir esas carreras para un mercado laboral cada vez más complejo, cambiante y exigente. De igual forma, pretende buscar puntos de contacto entre las experiencias formativas de distintos centros iberoamericanos. La discusión propicia un acercamiento desprejuiciado al tema y alerta en torno a los desafíos fundamentales de la formación en estos campos.

Palabras Clave: Formación; desarrollo profesional; mercado laboral; comunicación; información.


ABSTRACT

The training and professional development of graduates of careers related to Communication and Information, are the subject of continuous tensions and controversies, in times in which these professional environments are characterized by frequent integrations of knowledge and practices. This panel analyzes the different ways of understanding, planning, articulating and building those careers for an increasingly complex, changing and demanding labor market. Similarly, it seeks to find points of contact between the training experiences of different Ibero-American centers. The discussion fosters an unprejudiced approach to the issue and warns about the fundamental challenges of training in these fields.

Keywords: Training; professional development; labor market; communication; information.


 

 

Moderadora:

Dra. C. Gloria Ponjuan Dante: Profesora de la Facultad de Comunicación de la Universidad de La Habana, Cuba.

Panelistas:

·      Dr. C. Gabriel Kaplún:Profesor adjunto de la Licenciatura en Ciencias de la Comunicación de la Universidad de la República de Uruguay.

·      Dr. C. Carlos A. Ávila Araújo:Docente e investigador de la Escuela de Ciencias de la Información de la Universidade Federal de Minas Gerais, Brasil.

·      Dra. C. Maribel Acosta Damas:Presidenta de la Comisión Nacional de Carrera de Periodismo en Cuba.

·      Dr. C. Carlos A. Scolari:Catedrático de la Universidad Pompeu Fabra, España.

·      Dr. C. Radamés Linares Columbié: Presidente de la Comisión Nacional de Carrera de Ciencias de la Información en Cuba.

Descripción general del panel:

  • Se analizan las principales tensiones en la confección y actualización de planes de estudios, como la relación entre teoría y práctica, la duración y contenido de los programas en pregrado y posgrado, y los desafíos asociados a la formación de profesionales para entornos que ya habrán cambiado cuando ellos egresen.
  • Se desarrolló en La Habana, Cuba, el día 15 de noviembre de 2017, en el marco del IX Encuentro Internacional de Investigadores y Estudiosos de la Información y la Comunicación.

Moderadora (M): Para este panel lancé tres temas fundamentales. Están orientados hacia la formación de pregrado (o de diploma como le llaman en algunos países), de posgrado y sus perspectivas; y a las posibilidades de unión en torno a una escuela iberoamericana donde podamos compartir disciplinas, investigaciones desde la academia.

Carlos A. Scolari: He pasado por varias modificaciones a los planes de estudio en Argentina, en España y en el diseño de nuevas carreras de Comunicación y Posgrado. Yo he estado en varios procesos de este tipo y quería hablar de tres temas.

Primero, sobre ciertas oposiciones o tensiones que se manifiestan en cada diseño o modificación de un plan de estudios, en este caso en Comunicación, pero creo que más o menos estas tensiones y estas oposiciones se encuentran en todas las carreras o en casi todos los ámbitos de formación.

Respecto a estas oposiciones, no hay un modelo único: seguramente la combinación de elementos que se necesitan en la formación de un comunicador en Cuba son diferentes a las que se pueden necesitar en Buenos Aires, Tierra del Fuego, Montevideo, Barcelona o en Salamanca. Las sociedades son diferentes, tienen necesidades diferentes por más que la comunicación se ha ido globalizando.

La primera gran oposición es si le damos un carácter más práctico o más teórico a la formación. Es un debate histórico. En algunos lugares se supera a partir de la organización de actividades teórico-prácticas muy interesantes. En ese eje unos se bandean más hacia una formación teórica. ¿Hasta dónde engarzar teoría? Los alumnos por lo menos en España no quieren saber mucho de teoría, ni de cosa abstracta, prefieren conocimiento práctico, exigen competencia práctica.

Otra tensión que atraviesa toda discusión sobre los planes de estudios es aquella entre un enfoque más crítico de los medios y la comunicación y un enfoque menos crítico. Normalmente se hablaba de las Ciencias Administrativas, luego Adorno y Horkheimer critican los Mass Comunication Research. Ya en su momento Jesús Martín Barbero había apuntado este tema: somos esquizofrénicos, los alumnos entran a la asignatura de Teoría de la Comunicación, le dan a Matterlad, el Pato Donald, la ideología dominante y salían e iban un taller de televisión a producir spots televisivos publicitarios. El alumno quedaba un poco enloquecido.

Otro gran debate en Europa en estos años, pero creo que llega a América Latina, es entre carreras cortas o carreras largas. Aquí salta el tema de pregrado, posgrado, todo… En Europa hay un modelo de tres más dos. Carrera corta de tres años, bastante profesionalizante y luego dos años de maestría, ya sea camino a un doctorado o de especialización profesional.

En otros países se iba a mantener el viejo sistema de cuatro más uno. En algunos países están las dos fórmulas, por ejemplo en Alemania y en Italia. En Italia por ejemplo está la Laurea Breve o la Laurea tradicional, que pueden ser cuatro o cinco años. También es un debate que llegará América Latina, donde había una tendencia a carreras de cuatro o cinco años.

En América Latina tenemos la carrera de Comunicación Social, la cual yo hice en la Universidad Nacional del Rosario en Argentina, que es una carrera enciclopédica: vemos un poco de todo y entra en un poco en tensión con los requerimientos de la sociedad y los mercados que exigen a los profesionales estar más especializados. En un momento estaba muy en contra de esta formación tan enciclopédica, pero debo reconocer que me sirvió mucho en la vida, saber un poco de video, un poco de escritura; no seré experto en nada pero me ayudó a sobrevivir bastante bien.

¿Las carreras deben estar orientadas a la investigación o a formar profesionales? Ese es otro debate. Sobre todo en América Latina hay tendencia a formar muchos investigadores. En Europa lo que yo percibo en mi universidad es que solo a una minoría de estudiantes le interesa hacer vida académica, vida de investigador, la mayoría quiere irse a trabajar a las empresas de comunicación, instituciones, los medios o agencias de publicidad. Yo veo que en América Latina estamos más cercanos al polo de formar investigadores. Me pregunto hasta dónde la universidad es una máquina que reproduce lo que ella misma genera: profesores e investigadores de la Comunicación que forman profesores e investigadores de la Comunicación. En Argentina hay un sociólogo, Jauretche, que decía: "esto es como las escuelas de corte y confección, mujeres que montaban una escuela de corte y confección que formaban a mujeres que formaban escuelas de corte y confección, donde se generaba un círculo vicioso".

Otra tensión que ustedes no tienen acá en Cuba, pero que está en América Latina, es entre lo público y lo privado. Si la universidad es pública o privada hay diferentes intereses y en algunas de estas oposiciones también entra que si son carreras públicas, están más volcadas a la crítica, a la investigación y en las universidades privadas, la parte formativa está más cerca de la profesión.

Estas son algunas tensiones que yo creo que cada vez que se discute una nueva carrera o una reforma de planes de estudio están sobre la mesa. Casi todos los ponentes han hablado de esto, estamos en un mundo donde el proceso de transformación es muy rápido. Del aceleracionismo acaba de salir un libro en Argentina, todo muy rápido, lo cual implica que los usuarios y las empresas tienen que adaptarse. Todos los actores de la economía tienen que adaptarse, la universidad también. Sabemos que las universidades somos bastante lentos para adaptarnos.

La universidad tiene capacidad de adaptación. La universidad en este siglo cumple mil años de vida en Europa y en todo el mundo. Las primeras universidades nacieron hace un milenio, Salamanca, Bolonia, Sorbona… Es la institución más vieja en Occidente después del Vaticano, es una institución medieval pero el hecho de que exista la universidad implica que se ha adaptado a los cambios; si no se hubiera adaptado a las transformaciones de la modernidad, los tiempos modernos y hasta la contemporaneidad, no hubiera sobrevivido. Pero el ritmo de adaptación es lento.

En ese contexto sabemos que es crítico el tema de generar nuevos planes de estudio. Supongamos que nos reunimos acá, vamos a hacer un plan de estudio súper moderno. Primero lo tenemos que presentar al departamento, el departamento lo pasa al decano, el decano lo manda al rectorado, el rectorado lo manda porque tienen dudas y baja de vuelta a los profesores, lo vuelven a mandar al departamento, va al decanato, va al rectorado, el rectorado lo manda al ministerio, el ministerio lo manda de vuelta. Pasan años, más o menos cuatro o cinco, entre que uno tiene una idea súper innovadora y te aprueben el plan de estudios. Ese plan de estudios va a durar tres, cuatro o cinco años. Estamos formando hoy gente o pensando planes de estudios para dentro de unos cuantos años, para personas que se va a incorporar al mercado en ocho o diez años.

¿Mercado laboral digo? ¿Qué ocurre? ¿Cómo va a ser la ecología de la comunicación de aquí a diez años? ¿Quién lo sabe? Youtube tiene once años, doce, y Facebook más o menos. ¿Cómo va a ser el ecosistema de medios en 2027? No tenemos ni idea. Tenemos algunos escenarios, pero es muy difícil planificar planes de estudio, pensar la formación del futuro.

Yo estuve coordinando un proyecto entre Europa y América Latina en 2004-2006 en el que participó la Universidad de la Habana, el proyecto de la red ICOD, era la Red Iberoamericana de Comunicación Digital, y elaboramos toda una serie de documentos sobre qué debería saber un comunicador en el 2006 de temas digitales. Y estuve tentado hace un par de años a hacer un proyecto similar para ver qué había ocurrido en 10 años. Creo que cambió muy poco o los ritmos de adaptación de las carreras han sido muy lentos en la incorporación de estas competencias digitales.

Ustedes piensen que ya en el año 2006 nosotros proponíamos en ese documento una materia como por ejemplo, Producción de Contenido para Dispositivos Móviles. Estamos todo el día con el móvil en las manos: dónde se aprende a hacer contenidos para móviles. Y la gente se ha ido acomodando. Yo no sé cuántas universidades como facultad de comunicación o información, están hoy enseñando a producir mensajes específicos para contenidos móviles que pueden ser aplicaciones o contenidos audiovisuales pensados para la pequeña pantalla.

Este es el contexto en el que estamos. La ecología de medios cambia rápidamente, por otro lado el sistema educativo va a su ritmo, sobre todo a nivel administrativo-burocrático. Todo es muy lento, pero, bueno, hay que probar y pensar en iniciativas de intervención que no tengan que seguir todo el recorrido administrativo y contrabandear contenido en las materias que ya tenemos. Y es muy difícil este tema de que estamos formando gente que se va a incorporar al mundo profesional en cinco, seis, siete, ocho, nueve o diez años.

Pero el otro día me encontré una alumna, una ex alumna mía que había cursado con nosotros del 2002 al 2006 Publicidad y Relaciones Públicas en España. En esa época (ella fue alumna mía en el 2004) nosotros le enseñamos lo nuevo de ese momento, que era diseño interactivo, le enseñamos algo de html, le enseñamos algo de usabilidad, de Jakob Nielsen, le enseñamos diseños de páginas web, algo de banners. Estamos hablando del 2004: era lo último de lo último. Y a esta chica me la encuentro, ella termina la carrera en 2006 y la vi en 2016. Me la encuentro afuera de una importante agencia de publicidad en Barcelona. "¿En qué estás trabajando?". "Estoy en todo lo que es compra programática de banners". "¿Y eso?" "Oh, bueno estoy trabajando con ingenieros y programadores con Big Data de dónde posicionar mejor los banners a partir de una ultra-especialización que viene de las redes sociales".

Claro, en el año 2000-2004 recién se empezaba a hablar de esto, de lo que se llama la business intelligence; era impensable en esa época meter todo eso en la universidad. Y esta chica 10 años después estaba trabajando un tema, en un área, con otros profesionales, para lo que nosotros 10 años antes no podíamos haberla formado. Yo creo que este ejemplo vale para todo.

Ahora, la discusión sobre qué tenemos que enseñar en la universidad, es enseñar a aprender. O sea, lo del long life learning, este aprendizaje a través de la vida. La universidad debería ofrecer cursos de formación periódicos, escuelas de verano, cápsulas educativas para actualizarnos.

Como quiera esto es un debate. Cambio muy rápido, lenta adaptación de la universidad, tensiones a la hora de diseñar los planes de estudio. Yo creo que debemos renovar la oferta educativa al interior de los planes de estudio, pero también de formatos y no limitarnos a un cierto periodo de la vida, los dieciocho, los veinticinco, los veinticuatro y pensar que nosotros periódicamente vamos a tener que ir todos renovando, profesores, investigadores y, obviamente, los futuros profesionales.

M:¿Cómo debe ser nuestra formación? ¿Debe seguir divorciada, debe estar vinculada, debe haber temas que compartamos en la formación tanto los de Información como los de Comunicación?

Carlos Alberto Ávila Araújo: En Brasil hay un área que se llama Comunicación Social. En esta área se forman los profesionales de Periodismo, Publicidad, Relaciones Públicas, Cine, Comunicación Audiovisual. Hay más de una centena de cursos en formación de grados.

En otra área que se llama Información, tenemos hoy 37 cursos de grado en Bibliotecología, seis en Archivología, 15 en Museología, otros cuatro en Gestión de Información, uno en Ciencia de la Información. También nosotros tenemos 26 cursos de Posgrado, como maestría y doctorado en estas áreas: 13 que se llaman Ciencias de la Información y otros 13 con otros nombres como Memoria Social, Patrimonio, Gestión de Información, pero también, uno de Archivística, dos de Bibliotecología y tres de Museología.

En el campo de la Bibliotecología se aprobó en Brasil una ley, ley 244-2010, una ley de las bibliotecas escolares que prevé que hasta el 2020 todas las bibliotecas tendrán un bibliotecólogo. No será posible cumplir esto. Esto fue resultado de un trabajo de nuestros consejos profesionales, que se intentó garantizar las condiciones adecuadas y la importancia del trabajo del bibliotecólogo en Brasil.

En mi país el campo más importante en la Bibliotecología es de las bibliotecas universitarias. Son las que tienen los mejores recursos, los mejores salarios. Además tenemos el Portal de Periódicos CAPES, un portal de gobierno con acceso a 20 mil periódicos, con acceso pago en el mundo y gratuito para universitarios brasileños.

La creación de repositorios institucionales y la gestión de periódicos científicos, esas son las actividades de los bibliotecólogos universitarios en Brasil. Hay un campo laboral muy pequeño de bibliotecas públicas. Se habló por un periodo de bibliotecólogos en las empresas privadas. En archivología se aprobó una ley 15527 en 2011, la ley de Acceso a la Información. Ahora todos los cargos institucionales públicos de Brasil tienen que prestar información a los ciudadanos, toda la municipalidad, gobiernos federales, todos necesitan archiveros.

Por tanto, se abrió también un campo laboral para los archiveros, también una conquista de los consejos profesionales, para garantizar la transparencia de las organizaciones públicas y privadas. Las instituciones privadas necesitan tener una política de preservación, de eliminación, por tanto de evaluación de documentos, garantizar la autenticidad, por tanto es un campo que está en desarrollo creciente en Brasil.

En el campo de museos, se creó el sistema de museos. En 2004 un decreto 5264 en la ley 11906 de 2009 creó el Instituto Brasileño de Museo. No teníamos una cultura de museos pero estamos intentando crearla: una cultura en que los museos participen en los circuitos turísticos, en las actividades económicas de las ciudades, en las políticas culturales. Junto con esto se empezó también un proceso de profesionalización en nuestros museos.

En el campo de gestión de Ciencias de la Información se habla de un mercado laboral, pero este mercado es más ocupado por la gente de informática que por la del Sistema de Información. Por tanto, hay competencias muy claras en Brasil. No dudo, los informáticos crean la programación, sistemas digitales, pero hay otro campo de actividad destinada a garantizar la autenticidad de los documentos, la gestión de contenidos, la relación con la gente, con los usuarios, las comunidades, que son actividades de los profesionales bibliotecólogos, archiveros, archivólogos.

En posgrado recibimos gente de varias áreas (ingeniería, comunicación, historia). Hoy en el posgrado de Ciencias de la Información en Brasil se recibe la gente de bibliotecología, museología, archivología. Esto está proporcionando un cambio en el propio concepto de Ciencia de la Información.

El campo formativo está en polos de tensión, de conflicto entre algunas ideas. Algunos que prefieren una formación más humanística y crítica, otros que prefieren más una formación tecnológica o técnica. No es necesario una u otra. Son posibles cursos que tengan ambas partes. Hay conflictos entre docentes, entre ideas, una disputa por más cantidad de asignaturas de una o de otra.

Una cuestión está clara para todos, las tecnologías digitales se involucran en nuestras acciones, convocan a nuevos tipos de documentos, servicios, necesidades. Hay otra cuestión que es atender la demanda del mercado laboral o de nuestros resultados de investigaciones. Los cursos en Brasil están en uno u otro polo también.

Además, se habla de un paradigma del balcón: una persona con la duda ya no va a una biblioteca o a un centro, eso no pasa más. La gente resuelve la búsqueda de información con sus teléfonos inteligentes. ¿Cuáles son nuestras nuevas misiones como bibliotecarios y archiveros en sociedades con muchísima información y acceso a ella? Son sociedades con muchísima información pero aún estamos con la circulación y concentración de la información en pocos servicios, en pocas empresas privadas. Hay más datos, pero nuestras sociedades no son más sabias.

Por tanto, hay un desafío que es el uso crítico de la información o su apropiación crítica. Un ejemplo de esto es el crecimiento del neonazismo en todo el mundo (incluido Brasil) y el fenómeno de posverdad, una condición nueva de la humanidad donde tenemos una información, tenemos todas las condiciones de verificar su veracidad, pero no nos preocupamos con esto y la aceptamos.

Hay un conjunto de valores de la Unesco, de la Organización de Naciones Unidas como inclusión, democracia, diversidad, paz, crítica, educación, carácter público, herencia cultural, valores que deben ser perseguidos en esos cursos de grado y de posgrado, por favor.

Y para concluir las cercanías posibles: en Brasil pensamos que archivos, bibliotecas, museos son instituciones que deben actuar en conjunto, deben ser parcelas de cooperación. Identificamos seis áreas con posible diálogo entre ellas: Gestión de la Información; Tecnología de Información; Organización del Conocimiento; Usuarios, Cultura, Memoria y Patrimonio; Fundamentos Científicos, Semiológicos de las Ciencias Sociales y Humanas y de las Ciencias de la Información.

Una necesidad es preservar la especificidad de cada una de ellas, archivo tiene particularidades sobre la procedencia, biblioteca con la diseminación, museos con la propia naturaleza de los objetos del discurso expositivo. Este es el escenario de Brasil. Es necesario que nosotros, que todos nosotros estemos en diálogo los unos con los otros.

Hay experiencias muy interesantes. En Canadá los Information Studies, en España en Información y Documentación, en los nórdicos los Library and Information Science, en México Ciencias Bibliotecológicas y de la Información. Y en algunos lugares hay un diálogo con Comunicación, muestra de ello es Francia con las Ciencias de la Información y la Comunicación, en Uruguay y Portugal es Información y Comunicación, y está el caso de Cuba.

Es posible un movimiento. Presido una organización llamada EDICIC, encargada de la asociación y enseñanza de investigación en Ciencias de la Información de Iberoamérica y el Caribe. Esta asociación nació en 1926 en Puerto Rico con el objetivo de acercar los países y de proponer cuadros de investigación en conjunto y también cuadros de referencia para nuestros cursos de grado. Esas son las líneas de investigación de EDICIC, hablamos de lectura, estudios métricos, gestión de la organización, tecnología. Tienen gran cercanía con las líneas de investigación de la Facultad de Comunicación. Por tanto creo que hay un campo de diálogo.

En el escenario mundial hay una hegemonía del pensamiento de los Estados Unidos, del Reino Unido y de otros países. ¿Nosotros podemos desde América Latina, Iberoamérica, África y Asia solo copiar esos modelos? ¿Solo importarlos sin criticidad? O podemos pensar en un modelo propio de construcción de información, de comunicación, de bibliotecología, de archivística desde nuestras herencias culturales, desde nuestras propias gestiones, nuestros propios desafíos. ¿Es posible un pensamiento iberoamericano de la información? Sí. Esa es la propuesta para hoy, con todas sus consecuencias para nuestros modelos formativos y profesionales.

M: Esta es una acumulación de retos que debemos enfrentar. La universidad brinda los cimientos, el egresado en su vida profesional o construye una choza o un gran edificio. Uno tiene que aprender a lo largo de la vida y vivir en constante renovación. Nosotros contribuimos a que muchos otros médicos, artistas, literatos construyan conocimiento. Esta dinámica se aplica también a nuestros campos de acción, que han andado separados y que cada día se unen más. ¿Maribel que usted opina de esto?

Maribel Acosta Damas: Soy graduada de Periodismo, reportera de televisión durante 25 años, hice un doctorado en Ciencias de la Comunicación y ahora termino una maestría en Ciencias de la Información. En un punto del camino me di cuenta de la necesidad de dialogar. De modo que cuando se hablaba aquí de la interdisciplinareidad que decía Moreiro, hay experiencias interesantes en la Facultad de Comunicación desde que intentamos juntarnos y mirarnos los unos a los otros.

Quería empezar con un poco de contexto. Cuba es un país en tránsito, con las desgarraduras que ello implica. En lo político, el relevo de la generación histórica, el acercamiento a los Estados Unidos (aún incluso en las condiciones tremendas de hoy), la proyección estratégica delineada en el país y en implementación cuya radicalidad, en mi opinión, estriba en la preeminencia del ejercicio del poder político desde lo local, territorial.

Desde lo económico, proyecciones que apuntan a una preeminencia del desarrollo local. Hoy en Cuba aproximadamente el 30% de la fuerza laboral está en el sector privado, hay una convivencia de diferentes modos de propiedad, la emergencia entonces de clases sociales y el propósito, por otra parte, de una nación para construir un proyecto de modelo de desarrollo socialista.

De otro lado, una accesibilidad a las tecnologías limitada pero creciente y con un sistema atípico desde el uso y la apropiación, con una inmensa creatividad. Por tanto, ¿qué lugar ocupa u ocuparía entonces la formación en este entramado?.

Una investigación reciente del departamento de Periodismo de la Facultad de Comunicación de la Universidad de la Habana, apunta varios aspectos, entre ellos, un elevado nivel de satisfacción de los egresados con la calidad de la enseñanza, no sin focos rojos. Esta tensión entre lo más práctico o más teórico, es una tensión transversal y yo creo que lo va a ser hasta que la muerte nos separe. También, la contradicción evidente entre los niveles de formación y las demandas en el mercado laboral, fundamentalmente en los medios públicos (hoy en Cuba ya hay medios privados), la migración viscosa entre egresados que laboran en medios públicos y privados, así como de otros modelos emergentes.

¿En qué contexto mundial insertamos esta realidad? La era del capitalismo cultural, cuya transversalidad está en la imagen y las tecnologías, entendidas, como diría Barbero, como cambio cultural radical, la inter/transdisciplinareidad y también el descentramiento y diseminación de los saberes.

Esto da lugar a lo que yo llamaría un contexto socio-emocional. En mi opinión, este es un camino posible: la construcción de la formación profesional en un contexto socio-emocional virtual y el contexto socio-emocional no virtual. Estos saberes están más allá de los libros, de los artículos académicos, son saberes de las vivencias, de los relatos y de las miradas inmersionistas. Apostaría en miradas de inmersión en el otro, los otros desde la vivencia pensada que nos permita sobrevivir a la precarización social, profesional y humana, adaptarnos creativamente a los cambios sociales, y protagonizarlos, pensarlos, inventar la condición de humanidad, ciudadanía socio-emocional, recuperar la capacidad de saber hacer cosas, rescatar la utopía a más de quinientos años del texto emblemático de Tomás Moro, el papel, la poesía, la cursilería inteligente y la memoria.

Nosotros acabamos de concluir los nuevos planes de estudio en la Facultad de Comunicación. La facultad tiene tres carreras: Comunicación Social, Periodismo y Ciencias de la Información. Intentamos mirarnos de verdad y dialogar en los tramos de la formación.

En el plan de estudio de Periodismo se siguieron algunos tips que me parecen esenciales: mantener una formación con un perfil humanístico (es necesario saber, sí, saber de arte, saber de historia, saber de cultura), transversalizar toda la tecnología, todo lo hipermedia a lo largo de la carrera, ser capaces de producir más, de hacer más y ser capaces de un diálogo social intenso y permanente que nos permita tener una formación para una sociedad, y a partir de eso todos estos saberes que estamos hablando, saberes más allá de los libros, saberes puntuales que a veces exige el mercado laboral, pero que necesitan una mirada más ancha para poderlos enfrentar. Es como decía entonces el rescate del papel, la reinvención de la poesía, la cursilería inteligente y la memoria. Y me quedo con un poema náhuatl que parece escrito hoy y que dice algo así tan sencillo y metafórico como: en la gota de rocío brilla el sol: la gota de rocío se seca. En mis ojos, los míos, brillas tú: Yo, yo vivo.

Gabriel Kaplún: Con respecto al grado, en las universidades formamos para algo que cuando nuestros estudiantes egresan ya no existe. Hay que formar en oficios concretos aunque después no existan. Esto tiene una razón pedagógica, si no se aprende un hacer que integre los saberes, no se puede aprender a aprender.

En segundo lugar, si no se hace una reflexión profunda de ese saber hacer, después no se va a aprender a hacer nada más. Creo que esta es la manera compleja –reconozco- de atacar algunos de los desafíos respecto a la combinación teoría-práctica.

Es una mala idea la resolución de brindar mucha teoría básica que después ellos la aplicarán. No se puede aplicar en general esa teoría porque no se hizo ninguna experiencia concreta de uso y, peor aún, las buenas teorías surgen de la práctica. Si no hay una experiencia personal de haber teorizado, no se puede o no se podrá teorizar sobre temas que todavía no existen y que no podemos enseñar en la universidad.

Las prácticas pre-profesionales son claves para la formación si queremos vincular el mundo universitario con el trabajo, pero esas prácticas pre-profesionales muchas veces están al final de las carreras. Tiene cierta lógica. Se comprende las causas, pero tenemos que hacer un mayor esfuerzo por vincularnos con el mundo profesional desde el comienzo en distintos tipos de prácticas.

Para eso también conviene articular las prácticas pre-profesionales más típicas con tres tipos de figuras que en casi todos lados existen pero me parecen que deberíamos combinarlas; algunas existen más que otras. Una es una reflexión sobre esa experiencia pre-profesional. En algunas universidades esto no pasa, es un extra. Si no hay una reflexión fuerte sobre eso que se hace en las prácticas, es posible que no haya un aprendizaje profundo.

La segunda cuestión tiene que ver con la cuestión que planteaba Carlos al principio, que es cómo hacer de las prácticas pre-profesionales una buena oportunidad para poner mirada crítica sobre el mundo del trabajo profesional. Si solamente los invitamos a salir a conocer el mundo, muchas veces el efecto que les produce es "el mundo de afuera es muy distinto al de la universidad" y nada más. El asunto es cómo hacemos para que esa criticidad funcione. Uno de los sentidos posibles es montar dispositivos universitarios para la observación crítica del campo profesional, para proponer también desde la universidad nuevas posibilidades profesionales.

¿Nosotros tenemos capacidad de incidir en el mercado profesional? Las universidades han incidido sobre esto y hay una historia larga. La más conocida es la exigencia de título para el ejercicio profesional. El campo de comunicación no tiene esa exigencia. Aunque no la tenga, incidimos y tenemos que ejercitar esa capacidad y las prácticas pre-profesionales de nuestros estudiantes son un muy buen espacio para ello.

Otra forma existe en muchos espacios universitarios. Puede ser un año entero un grupo de jóvenes estudiantes trabaja en una comunidad en el caso de Comunicación Educativa y Comunitaria, pero con un fuerte acompañamiento docente. Allí hay una oportunidad de práctica que no es la típica pero que es una muy buena para que después toda su vida profesional quizás sea encarada de otro modo, porque tuvo la oportunidad de dos cosas claves: equivocarse, equivocarse mucho y pensar sobre esas erratas. Brinda,  por otro lado, la oportunidad de articular mucho más lo teórico y lo práctico en un mismo espacio curricular, estar afuera y adentro todo el tiempo, y hacer de eso algo mucho más integrado.

Ahí hay una figura clave, que son los referentes profesionales, quien ejerce tutoría. En muchas ocasiones son nuestros graduados que llaman a la universidad y ofrecen espacios de prácticas para nuestros estudiantes. Ese es un rol clave. La universidad debería asumir más responsabilidad sobre la formación de esas personas para que ejerciten bien su función, para que les permitan equivocarse y aprender en el mundo del trabajo cuando hacen prácticas.

El mundo educativo es -o al menos debería ser- un espacio especialmente propicio para equivocarse mucho y para inventar mucho. Si no lo es, y lo único que se corrige es el error al minuto con una marca roja en cada una de las cosas que escribe el estudiante, no hay oportunidad creativa para la equivocación y se desaprovecha el espacio universitario.

Para cerrar esta parte, el concepto de competencia. Este es un tema polémico en el mundo, hay un organismo como la OIT que ha impulsado mucho la formación por competencias; esto se ha metido también en parte vía Bolonia en las universidades. Es un concepto útil y problemático a la vez. Útil porque la búsqueda de diálogo, este vínculo entre mundo del trabajo y formación es muy valiosa. Pero ha tenido usos muy problemáticos como la idea de solo adaptar al mundo del trabajo y no lo que alguna corriente de Psicología Social se llama la adaptación crítica (comprender la realidad para transformarla, no despreciarla, no pretender que la realidad allá y nosotros acá, pero sí hacer un esfuerzo consciente por transformarla a la vez).

No podemos mandar al mundo del trabajo a estudiantes que no saben qué hacer con su vida porque todo lo que les dimos en la universidad no les sirve absolutamente para nada, eso es muy problemático. Tampoco podemos renunciar a seguir siendo críticos y a buscar transformaciones del mundo: en este sentido hay algunas herramientas prácticas en las que podemos coincidir con corrientes que a veces están cercanas a la pedagogía típica y a veces no tanto.

Por ejemplo, el aprendizaje basado en problemas tiene muchas cualidades. En la universidad se ha insistido mucho en los últimos años en un movimiento de segunda reforma universitaria, que apunta a una idea que la llamamos integralidad entendida como integración de funciones universitarias: enseñanza, investigación y extensión juntas. Ahí la extensión lidera esos espacios, porque afuera podemos aprender mucho y afuera se construyen las agendas de investigación, construirlas solo en las universidades es un problema.

La integralidad tiene que ver también con la interdisciplinariedad. La realidad es compleja, no puede ser abordada solamente por disciplinas. Existe siempre la necesidad de interceptar con otros y por suerte la comunicación se cruza casi con cualquier rama de conocimiento. Finalmente, integración de saberes, saberes académicos y universitarios, con otros saberes que valen tanto como los nuestros aunque son diferentes.

Una buena manera de responder desde un campo como este es nuestro deber de generar teorías críticas para la intervención social. Una parte del problema de por qué los estudiantes estudian Mattelart de 8 a 9 y Marketing de 9 a 10 y después tienen que ver qué hacen en el campo profesional (seguro que marketing porque Mattelart no les sabe decir –para ellos- nada para el campo laboral), es que no hemos sido nosotros capaces de generar teoría crítica para la intervención social. Ese es nuestro deber y donde Mattelart va a jugar y donde quizás le tomemos prestadas algunas ideas al buen marketing.

Sobre el posgrado, en general, en muchos sistemas universitarios los posgrados tienden a diversificarse en dos grandes grupos: los posgrados hacia lo profesional y los posgrados hacia la investigación. En mi país hay una característica bastante particular. No se cobra el grado, no se cobra el posgrado orientado hacia la investigación pero sí se puede cobrar -y muchas veces se cobra mucho- por los posgrados orientados al mundo profesional, con lo cual también esto tiene la inversa. Hay financiamiento universitario para los posgrados de investigación y no para los de corte profesional.

Todo esto -y mecanismos parecidos he visto en varios lugares del mundo- lleva a algo que a mí me parece complicado y tiene que ver con lo último que decía recién, que es pensar teoría crítica para la intervención social para poder intervenir en las realidades. Y es que esta separación es muy problemática. Deberíamos buscar -y en algunos casos sé que se están buscando- caminos para juntar. Y sobre esto en algún momento puede ser bueno que intercambiemos experiencias si la hay.

Los posgrados son una muy buena oportunidad para la interdisciplina, creo que ahí hay una ventana. Una oportunidad bien interesante e incluye la interdisciplina de nuestros oficios. Nosotros tenemos un esfuerzo todavía incipiente, siento yo en la Maestría de Información y Comunicación en el caso nuestra universidad, que justamente es el primer espacio formativo donde se juntaron bibliotecólogos, archivólogos y comunicadores. Los resultados todavía dejan que desear, pero empiezan algunas zonas interesantes en las tesis que combinan temas de estas áreas.

Nuestra facultad nació en una alianza no solo entre bibliotecólogos, archivólogos y comunicadores, sino con otras tres actores interesantes, el Archivo General de la Universidad, la Facultad de Ingeniería y el área de Lingüística de la Facultad de Humanidades. Esa triple alianza se sumó a la que lleva la facultad y justamente los posgrados es un espacio donde nos volvemos a juntar con toda esa gente y ahí tenemos oportunidades interesantes para nosotros.

Todas estas opciones llevan a degradar el grado, a que el grado cada vez valga menos, porque si no tienes el posgrado no tienes realmente un título. Este movimiento se está dando por distintas vía en todas las universidades del mundo. Hay un efecto bastante perverso en decir: el grado no va importar porque ya lo verás en el posgrado. No, no. El grado importa y tiene que seguir importando mucho y tenemos que pensar cómo hacemos allí.

No habría que distinguir tanto entre posgrado de investigación y posgrado profesional. Sí sé que muchos posgrados de investigación son problemáticos para los estudiantes, porque falta una construcción parecida a la que yo decía de vínculo con el mundo profesional.

Aprender a investigar se aprende investigando y muchas veces los posgrados están diseñados mal. Son muchos curso teórico-metodológico y después hacer la tesis sin un investigar para aprender investigando. No solo es el problema entre si es más teoría o más práctica, sino cómo se articulan las dos. Es un problema cuando se arman las carreras con las teorías primero, porque si no tienes la teoría no vas a poder ver la práctica. Más o menos funciona así la vida. No surgieron así las teorías.

Hay otro movimiento fuerte de empujar del grado hasta el posgrado, todo cada vez más en un continuum muy directo. Las vías son distintas y habrá casos y casos, pero cada vez hay más historias de vida que van desde el jardín de infantes al posdoctorado en un continuum donde nunca salieron de una institución educativa y nunca vieron el mundo del trabajo profesional concreto. Es complicado para pensar algunos de los problemas del mundo del trabajo y generamos tesis de doctorado sobre un mundo que nunca se vio ni se tocó ni se conoció. Sugiero dar un poco más de tiempo a la gente para que después del grado trabaje, vea la vida concreta y después vuelva al posgrado con cosas en su cabeza, problemas para resolver.

Radamés Linares: Mi intención es intentar esbozar las características que ha tenido en Cuba la formación profesional en información. Cuando digo información -para que todos entiendan- me estoy refiriendo a esos cuerpos de conocimiento que tienen la denominación de archivística o archivología, bibliotecología y Ciencia de la Información, en singular, que en Cuba les hemos llamado a esas tres Marías, Ciencias de la Información. No necesariamente como sustituto de ellas, sino como un enunciado que es capaz de agrupar en tanto territorio a esos tres espacios de conocimiento. Indiscutiblemente, si estamos hablando de espacios de reconocimiento, son profesiones y terminamos en la formación de esos profesionales que se correspondan con esas profesiones.

En el caso específicamente cubano, la profesión en el campo de la información, en sentido general, comenzó por allá por los años cincuenta del siglo XX. Está también un tanto en correspondencia con los años que tiene la formación profesional en información. La formación profesional a nivel universitario es un fenómeno del siglo XIX con ciertas escuelas célebres o el proyecto de fines del siglo XIX en la Universidad de Columbia, con el fin de fundar la primera formación universitaria en el campo de la Bibliotecología. Por tanto, el tiempo de formar profesionales en estos terrenos es relativamente corto.

En el caso de Cuba, el vuelco en lo que respecta a la manera de entender la formación profesional en información, se dio a partir de los años ´70. A partir de esa época, comenzó un proceso que nos lleva a acercar estos campos de conocimiento con mayores posibilidades de concretarse en el siglo XXI. El diálogo entre estas tres Marías se fue haciendo cada vez más concreto y permitió a partir del 2008 el surgimiento de las llamadas Ciencias de la Información.

Este proceso de diálogo entre las tres no es un fácil. No implica la disolución de ninguna de las partes, sino un diálogo que respeta las especificidades pero busca lo común en estos campos. Siempre hemos creído en el caso nuestro que la formación disciplinar es un tanto consecuencia o expresión de ciertas demandas sociales, culturales y epocales del país.

Creemos que es posible crear un profesional que responda a ciertas exigencias impuestas por la época y ciertas circunstancias, en particular. En los últimos años se ha demostrado que es posible acercarnos cada vez más al territorio en el que estamos ubicados institucionalmente, me refiero al campo de la comunicación. Hay una noción que manejamos mucho: la de infocomunicación. Es lo que mejor expresa este proceso en el cual buscamos acercamientos para intercambiar lo más viable en un caso o en otro.

Nuestra formación no se ha limitado a lo que en Cuba llamamos pre-grado, también a una formación posgraduada en su variante más clásica, me refiero a maestría, doctorado. En estos terrenos es más visible este proceso de diálogo entre las disciplinas y con el campo de la comunicación.

M: Si estamos hablando de información, de comunicación o de info-comunicación, como intentamos resumirlo ahora, no podemos perder de vista las esencias de los dos campos profesionales, la razón de ser de ambos campos y tenemos que ver cómo combinar esto en la formación de pregrado y en la formación de posgrado, en la investigación, en la aplicación de estos elementos a la práctica, a la vida, a la inserción en nuestras realidades.

Esta realidad de la academia se da también en otros contextos y por eso en las instituciones trabajan algunas personas la información y otras, la comunicación. Tenemos que lograr que estos campos se acerquen cada vez más para que contribuyan unas con las otras a comunicar,  actualizar, conformar una memoria, a intentar realmente aportar a la evolución y desarrollo de la sociedad. Ambos campos tienen una misión increíble en esta época.

Nuestras asociaciones profesionales pueden ser un vehículo importante que nos ayude a compartir, a conocernos mejor, a intercambiar, compartir pensamiento, textos, líneas de investigación, a trabajar juntos aunque estemos distantes. Muchas gracias a todos.

 

 

Recibido: 14 de marzo de 2018.
Aceptado: 4 de abril de 2018.

 

 

Dra. Gloria Ponjuan Dante. Facultad de Comunicación. Universidad de La Habana, Cuba. Correo electrónico: gponjuan@infomed.sld.cu

Creative Commons License Todo o conteúdo deste periódico, exceto onde está identificado, está licenciado sob uma Licença Creative Commons