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On-line version ISSN 2411-9970

ARCIC vol.7  supl.1 La Habana  2018

 

Dossier Monográfico

El habitus periodístico: pautas teórico-metodológicas para su estudio en medios cubanos

The journalistic habitus: theoretical-methodological guidelines for its study in Cuban media

Dra. Viviana Muñiz Zúñiga1 

Dr. Miguel E. Gómez Masjuán2 

1Universidad de Oriente, Facultad de Humanidades. Correo electrónico: vivita@uo.edu.cu.

2Universidad de La Habana, Facultad de Comunicación. Correo electrónico: masjuan@fcom.uh.cu.

Resumen

El presente trabajo tiene como objetivo sistematizar los elementos teórico-metodológicos que permitan analizar el habitus periodístico en los medios de comunicación cubanos, teniendo en cuenta las particularidades contextuales de la prensa cubana, la interiorización del orden organizacional en los medios, la importancia de las rutinas de producción en la socialización y el proceso de construcción de la noticia, y las redes de interacción con las fuentes de información. En este caso el habitus periodístico es comprendido como esquemas de disposiciones duraderas, que permiten desenvolverse de acuerdo con parámetros conservadores en el ámbito de la generación de noticias. Para realizar el estudio se aplicó un diseño de investigación cualitativo, basado en la revisión bibliográfica y documental, la entrevista a expertos y la observación participante.

Palabras Clave: habitus periodístico; cultura periodística; rutinización; noticiabilidad; construcción de la noticia

Abstract

The objective of this work is to systematize the theoretical and methodological elements that allow the analysis of journalistic habitus in the Cuban media, taking into account the contextual peculiarities of the Cuban press, the internalization of the organizational order in the media, the importance of routines of production in the socialization, and the process of construction of the news, and the networks of interaction with the sources of information. In this case, the journalistic habitus is understood as schemes of durable dispositions, which allow it to function in accordance with conservative parameters in the field of news generation. To carry out the study, a qualitative research design was applied, based on the bibliographic and documentary review, the interview with experts and the participant observation.

Keywords: Journalistic habitus; journalistic culture; routinization; newsworthiness; construction of the news

1. Introducción

Hagamos un periódico. Para ello será preciso definir en primer lugar quiénes serán los que escriban y los que controlen, los temas que se publicarán, la frecuencia de la tirada y el objetivo social de ese medio. ¿Cómo sabremos qué es o no publicable? No podemos confiar solo en el instinto innato de saberse periodista. Hay que pensar más allá: en criterios de noticiabilidad, en valores noticia, en rutinas de producción, en la organización y planificación del trabajo.

¿Por qué es importante el estudio de las rutinas de producción de los periodistas? ¿Cómo influyen estas en la configuración de agendas mediáticas inclusivas y participativas? Ambas interrogantes se relacionan con una gran cantidad de estudios, que bien desde la sociología y la comunicación, se han desarrollado para mirar el rol de los profesionales en la generación de contenidos.

Ello se explica a partir de cuatro elementos que posibilitan comprender la importancia de los periodistas como agentes sociales dentro de las prácticas culturales al interior de los medios, que tributan a su vez a niveles de autorregulación de las agendas en los órganos de prensa:

  • El papel de los periodistas como actores sociales con un rol político determinado, su grado de cercanía a los temas de la agenda pública y la posibilidad que tienen de darle participación desde la gestión del material informativo.

  • Su rol como gestores de la información publicable, al seleccionar y jerarquizar los asuntos de interés público de acuerdo con criterios de noticiabilidad establecidos.

  • Su capacidad para construir la realidad social a través de un producto mediático, al aplicar valores noticia y utilizar recursos propios que brinda el formato de cada medio.

  • La importancia que poseen su sistema de valores, rutinas y relaciones al interior de los medios para la construcción de la agenda y el sistema mediático.

En estos presupuestos, que han sido abordados por un sinnúmero de estudios teóricos sobre la construcción de la noticia, el newsmaking, la tematización, etc., subyacen dos categorías cuyo análisis abarca una gran parte del escenario comunicativo en los medios: cultura periodística y habitus periodístico.

La primera se refiere al particular conjunto de ideas y prácticas mediante las cuales, los periodistas, consciente o inconscientemente, legitiman su papel en la sociedad y dan sentido a su trabajo para ellos mismos y los demás. Ello ocurre a través de los criterios de noticiabilidad, la percepción de los roles, valores y actitudes desde los que intentan guiar la actividad periodística, y las rutinas de producción mediática (Hanitzsch et. al., 2010; Oller, 2016).

La segunda alude a los esquemas de disposiciones duraderas que les permiten a los periodistas desenvolverse de acuerdo con parámetros consensuados en el ámbito de la generación de noticias. Expresa la regulación de la conducta de los periodistas de acuerdo con ciertos principios y la planeación que realizan del trabajo en los medios (Cervantes, 1995).

En Cuba se han realizado múltiples investigaciones (Rosquete, 2010; Colunga, 2011; Gallego y Rosabal, 2013; Muñiz, 2013; Gallego, 2017) que analizan el papel de estos elementos en la autorregulación de los medios de comunicación, que actúa de forma directa en los contenidos, mediante instrumentos que normen su funcionamiento interno, sus estructuras de dirección y atribuciones de poder, así como “la planificación del trabajo, las definiciones de las coberturas, los procesos de elaboración y edición de los mensajes y la aplicación de las acciones concernientes a la cultura profesional” (García, 2013, p.81).

La imbricación de ambas categorías en el estudio de los procesos de autorregulación en los medios cubanos responde a un contexto de debate y actualización de la prensa, abocada a perfeccionar su gestión y a lograr una mayor inclusión de las audiencias en la conformación de sus contenidos (Garcés, 2015; Saladrigas y Olivera, 2016; Vidal, 2017).

En ese sentido, el presente estudio propone sistematizar los elementos teórico-metodológicos que permitan analizar el habitus periodístico en los medios de comunicación cubanos, teniendo en cuenta las particularidades contextuales de la prensa en el país, la interiorización del orden organizacional en los medios, la importancia de las rutinas de producción en la socialización y el proceso de construcción de la noticia, y las redes de interacción con las fuentes de información.

Para ello se utilizó un diseño metodológico cualitativo, basado fundamentalmente en métodos como el Análisis-síntesis y el Inductivo-deductivo, que permiten profundizar en el fenómeno desde sus componentes, integrarlos y posteriormente analizarlos en contexto.

2. Una mirada teórica al habitus periodístico

Bourdieu (1992) define el habitus como:

Condicionamientos asociados a una clase particular de condiciones de existencia que producen habitus, sistemas de disposiciones duraderas y transferibles, estructuras estructuradas predispuestas para funcionar como estructuras estructurantes, es decir, como principios generadores y organizadores de prácticas y representaciones que pueden estar objetivamente adaptadas a su fin sin suponer la búsqueda consciente de fines y el dominio expreso de las operaciones necesarias para alcanzarlos (p.92).

Por tanto, el habitus recoge un conjunto de valores, creencias, que responden a la autopercepción de un grupo determinado, de acuerdo con una conciencia conjunta y presupuestos profesionales (Molina, 2005; Rosenberg, 2013; Mar, 2016). Para García Canclini (1984) el habitus genera a su vez prácticas individuales, da a la conducta esquemas básicos de percepción, pensamiento y acción, sistematiza las prácticas de las personas y los grupos, garantizando su coherencia con el desarrollo social.

Para Cervantes (1995) el habitus responde a una cultura interiorizada en forma de “disposiciones para la acción”, y reproduce dentro de los campos un orden que se observa a nivel social. Se construye de manera espontánea y se basa en una lógica que consiste en mantener una relación dialéctica entre la interiorización de las estructuras y la generación de la historia. Precisamente, el carácter “disposicional” del concepto alude a:

  • La capacidad de los sujetos de arraigarse a determinadas disposiciones para entender el mundo, su trabajo y su relación con los demás.

  • Ello se consigue o se encuentra ligado a procesos de interiorización de lo social y de la cultura, que dependen de su clase y posición en la sociedad.

  • A través de él se generan disposiciones incorporadas que se articulan en torno a esquemas de percepción y acción.

El habitus periodístico se relaciona con los procesos de socialización en los medios de comunicación y con las fuentes de información, lo que permite la apropiación de esquemas de disposiciones que a su vez posibilitan a los periodistas desenvolverse de acuerdo con parámetros consensuados. Ello repercute también en que el juicio noticioso sea considerado como algo innato, al manifestarse la función ideológica del habitus, que naturaliza las ideas sobre las prácticas sociales, aun cuando estas no coincidan con la realidad.

Cervantes (1995) analiza la interiorización del habitus en la práctica periodística a partir de dos niveles: organizacional e institucional. Su investigación hace referencia al rol de los jefes en la interiorización del habitus, y a cómo los periodistas se identifican con la tendencia política del medio y con el lugar que este ocupa a nivel social. Los estudios de Fishman (1983) y Curran y Seaton (2009) vislumbran que el proceso de socialización entre directores y periodistas no es el resultado de un esfuerzo sistemático, sino de un proceso informal difícil de identificar.

De igual forma, el habitus permite operar a nivel organizacional con formas regulares y reguladas de comportamiento, que constituyen rutinas y remiten a cierto grado de control interno. Ello permite regular la conducta de acuerdo con principios y proteger al grupo de presiones externas.

Si bien el nivel organizacional explica cómo esos procesos de socialización inciden en la autorregulación del medio, el nivel institucional reflexiona en torno a la planeación de la cobertura periodística, al papel de las fuentes de información y el funcionamiento rutinizado de ambas prácticas.

Otra manifestación del habitus se produce en la búsqueda de la objetividad. Según la investigadora Gaye Tuchman (1983) ello se realiza desde la presentación de ambos lados del conflicto, de la utilización de citas para mostrar que la fuente está relatando el hecho, y la organización de historias o relatos para presentar el hecho de manera clara y coherente. “Seguir esas rutinas en las coberturas funciona como estrategia y mecanismo que protege a los periodistas y al medio de posibles demandas, y controlar los espacios que han ganado en el mercado informativo” (Cervantes, 1995, p.112).

En tercer lugar, el habitus también incide en las formas de representación de la realidad, a partir de su influencia en el uso de géneros periodísticos, la separación de los hechos según su tipología y la forma en la que son suministrados por las fuentes, los criterios de territorialización y la codificación del material.

2.1. ¿Qué mediaciones influyen en el habitus periodístico?

Las relaciones entre emisores y receptores en el campo de la Comunicación Social no se producen directamente, sino que están mediadas por otros factores (contextuales, culturales), que constituyen fuentes de mediación (Orozco, 2001). El trabajo periodístico informativo es una tarea organizada que se realiza en una institución con normativas productivas propias. Algunos autores (Arrueta, 2013; Aruguete, 2015) explican el carácter sistémico de la construcción de los materiales informativos:

  • La noticia es un producto socialmente creado, no un reflejo fiel de la realidad, pues pasa por la interpretación que hacen periodistas, editores, la propia organización mediática y su estructura de construcción de la agenda temática de un hecho determinado.

  • Ello indica que la construcción de la noticia atraviesa por fases o niveles que permiten explicar cómo los medios de prensa jerarquizan los temas de una forma determinada, atendiendo a factores macro o micro estructurales, que inciden en el producto final.

  • Entre estos niveles se produce un intercambio recíproco, en tanto su carácter incluyente revela cómo algunos elementos más internos o próximos a la cultura profesional son tan importantes como aquellos que rodean al mecanismo completo (influencias externas, fuentes de información, etc.).

Para analizar cómo las rutinas productivas, la organización periodística y las fuentes de información influyen en la construcción de la noticia es preciso pensar al medio de comunicación como una fábrica. Mauro Wolf (2005) explica que estos procesos están ligados a la gestión, selección y la socialización del material informativo en un proceso de “descontextualización” y “re-contextualización”.

Para garantizar su funcionamiento, los medios de comunicación actúan de manera estable en el tiempo, por lo que ese mecanismo “rutinizado” permite lograr la estabilidad del sistema (mediático), y de esa forma tratar de erigirse como escenario de consenso entre otras agendas.

Sin embargo, estos mecanismos productivos también constituyen relaciones de poder: entre fuentes y periodistas, entre agendas, entre las políticas establecidas para regular el papel de la prensa y la capacidad del periodista para asumirlas. En este sentido, Arrueta (2013) define dos escenarios de tensión: las discrepancias con la línea editorial y las presiones interinstitucionales. La primera de ellas se relaciona con procesos de autorregulación de la prensa (García, 2013) y actúa a nivel individual, incluso de procedimientos de los medios (Shoemaker y Reese, 2016), en tanto la segunda responde a procesos de regulación (García, 2013) e influye a nivel externo.

Si bien otros autores (Golding y Elliot, 1979; Alsina, 1989) sistematizan las etapas por las que atraviesan los flujos de producción en los medios de comunicación, básicamente este proceso se reduce a dos etapas: la de selección y jerarquización. Entre ambas existen varias mediaciones que permiten analizar cómo incide la cultura profesional de los periodistas y el habitus periodístico en la generación del producto comunicativo.

Las culturas profesionales se van conformando en los procesos de formación profesional, donde se mezclan y consolidan conocimientos científicos y especializados con aquellos que provienen de experiencias, rutinas, relaciones y costumbres que marcan determinados desempeños. Todo ello, en un contexto organizacional, se sintetiza en la cultura organizacional de la institución en cuestión, que se nutre de tantas culturas profesionales como profesiones convergen en ella, y de las propias costumbres, valores y ritos que esta tenga (George y González, 2009).

En la producción noticiosa intervienen factores que condicionan, regulan y controlan las fases o etapas tenidas en cuenta para la elaboración del producto informativo, entre estos se destacan las condiciones estructurales-organizativas. “Los factores estructurales-organizativos constituyen todo el aparato organizativo, administrativo y burocrático que permite llevar a cabo de forma estable el acopio y procesamiento de los sucesos noticiables” (Segura, 1991, p.16).

3. El Modelo de Jerarquía de Influencias: una pauta para complementar el diálogo

Inicialmente, el Modelo de jerarquía de influencias fue propuesto como una forma de estudiar periodismo a través de una perspectiva sociológica que tomaba en cuenta a los individuos que practicaban la profesión y sus estructuras organizacionales e institucionales (Shoemaker y Reese, 1996). Estaba compuesto por cinco niveles (nivel individual, nivel de rutina, nivel organizacional, nivel extramedial y nivel ideológico) que formaban según su composición, una jerarquía.

Estos niveles incluyen, desde lo micro hasta lo macro, las características individuales de los periodistas, sus rutinas de trabajo, las preocupaciones a nivel organizacional, los problemas institucionales y los sistemas sociales más amplios. El modelo "tiene en cuenta las múltiples fuerzas que afectan simultáneamente a los medios y sugiere cómo la influencia en un nivel puede interactuar con eso en otro" (Shoemaker y Reese, 2014, p.1).

Aunque el modelo ha sido ampliamente utilizado entre los académicos de la comunicación que se centran en el periodismo, Shoemaker y Reese (2014) en la última versión de su libro identificaron algunas brechas claras a tener en cuenta para su empleo.

Por ejemplo, existe una tendencia a enfocarse solo en uno o dos niveles del modelo. Shoemaker y Reese (2014) argumentaron que "no ha habido tantas pruebas simultáneas de los niveles múltiples como cabría esperar" (p. 245). Esta falta de pruebas simultáneas hizo al modelo demasiado rígido y condujo a una falta de investigación sobre cómo la ideología puede ejercer influencia sobre todos los niveles restantes. En otras palabras, atrajo demasiada atención a los niveles más bajos, sin abordar la relación que tiene con los niveles superiores.

Un cambio clave en las versiones más recientes del modelo es la eliminación del nivel de influencia "extra-media" y el cambio de nombre del "nivel ideológico". Los mayores cambios fueron los niveles propuestos, que llamaron “sistemas sociales” e “instituciones sociales”. El nivel del sistema social se adopta un enfoque marxista que se centra en observar el contexto social e histórico dentro de una sociedad y en determinar cómo se estructura el poder dentro de ella. El nivel de institución social reemplaza el antiguo nivel extra-medios y enfatiza los "límites entre el periodismo y otras instituciones sociales" (Shoemaker y Reese, 2014, p.96).

La conceptualización inicial del modelo se hizo en un entorno de medios más rígido, donde el periodismo ciudadano y la producción de contenidos no tenían la capacidad que tienen hoy (Papacharissi, 2015). La reconfiguración de la jerarquía a los espacios es, en gran medida, una respuesta a este nuevo entorno mediático, pero también a la creciente cantidad de estudios sobre límites y espacios periodísticos (Reese y Shoemaker, 2016).

El nuevo entorno mediático ha complicado la noción de "espacio periodístico" y, por lo tanto, ha difuminado los límites organizacionales e institucionales del periodismo. El flujo de información descendente y unidireccional que las intuiciones periodísticas tuvieron durante algún tiempo se ha convertido en un proceso de múltiples vías, que se ha vuelto cada vez más fluido (Lewis, 2012).

Una expresión del nuevo espacio periodístico es la estructuración del personal impreso y en línea en las redacciones (Tameling y Broersma, 2013). Esta división ha creado esencialmente dos "espacios" diferentes dentro de la sala de redacción. Si bien algunos académicos han notado que las salas de redacción atraviesan una convergencia en términos de cómo están físicamente estructuradas (Larrondo et al., 2016), Tameling y Broersma (2013) argumentan que existe una desconvergencia en las relaciones entre las diferentes entidades.

Los equipos en línea e impresos existen en el mismo espacio físico, pero están separados por completo cuando se trata de las interacciones entre los empleados y la toma de decisiones de los directores de redacción. A pesar de esta desconvergencia, los periodistas en línea han tenido éxito en la formación de nuevas normas que han tenido un impacto en las rutinas periodísticas en las salas de redacción (Agarwal y Barthel, 2013).

El Modelo de jerarquía de influencias puede ser útil aquí para comprender qué reglas y prácticas son consistentes en una sala de noticias convergente o qué nuevas normas pueden surgir de esta práctica. Los estudios (Kuhn, 2016; Hellmueller et al., 2017) muestran cómo las estructuras sociales cambiantes de las salas de noticias y la ampliación del espacio periodístico han conllevado a cambios profundos en la forma en que se produce el contenido. El modelo de Shoemaker y Reese (2016) se puede utilizar para determinar las múltiples influencias en la producción de contenidos en estos nuevos espacios, y la influencia que la ideología puede ejercer en diferentes niveles dentro del modelo.

4. El sistema de prensa cubano y su escenario productivo actual. Principales características

No son pocos los derroteros de la sociedad cubana actual a los que está llamado a acompañar y dar respuesta el sistema de comunicación social en su conjunto. El investigador José Ramón Vidal (González, 2016) enuncia entre ellos: la considerable diversidad desde lo socioeconómico, motivada por la aparición de un sector no estatal de la economía y la existencia de varias formas de propiedad, lo que ha hecho surgir nuevos actores sociales que requieren tanto acceso a los medios como el control de estos sobre sus actuaciones; los cambios institucionales, tanto en los órganos de gobierno como en el sector empresarial, que incluyen una mayor autonomía a las empresas de propiedad social y un fortalecimiento de las regulaciones jurídicas y del derecho, y los niveles de desigualdad económica crecientes.

Asimismo, según Vidal (González, 2016), despuntan otros escollos para el ámbito de la comunicación social en el país hoy, como la imposibilidad de la economía de remontar definitivamente las secuelas materiales de la crisis que sobrevino con los años 90 y sus efectos subjetivos; la emergencia pública de expresiones culturales y espirituales generadas desde identidades diversas, de género, creencias religiosas, orientación sexual, color de la piel o generacionales que, como nunca antes, pugnan por su presencia y reconocimiento en el espacio comunicacional; la necesidad de una nueva forma de gobernar que inevitablemente ha de implicar una manera diferente de comunicarse con la ciudadanía por una nueva generación de dirigentes que, en su condición de relevo de la generación histórica, tiene que basarse más en la legitimidad de las instituciones y las leyes y la capacidad para generar consensos. Igualmente, ha de señalarse el restablecimiento de relaciones diplomáticas con Estados Unidos, lo que lleva a pasar de un escenario de “plaza sitiada” a “plaza abierta”, más allá de que, en estos momentos, la política del actual presidente estadounidense, Donald Trump, ralentiza y entorpece la normalización de vínculos diplomáticos entre ambos países.

Cuba, como sociedad en construcción socialista, puede consolidar un modelo de prensa “alternativo, sólido y cualitativamente superior a los que lo han precedido”; pero si se quiere tal logro “es preciso forjar una hegemonía pluralista, potenciando a los nuevos sujetos de la democratización social y a las nuevas formas de la política que ellos tendrán que construir” (Acanda, 2007, p.229).

Para Vidal (González, 2016), ese modelo comunicativo se concreta política y jurídicamente en el concepto del derecho a la comunicación, o sea, en el derecho a informar y ser informado, a hablar y ser escuchado, imprescindible para poder participar en las decisiones que conciernen a la colectividad.

En los espacios de discusión política el análisis está claro y tiene un trazado perspectivo. Cuba está atravesada hoy por flujos informativos muy diversos que están haciendo un contrapeso, a veces para el sistema de medios públicos, por lo que se imponen cambios en el proceso de gestión de los medios, de modo adecuado, sin enloquecer, para tampoco estar cambiando por cambiar.

Como puede comprenderse, el cambio del modelo de gestión económica de las organizaciones mediáticas, hasta ahora presupuestadas por el Estado, así como las necesarias reconfiguraciones en materia editorial que implican replantear las rutinas productivas de los órganos de prensa, junto a un fortalecimiento de la cultura profesional de los periodistas, editores y directivos de los medios, resulta una necesidad de concreciones urgentes, para, desde esos escenarios más descentralizados, las instituciones puedan tomar nuevas rutas.

Llegado este punto de la reflexión, se hace posible fijar determinados aspectos que apuntan a un mapeo en torno a la práctica profesional de la prensa cubana hoy, sus rutinas productivas, los modelos o iniciativas de convergencia que se llevan a cabo en la actualidad, y el modo en que se expresa la relación regulación-autorregulación, decisiva para la vida editorial de cualquier institución comunicativa.

En primer lugar, es pertinente dilucidar, como ya se ha dejado entrever, que para una transformación del ejercicio de la prensa, no solo basta con el despliegue organizacional, sino que se necesitan acciones políticas y legislativas que configuren un nuevo panorama en el que la organización mediática se establezca como un centro de facultades reales, pues a la voluntad de producir nuevas concepciones estratégicas en las redacciones, se impone un cambio estratégico en lo político, con la asimilación de las principales tendencias y características de la comunicación pública en la actualidad, que haga posible gestionar la construcción de consenso desde un modelo de comunicación 2.0 o 3.0, y que enmiende la lamentable falta de acoplamiento y ajuste entre comunicación y poder.

Una aproximación general a aspectos estructurantes del comportamiento de la prensa cubana actual, teniendo en cuenta las valoraciones referenciales de varias investigaciones desarrolladas sobre el quehacer productivo periodístico (Diz, 2011; Calzadilla, 2012; Bedevia, 2013; Guía, 2014; Medina, 2014; Hernández, 2014; Herrera, 2015; Franco, 2016), lleva a identificar, como consecuencia del predominio de influencias, la reproducción, muchas veces acrítica, de las agendas de las instancias políticas y del sistema de instituciones del Estado, que ha conducido a una distorsión de la práctica profesional del periodismo por una labor mayoritariamente propagandística.

Asimismo, existe un divorcio entre el estado de demandas, necesidades y expectativas de los públicos y una oferta informativa unidireccional y en muchas ocasiones contrafáctica, al no estar en correspondencia con lo que las personas experimentan y constatan en su cotidianidad, lo que agrava la credibilidad de los medios.

Ello se relaciona con una inercia en la autogestión y proyección del órgano de prensa que se traduce en falta de iniciativa profesional, ruptura o dependencia de las fuentes institucionales, desmotivación colectiva y una movilidad de la fuerza profesional que conspira contra la actualización y el perfeccionamiento de los procesos de rutinización de la producción periodística.

5. ¿Cómo determinar el habitus periodístico en medios cubanos?

Los resultados sobre construcción de la noticia y agenda setting en el país apuntan hacia una homogeneidad en el comportamiento de las mediaciones que intervienen en los procesos explicados anteriormente, sobre todo porque la prensa cubana posee directrices, marcos regulatorios y contextos de producción similares, a pesar de que funcionalmente existan diferencias más o menos notorias.

En este sentido, las investigaciones apuntan que los periodistas se sienten altamente comprometidos con el ejercicio de la profesión que se realiza en el país, existe un gran número de militantes en organizaciones políticas como la Unión de Jóvenes Comunistas y el Partido Comunista de Cuba (PCC), y se observa una brecha generacional marcada por la presencia de un gran número de jóvenes con menos de 15 años de trabajo, y de adultos en edad de jubilación (Colunga, 2011).

La jerarquización temática está influenciada por el uso de valores noticia, géneros periodísticos y fuentes de información determinados por criterios de noticiabilidad establecidos por los medios, que se encuentran vinculados en gran medida a la política informativa que rige el trabajo de los medios (Gallego y Rosabal, 2013).

Las rutinas de producción y otros elementos ligados a la cultura profesional de los periodistas (su manera de concebir la profesión, la estrategia para el uso de las fuentes de información, la forma en la que se relacionan con otros miembros de la organización periodística, y la planificación de las coberturas informativas) se transfieren generacionalmente, lo que permite una estabilidad en el funcionamiento de la organización mediática (Muñiz, 2013; Cardoso, 2014; Quiala, 2015).

Tomando como precedente estos hallazgos, se realizó la propuesta que se muestra a continuación, y que pretende evaluar el habitus periodístico a nivel mediático, a partir de los niveles de regulación y autorregulación, en imbricación con los planteamientos de Shoemaker y Reese (2016). Ello permite dimensionar y sistematizar las diferentes mediaciones que se articulan en el complejo proceso de selección y jerarquización temática, donde intervienen factores intrínsecos y extrínsecos a la producción informativa.

La figura 1 muestra los niveles de evaluación propuestos y algunas interrogantes que pueden servir como punto de partida para el análisis del habitus periodístico y las mediaciones que en él inciden en el caso cubano. Para ello es preciso pensar el medio como una comunidad (campo) de relaciones culturales y sociales, que se producen desde la reproducción de una ideología común, hasta la rutinización de procesos editoriales e informativos.

(Fuente: elaboración propia).

Figura 1 Propuesta para analizar el habitus periodístico y sus mediaciones en los medios cubanos.  

Los niveles de regulación incluyen la actividad realizada por el sistema mediático para estabilizar, controlar y establecer los mecanismos de producción de la prensa, a partir de una orientación externa de la misma, lo que se traduce en las acciones institucionales, políticas sobre los medios, ejercida a través de diferentes vías.

En estos niveles se analiza el papel de las instituciones sociales en la conformación de las agendas mediáticas, las características del sistema mediático en la esfera pública, incluyendo el rol de la audiencia en el establecimiento de esta jerarquización temática, y las normativas externas a la organización mediática que inciden en su gestión (económica y editorial).

En tanto, la autorregulación incluye aquellos elementos que responden a la cultura profesional de los periodistas, la formación de sus prioridades temáticas, sus rutinas de producción al interior de los medios y su relación con la estructura organizativa del órgano de prensa, lo que se traduce en las acciones ejercidas desde los medios en la formación de su agenda, en su capacidad de influir sobre las prioridades institucionales, y reflejar los temas de interés público.

Ambos niveles permiten analizar desde una perspectiva contextualizada al sistema mediático cubano, esas manifestaciones de rutinización en la producción periodística de las agendas, a partir de factores internos y externos al órgano de prensa y su funcionamiento estandarizado. Un modelo de este alcance abre nuevos caminos investigativos en el área de la sociología de los emisores en Cuba, donde existen marcos regulatorios generales para el trabajo mediático, que influyen en la participación de los actores sociales internos al medio en la conformación de sus políticas editoriales.

6. Conclusiones

Pensar los medios desde la emisión ha sido una de las premisas fundamentales de líneas investigativas sociológicas y comunicológicas, que desde categorías como la cultura periodística y el habitus periodístico, que buscan explicar el funcionamiento interno de los medios como organizaciones, y la reproducción de un sistema de rutinas establecidas para ello. Ese conjunto de prácticas consensuadas de manera informal, pero estables en el tiempo y generacionalmente, median en el trabajo periodístico y brindan un marco interpretativo para analizar la producción noticiosa en escenarios diversos.

El contexto mediático cubano, caracterizado por una centralización de la subordinación editorial de la prensa hacia el PCC, se encuentra actualmente en un proceso de renovación impulsado desde los medios para lograr un mayor acercamiento a los temas de interés público. En ello intervienen un conjunto de mediaciones que, desde el punto de vista interno y externo al órgano de prensa, inciden en las prácticas profesionales. Desde esta perspectiva la cultura periodística y el habitus periodístico constituyen asideros teórico-metodológicos para el estudio de los medios cubanos, desde la sociología de la producción de noticias y en particular, desde modelos como el de Shoemaker y Reese (2014).

La propuesta que se realiza en esta investigación contribuye a la comprensión del funcionamiento de los medios a partir del diagnóstico de factores como la motivación hacia la profesión, las rutinas de producción, la planificación editorial, la relación con las fuentes y la participación del público en la conformación del contenido mediático, como elementos que permiten analizar el habitus en las prácticas comunicativas de estas instituciones.

7. Referencias Bibliográficas

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Recibido: 06 de Septiembre de 2018; Aprobado: 22 de Octubre de 2018

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