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versão On-line ISSN 2411-9970

ARCIC vol.8 no.21 La Habana set.-dez. 2019  Epub 01-Dez-2019

 

Editorial

COMUNICAR EL CAMBIO CLIMÁTICO Y EL MEDIO AMBIENTE EN CUBA. ALGUNOS RETOS PARA LA COMUNICACIÓN Y EL PERIODISMOi

TO COMMUNICATE CLIMATE CHANGE AND ENVIRONMENT IN CUBA. SOME CHALLENGES FOR COMMUNICATION AND JOURNALISM

Dra. Odalys Goicochea Cardoso1 

1Directora de Medio Ambiente del Ministerio de Ciencia, Tecnología y Medio Ambiente. La Habana, Cuba.

Cuba ha llegado a un momento de apertura para los procesos de comunicación. La alta dirección del país insiste en la transparencia y rendición de cuentas, en que los principales directivos estemos en la prensa y en todos los espacios que propicien la interacción con la ciudadanía. Buen momento entonces para la comunicación y el periodismo ambiental en la Isla, pero quedan importantes retos para una actividad que genere verdadera incidencia y participación popular.

En primer lugar, las cuestiones ambientales deben abordarse con mayor rigor científico. Debemos trascender las miradas románticas y superficiales que no abordan los temas desde sus intersecciones con la dimensión económica y sociocultural. Necesitamos miradas agudas a los problemas de acceso a los recursos -los desechos sólidos en el municipio habanero de Centro Habana, por ejemplo-, que muestren a las personas los impactos en sus entornos cercanos.

En segundo lugar, debo resaltar el uso de fuentes fidedignas. La superficialidad de los abordajes tiene que ver muchas veces con la falta de preparación y con que no se consultan las voces autorizadas en los temas. Por ejemplo, se habla mucho de la basura en las calles como problema ambiental y, aunque lo es, atañe principalmente a las autoridades territoriales. Una mirada más aguda debe mirar a los vertederos, los sitios de disposición final, donde están nuestros principales pasivos ambientales, pero allí nadie va.

Yo quisiera que la población cubana también supiera qué significa para un Estado insular, para una Isla alargada y estrecha, no tener sitios de disposición final: lixiviación, emisión de humo, entre otras problemáticas. La mirada que queremos tiene que interpelar a todos los actores -incluso los actores de la gestión ambiental, que a veces organizamos eventos internacionales y ofrecemos bebida en vasos plásticos, conscientes de sus efectos negativos- para que el cuidado del medio ambiente no sea solo una consigna de empresas, organizaciones, gobiernos, etc., y que en realidad se queden en los aspectos superficiales.

Otras de las cuestiones: la función de comunicadores y periodistas ambientales no es la de intermediarios entre la ciudadanía y las entidades de gestión. Los medios, las iniciativas de comunicación no están para hablar “por” la población o “por” el gobierno; son viabilizadoras de procesos de entendimiento, articulación, negociación, que conducen a la acción conjunta. Esto pasa por traducir el conocimiento científico, visibilizar las innovaciones sociales, entre otras cosas.

Por otro lado, y como se había dicho antes, debe tenerse en cuenta el cruce con los temas económicos y sociales. Los problemas globales -como el calentamiento global- son muy difíciles de explicar a las personas si no los humanizamos. Se trata entonces de visibilizar los impactos en el entorno cercano, en el propio cuerpo, para que noten que son fenómenos reales y que hay que enfrentarlos. La mejor manera de comprometer a la ciudadanía es hacerles parte del asunto y parte de la solución.

El cruce es también con los fenómenos culturales. En Cuba trabajamos con una población que para mí conoce de muchas cosas, sabe implicar los discursos, sabe las consecuencias que puede tener; pero culturalmente tiene sus prioridades. Nos ha pasado con proyectos de reciclaje donde intentamos que clasifiquen los desechos, y terminan usando los cubos para almacenar agua en contextos de sequía. De modo que debemos dialogar con la escala de prioridades de las personas y generar cambios culturales, este es probablemente el principal reto para la comunicación y el periodismo ambiental en Cuba.

Por último, tengamos en cuenta que los enfoques positivos somos muy catastrofistas y eventistas, por terminan reforzando conductas nocivas para las propias personas. Hemos visto por ejemplo, que se buscan historias de vida de personas que se recuperan del azote de eventos extremos como huracanes, personas que viven en la zona costera y pierden sus casas por el embate de las olas y los vientos, y salen en televisión diciendo: “Aquí mismo reconstruiré mi casa con apoyo de la Revolución”. Eso es erróneo, no podemos reforzar que los ciudadanos vivan en las zonas más vulnerables -es un error que también se comente administrativamente. Promover una cultura de reducción de riesgo de desastres implica generar movilización permanente, no ante la inminencia o azote de los eventos.

La comunicación tiene mucho que hacer en apoyo a los procesos de enfrentamiento al cambio climático en la zona costera. Desde la Tarea Vidaii por ejemplo, hemos estado localizando asentamientos humanos en zonas costeras para disminuir su densidad demográfica. Esto es fácil de lograr administrativamente -entre los actores de administración local- pero sumamente difícil cuando tratamos de que las personas se muden. No podemos pasar por encima al arraigo, la conexión con el territorio, la cultura, pero tampoco podemos exponer a esas personas a un posible desastre.

Se trata es que podamos vivir con ese tipo de fenómeno y de que podamos ir de alguna manera promoviendo cambios de actitud en nuestra gente. Que piensen en el Medio Ambiente desde su justa dimensión, con todas las bellezas del entorno, pero vinculado al tema del desarrollo económico y social.

Notas

i Palabras de inauguración del curso de Eco-Periodismo local y comunitario en la Facultad de Comunicación de la Universidad de La Habana. (2018).

ii Plan de Estado para el Enfrentamiento al Cambio Climático en Cuba.

Recibido: 29 de Octubre de 2019; Aprobado: 02 de Diciembre de 2019

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