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versión On-line ISSN 2411-9970

ARCIC vol.9 no.24 La Habana sept.-dic. 2020  Epub 18-Ene-2021

 

Dossier monográfico

Ciencia, comunicación y responsabilidad, una alianza estratégica en el escenario de la COVID-19

Science, communication and responsability, a strategic alliance in the scenario of COVID-19

Ramón J. Fernández Cala1  * 
http://orcid.org/0000-0002-7161-278X

Dionisio Zaldívar Pérez2 
http://orcid.org/0000-0002-0033-4815

1Universidad de La Habana, Facultad de Comunicación. La Habana, Cuba.

2Universidad de La Habana, Facultad de Sicología. La Habana, Cuba.

RESUMEN

La COVID-19 ha cambiado nuestras vidas, es la conclusión más evidente de los últimos meses del 2020. El mundo demanda nuevas formas comunicación en las relaciones humanas, porque la vida hasta antes de la aparición de la pandemia, ya no funciona o genera desconcierto. El distanciamiento social se impone como arma segura contra la enfermedad, pero provoca fragmentación e incomunicabilidad física entre la gente. Al mismo tiempo, los gobernantes y autoridades de salud hablan de una nueva normalidad, cuya esencia es el aprendizaje de las personas a convivir con la enfermedad. Pero para ello hace falta que los nuevos conocimientos científicos sean puestos al servicio de esa convivencia. Esta demanda exige de un diálogo constante y efectivo entre ciencia y sociedad. Por esta razón nos proponemos reflexionar acerca de la importancia que adquiere la comunicación en tiempos de pandemia, la necesidad de un flujo de información sobre los avances en el campo de la investigación científica en torno al nuevo coronavirus, así como del impacto negativo que la enfermedad ha causado en la esfera afectiva de los individuos, ocasionado diversos trastornos emocionales, entre ellos el estrés, y la necesidad de desarrollar estrategias de comunicación que hagan accesibles a la población, a los resultados de las investigaciones científicas.

Palabras clave: ciencia; comunicación; medios de comunicación; COVID-19; estrés

ABSTRAT

Covid-19 has changed our lives, it is the most evident conclusion of the last months of 2020. The world demands new forms of communication in human relationships, because life, even before the onset of the pandemic, no longer Works or generates confusion. Social distancing is imposed as a sure weapon against disease, but it causes fragmentation and physical isolation among people. At the same time, health leaders and authorities speak of a new normal, the essence of which is the learning of people t olive with the disease. But por this is necessary that the new scientific knowledge be put at the service of this coexistence. Fir this reason we propose to reflecto n the importance that communication acquieres in times of pandemic, the need for a flow of information on advances in the field of scientific research on the new coronavirus, as well as the negative impact that the disease has caused in the affective sphere of individuals, causing various emotional disorders, including stress, and the need to develop communication strategies that make the results of scientific research accesible to the population.

Keywords: Science; communication; media; COVID-19; stress

Introducción

La aparición del nuevo coronavirus en Wuhan, China (2019) y su posterior diseminación por el mundo hasta convertirse en la pandemia que nos azota hoy, obligó a los gobiernos a tomar medidas de distinta índole e impacto. El distanciamiento social, el uso de la mascarilla para cubrir la nariz y boca, el aseo permanente de las manos, las restricciones de movilidad y actividades públicas en lugares cerrados, son hasta el momento el mejor antídoto de prevención de una enfermedad extremadamente contagiosa. Mientras, los científicos se enfrascan en crear la vacuna que nos libere de una pesadilla cuyo saldo es el padecimiento de millones de personas de todas las edades y centenares de miles de fallecidos en todo el mundo, a lo que se suman las secuelas en la salud de los recuperados.

En este contexto, comunicar de manera sistemática acerca de los altos riesgos que tiene la Covid-19 para la salud, de las medidas preventivas y de los comportamientos responsables resulta fundamental en el proceso de contención de la infección y su propagación: “Si se facilita información precisa, pronta y frecuentemente en un idioma que las personas entiendan y a través de canales confiables, la población podrá tomar decisiones y adoptar comportamientos positivos para protegerse a sí misma y a sus seres queridos de enfermedades como Covid-19” (Salud, 2020)

Se requiere, por tanto, una voluntad integradora, un pensamiento articulador y la acción colaborativa de las instituciones sociales, de políticos y gobernantes, personal de la salud, docentes y estudiantes, actores comunitarios, sicólogos y sociólogos, científicos y comunicadores que permita enfrentar la Covid-19 como un fenómeno nocivo para los seres humanos en lo biológico, sicológico y social. En este sentido nos proponemos reflexionar acerca de la importancia que adquiere la comunicación en tiempos de pandemia, la necesidad de un flujo de información sobre los avances en el campo de la investigación científica en torno al nuevo coronavirus, así como del impacto negativo que la enfermedad ha causado en la esfera afectiva de los individuos, ocasionado diversos trastornos emocionales, entre ellos el estrés, y la necesidad de desarrollar estrategias de comunicación que hagan accesibles a la población, a los resultados de las investigaciones científicas.

Métodos

El estudio fue cualitativo y reflexionó sobre el comportamiento de la comunicación de la ciencia en tiempos de COVID-19 y la incidencia de esta enfermedad en el ámbito afectivo de las personas. Por su carácter particulariza en la importancia de la infocomunicación un contexto histórico, social, económico y cultural complejo y universal. Este propósito justificó el empleo de métodos como el razonamiento inductivo-deductivo, el análisis-síntesis y el lógico-histórico, que permitió examinar el objeto de estudio desde lo particular a lo general y viceversa, en circunstancias concretas y mediante un análisis integral.

Al mismo tiempo la revisión y análisis bibliográfico constituyó el punto de partida del presente estudio y permitió formular el tema y el objetivo, así como seleccionar los autores que están abordando este asunto en la actualidad. Los documentos consultados, en particular textos teóricos y la bibliografía activa de los expertos, posibilitaron establecer el objeto de estudio, caracterizar el desarrollo y necesidades de la comunicación de la ciencia en tiempos de pandemia y su contribución para brindar estrategias de enfrentamiento a la COVID-19.

DESARROLLO

Los medios al medio

“La información oportuna y basada en evidencias es la mejor vacuna contra los rumores y la desinformación”

Dr. Jarbas Barbosa

Subdirector de la Organización Panamericana de la Salud

En días recientes, el catedrático español Antonio López Hidalgo ha escrito un breve texto cuya verdad es testimonio de sus experiencias personales. El periodista y profesor de la Universidad de Sevilla nos abre un abanico de certezas -sin las pruebas explícitas- al situar las vivencias humanas en tiempos de covid, en el centro de un contexto al que se ha dado en llamar «nueva normalidad». La lectura obliga a meditar sobre el papel de periodismo y sus posibilidades reales de contribuir al bienestar intelectual y emocional de los públicos; de informar y abrir caminos que lleven a encontrarnos, a meditar sobre sí mismos, cuando se demandan cambios profundos en los modos de vida y esas transformaciones generan, muchas veces, inestabilidad, desasosiego e incertidumbre.

Hablamos y escribimos de la Covid-19 como quien se encuentra un polluelo que se ha caído del nido y nos disponemos a olvidarlo al cruzar la esquina, desatendiendo el piar desesperado de un huérfano.

Con estado de alarma o sin él, está claro que nos cuesta aceptar que este virus nos ha cambiado la vida. Tantos meses después, cualquier giro que le damos a nuestro devenir pasa por recuperar un mundo moribundo, unas ciudades agotadas de seres humanos que cruzaban calles y avenidas ajenas a una tempestad, tal vez inmerecida, pero que ahora baña cada gota de nuestra existencia. Todo cuanto hacemos y pensamos pasa por desandar y recuperar aquellos días de felicidad usurpada. (López, 2020)

En ese cambio, el mundo -abatido por la pandemia y fragmentado por las desigualdades en el acceso a la asistencia médica- requiere una reconfiguración donde se articulen los saberes acumulados durante siglos y, a la par, el nuevo conocimiento aportado por los diferentes campos de la ciencia sea puesto al servicio de la vida. De ahí que requiramos aportes científicos destinados al logro de candidatos vacunales contra la enfermedad, así como de contribuciones con la finalidad de ayudar a los millones de seres que habitamos el planeta, a convivir con la pandemia. Esta demanda exige de un diálogo constante y efectivo entre ciencia y sociedad. Para lograr el funcionamiento de ese tejido es imprescindible desarrollar formas de comunicación dinámicas, eficaces y participativas, que prioricen las razones y estimulen la avidez por dar a conocer los resultados de las investigaciones en el campo de las ciencias, así como su puesta en práctica para la solución innovadora de los problemas y secuelas que en la actualidad deja el nuevo coronavirus en las personas.

Los medios son piezas claves en la articulación de la ciencia y la sociedad. En tiempos de pandemia esa relación debe resultar estratégica en oposición a la nociva influencia de las falsas noticias sobre curaciones absurdas, políticos irresponsables que proponen la ingestión de sustancias tóxicas y los mercaderes oportunistas que pretenden ganar mucho dinero a costa de patentes aseguradoras y egoísmos insanos. De ahí, que los medios de comunicación han de erigirse en la autopista por donde transite hacia las audiencias la información sobre las formas para enfrentar la enfermedad, promoviendo comportamientos responsables y actualizando los avances de las investigaciones científicas sobre el virus, las maneras de prevenirlo y su posible erradicación. Asimismo, pueden suministrar a los científicos las preocupaciones, puntos de vista, experiencias y necesidades de información de las personas sobre el acontecer de la pandemia y acerca de los estudios que se llevan por la comunidad de investigadores.

Científicos y periodistas han de colaborar estrechamente para hacer llegar a la ciudadanía una información contextualizada que permita desarrollar el indispensable espíritu crítico, individual y colectivo, para poder entender y participar en el desarrollo de las ideas y oportunidades que nos permitirán mejorar las capacidades humanas y organizativas para ser competentes en un entorno sometido a una innovación, un aprendizaje, una creatividad y un cambio constantes.

[…] Hoy hay que ir mucho más allá de las formas tradicionales de compartir y sociabilizar el conocimiento; por ello, comunicar en red se ha convertido en una estrategia esencial, complementaria e indisociable, del cogito ergo sum que ha sido la generación de conocimiento científico. (de Semir, 2007)

Cuba puede mostrar múltiples ejemplos de científicos con una participación muy activa en la divulgación de la ciencia o desde estas abordando problemáticas públicas, a través de diversos medios de comunicación. Esa cercanía entre los investigadores y sectores de la población ha facilitado el surgimiento de audiencias alfabetizadas en las complejidades y particularidades de las distintas ciencias. Ello nos permite asegurar que una parte significativa del proceso de aproximación de los resultados de la ciencia a la sociedad, recae en la responsabilidad social de los propios científicos, en sus iniciativas, empeños y compromiso ético. Por tanto, en tiempos de Covid-19 nuestros científicos, además de empeñarse en la búsqueda de una vacuna contra la enfermedad, participan en los distintos escenarios de comunicación pública con el objetivo de facilitar el acceso a los resultados y el conocimiento aportado por la ciencia. Al mismo tiempo, esta participación debe estar acompañada de una adecuada gestión de la investigación que evite la ruptura de las rutinas cotidianas de trabajo.

De aquí la importancia de continuar promoviendo desde la Facultad de Comunicación de la Universidad de La Habana, estudios sobre el papel de nuestros científicos y, en particular, de sus funciones de divulgación y promoción pública de los avances de la ciencia, la tecnología, la innovación y su impacto en el desarrollo; así como de las pautas que rigen la comunicación de la ciencia en los distintos medios; la correlación entre producción científica, académica y comunicación; el impacto que tiene la práctica comunicativa de la ciencia en sus carreras, entre otros asuntos.

Comunicación y ciencia vs estrés

Los medios de comunicación en Cuba, las publicaciones institucionales, las voces comprometidas desde las redes sociales han hecho ver que el éxito en el nuevo escenario recae en la responsabilidad y motivación de las personas para protegerse y proteger a sus familiares y amigos. Además, en la necesidad de sistematizar los conocimientos, mejorar las habilidades y dotarse de recursos para contrarrestar los efectos y secuelas de la enfermedad. Ello requiere de cuatro eslabones debidamente articulados:

  • Los aportes decisivos de la ciencia, con sus resultados y metodologías;

  • efectivas estrategias de comunicación, con la participación fundamental de los medios y las redes sociales;

  • la contribución de los científicos en la divulgación de los avances de las investigaciones;

  • la participación activa de las personas en la promoción de salud en familia, grupos, comunidades, sociedad.

El reto es amplio. Corresponde a los científicos, sociólogos, sicólogos, comunicadores sociales, personal sanitario, organizaciones, contribuir con la sistematización de saberes y buenas prácticas para el enfrentamiento de la crisis. A la vez, toca a los gobiernos municipales y nacional, a las autoridades de salud pública activar los mecanismos sicológicos, comunicacionales, ambientales, sociales que están en la base para el comportamiento responsable de los individuos, grupos y organizaciones.

El estrés: escudero de la covid

La pandemia ocasionada por la COVID-19 ha impactado negativamente la esfera afectiva de los individuos, ocasionado diversos trastornos emocionales entre ellos el estrés.

Esta enfermedad puede ser considerada como una respuesta adaptativa cuyo objetivo es preparar al organismo para poder solucionar las demandas que debe afrontar. El estrés nos prepara para la acción, el afrontamiento de situaciones emergentes que se nos presentan y evaluamos como amenazantes o peligrosas y pudieran afectar nuestra integridad física o psicológica y, en definitiva, nuestro bienestar (Cabrera, 2020).

Los desafíos y demandas de la Covid-19, pueden desbordar o agotar nuestros recursos en su afrontamiento, y por lo tanto hacernos sentir que las cosas se nos van de las manos y comienzan a estar fuera de control, se desorganiza nuestro funcionamiento biopsicosocial y se comienza a confrontar diversos trastornos físicos y emocionales que llegan a afectar la salud

El impacto de la Covid-19 sobre la afectividad y comportamiento de las personas, viene dado por la letalidad de la enfermedad, sobre la cual se tenía poco conocimiento y un bajo nivel de predictibilidad en cuanto a sus consecuencias, duración y modo de enfrentarla. El grado de incertidumbre y de ambigüedad de la situación, se vería incrementado, en última instancia por la valoración que las personas hacen de esta a partir del vínculo con sus creencias, expectativas, experiencias anteriores y conocimiento de eventos semejantes, entre otros elementos. Además, debemos considerar que el impacto de la nueva situación, también se verá influido por los cambios provocados en la dinámica de la vida cotidiana y a los esfuerzos que los sujetos deben realizar para tratar de adaptarse positivamente al nuevo entorno. (Zaldívar, 2011)

Las siguientes situaciones, pueden incrementar el nivel de malestar emocional y estrés en los sujetos, durante y después de la epidemia: (Brooks, S.K., Webster, R.K., Smith, L.E., Woodland, L., Wessely, S., Greenberg, N., Rubin, G.J. (2020):

  • Duración de la cuarentena: una mayor duración de la cuarentena se asocia específicamente con una peor salud mental, síntomas de estrés postraumático, conductas de evitación e ira.

  • Miedo a la infección: ocurre en los individuos ante algún temor a la enfermedad propiamente y a poder contagiar a miembros de su grupo familiar, manifestándose en cualquier síntoma de la epidemia.

  • Frustración y aburrimiento: ocurre cuando las personas se encuentran en aislamiento y no pueden realizar su rutina diaria, quedando reducida al contacto con los demás miembros que por lo general se rodea, además de las actividades diarias que realiza: compras, trabajo, entre otras.

  • Suministros inadecuados: esto genera gran impacto sobre todo en personas acostumbradas a tener satisfechas sus necesidades básicas, las mismas van asociadas con frustración, ansiedad, y enfado propiamente.

  • Información inadecuada: lo que puede ocasionar que muchas personas perciban la información por parte de las autoridades de salud pública como escasa, contradictoria y que le ofrece insuficientes pautas sobre los pasos a seguir, les crea confusión sobre el propósito de la cuarentena, e incrementa el nivel de malestar emocional

  • La falta de claridad sobre los diferentes niveles de riesgo, concretamente, lleva a las personas a temer lo peor, lo que se incrementa cuando existe falta de transparencia en la información que brindan los medios, los funcionarios de salud y el Gobierno.

  • Incertidumbre en cuanto a cómo y cuándo volver a la nueva normalidad.

En nuestro país, las autoridades sanitarias, organizaciones sociales, instituciones científicas, los medios de comunicación, con el apoyo y seguimiento del Gobierno, trabajan para minimizar las consecuencias negativas, en el plano emocional, que pueden aparecer asociadas a la pandemia, a las necesarias medidas de restricción y distanciamiento social y a la incorporación de comportamientos de protección tales como el uso de la mascarilla, lavado frecuente de las manos y otras, que por infrecuentes resultaban molestas o irritante para los sujetos.

Como resultado se potenciaron en diferentes espacios, entre ellos los medios de comunicación, los mecanismos necesarios para una adaptación psicosocial en tiempos de crisis, dirigidos a amortizar y afrontar la ansiedad y otras manifestaciones de estrés provocados por el temor a las consecuencias de la pandemia y de las medidas necesarias para su afrontamiento.

Lo anterior se reflejó, en primer lugar, en ayudar a los individuos, grupos, comunidades, etc. a desarrollar una percepción de riesgo realista, que posibilitara un afrontamiento efectivo, aceptando la necesidad de las medidas de aislamiento, distanciamiento social, cierre de centros laborales, escolares y recreativos y otras, brindando la información, el apoyo y otros recursos necesarios para preparar un plan o programa de actuación que se correspondiera con la nueva situación.

Después de meses viviendo bajo las reglas y restricciones propias del período de enfrentamiento a la pandemia, gracias al control logrado en la reducción de la circulación del virus, ahora nos enfrentamos a un reto: la nueva normalidad; que significa convivir un escenario con mayor flexibilidad en cuanto a las restricciones, pero en el cual aún tenemos la necesidad de enfrentar las amenazas del Covid-19, que no han desaparecido, y ante un exceso de confianza o descuidos, puede retrotraernos a la fase anterior de contagio con consecuencias presumiblemente más desastrosas.

La cuestión está en que muchas personas pueden concebir la vuelta a la nueva normalidad, como una recuperación de sus roles, actividades, ocupación del tiempo, etc. de igual manera que antes de la crisis, incluso con la expectativa de «recuperar lo perdido» y de volver a vivir sin las restricciones a las que ha estado sujeto durante la epidemia.

A diario fluyen innumerables noticias desde distintas partes del mundo, donde se muestra la experiencia de muchos países, así como los retrocesos en regiones de Cuba. Ello nos advierte que la nueva normalidad requiere cuidar algunas de las normas y restricciones del período de contagio, mantener la alerta para evitar retrocesos innecesarios.

La adaptación exitosa a los nuevos escenarios implica que los individuos, más allá de sus deseos y expectativas desarrolladas, han de aprender a vivir, durante un tiempo relativamente prolongado, con la amenaza de la Covid-19 y para ello han de mantener en primer lugar la percepción de amenaza, de peligro, para asumir con responsabilidad los comportamientos protectores necesarios. Esto de igual manera es válido para los grupos e instituciones.

Consideraciones finales

Mucho se ha escrito acerca de la comunicación en tiempos de crisis, otro tanto se ha reflexionado sobre el papel de los medios en esos escenarios. Sin embargo, la crisis ecológica es diferente a la crisis migratoria, aunque tengan puntos de contacto; la crisis alimentaria tiene rasgos muy distintos a la sanitaria, aun cuando la primera pueda generar desastres en los sistemas de salud; la crisis económica mundial y la carrera armamentista afectan la estabilidad en el planeta, sus efectos son visibles en «nuestros bolsillos»; mientras, la Covid-19 ha fragmentado la vida pública, las relaciones sociales, ha traído las largas listas de decesos.

Todas las crisis descritas se conectan. Sin embargo, ninguna es igual. Por tanto, los procesos de comunicación en tiempos críticos también se diferencian. ¿Cómo unirnos ante tanta dispersión? ¿De qué manera superar la desconfianza? Para Juan Manuel Mora, de la Universidad de Navarra hay cinco principios válidos para la comunicación y que son aplicables a esta época de pandemia:

  • la comunicación como acompañante del liderazgo, que permita crear en la gente la percepción real de que son bien conducidos, aun en medio de tanta incertidumbre;

  • el carácter proactivo de la comunicación, teniendo en cuenta su capacidad para superar la sorpresa de golpe y pasar a la iniciativa, a la anticipación de las inquietudes y necesidades de las personas;

  • brindar información fiable, con regularidad y frecuencia: ser transparentes, contar la realidad con precisión y veracidad; evitar los rumores y las noticias falsas;

  • la comunicación en tiempos de crisis debe ser comprendida por las audiencias, evitar la censura por saturación de datos y centrarse en lo esencial que es ubicar en contexto y dar sentido a los datos y

  • finalmente, escuchar a las audiencias, conocer sus preocupaciones y sugerencias para dar respuestas adecuadas al contexto:

    • Comunicar bien no cura enfermedades, pero disminuye los miedos y disuelve los bulos. Y, sobre todo, genera confianza en los gobernantes y en los directivos. Lo mejor que podría pasar en esta crisis es que sirviera para fortalecer la confianza en las instituciones, en las organizaciones, entre nosotros. (Mora, 2020)

Referencias bibliográficas

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Recibido: 30 de Septiembre de 2020; Aprobado: 04 de Noviembre de 2020

*Autora para la correspondencia: cala@fcom.uh.cu

Los autores declaran no tener conflictos de intereses.

Ambos autores aportaron en la consecución de la información, la estructuración de los instrumentos, la ubicación de referentes bibliográficos.

La realización de este texto no demanda financiamiento extra para su realización.

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