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versión On-line ISSN 2411-9970

ARCIC vol.10 no.25 La Habana ene.-abr. 2021  Epub 01-Abr-2021

 

Dossier Monográfico

Hacia una guía de buenas prácticas para proyectos digitales en Bibliotecas y Archivos: estudio de caso desde América Latina

Towards a best practice guide for digital projects in Libraries and Archives: a case study from Latin America

Silvia Eunice Gutiérrez De la Torre1  * 
http://orcid.org/0000-0001-8717-2291

Talia Méndez2 
http://orcid.org/0000-0003-0712-7015

1El Colegio de México A. C. México.

2CulturePlex - University of Western Ontario. Canadá.

RESUMEN

En este artículo se presentan los resultados de la primera indagación sistemática de proyectos de Humanidades Digitales (HD) en Bibliotecas y Archivos de América Latina utilizándose dos prácticas innovadoras: la #BitácoraHD y las dos versiones del checklist de la Red de Humanidades Digitales (RedHD). La primera es un instrumento basado en la bitácora clásica de la etnografía, pero con un diálogo explícito de perspectiva interdisciplinar que las autoras consideran crucial para las HD. Por otro lado, las checklists de la RedHD son utilizadas como instrumento para comprender las características de los proyectos HD de bibliotecas y archivos. Cerramos el artículo con una serie de reflexiones hacia la construcción de proyectos robustos y críticos de HD para nuestra región, así como de nuevas perspectivas para nuevas iteraciones de instrumentos de medición.

Palabras clave: humanidades digitales; proyectos digitales; interdisciplinariedad; mejores prácticas; bibliotecas; archivos

ABSTRACT

This article presents the results of the first systematic investigation of Digital Humanities (HD) projects in Libraries and Archives of Latin America using two innovative practices: #BitácoraHD and the two versions of the Red de Humanidades Digitales (RedHD) checklist. The first is an instrument based on the classic ethnographic detailed field notes but with an explicit dialogue from an interdisciplinary perspective that the authors consider crucial for HD. On the other hand, the RedHD checklists are used as an instrument to understand the characteristics of HD library and archive projects. We close the article with a series of reflections towards the construction of robust and critical HD projects for our region as well as new perspectives for new iterations of measurement instruments.

Keywords: Digital Humanities; digital projects; interdisciplinarity; best practice; Libraries; Archives

Introducción

Dentro de los diferentes cambios que ha sufrido la humanidad con la introducción de Internet, encontramos la disciplina de las Humanidades expuesta al nuevo espectro digital (Piscitelli, 2015; Vanhoutte, 2016). Al campo se le agregó el apellido de “Digitales” y con esta adherencia surgieron nuevas expectativas tanto para los investigadores como para los productores de contenidos. En la rueda de Patrick Sahle, traducida y adaptada por Gimena del Río Grande (2019) se pueden ver (Fig.1 ) distintas ramificaciones que van desde apoyarse en la informática aplicada para encontrar resultados de investigación más robustos, hasta la apropiación de obras literarias como narrativas digitales que renuevan la lectura y fomentan la interacción con las nuevas generaciones.

Fig. 1 Rueda de las Humanidades Digitales expandidas (Rio Riande, 2019). 

Sin embargo, dentro de ese amplio espectro, aún no sabemos cuáles son los aspectos que caracterizan a un proyecto dentro de una biblioteca o archivo sea un proyecto de investigación de Humanidades Digitales. Para acercarse a esta interrogante es que ha sido escrito el presente artículo. En las siguientes líneas el lector encontrará, primero, tres aspectos sobre la metodología: las características de la encuesta “Bibliotecas y Archivos en la intersección con las HD en América Latina” (BAIHD), de la cual se obtuvieron los datos; las características de la #BitacoraHD y de los checklists de la RedHD. En segundo lugar, se presentan los resultados del estudio: una vista de pájaro sobre los tipos de proyectos según una tipología desarrollo (Afanador Llach, 2020) y los resultados de la aplicación de las checklist. Por último, en las conclusiones se comparten una serie de recomendaciones para próximas actualizaciones de la guía y/o adaptaciones para los contextos de los proyectos digitales que se crean en Bibliotecas y Archivos.

Métodos

BAIHD: La encuesta base

En 2017 Micaela Chávez, directora de la biblioteca de El Colegio de México (México), y Silvia Gutiérrez, bibliotecaria de Humanidades Digitales de esa misma institución, diseñaron una encuesta para identificar a las personas que se consideraban creadoras o habilitadoras de proyectos de Humanidades Digitales en las bibliotecas y archivos de América Latina. La estrategia se repitió en 2018 y el contexto y primeros resultados pueden leerse en el artículo “Bibliotecas y Humanidades Digitales en América Latina” (Gutiérrez De la Torre, 2020).

Debido a que el universo de los proyectos HD es amplio -como lo demuestra la rueda de Sahle- se decidió que uno de los conceptos que atravesaría la presente investigación sería el de la “autoidentificación”, presente también en la BAIHD. Esta estrategia tiene un antecedente en #MapaHD, cuyo objetivo principal era mapear el universo de practicantes de HD en la esfera hispano y lusoparlante. En vez de crear una tipología de quiénes entraban dentro de la categoría, las autoras de #MapaHD optaron por integrar a todo aquel que respondiera la encuesta, pues se consideró que así “confirmaban [implícitamente] su autoidentificación como humanistas digitales” (Ortega y Gutiérrez De la Torre, 2014). Esta técnica es sobre todo útil, si se considera que, la falta de definición del campo de las HD hace difícil tanto dirigir un cuestionario a una comunidad pre-definida como crear variables discretas (Gutiérrez De la Torre, 2020).

Los 24 proyectos digitales indagados en esta investigación son los que corresponden a las respuestas dadas a una sección opcional de la encuesta. En ésta se pedía que compartieran los proyectos de Humanidades Digitales en los que se hubieran involucrado indicando el nombre del mismo, una URL y/o una breve descripción o un vínculo a una reseña del mismo. Con la misma técnica de autoidentificación, las autoras no emitieron un juicio sobre la pertinencia o no de los proyectos, en cambio optaron por una estrategia descriptiva más que prescriptiva, para comprender las características de las HD en una región disciplinar y geográfica: las Bibliotecas y Archivos de América Latina.

#BitácoraHD: El diálogo explícito

La #BitácoraHD está basada en una de la técnicas más utilizadas en el campo de la investigación cualitativa, el diario de campo (Van Maanen, 1988). Por un lado, el ejercicio de escritura permitió consignar preguntas, detalles técnicos, discutir la terminología y los contextos latinoamericanos, así como pensamientos en general desde las disciplinas y la experiencia laboral de cada una (lingüística/bibliotecología y diseño industrial). Esta técnica condujo a tener un diálogo explícito entre las investigadoras, obligandando a la reflexión desde uno de los conceptos más relevantes de las Humanidades Digitales: la interdisciplinariedad. Así que mientras se iba escribiendo se generaban encuentros designados al ejercicio de reflexión y al mismo tiempo se construía el registro narrativo.

Por otro lado, este diario de campo se convirtió así en un espacio con la evidencia escrita de sus reflexiones a lo largo del tiempo, lo cual resultó ser fundamental tanto por la naturaleza mutable de los objetos digitales que estudiaron, como por la situación de excepción desatada a partir de la contingencia mundial del COVID-19. Es decir, el registro de la #BitácoraHD permitió tanto tener el trazo de las reflexiones sobre objetos mutables (tanto los del estudio como los instrumentos y bibliografía complementaria) como mantener consistencia de las ideas en medio de los cambios surgidos por la situación mundial. Se tomó por ejemplo la decisión de incluir en el análisis documentos de diferentes académicos que todavía no habían sido publicados debido a la pandemia, pero que ya estaban trabajando.

Esta última estrategia fue especialmente relevante para integrar el cambio en un instrumento clave del análisis: el Checklist propuesto por la Red de Humanidades Digitales (RedHD). Esto es, cuando se dio inicio a la presente investigación sólo se tenía la versión del 2013 y después de haber terminado el primer análisis la RedHD divulgó la nueva versión, lo cual se vio como una oportunidad de ver cómo los proyectos cambiaban en el tiempo y cómo se adaptaba el checklist, pero también representó un reto para el cual, la #BitácoraHD fue indispensable.

Los checklists de la RedHD

Desde el 2010, la RedHD ya destacaba la necesidad de evaluar los recursos digitales de investigación (Galina Russell, 2016). Debido a lo heterogéneo de los productos dentro de las HD y los cambios constantes en sus objetivos, el equipo de la RedHD propuso en 2013 la primer versión de la “Guía de buenas prácticas para la elaboración y evaluación de proyectos de Humanidades Digitales y checklist”.

En términos generales, la metodología de creación del checklist consistió en cuatro pasos: el primero, la conformación de un comité ad hoc formado por especialistas HD; el segundo, una revisión crítica sobre documentos similares; el tercero, el establecimiento de un universo de productos digitales; y el cuarto, después de tener el primer prototipo del checklist, la implementación del Taller de Evaluación de Recursos Digitales para creadores en abril del 2013, con el cual llegaron a la conclusión de que la herramienta debía estar acompañada de una guía (Galina Russell, 2016, pp. 126-127).

La herramienta ha sido evaluada y probada en diferentes escenarios de las HD, entre cursos, talleres y seminarios de Latam. El conocimiento ganado en esta interacciones se han tenido en cuenta para ir mejorando su actualización, en línea con los principios que guiaron esta herramienta, la cual, desde su concepción, se ha promovido como una herramienta de evaluación que se siguiera trabajando en comunidad, es decir, colaborando en la retroalimentación para que en un futuro se pudiera desarrollar lineamientos particulares por área o por tipo de proyectos (Galina Russell, 2016, p. 128).

Antes de empezar con el análisis, tres advertencias. La primera tiene que ver con el propósito de la herramienta, y este propósito implica dos aspectos que deben ser tomados en cuenta para la correcta lectura de este ejercicio. La primera advertencia está vinculada a la ya mencionada mutabilidad de los proyectos digitales, la cual afecta no sólo a los productos analizados, sino al checklist mismo. La redacción de este artículo empezó en junio del 2020 y concluyó en enero del 2021. La primera aplicación se hizo con el checklist de 2013 (Ch1; Galina Russell, 2016) en junio del primer año del estudio y la segunda, con la versión del 2020 (Ch2; Galina Russell et al., 2020) en enero del 2021. A pesar de que sólo hay seis meses de distancia entre una aplicación y la otra hubo diferencias importantes en los resultados obtenidos incluso entre los rubros que permanecieron idénticos en las dos versiones de la guía. No obstante estas discrepancias, las autoras consideraron que la oportunidad de ver los resultados de ambas versiones son un buen punto de partida tanto para una perspectiva más sólida de unos proyectos de por sí difíciles de clasificar, así como para una evaluación más completa de la guía misma.

La segunda advertencia, y la más compleja, está relacionada con el objeto que busca evaluar el checklist, pues, por un lado, existe cierta ambigüedad por el tipo de objeto que se busca evaluar. En el título de la evaluación de esta experiencia se habla de “recursos digitales” y en el resumen se utiliza un término igualmente amplio: “proyectos HD” (Galina Russell, 2016, p. 121). Sin embargo, más adelante se precisa que el objeto de evaluación son “productos de investigación digitales” y los distingue de los “servicios digitales” que, si bien reúnen muchas de las características de los primeros, no incluyen la participación de un especialista en la disciplina con conocimiento digital (es decir, no incluyen la participación de un “humanista digital”) y por lo tanto, no pueden ser considerados como “productos académicos de investigación” (Galina Russell, 2016, pp. 123-124). A pesar de esta acotación, más adelante se enlistan los siguientes productos digitales como los que sirvieron de base para la guía: “corpus electrónico, colecciones digitales (imágenes, audio, video), proyectos de digitalización, hemeroteca digital, repositorios [y] ediciones académicas” (Galina Russell, 2016, p. 126). Es decir, de estos seis tipos de “productos” por lo menos cuatro (proyectos de digitalización, repositorios, hemerotecas y colecciones digitales) son el tipo producto que se crea típicamente en el contexto de una biblioteca y cuyos especialistas son, precisamente, bibliotecarios. Es justa esta área gris en la definición del objeto de aplicación lo que llevó a las autoras a elegir esta guía para evaluar los proyectos HD de Bibliotecas y Archivos, y no decantarse, por ejemplo, por el documento de recomendaciones análogo de la Asociación de Humanidades Digitales Hispánicas, el cual está dirigido aún con más énfasis a la “investigación científico-académica digital” (2015). En otras palabras, esta advertencia va dirigida a alertar al lector de que si bien el checklist no es del todo idóneo para evaluar los proyectos digitales obtenidos de la BAIHD, la ambigüedad del instrumento permite hacer este ejercicio y, como Galina Russel propone, apuntar no sólo a una actualización del checklist sino a una adaptación para otras disciplinas más específicas o ciertos tipos de proyectos digitales (2016, p. 129).

La tercera advertencia, tiene que ver con el cambio en el instrumento mismo, para lo cual se presentan a continuación algunas características generales sobre las diferencias entre Ch1 y Ch2. Como se puede apreciar en Fig. 2, cuatro de las seis etapas de Ch1 se conservaron en Ch2 (marcadas con verde), una de ellas tiene una redacción similar (marcada en amarillo) y dos no tienen equivalente: “control de calidad” no existe como sección en Ch2 y “acceso y sustentabilidad” no se encontraba como apartado en Ch1. Sin embargo, esto no significa que los contenidos sean los mismos. Cuando observamos las preguntas de forma individual observamos que existen categorías que, aunque con el mismo nombre, en realidad no recuperaron las preguntas de la versión anterior y más adelante se irá precisando al respecto (Fig. 3).

Fig. 2 Comparación de los encabezados en Ch1 y Ch2. 

Fig. 3 Comparación de las preguntas individuales en Ch1 (columna izquierda) y Ch2 (derecha). 

Desarrollo

Clasificación de los proyectos

Para obtener una vista panorámica de los tipos de proyectos que serían analizados, las autoras obtuvieron el permiso para utilizar una tipología próxima a ser publicada, la “Clasificación y valoración de proyectos en Humanidades Digitales” de María José Afanador Llach en su versión de junio del 2020. En este catálogo se presenta una lista de diez productos de “investigación digital en humanidades y ciencias sociales” junto a una descripción de los mismos (Afanador Llach, 2020). De acuerdo con esta clasificación 23 de los 24 productos analizados corresponden siete de esos diez categorías (Fig. 4). El elemento faltante es un proyecto de maestría en HD que si bien tampoco cuadra dentro de las definiciones citadas de “producto” o “proyecto” fue incluido, por un lado, por consistencia en la inclusión a partir del autorreporte, y por otro, porque representa una veta no siempre considerada en estas guías de buenas prácticas: los proyectos didácticos de HD.

Fig. 4 Clasificación de los 24 proyectos analizados según la tipología propuesta por Afanador Llach. 

También cabe notar que 28 % de las/os encuestadas/os de la BAIHD contestaron que veían la relación de las HD con las Bibliotecas y Archivos como algo dado por las posibilidades de difusión y gestión de la información que se han desarrollado en el contexto de las HD (Gutiérrez De la Torre, 2020, p. 124). Esto es consistente con el hecho de que los ocho proyectos archivos digitales, que se distinguen por las posibilidades de gestión que otorgan, y los cinco proyectos de humanidades digitales públicas, destacadas por su aspecto colaborativo y de divulgación, sean las dos tipologías más frecuentes (Fig. 2). Aunado a esto es llamativa la presencia de por lo menos cuatro proyectos de libro o narrativa digital y uno de edición crítica digital. Este resultado no sólo confirma la vigencia de las bibliotecas como editoras de publicaciones (Canty, 2012), sino que apunta a que esta actividad se ha adaptado tanto a las plataformas digitales como a las posibilidades narrativas de éstas. A pesar de su menor frecuencia, la existencia de tres proyectos de “conjuntos de datos” es suficientemente relevante para pensar que nuevas iteraciones del checklist deberían considerar aspectos sobre el tratamiento ético de los mismos, además de las formas específicas de curación, descripción, citación, etc. que corresponden a este tipo de productos y para las que ya existen algunos compendios de buenas prácticas (LERU Research Data Working Group, 2013).

Aplicación del checklist: huellas de metadatos

En primer lugar, retomando la propuesta de Corey A. Harper de las “huellas de metadatos” -un mecanismo visual para leer de múltiples características cuantitativas de un conjunto de metadatos dados (2016)- las autoras crearon una serie de visualizaciones de dispersión polar (scatterpolar) para crear la “huella” de los proyectos de HD en Bibliotecas de América Latina (Fig. 5). La intención no es juzgar los proyectos, sino obtener una instantánea de los aspectos de compleción más consistente, y las áreas de oportunidad tanto para los proyectos como para futuras guías.

Fig. 5 Diferencias entre la primera y la segunda aplicación del checklist. 

Fig. 6 Huella de metadatos de los proyectos HD siguiendo el Ch1. Los rubros están ordenados numéricamente a partir del eje con los porcentajes (del 0 al 100): “Responsable” corresponde a la primera pregunta y “Formas de exportar” a la última. 

Fig. 7 Huella de metadatos de los proyectos HD siguiendo el Ch2. Los rubros están ordenados numéricamente a partir del eje con los porcentajes (del 0 al 100): “Responsables” corresponde a la primera pregunta y “Preservación” a la última. 

Al observar la “huella de metadatos” de las categorías superiores (Fig. 5) y de las individuales (Figs. 6 y 7), se puede leer lo siguiente:

  1. De la primera variable, “Información de los responsables”, osciló entre un 54.86% de compleción en Ch1 y 60.42% en Ch2 (Fig. 5), esta diferencia de 6 puntos porcentuales puede deberse a que la mayoría de las preguntas de este rubro no fue retomada, haciendo esta categoría más laxa en Ch2 (Fig. 4).

  2. De la segunda, “Documentación”, se observa que poco menos de la mitad de los proyectos (39.58%) cubren las especificaciones propuestas por Ch1; en cambio, siguiendo Ch2, 78.47% cumplen con este rubro. Para comprender este cambio drástico debe considerarse que para Ch2 sólo se retomó la mitad de las preguntas de Ch1 en este rubro y la otra mitad provienen de “3.0 Usabilidad y arquitectura de la información” (Fig. 3). Dentro de los porcentajes por pregunta cabe destacar los resultados a la pregunta por la claridad de las formas de citación. Ésta sólo fue afirmativa en menos de un 5% de los proyectos (en Ch2 en 8.3%). También es llamativa la ausencia de metodología y documentación técnica en los proyectos, pues menos de un tercio de ellos (29.16% tanto en Ch1 como en Ch2) la hizo explícita en sus sitios.

  3. De la tercera variable “Usabilidad y arquitectura de información” el promedio de cumplimiento es del 61.46% en Ch1 y de 24.31% en Ch2. De nuevo el cambio drástico se debe a la nueva composición de las preguntas en Ch2, las cuales provienen en su mayoría del rubro “Control de Calidad” y en segundo término de “Documentación” (Fig. 4). En Ch1, la pregunta con un apabullante cero por ciento de compleción corresponde a las “opciones de accesibilidad para personas con discapacidad” (ver “Accesibilidad” en fig. 6).

  4. La cuarta variable, “Control de calidad” no existe como tal en Ch2, aunque varios de sus rubros fueron integrados a la variable de “Usabilidad” en Ch2 (Fig. 4). En Ch1, 65.83% de los proyectos no cumplen con las prácticas de control de calidad. La pregunta con el porcentaje más alto de incompletud corresponde a los “mecanismos de autoevaluación en forma de indicadores públicos o internos”, pues sólo 12.5% de los proyectos mostraban esta información con claridad. En segundo lugar, están los proyectos que declararon usar algún estándar, checklist o buena práctica, que son menos de un tercio (25% en Ch1, 20.83% en Ch2).

  5. Sobre la variable de información legal, el promedio de no cumplimiento de los parámetros es de un 68.75% en Ch1; esto quiere decir que en muchos proyectos no es claro la forma de uso legal de los contenidos, en algunos casos se pudo verificar que por las fechas los contenidos estaban liberados, pero para llegar a esta conclusión es necesario tener un conocimiento básico sobre derechos de autor. En Ch2 esta variable se llama “4.0 Propiedad intelectual y condiciones de uso” y los promedios más bajos corresponden a la “información sobre las licencias de uso y reproducción del recurso (por ejemplo, acceso abierto, creative commons, derechos reservados, etc).” y a la claridad sobre la “política de uso de datos personales” ambas presentes en apenas un 33% de los proyectos.

  6. Sobre la variable de “Visibilidad y difusión” llama la atención que, probablemente por tratarse de proyectos que salen desde Bibliotecas y Archivos los promedios en Ch1 para aspectos como los “metadatos descriptivos” o los “estándares de metadatos” tiene muy buenos niveles de compleción (79 y 75 por ciento, respectivamente). Sin embargo, muy pocos proyectos incluyen una traducción de su ficha de propósito a otro idioma (16.6% en Ch1, con un ligero incremento en Ch2: 20.83%) y aún menos indican las instancias indizadoras en las que se encuentra registrado el proyecto (16.6% en Ch1, 8.3% en Ch2).

  7. Por último, la variable sobre acceso y sustentabilidad que sólo se encuentra presente en Ch2, es la que tiene el peor promedio global (11.11% de compleción). En este apartado se pregunta sobre el software utilizado en el desarrollo del recurso (16.6%); el uso de identificadores únicos (8.3%) e información sobre acciones o procedimientos para mantener el acceso al recurso a largo plazo (8.3%). Todas estas representan una gran área de oportunidad para próximos proyectos de HD.

Consideraciones finales

En términos generales, el estudio permitió tener una visión general sobre los tipos de proyectos más frecuentes en la muestra y lo que se está entendiendo por Humanidades Digitales en las bibliotecas y archivos. Esto no sólo permite que se creen guías más específicas para los tipos de proyecto más frecuentes (archivos digitales, proyectos de humanidades digitales públicas y libros y narrativas digitales), sino que arroja luz sobre el tipo de actividades que aún no han sido tan exploradas en este tipo de instituciones y del tipo de preguntas que se podrían hacer a la hora de pensar en crear un proyecto digital. Por otro lado, la aplicación de ambas checklists permitió a las autoras tener fundamentos empíricos para crear una serie de recomendaciones generales que esperan abonen a la discusión, actualización y/o adaptación de este tipo de guías, las cuales enumeramos a continuación:

  1. Una guía de buenas prácticas que parta de los proyectos existentes en Bibliotecas y Archivos, podría ayudar a que desde su concepción se creen proyectos digitales más robustos y así crezca y se fortalezcan las HD en estos entornos. En ese sentido, en términos prácticos las autoras coincidieron en la dificultad que representan los siguientes tipos de preguntas:

    1. dobles, del tipo: “ ¿Está claro para qué y cómo puede ser utilizado el sitio?”, pues existen recursos que pueden incluir lo primero, pero no lo segundo y esto puede ser confuso cuando el propósito es evaluar.

    2. específicas, que no necesariamente aplican a algunos tipos de proyectos: “¿Existen formas para exportar y reusar datos ofrecidos por el recurso?”, por ejemplo, difícilmente se aplica a ediciones académicas o narrativas digitales. Tal vez si en lugar de “datos” se optara por decir: “¿existen formas de exportar o reusar el proyecto?” podría cubrir una mayor variedad de recursos.

  2. En esa misma línea de pensamiento, al aplicar las guías de verificación existentes en español a proyectos de Bibliotecas y Archivos, llevó a las autoras a cuestionarse la pertinencia de la cláusula “académica”, que en mayor o menor medida está presente en estos instrumentos. Por un lado, vale la pena recordar que en muchas tradiciones universitarias las/os bibliotecarios/as forman parte de las disciplinas humanistas y crean productos de investigación digital académica (ver por ejemplo Cid Carmona et al., 2018). Este aspecto parece ser ignorado en la evaluación del checklist en la que si bien se reconoce como indispensable “la participación de bibliotecólogos, comunicólogos y/o técnicos” se implica que para la categoría “académica” de estos proyectos se requiere la participación de otros especialistas, los humanistas digitales (Galina Russell, 2016, p. 124); es decir, en un orden de ideas que parece desconocer que bibliotecólogos, comunicólogos y/o programadores en las humanidades digitales muchas veces tienen también formación humanista y académica. Por otro lado, tanto algunos institutos de educación superior, como muchas bibliotecas nacionales, académicas y públicas, han concentrado sus esfuerzos en hacer productos que podrían considerarse dentro de la tipología de “humanidades digitales públicas”; es decir, proyectos a caballo entre lo que se entiende tradicionalmente como “académico” y lo que puede leerse como “servicio” (Schreibman et al., 2011). Estos productos híbridos son cada vez más frecuentes y requieren consideraciones especiales.

  3. Por la anterior, las autoras proponen que la revisión de los aportes de bibliotecas puede enriquecer estas guías con rubros que consideren indicadores del impacto público más allá de las “vistas” o “botones sociales”. En miras del cumplimiento del checklist algunos proyectos cumplieron con este punto, sin embargo, los botones de redes sociales deberían estar ligados a una estrategia digital, centrada en su objetivo principal: generar interacción y participación. Especialmente en el contexto de las bibliotecas y archivos en el que involucrar a los usuarios es fundamental para que los contenidos vivan. Carlos Scolari (2015) propone la metáfora de la interfaz para establecer que el uso de un objeto -en el caso de esta investigación, un proyecto HD- es lo que lo mantiene vivo, pero si el objeto no es utilizado quiere decir que está muerto. Para mantener vivo los proyectos es necesario una milla extra, es decir, el proyecto en sí mismo no sobrevivirá, y agregando un botón de redes sociales no colaborará, a menos que esté ligado a una estrategia digital. Entonces, la pregunta que se podría hacer es ¿el proyecto digital tiene una estrategia de redes sociales? Inclusive esta pregunta puede motivar a aquellos que piensen en aplicar este tipo de herramientas para que lo piensen de manera más amplia, funcional y humana, en la que por ejemplo, se piense los indicadores de una manera cuantitativa y también cualitativa.

  4. En esa misma línea, las autoras piensan que es indispensable plantear la pregunta sobre la necesidad” que están cubriendo los proyectos digitales. La palabra necesidad se refiere en este artículo a la revisión filosófica que se podrían hacer los equipos a la hora de escoger temáticas, indicadores, públicos o material, entre otros. No será lo mismo crear un proyecto sobre digitalización de la prensa del siglo XIX, que un libro digital para jóvenes. Entonces la primera pregunta antes de empezar podría ser ¿Cuál es la necesidad que vamos a cubrir?

  5. Las bibliotecas y archivos, incluso cuando sirven a una comunidad académica específica, son espacios de servicio público. En ese sentido, una adaptación del checklist para proyectos digitales de Bibliotecas y Archivos que considere cubrir una necesidad -de memoria histórica, de justicia, de diversidad cultural, etc.- como un eje, podría fortalecer a las Humanidades Digitales, no sólo en proyectos de HD públicas sino también académicas. Una vez más, las autoras creen que este tipo de interrogantes, más allá de evaluar un proyecto, pueden llevar a sus creadores a reflexiones cruciales que generen impacto y aporten en la construcción colectiva de futuros mejores.

Referencias

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Recibido: 06 de Enero de 2021; Aprobado: 26 de Enero de 2021

*Autor para la correspondencia: segutierrez@colmex.mx

Los autores declaran que no existe conflicto de intereses.

Los autores participaron por igual en la investigación: conceptualización, diseño metodológico, escritura, análisis de encuestas, interpretación de resultados, conclusiones, recomendaciones, etcétera.

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