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Señor Director:
Un nuevo coronavirus fue aislado en pacientes relacionados con un mercado de pescados en la Ciudad de Wuhan, China, en diciembre de 2019. Fue nombrado SARS-CoV-2 y produjo una epidemia en la ciudad que se expandió rápidamente por todo el mundo, lo que posiblemente constituya la mayor pandemia desde la de la gripe española, ocurrida a principios del pasado siglo. A finales de marzo de 2020 el COVID-19 había sido confirmado en más de medio millón de personas en todo el mundo y se había producido la muerte de más de 26 000 pacientes. En Cuba, concluido el primer trimestre de 2020, se declaró la fase epidémica después de demostrar transmisión local.1
El COVID-19 ha incidido en más de 180 países, ha causado la muerte a millones de personas desde su aparición y ha impuesto los mayores retos sanitarios hasta la fecha: la pandemia de COVID-19 ha conllevado al incremento de la demanda de cuidados de salud.2
El enfrentamiento al COVID-19 impone importantes retos a los profesionales de la salud en Cuba relacionados, fundamentalmente, con los cuidados de la salud de la población y con la prevención y el control de infecciones en la comunidad y en las instituciones de salud. La prevención y el control de infecciones a nivel comunitario es un ejercicio dinámico y continuo en función de la evolución de la epidemia que debe ser evaluado con objetividad.3
Han sido representativos el desempeño del personal de Enfermería ante el colosal impacto producido por esta enfermedad y los cuidados que brindan, día a día, para minimizar los daños tanto corporales como psicológicos ocasionados por el COVID-19.
Florence Nigthingale, uno de los paradigmas de la Enfermería moderna, en su modelo de cuidado, enfatizaba que las enfermeras debían ser excelentes observadoras de los pacientes y de su entorno y que el lavado de manos representaba una acción de vital importancia en la prevención de enfermedades. Para Dorothea Orem el objetivo de la enfermería radicaba en ayudar al individuo a llevar a cabo y mantener por sí mismo acciones de autocuidado para conservar la salud y la vida y recuperarse de la enfermedad y afrontar las consecuencias de la enfermedad (o ambos).4,5
Los enfermeros y las enfermeras del Sistema de Salud en Cuba toman como referentes a estas teóricas de la Enfermería para hacer de su principal función, el cuidado, la más humanista acción en aras de mejorar y de salvar vidas humanas ante la presencia de un virus mortal. El protagonismo de la profesión de Enfermería durante el período de pandemia resalta al humanismo como el valor más significativo y representativo expuesto durante estos años de pandemia por los responsables del cuidado del paciente.
Es decisiva su contribución porque deben proveer atención y cuidados directos para salvar vidas y reducir el sufrimiento, brindar apoyo emocional, educar a pacientes y a sus familias y coordinar acciones de prevención y control de infecciones.6
En todo el mundo el personal de la Enfermería y todos los equipos de salud están en la primera fila de la lucha para frenar la propagación del COVID-19 y arriesgan sus vidas para salvar a otros, con heroica dedicación y sacrificio, no solo en el cuidado de pacientes en la primera fila de atención en los hospitales, sino también desde las áreas de gestión, la política, la educación a las comunidades y la investigación porque la Enfermería es una disciplina y una ciencia tan fundamental y necesaria como el mismo cuidado humano. En la historia universal, y en décadas posteriores, se evidencia el papel que ha desempeñado el personal de salud ante pandemias que han afectado al mundo.7,8
Los cuidados de Enfermería en el enfrentamiento al COVID-19 se han hecho eco en cualquier parte del mundo por sus profesionales. Ser enfermero o enfermera implica compromiso, dedicación y una profunda vocación humanista al ser quienes, por mayor tiempo, mantienen el vínculo directo con los pacientes y sus necesidades.
Los servidores de la salud en el Municipio de Quemado de Guines, de la Provincia de Villa Clara, desde la Atención primaria de salud, son parte de esa marcada diferencia en estos tiempos difíciles por sus actos solidarios, humanos y responsables, sin frenos ante la divulgación constante, casa a casa, cara a cara, de las medidas de protección como el uso del nasobuco y de las medidas higiénicas como el lavado de manos y el distanciamiento.
La enfermería territorial se ha vestido de gala durante la vacunación anti COVID-19. Actos de sensibilidad y de acompañamiento ante el enfermo, ante el vulnerable, ante el supuestamente sano aquejado de dudas han sido apreciables y vitales.
Otro aporte que muestra una mirada humanista de la profesión, más allá de lo físico y de la relación interpersonal, es la educación y la instrucción a estudiantes y profesionales graduados al brindarles actualizaciones sobre la COVID-19 y sobre intervenciones poblacionales con candidatos vacunales.
Se han realizado investigaciones en aras de socializar resultados de cuanto se ha hecho en la etapa de vacunación por el personal de Enfermería y los cuidados brindados, estas son muestras, desde un análisis crítico y humano, de que la profesión Enfermería se ha enaltecido en esta isla caribeña, pero en especial en la tierra quemadense.
Es importante resaltar la labor crucial del personal de Enfermería en el proceso de vacunación masiva pero, en especial, la practicada en niños y adolescentes del municipio. Es y ha sido un acto altruista, una dosis de esfuerzo y de dedicación y de agotamiento por las largas horas y los fines de semana ejerciendo esta práctica, pero también de alegría y satisfacción. Se ha destacado la actitud estoica de estos profesionales que, a criterio de los autores, aún con necesidades objetivas, la subjetividad se ha impuesto, porque no falta el amor, no ha faltado la empatía.
No se ha dejado de luchar por los que con o sin justificaciones se han negado a vacunarse. Se sabía que saldría bien, pero había dudas, miedo al retraso; la población se desesperaba, pero llegado el momento la movilización del personal de Enfermería fue rápida, segura y eficaz como lo han demostrado ser la Abdala y las Soberanas.
En ese proceso admirable el personal de Enfermería no solo administra la vacuna, sino que participa en todo momento, antes, durante y después, y se hace presente ante la emergencia de un evento adverso.
Aún cuando la situación de la COVID-19 se ha impuesto, no se han desatendido los cuidados al paciente crónico descompensado, a la embarazada, al recién nacido, al ingresado en el hogar, al anciano y al paciente enfermo de cáncer.
El reto impuesto es incuestionable, ha sido y es difícil, momentos fuertes y extremos ha tenido que enfrentar el profesional de la salud en estos tiempos de COVID y, en especial, el personal de Enfermería, pero nada que no los haya hecho fortalecerse aún más en espíritu y conciencia; la vocación se lleva desde adentro y de esto si conocen los enfermeros que se entregan con el corazón y por amor en cada acto humano que realizan, sobre todo en estos dos años de pandemia.
Aún cuando en el contexto actual el coronavirus, con sus nuevas variantes, amenaza, el personal de Enfermería no declinará ante nuevos llamados; este virus los ha hecho y los hace más fuertes, más humanos. Toda vida humana es realmente digna y merece vivirse.
