Descriptores DeCS: ECONOMIA FARMACEUTICA; EVALUACION. En las 2 últimas décadas la evaluación económica de tecnologías y programas sanitarios ha experimentado un auge espectacular, especialmente con respecto a los medicamentos, lo que ha propiciado incluso la aparición del término farmacoeconomía. Las razones de dicho auge son fáciles de entender: acuciados por el crecimiento del consumo y del gasto, las autoridades sanitarias buscan instrumentos y criterios que les ayuden a tomar decisiones para controlar y mejorar la eficiencia del gasto sanitario, y la evaluación económica es uno de los enfoques potencialmente útiles para tal fin, ya que permite estimar la eficiencia de las decisiones que implican una asignación de recursos.
La selección de una determinada opción terapéutica según su eficiencia, es decir, considerando simultáneamente sus costos y sus beneficios, supone un avance considerable con respecto a otro tipo de criterios más parciales.
El criterio de eficiencia es aplicable por diferentes agentes en distintos ámbitos del sector sanitario. Las recientes experiencias internacionales muestran que las técnicas de evaluación económica de medicamentos están cobrando cada vez una mayor importancia en la toma de decisiones sanitarias, lo que proporciona una inestimable ayuda para lograr que ésta esté basada en criterios más racionales, objetivos y transparentes.
La evaluación económica de medicamentos utiliza los métodos del análisis económico, lo cual significa que todos los profesionales que trabajan en este campo e interpretan información proveniente de éste, necesitan unos conocimientos básicos sobre los términos y conceptos que son actualmente el denominador común tanto de la evaluación económica como de la economía de la salud. Es por ello, que la farmacoeconomía es una actividad que requiere equipos multidisciplinarios y de hecho muchos de los analistas que realizan estudios en este campo no son economistas, sino que provienen del campo de las ciencias de la salud, de la estadística, de la investigación operativa, etc., y a menudo no han tenido un aprendizaje formal en disciplinas económicas.
Como consecuencia del enfoque que le dan las autoridades sanitarias a la farmacoeconomía, la industria farmacéutica se ha empezado a interesar por dichas técnicas analíticas y a utilizarlas para desarrollar sus estrategias de investigación, desarrollo y comercialización de sus productos.
La evaluación económica es el nombre genérico que se da a un conjunto de procedimientos o técnicas de análisis dirigidas a evaluar el impacto o cursos de acción alternativos sobre el bienestar de la sociedad.1
Su objetivo es ayudar a hacer elecciones racionales, es decir, a decidir de forma coherente, con determinados objetivos y restricciones.
La evaluación económica se centra en la identificación, medida o valoración de los efectos que se supone tienen una relación directa con el bienestar.
La evaluación económica consiste en determinar los efectos que se derivan de seguir cada una de las opciones o subsiguientes cursos de acción posible en una situación de elección y compararlos, en términos de su eficiencia social, es decir, de su contribución a la maximación del bienestar de la sociedad. ]]>
La evaluación económica permite articular de una forma sistemática y explícita toda la información disponible para hacer una determinada elección, incluidos los juicios de valor inevitables en cualquier proceso racional de la toma de decisiones.La evaluación económica se centra en la determinación de la eficiencia. La eficiencia consiste precisamente en la relación entre los beneficios obtenidos en términos de salud y recursos utilizados.
¿Qué puede evaluarse?
Cualquier decisión que implique una elección entre 2 o más opciones que tenga una repercusión en la salud y en los recursos, es susceptible de evaluación económica.
La justificación fundamental de la evaluación económica es que los recursos son limitados en relación con sus aplicaciones beneficiosas potenciales. Por lo tanto, si se quiere maximizar el bienestar social, es preciso tener en cuenta todos los efectos de aquellas decisiones que afecten directa o indirectamente a la asignación de los recursos.2
Habitualmente se utiliza como sinónimo de evaluación económica de medicamentos.
La farmacoeconomía es la determinación de la eficiencia (relación entre costo y efectos) de un tratamiento farmacológico y su comparación con las de otras opciones, con el fin de seleccionar aquéllas con una relación costoefecto más favorable.2
Pensar en términos de eficiencia implica considerar la efectividad de un proceso en relación con los recursos que requiere. La razón es obvia, dado que los recursos son limitados con respecto a sus posibles aplicaciones, cuanto menos recursos sean necesarios para conseguir un determinado objetivo, tanto mejor, ya que así quedarán más recursos disponibles para lograr otros objetivos. ]]>
Por lo tanto, la escasez de recursos, es decir, su limitación con respecto a sus posibles aplicaciones beneficiosas implica un costo de oportunidad de cualquier utilización.Los fundamentos teóricos de la evaluación económica se derivan de la denominada economía del bienestar social. En el marco teórico se refleja en los estudios de evaluación económica, en los que para determinar el bienestar se tiene en cuenta los costos y beneficios sociales, es decir, los que se deriven de un curso de acción de una intervención sanitaria.
Los efectos sobre los recursos y los efectos sobre la salud difieren por lo siguiente:
¿En qué se diferencian? Por la forma en que se miden los efectos sobre la salud de las opciones evaluadas.
Análisis de la minimización de costo (AMC)
El tipo más simple de evaluación económica es el AMC. Cuando comparamos 2 o más opciones de tratamiento que tiene el mismo resultado sanitario (efectividad), en todas las circunstancias los mismos riesgos y los efectos secundarios, estamos ante un AMC. La consecuencia es que se compara sólo los costos netos directos de las opciones para identificar la alternativa menos costosa.3
En un tipo de evaluación económica que restringe el análisis a la medición en los efectos de las opciones sobre los recursos, suponiendo o demostrando que los efectos sobre la salud son los mismos para todas las opciones. El AMC puede considerarse un caso particular del ACE, en el que la regla de decisión obvia es seleccionar la opción que tenga el efecto neto menor sobre los recursos, es decir, la opción que minimiza el costo. Si no se puede probar la igualdad de los efectos sobre la salud, la evaluación debe considerarse en análisis de costo.
Permite identificar la opción que maximiza la diferencia entre beneficios y costo, que es en teoría la opción que optimiza el bienestar de la sociedad, lo cual nos ofrece un criterio claro de decisión.
Solamente se debería llamar ACB a una evaluación económica si todos los efectos relevantes, incluso los efectos de la salud, se han valorado en términos monetarios.
En principio, la implicación de un ACB es que una intervención sanitaria dada debe ser realizada si el beneficio neto es positivo, por ello incrementará el bienestar global de la sociedad. Si existen varias opciones mutuamente excluyente, la regla de decisión es elegir aquella que dé como resultado un beneficio mayor.
Obviamente, la principal limitación de este tipo de análisis es que sólo permite comparar tratamientos o programas sanitarios, cuyos resultados se pueden expresar en las mismas unidades en términos de salud.
Los objetivos del análisis y consecuentemente el indicador de efectividad elegido deben reflejar el problema de decisión, a cuya solución se espera que contribuya al estudio; si los objetivos del análisis no están bien definidos, no es posible determinar cuál es el indicador de efectividad más apropiado.
El ACE sólo permite comparaciones relativas; no pueden hacerse juicios absolutos sobre si los costos exceden a los beneficios o viceversa, es decir, no se puede evaluar el valor intrínseco de los programas. No se pueden hacer comparaciones de programas que generan beneficios de distintas naturaleza, por ejemplo: los programas que aumentan la supervivencia a los que disminuyen la morbilidad.4
A continuación pueden observarse algunas de las unidades en las que pueden ser medidos los efectos de un medicamento:
Con este método se pretende medir los efectos de una unidad que integre cantidad y calidad de vida. Esto se consigue calculando los años de vidas ganados con una tecnología, ponderándolos según la calidad de vida obtenida.
El ACU compara los costos de 2 op-ciones de tratamientos distintos, con sus resultados medidos en AVAC de vida. Los resultados de las opciones comparadas se expresan en términos de costo por AVAC.5
El AVAC es un índice que tiene en cuenta la calidad de vida y la supervivencia como indicador de la salud (resultado sanitario). El principio se basa en el hecho de que 1 a de vida, en un estado de buena salud puede ser equivalente a más de 1 a de vida en un estado de mala salud.2
La principal ventaja de este tipo de análisis es la posibilidad de comparar diferentes tipos de intervenciones sanitarias, y de integrar la cantidad y la calidad de vida de los pacientes.
El AVAC es un índice de salud que tiene en cuenta tanto la calidad de vida como los años de vida. Normalmente se asigna a cada estado de salud un valor entre cero (al peor estado de salud) y uno (al mejor estado de salud).3
El número de años vividos en cada estado de salud se multiplica por el índice asociado a dicho estado para obtener el valor de los AVAC.
De esta forma, la farmacoeconomía podrá sin duda ayudar a mejorar la toma de decisiones clínicas, sobre todo cuando se debe escoger entre varios tratamientos similares.6
Subject headings: ECONOMICS, PHARMACEUTICAL; EVALUATION.
Lic. Manuel Collazo Herrera. Centro de Investigación y Desarrollo de Medicamentos. Ave. 26 No. 1605 entre Rancho Boyeros y Calzada del Cerro, municipio Plaza de la Revolución, Ciudad de La Habana, Cuba. ]]>
1 Investigador Titular.