Se esbozan históricamente los primeros intentos realizados para la formación profesional del bibliotecario cubano hasta llegar a los cambios sociales que experimentó Cuba en los inicios de la Revolución donde se crearon las primeras escuelas de nivel medio de bibliotecología y la creación de la carrera universitaria. Se analizan las investigaciones desarrolladas, tanto en el nivel medio del bibliotecario público como en los estudios universitarios, a partir de los trabajos finales presentados para sus respectivas graduaciones.
Palabras clave: Formación profesional, tesis de grado, literatura bibliológico-informativa.
The first efforts made for the professional training of the Cuban librarian up to the social changes experimenteed by Cuba at the beginning of the Revolution, when the first middle level library schools and the university career of this discipline were created, are historically outlined. The investigations developed at the middle level of the publilc librarian and at the university level are analyzed, starting from the final papers presented for their graduations.
Key words: Professional training, degree thesis , bibliological-informative literature.
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Cita (Vancouver): Pérez Matos NE. La formación de bibliotecaria en Cuba: una mirada a través de los documentos. Acimed 2005;13 (3). Disponible en: http://bvs.sld.cu/revistas/aci/vol13_3_05/aci08305.htm Consultado: día/mes/año.
El siglo XIX fue para el universo bibliotecológico, época de grandes renovaciones. Muchos autores consideran el año 1850 como el principio de la catalogación moderna, así surgieron las noventa y una reglas de Antonio Panizzi (1839), Charles A. Cutter creó las reglas para el catálogo diccionario (1876), Melvil Dewey elaboró la Clasificación Decimal (1876) y aparecieron grandes clasificaciones como la del British Museum. (Herrero Pascual, 1989) Mientras que el mundo bibliotecológico celebraba congresos y se respiraban aires diferentes de renovación técnica, en Cuba se vivía aun bajo un pleno régimen colonial en cuyo ambiente los avances de la actividad informativa, aunque recibieron cierto impulso, eran lentos en comparación con sus progresos en otras latitudes. La vida económica había pasado paulatinamente a depender de la prosperidad de la industria azucarera. Vilá describía que, en 1844, "sólo había en Cuba 286 escuelas a las que asistían 11,053 alumnos o un diez por ciento de la población en edad escolar del país en el que, además, la proporción de adultos analfabetos era aterradora". 2
La situación de la colonia se hizo tan insoportable que el único camino fue el de la guerra para poder alcanzar la libertad de Cuba. En 1898, sólo faltaba darle tiempo a las guerras independentistas de casi treinta años para derrocar a la colonia española, pero la explosión del acorazado Maine, en febrero del propio año, acarreó la intromisión de los Estados Unidos en la guerra contra España, con el único fin de intervenir en la isla. Con la culminación de las guerras independentistas y la intervención norteamericana, nació una república moribunda cargada de ideas patrióticas frustradas por la corriente anexionista y limitadas al punto de la censura y el hostigamiento, para aquellos pensadores que intentaran luchar contra los intereses americanos en la isla.
A pesar de todo lo que acontecía en la isla, un grupo de intelectuales y patriotas, que habían estado años en el exilio, formaron la Junta Organizadora de la Biblioteca y Museo Nacionales de la Isla de Cuba. Existen también varios trabajos que han estudiado las causas del surgimiento de la Biblioteca Nacional de Cuba. Aunque existía la Biblioteca de la Sociedad Económica de Amigos del País, que sirvió de núcleo a las bibliotecas nacionales en la gran mayoría de Iberoamérica, en 1901 se fundó la Biblioteca Nacional de Cuba con carácter independiente. Es su primer director, el patriota y bibliógrafo cubano Domingo Figarola Caneda. ]]>
Durante todo el siglo XX, las principales actividades informativas: actividad bibliotecaria, actividad archivística y actividad bibliográfica, se desarrollaron paulatinamente, condicionadas por su propio comportamiento. Es a principios de este siglo que se tiene el primer antecedente sobre la formación profesional del bibliotecario a partir de dos proyectos de ley.
El primero data de 1919, presentado al Senado por el Dr. Cosme de la Torriente, entonces senador de la República. La proposición de ley perseguía tres objetivos: "Primero: Dotar a la Biblioteca Nacional, a la Biblioteca de Matanzas y al Archivo Nacional de edificios adecuados para que estas instituciones puedan llenar cumplidamente su alta misión educativa y social; Segundo: Promover la creación de Bibliotecas Públicas en toda la extensión de la República por ser de absoluta necesidad su establecimiento para la educación y cultura del pueblo y; Tercero: Formar el personal técnico, debidamente preparado para el servicio de estas Bibliotecas Públicas y de las demás que dependen del Gobierno, a cuyo fin se propone la creación de una Escuela de Bibliotecarios y Archiveros". 3
El segundo proyecto de ley se presentó en 1927 sobre una reforma del plan de estudios de la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de La Habana, pero que no llegó a materializarse, mediante el cual se crearía en dicha Facultad el Instituto de Técnica de Bibliotecas que hubiera expedido un diploma de Bibliotecario a sus futuros graduados.
El proyecto de Cosme de la Torriente manifestaba tendencias europeas, sobre todo francesa, al considerar unidas la bibliotecología y la archivonomía. Se le concedía un crédito de doce mil pesos y se exigía como requisito de ingreso el título de Doctor en Derecho, en Filosofía y Letras, en Ciencias, o Pedagogía, de la Universidad de La Habana; el título de Bachiller de los Institutos de Segunda Enseñanza de la República, o el diploma de maestro(a) de las Escuelas Normales. Los cursos durarían un año, serían gratuitos y se ofrecerían estudios como: organización, catalogación, clasificación y servicio público de bibliotecas; la paleografía, la bibliografía general y especial; la organización de departamentos para niños; la historia del libro y nociones de tipografía, encuadernación, caligrafía y mecanografía.
El segundo proyecto requería de un bibliotecario con una sólida formación en literatura, historia y otras disciplinas humanísticas. En este sentido, se impartirían once disciplinas con fines eminentemente culturales. ]]>
Otro de los intentos aislados de superación fue "Prácticas de Clasificación y Catalogación de Bibliotecas" impartido por el Dr. Fermín Peraza del 26 de mayo al 25 de junio de 1942 en las oficinas del Historiador de la Ciudad, el entonces Dr. Emilio Roig. En 1942, se celebró el "Primer Congreso Internacional de Archiveros, Bibliotecarios y Conservadores de Museos del Caribe" en La Habana, que impulsó el movimiento bibliotecario y los aspectos relacionados con la superación del profesional y la edición de libros para estos fines. De esta forma, José Antonio Ramos publicó el "Manual de biblioteconomía: clasificación decimal, catalogación metódico-analítica y organización funcional de bibliotecas". En el propio año, Fermín Peraza inauguró su "Seminario de bibliografía cubana", anexo a la cátedra de Historia de Cuba del Dr. Elías Entralgo, y que los doctores Ramos, Artiles y Peraza organizaron un curso en la oficina del Historiador de la Ciudad con 10 asignaturas: Historia del libro y la escritura, Introducción a la clasificación, Sistema Decimal de Clasificación, Generalidades de catalogación, Bibliografía aplicada a la catalogación, entre otras.
Existió otro frustrado intento de crear un curso teórico-práctico de biblioteconomía en 1943. El primero con carácter formal en un centro privado, la Academia Bravo, pero razones económicas lo llevaron al fracaso. En 1944, Peraza continuó con el Seminario en la cátedra de Entralgo y en 1945, organizó el "Curso de generalidades bibliográficas" como parte del curso oficial de Archivonomía del Archivo Nacional de Cuba del 4 de abril al 8 de junio.
En 1946, se iniciaron los cursos de Ciencia bibliotecaria en la Escuela de Verano de la Universidad de La Habana. Estos cursos llenaron un poco el vacío y la falta de sistematicidad con que se mantenía la enseñanza bibliotecológica en Cuba hasta entonces. Sin embargo, no resultaron ser el ideal que pretendían los profesionales dedicados a la enseñanza. No era la primera vez que dicha escuela se interesaba por estos tipos de estudios. En 1943, se ofrecieron cursos especiales de educación por iniciativa de la Asociación Cubana de Bibliotecarios. Se impartieron materias como: Bibliografía y Referencia, por la Dra. María Teresa Freyre de Andrade, Catalogación y Organización de bibliotecas escolares por el Dr. Jorge Aguayo, entre otros.
Los cursos de esta escuela se componían de cuatro asignaturas en tres sesiones de duración. Las asignaturas eran Catalogación y Clasificación por Jorge Aguayo, Obras de referencia por María Teresa Freyre, Bibliografía cubana por Fermín Peraza y Organización y Administración por Raquel Robés.
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La formación del bibliotecario estuvo fuertemente condicionada por las transformaciones sociales a que estuvo sometida Cuba a partir del triunfo de la Revolución, cuando enfrentó una serie de iniciativas para fortalecer el sistema bibliotecario cubano, entre ellas, la fundación del Instituto de Información Científica y Técnica (IDICT), la creación de escuelas y programas para formar técnicos para las bibliotecas y otros tipos de instituciones de información, hasta llegar a la institución de una nueva carrera universitaria acorde con la actualidad bibliotecológica e informativa a nivel mundial. Linares plantea que la formación del bibliotecario en Cuba tiene dos grandes etapas: la primera caracterizada por la preparación de los especialistas únicamente en el campo bibliotecológico, que comenzó alrededor de la década del 40, y se extendió hasta la década del 70, y la segunda etapa, que se mantiene hasta nuestros días donde las concepciones de la enseñanza universitaria cambiaron significativamente.6
Los primeros pasos de la revolución triunfante se dirigieron, sin lugar a dudas, hacia el nivel educacional y cultural de la población. En este sentido, diversos fueron los esfuerzos hasta lograr crear a para el nivel medio tres escuelas fundamentales en la formación del técnico medio bibliotecario: la Escuela Nacional de Técnicos de Bibliotecas (ENTB) del Ministerio de Cultura para la Red de Bibliotecas Públicas, la Escuela de Bibliotecarios Escolares del Ministerio de Educación y la antigua Escuela de Técnicos de Bibliotecas del Ministerio de Salud Pública, que dejó de funcionar a finales de la década de los 80.
La ENTB se fundó el 7 de junio de 1962 por el Consejo Nacional de Cultura ante la necesidad de formar personal técnico especializado, capaz de impulsar el desarrollo de las bibliotecas públicas y ser partícipe de la actividad propuesta por el Gobierno Revolucionario. Inicialmente, los cursos se organizaron para la capacitación del personal que laboraba en la Red de Bibliotecas Públicas y otros centros de trabajo, donde una vez graduados, los alumnos contribuyeron a la creación y organización de colecciones especializadas de las primeras unidades de información que hoy forman parte del Sistema Nacional de Información Científico Técnica: bibliotecas especializadas y centros de información y documentación.
A partir de 1966, inició un proceso ininterrumpido hasta hoy, de "Perfeccionamiento de Planes y Programas de Estudio" donde se revisan periódicamente dichos planes y programas con el objetivo de actualizar y perfeccionar gradualmente la formación integral de los técnicos egresados. En este proceso, no sólo intervienen los profesores de la escuela sino que además, participan especialistas de diferentes instituciones de información del país con sus experiencias, orientaciones y colaboración.
Actualmente, las Asignaturas Básicas Específicas y del Ejercicio de la Profesión, permiten preparar personal para laborar en bibliotecas públicas, especializadas, docentes, centros de información y archivos, del Sistema Nacional de Información, capaces de participar en:
Desde el curso 1983-84, la Escuela Nacional de Técnicos de Bibliotecas comenzó a realizar las Jornadas Científicas Estudiantiles con el objetivo de que los educandos expusieran y defendieran sus proyectos de grado como resultado de las investigaciones realizadas en sus centros de inserción durante la práctica preprofesional. Posteriormente, para cumplir con la Resolución Ministerial 400/91 del MINED, a partir del curso 1992-93, cada alumno tiene derecho a escoger entre la realización de: examen estatal, informe de la práctica preprofesional o un proyecto de grado, según el índice general promedio obtenido al finalizar sus estudios. Jaime Ruiz, en su tesis de grado, realizó un estudio del flujo documental de informes técnicos y proyectos de grado de la Escuela Nacional de Técnicos de Bibliotecas, donde presentó un total de 678 trabajos desde el año 1984 hasta el 2000 (figura 1) Jaime Ruiz A. El flujo ascendente de información en la Esuela Nacional de Técnicos de Biblioteca: 1984-2000. Estudio bibliométrico. [Trabajo de Diploma para optar por el título de Licenciada en Ciencias de la Información y Bibliotecología]. Facultad de Comunicación, Universidad de La Habana: La Habana, 2001).
Fig. 1. Comportamiento anual de proyectos de grado e informes técnicos de la ENTB.
En los últimos años, frente a la posibilidad del estudiante de escoger el informe de la práctica pre-profesional como ejercicio de graduación, la producción de proyectos de grado en la escuela disminuyó a tal punto, que en el año 2000 no se presentó ningún proyecto de grado. Esto llevó al establecimiento de un indicador sobre la naturaleza investigativa para los trabajos de graduación de este nivel, que utilizó como variables las categorías: investigativo, descriptivo, teórico y práctico, para ofrecer una visión general del carácter del documento, al margen de su contenido temático. Este análisis es importante, si se considera que, por lógica, la preparación de investigaciones científicas, teóricas o experimentales, orientadas a estudiar con determinada profundidad objetos o fenómenos y a revelar las leyes o regularidades que los caracterizan y que realizan aportes científicos, es propia de profesionales y universitarios, no de técnicos medios, como es el caso que nos ocupa, cuyos estudios los preparan para el trabajo técnico (práctico). Con independencia de esto, el comportamiento del flujo muestra una curva descendente en el número de los proyectos, un tipo de documento que por sus características constituían investigaciones. ]]>
Fig. 2. Naturaleza de los trabajos.
El mayor número de trabajos que constituían investigaciones científicas, considerados de naturaleza investigativa, fueron los proyectos de grado, mientras que los informes técnicos mantuvieron su naturaleza descriptiva. Pero lo interesante de este análisis, es que hubo informes que clasificaron como de la naturaleza investigativa, aunque fueron una minoría, hubo también una minoría de proyectos de grado que resultaron descriptivos. (figura 3).
Fig. 3. Distribución de los proyectos e informes según la naturaleza de su trabajo.
En cuanto a los estudios superiores, en 1970, nació la carrera de Información Científico-Técnica y Bibliotecología con asignaturas nuevas, dirigidas a fortalecer el marco teórico de la profesión que agonizaba en medio de criterios diversos y modalidades de nombre. A partir de la década de los años 80 y hasta la actualidad, se crearon diversos planes de estudios que se corresponden con el universo investigativo y teórico-práctico que enfrenta la profesión de forma universal. Para la década de los años 90, se produjo un salto cualitativo en la enseñanza en Cuba al cambiar la carrera su nombre por el de Bibliotecología y Ciencia de la Información.
En los estudios universitarios, el trabajo de González Mesa, describió el flujo documental de proyectos de diploma de la Licenciatura en Información Científico Técnica y Bibliotecología, actual Bibliotecología y Ciencia de la Información, desde su primera graduación en el año 1975 hasta el 2000. Dicho trabajo compiló un total de 919 trabajos investigativos. El quinquenio de mayor producción de documentos de este tipo fue el de 1985-1989. (figura 4) (González Mesa E. El flujo documental de tesinas y tesis de grado de la especialidad de Ciencia de la Información y Bibliotecología. [Trabajo de Diploma para optar por el título de Licenciada en Ciencias de la Información y Bibliotecología]. Facultad de Comunicación, Universidad de La Habana: La Habana, 2001).
Fig. 4. Comportamiento por quinquenio del flujo documental de los trabajos de diploma de la especialidad de bibliotecología y Ciencia de la información.
Las tesis de la universidad fueron objeto de estudio por parte de diferentes autores. Entre ellos, se destaca el estudio realizado por Issel Soto y Beatriz Reyes, que comparó, a pesar de las diferencias en la tipología documentaria, los resultados obtenidos por Mesa en las tesis, con la muestra de ponencias compiladas por ellas, en igual período de tiempo y considerando los eventos más significativos ocurridos en el mundo bibliológico informativo en Cuba: Los Talleres de Bibliotecas Universitarias y los INFO. (Reyes Hernández B, Soto Encinosa I. Comportamiento del flujo documental de ponencias presentadas en eventos celebrados en Cuba. Estudio de una muestra. . [Trabajo de Diploma para optar por el título de Licenciada en Ciencias de la Información y Bibliotecología]. Facultad de Comunicación, Universidad de La Habana: La Habana, 2001).
Ambos trabajos declaran clases generales temáticas donde incluyen cada documento de la muestra utilizada para el estudio. En la descripción temática de los diplomas y ponencias, los documentos por sus características específicas difieren en los descriptores. A los diplomas corresponden 19 y a las ponencias, 22. Entre los dos grupos de temáticas, las diferencias están determinadas por los objetivos seguidos en cada tipo de documento. Es evidente la presencia en los diplomas de temas referentes a la bibliotecología, a partir de la formación profesional destinada a las normas tradicionales de organización y presentación de la información. En tanto las ponencias, reflejo vivo del postgraduado, muestran a la tecnología como rúbrica principal. ]]>
Tabla 1. Distribución temática de ponencias y tesis
Temáticas | Ponencias | Diplomas |
Productos informativos | 9 | 133 |
Conservación | 13 3 | |
Desarrollo de colecciones | ]]> 47 | 19 |
Estudios de usuarios | 54 | 43 |
Estudios métricos de la información | 37 | 85 |
Estudios teóricos | 45 | 128 |
Evaluación y diseño | 39 | 31 |
Formación profesional | ]]> 50 | 8 |
Gestión | 75 | 46 |
Organización y representación de la información | 49 | 135 |
Promoción | 41 | 15 |
Servicios de información | 76 | 91 |
Tecnología de la información y sistemas de comunicación automatizados | ]]> 79 | 48 |
Unidades y sistemas de información | 68 | 47 |
Totales | 682 | 832 |
Coeficiente de correlación, r = 0.006538177
No existe correlación temática entre ponencias y diplomas. Es decir, si las ponencias aumentan el tratamiento de la tecnología, como muestra la tabla, los diplomas, en cambio, continúan dirigidos a la organización y representación del conocimiento.
Puede afirmarse entonces que la literatura postgraduada se inclina hacia temas muy diferentes a la generada por el estudiante de la carrera. Varios factores condicionan este comportamiento. Primeramente, es indiscutible que la tipología documentaria responde a determinados objetivos temáticos. Son muy diferentes las intenciones de una tesis a la de una ponencia pero cabe señalar, que a pesar de las diferencias, ambos documentos presentan relaciones. ]]>
Fig. 5. Distribución temática de las tesis según años.
Desde la década de los años 90, se comenta sobre la necesidad de un enfoque prospectivo entre los profesionales de la información, 7 así como de crear un especialista capaz de enfrentar el nuevo entorno dinámico y cambiante. Como el gráfico muestra, la "organización y representación" es la temática de mayor tratamiento en las tesis de grado de los estudiantes universitarios de la carrera pero su declinación en la última década del siglo XX y el surgimiento acelerado de tratamientos temáticos diferentes a las disciplinas tradicionales, lleva a nuevas reflexiones al respecto.
En los primeros años de la carrera en Cuba, constituían los temas principales de investigación en la tesis, la organización y representación de la información, que incluye las asignaturas clásicas de catalogación, indización, etcétera. Las bibliografías o compilaciones bibliográficas se hicieron frecuentes, a partir de la segunda mitad de la década de los años 80 y primera mitad de la década de los años 90. La causa de esta explosión fue la ejecución de una serie de trabajos liderados por el Departamento de Bibliografía de la Biblioteca Nacional, sobre la obra de Trelles. Esta explosión bibliográfica entre las tesis produjo ciertas repeticiones de trabajos y, como en cualquier proyecto, la realización de trabajos de calidad alta y baja. A partir de la segunda mitad de los años 90, quedó prohibida la presentación de bibliografías como tesis en los estudios universitarios, una polémica que mantienen hasta el momento, las entidades de formación profesional del nivel superior y los centros fundamentales de gestión bibliográfica en el país.
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A pesar de que la formación profesional, primero del bibliotecario cubano y ahora del profesional de la información, tiene en Cuba 86 años desde el primer intento de proyecto hasta los estudios técnicos profesionales y universitarios actuales y de que de los primeros cursos y escuelas creadas antes del triunfo revolucionario no se conserva trabajo alguno de estudiantes como requisito de graduación (aunque se sabe que existieron), y existen referencias de sus programas de clase; sólo se puede hablar de formación profesional continua a partir de la creación de las escuelas formadoras de nivel medio de bibliotecarios y de la creación de la carrera universitaria en la década de los años 70. Estos esfuerzos iniciadores contribuyeron a lo que es hoy, la formación profesional del bibliotecario cubano, que siempre ha contado con un exquisito grupo de formadores y amantes del libro y la lectura. ]]>
1. Le Roy y Casá J. Historia del Hospital San Francisco de Paula. La Habana: s.e, 1958. p.30-1.
2. Portell Vilá H. Historia de Cuba en sus relaciones con los Estados Unidos y España. La Habana: J Monter, 1941. T-I, p.352.
3. "Primer Proyecto de una Escuela de Bibliotecarios en Cuba". Boletín de la Asociación Cubana de Bibliotecarios 1952;4(1):13-6.
4. Rovira C. Formación profesional del bibliotecario". Primeras Jornadas Bibliotecológicas Cubanas, La Habana, 15 al 18 de abril de 1953. Recomendaciones y trabajos. La Habana: Comisión Nacional Cubana de la UNESCO, 1953. p.II-1,II-21[ STANDARDIZEDENDPARAG]
5. Freyre de Andrade MT. La enseñanza Biblioteconómica en Cuba. Boletín de la Asociación Cubana de Bibliotecarios 1949;(3-4):93-7.
6. Linares Columbié R. La investigación científica en la formación del profesional de la información. Experiencia cubana. Ciencias de la Información 1991;22(1):6-10.
7. Hernández Mondragón AR, Voutssás Márquez J. Escenarios prospectivos para el profesional moderno de la información. Ciencias de la Información 1995;26(4):150-61.
Recibido: 28 de abril del 2005.
Aprobado: 11 de mayo del 2005.
MsC. Nuria E. Pérez Matos.
Departamento de Investigaciones Histórico-Culturales, Bibliotecológicas y Bibliográficas.
Biblioteca Nacional "José Martí". Ave. Rancho Boyeros y 20 de Mayo. Plaza de la Revolución. ]]>
1 Máster en Bibliotecología y Ciencias de la Información. Profesora Asistente Adjunta de la Universidad de La Habana. Departamento de Investigaciones Histórico-Culturales, Bibliotecológicas y Bibliográficas. Biblioteca Nacional "José Martí"
Ficha de procesamiento
Términos sugeridos para la indización
Según DeCS 1
ESCUELAS DE BIBLIOTECOLOGIA/historia
LIBRARY SCHOOLS/history
Según DeCI 2
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1 BIREME. Descriptores en Ciencias de la Salud (DeCS). Sao Paulo: BIREME, 2004.
Disponible en: http://decs.bvs.br/E/homepagee.htm
2 Díaz del Campo S. Propuesta de términos para la indización en Ciencias de la Información. Descriptores en Ciencias de la Información (DeCI). Disponible en: http://cis.sld.cu/E/tesauro.pdf