Introducción
La filosofía para niños se presenta como una propuesta educativa que pretende proporcionar a los niños las herramientas adecuadas en el momento en que comienzan a cuestionarse sobre el mundo que les rodea y su posición en él. Creada en 1968 por Matthew Lipman y Ann Sharp, esta metodología pedagógica busca transformar el entorno escolar en una comunidad de indagación. En este contexto, los miembros colaboran para comprender los diferentes puntos de vista y descubrir el significado del mundo y la sociedad que les rodea. A través de la práctica de la discusión filosófica, los niños tienen la oportunidad de expresar sus propias ideas, desarrollar habilidades para escuchar las respuestas de sus compañeros y trabajar solidariamente en la exploración de nuevas perspectivas (Gómez, 2003; Tébar, 2005; Puig, 2018; Pulido-Cortés, 2019).
Mediante estas actividades, los niños adquieren la capacidad de analizar diversas formas de comprender la realidad, explorando temas como la naturaleza del conocimiento, la función del lenguaje en la adquisición de información, la utilización de metáforas y analogías, así como conceptos fundamentales como clase, grupo y familia, junto con las relaciones interpersonales y conceptuales.
La filosofía para niños se propone como un enfoque educativo con el objetivo primordial de fomentar el desarrollo de habilidades cognitivas, emocionales y sociales en los niños. A través del diálogo filosófico, los niños cultivan habilidades para el pensamiento crítico, formulación de preguntas abiertas, escucha activa de las respuestas de sus pares y respeto hacia opiniones divergentes. Además, este enfoque promueve la reflexión sobre las experiencias personales de los niños, contribuyendo a una mayor comprensión de su lugar en el mundo.
Esta metodología educativa se ha destacado como altamente eficaz en el desarrollo integral de los niños. En el marco de esta propuesta, los niños adquieren habilidades para el pensamiento crítico, la formulación de preguntas abiertas, la capacidad de escuchar activamente las respuestas de sus compañeros, y el respeto hacia opiniones diversas. Como resultado, los niños se capacitan para reflexionar sobre sus vivencias personales, contribuyendo así a una comprensión más profunda de su posición en el mundo.
Desde otra perspectiva, se puede considerar que la implementación de la metodología de la filosofía para niños puede integrarse de manera efectiva con la actividad teatral, constituyendo un recurso valioso para desarticular dinámicas en el aula que propicien la pasividad de los estudiantes durante las clases. Es relevante subrayar, según la observación de Gómez et al. (2023) que, para fomentar y aplicar la creatividad en el entorno educativo, es imperativo adoptar enfoques activos que posicionen a los estudiantes como actores principales del proceso de aprendizaje. De este modo, la introducción de elementos teatrales en la enseñanza engendra un ambiente dinámico y participativo, rompiendo con la monotonía y la rutina escolar.
El ámbito teatral se erige como una plataforma dinámica que facilita la participación activa de los estudiantes en el proceso educativo. Mediante la aplicación de diversas técnicas teatrales como juegos de rol, improvisaciones y dramatizaciones, entre otras, se les otorga la oportunidad de sumergirse en experiencias prácticas que les permiten explorar múltiples perspectivas, expresar emociones y vivenciar situaciones de manera tangible. De acuerdo con las reflexiones de Camero et al. (2023), el teatro actual incorpora estrategias provenientes de diversos campos del conocimiento y conceptualizaciones híbridas que no solo enriquecen el ámbito teatral, sino que también ofrecen contribuciones valiosas a la educación y la pedagogía, particularmente a través de metodologías didácticas activas. Este enfoque sugiere una sinergia entre el arte teatral y el ámbito educativo, destacando la capacidad del teatro para trascender su función tradicional y convertirse en un recurso pedagógico innovador y efectivo.
Esta práctica teatral se distancia de la pasividad al exigir la participación activa de los estudiantes, desafiándolos a salir de su zona de confort, asumir roles y colaborar con sus compañeros. Además, promueve el desarrollo del pensamiento crítico, la mejora de la comunicación efectiva y el fortalecimiento de habilidades socioemocionales, como la empatía y la resolución de conflictos.
En los entornos educativos, es frecuente observar que un grupo de estudiantes participa activamente, especialmente aquellos con personalidades más extrovertidas. No obstante, los alumnos más reservados o inseguros suelen conformarse con que sus compañeros tomen la iniciativa y que el profesor tome todas las decisiones, adoptando así un papel pasivo en el grupo. Según lo señalado por Palafox (2015), si los educadores aceptan esta dinámica como aceptable, podrían estar contribuyendo a perpetuar la pasividad y renunciando a enseñarles la importancia de la participación activa y la responsabilidad en el proceso de aprendizaje. Esta actitud pasiva también plantea desafíos en el ámbito social, ya que va en contra del principio democrático de participación y compromiso de un ciudadano consciente de su soberanía y responsabilidad en mantenerla.
Al incorporar el teatro como un complemento a las metodologías educativas convencionales, se establece un entorno propicio para el aprendizaje significativo y comunicativo. Los estudiantes asumen un papel protagónico en su propio proceso de aprendizaje, lo que estimula la motivación y el compromiso con los contenidos curriculares (Cervantes, 2019; Amaya y Fernández, 2020; Miranda, 2020).
Como resultado, la actividad teatral se convierte en una herramienta eficaz para desarticular dinámicas en el aula que fomentan la pasividad entre los alumnos. Al comprometerlos activamente a través del teatro, se impulsa la participación, se fortalece el pensamiento crítico y se promueve el desarrollo de habilidades socioemocionales. Esta integración del teatro en la enseñanza contribuye a crear un ambiente de aprendizaje dinámico y enriquecedor para los estudiantes.
Como lo señala, Rodríguez et al. (2022), la incorporación de la pedagogía teatral en la instrucción de la filosofía para niños dentro de entornos escolares ofrece contribuciones significativas que enriquecen la vivencia educativa de los estudiantes. En una primera instancia, el teatro crea un espacio propicio para la exploración y expresión, permitiendo que los niños interactúen de manera activa con los conceptos filosóficos, lo que potencia su pensamiento crítico y reflexivo. A través de la dramatización de situaciones y personajes, los estudiantes desarrollan habilidades para argumentar y debatir, al mismo tiempo que aprenden a escuchar y respetar diversas perspectivas.
En segundo lugar, la pedagogía teatral proporciona una oportunidad única para experimentar el pensamiento filosófico de manera vivencial y emocionalmente significativa. Al asumir roles y vivir situaciones ficticias, los niños tienen la posibilidad de adoptar la perspectiva de los demás, cultivando así la empatía y la comprensión hacia distintos puntos de vista, además de la promover la sana convivencia (Usta, 2022). Este vínculo emocional con la filosofía les permite interiorizar de manera más profunda los conceptos abstractos y aplicarlos en su vida diaria, generando un aprendizaje significativo y perdurable.
Finalmente, la integración de la pedagogía teatral en la enseñanza de la filosofía para niños en entornos escolares conlleva múltiples beneficios. La metodología teatral fomenta el trabajo colaborativo y en equipo, aspectos esenciales en el proceso educativo. El teatro exige la participación activa de los estudiantes, estimulando la comunicación efectiva, la negociación de roles y la toma de decisiones conjuntas. A través de la creación y representación de escenas filosóficas, los niños aprenden a escuchar, dialogar y construir conocimiento de manera colectiva, fortaleciendo así sus habilidades sociales y su capacidad para abordar creativamente los desafíos.
Las vivencias que resultan de la fusión entre el teatro y la filosofía posibilitan que los niños expandan sus horizontes intelectuales, potenciando su autonomía, creatividad y competencias sociales. Mediante esta sinergia innovadora, la educación se convierte en un proceso dinámico y enriquecedor para los jóvenes pensadores del futuro.
Materiales y Métodos
La presente investigación adoptó una metodología de tipo documental con diseño bibliográfico. En consecuencia, la selección de los documentos pertinentes se llevó a cabo siguiendo criterios específicos, enfocados en la elección de producciones académicas-científicas, con formato electrónico. El objeto de estudio se centra en el Pensamiento Multidimensional en la Filosofía para Niños, explorando las conexiones potenciales mediante el teatro escolary la pedagogía teatral.
La creatividad en la filosofía para niños y niñas
Surge la interrogante acerca del origen del sentido de admiración y la habilidad para asombrarse. De acuerdo con Lipman (2016), la capacidad de asombro tiene sus raíces en la esencia del descubrimiento, en la incertidumbre y las dudas inherentes a la experiencia, en la perplejidad hacia uno mismo, así como en los aspectos irracionales y creativos:
El pensamiento creativo es ejemplificado por el que tiene lugar en la producción artística, por el código idiosincrásico que cada obra tiene para nosotros. Es la discriminación o la creación de relaciones, patrones y órdenes, que nos produce el desconcierto ante lo desconocido. El pensamiento creativo -pensar cómo decir lo que merece ser dicho, pensar cómo producir lo que merece ser producido y cómo hacer lo que merece ser hecho- potencia la problematicidad. Otras características de este pensamiento son la originalidad y la inteligibilidad. (Lipman, 2016, p. 46).
La educación proporciona conocimientos, mientras que el arte valora este tipo de saberes. Mientras la educación presenta el mundo, el arte se cuestiona acerca de la naturaleza del mundo. Considerando al arte como un espacio que despierta el asombro y problematiza la experiencia, ofrece una perspectiva humana sobre la realidad. Suspendiendo nuestras creencias y reformulándolas, nos involucramos en la búsqueda de hipótesis alternativas para construir un nuevo sistema de creencias. Existe una estrecha relación entre la problematización y la investigación como un acto creativo. En entornos de aprendizaje, la problematización despierta la provocación, la investigación genera resultados y la creatividad lleva a transformaciones. Ignorar este proceso podría convertirnos en meros engranajes de un sistema educativo susceptible a entrar en declive.
La filosofía para niños aboga por la transformación del aula en una experiencia de investigación, donde los participantes o la comunidad de práctica, a través de diálogos filosóficos, desarrollen habilidades para pensar de manera crítica, respetuosa y creativa. Matthew Lipman, precursor de la propuesta educativa Philosophy for Children, en su fase más reciente, dejó de indagar sobre cómo mejorar la capacidad crítica del pensamiento y se enfocó en cómo cultivar la razonabilidad. Esto implica complementar la dimensión creativa y la dimensión cuidadosa, que, según Lipman (2016, p. 5), son esenciales para evitar que el pensamiento crítico sea meramente racional y carezca de racionalidad.
Según Lipman (2016), plantea que la educación puede extenderse más allá del aula, alcanzando los sistemas de participación ciudadana en pos del bien común, al mismo tiempo que se salvaguardan los intereses de los demás y los derechos individuales. Destaca que la razonabilidad, tanto en la sociedad como en la educación, desempeña un papel preventivo contra la manipulación de ideas y actitudes dogmáticas, las cuales a menudo alimentan conflictos violentos y la injusticia social. Este enfoque busca promover un pensamiento crítico y razonable como base para la construcción de sociedades más justas y equitativas.
Con el objetivo de enriquecer tanto la capacidad de pensar como de actuar en el ámbito educativo, Lipman (2016) propone la adopción del pensamiento multidimensional. Este enfoque reconoce la relevancia de desarrollar diversas dimensiones del pensamiento para potenciar la habilidad de pensar de los estudiantes. Entre las dimensiones más destacadas a cultivar se encuentran la crítica, la creativa y la cuidadosa. En este contexto, el pensamiento crítico se define como la capacidad de analizar e evaluar información de manera rigurosa y sistemática, mientras que el pensamiento creativo implica la generación de nuevas ideas y soluciones innovadoras para abordar los problemas. Este enfoque multidimensional busca ofrecer una perspectiva integral que contribuya a un desarrollo cognitivo más completo y equilibrado en el ámbito educativo.
Desde otra perspectiva, el pensamiento cuidadoso conlleva reflexionar sobre las repercusiones de las acciones y decisiones en el entorno circundante, reconociendo que las vivencias de los demás también constituyen fuentes de aprendizaje. En este sentido, el conocimiento de las experiencias ajenas se convierte en un proceso educativo en sí mismo. La premisa no radica en lograr un consenso absoluto, sino en establecer una forma efectiva de comunicación.
En conjunto, estas tres dimensiones del pensamiento -crítico, creativo y cuidadoso- se presentan como herramientas fundamentales para el desarrollo de habilidades cognitivas y emocionales en los estudiantes. Esta combinación ofrece una preparación más efectiva para enfrentar los desafíos del mundo actual, permitiéndoles abordar situaciones de manera más integral y reflexiva.
El pensamiento multidimensional, que abarca las dimensiones crítica, creativa y cuidadosa, reconoce la idea de que pensar implica la interacción y entrelazamiento de diversas formas de comportamiento mental, conceptualizadas como razonabilidad, creatividad y cuidado. En un entorno educativo marcado por los avances tecnológicos, se destaca la importancia no solo de adquirir conocimientos, sino también de mejorar la capacidad para evaluar esa información. Este enfoque implica un equilibrio entre lo cognitivo y lo afectivo, lo perceptivo y lo conceptual, lo físico y lo mental, así como entre lo reglamentado y lo no reglamentado (Lipman, 2016, p. 11). La combinación de estas dimensiones promueve un desarrollo integral que va más allá de la mera adquisición de conocimientos, permitiendo a los estudiantes afrontar de manera más efectiva los desafíos de la era actual.
El pensamiento critico
La distinción entre adquirir conocimiento y poseer la habilidad de la sabiduría se fundamenta en aspectos claves. El conocimiento se concibe como la acumulación de información, incluyendo conocimientos culturales, religiosos y la comprensión de leyes tanto en el ámbito democrático como en los fenómenos naturales. Este se deriva de causas y efectos, predominando la razón en su comprensión. En contraste, la sabiduría se caracteriza por su flexibilidad. Evalúa causas y efectos individualmente en su contexto, adopta juicios que no siempre son razonables y desafía lo que comúnmente se consideraría como verdades eternas.
La educación contemporánea demanda una actitud menos ortodoxa y más flexible y responsable frente a la realidad que evoluciona rápidamente. Adoptar una perspectiva opuesta llevaría al riesgo de caer en ideologías utilitaristas y manipuladoras. En este contexto, la sabiduría se presenta como una herramienta valiosa para navegar y comprender un mundo en constante cambio y avance.
El pensamiento crítico se manifiesta como un pensamiento en acción, y va más allá de la simple comprensión, generando resultados tangibles. Su objetivo mínimo es formular juicios, pero su máxima expresión implica implementar esas conclusiones en la práctica. Se caracteriza por ser habilidoso y responsable, fundamentándose en criterios, siendo autocorrectivo y demostrando sensibilidad al contexto (Lipman, 2016).
El pensamiento creativo
Las formas tradicionales de observación o evaluación, en su mayoría, se evalúan a través de la coherencia y consistencia. Sin embargo, según la perspectiva de Lipman (2016), estos criterios tradicionales a veces no logran captar lo que es original, único y distintivo. Este planteamiento se aplica tanto a una obra de arte como al trabajo de un estudiante, o a cualquier objeto que se pretenda evaluar. Lipman sugiere que, aunque se puedan emplear criterios tradicionales para valorar el propósito de la obra que el artista se ha propuesto realizar, solo un criterio nuevo, derivado del aspecto principal de la obra misma, puede ser utilizado para determinar si los aspectos secundarios reflejan adecuadamente el aspecto principal. Este enfoque destaca la necesidad de criterios específicos y contextualmente relevantes al evaluar para captar la esencia única de una obra o producción.
En virtud de lo expuesto, se resalta la relevancia de comprender la intención y el enfoque central de una obra de arte para realizar una evaluación precisa de cómo los elementos secundarios contribuyen a transmitir ese aspecto principal. Aunque los criterios tradicionales pueden resultar útiles para evaluar aspectos técnicos o formales específicos, se argumenta que es esencial incorporar un criterio nuevo fundamentado en el tema, la idea central o el mensaje que el artista busca comunicar. Este enfoque posibilita apreciar si los elementos secundarios de la obra armonizan con el aspecto principal y si logran representarlo de manera adecuada. En última instancia, este método de evaluación se centra en captar la esencia y la coherencia global de la obra de arte.
El pensamiento cuidadoso o el lugar de las pasiones en el pensamiento
El concepto de pensamiento cuidadoso se despliega en una doble dimensión. En primer lugar, implica una reflexión meticulosa sobre los propios pensamientos, y en segundo lugar, se vincula con la singularidad de la manera de pensar de cada individuo. La profundidad de las emociones desempeña un papel crucial al guiar los pensamientos, dotándolos de perspectivas notoriamente diversas. Lipman (2016, p. 56) sostiene que, sin la presencia de emoción, el pensamiento carecería de sabor e interés, incluso la imaginación dramática de un artista no lograría impactarnos. Cuidar en este contexto implica apreciar, explorar opciones, descubrir, inventar y establecer conexiones, permitiendo el matiz de percepciones a través de discriminaciones emocionales. Este enfoque destaca la estrecha interconexión entre las emociones y el pensamiento, enfatizando la importancia de reconocer y atender las dimensiones emocionales para mejorar la calidad y la profundidad del pensamiento de manera integral.
El pensamiento cuidado implica también una dimensión afectiva. Según Lipman (2016), citando a Martha Nussbaum, sostiene que:
La emoción es un tipo de pensamiento. Como cualquier pensamiento, puede ser equivocada: incluso Aristóteles y Rousseau insisten en que alguien puede tener una emoción inoportuna, como una excesiva preocupación por la propia propiedad o reputación […] Si no hay emoción, tampoco hay un juicio completo […] Esto quiere decir que para representar ciertos tipos de verdades debemos representar emociones. También quiere decir que para comunicar ciertos tipos de verdades a los lectores debemos escribir para despertar sus emociones (Lipman, 2016, p. 59).
Una propuesta educativa valiosa consiste en inculcar la habilidad de considerar lo afectivo como una forma de inteligencia legítima que va más allá de las tradiciones educativas centradas exclusivamente en la racionalidad y lo cognitivo. Este enfoque reconoce que las emociones juegan un papel crucial en la toma de decisiones, ya que estas suelen sustentar nuestras elecciones y acciones. Por ejemplo, las decisiones motivadas por el amor conllevan actitudes empáticas, mientras que las basadas en el odio resultan en acciones hostiles. En esencia, nuestra existencia está intrínsecamente ligada a nuestras emociones; vivimos de acuerdo con nuestras experiencias emocionales y contribuimos a la construcción de la sociedad según nuestras inclinaciones afectivas. Un pensamiento cuidadoso y afectivo se caracteriza por la empatía, reconociendo la importancia de considerar y comprender las emociones como elementos fundamentales en el proceso de pensamiento y toma de decisiones.
El papel del maestro en la formación del pensamiento multidimensional en contextos escolares.
Cuando se implementa el pensamiento multidimensional, es crucial destacar que el pensamiento crítico no debe eclipsar las diversas formas de pensar, sentir y compartir experiencias. El docente tiene la responsabilidad de enfatizar las múltiples interpretaciones que pueden surgir de una actividad, una situación o una obra literaria.
Profundizar en el pensamiento crítico-creativo implica estar sensibilizado ante la aparición de emociones que pueden surgir en el proceso de adquirir conocimiento. Es fundamental ser cuidadoso con cada participación que resulta de la práctica misma, evitando caer en la trampa del utilitarismo educativo, donde las actividades se orientan meramente a la obtención de calificaciones sin contenido real. En cambio, se debe favorecer un enfoque educativo que resista al mercantilismo, respondiendo a los indicadores de logros en las áreas de estudio, reflejando auténticos triunfos institucionales y políticos. Este planteamiento subraya la importancia de cultivar un ambiente educativo que valora la calidad del aprendizaje sobre la mera acumulación de logros superficiales.
Lipman (2016), aludiendo a Gilbert Ryle, caracteriza a los profesores destacados a través de estas cualidades:
Evitan la repetición constante y, en cambio, presentan conceptos de diversas maneras para fomentar una comprensión más profunda.
Estimulan la autonomía al alentar a los estudiantes a aplicar, reformular y sacar conclusiones por sí mismos a partir de lo que se les enseña.
Optan por mostrar en lugar de simplemente decir, proporcionando modelos concretos para que los estudiantes sigan.
Plantean desafíos a través de preguntas y solicitan análisis reflexivos sobre las respuestas brindadas.
Implementan la práctica repetida mediante la realización de ejercicios que refuercen y profundicen el aprendizaje.
Guían a los estudiantes por un camino parcialmente conocido y, estratégicamente, los dejan en un punto medio para que lleguen por sí mismos a la conclusión.
Intencionalmente ofrecen soluciones incorrectas para que los estudiantes identifiquen errores y propongan mejoras.
Dirigen la atención hacia problemas parcialmente análogos, más manejables, permitiendo a los estudiantes utilizar esas analogías como puntos de apoyo.
Simplifican problemas complejos en componentes más manejables y animan a los estudiantes a resolver partes más simples antes de abordar el problema completo.
Una vez que se encuentra una solución, plantean problemas adicionales que sean paralelos para mantener la práctica y la aplicación de los conceptos aprendidos (Lipman, 2016, p. 53).
Aprender implica reflexionar sobre cómo otras personas han abordado el pensamiento. Desarrollar habilidades significa participar en un diálogo activo con otros, asimilando, cuestionando y deconstruyendo, hasta que se descubre la creatividad propia.
En este contexto, los educadores, para evitar restringir las expresiones potenciales de la infancia, según López (2017), deben comprender cuidadosamente la distinción entre niñez e infancia. Mientras que la niñez se refiere a un periodo cronológico que concluye con la adolescencia, la infancia representa una experiencia temporal única que algunos experimentan durante la niñez, otros no experimentan o experimentan más tarde. La duración de la infancia se evalúa en términos de intensidad y momentos significativos, no en términos meramente cronológicos.
La vivencia infantil se fundamenta en la percepción directa en lugar de conceptos abstractos, en un cuerpo que reacciona como un todo y no en una atención dispersa. Restringir o reducir esta experiencia resulta en una limitación del lenguaje a meramente información y opiniones. Cuando se equipará la infancia con la niñez, se tiende a centrarse en la preparación temprana para la inserción en el mercado laboral. En síntesis, el enfoque en la experiencia directa y holística de la infancia contrasta con la tendencia de reducirla a una preparación meramente laboral cuando se la considera sinónimo de niñez.
López (2017) reflexiona sobre la orientación de las preguntas que los niños plantean acerca del mundo. Según la autora, los niños han cambiado su enfoque, ya que ahora formulan preguntas más orientadas hacia el "para qué" en lugar del clásico "por qué", como si el tiempo se hubiese adelantado en sus vidas (p.12).
Cuando se formula la pregunta "por qué", se manifiesta un interés en descubrir las causas o motivaciones que han conducido a una situación o evento específico. Esta indagación busca explorar los antecedentes, circunstancias o factores subyacentes que podrían haber dado origen a ese fenómeno. El objetivo central es comprender las razones o explicaciones que se encuentran detrás de lo que está ocurriendo.
Para ilustrar, al enfrentarnos a la enfermedad de alguien y querer entender las razones, podríamos preguntar: "¿Por qué te enfermaste?" En este contexto, la intención es identificar los elementos que pudieron haber contribuido a la enfermedad, como una alimentación deficiente, la exposición a un virus o la falta de descanso.
La transición de las preguntas "por qué" a las preguntas "para qué" señala un cambio en la forma en que los niños exploran el propósito o la razón detrás de las cosas. Cada tipo de pregunta ofrece una perspectiva única y puede proporcionar distintos niveles de comprensión y contexto sobre la situación. Este cambio en el enfoque de las preguntas infantiles podría reflejar una mayor profundización en la búsqueda de significado y propósito en su interacción con el mundo. La indagación mediante la pregunta "por qué" tiende a implicar una reflexión más profunda, conduciendo a respuestas más complejas y detalladas. Este enfoque también facilita la comprensión de las conexiones causales y del contexto más amplio que rodea a una situación específica.
En contraste, al formular la pregunta "para qué", se dirige la atención hacia el propósito o el objetivo asociado a algo. Esta interrogante se centra en los resultados anticipados o los beneficios que surgirán al llevar a cabo una acción o tomar una decisión particular. La finalidad principal es comprender los motivos o propósitos que subyacen en una acción o evento.
Tomando como ejemplo la decisión de alguien de iniciar una rutina de ejercicio, al formular la pregunta "¿Para qué estás haciendo ejercicio?", se busca comprender los objetivos o beneficios que esa persona espera alcanzar. Estos objetivos pueden incluir mejoras en su condición física, la pérdida de peso o el aumento de su nivel de energía. La pregunta "para qué" se centra en la intencionalidad subyacente y los resultados deseados de una acción específica, proporcionando una perspectiva orientada a metas. Este enfoque no solo permite la clarificación de objetivos, sino que también facilita la evaluación de la eficacia de las acciones emprendidas y contribuye a la toma de decisiones más informadas.
En conclusión, la pregunta "por qué" indaga en las causas y explicaciones que subyacen a algo, mientras que la pregunta "para qué" se enfoca en los propósitos y objetivos asociados. Ambas interrogantes son fundamentales y se complementan mutuamente al proporcionar una comprensión más integral y profunda de una situación o evento específico. No obstante, López (2017) destaca:
El por qué abre el mundo, el para qué lo angosta, El por qué abre el relato, el para qué lo confronta con la finalidad y el cierre. El por qué exige narrativa, el para qué supone estructuras detenidas, conclusivas (p. 12).
Por otra parte, es esencial considerar, según la confirmación de Osorio y Univio (2020), que, aunque la construcción del conocimiento sea un proceso individual, la importancia de la interacción social no puede ser pasada por alto (p. 127). Esto significa que, si bien el proceso de construcción de conocimiento es inherentemente individual, dado que cada persona asimila y organiza la información de manera única, la interacción social juega un papel crucial en la adquisición y el enriquecimiento del conocimiento.
Cuando los alumnos se relacionan con sus compañeros, se exponen a diversas perspectivas, conceptos y vivencias. Este intercambio social favorece el pensamiento multidimensional, dado que los individuos se ven desafiados a enfrentar y discutir distintos enfoques. Por medio del diálogo y la conversación, surgen ideas frescas, se ponen a prueba suposiciones y se profundiza en la comprensión de los temas. Asimismo, el contacto social impulsa la cooperación, posibilitando que las personas adquieran conocimientos a partir de las habilidades y vivencias de los demás, colaborando para construir un entendimiento más amplio y enriquecedor (Santana et al., 2019).
Con el fin de enriquecer la interacción social en el entorno educativo, la pedagogía teatral se presenta como una estrategia idónea para promover la colaboración, el aprendizaje conjunto y el pensamiento multidimensional. Mediante las actividades teatrales, los estudiantes cultivan habilidades de comunicación efectiva, empatía y trabajo en equipo. El teatro no solo estimula la creatividad, sino que también fomenta el pensamiento crítico, al permitir que los estudiantes exploren diversas perspectivas y reflexionen sobre los propósitos y objetivos de las situaciones representadas. En última instancia, la integración de la pedagogía teatral aporta una dimensión dinámica y enriquecedora al proceso educativo, preparando a los estudiantes para participar de manera activa en una sociedad interconectada y colaborativa.
Didáctica de la pedagogía teatral para la enseñanza de la filosofía para niños y niñas en la educación infantil
Para implementar la filosofía para niños, se hace esencial implementar un programa de capacitación docente que habilite a los educadores para aprovechar todas las potencialidades de las narrativas y garantizar un desarrollo progresivo de las destrezas propuestas. Asimismo, se necesita adoptar una metodología pedagógica orientada a transformar el aula en una comunidad de indagación. Dentro de esta comunidad, los niños trabajan de manera colaborativa para comprender las perspectivas de sus compañeros y colaboran solidariamente en la búsqueda del significado del mundo y la sociedad que los rodea.
Para desarrollar estas metodologías, resulta fundamental que el docente logre sistematizar sus experiencias con los estudiantes, ya sea con fines investigativos o para consolidar prácticas futuras. Es crucial contar con un registro de trabajo o un "documento de memorias o exégesis", según lo propuesto por Artigas et al. (2023). Estos investigadores sugieren que dicho documento facilitaría el entrenamiento en técnicas de estudio, permitiría poner a prueba la acción y la reflexión en casos específicos, identificar dificultades o éxitos, vincularlos con el fenómeno creativo y el pensamiento crítico, y así proponer algo innovador.
Los académicos (González, 2018, Muñoz (2018), Llontop y González, 2021; Zapata, 2021) señalan que la pedagogía se concibe como un acto creativo donde se fusionan ideas y se proporcionan elementos de aprendizaje a los niños, permitiéndoles familiarizarse con una realidad específica. En este proceso, el docente desempeña un papel esencial al facilitar la imaginación, el descubrimiento y la orientación mediante preguntas que estimulan la comprensión. Desde esta perspectiva, se puede considerar al teatro como el mecanismo o medio que establece la conexión entre la filosofía y la infancia.
La expresión artística y la comunicación escénica, materializadas a través del teatro, ofrecen un entorno propicio para la exploración de diversas perspectivas, la formulación de preguntas filosóficas y la estimulación de la imaginación. Al participar en representaciones teatrales, los niños tienen la posibilidad de conectar con sus emociones, mejorar sus habilidades comunicativas, enriquecer su vocabulario y obtener una comprensión más profunda tanto de sí mismos como del entorno que los rodea.
El ámbito teatral proporciona un espacio donde los niños tienen la oportunidad de vivenciar y analizar diversas realidades y escenarios. Al representar roles y dramatizar historias, los niños pueden examinar una variedad de perspectivas y confrontar ideas de manera activa. Este medio teatral facilita el cultivo de habilidades fundamentales como la empatía, la creatividad, la resolución de problemas y la colaboración, contribuyendo así a una educación integral y equilibrada para los niños. Dentro de este entorno, el educador adopta la función de facilitador y orientador, motivando a los niños a investigar, cuestionar y descubrir a través de la expresión teatral. El profesor no se limita a impartir conceptos, sino que también promueve el desarrollo del pensamiento crítico, el diálogo y la reflexión filosófica. Al sugerir direcciones y guiar las interrogantes, el educador colabora en que los niños comprendan y se relacionen con la realidad desde una perspectiva amplia y creativa.
De esta manera, el teatro se configura como un medio atractivo y eficaz para introducir la filosofía en el ámbito infantil. A través de la representación teatral, es posible abordar cuestiones filosóficas como la ética, la justicia, la identidad, la libertad y el sentido de la vida de una manera que resulta accesible y significativa para los niños. La dramatización les brinda la oportunidad de experimentar y reflexionar sobre estas ideas de manera lúdica y participativa, impulsando así su desarrollo cognitivo, emocional y social.
Según la perspectiva de Espinoza (2020), resulta fundamental destacar la relevancia de incorporar el juego en las propuestas pedagógicas y teatrales, ya que este se encuentra estrechamente vinculado con ambas disciplinas. Recobrar la dimensión lúdica dentro de estas prácticas y relacionarla con el desarrollo del pensamiento filosófico se presenta como un aspecto crucial. Es esencial comprender los elementos y características fundamentales del juego, así como su naturaleza lúdica, para alcanzar este propósito. La autora enfatiza que el juego debe ser considerado como una actividad que desempeña una función social, una función creadora (Espinoza, 2020, p. 36).
La dimensión lúdica, inherente al juego, se manifiesta cuando el jugador se sumerge en un momento especial lleno de placer, emoción, sorpresa y gratuidad, sin enfrentar riesgos. Este contexto ofrece la oportunidad de vivir una creatividad inagotable. Durante el juego, se despliega una dimensión lúdica que se caracteriza por la libertad para explorar, experimentar y crear sin limitaciones. En esta experiencia, el jugador se sumerge en un mundo imaginario donde las reglas y límites habituales pueden ser desafiados o transformados. Es un espacio que permite liberar tensiones y disfrutar del proceso en sí, sin la preocupación por el resultado final. En este contexto, se destaca la conexión intrínseca entre el juego y la dimensión lúdica, subrayando cómo el acto de jugar proporciona un momento único de disfrute y creatividad. La libertad para explorar y experimentar sin restricciones durante el juego resalta la capacidad del jugador para sumergirse en un espacio imaginario, donde las reglas convencionales pueden ser desafiadas. Se enfatiza el énfasis en el proceso, liberando tensiones y permitiendo una experiencia rica y sin preocupaciones.
En el acto de jugar, se encuentra un santuario de felicidad y entretenimiento, donde la mente se sumerge en un mundo de posibilidades ilimitadas. Es en este estado de juego que la creatividad prospera, estimulando la generación de nuevas expresiones, la resolución ingeniosa de problemas y el descubrimiento de perspectivas innovadoras. Este proceso se caracteriza por su dinamismo y constante transformación, permitiendo que la imaginación se libere y se convierta en una fuente inspiradora.
El juego también brinda un espacio seguro para experimentar y explorar emociones y sensaciones, posibilitando la expresión de aspectos internos de manera divertida. Participar en juegos facilita a las personas canalizar sus emociones, liberar el estrés y cultivar habilidades sociales, incluyendo el trabajo en equipo, la comunicación y la empatía, en concordancia con la idea de Lipman (2016) sobre el desarrollo del pensamiento multimodal a través del juego.
Resultados
Propuesta de actividad teatral desde la filosofía para niños y niñas.
Basándose en las investigaciones de Zapata (2021), se propone de manera experimental y exploratoria una estructura de actividad diseñada para niños y niñas de quinto grado. Inicialmente, se busca identificar una situación cotidiana que sea relevante para los estudiantes, y a través de un diálogo, se les anima a expresar temas o problemas que les interesen. En este proceso, se destaca la importancia de respetar los turnos y solicitar la palabra para fomentar una comunicación efectiva. Posteriormente, se lleva a cabo un diálogo más profundo sobre los temas presentados, explorando las razones que motivarían su abordaje en el contexto de la clase.
En la segunda etapa, se plantean improvisaciones fundamentadas en los temas discutidos, dividiendo a los estudiantes en subgrupos para representar diversas situaciones. Durante esta actividad, se fomenta el empleo de la imaginación y la creatividad por parte de los participantes. Posteriormente, se lleva a cabo un diálogo para analizar los resultados, permitiendo una comprensión más profunda de diversas perspectivas y cultivando la valoración de la diversidad. Las improvisaciones generan ideas que sirven como base para la redacción de un guion, en el cual el docente funge como guía en el proceso colaborativo de escritura.
En la tercera etapa, se promueven reflexiones sobre el guion, mediante una revisión conjunta que facilite la comprensión integral y el intercambio de apreciaciones. Durante este proceso, se incentiva la lectura colaborativa para fortalecer el entendimiento del contenido.
En la cuarta etapa, se plantean improvisaciones destinadas a la construcción de personajes y escenarios, utilizando el guion como referencia. Los personajes se distribuyen de manera aleatoria o conforme a los intereses particulares de los estudiantes. Durante esta fase, se generan ideas acerca de la configuración del escenario, la disposición de los personajes y los movimientos dentro del espacio. Las escenas propuestas se llevan a cabo, y se fomenta un intercambio de apreciaciones para determinar si es necesario efectuar modificaciones en el guion o mantener las propuestas iniciales. Este proceso favorece la participación activa de los estudiantes en la toma de decisiones y en la creación colectiva del proyecto teatral.
La estructura propuesta para la actividad resalta la importancia de concebir la planificación como una guía flexible en lugar de un itinerario inflexible, con el objetivo de mantenerse fiel al enfoque filosófico del trabajo. Se sugiere tener en cuenta el contexto y las experiencias de los participantes al implementar esta alternativa, fomentando la consideración de diversas perspectivas y reconociendo la unicidad de cada individuo en el proceso. La transformación, entendida como el resultado del proceso, requiere práctica y tiempo. El cuestionamiento se orienta a través de preguntas y respuestas, adaptando las actividades en función de las necesidades y respuestas de los participantes.
Partiendo desde una situación cotidiana, la filosofía y el teatro convergen en un proceso colaborativo que integra los contextos, ideas e historias de los participantes. Aquí, el diálogo y la expresión artística desempeñan roles centrales, permitiendo la exploración conjunta de conceptos filosóficos a través del vehículo del teatro. Este enfoque fomenta la participación activa, la diversidad de perspectivas y el desarrollo de habilidades de pensamiento crítico, consolidando una experiencia educativa rica y significativa.
Es de importancia cruzar la diversión con el proceso de aprendizaje, según las sugerencias de Zapata (2021), mediante los siguientes principios:
La diversión se logra al concebir un texto dramático propositivo e innovador.
La obra dramática diseñada para un espectáculo teatral se enfoca en rescatar y aprovechar el aspecto lúdico tanto de los creadores teatrales como de la audiencia, siendo esta última un componente esencial para la materialización del proceso y la magia teatral.
A través de esta obra dramática, se establece un vínculo entre teatro, juego, educación y filosofía. Se busca, mediante actividades lúdicas representadas a través del teatro, el desarrollo de conceptos, ideas, conocimientos, habilidades, entre otros, utilizando el teatro con propósitos educativos.
Con base en los objetivos anteriores, se busca que la audiencia, especialmente la infantil, sea participativa, activa y reflexiva, capaz de proponer, analizar y extraer sus propias conclusiones.
La propuesta de Zapata (2021) no solo resalta la conexión vital entre la diversión, el aprendizaje y el teatro, sino que también integra el pensamiento multidimensional en el proceso educativo. Al abogar por un texto dramático propositivo e innovador, se fomenta no solo la diversión, sino también la exploración de diferentes dimensiones de la experiencia humana. Este enfoque reconoce que el teatro puede ser un medio para expresar y comprender no solo conceptos educativos sino también las complejidades y sutilezas de las emociones, la ética y las interacciones humanas. La parte lúdica se convierte en una ventana para explorar no solo el contenido educativo sino también la riqueza de las experiencias y perspectivas. Al vincular el teatro, el juego, la educación y la filosofía, la propuesta de Zapata proporciona un terreno fértil para el desarrollo integral, donde los participantes pueden cultivar habilidades cognitivas, emocionales y sociales en un entorno educativo multidimensional. La audiencia, especialmente los niños, se convierte así en participantes activos, pensantes y reflexivos, capaces de abordar y apreciar la complejidad del mundo que les rodea desde diversas perspectivas.
La intersección entre el teatro y la pedagogía teatral despierta un sinfín de posibilidades en el ámbito educativo, influenciando diversas dimensiones del pensamiento. La Tabla 1 destaca cómo estas disciplinas aportan de manera significativa al pensamiento crítico, creativo. La representación teatral, la improvisación y la creación de guiones se convierten en herramientas poderosas que estimulan la reflexión analítica y fomentan la originalidad. A su vez, la pedagogía teatral incorpora la riqueza emocional en el proceso educativo, reconociendo la importancia de las pasiones en la comprensión profunda de los temas. Esta tabla busca ilustrar cómo la combinación de teatro y pedagogía teatral puede enriquecer de manera integral la experiencia educativa, contribuyendo al desarrollo holístico de los participantes y el pensamiento multidimensional:
Dimensión del Pensamiento | Teatro y Pedagogía Teatral |
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Pensamiento crítico | El teatro, mediante la representación de situaciones y personajes diversos, desafía a los participantes a analizar, cuestionar y reflexionar sobre diferentes perspectivas y escenarios. La improvisación y la interpretación permiten explorar problemáticas desde distintos ángulos, fomentando así el pensamiento crítico y la capacidad de evaluación. El diálogo resultante y la participación activa en la creación teatral contribuyen al desarrollo de habilidades analíticas. |
Pensamiento creativo | La pedagogía teatral propone un espacio donde la creatividad se libera, especialmente durante la improvisación y la creación de guiones. El teatro fomenta la invención de nuevas formas, la exploración de ideas y la expresión personal. La representación teatral, al igual que la escritura colaborativa de guiones, estimula la inventiva y la originalidad, fortaleciendo así el pensamiento creativo de los participantes. |
El pensamiento cuidadoso o el lugar de las pasiones en el pensamiento | El teatro permite explorar las dimensiones emocionales y afectivas, contribuyendo al pensamiento cuidadoso. La representación teatral, al involucrar a los participantes en escenas y personajes, facilita la conexión emocional con diversas situaciones. La pedagogía teatral, al incorporar la diversidad de experiencias y perspectivas, aborda el pensamiento cuidadoso y reconoce el papel de las pasiones en la comprensión profunda de temas. |
Fuente: Elaboración de autores
Se ilustra en la Tabla 1 cómo el teatro y la pedagogía teatral impactan positivamente en distintas dimensiones del pensamiento, desde el crítico y creativo hasta el cuidadoso, integrando la experiencia emocional en el proceso educativo.
Conclusiones
Las reflexiones extraídas de la información proporcionada revelan la importancia del pensamiento multidimensional de Matthew Lipman en el contexto educativo. La implementación de este enfoque no solo ha revolucionado la manera en que se aborda la educación filosófica, sino que también ha demostrado ser una herramienta pedagógica poderosa para estimular habilidades cognitivas y emocionales desde edades tempranas. La filosofía para niños y niñas, en este sentido, se presenta como un instrumento que va más allá de la mera transmisión de conocimientos, promoviendo el desarrollo de habilidades fundamentales para la formación de ciudadanos activos y reflexivos. En el mismo sentido, la pedagogía teatral emerge como un complemento efectivo para la enseñanza de la filosofía para niños en entornos escolares. Más allá de ser una forma de representar obras, la pedagogía teatral se destaca por proporcionar un espacio de exploración y expresión donde los estudiantes pueden vivenciar y emocionarse con conceptos filosóficos, fortaleciendo su comprensión y empatía hacia diversas perspectivas. Además, se evidencian beneficios en el desarrollo de habilidades sociales, emocionales y cognitivas a través del teatro, contribuyendo a un aprendizaje más integral.
La combinación de la filosofía para niños y niñas con la pedagogía teatral, según las conclusiones extraídas, genera beneficios significativos. Esta integración no solo se traduce en la adquisición de conocimientos filosóficos, sino que también impulsa el desarrollo de habilidades fundamentales para el crecimiento personal y la participación activa en la sociedad. Los estudiantes, al experimentar esta combinación, no solo fomentan su curiosidad, pensamiento crítico y capacidad de reflexión, sino que también se preparan para enfrentar los desafíos del mundo actual de manera ética y responsable.
Por último, se destaca la aplicación del pensamiento multidimensional en el ámbito educativo para fomentar el pensamiento crítico y la apreciación artística. Este enfoque, al utilizar un criterio nuevo para analizar obras de arte, promueve una comprensión más profunda y contextualizada, incentivando la apreciación más allá de una evaluación superficial. Se observa que esta aproximación no solo desarrolla habilidades analíticas y de interpretación, sino que también nutre la creatividad y la expresión individual de los estudiantes.