INTRODUCCIÓN
Las epidemias han puesto en riesgo a los seres humanos desde la antigüedad hasta los días actuales. Es importante profundizar en los hechos que las propician para no ser un sustrato vulnerable.1,2
De la fatídica pandemia de influenza de 1918, por ser más reciente y estar en medio de un mayor desarrollo de la ciencia, se tienen mejores detalles. En Cuba muchos datos no se describen con exactitud, tal vez porque se enmarcó en la Primera Guerra Mundial. Es por eso que se establece la incertidumbre ante la lectura de diversos artículos científicos actuales y antiguos textos referentes a la época que no son coincidentes, lo que resulta en la búsqueda de elementos que permitan esclarecer ese pasado a poco más de cien años de distancia de la gripe española en Cuba basados en artículos publicados no coincidentes.
MÉTODO
Se utilizó el método histórico-lógico con énfasis en la inducción-deducción. Se realizó una búsqueda bibliográfica acerca del tema con el buscador de Google y en las bases de datos LILACS, Scopus, SciELO, Pubmed y Medigraphic; se obtuvieron alrededor de 35 artículos con similitudes de contenido y se utilizaron 16 referencias que se consideraron de mayor claridad y exactitud y ajustadas al objetivo y al tipo de publicación.
DESARROLLO
Los primeros casos de la mal llamada gripe española, porque no se originó en la Península Ibérica, se informan en la base militar de Fort Riley, Kansas, Estados Unidos, el 11 de marzo de 1918.1
De allí se extendió rápidamente hacia diversos campamentos militares en los que se entrenaban las tropas que iban a pelear en la Primera Guerra Mundial. Las tropas americanas incubaron el virus durante el largo trayecto y, en pocas semanas, la gripe dio la vuelta al mundo. Se distribuyó por toda Europa con la guerra y luego pasó a los otros continentes por las relaciones comerciales que se establecen entre ellos;1,2 el mundo, sutilmente, se veía envuelto por ese flagelo.
Las primeras defunciones causadas por el virus descritas en registros en el medio oeste estadounidense se detectaron desde el propio mes de marzo; sin embargo, tuvo un número limitado de casos con muy baja letalidad, lo que trajo como consecuencia que en muchos lugares se registró solo como un aumento “anormal” de casos de gripe a comienzos de la primavera.1,3
Se describen tres olas de la epidemia en el hemisferio norte: la primera durante la primavera (marzo-abril), se reconocieron los primeros enfermos, entre trabajadores y soldados, en varios lugares de los Estados Unidos; ya para la segunda oleada se constataron peores consecuencias debidas, posiblemente, a unas mayores virulencia y letalidad (se plantea entre las teorías que el virus mutó en Europa, lo que explicaría la alta morbilidad); la tercera ocurrió en el otoño de 1918 (octubre-noviembre): la enfermedad alcanzó la mayor incidencia, no hubo distinción entre civiles y militares. En enero el virus volvió a cobrar fuerza y se mantuvo así durante el siguiente mes, para desaparecer después tan repentinamente como surgió.4
Cuba no quedó exenta, múltiples elementos hacen sospechar que la gripe española entró a Cuba un tiempo antes de las evidencias publicadas.
De acuerdo a la prensa de República Dominicana5 el virus entró a Cuba durante el mes de abril, hecho poco probable porque para esa fecha todavía circulaba la influenza entre las tropas norteamericanas, pero no totalmente imposible debido a que en esa época Cuba era una neocolonia de los Estados Unidos y existía un intercambio militar y comercial.
Son más claros los datos que ofrece José Andrés Martínez-Fortún y Foyo en sus recopilaciones de la época. Estos hechos, al ser una cronología del día a día, transmiten mayor exactitud (Figura 1): el 20 de septiembre llama la atención la presencia de una epidemia grave de “grippe” en distintos lugares de la isla, el día 21 fallece una señora de 78 años por “grippe” en Remedios (primera defunción que ocurre de esa etiología en la ciudad) y el día 28, en la Ciudad de La Habana, falleció, de una afección brusca y violenta, el joven Núñez, que llamaba la atención por su fortaleza y que después se supo había sido víctima de la influenza.6 ¿Serían estos casos de gripe estacionaria o serían el resultado de una infección por gripe española introducida solapadamente en la isla?
En la Revista “Bohemia”, publicada el 6 de octubre de ese año, se da a conocer que “la elegante señora Cuca Pons de Babot se encuentra guardando cama aquejada por una fuerte grippe” y que “de igual dolencia padece el distinguido matrimonio Nena Lamar de Masvidal y Miguel A. Masvidal” (Figura 2).7
Otras evidencian dan cuenta del inicio más temprano de casos de esta gripe cuando al Oriente cubano llegó este inquietante germen. Según el archivo de la Ciudad de Manzanillo la primera muerte ocurrida por la pandemia fue el 6 de octubre de 1918, y el Director de Sanidad de la República, Dr. Guiteras, en visita al sitio por aquellos días declaró: «Desde el 10 de octubre comenzó a notarse en esta ciudad el rápido y alarmante desarrollo de la epidemia llamada “gripe”, desconocida por la ciencia médica».8
Entre el mes de septiembre y el 10 de octubre de 1918 se habían presentado casos de gripe grave en varios puntos de la isla, incluidos algunos fallecidos.
En el periódico mexicano “Excélsior”, en su edición del día 6 de octubre de 1918, se informó que el vapor español Alfonso XII se encontraba infectado por el mortal virus, que ocasionó la muerte de 19 pasajeros; este navío después de hacer escala en La Habana lo haría en el puerto veracruzano. Había zarpado desde España con 1 200 pasajeros, entre los que se encontraban decenas de infectados. El Jefe del Departamento de Salubridad, Doctor José María Rodríguez, solicitó informes a la Compañía Trasatlántica Española sobre la veracidad de tales rumores y, por la escasa información, la Secretaría de Relaciones Exteriores se comunicó con el cónsul mexicano en La Habana. Ahí se conoció que desde esa fecha la influenza española había cundido en toda la isla, principalmente en las provincias orientales.1,9,10
El Doctor Martínez-Fortún, erudito historiador de la Medicina de su localidad y de Cuba, refiere desde el día 6 de octubre la preocupación existente en La Habana por el atraque de un barco con infinidad de casos de influenza, en el que habían fallecido 24 personas a bordo, entre ellos el segundo oficial;6) sin embargo, el propio Martínez Fortún, en su libro Cronología Médica Cubana, fascículo XII (1910-1919), en lo referente al mes de octubre, se contradice al mencionar que “el día 18 entró en La Habana el vapor Alfonso XII”. En el epílogo lamenta los defectos que contiene porque solo él conoce los innumerables esfuerzos que realizó para completar la elaboración de esta ímproba obra.11
Diversas publicaciones cubanas de trascendentales investigadores nacionales2,12,13 muestran una cronología que ubica la llegada de los primeros casos de gripe española el 18 de octubre de 1918 y no el 6 de ese mes. Con este equívoco en la fecha se evidencian algunas contradicciones en los acontecimientos entre el inicio de la pandemia y su posterior evolución en la capital y en diferentes territorios.
Si se tienen en cuenta estas consideraciones epidemiológicas, debe haber existido un término de tiempo prudencial para que una infección propagada con un período de incubación de días constituya un problema de salud. Se supone que existió un precedente in crescendo cuando el Dr. José A. López del Valle, en sesión científica de la Academia de Ciencias de La Habana, efectuada el 25 de octubre de 1918 se refirió a “la necesidad de que ese problema sea ampliamente tratado en el seno de esta Academia” y a que, como resultado, “se informe al público sobre el verdadero estado de la epidemia” refiriéndose a la gripe que para esa fecha había invadido la República.14
Fuera de las fechas existe otra disparidad en diversos manuscritos publicados. Unos plantean que el buque que arribó a La Habana en el año 1918 fue el Alfonso XII y otros el Alfonso III o Alfonso XIII. Este último, un acorazado español, circulaba por los mares del mundo, pero solo atracó en la capital cubana el 9 de julio de 1920, y fue la primera vez que lo hacía en el siglo XX; no se reporta este hecho luego del año 1898. Este acontecimiento quedó filmado, con el agasajo popular, por la empresa cubana “Film Díaz y Ramírez”, como testimonio de la visita; la grabación fue exhibida en España el 9 de octubre de 1920. El que visitó Cuba en 1918 fue el Alfonso XII, tercer barco con ese nombre que, por su belleza y confort, era orgullo de la naviera de su país.15,16
El Alfonso XII, en el que viajaban nuevos casos importados a Cuba contagiados de la gripe española, que atracó en el puerto habanero el 6 de octubre de 1918, fue la causa de la mayor expansión en el territorio de esa pandemia funesta del siglo XX.
CONCLUSIONES
Aunque resulta difícil desentrañar parte de la historia de la entrada de la gripe española en Cuba posiblemente algunos casos entraron a la isla de manera solapada y produjeron cuadros aislados de gripe grave.
Existen fuertes evidencias de que el buque que entró a Cuba fue el Alfonso XII y que lo hizo el 6 de octubre de 1918, con casos de la gripe ibérica que se unieron a los ya existentes en la isla (se reportaban fuertes brotes en Camagüey y Manzanillo).
En la medida que otros estudios profundicen en estos hechos se dilucidará un panorama más exacto. Esta breve reseña solo abre otra puerta para otros investigadores amantes de estas historias.