Estimada Editora:
Después de leer el artículo “Relación entre el SARS-CoV-2, la microbiota intestinal y la presencia de síntomas digestivos” de la autora Vivian Rosario Mena Miranda publicado en la Revista Cubana de Pediatría,1 reconozco el gran valor de la publicación ya que realiza una revisión bibliográfica sobre un tema actual. Es una enfermedad de poco tiempo de evolución, por lo tanto, resultan muy útiles las revisiones que se publican al respecto. El artículo resulta de gran interés, pues aporta conocimientos acerca de un tema nuevo para Cuba y el mundo.
El aporte teórico del artículo, se basa en el hecho de que en la literatura médica no se encuentran suficientes estudios que aborden la problemática. Otro mérito del estudio, es el de proporcionar una información que hasta la fecha no estaba disponible en una publicación nacional.
Plantea además que la presencia de aminoácidos en las excretas, como respuesta a la hipoxia sufrida a nivel celular por alteración de los patrones de la inflamación, puede predecir la evolución desfavorable de los pacientes
En la investigación de Mena Miranda1 destaca el vómito como síntoma gastrointestinal más frecuente en la población pediátrica, aunque también refiere que la anorexia, las náuseas, y el dolor abdominal se asocian a la infección por SARS-CoV-2 en general. Interesante la aclaración de la autora, en lo que se refiere a que está pendiente por confirmar que la presencia de diarrea se relaciona con una evolución desfavorable de la enfermedad.
El artículo revela que la detección de ARN del SARS-CoV-2 en muestras de heces, incluso después que los resultados de muestras respiratorias han sido negativos, implica que el mecanismo fecal-oral es una posible ruta de transmisión de la enfermedad.
Otro aspecto de mucho valor del artículo, es resaltar la importancia de las medidas de bioseguridad para la manipulación de los deshechos biológicos de los enfermos.
Estamos totalmente de acuerdo con la autora en que se necesitan más investigaciones sobre las alteraciones de la microbiota intestinal y la potencial transmisión fecal-oral del SARS-CoV-2.