INTRODUCCIÓN
La pandemia por la COVID-19 continúa siendo un gran reto para los sistemas de salud en el mundo. En este contexto, son los profesionales de la salud quienes se exponen a un riesgo constante de infección desde que inició la emergencia, debido al contacto con pacientes y carencia de equipos de protección personal (EPP) adecuados. Esta situación, que fue peor al inicio, de discriminación, pérdida del contacto con la familia debido al aislamiento, la sobrecarga de labores domésticas, incluyendo el cuidado de los hijos en el hogar y condiciones de empleo inestable, han afectado la salud física, psicológica y social.1
Según la Organización Panamericana de la Salud (OPS), solo en la región de las Américas, cerca de 570 mil trabajadores de la salud se han contagiado de SARS-CoV-2 y más de 2 500 han fallecido.2 Según el Ministerio de Salud del Perú, hasta febrero del 2022 se reportaron 424 151 casos confirmados de la COVID-19 en personal sanitario, con 1 514 fallecidos; mientras que 7 321 obstetras se infectaron y 58 fallecieron.3
La salud física de los profesionales de salud, en los países de Latinoamérica y el Caribe (LAC), se ha visto afectada por circunstancias extremas para desempeñar su trabajo, como largas jornadas laborales, uso constante de mascarillas, falta de actividad física y desórdenes alimentarios, lo cual provoca agotamiento que a corto y mediano plazo se traducen en problemas de salud.4
Por otro lado, la salud mental se ha visto afectada por exigencias, no solo laborales, sino también emocionales. La alta carga laboral, tener que atravesar algunas veces por situaciones traumáticas y decisiones difíciles de afrontar; además de convivir con temor constante a contraer o transmitir la infección a familiares o allegados, como consecuencia se reporta en este grupo ansiedad, de 23,0 % y 53,8 % de impacto psicológico moderado a grave.5
En cuanto a la salud social, se ha visto afectada por exclusión y marginación social, condiciones de empleo inadecuadas e inequidad de género.6 En situaciones de emergencia se han expuesto a trabajos en condiciones irregulares y atípicas, propias del tipo de empleo; afrontar mayor carga de trabajo, con horas prolongadas, falta de periodos de descanso, sumado al trabajo no remunerado en el hogar.7
Los obstetras no fueron considerados, desde el inicio, como personal en primera línea de atención en la lucha contra la pandemia, ante la suspensión de actividades en los servicios de salud materna, salud sexual y reproductiva, que ponían en mayor riesgo de morbilidad y mortalidad a la población de gestantes, aun así continuaron laborando; adecuaron los servicios para la atención de pacientes con la COVID-19 y enfrentaron condiciones adversas para atender las necesidades de las usuarias.
Es por ello que la presente investigación tiene como objetivo determinar las consecuencias de la COVID-19 en la salud física, psicológica y social de los obstetras del Perú.
MÉTODOS
Se realizó un estudio observacional, descriptivo y transversal. La población fue de 16 755 obstetras asistenciales habilitados, de 24 departamentos del Perú, que laboraban en algún establecimiento de salud durante la emergencia por la COVID-19 en el periodo 2020-2021. La muestra fue de 511 obstetras, seleccionados por muestreo no probabilístico, por cuotas.
Las variables incluyeron:
Características generales:
Edad (23-39, 40-59, 60 años a más).
Estado civil (soltero, casado, divorciado).
Procedencia (Lima y otros departamentos).
Nivel de atención donde labora (primer, segundo y tercer nivel).
Características de exposición a la COVID-19:
Alguna vez dio positivo a la COVID-19 (No/Si).
Tipo de prueba del último tamizaje (ninguna, molecular, antigénica, serológica).
Resultado de la prueba (no se hizo ninguna prueba, negativo, positivo).
Manifestaciones clínicas en los casos de la COVID-19 (cefalea, dolor de garganta, fatiga, mialgia, fiebre, tos, pérdida del olfato, pérdida del gusto, diarrea, dificultad respiratoria).
Atención recibida en casos de la COVID-19 (ninguna, ambulatoria, hospitalización y unidad de cuidados intensivos).
Salud física:
Salud psicológica:
Salud social:
La técnica fue la encuesta virtual autoadministrada y el instrumento un cuestionario en Google Forms validado por 4 expertos: obstetra, nutricionista, antropólogo y psiquiatra, con V de Aiken de 0,97 y confiable, con alfa de Cronbach de 0,81 (la encuesta y el proceso están disponibles como archivos complementarios al artículo). En la sección de psicología se empleó Patient Health Questionnaire (PHQ-9) estandarizado y validado por Huarcaya-Victoria y otros.8
Se tuvo apoyo del Colegio de Obstetras del Perú y colegios regionales, con publicación en su página oficial de Facebook; así mismo, se invitó a participar a través de WhatsApp y Messenger, a través de los cuales se envió el consentimiento informado y el vínculo del cuestionario. Se recolectaron los datos desde el 17 de marzo hasta el 29 de junio del 2021.
Para el análisis, los datos fueron exportados a Excel para su codificación y verificación de la calidad, luego al software estadístico SPSS versión 26, en el cual las variables fueron analizadas a través de frecuencias relativas y absolutas para su presentación en tablas.
El estudio fue aprobado por el Comité de Ética en Investigación de la Facultad de Medicina de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos y se guardaron los aspectos éticos de la declaración de Helsinki.
RESULTADOS
De 511 obstetras participantes, 468 (91,6 %) son del sexo femenino, 287 (56,2 %) con edad de 40 a 59 años, 213 (41,7 %) casados, 225 (44,0 %) de la capital y 292 (57,1 %) laboraban en el primer nivel de atención (tabla 1).
Dieron positivo alguna vez para la COVID-19, 216 (42,3 %) obstetras; 221 (43,2 %) fueron tamizadas la última vez mediante prueba serológica y resultaron positivos 155 (30,3 %). Como manifestaciones clínicas más frecuentes, 165 (32,3 %) reportaron cefalea, 127 (24,9 %) dolor de garganta y 121 (23,7 %) fatiga. Así mismo, 167 (77,3 %) recibieron manejo ambulatorio (tabla 2).
Las comorbilidades más comunes fueron obesidad, con 102 (20,0 %) reportes, hipertensión arterial con 38 (7,4 %) y diabetes con 14 (2,7 %). El estado nutricional predominante fue el sobrepeso con 244 (47,8 %) reportes (tabla 3).
La gran mayoría de obstetras, 464 (90,8 %) manifestaron sentir estrés muy frecuentemente y más de la mitad tuvo algún grado de depresión; 251 (39,3 %) leve y 62 (12,2 %) moderada a grave (tabla 4).
El sentimiento de discriminación por ser profesional de la salud estuvo presente en 238 (46,6 %). Poco más de la mitad tenían estabilidad laboral, 277 (54,2 %). Asimismo, 118 (23,1 %) manifestaron ser quienes llevaban la carga laboral en el hogar, mientras que el resto compartía esta tarea o recibía apoyo de alguien más como esposo(a), compañera(o) o familiares. Por otro lado, 170 (33,3 %) manifestaron encargarse del cuidado y acompañamiento de los hijos en solitario (tabla 5).
DISCUSIÓN
En el Perú, durante la pandemia, el sector salud se ha visto muy afectado debido a su sistema sanitario deficiente y desintegrado. En la primera ola (primer semestre de 2020), la afectación fue grave. En este contexto, los obstetras no han sido ajenos, a pesar de no haber sido considerados desde el inicio como primera línea de atención, tal como sus pares chilenos,9 continuaron al servicio de la población.
Respecto a las características de exposición frente a la COVID-19, los obstetras al encontrarse en primera línea de atención durante la pandemia, estaban expuestos al contagio del virus, es así que casi la mitad resultaron positivos a la COVID-19. Accedieron en un principio solo a pruebas serológicas o antigénicas de menor sensibilidad y especificidad que las moleculares. En esta línea, Chafloque-Vásquez y otros10 reportan resultados similares, respecto a los casos de infección por la COVID-19 en obstetras del Hospital Regional de Loreto.
Por otro lado, en Ecuador, Encalada y otros11 detectaron un porcentaje mayor de casos positivos por prueba rápida e hisopado nasofaríngeo, en personal sanitario. La razón de dicha diferencia, podría radicar en una mayor capacidad de acceso a pruebas de detección para el personal de salud que se tuvieron en otros países, a diferencia de Perú, donde a inicios de la pandemia la escasez de pruebas era evidente.
En relación a la clínica de la COVID-19, la mayoría fue asintomático o con síntomas leves y tratados ambulatoriamente; muy pocos requirieron hospitalización y solo un mínimo porcentaje llegó a cuidados intensivos; resultados similares fueron reportados por Encalada y otros.11 Respecto a la salud física, más de la mitad presentaron estado nutricional no saludable, entre sobrepeso y obesidad, hallazgos similares fueron reportados en México, donde cerca a la mitad de trabajadores presentaron sobrepeso u obesidad.12 Definitivamente el sedentarismo y la escasa actividad física en tiempos de cuarentena y aislamiento, sumado a cuadros de ansiedad originó en la población hábitos poco saludables, que conllevaron a diversos problemas de salud.
En relación con la salud psicológica, investigaciones muestran que el personal de salud en primera línea de atención en esta pandemia presenta niveles más elevados de ansiedad, depresión y estrés; el sexo femenino es el de mayor vulnerabilidad, situación que constituye un riesgo, toda vez que en el Perú los obstetras en amplia mayoría son mujeres. En este estudio, más de la mitad de obstetras tuvo síntomas depresivos; similar al reportado por Al Ateeq y otros13 en Arabia Saudita y mayor al reportado por Restrepo-Martínez y otros14 en Colombia; todas estas investigaciones fueron realizadas en personal sanitario.
Los niveles de depresión encontrados en este estudio fueron similares a los reportados por Restrepo-Martínez y otros;14 en su estudio fue mayor el porcentaje de depresión leve, seguida de la moderada, moderadamente grave y en último lugar la grave. Acerca del estrés, casi la mitad de los obstetras en el estudio, manifestó haber presentado estrés por varios días; hallazgos que concuerdan con lo señalado por Du y otros,15 que más de la mitad del personal de salud en primera línea tenían niveles moderados o graves de estrés. Zhang y otros16 también reportan altos índices de estrés en médicos. La recarga laboral, la falta de sueño, laborar en área COVID, ser persona vulnerable o convivir con personas vulnerables en el hogar, las deficiencias en la dotación de EPP, la intranquilidad por poner en riesgo la propia vida o de la familia, entre otras razones, habrían incrementado el riesgo de depresión y estrés en esta población.
La salud social comprende factores y condiciones de tipo económico y social que influyen en el estado de salud.6 En tiempos de pandemia los obstetras han sido vulnerados en sus derechos e integridad física y emocional, por situaciones de discriminación y violencia por parte de la población ante el temor de ser contagiados. En el estudio, cerca de la mitad se sintió discriminado por ser profesional de salud. Resultados similares fueron encontrados en Colombia por Valdés y otros,17 que reportan predominio de situaciones de discriminación en las mujeres, al comparar con los hombres.
Respecto a las condiciones de empleo, se vieron afectadas por la modalidad de contratos en el contexto de la emergencia sanitaria. Se caracterizaron por jornadas laborales extensas y continuas, altos grados de exposición y rotaciones por área COVID. En el estudio la mayoría laboraban como nombrados y bajo contratos administrativos de servicios (CAS) regulares, con cierta estabilidad laboral, situación contraria al personal CAS COVID que se encontraba con mayor exposición de contagio y con vínculo laboral temporal. Situación de mayor desventaja fue en los casos de servicios no personales (SNP) sin vínculo laboral formal, hecho que los convertía en un recurso humano vulnerable; contexto similar fue encontrado por Raraz y otros18 quienes reportan que el personal de salud no tenía vínculo laboral institucional y solían recibir en su mayoría EPP incompletos.
Respecto a la carga laboral en los hogares, la suspensión de actividades laborales y educativas generó mayor atención del cuidado de los hijos y quehaceres del hogar, en definitiva, escenarios donde más se visibilizan desigualdades de género, que colocan en desventaja a mujeres en cuanto a responsabilidad y sobrecarga laboral doméstica.19 El estudio encontró que es el encuestado (en su mayoría mujeres), con frecuencia el responsable de las labores domésticas, en comparación con el esposo; situación similar sucedió con el cuidado de los hijos y ayuda en las tareas escolares. Resultados similares fueron encontrados en otros países de Latinoamérica y el Caribe, como Colombia, donde la participación en actividades no remuneradas o domésticas fue mayor en mujeres, a diferencia de los hombres.20
Como limitaciones este estudio contempla sesgo de selección por el tipo de muestreo no probabilístico; de información, por la naturaleza de la fuente. Asimismo, la participación no ha sido proporcional considerando a Lima metropolitana; a pesar de ello, el estudio muestra lo ocurrido en las 2 primeras olas de pandemia. Esta evidencia es un referente para estudios de diseños analíticos o con muestra mayor. Por otro lado, es el primer estudio de este tipo con participación de obstetras asistenciales, principalmente del primer y segundo nivel de atención.
Se concluye que la pandemia por la COVID-19 tuvo consecuencias en la salud física de los obstetras, genera hábitos poco saludables que conllevan a trastornos de sobrepeso y obesidad; asimismo, afecta la salud psicológica, produce mayores niveles de estrés y depresión; afecta la salud social, al experimentar discriminación por ser profesionales de la salud, tener inestabilidad laboral y llevar la carga laboral en el hogar. Por tanto, es fundamental prevenir situaciones que pongan en peligro la seguridad de la salud y la vida de este gremio profesional.