Introducción
La hipertensión arterial (HTA) es la más común de las condiciones que afectan la salud de los individuos adultos en todo el mundo. También constituye un factor de riesgo importante en la aparición de otras afecciones, tales como la cardiopatía isquémica, las insuficiencias cardiaca y renal, la enfermedad cerebrovascular; de igual modo puede dañar de la vasculatura periférica y la retina. Se produce cuando las cifras de tensión arterial, medidas como promedio 3 veces en condiciones apropiadas, con intervalos de 3 a 7 días entre cada medición, se encuentran por encima de 140 milímetros de mercurio (mmHg) de tensión sistólica y 90 mmHg de tensión diastólica.1,2
En tal sentido, la HTA impone una enorme carga económica y social en el mundo a causa de las comorbilidades asociadas y las complicaciones crónicas que pueden afectar la sobrevida y la calidad de vida de los individuos. Su prevalencia ha aumentado significativamente en todas las latitudes y también varía de un lugar a otro, lo cual está en dependencia de las particularidades genéticas y ambientales de cada región. Así, en los Estados Unidos oscila entre 30 y 37,9 %, con superioridad en los hombres, y su prevalencia e incidencia son mayores en los afronorteamericanos en comparación con la población blanca. En Cuba, por su parte, la prevalencia es de 30 % en las zonas urbanas y 15 % en las rurales; en general, hay alrededor de 2 millones de afectados por la entidad clínica.1
Según el Anuario estadístico de salud del 2020, la prevalencia de hipertensión arterial en cubanos mayores de 19 años de edad de ambos sexos fue de 220 por cada 1000 habitantes del país y, en específico, en la provincia de Santiago de Cuba fue de 204,5 por cada 1000 pobladores.3
Esta afección, junto con el sobrepeso y la obesidad, son las causas más comunes, potencialmente reversibles y factibles de control, entre todos los factores de riesgo asociados a las enfermedades cardiovasculares. Existen múltiples evidencias -sin errores posibles- de que la disminución de las cifras de presión arterial reduce el riesgo de morbilidad y mortalidad cardiovasculares.4,5
En los seres humanos la acumulación de grasa se caracteriza por una gran variabilidad en la distribución corporal; estos depósitos pueden, a su vez, establecer riesgos y determinar comorbilidades. Lo anterior conlleva un aumento no solo de la comorbilidad cardiovascular y metabólica, sino también de la mortalidad, lo que ha sido demostrado en varias investigaciones en torno al tema.6,7,8,9 En ese sentido, la obesidad es considerada un factor de riesgo de gran trascendencia como origen de enfermedades cardiovasculares.6
Mundialmente, el sobrepeso y la obesidad se relacionan con más muertes que el bajo peso. Entre 1980 y 2014 la prevalencia de obesidad [índice de masa corporal (IMC) ≥ 30 kg/m2] casi se duplicó. Resulta oportuno señalar que las personas obesas tienen 10 veces más riesgo de presentar diabetes mellitus y 3 veces más, coronariopatía. Al menos 1100 millones de adultos y aproximadamente 10 % de los niños en el orbe presentan sobrepeso. En Cuba, las personas obesas conforman alrededor de 20 a 30 % de la población, y esta condición de salud se torna un problema más importante cada día.7
Por todo lo dicho anteriormente, se decidió realizar este estudio para determinar las variaciones de los valores del perímetro abdominal y el índice cintura-cadera (ICC) en pacientes con hipertensión arterial, según variables epidemiológicas y clínicas seleccionadas.
Métodos
Se realizó un estudio descriptivo y transversal de pacientes con diagnóstico de hipertensión arterial, pertenecientes al Consultorio Médico de la Familia No. 19 del Policlínico Docente Josué País García, en el municipio de Santiago de Cuba, desde junio del 2021 hasta diciembre del 2022. El universo estuvo constituido por los 327 pacientes en las edades comprendidas entre 25 y 74 años, de ambos sexos, diagnosticados y dispensarizados con esta enfermedad en las clasificaciones leve, moderada o grave. La muestra estuvo integrada por 221 afectados, escogidos de forma aleatoria simple. El tamaño muestral se calculó con el paquete estadístico EPIDAT.
Las variables fueron clasificadas de la forma que sigue:
Perímetro abdominal. El resultado se obtuvo en centímetros (cm) y se clasificó el paciente en:8
Normal: menor de 80 en las mujeres y de 94 en los hombres.
Aumentado: de 80-88 en las féminas y de 94-102 en los varones.
Obesidad abdominal: mayor de 88 en las mujeres y de 102 en los hombres.
Índice cintura-cadera. Se consideró el resultado al dividir el perímetro abdominal entre la circunferencia de la cadera, ambos en centímetros, y se clasificó en: (9
Muy bajo: menor de 0,95 en los hombres y de 0,80 en las mujeres.
Bajo: de 0,96-0,99 en los varones y de 0,81-0,84 en las féminas.
Alto: mayor de 1,00 en los hombres y de 0,85 en las mujeres.
Edad
Sexo (las 2 categorías biológicas)
Índice de masa corporal. Se consideró el resultado al dividir el peso en kilogramos entre la talla en metros al cuadrado (kg/m2) y se clasificó en:10
obeso: mayor de 29 kg/m2
sobrepeso: 26,1 - 29 kg/m2
normopeso: 19,8 - 26 kg/m2
bajo peso: menor de 19,7 kg/m2
Los pacientes fueron citados por su enfermera o médico de la familia una semana antes para que acudieran al Consultorio, donde se les explicó detalladamente las características, la finalidad y los posibles beneficios del estudio.
Se realizaron mediciones antropométricas para minimizar los errores en la metodología. Cada tipo de medición fue registrada en área de mensuraciones corporales del Consultorio. La medición de la talla y el peso se realizó con una báscula-tallímetro Zenitec Professional® de fabricación china, previamente calibrada con una precisión de 0,1 cm. La talla se definió como la distancia entre el punto más alto de la cabeza (vertex) hasta los talones, para lo cual se colocó a los voluntarios de pie, erguidos en posición anatómica; con esto se calculó el IMC.
Para determinar la cintura y la cadera se utilizó una cinta métrica graduada en centímetros. El paciente debía estar de pie, con los brazos relajados a cada lado y sin ropa en esta zona, es decir, directamente sobre la piel. Para la circunferencia de la cintura se tomó como referencia el borde superior de la cresta ilíaca y el borde inferior de las costillas; con una cinta métrica inextensible se localizó el punto medio sobre la línea axilar, al final de una espiración normal, y se procedió a la medición. Para la circunferencia de la cadera se tomó como referencia la máxima protrusión de los glúteos a nivel del trocánter mayor del fémur a cada lado, que en general coincide con la sínfisis del pubis. Con estas mediciones se calculó el índice cintura-cadera. (11
Los datos se obtuvieron a través de las entrevistas y las mediciones realizadas; fueron recogidos en una planilla confeccionada para tal fin. Los aspectos éticos del estudio se analizaron y aprobaron en la Comisión de Ética del Consejo Científico de la Facultad de Medicina No. 1, perteneciente a la Universidad de Ciencias Médicas. Se obtuvo por escrito el consentimiento informado de cada paciente, en el cual se estableció la voluntariedad de participar y abandonar el estudio en el momento que lo desearan.
Resultados
En la serie predominó el grupo de edades entre 65 y 74 años, con 63 pacientes, para 28,5 %. La media de la edad fue de 54 años, con una desviación estándar de 12,9 años en ambos sexos.
La tabla 1 muestra una mayor frecuencia de los afectados con normopeso (110, para 49,8 %) y un predominio en el sexo femenino (66, para 29,9 %). Obsérvese que 104 pacientes fueron evaluados en las categorías sobrepeso y obeso, para 47,0 %.
Al analizar el perímetro abdominal (tabla 2), fue más frecuente el perímetro aumentado y la obesidad abdominal en 135 pacientes (62,0 %), sin diferencias significativas entre ambos sexos. La media del perímetro abdominal en las féminas fue de 88,3 cm y en los varones de 88,0 cm, con 95,0 % de confianza.
El índice cintura-cadera fue alto en ambos sexos, con 159 pacientes, para 70,0 %; el valor medio resultó de 0,96± 0,12 en los hombres y 0,93± 0,11 en las mujeres (tabla 3).
Al relacionar a los pacientes evaluados nutricionalmente a través de los índices de masa corporal y cintura-cadera (tabla 4), se halló que 110 (49,8 %) de ambos sexos eran normopeso; sin embargo, los resultados del riesgo a través del ICC revelaron que 159 afectados de ambos sexos (71,9 %) tenían alto riesgo de presentar la enfermedad.
Según el cálculo del ICC y la clasificación de la hipertensión arterial (tabla 5), el riesgo de presentar la enfermedad fue alto (71,9 %), con una superioridad en aquellos con clasificación leve y moderada de la HTA (29,4 y 33,9 %, respectivamente).
Discusión
Determinar el peso y la talla de un individuo es fácil y útil, pues no se requiere demasiada experiencia y tampoco demanda una alta tecnología. El cálculo del índice de masa corporal resulta muy ventajoso en el contexto de la salud y se ha reconocido a nivel internacional, ya que permite identificar el sobrepeso en distintos subgrupos poblacionales. Aunque ha sido el medio más empleado en el diagnóstico de los pacientes con sobrepeso y obesidad, así como el método de referencia, actualmente su valor como índice pronóstico está sujeto a importantes críticas. Dos personas con igual índice de masa corporal pueden tener diferente aspecto, en dependencia de la distribución de la grasa y la masa muscular.12
El índice de masa corporal mide el exceso de peso total, pero no evalúa la distribución del tejido adiposo en exceso. Resulta de particular interés la medición de la adiposidad abdominal por su asociación con el desarrollo de enfermedades crónicas no transmisibles;11,12 así pues, individuos que presentan peso normal o sobrepeso leve, pero con una distribución anormal de la grasa corporal, podrían presentar alto riesgo de episodios cardiovasculares, diabetes mellitus de tipo 2 y mortalidad total. Asimismo, las personas con exceso de peso tienen mayor predisposición a las enfermedades cardiovasculares, a la hipertensión arterial y a la diabetes mellitus, entre otras entidades clínicas. El sobrepeso y la obesidad se asocian, con frecuencia, a la HTA, en especial a la sistólica.13
Resultados similares mostraron Barrio et al14 en su estudio de 92 adultos de 18 y más años de edad de Santiago de Cuba, donde hallaron que la media del IMC de varones y mujeres no difería. Tanto en la práctica clínica como en los estudios epidemiológicos, la forma más común y simple de estimar la grasa corporal es mediante el uso de indicadores que combinan el peso y la talla; de todos ellos el IMC es el más comúnmente utilizado. Sus inconvenientes radican en que no existen diferencias entre los sexos, ni distinción de si el sobrepeso es debido a la masa grasa o la grasa magra (algunos individuos con un gran desarrollo muscular, unido a una estructura ósea robusta o no, podrían ser clasificados como obesos sin serlo), o debido a otros estados de ganancia ponderal como la insuficiencia cardiaca congestiva.15
Lo anterior explica la inexistencia de diferencias entre los sexos en la evaluación nutricional a través del IMC en esta serie. Dichos resultados también coincidieron con los informados en un estudio sobre factores de riesgo, efectuado en el municipio de 10 de Octubre, donde se observó que el IMC de 25 o más (correspondiente a sobrepeso y obeso) de hombres y mujeres adultos fue de 46,5 % en el año 1988 y de 30,3 % en el 1995 (período especial), que, aunque se redujo en comparación con la etapa anterior, resultó un valor a considerar.8 Como puede constatarse, este país no escapa a la epidemia mundial de la obesidad.
Como es sabido, el índice de masa corporal no permite distinguir si el sobrepeso se debe a la adiposidad o al desarrollo muscular; por tanto, no aporta estimaciones adecuadas en personas con gran desarrollo muscular o de constitución atlética, en embarazadas y lactantes. De igual manera, en los ancianos, por la pérdida de masa muscular y reducción de la estatura, puede no ser confiable. Por tales razones, en la actualidad tiene mayor importancia la relación del perímetro de la cintura, como expresión de obesidad abdominal, con la resistencia a la insulina y el riesgo de padecer enfermedad cardiovascular asociado al síndrome metabólico.10,12
Sánchez,16 en su investigación realizada a profesores de la Universidad Nacional de Colombia, obtuvo un aumento de la media del perímetro abdominal en ambos sexos; resultado que coincide con el de Han et al17 y el de Pouliot et al,18 quienes hallaron que en 90,7 % el perímetro abdominal estaba aumentado.
En este sentido, y de acuerdo con Yang et al,10 la grasa corporal y su distribución eminentemente central o abdominal en los varones constituyen factores de gran relevancia para predecir afecciones como la hipertensión arterial.
Los resultados en relación con el valor medio del índice cintura-cadera en este estudio difirieron de las muestras obtenidas por Han et al17 y Pouliot et al18 (0,90 a 0,93 ± 0,07 en hombres y 0,79 ± 0,05 en mujeres), pero se asemejan a lo alcanzado por Lago et al19 (0,97 ± 0,04 en varones y 0,89 ± 0,03 en féminas). Lo anterior demuestra que en esta casuística hubo un porcentaje elevado en el sexo femenino, con un ICC de riesgo alto para la aparición de enfermedades cardiometabólicas.
Cabe destacar que la totalidad de los pacientes estaban dispensarizados como hipertensos, lo cual demuestra la importancia que tiene el índice cintura-cadera sobre el índice de masa corporal, pues el primero permite realizar una evaluación más certera.
El estudio desarrollado por Miguel-Betancourt et al20 demuestra que no solo la existencia de una mayor proporción de grasa corporal constituye un indicador de mayor riesgo de morbilidad y muerte, sino que la distribución de grasa mayormente localizada en la región abdominal es la que determina este riesgo. La relación entre las circunferencias de la cintura y la cadera se utiliza cada vez más en la estimación de un posible incremento relativo de la grasa abdominal, para así identificar a los individuos en riesgo. Con el ICC se establece el fenotipo y se clasifica a las personas obesas sobre la base de la distribución del tejido adiposo.
Hasta ahora se considera al IMC como el parámetro base para calcular el peso ideal y las repercusiones negativas del sobrepeso en la salud. Actualmente se le concede gran importancia al índice cintura-cadera porque determina la acumulación de la grasa en la zona de las caderas (más frecuente en las mujeres) y en la cintura (más frecuente en los varones). Se señala como un factor de riesgo extra el predominio de la grasa en la cintura, lo cual condiciona la presencia de enfermedades cardiovasculares, diabetes mellitus de tipo 2, hipertensión arterial, infarto de miocardio o dislipemias.7,10
Se concluye que los valores del índice cintura-cadera y del perímetro abdominal en la población hipertensa estudiada estuvieron por encima de los clasificados por la Organización Mundial de la Salud como de alto riesgo de presentar la enfermedad.