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Revista Cubana de Salud Pública

versión On-line ISSN 1561-3127

Rev Cubana Salud Pública v.24 n.2 Ciudad de La Habana jul.-dic. 1998

 

Centro Nacional de Información de Ciencias Médicas

Revistas médicas cubanas del siglo XIX: El Observador Habanero

José Antonio López Espinosa1

Resumen: Se ofrecen algunos datos en relación con el origen, el objetivo, el contenido y algunos aspectos formales de El Observador Habanero, la tercera de las revistas médicas cubanas surgidas en la primera mitad del siglo XIX. Asimismo se relacionan los nombres de los principales colaboradores de la publicación, cuyo talento y laboriosidad dejaron en ella sus huellas con interesantes artículos y observaciones clínicas. Con esta contribución se trata de cumplir una obligación con el presente y de satisfacer una deuda con el pasado, pues en ella está implícito el afán de que el conocimiento de la existencia de este título pueda resistir la acción destructora del tiempo y contrarrestar la indiferencia o ignorancia de los hombres.

Descriptores DeCS: PUBLICACIONES PERIODICAS/historia; SALUD PUBLICA/historia; CUBA.

Entre otros muchos aspectos, el siglo XIX se distinguió por los grandes beneficios que los hombres de ciencia aportaron a la humanidad. Los trabajos del naturalista inglés Charles Robert Darwin (1809-1882) sobre el origen de las especies, las leyes de la herencia del botánico austríaco Gregor Johann Mendel (1822-1844), la invención del estetoscopio por el médico francés Théophile René Laennec (1781-1826), las contribuciones del químico galo Luis Pasteur (1822-1895) y del cirujano inglés Joseph Lister (1827-1912) en relación con las bacterias y la asepsia, y el uso de anestésicos en cirugía por los estadounidenses Crawford Long (1815-1878) y Willian Morton (1819-1868), son sólo unos pocos ejemplos del vertiginoso auge de las ciencias que trajo consigo el advenimiento de esa centuria.1,2

Fig. Cubierta del primer número de El Observador Habanero

Julio Jacinto Le Riverend Longrau, un médico de origen francés nacido en 1793, quien luego de llegar a La Habana en 1824 con el título de Oficial de Santé (cirujano romancista), estableció una farmacia en Santiago de Las Vegas y ejerció la medicina en zonas rurales; logró, gracias a su talento, ocupar la cátedra de Patología General, Higiene Privada y Fisiología en la Real Universidad de La Habana, en la cual se mantuvo hasta su fallecimiento, ocurrido el 7 de abril de 1864.

Este hombre, considerado mitad ciencia y mitad mercantilismo por sus contemporáneos,3 fue también quien redactó y dirigió El Observador Habanero, título de la tercera revista cubana dedicada exclusivamente a las ciencias médicas después del Repertorio Médico Habanero y del Boletín Científico, de las cuales se hizo ya referencia en un trabajo anterior.4

Esta publicación, de frecuencia mensual, surgió con el objetivo expreso de facilitar a los médicos y cirujanos cubanos el acceso al progreso científico internacional y de dar a conocer los avances de la medicina dentro de la isla. A tal efecto su director se propuso presentar en ella un cuadro conciso de todos los trabajos que fueran útiles, dirigido sobre todo a quienes, por hallarse lejos de las fuentes del saber, no podían estar al tanto de tales adelantos. De ahí que se tratara de brindar en sus páginas la mayor cantidad de información en el menor espacio posible, sin difusiones de teorías y sin ornatos literarios.

Para cumplir este propósito, el doctor Le Riverend contó con el apoyo de los facultativos que se hallaban entonces al frente de los hospitales habaneros, de los profesores de las facultades médicas y de los más renombrados profesionales en el ejercicio de la medicina. Es por ello que en la colección de la revista se atesoran interesantes artículos y observaciones clínicas del propio Le Riverend; del célebre higienista Tomás Romay, quien entonces se desempeñaba como Médico de Cámara de Su Majestad e individuo de la Inspección de Estudios y de otras eminentes figuras de la época en las ciencias médicas como los doctores Nicolás José Gutiérrez, catedrático de anatomía descriptiva, general y morbosa; José María Velázquez, vocal secretario de la Inspección de Estudios; José de Lletor Castroverde, Decano de las facultades médicas y catedrático de medicina legal: José Benjumeda, catedrático supernumerario, disector anatómico y cirujano mayor interino del Real Hospital Militar; Fernando González del Valle, catedrático de patología y clínica quirúrgicas; Joaquín Guarro, catedrático de partos y enfermedades de mujeres y niños; Vicente Antonio de Castro, catedrático de patología y clínica médicas; Ángel José Cowley, catedrático de terapéutica; Francisco Alonso Fernández, vocal de la Inspección de Estudios y Pablo Humanes; así como de los licenciados Gaspar Palacios, José Joaquín Sibot, Juan Pinet y Gonzalo Jorrín.5

Las principales materias científicas abordadas por éstos y los demás autores firmantes de los trabajos publicados en este título fueron la medicina, la meteorología médica, la zoología y la física.6

Se dice que, por aquellos tiempos, las discusiones científicas degeneraban en un personalismo vergonzoso para la seriedad y decoro de la clase médica y que, en ocasiones, la reunión de varios profesores podía llegar a convertirse en una batalla campal. No es extraño pues que el director de El Observador Habanero quien, según contaban las crónicas de entonces, "no era manco ante la agresión",3 dijese en el prefacio de la primera entrega que las columnas de la publicación estaban "abiertas para los profesores que gustasen dar a luz observaciones o artículos de interés verdaderamente práctico; pero desechando cualquier escrito que contuviera personalidad por más que encerrase ideas u opiniones de mucho mérito".5

El precio de la revista que se publicaba entre los días 1ro. y 5 de cada mes en cuadernos de 64 páginas, era de 7 reales por entrega y uno más por la repartición o porte de correo. Las suscripciones podían efectuarse en la propia casa del redactor principal ubicada en la calle O’Reilly No. 97; en la librería e imprenta de la calle San Ignacio No. 16; en la de Oliva, sita en la misma calle San Ignacio esquina a Amargura o en cualquier administración de correos de la isla. A los pocos meses de publicada contaba con 250 suscriptores,7 cifra verdaderamente significativa, si se tiene en cuenta la escasa población de médicos existente en Cuba durante la primera mitad del siglo XIX.

De El Observador Habanero se publicaron en total 7 volúmenes, que abarcaron desde el primer número, correspondiente al mes de mayo de 1844, hasta la entrega 35, de agosto de 1848.

SUMMARY: Some data regarding the origin, objective, content, and some formal aspects of the Havana observer, the third of the cuban journals of medicine emerged in the first half of the XIX century, are presented. Likewise, the name of the main collaborators of this publication, whose talent and hard work influenced on it with interesting clinical observations and articles, are mentioned. With this contribution, we are trying to fulfil an obligation with the present time and to meet a debt with the past, since it’s evident on it, the desire that the knowledge about the existence of this title, can resist the destructive action, through the years and counteract the men’s lack of interest and ignorance.

Subject headings: PERIODICALS/ history; PUBLIC HEALTH/ history; CUBA.

Referencias Bibliográficas

  1. Asimov I. Asimov’s Biographical Encyclo-pedia of Science and Technology. 2 ed rev. Garden City: Doubleday, 1982:291-2,364-8, 389,418-9, 421-5,442.
  2. Arrea Baixench C. Historia de la cirugía pediátrica. Acta Pediatr Costarric 1997; 11(2):76-82.
  3. Fernández JS. Bosquejo histórico del periodismo médico en la isla de Cuba. Rev Med Cir Hab 1905;10(17):396-411.
  4. López Espinosa JA. La primera revista médica cubana. Rev Cubana Salud Púb 1998;23(1):53-63.
  5. Le Riverend JJ. Prospecto. Observ Hab 1884;1(1):I-IV.
  6. Díaz Argüelles N, González RM, Valero M. Revistas cubanas de contenido científico publicadas durante el siglo XIX: catálogo. La Habana: Editorial Academia, 1988:34-5.
  7. Odio de Granda G. Datos curiosos publicados en las primeras revistas médicas que se editaron en Cuba. Vida Nueva 1940;45(1):13-29.

Recibido: 29 de septiembre de 1998. Aprobado: 30 de octubre de 1998.

Lic. José Antonio López Espinosa. Centro Nacional de Información de Ciencias Médicas. Calle E No. 454 entre 19 y 21. El Vedado, Ciudad de La Habana, Cuba. CP 10400. Correo electrónico: jale@infomed.sld.cu.

1 Licenciado en Información Científico-Técnica y Bibliotecología.

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