INTRODUCCIÓN
El maestro Esteban Valderrama Peña reprodujo en una obra pictórica un suceso trascendente en la vida del doctor Carlos Juan Finlay Barrés: el momento en que expone su teoría científica sobre el modo de contagio de la fiebre amarilla y el ente transmisor, el mosquito Aedes aegypti, ante una comisión estadounidense de médicos militares que cumplía la misión del departamento de guerra del gobierno de EE. UU., de estudiar las enfermedades infecciosas agudas que afectaban la tropa norteamericana que intervino en la guerra de los cubanos contra el colonialismo español en 1898.1
Durante varios años Finlay había estudiado la fiebre amarilla. A pesar de la importancia de sus investigaciones para enfrentar los estragos que causaba esta enfermedad producida por arbovirus entre los cubanos y en el propio ejército español, la autoridad colonial hispánica los desestimó.2
La intervención de los EE. UU. en la guerra de independencia de los cubanos contra el colonialismo español suscitó la necesidad de sanear la isla a fin de crear condiciones higiénicas y epidemiológicas favorables para la permanencia de la tropa de ocupación. Las enfermedades infecciosas, principalmente la fiebre amarilla, afectaban los soldados del ejército de ocupación estadounidense.3
El gobernador militar, general y médico Leonard Wood, fijó su atención en la teoría de Finlay al apreciar su importancia militar táctica y estratégica. Fue el motivo por el que solicitó al gobierno de su país expertos que comprobaran su veracidad. En respuesta, fue enviada la cuarta comisión integrada por los médicos militares.
El objetivo del presente trabajo es destacar la trascendencia de la obra “Triunfo de Finlay” para la historia de la medicina y la ciencia en Cuba, así como fundamentar el empleo de esta pintura como material didáctico en el trabajo educativo dirigido a la formación de los profesionales de la salud.
DESARROLLO
La obra de referencia es un óleo sobre lienzo del género histórico, perteneciente a la pintura cubana del periodo republicano (Fig. 1). Su autor es Esteban Valderrama Peña y fue realizada por encargo de Fulgencio Batista Zaldívar en el periodo como gobernante de la República de 1940 a 1944, destinada a la decoración del despacho oficial en el Palacio Presidencial.
El cuadro posee junto a su valor estético un contenido histórico concerniente a la medicina y la ciencia en Cuba. El autor ubicó la escena en el periodo de la intervención norteamericana. La pintura tiene además una trascendencia patriótica y de confirmación de la nación, puesto que destaca el protagonismo del sabio cubano ante el grupo de especialistas que integran la comisión enviada por el departamento de guerra del gobierno estadounidense, que experimentalmente comprobó su teoría científica.
La escena representa el momento en que Finlay expone a los miembros de la comisión norteña los resultados de sus investigaciones sobre la fiebre amarilla: el agente trasmisor y el modo de contagio.5 Los presentes son expertos en bacteriología y enfermedades infecciosas. Integran la cuarta comisión que, asesorados por el propio Finlay, realizó los trabajos experimentales que corroboraron su teoría sobre el modo de contagio y el papel del mosquito Aedes aegypti como agente biológico trasmisor de la enfermedad.6
El artista situó la junta médica en el gabinete de la hacienda del doctor Finlay en la zona de Los Quemados, en Marianao, donde realizó gran parte de sus investigaciones sobre la fiebre amarilla. Se muestra una habitación con amplias puertas, coronadas con vitrales coloridos y vigas en la superficie interior del techo. A través de una puerta abierta se aprecia la verde vegetación del exterior. En el local hay una butaca y el escritorio de trabajo, provisto de gavetas. Sobre el tablero están los instrumentos empleados por el científico en sus investigaciones: lupa, higrómetro y hematímetro. Resalta un microscopio óptico binocular, instrumento utilizado por Finlay para observar el mosquito y sus etapas de desarrollo. Completan la escena un cuadro en una pared, libros, cuadernos de anotaciones y un ábaco.
Se observan seis personas en la reunión, todos son doctores. Tres visten indumentaria civil acorde con la época. Los otros tres usan uniforme militar de colores variados: blanco, azul oscuro y carmelita. Este último detalle, coincide con los colores de la bandera del 4 de septiembre, distintivo del movimiento castrense de sargentos, clases y soldados, que junto a civiles revolucionarios provocó la caída del presidente interino Carlos Manuel de Céspedes, suceso precedido por el desplome del gobierno tiránico de Gerardo Machado Morales en el proceso revolucionario de 1933.7
Los colores simbolizan las instituciones armadas que llevaron a Batista al poder: el blanco a la marina de guerra, el azul oscuro a la policía y el carmelita al ejército.8) El artista pudo emplear este detalle cromático para contextualizar la obra al momento político que vivía Cuba al realizar el trabajo.
El primero a la derecha en actitud expositiva es Carlos J. Finlay. Viste un traje gris oscuro, sus manos sostienen un recipiente que muestra evidencias de sus investigaciones. La implementación de sus resultados causó una revolución en la medicina de la época y permitió salvar vidas en Cuba y otros países de América,9
A su lado, Ramón Claudio Delgado Amestoy,2 un español colaborador de Finlay, estudió medicina en la isla, fue director del hospital de higiene, miembro de la Sociedad de Estudios Clínicos, de la Sociedad de Socorros Mutuos, director de Anal de la Corporación y su publicación, bibliotecario de la Sociedad Antropológica de Cuba. Integró la Real Academia de Ciencias Médicas, Físicas y Naturales de La Habana. Publicó artículos en la revista Crónica Médico - Quirúrgica de La Habana. Estudió bacteriología, practicó cirugía y fue el primero en aplicar en Cuba la transfusión de sangre. Falleció en La Habana en 1916.
Con uniforme blanco y los brazos entrelazados detrás del cuerpo está Walter Reed. Era el jefe de la comisión para investigar las enfermedades infecciosas que afectaban la tropa de ocupación. Nació en Gloucester, Virginia. Estudió medicina, se graduó en 1869 y continúo su formación en el Hospital de Bellevue en Nueva York. Ingresó en el ejército como cirujano, fue conservador del Museo Médico del Ejército, catedrático de bacteriología y de microscopía en la Facultad de Medicina Militar en Washington. Investigó sobre enfermedades infecciosas causantes de epidemias: fiebre amarilla, tifoidea, paludismo y cólera.10 En 1901 dirigió los experimentos que corroboraron la teoría de Finlay. Murió en 1902, en Washington.
James Carroll, con uniforme azul oscuro y los brazos cruzados en el pecho. Fue el primero que se brindó para ser picado por un mosquito infectado, que le provocó la fiebre amarilla con riesgo de morir.10
Le sigue Jesse Lazear, viste uniforme carmelita y tiene barba. Es un experto en entomología y patología humana. Estudió en Europa las enfermedades infecciosas causadas por dípteros como vectores biológicos. Creyó en la teoría de Finlay y promovió los experimentos con voluntarios. Este se ofreció para ser picado por un mosquito portador la de fiebre amarilla, que lo enfermó y causó la muerte. Científico pertinaz, tomó notas de su propia evolución en los días que transcurrieron desde la inoculación a su fallecimiento el 25 de septiembre de 1900. Los datos fueron utilizaron por el jefe de la comisión para elaborar el informe sobre los resultados adquiridos.11
A la extrema izquierda, recostado al buró y el mentón apoyado en su mano izquierda, está Arístides Agramonte Simoni. Nació en Camagüey el 3 de junio de 1868, hijo del coronel Eduardo Agramonte Piña, un médico del Ejército Libertador que murió mientras atendía heridos en un combate.12 Además, tiene lazos familiares con el mayor general Ignacio Agramonte y Loynaz, así como con las familias Simoni y Argilagos, estirpes genuinas de patriotas camagüeyanos. Vivió con la madre en el campo insurrecto, donde fueron capturados por los españoles. Al ser liberados en 1878, viajaron a México y EE. UU. Estudió medicina en la Universidad de Columbia, en Nueva York, carrera que terminó en 1892. Realizó entrenamientos en pediatría y cirugía; fue inspector de higiene y bacteriólogo del departamento de sanidad.13 Se incorporó al ejército estadounidense para integrar la cuarta comisión médica. Murió en 1931 en Nueva York.13
Añé4 ubica la escena de la pintura en la Academia de Ciencias y omite en el grupo a los doctores Arístides Agramonte Simoni y Ramón Claudio Delgado Amestoy. En su lugar, incluyen al hijo del sabio, el doctor Carlos Eduardo Finlay Shine, quien fue también un eminente profesor, científico y médico dedicado a la oftalmología, especialidad que al igual que su padre, desarrolló en Cuba. Fue además el autor de una documentada biografía de su padre y sus trabajos sobre la fiebre amarilla.
El autor de la pintura “Triunfo de Finlay”, Esteban Valderrama Peña, nació en Matanzas el 16 de marzo de 1892. Ingresó en la Academia de San Alejandro, en La Habana, con 15 años. Completó estudios en la Academia de Bellas Artes San Fernando de Madrid, donde ganó premios, medallas y diplomas. Por oposición, ingresó más tarde a la Escuela Nacional de Bellas Artes de París, para ampliar sus conocimientos de pintura, dibujo y escultura, simultáneamente cursó el bachillerato. Fue premiado en un concurso de la revista literaria Mundial, dirigida por Rubén Darío.
En 1914, Valderrama regresó a Cuba. En la Universidad de La Habana se graduó de Doctor en Pedagogía, Filosofía y Letras. En 1917 confeccionó el escudo provincial de Matanzas. Laboró como dibujante en El Heraldo de Cuba, donde publicó en ediciones dominicales a página entera, retratos de patriotas de la guerra de independencia. Fue profesor y director de la Escuela San Alejandro.
Fue un academicista en las artes plásticas, destacado en los géneros de paisaje, retratos y esculturas. Realizó retratos por encargo y de carácter oficial, como el de José Martí, José Raúl Capablanca y Tomás Estrada Palma, así como el del presidente de los EE. UU., Franklin Delano Roosevelt, en 1945. Otras obras del artista son: Guajiros cubanos, Dura tierra, Desnudo y Muerte de Martí en Dos Ríos.
Sobresalen también sus pinturas decorativas en el entonces Palacio Presidencial, entre estas, el mural en lienzo “Triunfo de Finlay”, de 1944, realizado cuando el gobierno cubano ganó en un tribunal estadounidense, una demanda ante la indebida adjudicación del descubrimiento del agente transmisor de la fiebre amarilla al doctor Walter Reed.14
Finlay pasó la mayor parte de su juventud y efectuó sus estudios hasta concluir la universidad, en Europa y los EE. UU., lo cual determinó que su quehacer profesional se desmarcara del contexto médico cubano de finales del siglo xix y principios del xx, época en la cual, la labor de los galenos del país estuvo muy asociada a la lucha independentista, así como al ámbito militar y político en la naciente república. Su interés en colaborar en la lucha contra el dominio colonial español, lo llevó a los EE. UU., donde fue contratado por el ejército norteamericano, así prestó sus servicios como médico en un hospital militar para enfermos infecciosos en Santiago de Cuba.
El quehacer del sabio cubano estuvo en correspondencia plena con la situación higiénica y epidemiológica existente en Cuba. Los resultados de sus investigaciones y la acertada implementación de sus postulados, bajo su asesoramiento, constituyen un trascendente aporte para la medicina. Finlay puso de manifiesto la importancia de la ciencia y sus resultados para la medicina preventiva.15,16
El presente trabajo es un homenaje al sabio cubano.17) La obra pictórica expone la colaboración con los médicos estadounidenses en el ámbito científico. La aplicación de los postulados de Finlay resultaron beneficios para Cuba y otras áreas de América.10 En Panamá se logró eliminar la enfermedad, lo cual favoreció la terminación de las obras del canal como una importante vía transoceánica.18
La obra “Triunfo de Finlay” de Esteban Valderrama Peña, es una pintura histórica que exalta la identidad y la cultura de la nación. Su contenido estético y patrimonial trasmite valores que contribuyen a la educación integral de los educandos y propicia la relación del arte con la historia de la medicina y la ciencia en Cuba. Se recomienda su empleo como medio didáctico, en el proceso formativo de los profesionales de la salud.