INTRODUCCIÓN
¿Qué ocurre en el sistema nervioso durante el acto de mirar? Los libros de neurociencias, para dar respuesta a esta pregunta, han dividido la explicación en el análisis de los procesos que van de la retina al cerebro, y en el análisis de los procesos que van del cerebro a los músculos oculomotores y los órganos viscerales periféricos asociados al ojo.1,2,3 El problema es que no se ha planteado4,5 aún una explicación que unifique estos 2 aspectos de una misma realidad: el acto de mirar.6,7,8,9,10
El objetivo del presente manuscrito fue elaborar una explicación sociobiológica informacional del acto de mirar. Seguidamente, se incluye la explicación en una pintura de interés para la medicina: la peste de Azoth (The Plague of Ashdod) de Nicolas Poussin (1594-1665) (se sugiere que el lector se familiarice con esta pintura de Poussin - Fig. 1). Finalmente, se elaboran conclusiones que resaltan el rol de una formación en humanidades, o en arte, para el caso de estudiantes de medicina humana.
DESARROLLO
Durante el acto de mirar, una persona está en actividad epiconsciente.11,12 En otras palabras, una persona mira con su conciencia;13 no solo tiene sensaciones visuales, sino que entreteje de modo particular y subjetivo una red emergente de sensaciones complejas (que trascienden el plano de lo estrictamente visual), al punto de no ser ya sensaciones sino experiencias (sucesos significantes). En otros términos, no mira, si no experimenta (el mundo) con la mirada (y de modo simultáneo con otras fuentes de información sensorial).14 La mirada principia en el neocórtex.15 Estos componentes se desarrollan a continuación.
Lo que se ve, cuando se mira, puede explicarse en términos de una neurología informacional16,17 como actividad integrada de las redes neocorticales (corteza de asociación eulaminar) en un sentido transcortical y holocerebral.18 Dado que la forma del neocórtex resulta de la experiencia particular de cada persona, entonces se considera un fenómeno individual.19) La neurociencia clásica, con su estudio del cadáver y su obsesión mecanicista que va del órgano sensorial a la corteza cerebral, no puede dar cuenta del fenómeno diferencial del por qué 2 personas frente a un mismo objeto, no están mirando lo mismo.20
Para dar respuesta, se precisa un marco epistémico alternativo al que actualmente existe en neurociencia (que se sostiene en principios cognitivistas o, en última instancia, conductistas). Se utiliza el marco explicativo de la sociobiología informacional21 que considera al sistema nervioso como un sistema envolvente, mostrando una organización en distintos niveles de complejidad; cada cual, cerrado al mundo exterior, pero abierto al nivel inferior de complejidad que lo determina (epigenéticamente) y sobre el que determina (cinéticamente). Así, lo que se esté mirando sucede como una experiencia del mundo, es decir, como la actividad estructurada del neocórtex, que representa una emergencia (la de mayor complejidad) que envuelve la actividad igualmente estructurada del paleocórtex (corteza paralímbica y heterotípica); la cual envuelve, a su vez, la actividad estructurada del sistema nervioso nuclear (que considera a todos los núcleos neurales que se ubican a lo largo de la médula espinal hasta los núcleos del encéfalo). Finalmente, esta actividad estructurada del sistema nervioso nuclear (enraizada en redes ganglionares y plexos) envuelve a toda la estructura activada de los sistemas metabólicos (órganos y tejidos) que se encuentran organizando la actividad de cada una de las células del cuerpo.22)
Así, mientras que la explicación tradicional de la neurociencia refiere que todo estímulo activa un receptor, y se sigue linealmente una vía nerviosa que pasa por ganglios y núcleos del sistema nervioso, hasta llegar finalmente a la corteza cerebral (donde se supone que ocurre la experiencia del mundo); investigaciones23 han reportado que la interpretación informacional muestra un sistema nervioso estructurado en 5 niveles de complejidad: sistema neocortical, paleocortical, nuclear, tisular y celular. Estos 5 niveles se encuentran envueltos, determinando uno sobre otro de un modo claramente organizado (que va de menor a mayor complejidad) y que solo se abre al mundo exterior desde el nivel celular; por ello es a nivel celular donde se encuentran a los llamados receptores sensoriales. En suma, lo que se empieza a ver, principia (epigenéticamente) y termina (cinéticamente) en el nivel celular (a nivel de los receptores para la ruta epigenética y a nivel de las células musculares para la ruta cinética).24
Lo que se ve, cuando se mira, es una construcción que resulta de la suma emergente de los 5 niveles de complejidad antes descritos. A diferencia de la explicación tradicional, informacionalmente se puede decir que la activación de un receptor sensorial terminará en la emergencia tisular, la cual, se subsumirá en la emergencia neural, la cual a su vez se integrará en la emergencia paleocortical y por último esta se organizará en la emergencia neocortical (que es lo que representa el fenómeno de la mirada). Esta construcción no es solo ascendente (epigenética) sino que también se da simultáneamente de modo descendente (cinética). Las emergencias ascendentes terminarán en última instancia en la experiencia visual (lo que se ve, cuando se mira), las emergencias descendentes terminarán en última instancia en una motricidad ocular (los movimientos oculares), o en una actividad autonómica (miosis o midriasis, lagrimeo, por ejemplo). Se recalca: el sistema se abre solo a nivel celular. Toda su complejidad asimilada es de carácter cerrado al medio circundante.
Como se puede ver, la presente explicación informacional logra dar cuenta de este fenómeno contrapuesto y simultáneo, cosa que la neurociencia tradicional se ha encargado, repetidas e innumerables veces, de separar sin llegar aún a elaborar un marco explicativo que los integre (de ahí que se estudien por un lado los procesos de la visión, y por otro, de modo aislado, los procesos de motricidad ocular).
Así, habrá que afirmar que las imágenes de lo que se ve (la experiencia visual de la mirada) no ocurren en ninguna parte específica de la corteza cerebral, sino que son una realidad emergente a toda la actividad integrada del neocórtex que, por supuesto, no tendría lugar si no hubiera debajo una corteza visual, un núcleo del tálamo, un ojo, un párpado, etcétera. De este modo, queda claro que no se ve con los ojos, sino con la conciencia. De ahí que la experiencia particular de la mirada sea una experiencia personal, singular, irrepetible y única.10,20,25,26
Esto explica por qué una persona que ha vivido ciega durante toda su vida, como le ocurrió a uno de los pacientes de Oliver Sacks y que de pronto recupera (o accede a) la mirada, no mira en un inicio, sino que ve manchas: pues lo que se ve es una construcción y se ve con la conciencia. Entonces esa persona debe aprender a ver, a construir su mirada.27 Es probable que así sea también la realidad fenoménica de un recién nacido.
Se presenta el siguiente caso: una persona se coloca frente a una pintura y la mira.10 Dado que se mira con la conciencia, lo que mira una persona frente a una pintura dependerá de la historia de vida de dicha persona, de su formación, experiencias, sensibilidad, cultura, motivaciones, incluso del estado afectivo y sus correlatos emocionales en el momento del mirar. No es lo mismo ver una pintura cuando se tiene 15 años, que cuando se tiene 40; aun cuando se trate de la misma pintura y de la misma persona; así como no es lo mismo ver una película o una escultura.28 No es lo mismo ver una pintura antes de seguir un curso sobre estética de la pintura, ni es lo mismo mirar una pintura en calma que en estado de excitación (aun cuando la excitación se deba a la pintura misma).
Se plantea un ejemplo clásico: la peste de Azoth” (Fig. 1). Se sugiere mirar el cuadro con detenimiento, no ponerlo frente a sí, sino mirarlo. ¿Qué ha visto el lector? Medite en esto, en el material de su lectura. Ahora, compare su experiencia, a medida que sigue la lectura.
Se ha escogido esta pintura por su relación con un tema de interés médico. El cuadro se pintó entre 1628-1630 por Nicolas Poussin y muestra una ambientación del siglo XVII, de una ciudad azotada por la peste bubónica. En Roma, Poussin sobrevivía a una epidemia de peste. El cuadro muestra la escena de una población azotada por las plagas enviadas por el dios judeocristiano, debido al robo del arca del pacto (arca del testimonio). Estas plagas tenían el propósito de castigo hasta la devolución del arca a los hebreos.29) El cuadro expone el modo como se explicaban las epidemias de pestes: como plagas enviadas por un dios. En este aspecto, el siglo XVII vivía aun embebido en una explicación prehipocrática. Pero al mismo tiempo y en la más pura tradición hipocrática, las pestes se explican como miasmas, aires enrarecidos que se respiran y aseguran así su propagación. Por esto mismo los personajes que pinta Poussin se cubren las fosas nasales, se espantan del olor a peste. En el cuadro se muestra el caos, la presencia de la muerte, la decapitación de los paganos.
En los tiempos de Poussin la explicación de la peste era en estos rasgos: i. maldición divina; y ii. presencia de estructuras, miasmas, respirables: el olor de la peste.
Por lo primero, la explicación de la peste es una explicación tradicional. Por lo segundo, la explicación de la peste (enraizadas en el movimiento hipocrático) es una explicación científica. Si se recuerda que Hipócrates, además de médico fue filósofo (de la escuela pitagórica), si se conviene en llamar ciencia a la filosofía, en tanto es la ciencia mayor (tal como ha planteado Platón y más profundamente Aristóteles). Sin embargo, aún no ha nacido la microbiología, aún no se conoce la Yersinia pestis (descubierta recién en el siglo XX), ni ha irrumpido en la historia de la salud pública la figura inmemorial de John Snow (1813-1858).30 Es probable que Poussin haya vivido en un mundo en el cual aún no se había desarrollado una explicación tecnológica de la peste. En otras palabras, en los tiempos de Poussin se podía explicar la peste tradicionalmente (una maldición divina) tanto como científicamente (porque la medicina se hizo científica hace 25 siglos, cuando fue puesta en ejercicio por los médicos que sacrificaron su anonimato en honor a Hipócrates).31
Y lo que se viene diciendo es que en los tiempos de Poussin lo que no había era una explicación tecnológica (se recuerda que si la revolución científica ocurrió hace 25 siglos o más, lo que ha ocurrido en los últimos 5 siglos es una revolución tecnológica antes que científica). La explicación tecnológica de la peste (que pasa por la microbiología y pasa por imaginar a una pulga entre la rata y el ser humano) es un atributo propio del tiempo actual que, como se remarca, no es el tiempo de Poussin. Por esto, uno de los elementos que más llaman la atención en esta pintura son las ratas. Es probable que ante una mirada rápida del cuadro no se pueda percatar del detalle de las ratas (Fig. 2).
Sin embargo, están presentes. Lo misterioso a este respecto es que para el siglo XVII (el tiempo de Poussin) aún las ratas no han entrado en el modelo explicativo de la peste. Las explicaciones médicas, aun eclipsadas por el pensamiento pre y posthipocrático, consideraban a la peste como una suerte de maldición, un castigo de los dioses, y al mismo tiempo un olor a peste, a una pestilencia, a un miasma. El cuadro en sí mismo relata la naturaleza divina de este castigo a los seres humanos y al mismo tiempo la naturaleza concreta del espanto ante la pestilencia. Y aquí, en este coro de representaciones, Poussin ha puesto a las ratas, a lo largo y ancho de la pintura desde una posición estratégica. No son muchas, pero son. Poussin ha captado el movimiento de los roedores en el centro de la plaza. Es probable que haya pintado a las ratas corriendo alrededor de los cuerpos, de los vivos y los muertos, acaso en un afán de realismo. La hipótesis de trabajo es que Poussin no se daba cuenta de que con su pintura estaba explicando tradicional, científicamente y tecnológicamente (sin saberlo adelantado a su tiempo).
Poussin no se daba cuenta que estaba pintando no solo los motivos de una explicación mágica (tradicional) y científica, sino también de una explicación tecnológica que emergería recién 2 siglos después de su muerte. Si el cuadro de Poussin explica la peste, se debe reconocer que no se daba cuenta del vínculo que existe entre la peste y las ratas. Para él, el rol las ratas consiste en sumarle realismo a la escena. Es probable que cualquiera que esté familiarizado con la medicina moderna, al mirar la pintura de Poussin, identifique a las ratas en el proceso patológico de la peste. Pero creemos que Poussin, dada la época, colocó a las ratas en su pintura simplemente como elemento decorativo. Esto también prueba que el acto de mirar una pintura es muy distinto en 2 personas (enteramente personal) y más: que el acto de mirar responde a un modelo cultural, al curso de los momentos particulares de todo tiempo histórico.
¿Se percata el lector que de volver a ver el cuadro de Poussin, a esta altura de la lectura, mirará de un modo distinto de como lo hizo líneas arriba? Es probable que, en este segundo acto de mirar, se preste más atención a los detalles, las ratas se hagan más conscientes en la mirada, se elabore una interpretación más coherente entre los elementos de la composición, e incluso se podrá mirar cómo el pintor, sin quererlo, está colocando elementos claves, insospechados para él (y para el entendimiento de la epidemia) en la historia de su tiempo.32 Si quien sigue estas líneas entiende que estos dos actos de mirar el cuadro son cualitativamente distintos, entonces se está en condiciones de comprender que cuando se mira, se hace con la conciencia; incluso podría decirse que no se está mirando, sino que se recrea todo aquello que se proyecta cuando se hace.
Se explica el acto de mirar a través de los procesos informacionales, que sitúan a la conciencia como el moonshot de la visión, usando la peste de Azoth, de Nicolas Poussin como ejemplo explicativo. Hay evidencia que sugiere que la formación en humanidades, en particular en arte y pintura, mejora las capacidades clínicas de un estudiante de medicina.33,34 Pareciera que ejercitar la visión, el ojo de la mirada, en el contexto del aprendizaje de una pintura (o de una obra gráfica), resulta en una optimización del “ojo clínico”.
Siendo así, ¿no sería necesario que en un marco de formación integral a estudiantes de medicina se les incluya una formación relativa a humanidades y en particular al estudio del arte? Si así es, entonces ¿por qué los planes de estudio universitarios en medicina se siguen direccionando al tema clínico asistencial, desconociendo una formación integral y olvidando que la misma clínica se aprende mejor cuando un estudiante de medicina sigue una formación artística?35¿por qué las revistas de ciencias de la salud publican tan pocos temas relacionados con el arte? Los autores creen que, al tratar de integrar el arte y la medicina, es este uno de los méritos a los que se apunta (y que este documento no existe sino para dimensionar): revelar un punto problemático en la formación de los futuros médicos del país y del mundo.