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Universidad de La Habana
versión On-line ISSN 0253-9276
UH no.284 La Habana jul.-dic. 2017
ARTÍCULO ORIGINAL
Ernesto Guevara en la Revolución cubana: el Che
Ernesto Guevara in the Cuban Revolution: Che
Delia Luisa López García
Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales (FLACSO), Cátedra Honorífica Ernesto Che Guevara, Universidad de La Habana, Cuba.
RESUMEN
El texto pretende rescatar algunos elementos centrales del ideario económico del Che Guevara sobre la transición al socialismo en las condiciones de un país subdesarrollado capitalista. Un conjunto apreciable de este ideario se refiere a la necesidad de utilizar los métodos de gestión económica más eficientes para construir la nueva sociedad a la que se aspira. Estos deben promover de forma simultánea la transformación de la base material de la sociedad y la formación de un hombre y una mujer nuevos, es decir, con conciencia socialista. Se presentan también los contextos históricos en que se desenvolvió Ernesto Guevara durante su juventud y adultez, cuando decidió su incorporación a la Revolución cubana, de cuya vanguardia formó parte. Por último, se enfatiza en la necesidad de tomar en cuenta su ideario en las difíciles condiciones de la Cuba de hoy, inmersa en el contexto de la globalización neoliberal. Se concluye sintetizando las características de su pensamiento.
PALABRAS CLAVE: ejemplaridad, hombre nuevo, moral comunista, transición socialista.
SUMMARY
This paper is aimed at revisiting the economic thought of Che Guevara on the transition to socialism under the conditions of a capitalist developing country. Much of this thought speaks of the need for the most efficient methods of economic management to be used in order to build the desired new society. They should be directed towards transforming the material basis of society, and, at the same time, creating a new man and woman with social consciousness. The historical context in which the young Che Guevara lived and the historical context in which Che lived his adult life when he decided to join the Cuban Revolution, becoming a major figure of it, are examined. Finally, emphasis is put on the need for his thought to be bore in mind in this difficult time for Cuba which is plunged into the context of neoliberal globalization. Major characteristics of his thought are presented in the conclusion.
KEYWORDS: Exemplary Nature, New Man, Communist Morality, Transition to Socialism.
Introducción
El ideario del Che Guevara es uno de los más profundos y coherentes de la historia del pensamiento marxistas latinoamericanos. Un pensamiento que, además, se mostró reflexivo sobre los procesos que acompañaron a una revolución socialista de liberación nacional en dos momentos específicos: la toma del poder y la transformación revolucionaria desde el poder. Sobre ambos razonó y participó en estos hasta donde le permitió su corta vida. Sobre ello dejó discursos, escritos y una existencia ejemplar basada en el estricto sentido ético que preconizó. Cuanto pensó, dijo y escribió nunca estuvo divorciado de su hacer, el cotidiano o el de mayor alcance, el que lo elevó a la categoría de Guerrillero Heroico en los años en que la lucha armada se concebía como la estrategia revolucionaria para derribar oligarquías.
En las siguientes páginas se rememoran elementos de ese pensamiento que no solo fue tildado de herético en su época, consecuentemente combatido por los más acalorados defensores de la ideología capitalista, sino despreciado por políticos de los países socialistas y sus partidos comunistas, incluso latinoamericanos, a lo que debe sumarse la actitud crítica desplegada también desde la academia socialista.
El Che basa sus consideraciones teóricas más novedosas en la certeza de que en el complejo proceso de la transición socialista es incongruente acudir a los métodos y herramientas propios del capitalismo y, de hacerlo, se llegaría a un callejón sin salida. De ahí que anticipara en la primera mitad de los años sesenta -momento en que el modelo soviético se mostraba exitoso-, la desaparición del socialismo existente, dadas sus insalvables contradicciones internas. Ello ha constituido uno de los análisis políticos de mayor alcance de la contemporaneidad. Al respecto, opinaba:
Nuestra tesis es que los cambios producidos a raíz de la Nueva Política Económica (NEP) han colado tan hondo en la vida de la URSS que han marcado con su signo toda esta etapa y sus resultados son desalentadores: la superestructura capitalista fue influenciando cada vez más en forma más marcada las relaciones de producción y los conflictos provocados por la hibridación que significó la NEP se están resolviendo hoy a favor de la superestructura ¡se está regresando al capitalismo! (Guevara, 1965a).
No obstante, su reflexión no solo se circunscribió al cuestionamiento del periodo de transición socialista. Por imperativos de su práctica política exploró, con la profundidad que lo caracterizaba, las relaciones económicas y políticas internacionales de la época, lo que se tradujo en importantes aportes al tema.(1) Inseparable de su praxis revolucionaria, dejó en herencia su internacionalismo consecuente, concretado en su forma más arriesgada: la lucha armada contra el imperialismo; precedido del análisis y develación de los fines permanentes de explotación para con los países subdesarrollados y las personas, a la vez que distinguía la unión de las fuerzas antimperialistas de todo el mundo como única salida a los intentos para destruirlo.
Ernesto en su espacio vital
Ernesto Guevara de la Serna, conocido años después como el Che Guevara, fue el primer hijo de Ernesto Guevara Lynch y Celia de la Serna y Llosa. Nació el 14 de junio de 1928, en Rosario, Argentina y sería ejecutado, sin juicio previo, el 9 de octubre de 1967, en La Higuera, Bolivia, por decisión del imperialismo y sus aliados internos.(2)¿Quién fue, entonces, el destacado internacionalmente Che Guevara?
Un ambiente familiar calificado de liberal propició a Ernesto Guevara las primeras ideas relacionadas con el rechazo a las injusticias sociales y a las tiranías. Es conocido que su enfermedad asmática le recluyó entre las paredes domésticas y que la dirección intelectual de una madre adelantada a su época y con determinadas contradicciones con su clase social enriqueció progresivamente sus bases cognoscitivas y espirituales. Sin embargo, no rehuyó las delicias de los juegos infantiles, la natación en las frías aguas del río de su entorno, el fútbol y cuantas ocurrencias asediaban a sus compañeros, hijos de trabajadores y vecinos, una buena parte de ellos pobres. Son apreciables ya los rasgos de una individualidad persistente, voluntariosa, de un niño que trataba de sobreponerse a un padecimiento paralizante como lo era para muchos de sus contemporáneos.
De joven, fueron importantísimas las experiencias vividas en sus dos viajes a través del continente. En estos recorridos conoció y sufrió las situaciones de extrema miseria y explotación de las masas indígenas y trabajadoras.(3)
Ha sido bastante divulgado que su formación marxista fue temprana; su estancia en Guatemala durante el gobierno progresista de Jacobo Arbenz y su cercanía al Partido Guatemalteco del Trabajo -el partido comunista- le incitó a estudiar textos marxistas. El derrocamiento del gobierno de Arbenz y el papel del imperialismo estadounidense en el mismo dejaron su impronta: a partir de entonces fue un convencido de la necesidad de la lucha armada en América Latina y de la utilización de los principios de la teoría marxista como una guía para la acción (Pérez-Rolo, 2008).
En la historia más contemporánea, México, el Movimiento 26 de Julio, el Granma, la Sierra Maestra, y, sobre todo, el proceso de creación de la nueva sociedad cubana -enmarcada en el enfrentamiento constante a los grupos de poder estadounidenses y sus aliados, así como la asimilación de experiencias llegadas del socialismo europeo- hicieron posible que su ideario se perfilara y extendiera como uno de los más valiosos frutos de la Revolución cubana, convirtiéndose Ernesto Guevara en el Che.
El conocimiento más puntual de las circunstancias histórico-sociales y el conjunto ideológico-cultural de su época resulta imprescindible para precisar en qué medida los asimiló y los sobrepasó; para ello, además, vale destacar los factores inherentes a su subjetividad.
Su primer tiempo histórico
Durante la primera mitad del siglo XX transcurrieron la infancia y juventud de Ernesto joven.(4) En ellas influyeron los acontecimientos y procesos sociales de ese periodo. Los siguientes apuntes son algunos de los sucesos que más trascendencia tuvieron para él.
El ideal socialista, aunque surgido en los albores del capitalismo en respuesta a la explotación de los trabajadores, se afirmó y teorizó durante el siglo XIX. Fueron años de lucha permanente entre sus dos tendencias principales: la interpretación determinista de la historia y la concepción dialéctica de ella. La oposición entre socialdemócratas y comunistas también se profundizó.
A fines del siglo XIX la constitución de la II Internacional acuñó un marxismo que hizo suya la filosofía objetivista de la historia. A ello debe añadirse la progresiva conversión de la socialdemocracia en un movimiento político reformista que se adecuó al funcionamiento de la sociedad burguesa. Un rasgo propio de este último fue la tendencia a interpretar la realidad de modo tal que la política pareciera un simple reflejo de la economía; así quedaba explicado por qué la acción política de la clase trabajadora no podía avanzar mucho más allá de los límites de la actividad económica. Según esta teoría, la revolución era imposible en tanto el capitalismo no se encontrara al borde del colapso.
Mas el naciente siglo XX tenía mucho que ofrecer desde los antagonistas del sistema. En Rusia, la organización política de las fuerzas que luchaban lideradas por V. I. Lenin a favor del ideal comunista logró en 1917 el triunfo de la Revolución bolchevique y la formación posterior de la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS).(5) Ello constituyó uno de los más formidables acontecimientos revolucionarios que marcaron el devenir histórico del siglo, el primer país del mundo en el cual se adelantaba un proyecto comunista.
Lenin nunca había aceptado la creencia del derrumbe automático del capitalismo. Durante toda su vida se dio a la tarea de cambiar el curso de la historia de Rusia -lo que fue considerado una herejía por los deterministas- y a luchar por la revolución, no solo en su pueblo, sino en los países coloniales, a los cuales había identificado como eslabones débiles de la cadena imperialista y, por lo tanto, elementos significativos de la revolución anticapitalista a escala mundial. Las influencias ideológicas de ese proceso se extendieron hacia el este, a partir de su ejemplo y de la certeza sobre la necesidad de organizar al proletariado mundial con el objetivo de hacer la revolución. Nació así la III Internacional.
No obstante, la visión objetivista y determinista del proceso social no solo se mantuvo, sino que se consolidó, sobre todo, después de los años treinta cuando el estalinismo la elevó a su máxima expresión al convertirla en ideología oficial. Ello empobreció y dogmatizó el pensamiento marxista y, de hecho, contribuyó a paralizar la práctica revolucionaria durante años.
Durante el primer tercio del siglo XX una fortísima crisis económica y financiera sacudió al capitalismo. En este tipo de circunstancias, por demás cíclicas en ese sistema, la civilización capitalista se estremece en su totalidad; las prácticas políticas y las concepciones teórico-filosóficas que la sustentan enfrentan los retos sucesivos de restituir los mecanismos y métodos que le permitan sobreponerse a la depresión. La salida de la crisis capitalista de 1929-1933 requirió de un nuevo modelo de acumulación capaz de restablecer el papel del Estado en los procesos económicos y sociales. La expansión del fascismo, sobre todo en su variante nazi, así como el estallido de la Segunda Guerra Mundial, formaron parte de las reglas del juego capitalista en aras de la recomposición y afirmación del sistema.(6)
El fin de esa guerra acarreó varias consecuencias de alcance planetario: emergió Estados Unidos como la primera potencia mundial, al desplazar definitivamente de ese lugar a Gran Bretaña, la otrora "Reina de los Mares" y "Taller del Mundo". Un bloque de poder se integraba en una poderosa alianza atlántica liderada por la nueva potencia.
Por otro lado, emergió en Europa Oriental y la URSS un segundo bloque de poder: el Campo Socialista, conjunto de países fronterizos con la URSS, liberados por el ejército soviético durante la confrontación bélica. En cada uno de ellos, las fuerzas populares antifascistas se habían sumado a la lucha y propiciaron la derrota nazi. Posteriores acuerdos entre los países aliados enfrentados al nazismo (URSS, Reino Unido y EE. UU.) pactaron una división territorial europea a manera de reparto del mundo y fueron establecidos gobiernos socialistas en aquellos países que formarían una especie de escudo protector del gigante multinacional destrozado por la guerra. Con esta división del mundo se inauguraba la Guerra Fría entre los dos bloques de poder: el imperialista, liderado por Estados Unidos, con una institución militar afín, la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN), y el socialista, cuyo bastión militar fue el Pacto de Varsovia.
Pero también la posguerra fue rica en acontecimientos que influirían en la ideología de Ernesto Guevara. En 1945, Vietnam proclamó su independencia tras nueve años de fuertes combates contra el ejército francés de ocupación. Como parte de la estrategia imperialista EE. UU. intervino y dividió artificialmente la nación. En 1960 se reanudó la lucha armada por la independencia. Esto convirtió al país asiático en un ejemplo internacional de lucha antimperialista, lo que se tradujo en apoyo mundial, incluyendo importantes sectores del propio pueblo estadounidense.
En China, el Ejército Popular de Liberación derrotó y expulsó de su territorio continental al ejército del títere Chiang Kai Shek en 1949; tras la derrota, surgió la República Popular China con un proyecto político comunista. Entre 1950 y 1953, Estados Unidos intervino en Corea, desatando otra guerra imperialista que pretendía oponerse al avance de las fuerzas comunistas en esa zona del planeta. La división artificial de la península no fue óbice para que en el norte se proclamara la República Democrática de Corea.
Con vistas a consolidar el sistema a escala mundial fue constituido desde una perspectiva institucional la Organización de Naciones Unidas (ONU) como foro de prevención de futuros conflictos internacionales, pero también para la futura cooperación entre las naciones. La existencia de un conjunto de países asediados por la pobreza y el atraso acuñó el término "subdesarrollados" para estos al ser comparados cuantitativamente con los ricos y adelantados, los "desarrollados".
La rapidez de la restauración posbélica de la URSS, así como su creciente presencia internacional junto al Campo Socialista, además de la proclamación del socialismo en China popular y en Corea democrática, abrió un periodo de progresismo político en el mundo colonial, explotado y dependiente, desde el cual surgirían significativos procesos de cambio social. Antiguas colonias africanas ganaron su independencia por medio de la concertación con sus exmetrópolis o por la vía armada, como la Revolución argelina. Entonces, las metrópolis trasmutaron la naturaleza de la dependencia y la explotación coloniales y las convirtiron en explotación neocolonial.(7)
En América Latina impera el capitalismo dependiente y subdesarrollado. El subdesarrollo constituye la manifestación del modo de producción capitalista en las sociedades que han sido colonizadas y neocolonizadas, es decir, dependientes del capital monopolista, ya convertido en capital transnacional. La dependencia neocolonial y el subdesarrollo resultan orgánicos al sistema y es imposible la existencia del uno sin el otro.
De ahí que la estructura de clases del capitalismo subdesarrollado latinoamericano constituya una pirámide en cuya cúspide se ha asentado la burguesía librecambista desde la época de las "reformas liberales" (mediados del siglo XIX).(8) Como burguesía terrateniente, monoproductora y monoexportadora, compartió con los importadores extranjeros la condición de élite económica y política; se integró orgánicamente a ellos y, de esta forma, desde muy temprano en el proceso histórico latinoamericano, se convirtió en burguesía oligárquica.
En el siglo XX su poder social se consolidó sobre la base, como es usual, de la propiedad del suelo y del subsuelo y de los negocios de exportación y, cada vez más, en su alianza comercial, económica y financiera con el capital foráneo. Debido a ello, sus intereses económicos se han imbricado con los de las burguesías del centro capitalista y sus posiciones políticas e ideológicas se han mantenido en consonancia con aquellas en cada momento histórico concreto. Por último, su modo de vida, incluidas las preferencias culturales, han sido también históricamente las del "Norte".
Durante las décadas del cuarenta y cincuenta en América Latina tuvieron lugar interesantes y contradictorios procesos sociales. La crisis capitalista mundial de 1929-1933 había afectado sobremanera todas las economías agro-minero-exportadoras de la región, producto del colapso del comercio entre ellas y las metrópolis imperialistas: esto fue especialmente agudo para la economía argentina, cuya dependencia del Reino Unido era profunda. Así, la poderosa oligarquía agroexportadora se vio en la necesidad de ofrecer espacios controlados a la aún débil burguesía industrial con vistas a "aceitar" las ruedas de la economía nacional (López, 1983).
En tales complejas circunstancias regionales -aun cuando no son homogéneas desde el punto de vista de las respuestas clasistas a la crisis- emergieron los populismos latinoamericanos como poderosos movimientos de masas trabajadoras urbanas que seguían a carismáticos líderes en los cuales depositaban toda su confianza y a los cuales exigían, a cambio de sus lealtades, disposiciones económicas y sociales que aliviaran sus precarias condiciones de vida. Los vínculos entre líderes y masas se establecieron sobre amalgamas ideológicas, entre las que destacaron el nacionalismo y, en algunos casos, el antiimperialismo y el socialismo. Convertidos en partidos políticos lograron gobernar en Argentina, Brasil, Colombia, México y Bolivia, aunque no por mucho tiempo.
Otros movimientos políticos habían sacudido a la región desde los primeros años veinte. En El Salvador y Nicaragua, se desató la lucha armada contra los representantes militares de las oligarquías agroexportadoras, Maximiliano Hernández y Anastasio Somoza, respectivamente; los cuales, en connivencia con el imperialismo estadounidense, hacían imposible cualquier atisbo de soberanía y justicia social. En 1944, en Guatemala fue derrocado el tirano Jorge Ubico y años después las fuerza sociales más progresistas intentaron modificar las estructuras neocoloniales de dependencia con la aprobación de una ley agraria que, aunque no rebasaba cánones reformistas, sí afectaba las propiedades de poderosas firmas imperialistas. Diez años después un golpe de Estado fraguado desde la Agencia Central de Inteligencia (CIA) derrocó al gobierno de Jacobo Arbenz quien no logró enfrentar el golpe. Durante estos años vivía Ernesto Guevara en Guatemala quien sacaría sus conclusiones sobre este proceso y las tendría en cuenta después.
En 1952 asumió el gobierno en Bolivia el líder del partido Movimiento Nacional Revolucionario Víctor Paz Estenssoro, cuyas reivindicaciones se inscribían también en los marcos del nacionalismo burgués. La poderosa oligarquía local, apoyada desde el exterior, se opuso a la reforma agraria y a la nacionalización de las minas, aunque en este caso el pueblo organizado derrotó las maniobras. Sin embargo, la guerra económica contra la revolución boliviana fue desatada hasta doblegarla y deshacerse de ella mediante un golpe de Estado a principio de los años sesenta.
En Cuba, en 1953 un grupo de jóvenes comandados por el entonces desconocido Fidel Castro, decidió enfrentar con las armas los atropellos de una dictadura entronizada un año antes, también aupada por las agencias imperialistas. Los ataques a los cuarteles Moncada y Carlos Manuel de Céspedes en la zona oriental del país fracasaron, mas dejaron un saldo de rebeldía que sería posteriormente canalizada a través de la organización del M-26-7 para desencadenar la lucha guerrillera y levantar al pueblo contra la tiranía. En este último escenario, al cual se incorporaría en México, Ernesto Guevara se convierte en el Che Guevara para siempre.
Por otro lado, los años cincuenta fueron de expansionismo imperialista estadounidense hacia América Latina. Sus inversiones directas aumentaron, así como los montos del comercio. Ya había promovido la creación de la Junta Interamericana de Defensa (JID) en 1943 y, en 1947, del Tratado Interamericano de Asistencia Recíproca (TIAR); un año más tarde nacería la Organización de Estados Americanos (OEA), sin dudas, un aparataje institucionalizado con el cual EE. UU. aseguraba el control, no solo económico, de "su patio trasero".
Che en su segundo tiempo histórico
El segundo tiempo histórico del Che se desenvolvió entre 1956 y 1967,(9) años en los que integró el ejército revolucionario del M-26-7 convertido en Ejército Rebelde en mayo de 1958 y formó parte de la vanguardia de la Revolución cubana desde el poder. Sería allí donde desplegaría sus dotes organizativas, su vocación teórica y su valentía intelectual para impulsar un profundo proyecto socialista de liberación nacional.
La Revolución cortó el nudo gordiano de la dependencia imperialista a partir de las nacionalizaciones de las propiedades estadounidenses en agosto de 1960. Estableció su control sobre la economía al nacionalizar las grandes empresas productivas, mercantiles, bancarias y de servicios de propiedad local en octubre de ese mismo año. El entrelazamiento del capital local y el capital extranjero es una de las características del subdesarrollo y la dependencia, de ahí la estrecha interrelación entre la burguesía cubana y la burguesía imperialista.(10)
Otros aspectos centrales del proceso de la toma del poder en Cuba fueron la capacidad de la vanguardia para enfrentar y derrotar por todos los medios los diversos planes subversivos imperialistas, la creación de las potentes organizaciones de masas propiciadoras de la creciente participación popular en las tareas transformadoras así como la unificación de las fuerzas revolucionarias que intervinieron en la lucha contra la dictadura en un partido político de corte leninista, todo lo cual sucedió entre 1959 y 1962. No sería posible olvidar que en 1965 fue definitivamente derrotada la contrarrevolución interna-externa al triunfar la Lucha Contra Bandidos (LCB) a un alto costo humano y de recursos.(11)
La asunción del marxismo entre 1960-1962 no constituyó una lección sencilla de aprender, lo que se acentúo a partir del fracaso que supuso la política sectaria aplicada por el sector más conservador del Partido Socialista Popular. A lo anterior debe sumarse la constatación de concepciones y prácticas alejadas de la teoría social marxista cuyo origen radicaba en las experiencias socialistas en Europa Occidental y la URSS, supuestos ejemplos a seguir.
Los cubanos años sesenta se convirtieron en un verdadero laboratorio de praxis revolucionaria. Durante ese periodo se iniciaron experiencias dirigidas al tránsito socialista que poco a poco se concretaron en aportes. Un socialismo entendido como un camino a recorrer en dirección a su destino final: la sociedad comunista. La vanguardia expresaba públicamente que la sociedad comunista constituía la meta revolucionaria por excelencia.(12)
Con el propósito de acercarnos a la comprensión guevariana sobre el cambio social revolucionario es necesario buscar en sus obras respuestas a dos preguntas clave: ¿qué entender por sociedad comunista? y ¿cómo crearla?
El Che asume que la nueva sociedad comunista se crea -en las condiciones de Cuba en los años sesenta- mediante el desarrollo de las fuerzas productivas, la supresión de los explotadores, la colocación de gran cantidad de productos al servicio del pueblo y la elevación del grado de conciencia, la que se gestaba a partir de los cambios producidos como parte de las propias transformaciones en la sociedad. Vislumbra con claridad meridiana que el incremento de la producción y de la productividad del trabajo por sí solos no garantizarían la generalización de la nueva conciencia. En 1961 afirma: "estamos en una Revolución que se ha proclamado socialista y el socialismo no es de palabras, sino que es el resultado de hechos económicos y de hechos de conciencia" (Guevara, 1966, t. III, p. 538).
Así, la posibilidad y necesidad de la transformación de la conciencia y la creación de nuevos valores morales están asociadas en su ideario al desarrollo de la conciencia. Asevera que "el comunismo es una meta de la humanidad que se alcanza conscientemente; luego, la educación, la liquidación de las taras de la sociedad antigua en la conciencia de las gentes, es un factor de suma importancia, sin olvidar, claro está, que sin avances paralelos en la producción no se puede llegar nunca a tal sociedad" (Guevara, 1970, t. II, p. 259).
En "El socialismo y el hombre en Cuba" (1965) planteará una de las nociones más profundas sobre el tema, resumen de su concepción teórica, al afirmar que para construir el comunismo simultáneamente con la base material hay que hacer al hombre nuevo.(13) En respuesta a una pregunta periodística abunda sobre su punto de vista al respecto:
El socialismo económico sin la moral comunista no me interesa. Luchamos contra la miseria, pero al mismo tiempo luchamos contra la alienación. Uno de los objetivos fundamentales del marxismo es hacer desaparecer el interés, el factor interés individual y provecho, de las motivaciones psicológicas. Marx se preocupaba tanto de los hechos económicos como de su traducción en la mente. Él llamaba a eso un hecho de conciencia. Si el comunismo descuida los hechos de conciencia puede ser un método de repartición, pero deja de ser una moral revolucionaria (Guevara, 1966, t. IV, pp. 469-470).
Por tanto, la respuesta a la primera pregunta que ocupa el presente artículo ¿qué entendía el Che por sociedad comunista?, se responde de forma resumida:
socialismo y comunismo van de la mano. No porque desconozca sus diferencias esenciales [la persistencia de las relaciones mercantiles en el caso de la primera, por ejemplo], sino porque en su proyección teórica y práctica de la revolución transformadora, desde el primer día de la construcción socialista hay que tener presente la meta final, el comunismo. Durante la transición socialista se combate diariamente por el futuro comunista (Martínez, 1989, pp. 66-67).
Sin esta proyección, el papel de la moral, de la conciencia, pero sobre todo, el papel de la educación orientada siempre hacia la consecución de actitudes y formas de pensar comunistas, no es comprensible. Sin tal proyección, tampoco es comprensible la noción de la formación de un hombre nuevo, uno de sus aportes teóricos sobre la transición socialista.
La participación recorre las concepciones del Che sobre el socialismo. No entiende la transición socialista sin participación popular. El socialismo es para Guevara participación consciente, es decir, la integración cada vez más plena del individuo a la sociedad "como motor de la misma".
La nueva sociedad en formación requiere del involucramiento de toda la población. Esta incorporación significa, ni más ni menos, la posibilidad de expresarse y hacerse sentir en los mecanismos de dirección social: la participación consciente, individual y colectiva (el individuo y la masa unida), lo que equivale a lograr progresivamente su realización plena como criatura humana. La participación es para el Che característica distintiva de la democracia socialista, aunque no utilizó a menudo el término. Es la vía para que los actores sociales se transformen a sí mismos en la medida en que cambian la sociedad; sin esa práctica social el crecimiento de la subjetividad socialista es impensable. Como escribió Marx, el comunismo es una nueva civilización "de hombres libremente asociados, que actúen en forma consciente y como dueños de su propio movimiento social" (Marx, 1973a, t. I, p. 93).
La diferencia central de sus ideas radica en haber identificado la interrelación íntima entre producción y conciencia en la transición socialista hacia el comunismo, lo que significa colocar el papel de la subjetividad en el centro del proceso histórico.
La segunda pregunta ¿cómo crear la nueva sociedad?, indudablemente es mucho más compleja. Che contribuye desde la práctica a la teoría de la transición socialista y viceversa: crea y aplica en el sector industrial cubano un sistema de gestión económica diferente al existente en los países del campo socialista al que llamó Sistema Presupuestario de Financiamiento (SPF).
Una forma más eficiente de llegar al comunismo
El nuevo sistema económico de dirección fue la respuesta marxista latinoamericana al sistema de Cálculo Económico (CE) o Autogestión Financiera (AF) vigente entonces en la URSS y los países socialistas de Europa oriental. El SPF solo es comprensible dentro del contexto del ideario del Che acerca de la transición socialista-comunista. Según el propio Che: "el sistema presupuestario es parte de una concepción general del desarrollo de la construcción del socialismo y debe ser estudiado entonces en su conjunto" (Guevara, 1966, t. VI, p. 387).
El SPF funcionó con alto grado de eficiencia entre 1961 y 1965, en las empresas que el Ministerio de Industrias dirigía en aquel momento, las que aportaban el 70 % de la producción industrial del país y el total de la producción azucarera, agrupaba 48 grandes empresas (llamadas consolidadas) con 1 500 establecimientos y alrededor de 260 000 trabajadores (Tablada, 1989, p. 229).
El SPF fue una experiencia exitosa sobre la cual se realizaron -bajo la dirección de Guevara- numerosos análisis sistemáticos y rigurosos y fueron tomadas medidas de corrección cada vez que era considerado conveniente para su mejoramiento: "Nuestra tarea es seguir perfeccionando el sistema [...] e ir buscando las causas, los motores realmente internos, las raras interrelaciones que existen en el socialismo entre el hombre, el individuo y la sociedad, para poder utilizar las armas nuevas que se ofrecen y desarrollarlas al máximo, cosa que no ha sucedido todavía" (Guevara, 1966, t. VI, p. 506). El Che sabía que el SPF debía continuar perfeccionándose, mas nunca dejó de enfatizar y divulgar las bases conceptuales sobre las cuales se diferenciaba del Cálculo Económico. Entre sus numerosas alusiones a las diferencias prácticas y de carácter más profundo en que se basaba el entonces novedoso sistema refiere: "es una forma más eficiente de llegar al comunismo [...] nosotros creemos que el esquema de acción de nuestro sistema, convenientemente desarrollado, puede elevar la eficacia de la gestión económica del Estado socialista, profundizar la conciencia de las masas y cohesionar aún más el sistema socialista mundial sobre la base de una acción integral" (Guevara, 1970, t. II, pp. 260-261). Enfatiza en que el sistema tiene entre sus argumentos fundamentales la interrelación entre educación y desarrollo de la producción (Guevara, 1970, t. II, p. 265). Debido a las sustanciales diferencias de criterios, entre 1963 y 1964 hubo en Cuba un debate público, abierto, sin restricciones, sobre temas económicos; su promotor fue el Che Guevara.
Las discrepancias existentes sobre los procesos de dirección de una economía en transición socialista desde el subdesarrollo se basaban en cómo dirigir los procesos económicos en una formación social capitalista de la periferia del sistema mundial, que por medio de una revolución de liberación nacional rompió los lazos de dependencia neocoloniales y se planteó el socialismo como alternativa de desarrollo.
El debate se llevó a cabo entre las dos posiciones contrapuestas ya señaladas y no fue meramente académico; las dos aplicaban sus enfoques en la práctica social de la transición cubana, ya que mediante la Ley 1 122 del 23 de agosto de 1963, el Gobierno Revolucionario autorizó el funcionamiento simultáneo de ambos sistemas de dirección (Bell; López y Caram, 2012, pp. 216).
Un grupo de economistas y funcionarios cubanos reconocía como válido el CE, sistema de dirección económico de los países socialistas, en particular de la URSS. Este método era utilizado por la dirección del Instituto Nacional de Reforma Agraria (INRA) en todo el sector agropecuario y sus agroindustrias. En defensa de estos puntos de vista se incorporó al debate el teórico marxista francés Charles Bettleheim.
La otra posición, liderada por Che y los funcionarios del Ministerio de Industrias, criticaba los principios básicos del CE y defendía el SPF. Según Che: "Su historia es corta y se remonta apenas al año 1960 en que comienza a adquirir alguna consistencia" (Guevara, 1970, t. II, p. 251). El teórico marxista belga Ernst Mandel participó en la polémica con enfoques muy cercanos a las consideraciones de Guevara.
Los defensores del CE asumían que la empresa socialista debía poseer libertad para utilizar sus ganancias y para invertir, entendían que los estímulos materiales promueven el interés de los trabajadores en el aumento de la producción y en la rentabilidad de las empresas, reconocían la ley del valor como reguladora de la producción socialista, consideraban los medios de producción socialistas como mercancías, entre otros aspectos.
Los favorecedores del SPF criticaron las posiciones anteriores sobre la base de postulados teóricos y éticos diferentes. Para ellos, las estructuras de funcionamiento económico en el socialismo deben estar diseñadas para eliminar el egoísmo y el individualismo de la conducta humana y de esta manera contribuir a acercar gradualmente la nueva sociedad, condicionando a los seres humanos en un sentido comunista. El Che expresó su posición teórica con un abarcador dominio de los textos marxistas y leninistas.(14)
Durante el debate se escribieron dieciséis textos, de los cuales cinco son de la autoría del Che y aparecieron en las revistas Cuba Socialista y Nuestra Industria Económica, ambas publicadas por el Ministerio de Industrias (Bell; López y Caram, 2012).
Sobre las consideraciones del Che con respecto al SPF se establecieron como bases generales las siguientes:
- Desarrollo de la conciencia comunista.
- Los estímulos morales y el papel del trabajo voluntario como vías para la educación del hombre nuevo.
- El concepto de planificación centralizada como "modo de ser de la sociedad comunista" y no como mera técnica económica.
- La conjunción dialéctica entre la centralización (de las principales funciones de dirección) y la flexibilidad en la toma de decisiones.
- La no vigencia de las relaciones mercantiles entre las empresas estatales.
- El uso del dinero como dinero aritmético y la no utilización del crédito bancario.
- El reconocimiento de la actuación parcial de la ley del valor en la economía socialista.
- El énfasis en la organización del sistema mediante la utilización de los adelantos científico-técnicos y las técnicas de dirección de los monopolios.
- El énfasis en el control a través de los costos.
- La ejemplaridad de los cuadros de dirección.
- La disciplina y exigencia a escala general y su conjugación con el sistema de estímulos.
Sobre tales bases generales fueron establecidas las funciones principales del SPF:
- la planificación centralizada
- la organización
- el control
A partir de estas fueron creados los siguientes subsistemas:
- contabilidad
- costos
- precios
- salarios
- política de cuadros
- control de la calidad
- política de estímulos
- desarrollo científico y técnico (Borrego, 1989, pp. 319-320)
Es base general y principio del SPF el desarrollo de la conciencia comunista mediante la educación y la cultura, orientadas hacia la consecución de actitudes y formas de pensar socialistas-comunistas propias del hombre nuevo. Es el primer precepto porque supone el pilar sobre el cual descansan el resto de las concepciones teóricas. Representa un verdadero aporte guevariano por cuanto se aparta de consideraciones, entonces en boga en los países socialistas, que afirmaban que sin la previa modificación de la base material de la sociedad era impensable producir en los individuos un cambio de mentalidad en sentido socialista.
El hombre nuevo es el que hace y vive la revolución y mediante su participación en ella, modifica la sociedad y, a la vez, gradualmente, se modifica a sí mismo. Por eso, afirma que "es un producto no acabado" -y no podría nunca estarlo- pues su formación marcha paralela al desarrollo de las nuevas formas económicas socialistas.
Aún dice más, la nueva sociedad en formación tiene que competir muy duramente con el pasado y las taras pretéritas se trasladan al presente en la conciencia individual. Para formar al hombre nuevo es necesaria una profunda transformación de las estructuras mentales y espirituales de la población. Se presenta en toda su dimensión un dilema: ¿cuáles instrumentos de movilización de las masas son los adecuados? Guevara no titubea: el instrumento básico ha de ser de índole moral, sin olvidar una correcta utilización del estímulo material, sobre todo, de naturaleza social.
En una sociedad subdesarrollada las necesidades materiales son muy grandes, por ello sabía perfectamente que era difícil no tomar en cuenta los estímulos materiales ni sobredimensionar la incentivación de carácter moral para evitar las posiciones voluntaristas. De ahí que para consolidar su vigencia, la transición socialista requería el desarrollo de una conciencia en la que los valores morales adquirieran categorías nuevas. Por esta razón es concluyente: "Estímulo material directo y conciencia son términos contradictorios en nuestro concepto" (Guevara, 1970, t. II, p. 263). En este punto son más profundas las diferencias entre el CE y el SPF. La transición socialista debe tender a la extinción del estímulo material más que a su supresión aunque el tratamiento correcto del mismo en su forma colectiva o individual aún no estaba bien definido en el sistema y alude a los antagonismos que suelen aflorar entre la administración estatal y los organismos productivos en relación a los métodos de estimulación y sus vínculos con el cumplimiento del plan de producción. Para resolverlos, rechazó los "mecanismos" del interés material individual o colectivo y renovó su afiliación a la conciencia socialista, a desarrollarse durante la transición.
El énfasis que hace el Che en el predominio de los estímulos morales, por su carácter educativo, hizo que este aspecto del SPF haya sido objeto de grandes deformaciones. En época del Che se otorgaron importantes estímulos materiales a los ganadores de la emulación, tales como viviendas, autos, vacaciones familiares a sitios turísticos con los gastos pagados e, incluso, viajes a países socialistas, también con los gastos cubiertos por el Ministerio de Industrias. Como parte del subsistema de estimulación existía el desestímulo material relacionado con el incumplimiento de las normas de trabajo y el incumplimiento del plan de producción.
En una de las reuniones bimestrales del consejo de dirección del Ministerio de Industrias advierte:
no hay que caer en el espejismo de considerar el estímulo moral como el centro del sistema presupuestario porque el centro, en realidad, es el conjunto de acciones que propende el sistema, dentro del cual lo fundamental es la capacidad organizativa y al mismo tiempo el desarrollo de la conciencia; y a niveles de masas, a niveles más generales, es el conjunto del estímulo material correctamente aplicado y el estímulo moral (Guevara, 1966, t. VI, p. 438).
Enfatiza la consideración del trabajo como una necesidad moral, un deber social; como parte de ello incorporó al SPF el trabajo voluntario. Para el Che, este era un germen de la nueva actitud comunista hacia el trabajo, en tanto los trabajadores dedican voluntariamente una parte de su tiempo libre a la producción sin obtener remuneración económica por ello. Toma en cuenta la concepción marxista sobre la transformación de la subjetividad cuando expresa ante asamblea de trabajadores el 11 de enero de 1964: "La importancia que tiene el trabajo voluntario no se refleja en la parte directamente económica que pudiera reportar a las empresas y al Estado. Se refleja en la conciencia que se adquiere frente al trabajo [...] los trabajadores voluntarios de vanguardia son los hombres que cumplen más cabalmente que nadie los ideales del verdadero comunista" (Guevara, 1966, t. IV, p. 4). Por el alto valor que otorga al trabajo voluntario, el Che no toleraba su mala organización, lo cual era frecuente durante los primeros momentos de desarrollo de este movimiento, y continuó siéndolo durante mucho tiempo más. En su Crítica al programa de Gotha, Marx caracterizó al comunismo como el estadio social en el que desaparecería "la subordinación esclavizadora de los individuos a la división del trabajo y con ella, la oposición entre el trabajo intelectual y el trabajo manual; cuando el trabajo no sea solamente un medio de vida, sino la primera necesidad vital" (Marx, 1973b, t. II, p. 16).
Principio esencial del SPF -y uno de sus subsistemas- es la planificación centralizada. Más que una técnica económica es concebida por el Che como una expresión político-económica concreta del factor "conciencia" que dirige el desarrollo hacia el comunismo. Pensaba que reducir este concepto a una mera técnica económica, tal como hacía el CE, era deformarlo a priori y limitar sus posibilidades. La planificación debería considerar y conjugar sus dos elementos: la creación de las bases para el desarrollo económico de la nueva sociedad, su regulación y control; y la formación de un nuevo tipo de relaciones humanas. Para explicar cómo se articulaban ambas piezas expone con rigor su punto de vista teórico: "la planificación centralizada es el modo de ser de la sociedad socialista, su categoría definitoria y el punto en que la conciencia del hombre alcanza, por fin, a sintetizar y dirigir la economía hacia su meta, la plena liberación del ser humano en el marco de la sociedad comunista" (Guevara, 1970, t. II, p. 273).
El SPF utiliza el control de costos, la contabilidad y las técnicas de administración aplicadas por los monopolios estadounidenses en Cuba. El Che y sus colaboradores se percatan que Cuba estaba más adelantada que la URSS en contabilidad, costos y técnicas administrativas y tuvieron la previsión de no deshacerse de ellos. En Nuestra Industria Económica, revista creada por él, escribe -con gran vigencia para la economía cubana actual- sobre cómo llevar adecuadamente el control de los costos:
Mediante una organización administrativa apropiada que acostumbrara al personal a realizar sistemáticamente el análisis del costo como tarea habitual de trabajo.
A través del control individual del obrero en su labor, comparándola con las normas de trabajo vigentes, en calidad y en cantidad.
Por medio del cuidado colectivo de los costos; es decir, cuando el colectivo de la unidad de producción efectuara el análisis de su gestión económica y se interesara por rebajarlos.
Sin el avance de la ciencia, la técnica y la tecnología es inimaginable la salida del
subdesarrollo de un país con escasos recursos naturales y gran dependencia del comercio exterior, como Cuba. Esto fue evaluado por el Che de tal forma que el SPF tenía entre sus bases generales y sus subsistemas la promoción del desarrollo de la industria cubana sobre la tecnología más avanzada posible. Aseguraba que es necesario dominarla del mismo modo que se conoce el funcionamiento de un arma, y quien sintiera que el mundo no es perfecto como debiese ser, debería luchar porque el arma de la técnica sea puesta al servicio de la sociedad, de rescatar antes a la sociedad para que le sirva a la mayor cantidad de seres humanos. Para él la técnica era la base fundamental de la nueva sociedad, conjuntamente con la formación del hombre nuevo. En ambos aspectos hay mucho que hacer aún, pero es inexcusable el atraso en cuanto a su concepción como base fundamental ya que en este campo no se trata de avanzar
a ciegas, sino seguir durante un buen tramo el camino abierto por los países más adelantados del mundo.
Por este motivo crea en el Ministerio de Industrias un conjunto de institutos de investigación para estudiar el aprovechamiento de los recursos naturales e impulsar investigaciones sobre las líneas de producción más beneficiosas para la economía cubana, vinculadas con las tendencias tecnológicas más adelantadas internacionalmente. Entre 1961 y 1965 funcionaron los siguientes centros de investigación y desarrollo, algunos de los cuales continúan en funcionamiento, aunque como parte de otros ministerios:
- Instituto para la Investigación de los Derivados de la Industria Azucarera (ICIDCA).
- Instituto Cubano de Desarrollo e Investigación de la Industria Química (ICDIQ).
- Instituto Cubano para el Desarrollo de Tecnologías Basadas en Materias Primas de Origen Vegetal y Subproductos Industriales (ICIT).
- Instituto Cubano de Desarrollo de Maquinarias (ICDM).
- Instituto Cubano de Recursos Minerales (ICRM).
- Instituto Cubano de Investigaciones de Minería y Metalurgia (ICIMM).
- Dirección de Automatización y Electrónica.
En discurso a los jóvenes definió muy claramente su punto de vista acerca de esta delicada problemática: "La revolución técnica debe tener un contenido de clase, un contenido socialista. No se puede pensar en la revolución técnica sin pensar al mismo tiempo en una actitud comunista ante el trabajo y eso es sumamente importante. Si no hay actitud comunista frente al trabajo, no hablen de revolución técnica socialista" (Guevara, 1970, t. II, p. 315).
Según el Che, el trabajo en el socialismo es un deber social, su retribución material es indispensable para satisfacer las necesidades personales de los trabajadores y las de las familias. El SPF consideraba que el salario suponía un mal necesario, en tanto en el socialismo la retribución de los trabajadores se realizaba según su trabajo y no según sus necesidades. Establecía un mecanismo salarial que compulsionaba a los obreros a elevar su nivel educacional y su calificación técnica. Este subsistema se basaba en ocho grupos salariales y para pasar de uno a otro no solo era necesario cumplir las normas de trabajo en cantidad, calidad y surtido, sino también, haber aprobado la superación cultural y técnica correspondiente a cada grupo. El sistema salarial otorgó primas por el sobrecumplimiento de las normas y el plan de producción, pero las tarifas a pagar no podían ser mayores que las que correspondían al grupo salarial inmediato superior. Sin embargo él lo comprendía como un deber social, así lo explicaba:
La norma de trabajo mínima, la que debe cumplir cada obrero día a día, ese es su deber social. No es lo que él tiene que hacer para ganar un salario, sino que es lo que tiene que hacer por el deber social ante la colectividad, que le ofrece mediante un salario, mediante las prestaciones sociales, que cada día abundarán más, la oportunidad de vivir, de vestirse, de educar a sus hijos, de adquirir cultura y de realizarse cada día como individuo humano. Es una pequeña y sutil diferencia educativa que va señalando un rumbo y una intención bien definida y siempre presente (Guevara, 1966, t. IV, p. 321).
Como parte de los principios que rigieron el SPF, el Che dedica especial atención a identificar las cualidades que debe poseer un dirigente socialista, generalizables a cualquier tipo de actividad y no solo a la industria. Sus concepciones en esta esfera son de extraordinario valor. Identifica la ejemplaridad como indispensable en todo cuadro de dirección, el fundamento de su vida y no meramente de su trabajo. Un dirigente socialista que viole normas de conducta acordes con su condición de vanguardia de la sociedad ha de ser sancionado, mas rehabilitado completamente cuando demostrara haber superado las deficiencias por las cuales fue removido. No concebía un cuadro socialista que no se superara constantemente sus condiciones morales. Tenían que ser ejemplo para sus subordinados y el pueblo en general; un cuadro jamás podía dar cabida al amiguismo, al favoritismo o al nepotismo en el área que dirigía. Igualmente, un cuadro debía ser estimulado cuando cumpliera eficientemente su deber social. Si bien el Che era muy exigente con los cuadros de todos los niveles del ministerio, también los apoyaba fuertemente y les ofrecía y brindaba ayuda en el desempeño de sus funciones.
Consideraba que los cuadros socialistas estaban obligados a ajustarse a las normas de vida y a las carencias de la mayoría de la población. No hacerlo entronizaba la doble moral, es decir, el divorcio entre lo que se dice y lo que se hace. La austeridad, así entendida, es un valor moral de primer orden en el conjunto de las cualidades morales del ser humano nuevo. Las siguientes palabras, dirigidas en charla a un grupo de revolucionarios, son muestra de cuán lúcidas y penetrantes son sus convicciones al respecto:
Contrarrevolucionario es todo aquel que contraviene la moral revolucionaria, no se olviden de eso. Contrarrevolucionario es aquel que lucha contra la revolución, pero también es contrarrevolucionario el señor que valido de su influencia consigue una casa, que después consigue dos carros, que después viola el racionamiento, que después tiene todo lo que no tiene el pueblo, y que lo ostenta o no lo ostenta, pero lo tiene [...] porque todos aquellos que [...] violan la moral revolucionaria, no solamente son traidores potenciales a la revolución sino que además son los peores detractores de la revolución (Guevara, 1970, t. II p. 490).
El socialismo económico sin la moral comunista no me interesa
El hecho de que las revoluciones socialistas constituyan islas revolucionarias, inmersas en el océano del sistema capitalista mundial, las convierte en uno de los obstáculos básicos para su triunfo, mucho más en el caso de la Revolución cubana, nacida en el seno de una sociedad capitalista subdesarrollada, a noventa millas de la potencia imperialista mundial, acosada por ella desde todos los ámbitos posibles y despojada de participar en su entorno histórico y cultural. Por tanto, la liberación de otros pueblos latinoamericanos era indispensable para propiciar la integración revolucionaria regional de la cual la revolución se nutriría.
En este contexto, propio de la praxis revolucionaria cubana llevada a cabo de forma consecuente desde su triunfo, el Che Guevara organiza -con el apoyo de Cuba- la epopeya boliviana. Durante 1967 se desencadenarían los acontecimientos que colocaron a América Latina y a Bolivia en el centro de la política mundial. Circunstancias negativas propiciaron la captura del Che y su posterior asesinato el 9 de octubre de 1967, en un recóndito poblado llamado La Higuera.
Las consecuencias para Cuba de este descalabro se evidenciarían en el corto plazo al cancelarse el proyecto geopolítico estratégico del liderazgo revolucionario -del cual el Che era protagonista en ese momento-, que hubiera permitido la integración con los países liberados de sus respectivas burguesías neocoloniales y la construcción de un ámbito regional de relaciones de ayuda mutua y colaboración, tan necesarios para la subsistencia de la revolución. El pensamiento marxista latinoamericano perdió a uno de sus más creativos y rigurosos exponentes y por ende, quedó archivada la necesaria elaboración de una concepción general sobre la transición socialista y, como parte de ella, de la economía política del socialismo, a partir de una sociedad de la periferia del sistema mundial bajo condiciones de subdesarrollo.
Repercusiones muy negativas para la Revolución cubana cobraron fuerza mayor cuando se abrió en el plano interno un periodo muy complejo. Las fuertes críticas predominaron hacia los métodos y políticas utilizados para dirigir la economía entre 1967 y 1970, llegando a ser calificados de "idealistas" (Castro, 1975, p. 106). Por ello, fueron realizados numerosos análisis con el propósito de iniciar un reordenamiento social a partir del criterio de la probada inviabilidad de aquella forma de conducción económica.(15)
El proyecto socialista cubano se ha visto afectado en su desenvolvimiento histórico por varios cataclismos sociales de naturaleza externa e interna. Uno de los primeros de carácter externo fue el bloqueo estadounidense puesto en práctica desde los años sesenta y renovado sistemáticamente desde entonces. Una guerra económica, comercial y financiera se desató sobre el pueblo cubano, con una prolongada dilatación en el tiempo que se extiende hasta nuestros días con gravísimas implicaciones. Cuba también fue expulsada en 1962 de la Organización de Estados Americanos (OEA) y quedó prácticamente aislada de su región de pertenencia histórica y cultural.
El segundo cataclismo, en este caso de naturaleza interna, se desató entre 1971 y 1974 cuando se decidió extender el reordenamiento de la sociedad cubana sobre el modelo Cálculo Económico conformado a partir de la experiencia de aplicación en la Unión Soviética y los países socialistas de Europa oriental. En diciembre de 1975 se celebró el Primer Congreso del Partido Comunista de Cuba que, además, sugirió a la dirección del país un conjunto de medidas para su institucionalización.
Desde 1971 hasta 1986 la sociedad en su conjunto fue influida por la ideología posrevolucionaria del socialismo realmente existente; ello repercutió de muchas maneras negativas en la transición cubana. Coexistieron avances materiales reales, una política internacionalista de largo alcance, logros de la salud pública y de la educación masiva de las nuevas generaciones (Martínez, 1988, p. 34).
Por supuesto, el estudio y la divulgación del pensamiento del Che Guevara desaparecieron de nuestra sociedad en esos años y se sustituyó por la exaltación de su figura como Guerrillero Heroico, desprovista de su ideario sociopolítico. El pensamiento social, expandido creadoramente durante la década de los sesenta, tuvo que ajustarse a las nuevas circunstancias en que "pensar por cabeza propia" pasó a ser una deslealtad. Un dogmatismo se asentó a escala social y limitó la participación popular al excluir voces diferentes que en muchos casos habían asumido como suyo el proyecto revolucionario socialista.
El análisis de estos años pone al descubierto las contradicciones en que se debatía la transición socialista cubana: por un lado, el predominio de grupos de doctrina tecnocrático-economicista abanderados de la "certeza del sentido común": los políticos no son economistas y viceversa; por otro, la convicción (leninista) del liderazgo, que asume la política como un puesto de mando sobre la economía y si una revolución no se revoluciona ininterrumpidamente, desaparece. De ahí el fuerte acento en las acciones internacionalistas desarrolladas en la época, las cuales introdujeron a la sociedad en un ambiente generalizado de solidaridad y coadyuvaron a cierto equilibrio ideológico y político a favor de la Revolución.
En 1987, en la conmemoración del trigésimo aniversario del asesinato del Che en Bolivia, Fidel Castro instó a los cubanos y pueblos de cualquier parte del mundo a estudiar de nuevo la obra del Che, no sin antes traer su pensamiento crítico a la luz de la realidad que se había creado en la década anterior y afirmar una y otra vez: ¡Che lo había dicho!(16)
Una poderosa movilización del poder político del capital se había desplegado desde los ochenta y determinó cambios fundamentales del orden internacional. En un brevísimo tiempo histórico cayó el muro de Berlín y sobrevino lo que algunos llamaron el "fin de la historia". Entonces, se expandió la globalización capitalista bajo las consideraciones ideológicas del neoliberalismo, cuyos principales actores económicos internacionales, los grandes monopolios constituidos en corporaciones transnacionales, han controlado totalmente el funcionamiento de la economía mundial. Centran sus intenciones en aras de consolidar el poder del sistema y mantener la supeditación de la periferia, objetivos que se despliegan en sus variantes no solo económicas sino políticas, diplomáticas y cada vez más, militares.
Para esas fechas se desató en Cuba el tercer cataclismo, también de naturaleza externa. Una galopante crisis económica asoló al país por la desaparición abrupta de todos sus convenios comerciales y financieros así como de los compromisos económicos con la Unión Soviética y los países socialistas. Cuba perdió de un día para otro y sin previo aviso sus mercados preferenciales en Europa del Este. Por segunda vez, en el lapso de treinta años, la Revolución cubana quedó sola, en esta ocasión, sin una mano amiga que la auxiliara. Quedó trunco el proceso de rectificación de errores iniciado desde 1986.
Los años de crisis económica, acompañada de la intensificación del bloqueo estadounidense hasta convertirse en verdadera guerra económica, así como las medidas de ajuste que el país tuvo que aplicar para garantizar la sobrevivencia de la nación, acarrearon consecuencias de diversas especificidades, algunas favorables, la mayoría menos. Estas últimas se insertaron sobre los errores y las tendencias negativas del periodo anterior, aún no erradicadas. Todo ello conformó una situación social complejísima que se extiende hasta la actualidad.
De ahí que las circunstancias desde los noventa hasta los días de hoy sean sumamente críticas. Se perfecciona el modelo económico para reacomodar sus bases socialistas con vistas a establecer una competitividad internacional imprescindible para su salvación como proyecto y como nación soberana lo que entraña grandes desafíos.(17) Tales circunstancias han renovado y dado vuelo a las reflexiones guevarianas sobre las influencias negativas del papel del dinero, de las relaciones mercantiles y el afán consumista per se, que se expandió a sectores de la sociedad y abrió brechas de desigualdades sociales desconocidas en la Cuba revolucionaria.
Por todo ello es apremiante traer al Che. Las generaciones nacidas en la Revolución han de acceder a sus concepciones y sus prácticas, muchas de las cuales tienen vigencia. El del Che no es un ideario del pasado ni del futuro en lontananza, es un ideario que ofrece elementos prácticos para avanzar hacia la concreción de la nueva sociedad.
¿Cuáles de esos elementos son útiles aún hoy? En primer término, la consideración del desarrollo económico como parte del proyecto socialista y no como factor aislado de la sociedad. De ella se derivan la generalización de los valores socialistas, base de la liberación cultural inherente al cambio social revolucionario; la participación popular a escala social; el enfrentamiento a las desigualdades sociales y el internacionalismo. Otras herramientas más concretas son: el control económico, la lucha contra la corrupción y el burocratismo, una política de cuadros basada en la capacidad técnica y la integridad moral, el despliegue del desarrollo científico y técnico y la superación permanente. En suma, de lo que se trata es de recrear las bases de la transición socialista cubana, es decir, como poder de las mayorías. Y esa es, sin dudas, una tarea revolucionaria.
Conclusiones
En el ideario del Che Guevara es un aspecto sustancial el no compartir el punto de vista vigente en el marxismo de Europa del este en el que primero hay que desarrollar la base material del socialismo y una vez lograda, sobrevendría el hombre de conciencia socialista. Planteaba que la creación de la base material del socialismo tiene que promoverse simultáneamente a la formación del hombre socialista, al que llamó "hombre nuevo". Ese doble proceso tiene que ser propiciado, dirigido a escala social, porque no es espontáneo.
Esta concepción implica una posición teórica específica. El punto de vista filosófico de su ideario no es el determinista, sino que privilegia el papel de la subjetividad en los procesos sociales, particularmente en la transición socialista. Lo anterior le permite afirmar que es posible forzar la marcha de los acontecimientos. El grado de desarrollo de la conciencia anticapitalista a nivel universal lo facilita.
Para él los hombres y mujeres se transforman y aprenden a transformarse a sí mismos junto a sus circunstancias. El deber, la moral y, sobre todo, el ejemplo, vinculan al individuo con el ideal socialista y la sociedad en transición.
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RECIBIDO: 28/2/2016
ACEPTADO: 2/4/2016
Delia Luisa López García. Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales (FLACSO), Cátedra Honorífica Ernesto Che Guevara, Universidad de La Habana, Cuba. Correo electrónico: dllopez@flacso.uh.cu
NOTAS ACLARATORIAS
1. Entre otros, destacan los siguientes ejemplos: define el subdesarrollo en 1960, cuando aún los teóricos de la Dependencia no lo habían hecho; enfrentamiento a la Alianza para el Progreso, en Punta del Este (1961); en Ginebra (1964) llama a implantar un nuevo orden económico internacional que supere el subdesarrollo. Para ampliar, puede consultarse el artículo de Martínez; Heras y Cuscó (1989).
2. Los párrafos que siguen no intentan una biografía del personaje.
3. Una de sus costumbres más valiosas afloró desde estos años de juventud: anotar minuciosamente las experiencias vividas, incluso las intelectuales. Gracias a ello, hoy es posible leer sus dos diarios de viajes por América Latina: Notas de Viaje (1993) y Otra vez (2000).
4. Tal espacio temporal se extiende hasta 1956, cuando se incorpora en México al Movimiento 26 de Julio (M-26-7) y, con posteridad, desembarca en el Granma como parte de las fuerzas que se proponen derrocar la tiranía de Fulgencio Batista. Para los fines de este artículo, no se diferencian las tres etapas de su vida (primera juventud, adulto joven y adulto) como lo hace el Centro de Estudios Che Guevara (Ariet, 2001).
5. A fines del siglo XIX comenzó a entreverse la posibilidad de que el proceso revolucionario mundial previsto por Marx no lo iniciara el proletariado de Occidente, sino, paradójicamente, el campesinado ruso. Así, en los últimos años de su vida, Marx llegó a considerar que la cuestión rusa adquiría centralidad política por el desarrollo del movimiento revolucionario en ese país, al punto que advirtió públicamente contra el intento de convertir su esbozo histórico sobre los orígenes del capitalismo en Europa occidental (El Capital), en una teoría filosófico-histórica sobre la trayectoria general a que estarían sometidos fatalmente todos los pueblos, cualesquiera que fueran las circunstancias históricas concretas que en ellos tuvieran lugar.
6. La expansión del fascismo en Europa arrasó con la República española imponiéndose la dictadura de Francisco Franco. La lucha de los republicanos españoles fue acompañada de una impresionante solidaridad internacional. En el hogar de los Guevara se seguía la evolución de la guerra hasta con mapas y el niño Ernesto estaba al tanto de la misma.
7. El neocolonialismo fue puesto en práctica por Estados Unidos en Cuba a principios del siglo XX. Solo es propio de la fase monopolista del capitalismo.
8. El liberalismo fue la ideología promovida por la burguesía inglesa desde la Revolución gloriosa de 1688, es decir, durante la transición del constitucionalismo medieval al moderno. El liberalismo no es una ideología homogénea, aunque como principios generales promueve, entre otros, la libertad política mediante la participación indirecta de los ciudadanos; la libertad de creencias, el derecho a la propiedad privada y un marcado individualismo. En el ámbito económico, "el liberalismo es librecambismo", es decir, la doctrina que sostiene que para el resto de los países es provechoso especializarse en la producción y exportación de materias primas y adquirir en Inglaterra las manufacturas, la cual quedó expuesta en las obras del inglés David Ricardo.
9. Denominado así por la autora del presente ensayo.
10. En este artículo se le denomina "cubana" por haber nacido en el país, mas de ningún modo la denominación debe confundirse con el concepto de burguesía nacional. Las burguesías agro-minero-exportadoras latinoamericanas (como la cubana) son librecambistas, no tienen ni han tenido nunca un proyecto de desarrollo nacional.
11. Una de las contiendas más desconocidas y decisivas en el ámbito de la defensa y la seguridad de la nación cubana fue la liquidación del bandidismo mediante su enfrentamiento a través de una estrategia político-militar revolucionaria denominada Lucha Contra Bandidos (LCB), que enfrentó entre 1959 y 1965 a 299 bandas que operaron con 3 995 alzados contrarrevolucionarios, fue necesario movilizar a 100 000 trabajadores y tuvo un costo de unos 1 000 millones de pesos (Rueda, 2009, p. 112). Para acceder a las caracterizaciones sociopolíticas e ideológicas de los primeros años de la Revolución, puede consultarse Bell, López y Caram (2005-2015).
12. En muchos discursos de la época Fidel Castro y Che Guevara explicaban al pueblo este destino:
Somos relativamente muy jóvenes en la revolución del comunismo que es ya nuestra meta [...] Estamos en pleno periodo de transición, etapa previa de construcción para pasar al socialismo y de ahí a la construcción del comunismo. Pero nosotros ya nos planteamos como objetivo la sociedad comunista. Y ahí, a nuestra vista [...], está la sociedad nueva, absolutamente nueva, sin clases, sin dictadura de clases, por consiguiente (Guevara, 1970, p. 245).
13. Es menester recordar que en esta época no estaba generalizado el enfoque de género en las ciencias sociales. Se respeta la redacción original del Che en el entendido de que cuando escribe y piensa en los hombres, se refiere al ser humano, a los hombres y a las mujeres.
14. Ernst Mandel, publicó en 1967 un artículo sobre la polémica en la revista parisina Partisans, recogido en Guevara (2003) donde afirmó:
es preciso reconocer que este debate, todavía mal conocido en Occidente, ocupa un lugar particular en la historia del pensamiento marxista, sobre todo en función de las contribuciones del camarada Guevara. La originalidad práctica de la Revolución cubana precedió ampliamente su aporte original a la teoría marxista contemporánea. Pero Che Guevara ha expresado su aporte original no solo en lo que respecta a la guerra de guerrillas, sino también en el campo de la teoría económica (Guevara, 2003, p. 347).
15. Entre 1967-1970 fue puesto en práctica por la Junta Central de Planificación un nuevo sistema de dirección de la economía, el llamado Sistema de Registro o de Control Material que, entre otros elementos, no tomaba en cuenta la contabilidad y los costos, todo ello ajeno al pensamiento económico del Che.
16. Entre 1986 y 1990, bajo la dirección de Fidel Castro, el Proceso de Rectificación de Errores y Tendencias Negativas constituyó un amplio movimiento político que desacralizó las principales bases ideológicas del socialismo real y se propuso la renovación y continuación de la obra de liberación nacional, recuperando el proyecto de transición socialista. En varias intervenciones durante el Proceso de Rectificación de Errores y Tendencias Negativas, Fidel Castro se refirió a ese periodo y expuso con claridad que aquella etapa, llamada "idealista", no había comprometido los objetivos estratégicos del proyecto revolucionario, mientras que el Che sí lo había hecho.
17. La soberanía fue y ha continuado siendo una demanda revolucionaria para Cuba en tanto constituye la salvaguarda de su status como nación, más aún en la situación actual de restablecimiento de las relaciones diplomáticas con los Estados Unidos.