Señor Editor:
La infodemia se ha definido como la cantidad de información, entre real y falsa, que hace imposible el acceso a fuente confiable y orientación fidedigna.1 En estos tiempos de pandemia por la enfermedad del Coronavirus 2019 (COVID-19), la situación se convierte en un verdadero problema no solo para quien desea informarse con claridad sobre esta enfermedad y sus repercusiones, sino mucho más para quienes deben tomar decisiones en el ámbito sanitario, social y político. Hasta el momento se han registrado más de 361 millones de videos en YouTube, 19 200 artículos en Google Académico y 550 millones de tuiteos sobre la COVID-19.2 Esto lleva a una reflexión: ¿cómo debe responder la educación médica superior ante esta
informativa?“avalancha”
Los docentes médicos universitarios tienen la noble tarea de contrarrestar, de manera directa e indirecta, la infodemia, ya que son los encargados de brindar y facilitar los conocimientos de fuentes confiables y acreditadas a sus estudiantes, por ejemplo, en temas de salud pública. Para lograr tal propósito se necesita establecer estrategias en el ámbito de la investigación formativa y la responsabilidad social.
Con respecto a la investigación formativa, toda universidad se erige por su rigor académico. Por ello, para contrarrestar la infodemia, las actividades en el aula deben estar centradas en la búsqueda de información de fuentes fidedignas, de tal manera que se enseñe al alumno a acceder a canales de búsquedas confiables como artículos científicos publicados en revistas de alto impacto, artículos periodísticos de instituciones que gocen de gran prestigio o informes de organismos internacionales acreditados como la Organización Mundial de la Salud (OMS) o la Organización Panamericana de la Salud (OPS). Para contribuir a afianzar tal objetivo es importante la labor de tutoría por parte del docente investigador, quien debe enseñar a sus alumnos a buscar, analizar, contrastar, filtrar, verificar e interpretar la información científica. Por otro lado, se precisa que los docentes dedicados a la parte práctica de la especialidad médica no se divorcien de la investigación, ya que la medicina basada en evidencia ha cobrado gran importancia en las últimas décadas y se le ha dado prioridad al método del ensayo clínico aleatorizado para evaluar la eficacia de una intervención terapéutica.3 Por eso en la actualidad resulta de especial interés conocer, entender e interpretar en medio de tanta información sesgada acerca de medicamentos “supuestamente eficaces” contra el coronavirus.
En cuanto a la responsabilidad social, las universidades son las instituciones llamadas a abrir el debate y establecer seminarios que permitan el intercambio de ideas entre profesionales de especialidades médicas con experticia en el tema de la COVID-19. De esta manera, el análisis y la verificación de la información actual serían más enriquecedores para la comunidad profesional médica y estudiantil. Además, hay que difundir todo ese conocimiento en la sociedad por medio de la prensa escrita, los canales de difusión con señal abierta televisiva y/o radial, sin dejar de lado el uso de las redes sociales como estrategia para comunicar información seria, confiable, rigurosa y verificable desde la página web oficial de la universidad.
Como parte de la educación médica superior, el docente universitario debe inculcar a sus alumnos la responsabilidad de consumir y difundir en su entorno social la información científica de fuente confiable y acreditada; justamente en estos tiempos donde se usa como excusa la
para propagar información falsa, exagerada, inexacta y tendenciosa, que muchas veces genera automedicación, desabastecimiento de fármacos e insumos médicos, desinformación, incertidumbre, caos y alteración de la salud mental en la sociedad. Por ello es necesario fortalecer las habilidades sociales y la ética en la adquisición, el manejo y la difusión de la información por parte de los estudiantes de medicina.“libertad de expresión”