El proceso educativo en todos los niveles de enseñanza se ha modificado hacia nuevas estrategias de formación de los estudiantes, incluida la educación superior, por la necesidad que tiene el sistema de preparar un recurso humano que demuestre su integralidad y competencia al egresar.
En Cuba, el perfil de salida en la formación del recurso humano de la carrera de Enfermería declara que el enfermero profesional debe egresar con sólida preparación científico-técnica, ética, cultural y axiológica, ya que debe poseer altos valores humanos en el cumplimiento de su encargo social: brindar una atención de excelencia.1 Para el logro de estas cualidades, se hace necesaria la implementación de estrategias educativas donde el estudiante desarrolle su intelecto, tenga protagonismo en la autogestión del conocimiento y devenga agente activo en su aprendizaje. Esa formación imbrica saberes teóricos y prácticos, de modo que a través de ambos se constituye la ciencia de la enfermería.2 Con este fin en su formación, debe desarrollar habilidades procedimentales que den lugar a competencias en la actividad que desarrolla.
En el proceso de enseñanza-aprendizaje, la evaluación es un componente esencial, porque a través de ella se mide la calidad de la docencia y del aprendizaje, siendo parte integrante de la misma el control, la valoración, y la calificación y su expresión en notas. Su carácter diagnóstico se dirige a comprobar la cantidad y calidad de conocimientos, hábitos, habilidades y competencias adquiridas o modificadas y las posibilidades de su aplicación por el estudiante.
Es un proceso que implica recolección de información, que más tarde se interpreta y contrasta de acuerdo a ciertas instancias de referencia y patrones deseados, requiere un juicio valorativo que permita al profesor tomar decisiones pertinentes de acuerdo a cada caso o necesidad para orientar sus acciones directamente a los requerimientos del estudiante con la finalidad que lo oriente y motive.3
Entre los tipos de evaluación, se encuentran la diagnóstica, la formativa y la sumativa, que deben cumplir con las premisas de objetividad, sistematicidad, continuidad y carácter sistémico, y las exigencias de validez y confiabilidad.4
La objetividad, al comprobar los conocimientos y habilidades realmente asimilados. Mientras más objetiva sea la evaluación, mejor desempeñará su función orientadora y será más eficiente el aprendizaje.4
La exigencia de validez, tiene en cuenta la correspondencia entre los objetivos a evaluar y el instrumento evaluativo a emplear. En el caso de la carrera de Enfermería se identifican dos tipos de validez: de contenido y funcional. La primera, mide de manera integral, a través de un instrumento evaluativo, los objetivos tanto instructivos como educativos (conocimientos, habilidades, aptitudes y valores), de modo que se pueda definir el grado de aprendizaje alcanzado por el estudiante. La segunda se corresponde con la valoración del desarrollo de los modos de actuación del estudiante, que implica la selección del tipo de actividad, de los métodos y escenarios donde este será evaluado. Este aspecto es muy importante en la evaluación de los procederes prácticos de enfermería. Ambos tipos no pueden separarse, sino que se interrelacionan y complementan.4
Por su parte, la exigencia de confiabilidad es la estabilidad de los resultados obtenidos al repetirse la evaluación o al ser calificado por distintos profesores un mismo control. Al presentarse esta situación puede estar estrechamente vinculada a la insuficiente precisión de los objetivos a lograr y de los indicadores para valorarlos.4
La carrera de Enfermería en la Universidad de Ciencias Médicas de Matanzas necesita mejorar la evaluación de los procederes prácticos. Ante esta necesidad, las autoras hacen un análisis de los modelos de evaluación más contemporáneos, que permiten identificar una alternativa metodológica que evalué con validez y confiabilidad los procederes técnicos en la formación del recurso humano de enfermería.
Desde que comienza el estudiante su formación debe desarrollar al unísono sus habilidades con un cuerpo de conocimiento que sea capaz de guiar a la práctica del cuidado de enfermería, entre las que se encuentran los procederes técnicos, ejercicio imprescindible en el trabajo de la enfermera, que es la razón de nuestra investigación.
Moscoso,2 en su tesis doctoral cita a Benner, quien plantea que la teoría y la investigación se generan a partir de la práctica. Más adelante, señala a McEwens, quien opina que la enfermería se basa en una relación teórico-práctica, en la que ambas se encuentran unidas. La última, es la base para el desarrollo de la primera.
¿Cómo evaluar los procederes prácticos?
La evaluación educativa se ha enriquecido con el aporte de expertos y estudiosos que han propuesto modelos novedosos, algunos de los cuales las autoras de este trabajo abordaran.
Alternativa
A diferencia de la tradicional, es más completa, porque emplea diversos procedimientos y técnicas incorporadas a las actividades diarias. Esto posibilita que se recopile evidencia e información abundante acerca del proceso de aprendizaje, lo que hace más confiable la evaluación en la que se evalúa el desempeño de los estudiantes en situaciones prácticas y relevantes para su futura actividad al egresar.5,6
El uso de diversos instrumentos de evaluación con su metodología responde a la intención de adaptar la evaluación a diferentes situaciones y a los propios alumnos. Se lleva a cabo a través de actividades dinámicas, participativas, compartidas y continuas, en la que intervienen diferentes agentes en la evaluación, de modo que esta pueda ser heteroevaluación, coevaluación y autoevaluación.5
Este modelo favorece la evaluación formativa al evaluar el proceso de aprendizaje desde su inicio hasta el final, y considera los diferentes estilos de aprendizaje, capacidades y experiencias de los alumnos. Hace énfasis en las fortalezas de estos en lugar de sus debilidades o errores; y determina las carencias que tienen en su aprendizaje, en base a lo cual traza pautas que le facilitan mejorar el mismo. Para ello se apoya en la documentación del avance del alumno y del grupo, lo que evita que lleguen con dificultades a la etapa preprofesional y al final de la carrera.
Las técnicas de evaluación alternativas se clasifican en de desempeño y de observación. Las primeras sirven para valorar el proceso y el producto final: pruebas escritas y orales, listas de cotejo, escalas de apreciación o estimativas, etc. Las segundas, son de carácter complementario y valoran más lo actitudinal; los instrumentos recurrentes son: guías de observación, registros anecdóticos, diarios de clase o de trabajo, escalas de actitudes.5,6
Ejecución
En la evaluación de ejecución, los alumnos deben ser capaces de demostrar que pueden solucionar un problema real en condiciones definidas y estándares con la construcción y desarrollo de un producto que solucione este.5,6
El plan de estudio de la carrera de Enfermería en Cuba plantea que la actividad práctica el estudiante la realice en la educación en el trabajo, ya que esta se vincula a los escenarios docentes, para de este modo lograr las habilidades que debe vencer.
Auténtica
Se basa en la actuación de los estudiantes en contextos reales. Este tipo de evaluación se centra fundamentalmente en el desempeño del alumno, de modo que se valore el aprendizaje obtenido de tareas activas y complejas en situaciones de la vida real, de manera que puede aplicarse en la educación en el trabajo que realizan los estudiantes de Enfermería, para valorar el desarrollo de sus habilidades y destrezas. La evaluación formativa se enfoca en el proceso y no en los resultados.5
Salas Perea4 señala la conveniencia de su empleo por los docentes al poder contemplar el uso de nuevos enfoques e instrumentos evaluativos, que se van a centrar en los procesos más que en los resultados (evaluación sumativa), y con el interés que sea el educando el responsable de su propio aprendizaje, de modo que utilice la evaluación como una vía que le permita lograr los objetivos educacionales propuestos. Vallejo Ruiz y Molina Saorín7 coinciden con lo planteado por otros autores en que este modelo surge como necesidad de darle más autonomía al estudiante en su aprendizaje, con el uso de nuevas metodologías, para que la evaluación se corresponda con las modificaciones ocurridas en el proceso de enseñanza-aprendizaje.
Evaluación por competencias
Se basa en los principios de la auténtica; se evalúa al estudiante en la acción y en situaciones reales en el desempeño de las competencias a alcanzar, por lo que mide el logro de las habilidades y destrezas a través de su formación. Berlanga Ramírez y Gibrán Juárez-Hernández5 referencian a autores como Tobón e Iafrancesco, quienes han realizado conceptualizaciones acerca de la evaluación por competencias. El primero afirma que es “un proceso que busca el mejoramiento continuo con base en la identificación de logros y aspectos por mejorar en la actuación de las personas en la resolución de problemas del contexto”, mientras que el segundo afirma que a través de la evaluación por competencias se valora el desarrollo cognitivo, procedimental y actitudinal del alumno, porque el profesor puede medir el conocimiento, la habilidad y destreza que desarrolla el estudiante en su actividad y sus valores o actitudes, con lo que coincide las autoras de este trabajo.
Al igual que en la auténtica, la evaluación por competencias también se basa en los principios de evaluar la acción en situaciones reales, lo que quiere decir que es necesario constatar sobre la marcha el desempeño del alumno ante circunstancias complejas y contextualizadas, cercanas a la vida cotidiana.5,7
Las autoras son del criterio que al igual que en el posgrado, el estudiante de pregrado debe desarrollar y lograr sus competencias, lo que se corresponde con lo que implementan otras políticas educativas y autores que han trabajado este tema en Cuba, como son Salas Perea, Urbina Laza, Guía y Rodríguez.4,8-10
Patricia Benner basa su teoría en el logro de las competencias, tanto en el estudiante de pregrado como en el de posgrado.11 Para las autoras este modelo de evaluación es ideal para evaluar los procederes prácticos de enfermería.
Evaluación socioformativa
El enfoque socioformativo mejora, de manera importante, al de competencias, ya que reformula elementos teóricos y metodológicos con el propósito de que se tenga una mayor claridad y precisión al aplicarse, tanto en el ámbito educativo como en el organizacional. Entre sus contribuciones se cuentan la retroalimentación asertiva, la metaevaluación y la metacognición. Este enfoque retoma preceptos del modelo de evaluación alternativa y del de la auténtica.
La evaluación socioformativa converge con la evaluación formativa, porque el estudiante participa de forma activa en el proceso de evaluación, de manera que tanto el docente como el alumno van a compartir metas, se genera la retroalimentación y la metacognición, y se evidencia la progresión del aprendizaje, dado que la mejora no se centra en los resultados sino en el proceso.5
Tobón, precursor de este modelo, reconsidera y complementa los cánones de la evaluación por competencia en ejes, para que tenga mayor claridad y precisión en la metodología al evaluar. Para ello se establece el propósito de la evaluación de las competencias, al enfocarse en el logro de los aprendizajes esperados y en la realización de evidencias. Además, sugiere la evaluación con instrumentos como el portafolio y las rúbricas socioformativas: se debe diseñar y aplicar instrumentos de evaluación basados en problemas, y retroalimentar a los alumnos con asertividad.
Para las autoras este enfoque de evaluación es importante, porque a través de él se puede evaluar el desempeño de los estudiantes en la ejecución de los procederes técnicos de enfermería, para lo cual puede apoyarse en la aplicación de la rúbrica, que permite al docente o tutor la valoración del estudiante, tanto en el aspecto cognitivo como actitudinal, cuando mide las acciones del estudiante sobre los aspectos de la actividad que serán evaluados, y de ser necesario se haga una retroalimentación que señale los aspectos que este debe alcanzar.
Las rúbricas son guías precisas que valoran los aprendizajes y productos realizados. Son tablas que desglosan los niveles de desempeño de los estudiantes en un aspecto determinado, con criterios específicos sobre rendimiento, que permiten ubicar el grado de desarrollo de los conocimientos, habilidades y actitudes o valores, de modo que evalúa las tres dimensiones de una competencia: saber, hacer y ser,12 y reduce la subjetividad en la evaluación.13
Al estudiante le permite conocer desde antes los criterios con los que será calificado, y a través de la retroalimentación pueden conocer sus fortalezas y qué aspectos debe mejorar. Con el uso de ellos pueden autoevaluar sus tareas o procesos.14
Muchos profesionales utilizan esta alternativa metodológica para evaluar, como por ejemplo Espinosa Fernández,15 que validó en su tesis doctoral una rúbrica para evaluar competencias clínicas en estudiantes de enfermería.
Entre los tipos de evaluación que existen está la formativa, ideal para la formación del recurso de enfermería, porque de manera frecuente en el escenario real el estudiante puede hacer gala de sus habilidades y destrezas en el cumplimiento de los procederes de enfermería, y el profesor, en dependencia de estos, puede certificarlos como vencidos o trazar estrategias que le posibiliten al mismo lograrlo.
Existen en estos momentos diferentes técnicas o instrumentos para lograr evaluaciones con validez y confiabilidad, donde prima la justeza del evaluador. Las autoras de este trabajo identifican como alternativa metodológica para evaluar a la rúbrica, por ser guía precisa que valora los aprendizajes y productos realizados de una competencia.