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Humanidades Médicas

versión On-line ISSN 1727-8120

Rev Hum Med v.9 n.2 Ciudad de Camaguey Mayo-ago. 2009

 

ARTÍCULO

Un enfoque axiológico de los trastornos neuróticos

 

An axiological approach to neurotic disorders

 

Arturo José Sánchez Hernández

Médico. Master en Ciencias en Longevidad Satisfactoria. Residente de Primer año de Psiquiatría. Hospital Provincial Psiquiátrico Comandante René Vallejo Ortiz. Camaguey. Cuba. E.Mail: asanchez@finlay.cmw.sld.cu


RESUMEN

El objetivo del trabajo es relacionar los trastornos neuróticos con categorías centrales de la axiología como valoración, valor y socialización. Se establece la participación de las alteraciones en los procesos valorativos, en los mecanismos de producción y en la dinámica de los trastornos neuróticos. Se precisan los valores morales cuyos componentes esenciales se corresponden con elementos también esenciales de los mecanismos de producción de los trastornos neuróticos destacándose la existencia de afectaciones en la prudencia, la justicia, la fortaleza y la moderación. Debido a problemas en los procesos valorativos y en la corrección de errores de valoración, estos pacientes tienen dificultades para apreciar las cualidades personales necesarias para enfrentar las exigencias vitales, resultando en una ineficiente apropiación de valores.

Palabras clave: trastornos neuróticos, valores sociales.

 


ABSTRACT

This paper aims to describe the relationships between neurotic disorders and the main categories of axiology, such as evaluation, value, and socialization. This paper presents a characterization of the participation of alterations in the evaluation processes, the production mechanisms, and the dynamics of neurotic disorders. I identify the moral values whose essential components correspond to the essential elements of production mechanisms of neurotic disorders, pointing out the affectations in prudence, fairness, strength, and moderation. Due to problems of evaluation and correction of misevaluations, these patients fail to appreciate the necessary personality qualities to face the existential demands, resulting in an inefficient value appropriation.

Keywords: neurotic disorders, social values


Trastornos neuróticos y valoración

En el análisis de la formación y dinámica de los trastornos neuróticos, las alteraciones en los procesos valorativos constituyen un elemento sumamente importante, por lo que resulta necesario establecer el lugar de las mismas en estos trastornos.

Valoración pudiera definirse como el proceso mediante el cual un individuo evalúa la significación de las cualidades de objetos, procesos o fenómenos para la satisfacción de sus necesidades así como las de otros. Para que exista valoración tiene que producirse primero un reconocimiento del medio y de necesidades propias y ajenas; luego esta información se procesa, de manera tanto consciente como subconsciente, en términos de probabilidades para satisfacer estas necesidades.

La valoración puede estar enfocada hacia uno mismo, en ese caso se evalúa la significación de las propiedades personales para la satisfacción de necesidades propias y de otros. En la relación del ser humano con la realidad, la valoración constituye un elemento de suma importancia.

La más sencillas de las valoraciones constituye un proceso sumamente complejo en el que se evalúa la información proveniente del medio y de uno mismo, la cual se interpreta en función de matrices de interpretación o códigos, que se forman y modifican a lo largo de la vida.

En su relación con el medio, con los demás y con uno mismo, todo individuo tiene constantemente que realizar valoraciones de lo que significan las propiedades de los diferentes elementos del medio, así como sus cualidades personales y de otros para la satisfacción de sus necesidades. De hecho orienta su conducta en función de esas valoraciones. Pero estas tienen imperfecciones que son corregidas en el proceso de interacción del individuo con los demás, con él mismo y con el medio, incluso las valoraciones iniciales pueden ser muy desacertadas, y de ellas derivarse conductas inadecuadas, y esto pudiera considerarse completamente normal, o al menos no patológico.

En el propio proceso de interacción con la realidad no solo vamos corrigiendo las valoraciones sino también el propio código para el reconocimiento y valoración de la realidad.

Como en los pacientes neuróticos estos procesos se realizan en función de una subjetividad alterada, con perturbaciones en el código de procesamiento de la información, y alteraciones en la jerarquía de motivos, tal reconocimiento y valoración resultarán inadecuados y de ellos se derivarán conductas inapropiadas. Pero si el código puede ser inadecuado y el reconocimiento y valoración de la realidad pueden ser muy desacertados y considerarse completamente normales, ¿qué los caracteriza en los pacientes con trastornos neuróticos?.

Los errores en la interpretación y valoración de la realidad que se producen en estos trastornos no son groseros como ocurre en las psicosis, pero resultan suficientes para producir, conjuntamente con otros factores, alteraciones en la relación con el medio, con los demás y él mismo.

En los pacientes con trastornos neuróticos se producen alteraciones en la interpretación y valoración de la realidad por varias vías como: perturbaciones afectivas dadas por ansiedad, actitudes y jerarquía de motivos inadecuada, y mecanismos de defensa. (Figura 1)

Fig. 1

La ansiedad propia de estos trastornos dificulta la atención, memoria de fijación y percepción de los estímulos de la realidad. A este efecto de las perturbaciones afectivas en los procesos cognitivos, Armando Alonso Álvarez le denomina: “inhibición neurótica de la inteligencia”, lo cual es avalado, en un estudio caso control realizado por este investigador, por la aplicación de técnicas como el test de Rorschach y las pruebas de inteligencia D-48 de Anstey y el INV de Weil. Con la aplicación de estos test se evidenció un rendimiento intelectual en estos pacientes muy por debajo del que deberían tener.1

En el Rorschach, no como hallazgo, sino como patrón o matriz para interpretar hallazgos, se plantea que en los pacientes con trastornos neuróticos existen alteraciones de los procesos cognitivos provocada por la inhibición que genera la ansiedad. 2

Estos pacientes presentan actitudes (Código de procesamiento de la información) en las que sus componentes afectivos cognitivos y por lo tanto el componente valorativo de las mismas no se corresponden con la verdadera significación de las propiedades de los objetos, procesos o fenómenos para la satisfacción de las necesidades del individuo.

Los pacientes con trastornos neuróticos son portadores de una jerarquía de motivos en la que algunos de ellos como los relacionados con la búsqueda de afecto, apoyo y reafirmación ocupan una posición jerárquica demasiado alta con relación a la que deberían tener, limitando el potencial inductor de la actividad de otros motivos relacionados con necesidades que requieren atención urgente o que son realmente importantes para el individuo.3 Problemas no relacionados con estos motivos rectores, pero que son realmente importantes para el individuo, no tendrán la atención que merecen, por lo que las valoraciones de los mismos serán insuficientes o nulas.

Mediante los mecanismos de defensa el individuo se protege subconscientemente de la sobrecarga tensional que ocasiona la reactivación de conflictos intrapsíquicos. Ellos evitan que el paciente tome conciencia de aquellos aspectos de la realidad que le son egodistónicos, ya sea transformando o inhibiendo la percepción de ellos.4 Y si la percepción de algún objeto, proceso o fenómeno de la realidad resulta transformada o inhibida, las valoraciones que puede hacer el individuo de ellos, sobre la base de la información que procesa, es defectuosa o no existe.

No todo error de interpretación y valoración de la realidad participa en la génesis y mantenimiento de los procesos neuróticos. Los vinculados de manera esencial con estos trastornos están relacionados con necesidades importantes para el individuo o este las interpreta erróneamente como tales. A partir de la interpretación de amenazas a la satisfacción de esas necesidades, lo cual es percibido como inseguridad, se desencadena la sintomatología neurótica, previamente condicionada.

La subjetivad alterada, tanto en sus aspectos afectivos como cognitivos, presente en estos pacientes, no solo dificulta el proceso de interpretación y valoración de la realidad, sino también el de corrección del error interpretativo y valorativo, así como del propio código sobre el cual se efectúa tal error. Lejos de corregirlo, más bien lo refuerza y lo extiende a otras áreas.

De muchos de los factores que participan en las alteraciones o ausencia de valoración de elementos de la realidad, el paciente con trastorno neurótico no es consciente, lo cual dificulta aun más la corrección de los procesos valorativos.

De estos errores persistentes se derivan actos y omisiones que son insuficientes para resolver los conflictos y satisfacer necesidades vitales del individuo, por lo que participan de forma importante en la perpetuación de la inadaptación e inadaptabilidad (insuficiencia existencial) presente en los trastornos neuróticos, por medio de una causalidad recursiva con otros elementos biológicos, psicológicos y sociales. (Figura 2)

Fig. 2

¿Qué connotación ético moral tienen las alteraciones en los proceso valorativos que se producen en estos pacientes?.

En nuestra vida cotidiana interactuamos con un sinnúmero de objetos, procesos o fenómenos portadores de propiedades con significación positiva o negativa para la satisfacción de necesidades normales de nuestra especie y la práctica social, por lo que son portadores de valores o antivalores de diferentes zonas o dominios axiológicos: artístico estéticos, científico tecnológicos, históricos, pedagógicos, terapéuticos, de uso, etc. Los valores ético-morales se ponen de manifiesto en la orientación del ser humano con relación a la significación de esas propiedades y en la interacción con los objetos que la portan. Es en esa orientación e interacción que nuestra conducta adquiere una connotación ética. Los valores de esta zona axiológica son expresión de una correcta orientación del ser humano con relación al mundo de los valores y antivalores,5 lo cual permite una adecuada autorregulación a nivel social, y el logro de la adaptación en este nivel adaptativo.

Debido a las alteraciones en los procesos de interpretación y valoración de la realidad presentes en los pacientes con trastornos neuróticos, y a la dificultad para corregir sus errores en los aspectos antes mencionados, estos presentan dificultades para orientarse adecuadamente en el mundo de los valores y, por lo tanto, en el medio social, por lo que la autorregulación a ese nivel adaptativo es inadecuada, lo cual constituye uno de los ángulos de la dificultad ético moral relacionada de manera esencial con estos trastornos.

Con lo hasta aquí expuesto se ha presentado cómo participan los procesos de interpretación y valoración de la realidad en los mecanismos de producción y en la dinámica de los trastornos neuróticos.

Pero los procesos valorativos no existen al margen de los valores, por lo que cabe hacerse la siguiente pregunta: ¿Qué relación existe entre los trastornos neuróticos y los valores?

Trastornos neuróticos y valores

Definición de los valores ético morales cuyos componentes esenciales se corresponden con elementos también esenciales de los mecanismos de producción de los trastornos neuróticos.

Un valor que se encuentra relacionado con las alteraciones en los procesos valorativos y las formas de pensar sentir y actuar que se derivan de ellos, es la prudencia. (Figura 3)

Fig. 3

El término “prudencia” proviene del latín prudentia y este del griego frónesis que designa una forma de sabiduría práctica u orientada a la acción.

Sobre este valor se ha reflexionado desde la antigüedad bajo el nombre de virtud. Para el filósofo griego Platón (427-347 a.n.e) consiste en saber organizar y dirigir racionalmente la conducta y se encuentra estrechamente relacionada con otras tres virtudes: fortaleza, templanza o moderación y justicia, y entre todas hacen posible la justa armonía de la actividad humana. Planteó que el bien supremo es Dios y que la virtud facilita al hombre ordenar su conducta de acuerdo con los dictados de la razón y así la conducta deviene una imitación de Dios.

Para el filósofo griego y discípulo de Platón, Aristóteles (384-322 a.n.e), la prudencia es una disposición práctica orientada a la acción y no a la producción o al conocimiento, y la misma consiste en la capacidad para juzgar con discernimiento entre el bien y el mal para seguir el primero y evitar el segundo, así como la disposición práctica o habilidad para disponer los medios necesarios y adecuados para realizar el bien a través de una adecuada deliberación. 6Para Aristóteles el bien supremo es la felicidad o endemonia.7

Tomás de Aquino (1225-1274) reconcilió el aristotelismo con la autoridad de la Iglesia. Aceptó el tratamiento dado a las virtudes por Platón y Aristóteles, por considerar que la prudencia, la justicia, la fortaleza y la templanza constituyen el fundamento de todas las demás. Según este pensador en estas “virtudes-tipos” se realizan a la perfección los cuatro modos generales de virtud: determinación racional del bien (prudencia), establecimiento del bien (justicia), firmeza para adherirse al bien (fortaleza), y moderación para no dejarse arrastrar al mal (templanza).8 La orientación fundamental de su doctrina es Dios.

En la presente obra el criterio axiológico general es la dignidad humana, la práctica social y la satisfacción de necesidades del ser humano, por lo que no se comparte la orientación teológica de Platón y Tomás de Aquino, ni la eudemónica de Aristóteles.

A pesar de esto, el autor de la presente investigación concuerda con el criterio de que las cualidades: prudencia, justicia, fortaleza y moderación, están interrelacionadas y pueden considerarse como el fundamento de todas las demás; por lo que serán estudiadas las cuatro. (Figura 4)

Fig. 4

En la presente obra la prudencia será asumida como la capacidad para deliberar y decidir adecuadamente y para conducir la propia vida hacia buenos fines a través de buenos medios. Dentro de sus componentes se encuentran el discernimiento de lo que es bueno o malo para seguirlo o huir de ello según sea el caso,9 y la capacidad para replantearse los fines y medios en la medida en que las variaciones del contexto y del propio individuo así lo ameriten, así como adecuar las formas de pensar, sentir y actuar a la verdadera significación de las propiedades de las cosas.

La moderación consiste en mantener las formas de pensar, sentir y actuar dentro de los límites mas allá de los cuales el individuo malogra sus propósitos o se hace daño a sí mismo o a otros injustificadamente. El inmoderado tipifica con su conducta cualquier tipo de antivalor ético moral.

La fortaleza es la capacidad del individuo para sobreponerse a sus inclinaciones y aversiones en las circunstancias en que es preciso hacerlo.

En uno de los extremos viciosos de la fortaleza se encuentra la debilidad del carácter que consiste en la incapacidad del individuo para auto controlarse en las circunstancias y en la forma en que es preciso hacerlo, aun conociendo cómo debe hacerlo. En el otro extremo vicioso se encuentra el autocontrol rígido o injustificado que constituye un obstáculo para la adaptación social.

La justicia es la cualidad que inclina a dar a cada uno lo que a cada uno le corresponde, incluso a uno mismo. Una cualidad que pudiera considerarse un matiz de esta y que se ajusta más al abordaje de los trastornos neuróticos es la asertividad, la cual consiste en la capacidad del individuo para expresar ideas, sentimientos, puntos de vistas y hacer valer los derechos propios sin sentirse culpable,10 pero respetando el derecho ajeno. En uno de sus extremos viciosos se encuentra la pasividad del que permite que otros violen sus derechos o los de otros que debe defender, sin hacer nada al respecto, o ejecutando acciones insuficientes o blandas. En el otro extremo está la agresividad inadecuada que consiste en actuar sin tomar en consideración el derecho ajeno, así como los sentimientos y puntos de vista de los demás.

Definición de la relación existente entre la prudencia, justicia, fortaleza y moderación.

La prudencia tiene una función directriz al permitir al individuo orientarse y priorizar adecuadamente en el mundo de los valores. Sin ella la conducta y los elementos psicológicos que la anteceden tipificarán cualquiera de los extremos viciosos de la fortaleza y de la asertividad. (Figura 7)

Para ser asertivo hay que ser justo con los demás y con uno mismo; para ser justo y defender el derecho propio y ajeno que es nuestra responsabilidad defender, hace falta tener fortaleza, y para determinar cuales son los derechos propios y ajenos en determinadas circunstancias hace falta prudencia.

Por otro lado la prudencia sin fortaleza carece de sentido ya que para el logro de sus objetivos, el individuo necesitará vencer gran cantidad de obstáculos externos e internos, para lo cual necesitará de este valor. También se necesita fortaleza en la forma particular de ecuanimidad para buscar el estado mental adecuado o el mejor estado mental posible para reflexionar y tomar decisiones.

Para poder decir que un individuo orienta su vida hacia buenos fines a través de buenos medios, estos deben estar concebidos en los marcos del respeto al derecho ajeno y al propio, por lo que prudencia y justicia están muy relacionadas.

La fortaleza o autocontrol que se necesita para alcanzar los fines y medios que se plantea el individuo también será correcta desde el punto de vista ético moral si se efectúa respetando el derecho ajeno y el propio, por lo que debe tipificar justicia y asertividad.

Definición de la relación existente entre la valoración y la prudencia, justicia, fortaleza y moderación.

La valoración como fenómeno se encuentra estrechamente vinculada a los valores. Cuando se valora se evalúa si un objeto, proceso o fenómeno es portador de valores o antivalores y el grado o magnitud en que los porta.

Se valora sobre la base de determinados criterios valorativos. Según sea el desarrollo moral del individuo así será la calidad de los criterios con los cuales realiza sus valoraciones y la calidad ético moral de las mismas.

La prudencia implica una forma adecuada de interpretar la realidad y de valorar la importancia de la misma para la satisfacción de necesidades propias o ajenas. Por lo tanto, la valoración adecuada constituye un componente importante de ella. Un individuo con alteraciones en los procesos de interpretación y valoración de la realidad y con dificultades para corregir esos errores, presentará dificultades para comprender la importancia de las cosas y establecer un buen orden de prioridades, lo cual afecta la capacidad para reflexionar adecuadamente y tomar buenas decisiones. Con esto puede plantearse que presentan dificultades con la prudencia. (Figura 3) De hecho, si un individuo es prudente, es capaz de solucionar sus conflictos y obtener un nivel adecuado de satisfacción de sus necesidades más importantes.

Dado que la prudencia es un valor directriz, el paciente presentará dificultades para mantener su conducta, y los procesos psicológicos que la anteceden, en el rango en que tipifican valores ético morales, por lo que será inmoderado. (Figura 5) Debido a esto, su conducta y los elementos psicológicos que la anteceden tipificarán cualesquiera de los extremos viciosos de cualquier valor ético moral.

Fig. 5

La fortaleza existe y se expresa sobre la base de decisiones adecuadas. Si el paciente es imprudente presentará dificultades para sobreponerse a sus inclinaciones y aversiones en la forma, lugar y momento en que es preciso hacerlo. Evadirá situaciones que debe enfrentar, enfrentará otras que debe evadir, evadirá o enfrentará lo que debe evadir o enfrentar, pero en circunstancias inadecuadas. Se trata de un autocontrol desvinculado de la solución de conflictos y satisfacción de necesidades importantes para él. Por lo anterior, puede tipificar tanto debilidad del carácter como autocontrol rígido o injustificado. (Figura 6)

Fig. 6

Siendo estos pacientes portadores de imprudencia, inmoderación y cualquiera de los extremos viciosos de la fortaleza y de las formas particulares de esta, no podrán ser justos con los demás y con ellos mismos, por lo que serán inasertivos, y esta falta de asertividad se puede expresar en cualquiera de los extremos viciosos de este valor: agresividad inadecuada o pasividad. (Figura 7)

Fig. 7

Dado que la prudencia, fortaleza, justicia y moderación constituyen el fundamento de todas los demás cualidades morales, los pacientes con trastornos neuróticos, por el propio funcionamiento de su entidad nosológica, presentarán alteraciones en cualquier valor ético moral.

Para no caer en posiciones maniqueístas, hay que señalar que no resulta fácil precisar la frontera entre el valor y el antivalor ético-moral. Existe una gradación que va desde el antivalor que produce desequilibrios parciales que el individuo o grupo social logran compensar, hasta las formas manifiestas que de manera palpable, desadaptan socialmente al individuo o grupo social y, por consiguiente, producen desadaptación en niveles inferiores de adaptación. El paciente neurótico es portador de antivalores que tienen la suficiente magnitud como para impedirle la adaptación efectiva al medio social, y convertirlos en sufridores crónicos, por lo que aquí el problema axiológico cumple un rol importante en la enfermedad.

El paciente con trastorno neurótico no tipifica los antivalores relacionados con la prudencia, justicia, fortaleza y moderación, en todo momento y ante todos los objetos, procesos o fenómenos con los que interactúa, lo cual, de ocurrir, iría más allá del funcionamiento a nivel neurótico y haría que el individuo necesite ayuda permanente para satisfacer sus necesidades. Pero sí tipifica estos antivalores en determinados momentos, ante determinados objetos, procesos o fenómenos y ante determinadas formas de interactuar con ellos, que impiden la adaptación a nivel social.

Tanto los valores ético morales como las neurosis son fenómenos sumamente complejos y multifacéticos. Ambos se inscriben en la problemática del ser humano, los primeros como expresión de una utilización óptima de los recursos biológicos, psicológicos y sociales con los que cuenta el individuo, y el segundo como expresión de una utilización inadecuada de esos recursos, lo que lleva al paciente a un fracaso sistemático en el enfrentamiento con demandas importantes de su existencia.

Trastornos neuróticos y socialización

Las alteraciones en la socialización están presentes en el proceso mismo de formación de estos trastornos. Pero una vez que se han establecido, la propia psicodinamia de ellos afecta el proceso de formación de valores. En el presente acápite se tratará acerca de las alteraciones en el proceso de socialización una vez que se ha estructurado el proceso neurótico.

Debido a las alteraciones en los procesos de interpretación y valoración de la realidad, el paciente presenta dificultades para apreciar y comprender qué cualidades necesita formar o reparar en su persona para enfrentar las exigencias vitales presentes o inminentes.

De esto se deriva una autoformación desordenada, que no capacita al paciente para resolver los conflictos y necesidades insatisfechas relacionadas con su enfermedad. Los conflictos no resueltos y necesidades insatisfechas tributarán al aumento de las alteraciones afectivas y estas a su vez tributan a las alteraciones en los procesos de interpretación y valoración de la realidad, con lo cual se produce una causalidad recursiva entre estos factores, lo cual favorece la cronificación del proceso neurótico. (Figura 8)

Fig. 8

Esas cualidades que el paciente no forma o repara en su persona son componentes de valores de cualquier zona axiológica. Así puede no formar en sí mismo conocimientos y habilidades que conforman valores científico tecnológicos. A pesar de esto, en la relación entre el funcionamiento de los trastornos neuróticos y el proceso de socialización, la inadecuada formación de cualidades morales tiene un gran peso.

Hasta este punto del análisis se ha presentado la relación existente entre los procesos valorativos, los valores ético morales y el procesos de socialización con los trastornos neuróticos, con lo cual se ha realizado un enfoque axiológico de estos trastornos.

Puede decirse que las actitudes son correctas desde el punto de vista ético moral si sus elementos conativos constituyen una predisposición a la realización de actividades necesarias para el logro de la satisfacción de necesidades y la solución de conflictos, y si sus elementos afectivos y cognitivos son adecuados y suficientes para inducir esas actividades necesarias.

Para que la jerarquía de motivos de un individuo pueda considerarse correcta desde el punto de vista ético moral, cada motivo debe tener el nivel jerárquico y potencial inductor de la actividad necesario para que de ella se deriven, con un alto grado de probabilidades, actos u omisiones que permitan una tendencia a la adaptación social del individuo.

En los trastornos neuróticos se producen alteraciones en la interpretación y valoración de determinados elementos de la realidad, así como una disminución de la capacidad para corregir los errores interpretativos y valorativos.

Dados los propios mecanismos de producción y dinámica de estos trastornos, el paciente es portador de antivalores relacionados con la prudencia, justicia, fortaleza y moderación.

Debido a las alteraciones en los procesos valorativos y la imprudencia que ello implica, el paciente presenta dificultades para apreciar qué cualidades necesita formar en su persona para enfrentar las exigencias vitales presentes o inminentes, y en este sentido su apropiación de valores es deficiente. Lo anterior contribuye a la cronificación de su problema axiológico.

 

CONCLUSIONES

1. En los trastornos neuróticos se producen alteraciones en la interpretación y valoración de determinados elementos de la realidad, así como una disminución de la capacidad para corregir los errores interpretativos y valorativos.

2. Dados los propios mecanismos de producción y la dinámica de estos trastornos, el paciente es portador de antivalores relacionados con la prudencia, justicia, fortaleza y moderación.

3. Debido a las alteraciones en los procesos valorativos y la imprudencia que ello implica, el paciente presenta dificultades para apreciar qué cualidades necesita formar en su persona para enfrentar las exigencias vitales presentes o inminentes, y en este sentido su apropiación de valores es deficiente. Lo anterior contribuye a la cronificación de su problema axiológico.

 

RECOMENDACIONES

1. Desarrollar investigaciones acerca de las formas más adecuadas de formar los valores afectados en los trastornos neuróticos, y las edades de la vida en las que resulta más conveniente hacerlo, para lograr prevención de los mismos.

2. Elaborar un programa de capacitación dirigido al personal encargado del tratamiento de los pacientes que padecen estos trastornos, en los elementos teóricos y metodológicos necesarios para promover o rescatar valores en estos pacientes.

3. Hacer extensivo el enfoque axiológico a otras alteraciones psiquiátricas como las adicciones, en las que estar correctamente pertrechados con determinados valores constituye un factor protector.

 

REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS

< 1. Alonso Álvarez A, Mendoza Tabares E. Estudio de la capacidad intelectual en sujetos con trastornos neuróticos. Revista Cubana de Psicología. 2003; 20(2): 110. /p>

2. Pardillo Palomino J, Fernandez Olazábal P. Psicodiagnóstico de Rorschach. Un manual para la práctica. Camagüey: Editorial Ácana; 2001. pp. 37, 96.

3. Alonso Álvarez A, Mendoza Tabares E. Estudio de la capacidad intelectual en sujetos con trastornos neuróticos. Revista Cubana de Psicología 2003; 20(2): 110.

4. Clavijo Portieles A. Crisis, familia y psicoterapia. La Habana: Editorial de Ciencias Médicas; 2002, p. 46.

5. Sánchez Hernández AJ. Similitudes y diferencias entre los valores de las diferentes zonas o dominios axiológicos. Rev Hum Med 2003; 3(1).

6. Aristóteles. Etica Nicomaquea.* Política. México: Editorial Porrúa, S.A.; 1992, pp. 86, 87.

7. Aristóteles. Etica Nicomaquea * Política. México: Editorial Porrúa, S.A.; 1992, p. 8.

8. Vidal M. Diccionario de Ética Teológica. España: Editorial Verbo Divino; 1991. pp. 631-633.

9. Sánchez Hernández AJ. Los valores ético morales desde una perspectiva psicológica. Rev Hum Med 2006; 6(18).

10. Orlandini A. Psicología del Estrés. Santiago de Cuba: Editorial Oriente; 1994, pp. 19-20.

 

 

Entrada 24/4/09

Aprobado 15/7/09

 

 

Arturo José Sánchez Hernández. Médico. Master en Ciencias en Longevidad Satisfactoria. Residente de Primer año de Psiquiatría. Hospital Provincial Psiquiátrico Comandante René Vallejo Ortiz. E.Mail: asanchez@finlay.cmw.sld.cu