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Humanidades Médicas
versión On-line ISSN 1727-8120
Rev Hum Med v.10 n.2 Ciudad de Camaguey Mayo-ago. 2010
Cátedra
Tula Aguilera, médica y pedagoga
Tula Aguilera, physician and teacher
Libys María Alcaraz GonzálezI
I. Licenciada en Educación especialidad Español y Literatura, Máster en Cultura Latinoamericana, Profesora Asistente, Universidad de Ciencias Médicas de Camagüey, Departamento de Extensión Universitaria, Carretera Central Oeste Km 4½, Camagüey, Cuba, CP. 70 700. libys@iscmc.cmw.sld.cu
ABSTRACT
INTRODUCCIÓN
Su principal legado aparece en el campo de la Medicina, pero no solo la ciencia médica recibió esmerada atención de ella, sino también la Pedagogía; fue miembro de las directivas de la Asociación Médica de Camagüey –desde su fundación–, del Camagüey Tennis Club, de la Revista de la Asociación Femenina, de las Girls Scouts, de la Federación Nacional de Mujeres Profesionales de Negocios de Cuba, de la Fundación Cubana del Buen Vecino, de la Liga Nacional de Defensa del Niño –su presidenta–, del Comité de Damas Leonas camagüeyanas; integrante también de la Sociedad Lyceum; declamadora en veladas culturales y actividades benéficas celebradas en los teatros Principal, Avellaneda y en el Liceo; conferencista en las diversas sedes de las asociaciones mencionadas; colaboradora radial y conductora de un programa de la CMJK La Voz de El Camagüeyano y en la emisora de Rafael Valdés Jiménez, la CMJA; congresista en eventos médicos, pedagógicos y sociales; escritora y divulgadora de los más avanzados estudios de nutrición en el mundo, puestos en práctica primero en su ciudad, después en el país y aprobados para su aplicación en América.
Lo anterior revela una meritoria labor profesional y social que le concede por derecho propio un sitio de honor en la historia de la cultura cubana a la guajirita que nace en Berrocal, un poblado de Guáimaro, el 28 de diciembre de 1888.
DESARROLLO
Dos años más tarde Cuba volvía a la insurrección para liberarse del coloniaje español; con ella, también Guáimaro. Berrocal sufrió nuevamente los embates de otra contienda y quedó devastado. No existe confirmación de la presencia de persona alguna que se dedicara a la educación por esos lares, más en un período de guerra. Sin embargo, en diciembre de 1899, por una orden militar norteamericana, se autorizó con carácter provisional a emplear a cualquier hombre o mujer, suficientemente preparado, para ejercer la docencia.4
En virtud de la anterior orden y de otras, que dispusieron la obligatoriedad de la asistencia a la escuela para los niños de seis a catorce años y el nombramiento de inspectores provinciales y municipales, se conoce que Tula recibió instrucción en su medio rural –de gran valía para ella– y fue Saturnino Marrero, en su labor de inspección, quien descubrió el interés y las posibilidades de la estudiante para seguir superándose, pero esta vez en la ciudad.3
Salió de Berrocal aproximadamente con quince años y vino a la casa de sus padrinos Indalecia e Ignacio, los que a partir de ese momento sufragaron los gastos de su educación. Ellos eran personas bien acreditadas en Camagüey y con la ayuda de las influencias como la de Chapellí Marín,I teniente de la Policía Municipal, ingresó en el Instituto de Segunda Enseñanza.
Paralelamente a esos estudios se examinó en 1906 para obtener el título de Maestra de Instrucción Primaria y lo logró. En Camagüey no existía Escuela Normal en el período, pero desde 1901 en el país se estableció una formación emergente de docentes, a través del sistema conocido como Maestros de Certificado y también las llamadas Escuelas Normales de Verano, que funcionaron hasta 1909.5 Este empeño de obtener dos calificaciones en pocos años, corrobora su capacidad intelectual y su deseo de transmitir los conocimientos adquiridos a sus semejantes.
La solicitud de iniciar estudios superiores se realizó el 28 de septiembre de 1908, sin pérdida de tiempo después del egreso como bachiller y aunque tuvo que retrasarse, por falta de recursos, en el abono de algunos plazos de matrícula, estos fueron autorizados.III La descripción de sus resultados académicos confirmó la entrega al estudio y el aprovechamiento óptimo en él, más de la mitad de las materias examinadas fueron reconocidas con la mejor nota.
Su graduación constituyó un acontecimiento en la provincia natal y un triunfo de las mujeres del momento. El CamagüeyanoIV reflejó el suceso los días 21 y 27 de junio de 1913:
Se hace notorio entonces que esta mujer entró en la historia de la medicina cubana por la puerta ancha, no solo en la cirugía sino también en la ginecología –es la primera en ambas especialidades en el territorio–. Rompió los moldes tradicionales orquestados por los hombres para minimizar la capacidad intelectual del sexo femenino. Además no se convirtió en una profesional a cambio de prebendas deshonrosas, sino por el esfuerzo y la constancia que coronaron sus éxitos. Con el triunfo de Tula se abrió una brecha para todas las mujeres que quisieran imitarla, a riesgo de no obtener simpatías.
Aunque ya había alcanzado su aspiración, no desmayó en el empeño de ser notable en el ejercicio de la profesión, por eso continuó estudios, ahora fuera del país. Buscó donde estaba la cirugía de excelencia: Francia, en la Universidad de París con el profesor Fauré; Estados Unidos, con el diseñador de pinzas quirúrgicas, el citoscopio y el famoso cojín que fue bautizado con su nombre: Howard Kelly. Con él entabló una entrañable amistad que duró por años y por la que volvió a ese país en muchas ocasiones.V Visitó también Alemania, Madrid y Barcelona. Toda su existencia la dedicó a la preparación científica y a hacer valer sus consideraciones por la vía de la persuasión y el entendimiento.
El deseo de dar a conocer lo aprendido y siempre tender una mano amiga al necesitado demuestra el afán de Tula de llevar paralelas el ejercicio de sus dos titulaciones: la pedagogía y la medicina. De la primera se valió, para lograr en la segunda transmitir las orientaciones necesarias a familiares, amistades, colegas, pacientes y población en general, y de esta forma mejorar las condiciones de vida de los receptores.
Su labor pedagógica comenzó el 3 de diciembre de 1923 al inaugurarse la Escuela Normal de Maestros de Camagüey en el antiguo Convento Hospital de San Juan de Dios. Se cumple con su apertura lo legislado desde el 16 de marzo de 1915, de establecer en cada capital de provincia un centro educacional con estas características y aunque las condiciones del inmueble no eran las ideales, se hace realidad el deseo de los padres de poder lograr la formación de sus hijos en el magisterio, sin tener que salir de la ciudad.
La condición de galena le permitió asumir la cátedra de Anatomía, Fisiología e Higiene inicialmente, pero su interés incansable de conocimiento la llevó en 1924 a la capital, para recibir preparación del profesor Hyder en la especialidad de Educación Física. Amplía el aprendizaje en la Universidad de Columbia, Estados Unidos, ese mismo año, para pedir en oposición dicha materia y al lograrla comunica a sus alumnas lo aprendido, al igual que las primeras nociones de Dietética y del empleo de las vitaminas en el ser humano. Lo anterior confirma la aspiración de lograr la formación integral del alumnado, no solo teórica sino también práctica, al vincular a las normalistas en los llamados Sábados de Caridad, creados para ayudar a los enfermos carentes de recursos ingresados en el Hospital General, mediante la regalía de frutas, tabacos y revistas. Tula inculca en sus discípulas la necesidad del alimento para el cuerpo y para el espíritu.
La necesidad de contar con los requerimientos indispensables para instruir adecuadamente a las futuras docentes se cumplió, cuando en la conmemoración del 10 de Octubre del año 1927, Gerardo Machado Morales abrió las puertas de San Zenón de Buenos Aires a la Escuela Normal para Maestros y Maestras que llevaría su nombre. Gertrudis contribuyó al traslado, con visitas y fiestas previas a la inauguración, de modo que los estudiantes y sus familiares se sintieran a gusto con el cambio.
La nueva instalación contaba con campos de deportes, piscinas, pistas y espacios para que ella pudiera demostrar lo saludable de la práctica del ejercicio físico. En su paso por el centro sembró el respeto y la admiración en compañeros de labor y alumnos. La recuerdan por su trato cariñoso, amable, la jovialidad en las clases. Intimó con Luz Cebrián Ferrer, directora del centro, por razones laborales y de credo religioso.
Su preferencia por los vegetales la llevaba a afirmar, dirigiéndose a las discípulas, que ellas tenían una tía que las apreciaba mucho, al oír mencionar su nombre, negaba y precisaba que era la Tiamina.VI Sentaba las bases en las jóvenes para la adquisición de los fundamentos indispensables de la cultura de salud.
Ciego de Ávila la recibió en septiembre de 1937 para el desarrollo de un cursillo de perfeccionamiento dirigido a los maestros de ese distrito, Florida, Morón y Jatibonico. Allí habló sobre la escuela nueva, la profilaxis y mejoramiento infantil, así como las taras y estudios clínicos de los niños. La aceptación de sus propuestas le concedió una invitación para pronunciar un ciclo de conferencias. La labor de promotora de salud sobrepasaba los límites locales y con ella la aceptación nacional.
A una pedagoga no le pueden impedir realizar su hermosa tarea y es por eso que la Aguilera, desde su programa radial en la CMJK, posibilitó la divulgación de la apertura de la Escuela del Hogar, 18 de febrero de 1940,VIII y los requisitos para matricular en ella. El discurso inaugural se le confió, fue elegida profesora y asesora técnica del centro.8 Se presentaba entonces la oportunidad de continuar la propaganda nutricional y vitamínica iniciada con las normalistas.
Comedores infantiles y excursiones ruralesIX se realizaron gracias a su inventiva para darle el carácter práctico que requería la enseñanza de la hogarista. En sus clases de Puericultura introdujo el método de visualización o gráficas con la unidad standarizada Share o Parte, recibido en la Universidad de Columbia; también la Barra de Licores y Jugo de Hortalizas. No solo aprendían las estudiantes, sino también la población porque los detalles de todo este trabajo se divulgó en la radio. Aseguraba a las discípulas que la alimentación sana, abundante en vegetales, frutas, granos y sin exceso de carne y grasa favorecía el mantenerse saludable y joven. Preparaba el Ponche Alegría a base de jugo de naranja, zanahoria, remolacha y meladoX como bebida para las celebraciones.
Tula materializaba las pretensiones de la escuela contemporánea: conjugar la teoría con la práctica; además proporcionaba con el arte de la palabra, basada en la persuasión, las nociones que facilitarían una adecuada higiene nutritiva en sus alumnas y semejantes. Proyectó un sistema de visitas a los hogares con el objetivo de que sus estudiantes pudieran conocer y valorar el ambiente familiar de la infancia, además de entrenarlas en el ofrecimiento de consejos oportunos a los padres, para el crecimiento y desarrollo óptimo de sus hijos. Avisora desde ese momento la necesidad del trabajador social como conductor y apoyo del núcleo poblacional.
Las exposiciones constituyeron un medio de estimulación al alumnado para consolidar los conocimientos adquiridos y sentir la necesidad de mostrarles a otros el trabajo realizado. Gertrudis preparó a sus estudiantes para participar, por el centenario del natalicio de Agramonte, en la Exposición de Agricultura. Se mostraron la colección de gráficas y la dieta requerida por edades y el trabajo obtuvo Diploma de Honor y Medalla de Oro. En otra oportunidad se preparó una en el Ferroviario con la exhibición de los platos, las indicaciones de los ingredientes y la manera de elaborarlos.XI Los límites del recinto estudiantil fueron traspasados para mostrar los logros y beneficios de la labor emprendida.
El quehacer desarrollado por la camagüeyana en la Escuela del Hogar tuvo reconocimiento en el país, primero fue aplicado su sistema en la institución de Santiago de Cuba, seguidamente en Matanzas, La Habana, para ser acogido después por otros planteles. El cargo desempeñado en el centro lo ejerció honorariamente y lo culminó con un cursillo extraclase de nutrición y alimentación. En 1955 impartió uno para maestras hogaristas. Su desinterés por lo material siempre se manifestaba, solo le importaba ayudar a los demás y hacerlo óptimamente.
En este mismo año, el 22 de enero, apareció publicada en la Gaceta Oficial la notificación de la Universidad Ignacio Agramonte,XII anhelo tan añejo de los pobladores de esta región, que desde el 3 de diciembre de 1824 habían elevado a la Corona la petición de una universidad. A las aulas del nuevo recinto universitario llegó Tula para impartir Dietética y Nutriología y nuevamente cosechó la simpatía de profesores y alumnos. Contaba con un espacio más para realizar su campaña benefactora.
CONCLUSIONES
Su trayectoria como estudiante reveló una persona tenaz y ávida de conocimientos y superación; virtudes que se manifestaron en el logro de dos títulos con solo dos años de diferencia –el de maestra, en 1906, y el de bachiller, en 1908–, asimismo como la decisión de lograr el nivel universitario, en la especialidad de medicina.
Los resultados obtenidos en los estudios superiores estuvieron signados en gran medida por el Sobresaliente. Su graduación se convirtió en el triunfo de las mujeres del Camagüey, en el afán de ingresar en la nómina de los responsabilizados con la salud del pueblo. Tuvo el privilegio de ser la primera doctora y cirujana del territorio.
La presencia de Gertrudis en la pedagogía camagüeyana fue notoria, participó de la inauguración de dos centros educacionales que marcan pautas en el territorio en la formación de profesionales: las maestras normalistas y las hogaristas. Pero su reconocimiento social permitió que estuviera también en la primera universidad de la provincia con apoyo gubernamental. El aula le sirvió de alimento moral, espiritual y sobre todo de vía eficaz para transmitir sus ideas revolucionarias en materia de nutrición.
REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS
1. Venegas Delgado H. Retos de la nueva historiografía regional y local en América Latina. En: La región en Cuba. Un ensayo de interpretación historiográfico. Santiago de Cuba: Editorial Oriente; 2001. p. 54.
3. Aguilera Céspedes G, Ferrer RB. Alimentos y nutrición en gráficas y cantos populares. La Habana: Editorial Lex; 1944. p. 22, 18.
5. García Galló GJ. La educación durante la ocupación norteamericana en Cuba. En: Bosquejo histórico de la educación en Cuba. La Habana: Editorial Libros para la Educación; 1978. p. 50.
7. El Camagüeyano. 27 junio 1913; 2 (col. 2).
8. El Camagüeyano. 20 febrero 1940; 3 (col. 1). NOTAS ACLARATORIAS