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Revista Estudios del Desarrollo Social: Cuba y América Latina

versión On-line ISSN 2308-0132

Estudios del Desarrollo Social vol.10 no.1 La Habana ene.-abr. 2022  Epub 01-Abr-2022

 

Artículo original

Violencia de género en comunidades rurales. Una atención diferenciada

Gender Violence in Rural Communities. A Differentiated Attention

0000-0001-6468-8543Gladys Caridad Seguí León1  * 

1Universidad de Pinar del Río “Hermanos Saíz Montes de Oca”. Cuba.

RESUMEN

Demostrar la viabilidad de la elaboración de una estrategia de medios de comunicación en Pinar del Río para el trabajo articulado de la Fiscalía General de la República, la Federación de Mujeres Cubanas y los Medios de Comunicación en la atención a la violencia de género en comunidades rurales, para lograr un tratamiento desde los medios de comunicación masivos a la violencia de género en comunidades rurales, constituiría la fórmula más exitosa para atender un flagelo que ha dañado nuestra sociedad por generaciones. Se propone trabajar la alianza entre la Fiscalía General de la República y la Federación de Mujeres Cubanas en función de unir fortalezas para dar atención a dicha problemática, teniendo en cuenta las características específicas de estos asentamientos. Se justifica la pertinencia de estas alianzas desde el empleo de técnicas y métodos de investigación. Además, se consigue arribar a definiciones concretas sobre violencia de género que viabilizarían la presentación y puesta en práctica de dicha propuesta.

Palabras-clave: alianza; machismo; asentamiento

ABSTRACT

Demonstrate the feasibility of developing a media strategy in Pinar del Río for the joint work of the Attorney General's Office, the Federation of Cuban Women and the Media in addressing gender-based violence in rural communities to achieve a treatment from the mass media to gender violence in rural communities, would be the most successful formula to address a scourge that has damaged our society for generations. It is proposed to work the alliance between the Office of the Attorney General of the Republic and the Federation of Cuban Women in order to unite strengths to give attention to said problem, taking into account the specific characteristics of these settlements. The relevance of these alliances is justified from the use of research techniques and methods. In addition, it is possible to arrive at specific definitions on gender violence that would make the presentation and implementation of said proposal viable.

Key words: alliance; sexism; settlement

INTRODUCCIÓN

En las últimas décadas el estudio y análisis sobre temas de género se han convertido en una de las prioridades para las ciencias sociales en Cuba y el mundo, siempre en busca de lograr una mayor equidad social y una disminución o erradicación del patriarcado; así como ofrecer explicaciones a actitudes y comportamientos machistas que han sido heredados y reproducidos por mujeres y hombres.

Desde la psicología, la educación, la sociología, la comunicación, etcétera se han realizado numerosos y significativos aportes, también de manera conjunta con organizaciones sociales, políticas públicas, instituciones académicas, organismos internacionales y áreas de salud. Esto ha permitido que propuestas aisladas en muchos casos se traduzcan en acciones desplegadas, que, si bien han tenido un desarrollo acelerado en algunos casos, muestran trayectorias diferentes, mayormente desde cada una de estas disciplinas.

En Cuba, desde 1959, la participación de la mujer ha cobrado un papel importante en el espacio público, que se ha visibilizado y le ha ofrecido un sinnúmero de oportunidades; sin embargo, aún queda mucho camino por recorrer. Fundamentalmente en el tratamiento a equidad de género en las comunidades rurales con un enfoque inclusivo desde los Medios de Comunicación Masivos (MCM), que surge como una necesidad emergente en los tiempos actuales, así como las alianzas de estos con la Fiscalía General de la República (FGR) y la Federación de Mujeres Cubanas (FMC).

Una mirada más detenida lleva a ver cómo, desde un trabajo interdisciplinar y que involucra a diferentes actores y estructuras, cuyo vínculo hasta ahora no ha sido lo suficientemente aprovechado en Cuba, se lograría ofrecer una orientación y asesoría más completa en temas de violencia de género en las comunidades rurales del país, sobre todo en el caso de Pinar del Río, provincia a la que se destina esta propuesta.

Una estrategia de medios de comunicación que presente de manera articulada el trabajo mancomunado de la FGR, la FMC y los MCM desde las potencialidades de cada una de estas estructuras y sus fortalezas constituye una herramienta invaluable para la atención, detección y prevención de la violencia psicológica en las comunidades rurales de Pinar del Río. Se propone entonces un análisis interdisciplinar y desplegar varios conceptos elementales para la comprensión de la propuesta; además, se profundizará en los elementos más significativos de la violencia de género en las comunidades rurales. De ahí que el objetivo fue demostrar la viabilidad de la elaboración de una estrategia de medios de comunicación en Pinar del Río para el trabajo articulado de la FMC, los MCM y la FGR en la atención a la violencia de género en comunidades rurales.

DESARROLLO

De acuerdo con la definición aprobada por la Organización de las Naciones Unidas (ONU), en la IV Cumbre Mundial de Beijing, la violencia contra las mujeres se refiere a todo acto de violencia basado en el género, que tiene como resultado posible o real un daño físico, sexual o psicológico, incluidas las amenazas, la coerción o la privación arbitraria de la libertad, ya sea en la vida pública o privada.1

Los estudios sobre violencia de género muestran un conjunto de datos y propuestas teórico-metodológicas que marcan avances importantes en el tema. En el caso de Cuba, solo en los últimos años cobran fuerza estos estudios, y en su mayoría se enfocan en el análisis de la violencia contra las mujeres y los niños al interior de sus respectivas familias. Se asume en este caso como un fenómeno social y cultural, cuyo objetivo radica en mantener la subordinación femenina, que es aprendida y reproducida de generación en generación. Cambian las formas en las que se manifiesta, pero continúa invisibilizada y legitimada por la familia y la comunidad.

Por tanto, resulta imprescindible desmitificar los estereotipos que en el imaginario colectivo han logrado exitosamente a lo largo de la historia naturalizar y legitimar la violencia de género como un mecanismo social clave para perpetuar la subordinación de las mujeres, debido a que el poder se considera patrimonio genérico de los varones.

Comprender que la violencia que se ejerce contra las mujeres es un problema social del que no podemos desentendernos, constituye una necesidad insoslayable, y su prevención y atención deben convertirse en objetivo básico del quehacer de todas las instituciones y los actores sociales implicados. Desmontar los valores de la cultura patriarcal y cambiar las prácticas sociales que los caracterizan, resulta un proceso que requiere sabiduría y voluntad de cambios.2

Se necesita el esfuerzo y compromiso de académicos, activistas sociales, ejecutores de proyectos comunitarios, políticas públicas, instituciones, organizaciones, etcétera para combatir este flagelo que no decrece con el tiempo, sino que se transforma y adopta nuevos modos, se adapta a nuevos espacios y continúa afectando en gran medida a las mujeres.

Las manifestaciones de violencia pueden ir desde las más evidentes, como la física, hasta las más invisibles, como las psicológicas o las simbólicas, todas ellas se pueden desarrollar en cualquier contexto.

La violencia psicológica puede resultar inherente a la violencia física, antecederla, o bien se puede dar al margen de estas agresiones. En cualquiera de estos casos, el abuso emocional es más difícil de identificar y evaluar que el resto, por lo que se sugiere que su severidad se estime en función tanto de la frecuencia con la que se da como del impacto subjetivo que supone para la víctima (Walker, 1983).

En cualquiera de estos casos, a la mujer se le priva de sus derechos y de sus libertades individuales. El temor a volver a ser violentada siempre aparece y salir del ciclo de la violencia se convierte en casi imposible, por lo que en la mayoría de los casos se hace necesario el apoyo y acompañamiento de personas, instituciones u organizaciones para lograrlo.

La mujer que convive con la violencia se siente presa de esa realidad, pues está incorporada en la construcción de su identidad la condición de que tiene el deber de aceptar y someterse a lo que los hombres imponen. Esta naturalización hace al hombre dominar las diversas fases de la vida y del cuerpo de las mujeres, con destaque para las del escenario rural.3

La televisión puede constituir un espacio importante para visibilizar la violencia de género en esos escenarios rurales donde más sometida se ve la mujer al yugo del patriarcado. Con la llegada de la televisión y, más adelante, el triunfo de la Revolución en Cuba surge una oportunidad especial para llegar a través de la gran pantalla a la familia rural cubana con mensajes y programas de orientación social. En la actualidad los espacios y canales televisivos se han diversificado, los contenidos se transmiten con más facilidad al público destinatario, y la rapidez y el alcance de internet facilitan cada uno de estos procesos. Se realizan tanto estudios de recepción como investigaciones científicas asociadas a programas o al consumo televisivo. El tratamiento a la violencia de género tampoco escapa a espacios televisivos y tiene un lugar importante en la investigación académica.

La violencia de género se ha abordado desde diversas aristas en ciencias sociales, según una profunda revisión bibliográfica, en la que fueron consultados 26 estudios realizados por investigadores cubanos e internacionales en los últimos cinco años. En tal sentido, puede resaltarse que existen escasas investigaciones que permitan contar con una gran diversidad de información sobre la adecuada orientación desde los MCM en torno al tratamiento de la violencia de género. Se puede hacer referencia a determinados antecedentes investigativos sobre dicha temática, incluyendo años anteriores. En tal caso, se encuentran algunos estudios realizados en el Centro de Investigación Social (CIS) del Instituto Cubano de Radio y Televisión (ICRT) sobre los mensajes educativos de la televisión cubana, que se centran fundamentalmente en el proceso de realización y recepción, así como en el nivel de audiencia y aceptación de dichos mensajes.4

Algunos trabajos investigativos sobre el tema de género y comunicación en los últimos quince años fueron consultados en la Facultad de Comunicación Social de la Universidad de la Habana. En ellos se realizan interesantes aportes al tema, así como un abordaje teórico y metodológico de la comunicación, y la comunicación con enfoque de género. Ninguno de estos estudios se centró en la elaboración de estrategias de medios ni en el estudio de género desde el espacio rural o el tratamiento a la violencia de género en comunidades rurales.

Otras investigaciones han sido consultadas desde otras ciencias como la psicología o la sociología. En sus resultados se demuestra la existencia de barreras sociales en comunidades rurales asociadas con elementos socioculturales, que sustenta un modelo patriarcal más enraizado y complejo que en comunidades urbanas. Se constata la persistencia de manifestaciones de machismo en forma de prejuicios y estereotipos, cuyos contenidos subvaloran a las mujeres, lo que a su vez se devuelve en un mayor índice de violencia de género al interior de las comunidades rurales. Sin embargo, estas investigaciones están centradas, fundamentalmente, en el análisis o la atención a las inequidades de género sobre el rediseño de las políticas públicas, los estudios de caso, la participación de la mujer, el acceso a los recursos y el liderazgo, sobre todo en los puestos de toma de decisiones. Ninguna está centrada en atender la violencia de género desde la articulación de otras estructuras u organizaciones, menos aún desde la comunicación o el acercamiento a los MCM.

A la Federación de Mujeres Cubanas (FMC) se le asigna como «el órgano rector» para las políticas de género y se le encomienda la tarea de materializar la emancipación de la mujer.5 También ofrece atención y asesoría a las mujeres víctimas de violencia. A pesar de ello, según los registros estadísticos, la violencia intrafamiliar, solo en el caso de la violencia física, representa alrededor del 2 % del total de los casos que en la Federación de Mujeres Cubanas se atiende, por lo que se estima que muy pocas de las mujeres afectadas se acercan a solicitar ayuda; y la propia FMC considera que aún no se logra el suficiente control y análisis de esta problemática (Díaz, Tenorio & Durán, 2017). Según Aida Dorta Pimentel, miembro del secretariado nacional de la FMC, en 2019 solo se acercaron a recibir asesoría y atención 19 mujeres víctimas de violencia en Pinar del Río, cuando, según la propia secretaria, se conoce a nivel de base e identificación de comunidades vulnerables que esta cifra no representa ni el 2 % de las afectaciones en la provincia. Resulta doblemente alarmante que solo 7 de estas mujeres pertenecen a comunidades rurales, cuando se estima que esta cifra es mucho más creciente en estos espacios.

Las zonas rurales tienen la desventaja de encontrarse apartadas de ciudades y pueblos; muchas están en lugares de difícil acceso. Se suma que el personal con el que cuentan tanto la FGR como la FMC para la atención a la violencia de género resulta escaso, por lo que el trabajo preventivo se hace muy complejo en estos lugares, aun con el funcionamiento de las delegaciones territoriales de la FMC.

Dentro de las funciones de la FGR se encuentra el control de la legalidad, para lo que están establecidos diferentes mecanismos como el teléfono, el correo electrónico y la asistencia personal. Además, existe un convenio de colaboración firmado desde la FMC que se cumple a nivel de estructura con un sistema de tareas de control, asesoramiento y ayuda. Sin embargo, a criterio de las entrevistadas, no se aprovecha todavía lo suficiente, cuenta con un equipo de psicólogos, psiquiatras y sociólogos, que asesoran en el trabajo con los casos de violencia de género que atienden y colaboran con las consultorías jurídicas de la FMC. Pero, según Oditza Noda Rodríguez, jefa de departamento de protección a la familia y asuntos jurídicos en Pinar del Río, las alianzas con la FMC no han sido suficientes, ni debidamente aprovechadas; se quedan prácticamente en lo convenido y no se ha logrado un trabajo exitoso de manera conjunta. El tema de la violencia de género resulta, a su vez, demasiado difícil de tratar, así como creciente en la sociedad, por lo que requiere una atención más personalizada y establecer las alianzas necesarias para que sea funcional y ofrezca información que no se malinterprete, pues, en su mayoría, los mensajes que se transmiten a través de los medios de comunicación no resultan pertinentes ni reales ya que muestran a la FGR como vía de solución a estos problemas y no es así. Cuando una mujer que ha sido maltratada se acerca a solicitar ayuda, en ocasiones se frustra, pues considera que en la FGR todos sus problemas se van a solucionar, pero en realidad se reenvía o remite a una de las estructuras con las que labora la organización, como la Policía Nacional Revolucionaria (PNR), etcétera. De este modo, se hace necesario mostrar a la FGR desde los MCM como lo que en verdad representa: un puente o lugar para recibir información y no para solucionar directamente la dificultad.

En Pinar del Río, solo en lo referente a medios audiovisuales, se cuenta con una corresponsalía provincial, una corresponsalía municipal y seis telecentros en diferentes municipios de la provincia, lo que constituye una fortaleza para dar tratamiento al tema de la violencia de género, pues esto se lograría con un enfoque participativo e inclusivo, desde la concepción de una estrategia de medios que parta desde y hacia la comunidad y con la participación activa de sus miembros en la realización de los mensajes audiovisuales.

El género y su particularidad en las comunidades rurales

Desde un inicio, la comunidad rural ha constituido uno de los principales focos de atención de la sociología y la antropología. Estos estudios tienen sus antecedentes desde finales del siglo xix con Ferdinan Tonnies (1947), con Gemeinsschaft und Gecellschaft (1887), el cual constituye el primer trabajo que enfatiza en la comunidad como objeto de análisis, contrapuesta en este caso a la sociedad.

En Cuba, luego del triunfo revolucionario se realiza un trabajo titulado “Estudio de comunidades rurales. Informe”, elaborado por Andre Voisin, en marzo de 1967, de la escuela de Psicología de la Universidad de La Habana. La investigación se realizó a petición de los organismos del país y se localiza en varias comunidades rurales de provincias asignadas, donde se realiza evaluación general de calidad de vida con carácter exploratorio.

Las regiones occidental y oriental del país constituyen las más ruralizadas de Cuba: ninguna llega al 70 % de urbanización. En el caso de Pinar de Río presenta el 64,3 % de urbanización, la tercera más baja del país después de Granma y Guantánamo, según datos estadísticos (ONEI, 2017). De este modo, gran parte de la población vive en zonas rurales cuya actividad fundamental resulta la agricultura.

Entre el hombre y la mujer rural se entreteje el complemento de la productividad, lo que tiende a un desbalance genérico de las funciones al interior de la familia. La mujer es independiente en sus tareas domésticas; sin embargo, se subordina al hombre por apariencias «heredadas» de madres antecesoras que precisaron de la decisión, el criterio, el aporte financiero o, simplemente, de la compañía masculina.

Desde hace poco más de una década se habla de las nuevas ruralidades y de que el mito del hombre rudo y tosco va desapareciendo, por lo que se puede afirmar que la sociedad patriarcal ha perdido rigidez, especialmente en las nuevas generaciones (Osorio, 2011).

Estas nuevas ruralidades constituyen una flexibilización del modelo patriarcal, una adaptación a los nuevos tiempos. Aunque cambie la forma de manifestarse el machismo y la violencia, aún se encuentra enraizado en la familia el modelo patriarcal. Ha de tenerse presente, según Martínez (2011), que las comunidades rurales constituyen por excelencia el medio más propenso para que se desarrollen conductas violentas, fundamentalmente si se trata de la violencia de género, lo que no desestima tales comportamientos en las zonas urbanas.

Violencia de género en comunidades rurales

A partir de consultas a especialistas y la revisión bibliográfica, la violencia de género en comunidades rurales (VGCR) puede definirse como un conjunto de normas o conductas que han sido naturalizadas y heredadas por varias generaciones en espacios rurales que legitiman el poder sobre la mujer y comportamientos machistas asociados a la feminidad y la masculinidad. Pueden ser visibles o no y se manifiesta por lo general al interior de la pareja, aunque se evidencian además en relaciones comunitarias, laborales, familiares, etcétera. Estas se pueden dar entre hombre-mujer y mujer-mujer, con un fuerte arraigo cultural, que trae consigo un proceso de subordinación femenino, condicionado por el estatus de dependencia económica, la confinación de la mujer al espacio doméstico, la insuficiente oportunidad de empleo, la distribución de trabajos asociados con el cuidado y las tareas domésticas, aun cuando posean su propia empresa (costura, bordado, tejido, repostería, manicura, peluquería etcétera).

El bajo nivel de ingreso en la mayoría de estas zonas, y la insuficiencia de espacios para la recreación y el esparcimiento sano de sus habitantes, entre otros factores, condicionan estas actitudes socialmente construidas que varían de acuerdo con la perspectiva de hombres y mujeres, según el tipo de escenario, y tienen como base las diferencias sexuales.

En las comunidades rurales, las relaciones interpersonales y sociales suelen mostrarse mucho más conservadoras, principalmente en lo referido al aislamiento de la mujer al espacio doméstico. En este sentido, las mujeres son llevadas al ejercicio de los papeles pre asignados por la sociedad machista. En la cotidianidad la mujer rural construye su vida según los roles que su grupo social le demanda y con los cuales se identifica en el espacio de su niñez, adolescencia y juventud. Estas comunidades poseen un grupo de elementos propios como el aislamiento entre las viviendas, poca población, dispersión territorial, insuficiencia de empleo y mayor índice de masculinización, características que pueden intervenir en la producción y reproducción de la violencia hacia las mujeres.

Metodología que sustenta la propuesta

Con el fin de demostrar la viabilidad de la realización de esta propuesta, se empleó el método histórico-lógico para revisar, ordenar y sistematizar los referentes teórico-conceptuales, metodológicos y referenciales, con énfasis en su evolución histórica; a la vez que hallar las precisiones necesarias en la investigación. A fin de examinar la información existente sobre el tema en análisis y teniendo en cuenta que la gran mayoría se encuentra en archivos y documentos al interior de las instituciones implicadas, como parte de estrategias, plan de acciones o bases de datos, etcétera, se utilizó la investigación bibliográfico-documental.

Dentro de las técnicas empleadas, la revisión bibliográfica fue determinante para la búsqueda, las consultas y la sistematización de fuentes bibliográficas escritas. Además, se realizó un análisis de contenido cuantitativo que permitió conocer de manera general el comportamiento de la investigación en estas áreas afines, y ofreció la posibilidad de identificar algunos materiales sobre la violencia psicológica en comunidades rurales, o las teorías asociadas al género y la comunicación.

En el proceso se visitaron en busca de información los centros siguientes:

  • Facultad de Comunicación (FCOM) de la Universidad de La Habana (UH).

  • Departamento de Sociología en la Facultad de Filosofía e Historia (FFH) de la Universidad de La Habana (UH).

  • Centro de Investigaciones Psicológicas y Sociológicas (CIPS).

  • Fiscalía General de la República (FGR) en la provincia de Pinar del Río.

  • Secretaría provincial de la FMC en Pinar del Río.

El análisis de contenido cualitativo trató la interpretación y el análisis de los elementos recogido en los documentos e instrumentos. Se tuvieron en cuenta los datos relacionados con las denuncias por violencia de género que han tenido lugar en estas comunidades y los casos que se presentan como factores de riesgo; además de profundizar en el conocimiento que posean las trabajadoras de la FMC, la FGR y los medios de comunicación sobre las formas más frecuentes de violencia de género que se dan al interior de las comunidades rurales y el manejo de este flagelo.

La entrevista en profundidad se aplicó a partir del intercambio con un grupo de personas expertas en los temas de violencia de género y comunidades rurales, lo que ofreció un sinnúmero de sugerencias, datos e información sobre el fenómeno estudiado. Esta se aplicó, además, a personas con experiencia en la investigación y/o el trabajo con la violencia de género, que a su vez han tocado la relación de esta problemática con la comunicación y el trabajo en las comunidades rurales. De acuerdo con estos dos grupos de personas, se diseñaron dos guías de entrevista que, de manera flexible, facilitaron el diálogo en torno a aspectos de interés (Anexos 1 y 2).

Resultados de aplicación de las entrevistas

Además de la consulta realizada a la secretaria de la FMC en la provincia de Pinar del Río y a la jefa del departamento de protección a la familia y asuntos jurídicos de esta ciudad, se consultó a un miembro del mismo departamento, un fiscal, dos especialistas de la Casa de Atención a la Mujer y la Familia (COMF), dos especialistas de la FGR y dos asesoras de la FMC.

Todos coincidieron en que el tratamiento a la violencia de género en las comunidades rurales suele ser más complejo y difícil que en las comunidades urbanas. Según la especialista de la FMC:

No solo se hace compleja la intervención en estos lugares desde la FMC, sino que a veces, como son costumbres casi habituales, las mujeres no saben identificar los tipos de violencia o son dependientes del marido y no hacen la denuncia.

La especialista de la FGR sostiene: «Somos conscientes de que la mayoría de estas mujeres no conocen el trabajo de la FGR y, lo que es peor, no conocen sus derechos». No existe alguna política o marco regulatorio que establezca cómo debe ser el tratamiento a la violencia de género. Existen pasos y procedimientos para atender estos casos cuando llegan a solicitar orientación o apoyo. A su vez, la especialista de la FGR expresa: «Se toman sus datos y se registra el caso para ofrecer seguimiento por la COMF, pasarlo a consultoría o a la PNR de ser necesario».

No existe una metodología que tenga en cuenta las diferencias en el tratamiento a la violencia de género en comunidades rurales y urbanas. Sin embargo, los entrevistados consideran que esta debe tener un procedimiento específico a partir de las diferencias entre los tipos de violencia y la manera en la que se generan en unos y otros espacios, además de lo difícil que resulta su tratamiento en las zonas rurales por considerarse espacios cerrados a personas e instituciones ajenas. La secretaria de la FMC en la provincia plantea:

Las mujeres de las comunidades rurales resultan más propensas a ser víctimas de violencia; sin embargo, es más difícil que la sepan identificar, también se hace casi imposible que se abran con un extraño o que denuncien, pues desde pequeñas aprendieron a tolerar y callar. Penetrar en un domicilio donde hay una mujer violentada representa una tarea casi imposible hasta para un vecino cercano. La familia se cierra y la mujer muchas veces oculta el maltrato por temor a lo que diga la gente o a perder la familia. La mujer de campo es también más tímida e introvertida para hablar de estos temas, que muchas veces se consideran tabú, por eso se necesita llegar a ellas con otro enfoque, otro procedimiento. Incluso cuando se llenan de valor y se acercan a nosotros, es recomendable usar otro tratamiento.

El fiscal comenta que:

Las manifestaciones de violencia resultan diferentes pues el machismo ahí es más fuerte. Generalmente, hasta la familia se hace cómplice a través del silencio, por lo que el tratamiento debe realizarse mediante el acercamiento a través de un conocido de la familia o de miembros de la propia comunidad. El silencio, los abusos sexuales y económicos se muestran más frecuentes en las comunidades rurales; los empujones, cachetadas y hasta usos de armas blancas constituyen elementos que las caracterizan. Estas manifestaciones casi siempre se dan en espacios cerrados.

Según la jefa del departamento de protección a la familia y asuntos jurídicos en Pinar del Río, «las personas del campo cuidan mucho que los intrusos sean testigos de sus abusos, además la mujer siempre está en la casa y eso hace que el abusador pueda aprovecharse y todo queda de puertas hacia adentro». Todas las personas entrevistadas coinciden en que la vergüenza representa uno de los elementos que limita a las mujeres rurales a denunciar, mucho menos los casos de abuso sexual, seguido de la dependencia económica del marido, el temor a perder un techo y acceso a alimentos, pero sobre todo por lo legitimado de estas conductas en este tipo de asentamientos.

A su vez, los entrevistados reconocen que no se ha logrado desde ninguna de estas estructuras la elaboración de un documento, estrategia, manual o procedimiento que norme el trabajo en las comunidades rurales, a partir de las diferencias significativas que existen entre ambos contextos. El fiscal entrevistado agrega:

Aun cuando el trabajo de prevención y asesoría lo hacemos teniendo en cuenta las características sociodemográficas del lugar, no tenemos un documento que nos diga cómo proceder y a veces es muy difícil, pues en el campo la gente vive bajo sus propias normas y eso unido a que resulta difícil acceder, por lo que se hace más complejo. Se puede decir que es muy pobre el trabajo de prevención y atención en las comunidades rurales, para no decir que nulo, pues se limita a acciones aisladas que se realizan en alguna comunidad, en ocasiones una vez en todo el año y en otras ni eso.

Los medios de comunicación, sobre todo los audiovisuales, que constituyen una fortaleza en la provincia, no se han aprovechado lo suficiente para la atención de este flagelo. El especialista del departamento de protección a la familia y asuntos jurídicos en Pinar del Río agrega:

La televisión, sobre todo nacional, ha mostrado a la FGR como vía de solución a esta problemática y no es tan así; nosotros orientamos y asesoramos, somos unos pocos en el departamento que en ocasiones debemos limitarnos a redirigir el problema porque no está en nuestras competencias. Creo que se ha tratado de orientar tanto a la gente que al final se quedan desorientadas y no saben a ciencias cierta a dónde acudir, si a la FMC, a la FGR o a la PNR.

La especialista de la FMC reconoce:

Cada vez que lo necesitamos, la televisión tiene un espacio para nosotras, no nos podemos quejar; cada vez que hay que dar a conocer el trabajo de la FMC o de la COMF ellos están ahí, pero creo que independientemente de eso pueden hacer más comercial televisivo y trabajos periodísticos no solo alegóricos al día de la mujer u otra fecha significativa. El tratamiento de los medios de comunicación a la violencia de género en las comunidades rurales debería ser más adecuado a ese tipo de personas, lo que no sería muy difícil teniendo en cuenta que hay varias corresponsalías municipales de televisión que pueden ser las voces de esas mujeres, orientarlas mejor con la asesoría de la FMC y así llegaría mucho más fácil la idea.

Una estrategia dirigida al tratamiento de la violencia de género en comunidades rurales desde el trabajo articulado de la FMC, la FGR y los medios de comunicación resulta esencial para todos los entrevistados, no solo por lo novedoso de un trabajo conjunto, sino por la posibilidad de éxito, al concentrar en una estrategia las fortalezas de quienes han sido protagonistas en el tratamiento a la violencia de género. La secretaria de la FMC en la provincia concluye:

Unir estas experiencias y saberes, no solo será un trabajo más eficiente, sino que nos dará las herramientas para, de manera conjunta, acceder a esos hogares y comunidades donde de manera independiente no hemos podido llegar. No debe faltar una buena guía de trabajo, un formato de diagnóstico. La FGR debe facilitar todas las herramientas legales de las que se dispone y ponerlas a disposición de las personas; y la FMC, la orientación precisa y el apoyo psicológico en caso de necesitarse. Pero es indispensable, desde los medios de comunicación, entrever más tanto el problema como las posibles soluciones de manera real, que permita llegar a cada localidad y ofrecer la información siempre fácil, concreta y con todos los datos para hacer más confiable no solo nuestro trabajo, sino el proceso de orientación y denuncia si se requiere.

Resultado de la entrevista realizada a especialistas de diversas áreas, que investigan comportamientos, modos de actuación y roles de personas que viven en comunidades rurales

Según la totalidad de los entrevistados, el tema de la violencia de género en las comunidades rurales en Cuba no resulta novedoso. Sin embargo, sí necesita más profundización, pues son comunidades que, por el simple hecho de permanecer aisladas, se encuentran prácticamente silenciadas. El especialista en temas de género entrevistado opina:

Se hace muy difícil el acceso a lo privado en las comunidades rurales. La propia dinámica y el ritmo de las personas que allí viven los hace cómplices de una especie de pacto de silencio que complejiza mucho acercarse desde afuera. Queda bastante por investigar todavía, teniendo en cuenta que la mayor parte de la población en Cuba es rural y que las manifestaciones de violencia de género están demostrado que aquí ocurren con más frecuencia, pues entonces es allá hacia donde debe dirigirse el accionar de los cientistas sociales de hoy.

Algunos entrevistados citan investigadores que han constituido referentes para el estudio de la violencia de género y coinciden en la importancia de su atención en las zonas rurales, pero todos reconocen no adentrarse demasiado en el tema:

Leer algunos artículos de la socióloga Niurka Pérez Rojas, quien ha profundizado en estudios de ruralidad, aunque no desde el género, despierta ciertas inquietudes a partir de las diferencias culturales entre ambos espacios y, por ende, las de género; aun cuando no se trabaje el tema, de una manera u otra lidiamos con todos los proyectos de desarrollo comunitario que trabajamos en zonas rurales, porque siempre está presente. (Julita Morales Arencibia, máster y especialista en temas de género)

Hace más de una década que investigo la violencia de género y me he centrado fundamentalmente en la teoría de Clotilde Proveller, Reina Fleitas o la ya fallecida comunicadora Isabel Moya. Confieso que, aunque no he trabajado zonas rurales, la violencia en estos espacios tiene sus particularidades. La autora Daima Echevarría ha realizado varios aportes a los estudios rurales con un particular enfoque de género y ha ofrecido en su trabajo un análisis muy profundo desde esta problemática. Reconozco que el tratamiento a la violencia de género resulta más sensible en estas zonas y no ha sido lo suficientemente investigado en el país. (Beatriz Hernández, especialista en temas de género y estudios de masculinidades)

Algunos entrevistados plantean que existen estudios que demuestran las diferencias existentes en las manifestaciones de violencia de género entre zonas rurales y urbanas con un basamento fundamentalmente cultural; pero todos, desde su experiencia personal, han podido percibir que, a partir de las dinámicas propias de esas comunidades, la violencia de género no solo se manifiesta de manera diferente a las zonas urbanas, sino que son más fáciles de identificar y difíciles de atender, pues se encuentran más legitimadas y silenciadas. El especialista en temas de género plantea:

Conozco la existencia de investigaciones que se enfocan específicamente en el tratamiento a la violencia de género en comunidades rurales a partir de sus diferencias. Recuerdo ahora una realizada en 2018 en la Universidad de Las Villas sobre las construcciones socioculturales de género en el ámbito rural en Canadá y Cuba, que resultó un novedoso estudio comparado. Otra investigadora, Pilar Alberti Manzanares, ha abordado la temática de la participación de la mujer en el desarrollo rural en México. Pero no es necesario citar un teórico para percibirlo. Cuando se visitan esas comunidades apartadas, es fácil darse cuenta de que la violencia no solo está naturalizada, sino que está silenciada por las mismas mujeres y otros miembros de la comunidad. Estas zonas muestran rasgos distintivos como el aislamiento, la dispersión territorial, la insuficiencia de empleo y el mayor índice de masculinización; todos ellos, elementos que intervienen en la violencia hacia las mujeres, y establecen, además, manifestaciones propias de violencia para las comunidades rurales. Los gritos, las miradas amenazantes, la voz autoritaria, los silencios prolongados, el culpar a la víctima y el abuso sexual frecuente constituyen elementos que distinguen este fenómeno en comunidades rurales. La violencia se da como método de perpetuar el respeto, de mantener todo bajo el control de la dominación masculina, de conservar el orden y la disciplina.

El psicólogo, que trabaja comportamiento de la violencia en comunidades rurales, agrega:

Es más evidente, más frecuente y más legitimada en las comunidades rurales. Resultado del método de dominación masculina para hacer valer su voluntad. Aun cuando el hombre de campo de hoy día no es el mismo de hace años atrás, puede tener teléfono, moto y hasta acceso internet que continúa siendo el mismo machista con una cultura androcéntrica heredada de su padre y de su abuelo.

Ningún entrevistado conoce la existencia de investigación que haya tratado la problemática de la violencia de género en las comunidades rurales a través del trabajo conjunto de la FGR, los medios de comunicación y la FMC, pero aseguran sería muy conveniente que se hiciera. La especialista en comunicación dice:

En mis años de trabajo una vez supe de una investigación que trataba la atención a la violencia de género en las comunidades rurales desde los medios y la FMC, y me pareció genial; era a través de un proyecto, pero nunca se concretó, lastimosamente, pues pretendía involucrar las corresponsalías municipales con el trabajo de asesoría de la FMC. Creo que habría tenido muy buenos resultados. Sin embargo, esta idea de involucrar además a la FGR parece muy factible, pues trabajarían entonces en la unificación de sus fortalezas para dar atención a un problema que cada vez se hace más visible y está naturalizado en las comunidades. Una experiencia de este tipo triplicaría la posibilidad de éxito en la atención y prevención a la violencia de género en comunidades rurales. No conozco ninguna, pero sería factible ir pensando en hablar un solo lenguaje: el de la gente de la comunidad; y hablar un solo discurso, a través de una estrategia bien diseñada y adecuadamente estructurada. Desde los medios de comunicación en Cuba se han realizado algunos intentos por visibilizar la violencia de género en las comunidades rurales, y digo “intentos” porque no creo que se haya logrado. Apenas me atrevo a afirmar que en los últimos años se resumen a comerciales televisivos y mensajes radiales que se realizan como respuesta a una campaña determinada o como una acción más de comunicación dentro de un proyecto de desarrollo sin investigación previa. No se ha logrado que víctimas, perpetradores de la violencia y población en general se sientan identificados o sensibilizados con el mensaje, pue no se hacen a partir de un estudio previo con el objetivo de implicar y comprometer a la audiencia.

El especialista en medios de comunicación agrega:

Sería bueno repensar el tratamiento a las comunidades rurales desde los medios de comunicación como un tema sensible con el que las personas se sientan retratadas: una casa de campo no tiene que ser obligatoriamente de madera y un hombre de campo no necesariamente siempre tiene sombrero. La sociedad ha ido cambiando y la comunidad rural ahora se nos presenta cada vez más moderna, aunque continúa arrastrando los mismos problemas de violencia; y ahí hay que centrarse. Recomiendo tratar de implicar a las personas; hablarles en sus códigos; usar elementos como los gestos, las miradas; y visibilizar las problemáticas que allí existen y parten de una cultura desarrollada por sus propios habitantes, que se hace necesario entender para luego tratar, más allá de encasillar al individuo en la casita de madera y el sombrero, y pensar que ya con esos elementos se recrea toda la escena. Resultaría favorable emitir mensajes por ciclos y coordinados, con cierta periodicidad, más ilustrativos y profundos, y a partir siempre de un diagnóstico bien elaborado, pensado desde su realidad, tanto para un comercial como para un programa de televisión. Los medios de comunicación deben comenzar a hablar el idioma de la gente; con esto me refiero a que deben dar mensajes fáciles de decodificar y con los que las personas se sientan identificadas. No se trata de un mensaje bonito y que agrade, sino de un mensaje que quede, que llame a la reflexión individual, que toque cada fibra de la gente.

El tercer especialista en medios de comunicación consultado añade:

Da igual si la imagen es rural o urbana, eso no tiene tanta importancia como que las personas formen parte de ese material, se sientan identificadas con el contenido; y, aún más, si son parte de la realización, la posibilidad de éxito está garantizada y tenemos todos los medios para lograrlo.

Sin lugar a dudas, los entrevistados coinciden en la fortaleza que representa el empleo de los medios de comunicación para dar tratamiento a la violencia de género en comunidades rurales, pues tienen un gran impacto en la sociedad, nuestra televisión es educativa y resulta un espacio ideal para dar tratamiento a la violencia de género en comunidades rurales. Según uno de los psicólogos que investigan comportamientos, modos de actuación y roles de personas que viven en comunidades rurales:

Hay que tener en cuenta que en zonas rurales normalmente se consume más televisión que en las urbanas, entonces la televisión resulta un aliado indispensable. Un logro importantísimo, además de novedoso, sería aunar los esfuerzos de la FGR, los medios de comunicación y la FMC. Estas estructuras han estado trabajando de manera independiente la misma temática y abordando la misma problemática cada una desde sus aprendizajes y prácticas. Unir todos estos saberes en una estrategia común, con una metodología y un lenguaje único -respetando las normativas de trabajo de cada organización o institución- lograría un mayor impacto, y contribuiría a dar tratamiento a dicha problemática de una manera más efectiva, organizada y concreta, y en una menor brevedad de tiempo posible.

CONCLUSIONES

La alianza entre FMC, MCM y FGR en Pinar del Río es débil en la atención a la violencia de género y nula en lo referente a las comunidades rurales, pues no existe un modelo o una estrategia de trabajo mancomunado, aun cuando estas estructuras cuentan dentro de sus políticas institucionales con una atención prioritaria a este flagelo.

La atención a la violencia de género en comunidades rurales en Pinar del Río, desde los MCM, debe sustentarse sobre bases teóricas, metodológicas y prácticas que examinen el beneficio de todas las potencialidades y particularidades de estas instituciones, y el aprovechamiento de las corresponsalías municipales de televisión en la planificación y construcción de los productos comunicativos.

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Notas aclaratorias:

11 “Plataforma para la acción”. IV Cumbre Mundial de las Naciones Unidas sobre las mujeres. Capítulo IV: Violencia. Párrafos 112-130.

22 Proveyer, C. (2014). Violencia de género. Aproximación desde la realidad cubana. Revista Sexología y Sociedad, 20 (1). Recuperado de: http://www.revsexologiaysociedad.sld.cu/index.php/sexologiaysociedad/article/view/465/507

33 Bervian, G., Costa, M., Cocco da Silva, E., Bastos da Arboit, J. & Honnef, F. (2019). Violencia contra las mujeres rurales: concepciones de profesionales de la red intersectorial de atención. Enfermería Global, 18 (54), 144-79. DOI: https://dx.doi.org/10.6018/eglobal.18.2.324811

44 Cicero, M. y Rodríguez, M. (mayo de 2008): Mensajes educativos de televisión al servicio del bienestar y la salud infantil. La Habana: Centro de Investigaciones Sociales del ICRT; y Cicero, M. (enero de 2013). Mensajes educativos de televisión evaluados por residentes en zonas rurales montañosas. La Habana: Centro de Investigaciones Sociales del ICRT.

55 Naciones Unidas (14 de abril de 2011). “Consideration of Reports Submitted by States Parties under Article 18 of the Convention on the Elimination of all Forms of Discrimination Against Women: Cuba,” Comité para la Eliminación de la Discriminación contra la Mujer.

Anexo 1. Guía para entrevista en profundidad (personas con experiencia en el tema de violencia de género).

Nombre(s) y apellidos 2. Sexo 3. Ocupación 4. Institución a la que pertenece 5. Línea de investigación y/o trabajo en violencia de género

¿Qué opina usted acerca del trabajo o la investigación sobre violencia de género en las comunidades rurales en Cuba?

¿Ha investigado la violencia de género en comunidades rurales? En caso de ser afirmativa su respuesta, ¿qué referentes teóricos y metodológicos ha utilizado para trabajar el tema?

De acuerdo con su opinión, ¿qué elementos distinguen la violencia de género en comunidades rurales de las urbanas? ¿Estos criterios están fundamentados en su experiencia personal o en algún estudio? ¿Puede facilitar alguna referencia?

¿Conoce alguna experiencia investigativa, o de otro tipo, que haya tratado la problemática de la violencia de género en las comunidades rurales a través del trabajo conjunto de la FGR, los medios de comunicación y la FMC? ¿Cuál? ¿Puede facilitar la referencia?

¿Qué opinión le merece el trabajo que se ha realizado en Cuba desde los medios de comunicación en la atención a la violencia de género en comunidades rurales? ¿Qué recomendaría para dar tratamiento a este flagelo desde la comunicación?

De acuerdo con su opinión, ¿cuáles características debería tener el tratamiento por los medios de comunicación de la violencia de género en las comunidades rurales?

¿Considera viable la realización de una estrategia de medios para dar tratamiento a la violencia de género en comunidades rurales, a partir del trabajo conjunto de la FGR, los medios de comunicación y la FMC? ¿Por qué?

Anexo 2. Guía para entrevista en profundidad (personas con experiencia en el trabajo de atención a la violencia de género)

1. Nombre(s) y apellidos 2. Sexo 3. Ocupación 3. Institución a la que pertenece 4. Línea de investigación y/o trabajo en violencia de género.

  1. ¿Puede comentar cómo se diferencia el tratamiento a la violencia de género en comunidades rurales? ¿Existe alguna política o marco regulatorio que establezca cómo debe ser el tratamiento a la violencia de género desde su ocupación?

  2. ¿Existe alguna metodología que establezca diferencias en el tratamiento a la violencia de género en comunidades rurales y urbanas? En caso de no existir, ¿considera que deben tener un procedimiento diferenciado?

  3. ¿Qué elementos diferencian la violencia de género en las comunidades rurales a las urbanas? ¿Puede establecer una comparación entre la cantidad de casos y/o denuncias que se presentan por violencia de género en comunidades rurales y urbanas?

  4. De acuerdo con su opinión, ¿en qué estado se encuentra el trabajo en torno a la problemática de la violencia de género en comunidades rurales?

  5. ¿Conoce alguna experiencia investigativa, de trabajo comunitario u otra que haya tratado la problemática de la violencia de género en comunidades rurales? ¿Cuáles?

  6. ¿Cómo se aprovechan los medios de comunicación para trabajar la problemática?

  7. Según su criterio, ¿cuáles características deberían tener el tratamiento por los medios de comunicación de la violencia de género en las comunidades rurales?

  8. Desde su desempeño, ¿qué elementos debe tener una estrategia dirigida al tratamiento de la violencia de género en comunidades rurales desde el trabajo articulado de la FMC, la FGR y los medios de comunicación? ¿Considera viable esta estrategia?

Recibido: 03 de Diciembre de 2020; Aprobado: 07 de Octubre de 2021

*Autor para la correspondencia: gladysc@upr.edu.cu

La autora declara que no existe conflicto de intereses.

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