OBITUARIO

 

Profesor Luis Rodríguez Rivera

(3 de agosto de1927-3 de diciembre de 2008)

 

 

Una de las figuras paradigmáticas y carismáticas de la medicina clínica cubana en la etapa de la revolución desapareció físicamente en Madrid, ciudad en la que por motivos familiares residía en forma compartida con La Habana. Sus restos fueron traídos por su esposa una semana después, el día 10 de diciembre.

Nació en Santiago de Cuba, se trasladó a La Habana a estudiar medicina y se graduó en 1953. Se formó como clínico en la Sala Clínica Bajos del entonces Hospital Universitario "Gral. Calixto García", uno de los legendarios servicios de la época, cuyo jefe fuera el profesor Pedro Iglesias Betancourt. Allí culminó, en 1959, la especialidad de Medicina Interna. Se destacó tempranamente por su aplicación al estudio y al cuidado de los enfermos, denotó tempranamente sus cualidades como educador.

Se inició como profesor en el año 1960. Realizó una brillante carrera docente, asistencial e investigativa: Especialista de II Grado en Medina Interna (1967), Profesor Titular (1977), Doctor en Ciencias (1981), Profesor Consultante (1997).

Comprometido con la revolución y su pueblo, ocupó distintas responsabilidades: Director del Hospital Docente "Cmdte. M. Fajardo" (1960-64), Director de la Escuela de Medicina de la Universidad de La Habana (1964-67), Jefe del Departamento de Medicina del Hospital Militar "Carlos J. Finlay" (1967-1976), Decano de la Facultad de Medicina Finlay-Albarrán del Instituto Superior de Ciencias Médicas de La Habana (1976-86).

Miembro destacado del Grupo Nacional de Medicina Interna y de la Junta de Gobierno de la Sociedad Cubana de Medicina Interna, Miembro del Tribunal Nacional permanente de Grados Científicos en la rama de la medicina.

Fue merecedor de numerosas condecoraciones y distinciones durante su trayectoria, entre ellas: Distinción por la Educación Cubana, Medalla José Tey y las órdenes Frank País y Carlos J. Finlay, Medalla Piti Fajardo y Medalla 250 Aniversario de la Universidad de La Habana.

Su obra fue vasta, como médico, educador, pensador; nos legó una preciosa producción teórica acerca de la ética del ejercicio y la enseñanza de la medicina, la conceptualización y defensa del método científico y del método clínico, el compromiso filosófico y político con la ideología de la revolución.

Su ausencia nos consterna a sus colegas y amigos, al igual que a cientos de pacientes y alumnos que disfrutaron de su personalidad médica y humana, queda su recuerdo imborrable, su ejemplo y su obra, indudablemente merecen una compilación biográfica que facilite su conocimiento a las nuevas generaciones.