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Revista Cubana de Medicina

On-line version ISSN 1561-302X

Rev cubana med vol.48 no.4 Ciudad de la Habana Oct.-Dec. 2009

 

EDITORIAL

La geriatrización de los servicios y de los profesionales de la salud

The Geriatrics services and of health professionals

 

 

Dr. Alfredo D. Espinosa BritoI; Dr. Ángel J. Romero CabreraII; Dr. Alfredo A. Espinosa RocaII

IDoctor en Ciencias Médicas. Especialista de II Grado en Medicina Interna. Profesor Consultante y de Mérito. Universidad de Ciencias Médicas "Dr. Raúl Dorticós Torrado". Cienfuegos, Cuba.
II
Doctor en Ciencias Médicas. Especialista de II Grado en Medicina Interna y en Geriatría. Profesor Titular. Universidad de Ciencias Médicas "Dr. Raúl Dorticós Torrado" . Cienfuegos, Cuba.

 


A lo largo de la historia, los médicos siempre atendieron enfermos ancianos, aunque en número limitado. A pesar de ello, ya se identificaban en estos pacientes maneras especiales de expresar las enfermedades, las que se conocieron como "formas clínicas en el viejo".

Actualmente, por los cambios sucesivos ocurridos en las sociedades, especialmente durante el pasado siglo, con descensos continuos en la mortalidad y la natalidad, ya es del dominio de todos el progresivo proceso de envejecimiento de las poblaciones, que combina una mayor proporción de adultos mayores con un incremento real de su número y, aún más, de los que llegan a las edades más avanzadas de la vida.1,2 Estos cambios, propios de los países más desarrollados, se han producido en Cuba a una velocidad impresionante, que han convertido nuestra nación en un caso especial en las denominadas transición demográfica y transición epidemiológica.3

En nuestro país, las personas de 60 años y más, en relación con la población total, alcanzaron el 4,6 % en 1907, el 4,8 % en 1919, el 5,1 % en 1931, el 5,6 % en 1943, el 6,7 % en 1950, el 9,2 % en 1970, el 10,9 % en 1981, el 14,3 % en el 2000, el 16,6 % en el 2007 y se pronostica el 25 % para el 2025. Sin embargo, para la planificación y organización de los servicios, lo más importante es conocer también que de una elevada cifra que existía ya en el 2007, de 1 823 069 adultos mayores de 60 años, se pronostica un crecimiento de más de un millón para el año 2025, donde se alcanzará la cantidad de 2 918 713.3

Aunque sabemos que el desafío del envejecimiento poblacional y la asistencia a las personas mayores es un problema de toda la sociedad y, por tanto, es más social que médico, que requiere de una respuesta global e integrada en cada momento y lugar, aquí solo nos referiremos a su repercusión sobre los servicios de salud, la necesidad de formar profesionales de la salud en un contexto demográfico y epidemiológico diferente, situación hasta ahora desconocida por la humanidad.

Sin embargo, está claro que la estrategia actual y futura para enfrentar el reto del cuidado clínico de los adultos mayores no puede estar encargada solamente a la Geriatría, a los geriatras y a otros profesionales y técnicos especializados en esta rama, también se necesita de un personal bien calificado y dedicado a esta disciplina, que oriente y coordine la atención a los ancianos.4

Los problemas de salud de los adultos mayores requieren del concurso de prácticamente todas las denominadas especialidades clínicas y quirúrgicas, donde tiene un protagonismo especial la Medicina Interna. Hay algunas, aparentemente no relacionadas con los adultos mayores, que cada vez se dedican más a ellos, aún sin contar con una formación básica en el enfoque geriátrico de sus pacientes, enfoque que incluye desde un conocimiento adecuado de la fisiología del envejecimiento, hasta el uso apropiado de medicamentos, por solo mencionar 2 aspectos que se dan por sabidos, pero que con frecuencia no lo son. Entre esas especialidades y servicios, cada vez más presionados con la atención de este grupo poblacional, podemos mencionar, únicamente como botón de muestra, a Ortopedia y Traumatología que se enfrenta a la epidemia creciente de fracturas de cadera, a Urología que atiende un número cada vez mayor de enfermos con padecimientos prostáticos, a Cirugía General que asume decisiones complicadas frente a situaciones quirúrgicas nuevas, a Anestesiología que requiere de nuevos conocimientos y habilidades perioperatorias en la asistencia de los ancianos, a Psiquiatría que tiene retos tan cruciales como la depresión y la demencia en la tercera edad y a Cuidados Intensivos que progresivamente ha dado entrada en sus servicios a los enfermos geriátricos críticos.

La evaluación geriátrica básica, constituye la piedra angular de la atención clínica a los adultos mayores y consiste en aplicar el método clínico en su dimensión más integral, a los problemas especiales de salud de los adultos mayores.5,6 Mientras el método clínico se ha definido como el proceso de diagnóstico y tratamiento en la práctica médica, la evaluación geriátrica constituye un proceso de diagnóstico multidimensional, dirigido a determinar las capacidades en las diferentes áreas de los pacientes ancianos (biomédicas, psicológicas, socioeconómicas y problemas funcionales), con el propósito de desarrollar un plan general de cuidados y seguimiento.7 Si bien es importante identificar todas las comorbilidades en estos enfermos, debe hacerse mayor énfasis en el componente funcional de esta evaluación, que resume todas las medidas de las capacidades, independencia y salud general del anciano. La identificación del anciano frágil, que está en riesgo de desarrollar un estado que requiera de cuidados especiales, por sus condiciones biológicas, psicológicas, sociales o funcionales8 y la elaboración de planes de cuidados en dependencia de los resultados de la evaluación geriátrica, son otros 2 aspectos cardinales en la atención integral de los pacientes más viejos.4,7

Por tanto consideramos que lo ideal es dotar, a los demás especialistas médicos que atienden a los adultos mayores, con los atributos y enfoques de la Geriatría y, junto a ellos, a los profesionales de enfermería, psicología, trabajo social, rehabilitación, dietética, farmacia y otros, que forman parte de los equipos de atención a este tipo de enfermos. Esto comportaría una actitud diferente en estos profesionales, con la aplicación de un enfoque geriátrico que incluya la evaluación geriátrica básica en los diferentes servicios de cuidados, así como actividades docentes y de investigación clínica. Este proceso, al que hemos denominado desde hace algunos años, "geriatrización de los servicios",9 permitiría enfrentar con éxito el proceso de envejecimiento rápido de la población, mientras se logran nuevas adaptaciones de los recursos materiales y humanos a las nuevas necesidades, así como se establecen las bases por lograr "hospitales, policlínicos y consultorios amigos del adulto mayor y su familia". Este planteamiento es, además, más económico, comparado con la formación de especialistas en Geriatría, proceso también necesario, pero mucho más lento y costoso.10

Así, la enseñanza del cuidado clínico del anciano debe iniciarse ya desde los estudiantes de la salud (lo que se ha denominado "transcurricularización" de la Geriatría), que serán los profesionales que atenderán a los adultos mayores del mañana.7 Sin embargo, consideramos que el énfasis actual debería hacerse en la educación continuada de los profesionales ya graduados, formadores posteriores de nuevas hornadas de estudiantes con estos conceptos, cuyo impacto a corto plazo sería mayor.

Entre las estrategias que proponemos, y que hemos usado con buenos resultados, están:

-Crear grupos de especialistas con especial motivación y calificación en la atención a los adultos mayores, a partir de líderes en sus propios campos.
-Publicar manuales de evaluación geriátrica y textos autóctonos dedicados a la asistencia clínica del adulto mayor.11-13
-Impartir cursos de entrenamiento y capacitación dirigidos a todo el personal involucrado en el cuidado de los ancianos.
-Introducir la aplicación de la evaluación geriátrica, paso a paso, en los diferentes servicios.
-Realizar investigaciones clínicas, no solo descriptivas, sino también otras que evalúen el efecto de la evaluación geriátrica y las intervenciones que de ella se derivan, en diferentes momentos y lugares.
-Intercambiar estas ideas y los resultados alcanzados en distintos escenarios médicos y académicos.

REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS

1. Omran AR. The Epidemiologic Transition. Milkbank Mem Fund. 1971;49:509-38.

2. Omran AR. The epidemiologic transition in the Americas. Washington DC: Pan American Health Organization; 1996.

3. Oficina Nacional de Estadísticas. El envejecimiento de la población: Cuba y sus territorios. La Habana: Centro de Estudios de Población y Desarrollo; junio 2008.

4. Romero Cabrera AJ. Perspectivas actuales en la asistencia sanitaria al adulto mayor. Rev Panam Salud Pública. 2008;24(4):288-94.

5. Vega E. Evaluación del anciano. En: Prieto O, Vega E, editores. Temas de Gerontología. La Habana: Editorial Científico Técnica; 1996. p. 11925

6. Romero AJ. La historia clínica en Geriatría. Evaluación geriátrica. En: Temas para la asistencia clínica del adulto mayor. Cienfuegos: Ed. Universidad "Carlos Rafael Rodríguez"; 2007:20-32.

7. Espinosa Brito A, Romero Cabrera AJ. Evaluación geriátrica: metas, método e implementación. Rev Asoc Colomb Gerontol Geriatr. 2008;22(3):1184-90.

8. Romero Cabrera AJ. La fragilidad como punto de corte en geriatría. Geriátrika. 2006;22(2):426.

9. Tamayo S. ¿Geriatrización de los servicios de salud? Gerosur. 1997;1(1):12.

10. Espinosa Brito A. La geriatría: ¿una especialidad? En: Espinosa A, Romero AJ, editores. Temas de Gerontogeriatría. Cienfuegos: Editorial Finlay; 1990. p.110.

11. Romero AJ, Tamayo S, Mendoza C, Olascoaga F, Garriga JL, Cordero JR. Manual de evaluación geriátrica. Servicio de Geriatría. Cienfuegos: Hospital Universitario "Dr. Gustavo Aldereguía Lima"; 1998.

12. Espinosa A, Romero AJ. Temas de Gerontogeriatría. Cienfuegos: Editorial Finlay; 1990.

13. Romero AJ. Temas para la asistencia clínica del adulto mayor. Cienfuegos: Ed. Universidad "Carlos Rafael Rodríguez"; 2007.

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