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Señor Director.
En los últimos años el mundo digital ha cobrado un papel protagónico en el desarrollo de la historia misma, y las revistas electrónicas han evolucionado vertiginosamente, los jóvenes y no tan jóvenes se ven cada vez más interesados en investigar, y sobre todo publicar, para ser reconocidos en la comunidad de los grandes profesionales. Comienzan entonces una carrera por dar visibilidad a su nombre en la mayor cantidad de revistas. Cada uno se propone una trayectoria en ciertas áreas, cuando es más profunda se vuelven cercanos a las grandes personalidades, a este surco lo llamaremos línea investigativa.
La línea investigativa, a medida que el joven o profesional adquiera una formación, se verá interesado en trazarse un rumbo específico, que la hará por sí más profunda; como consecuencia de la alta calidad de dicha formación. Se puede decir entonces que una línea sólida es un excelente marcador del desarrollo profesional de cada persona que cursa por el mundo de hacer para publicar.
Según una tradición centenaria, las modernas universidades fundamentan su legitimidad y autoridad en el valor del conocimiento publicado, que proporciona un estándar objetivo y medible para el desempeño y control institucional, de la misma manera se valora el desempeño de los estudiantes de ellas. Los sistemas de gestión del desempeño universitario y asignación de recursos, por ejemplo, están impulsados cada vez más por una cultura de auditoría corporativa en la que los recursos y las recompensas dependen de medidas cuantificables del valor de la investigación.1
Cuando la circunstancia impone crecer en número para alcanzar cierto estándar cuantitativo se empieza a perder calidad y ocurre un pseudo-crecimiento que no es perceptible por los que lo presentan, por el éxtasis de sus pseudo-logros. Es un hecho históricamente demostrado, que la calidad y la cantidad no suelen ir de la mano en circunstancias normales.
En la actualidad muchos se ven cegados por estos estándares cuantitativos y dejan de comprender lo necesario que es la calidad, sobre todo en el área investigativa. Es realmente alarmante ver las ansias de alcanzar una publicación más, aun cuando esta no aporte conocimiento científico avalado.
Se publican artículos de las temáticas más variadas posibles, temáticas de las que ni siquiera tienen el mínimo conocimiento, entran a formar parte de la autoría de algún artículo del que no tienen idea y su línea investigativa empieza a hacerse cada vez más difusa e imprecisa, en vez de hacerse más profunda se vuelve más ancha y superficial y amenaza con volverse imperceptible.
Es cierto que estos modos de actuación son parte de algo tan arraigado como la idiosincrasia, la circunstancia puede llegar a imponer un número para alcanzar cierta categoría necesaria, pero esto es solo burocracia. El problema real empieza cuando se hace de esto un hábito.
Es necesario crear conciencia para formar futuras generaciones mejores. Generaciones con altos estándares científico-investigativos, que luchen por tener una línea de investigación sólida y profunda, basada en la calidad y no en la cantidad. También es necesario revisar las leyes normativas en base a mejorar las medidas de los sistemas de puntuación y acabar así con la imposición cuantitativa.
