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Cuadernos de Historia de la Salud Pública

versión impresa ISSN 0045-9178

Cuad Hist Salud Pública  n.97 Ciudad de la Habana ene.-jun. 2005

 

Historia de la Medicina en Cuba. Primer cuarto del siglo XIX (1801-1825)

Panorama histórico dominante

Durante este período se vio Europa conmovida por la Epopeya Napoleónica, figurando Francia en primer lugar tanto desde el punto de vista militar como el científico y especialmente médico. Rusia sostuvo guerra con Turquía y adquirió varios territorios, el Ducado de Finlandia cedido por Suecia y por el tratado de Viena, de 1815, parte de la Polonia. Lombardía se sublevó contra Austria en el año de 1821. Grecia obtuvo su independencia después de una sangrienta guerra con Turquía. En América se independizaron las colonias españolas, Brasil de Portugal y Estados Unidos sostuvo una guerra con Inglaterra y adquirió de Francia parte de la Florida.

España, unida a Francia por el Pacto de la Granja, de 1796, sostuvo guerra con la Gran Bretaña y perdió su escuadra en la derrota de Trafalgar en 1803. Godoy, favorito del rey Carlos IV, firmó el tratado de Fontainnebleau con Napoleón y las tropas francesas ocuparon a Portugal y a la propia España. El 2 de mayo de 1804 ocurrió en la Península un alzamiento general contra las tropas francesas a lo que siguió una sangrienta guerra que después de varias alternativas terminó con la derrota de los invasores en 1813. Durante este tiempo gobernó a España la Junta Central de Cádiz a la que sucedió Las Cortes. Ese año se votó en Cádiz la Constitución, por esa Institución que proclamó la soberanía nacional y abolió el derecho divino de los Reyes. Al regresar de Francia el rey Fernando VII su primer acto político fue anular la Constitución hecha por Las Cortes, restableciendo el gobierno absoluto e inaugurando un sistema de persecución sangrienta lo que dio origen a represalias y tentativas para derribar aquella situación. Al fin, el ejército que se formaba en Andalucía para ser enviado a América, se sublevó en las Cabezas de San Juan a las órdenes de Rafael del Riego, proclamando la Constitución. Esta desapareció en 1823 por la intervención de cien mil soldados franceses, al mando de Angulema, que disolvió Las Cortes y Fernando VII fue integrado en el pleno ejercicio de la autoridad absoluta de acuerdo con lo resuelto por varios Reyes de Europa en el Congreso de Verona. El Rey de España empleó su absolutismo para perseguir y dar muerte a los Liberales, siendo víctimas de esta reacción Riego y "El Empecinado", entre otros muchos.

Durante este período perdió España todas sus colonias de Tierra Firme, en América.

La situación de Cuba durante estos primeros veinte y cinco años del siglo no fue más que el reflejo de lo que pasaba en la Península. Sus costas se vieron atacadas por las armadas inglesas primeramente y luego por corsarios y barcos de Colombia. El comercio se redujo de una manera notable y la falta de comunicaciones impidió el progreso en los primeros años. Sufrió de epidemias por el trasiego de tropas con las colonias sublevadas. Aumentó la población negra por la introducción de miles de "bozales". Se iniciaron las primeras agitaciones políticas interiores y ocurrieron terribles sequías, ciclones y epidemias. Sin embargo, la recta actuación de hombres superiores, desinteresados y amantes del país como D. Francisco Arango y Parreño, D. José Pablo Valiente, D. Tomás Romay y Chacón, el Obispo Juan J. de Espada y Landa, D. Alejandro Ramírez, el pbro. Félix Varela y la Sociedad Patriótica, fue altamente beneficiosa para el país iniciándose desde 1816 un cambio favorable con el aumento de la riqueza, fomento de cafetales e ingenios, libertad de comercio, abolición oficial de la "trata", primeros Diputados a Cortes, propagación de la vacuna, juntas de sanidad y años de más libertad cuando se restableció la Constitución. La visita del sabio alemán Humboldt dio a conocer la riqueza de Cuba en el extranjero. El Obispo Espada prohibió enterrar en el recinto de las iglesias. Aumentó la inmigración de gente buena de la Florida, Santo Domingo, Haití y del norte de España. Se fundó a Cienfuegos. Se inició la Sección de Educación de la Sociedad Patriótica, la Academia de Dibujo y Pintura, el Jardín Botánico, las Cátedras de Anatomía y Botánica, etc. Romay, adelantó la medicina; Estévez, la física, y Varela, la filosofía. Al finalizar este período contaba Cuba con más de medio millón de habitantes, se inició la separación política entre españoles y cubanos, se fundaron las primeras sociedades secretas, se ahogó la conspiración de los Rayos y Soles de Bolívares pero dominaba el gobierno absoluto con el Capitán General Vives.

A fines de este período se empezó a sentir el efecto de la Revolución Francesa que juntó, unió y renovó a las sociedades europeas. Las naciones empiezan a pasar de la unidad absoluta a la constitucional. Nace el individualismo. Alemania, a pesar de arrastrar la servidumbre política, se distinguió en literatura con Herder, Goethe, Schiller, etc. Francia como potencia militar y desde el punto de vista de la medicina. En Inglaterra brillaron Byron y Schelley. España e Italia imitan la literatura francesa. La música y la filosofía alcanzan gran desarrollo en Alemania. En Francia Monge crea la geometría descriptiva y Carnot la moderna; Laplace y Herschell adelantan la astronomía; Gay-Lussac y Berthellot, la química, etc. Volta inventa la pila eléctrica; Cuvier, la geología; Humboldt y Bompland, crearon la geografía de las plantas; Lamarck, la zoología y otros más. Estados Unidos con el vapor creaba una revolución.

Ojeada en el campo de la medicina

En los primeros años del siglo XIX la medicina europea permaneció estacionaria. Los médicos continuaban con su existencia vegetativa y se reflejaba el carácter del siglo anterior. La exposición al frío, los trastornos de la dieta y las "miasmas" o agente intactil, invisible, como un efluvio que se encontraba en el aire por la descomposición de las sustancias animales y vegetales y que entraba en el organismo por la boca, la piel o la respiración, explicaba la causa de la mayor parte de las enfermedades, especialmente las infecciosas. Se daba más importancia a la nosología que a la terapéutica, y esta se basaba principalmente en la sangría, antimonio, quina, opio, béquicos, antiflogísticos, diaforéticos, purgas, clisteres, etc. La enseñanza de la medicina era poco práctica y la capacidad del profesor se juzgaba por su poder retórico y elocuencia.

Este letargo de los primeros años empezó a despertar después del primer decenio con los adelantos de la física, de la química y de la botánica. La primera dio a conocer nuevas leyes, supo del astigmatismo y de la teoría ondulatoria de la luz. La química descubrió varias sales, álcalis y principios activos como la morfina, la emetina y la estricnina. La botánica conoció nuevas drogas vegetales como la gutagamba, el buchú, el aceite de croton, etc.

La anatomía progresó con los trabajos de Bichat. Nació la histología con el descubrimiento del microscopio. Se iniciaron los estudios de la anatomía patológica que empezó a conocer mejor las lesiones de los órganos. La fisiología se hizo experimental con Bell, Magendie, Llegalis y Flourens. La oftalmología hizo notables progresos en Italia. La paidopatía en Francia con Bessard y Guisand. La psiquiatría en ese mismo país con Pinel y la obstetricia con Mad. Bovin, Mad. La Chapelle y Naegele. La otología con Itard.

Fig. 6. Don Francisco Arango y Parreño (1765-1837). Impulsor de la gran reforma universitaria de 1842.

La clínica médica que hacen brillar Laennec y Andral, agregó, al rutinario examen de la lengua, piel, mucosas, respiración, pulsación, aspecto del sensorio, de la facies, etc., el diagnóstico físico creado por Auenbrugger, Corvisard, que dio el primer curso de clínica médica en Francia, y Laennec. Se inició el examen de la albúmina en la orina. Se conocieron nuevos procesos como la endocarditis, la hemofilia, el reumatismo del corazón, el tifus exantemático, etc. y lesiones como el tubérculo y la afasia.

La cirugía progresó notablemente en la técnica de las ligaduras arteriales, amputaciones y otras intervenciones. Albernety, ligó la carótida primitiva. Mac Donald, hizo la ovariotomía. Astley Cooper, ligó la aorta abdominal, y Syrme, introdujo la cura húmeda en el tratamiento de las heridas infectadas.

El pensamiento se hacía dominante. El imperio de Broussais -que había arrojado al suelo las teorías metafísicas de la enfermedad- empezó a debilitarse por las profundas investigaciones de Louis. Las nuevas ideas van dejando atrás las antiguas trabas. Se empieza a realizar la observación sin ideas preconcebidas y la experimentación con reglas más seguras. Se inicia el dominio de la anatomía patológica al superponer el conocimiento de las lesiones a los signos clínicos.

Con el desarrollo de este libro vamos viendo que las vagas conjeturas del antiguo arte de curar van siendo sustituidas por el progreso lento, pero incesante, de la medicina. Las falsas creencias alumbran un momento pero desaparecen. La verdadera ciencia -que en ocasiones parece oscurecida- surge de nuevo con más brío, vigor y entusiasmo pues así marcha siempre el progreso.

Doctrinas médicas imperantes en Cuba

Todo lo que señalamos en el final del siglo anterior, continuaba en el mismo estado al iniciarse el siglo XIX. Discutían los dogmáticos, vitalistas, materialistas, brownianos, etc. y por último, entraron en el palenque los partidarios de las teorías de Broussais que llegaron a dominar al finalizar el primer cuarto del siglo XIX.

El Dr. Lorenzo Hernández, catedrático de Prima (fisiología) seguía las teorías de Boherhaave (1678-1738), de Haller (1708-1777) y de Morgagni (1682-1771). Con el primero creía en dos grandes propiedades vitales de los tejidos: la irritabilidad y la sensibilidad, por tanto en su terapéutica se dirigía a aumentar o disminuir la irritabilidad según los casos. Siguiendo a Boherhaave, era en el fondo iatromecánico y estimaba que el organismo estaba regido por leyes mecánicas y en este sentido hacía desempeñar gran papel a la obstrucción, estancamiento y corrupción de los humores, siendo desde este punto de vista amigo de la polifarmacia y daba en tal concepto preferencia a las sustancias desobstruyentes, fundentes, a los diaforéticos, diluyentes y alternantes. Imitando al tercero (Morgagni) comparaba los datos cadavéricos del enfermo con los síntomas que había presentado en la clínica.

Su sucesor en la cátedra, D. Benito Morales, de ideas más modernas, se decidió por Bichat (1771-1802), genio francés, que aunque de escuela vitalista, demostró que los órganos, al constar de diversos tejidos, cada uno podía enfermarse con independencia de los otros, porque en el tejido está el verdadero asiento de la enfermedad y con esta concepción dio origen a la iniciación de la anatomía general y a la histología normal y patológica. Pero por desgracia Don Benito fue sustituido por el Dr. Francisco Ignacio de Soria que mirando más al pasado llevó la fisiología a 50 años atrás (R. Cowley V. Machado). El Dr. Roque Oyarbide, catedrático de Método o Terapéutica, seguía en su enseñanza principios anticuados.

Sus sucesores Simón Vicente de Hevia y Francisco Sandoval también miraron al pasado. El primero defendió las ideas de Brown (1735-1788) de la irritabilidad: la vida depende del estímulo; cuando la exitación es demasiado intensa se producen enfermedades esténicas, y lo contrario ocasiona afecciones asténicas. Con estas ideas se recomendaban los estimulantes y los tónicos. La facilidad de aplicar en la clínica esta teoría le dio muchos partidarios.

El profesor universitario D. Francisco Sandoval dejó la anatomía de Bichat y volvió a la de Lázaro Riverio.

Por suerte, fuera de las cátedras universitarias actuaban hombres como Tomás Romay, Fernando González del Valle, Francisco Alonso Fernández, Vicente A. Castro, y otros que aceptaban las teorías modernas y las ponían en conocimiento de sus alumnos en los hospitales de San Juan de Dios y de San Ambrosio e hicieron progresar la anatomía, la fisiología y la cirugía, retrasadas desde 1797. El libro de Anatomía de Lacava y Bonells, sustituyó al de Heister; la Higiene de Tourtelle a la de Caldami y últimamente se introdujo el buen libro de Clínica de Chomel que empezó a demoler el edificio construido por Broussais cuyas ideas se habían impuesto desde 1820. F.J. Broussais (1772-1838), contrario a Laennec llevó sus teorías con la fogosidad del ambiente romántico de la época y al sostener que la única propiedad de la materia viva era la contractilidad, resultante de la irritación de los tejidos, dio predominio en su terapéutica a la medicación antiflogística y con ello predominó la sangría. El Dr. Agustín Encinoso de Abreu, catedrático de Fisiología figuraba entre los más decididos partidarios de esta fatal teoría "que hizo correr tanta sangre como las guerras napoleónicas".

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