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Cuadernos de Historia de la Salud Pública

Print version ISSN 0045-9178

Cuad Hist Salud Pública  no.97 Ciudad de la Habana Jan.-June 2005

 

Hospitales y otras instituciones

Hospital de la Armada (para marinos de guerra)

Desde antes del año 1721 se atendían en la Enfermería de Belén los enfermos de la marina y tropa de tierra. En 1738, con la llegada de la Armada de Pizarra, aumentó de una manera notable el número de enfermos de fiebre amarilla, por cuyo motivo se habilitó un Hospital Provisional para Marinos, en una casa del Obispo Jerónimo Valdés, situada a la vera del Hospicio de San Isidro (que ocupaban los franciscanos), que tenían 41 varas de frente con tres viviendas a la calle, que había servido para Cuartel de Dragones, y con capacidad para 360 enfermos. Allí se alojaron. En ese caserón se alojaron los enfermos y estuvieron atendidos por el médico José Melchiades de Aparicio, el cirujano mayor Diego Valdor, el practicante Eusebio de Frías y seis enfermeros. Por motivos de economía y terminada la epidemia, se cerró este hospital en marzo de 1740, pasando los pocos enfermos que quedaban al Hospital de San Juan de Dios, donde con disgusto de marinos y frailes, permanecieron hasta once años después.

En el verano de 1761 estalló nueva y gran epidemia de fiebre amarilla y no bastando los hospitales de San Juan de Dios y de Belén para tanto enfermo, se estableció un nuevo Hospital Provisional, para militares de mar y tierra, en una casa situada al lado de la Factoría de Tabaco, y no bastando este, se alojaron enfermos en varias casas que se alquilaron con ese fin. Este Hospital de Factoría, cerca del Astillero se denominó de "San Carlos de la Caridad" y prestó gran servicio en la epidemia que causó la muerte de muchos soldados y jefes, entre estos es citado el Dr. Juan Manresa, médico y cirujano mayor de la escuadra. Asistían este hospital de San Carlos el médico principal D. Juan José Álvarez y Franco (segundo protomédico y catedrático de la Universidad); el médico 2º, D. Matías Cantos; el primer cirujano de la armada D. Francisco Gona; el boticario Juan Vega; el segundo ayudante de botica y tres cabos de sala. Este hospital se sostuvo hasta la invasión inglesa de 1762; se cerró y sus enfermos pasaron a la Enfermería de Belén y al Convento de Santa Clara cuyas monjas desampararon a los enfermos durante el sitio.

En 1763, con la llegada de la Armada del Conde de Ricla y de D. José de Aguirre se recrudeció de una manera notable la fiebre amarilla y otras enfermedades y fue necesario utilizar de nuevo el Hospicio de San Isidro y varias casas de alquiler para alojar a tanto enfermo. Terminada la epidemia continuaron los enfermos de la Armada en San Isidro. En 1766 al crearse la Comandancia General de Marina, se pensó unificar el hospital de marinos con el de la tropa, situada en su proximidad, en San Ambrosio, lo que no se efectuó. En 1780 se construyó un hospital para marinos en el recinto del Arsernal con tres salas tituladas "San Vicente", "San Rafael" y "Galibo" con cabida para 470 pacientes. Tres años después los enfermos de San Isidro pasaron al Arsenal con excepción de los "ecticos" que no se trasladaron y por tanto no se abandonó del todo el hospital viejo de San Isidro que tenía capacidad para 270 enfermos. En 1875 pasaron de nuevo los enfermos del Arsenal a San Isidro para realizar grandes obras en la casa del Arsenal y realizadas estas, los enfermos volvieron a la casa mejorada. Este hospital del Arsenal estaba atendido en 1791 por el médico Lcdo. Antonio Romero, su ayudante Don Pedro Candaro y el primer cirujano de la armada D. Pedro Puig.

En 1794, hubo en La Habana otra epidemia de fiebre amarilla que afectó brutalmente a los marinos de la escuadra de Aristizabal y ambos hospitales volvieron a prestar buenos servicios. La epidemia fue tan maligna que murieron muchos jefes y oficiales, entre ellos D. José Varela Ulloa, jefe de la escuadra. Terminada la epidemia los frailes franciscanos ocuparon los altos de la casa de San Isidro y siguieron sus reclamaciones de derechos sobre el edificio. Por fin, triunfaron y el día 10 de junio de 1799 quedó desalojada la casa de enfermos que se llevaron al Hospital del Arsenal, quedando por tanto la casa de San Isidro a favor de los franciscanos. Cuando los enfermos no cabían en el Hospital del Arsenal se remitían los excedentes a San Ambrosio (Salv. Clavijo, Pezuela).

Hospital de San Ambrosio

Como antes señalamos, en 1566 "solo existía en La Habana un pobre albergue donde se asistían a los enfermos del estado civil".

En 1568 el adelantado Pedro Menéndez de Ávila estableció "una casa especial para militares y marinos enfermos o heridos procedentes de la Florida". De la fusión de ambas casas nació el Hospital de San Felipe y Santiago en la segunda mitad del siglo XVI. Vivía este hospital miserablemente. Se mejoró a partir de 1602 cuando se pusieron a su frente los Hermanos Hospitalarios de San Juan de Dios. Tenía a mediados del siglo XVII unas cien camas y allí se atendía a todo enfermo civil o militar que llegase a su puerta. Llegó a hacer 800 hospitalidades anuales.

El Obispo Compostela para facilitar la labor de ese único hospital, estableció la Convalecencia de Belén en una casa alquilada que atendía el ermitaño Sebastián Cruz. Después en la propia huerta del Obispo estableció una Enfermería mejor, que encomendó a padres belemitas importados de México. Con la ayuda del Ilustre Ayuntamiento y con un legado de D. Juan Francisco Carballo se mejoró la Convalecencia, donde se asistían, al igual que en San Felipe y Santiago, muchos individuos de tropa y de la marina. En 1764, tenía la tropa de tierra por su hospital, una casa principal llamada de San Ambrosio (situado en la proximidad del Hospicio de San Isidro) y en otras diez casitas particulares (2 de los padres belemitas, 1 de Nicolás Trebejo y 1 de Juana Josefa Miranda), de ellas 4 era de guano y deterioradas; por todas se pagaba un alquiler de $131.00 mensuales. La casa principal perteneció al Obispo Jerónimo Valdés. Al morir éste pasó a propiedad a los Padres de la Casa de Jesús y por último fue legada a la Catedral. En 1689 el Obispo Compostela había fundado en dicha casa un Colegio para niños varones bajo la advocación de San Ambrosio y por eso tomó este nombre cuando se dedicó a Hospital, después de sufrir grandes mejoras en amplitud y comodidad para alojar confortablemente a los individuos de tropa que se trataban en San Felipe y Santiago (San Juan de Dios). Antes de servir de hospital estuvo algún tiempo ocupado por Dragones del Ejército. Se vio libre de ellos cuando la guerra con los ingleses. Sus muertos se enterraban en los cementerios de las iglesias del Espíritu Santo y la de Paula (V. Cuaderno V.p. 27).

A fines del siglo XVIII el edificio había sido ampliado, uniéndosele dos casitas antiguas y contiguas, que fueron compradas por el Intendente Sr. Valiente, gran propulsor de los intereses del Ejército en Cuba. Constaba de una fachada de veinte varas de frente, con dos cuerpos altos, descansando el edificio sobre seis recias arcadas de piedra siendo su techo de azotea. A un lado de la puerta principal se situaba el cuerpo de guardia y el calabozo (llamado San Cosme) capacitado para veinte camas. Más adentro, y por la derecha y en la parte baja, estaba una sala de enfermos o galería corrida, y al lado opuesto, locales para los médicos y dependientes fijos del hospital. Al fondo del patio central, la escalera para las salas altas, y tras ella se extendía un jardín que llegó a convertirse en segundo patio. En él estaban instalados los locales para baños, "el anfiteatro anatómico", botica y otras oficinas. La planta alta quedaba destinada para sala de enfermos (Clavijo).

En 1828, figuraba como su Inspector el Tte. Cor. D. Mariano Romay; Contralor, D. Mariano Velarde; comisarios de entrada, D. Abraham Marrero; Mayordomo, D. Félix Rodríguez; Escribiente, D. José Mateo Quintero; Capellanes, Jerónimo Pérez, Manuel José Vals y Juan M. Diez; Médico mayor, Dr. Tomás Romy y Chacón; 2º, Dr. Nicolás Vicente del Valle; Practicante mayor de medicina, D. Pedro Andreu; Cirujano mayor, Dr. Francisco Alonso Fernández; su 2º, Lic. Francisco López; Practicante mayor de cirugía, D. Antonio Miyaya; Inspector, D. Ignacio Dedin y de la Torre y Enfermero mayor, D. Juan José Heres. En este Hospital practicó D. Tomás Montes de Oca la primera operación de hernia estrangulada, con éxito, realizada en Cuba, y tres años después hizo lo mismo D. Antonio Miyaya. Se trataron muchos casos de fiebre amarilla.

En 1829 figuraban como médicos José Carbonell y Jerónimo Barrios. El cirujano mayor Dr. F. Alonso Fernández, operó de hernia estrangulada en Guanabacoa, en el verano de 1829, al coronel D. Manuel Alonso, con éxito. "El Museo y el Anfiteatro" se encontraban en esta fecha en el Hospicio próximo, en San Isidro, y allí se daban cursos de Anatomía, Cirugía y Partos, cuya cátedra sostenía la Sociedad Patriótica, su director era el Dr. Alonso y el conservador, Gutiérrez.

La nómina de 1831 la componían: T. Romay, médico principal con Nicolás del Valle; P. Andreu, practicante mayor; F. Alonso, cirujano mayor; Francisco López, 2º; y Antonio Miyaya, practicante mayor. Dejó de existir Tomás Montes de Oca que fue por muchos años su practicante mayor.---En 1832 dejó de existir el Dr. Lorenzo Hernández que fue también practicante mayor.-En 1833 prestó buenos servicios cuando la epidemia de cólera.--- En noviembre de 1834 tuvo efecto la inauguración de una Clínica Médica para la enseñanza en una de sus salas; y la apertura del "Nuevo Museo y Anfiteatro" en la llamada "Casa de los Capellanes", situada contigua y al sur de San Ambrosio, con el que comunicaba por medio de una puerta, evitando las dificultades que se presentaban cuando estaba en el edificio de enfrente de San Isidro, lo que facilitaba el traslado de los cadáveres . Al frente de la Clínica Médica se puso el Dr. Tomás Romay catedrático neto de medicina clínica y como Jefe del Museo y Anfiteatro fungía, desde hacía once años, el Dr. Francisco Alonso Fernández secundado por N. J. Gutiérrez disector y constructor de piezas anatómicas. La enseñanza de la anatomía práctica se estableció el 16 de abril de 1797 con Francisco Javier de Córdova, cirujano mayor del real hospital militar donde dio sus explicaciones por más de diez años. En 1819 renació dicha enseñanza con el italiano Dr. José Tasso y D. Antonio de Castro, alumno del Real Colegio de Medicina y Cirugía de Cádiz. Les sucedió en 1821 el Dr. Francisco Alonso Fernández exdisector del Anfiteatro de Cádiz.

El cuadro facultativo del Hospital en 1835 estaba formado por T. Romay, médico principal; Nicolás del Valle, segundo; Pedro Andreu, practicante mayor; F. Alonso Fernández cirujano mayor; Francisco López, 2º; N. Pinelo, practicante mayor de cirugía y disector de anatomía y enfermero D. Govantes.--- En el año 1836 entraron en el hospital 4 437 enfermos, salieron 3 998 y murieron 150.--- En el mes de julio del año 1837 entraron 579, salieron 516, murieron 130 y quedaron 370, el 1º de agosto.--- A fines del año 1838, N.J. Gutiérrez sucedió a Alonso en la cátedra de Anatomía que se explicaba en el hospital y el Dr. José de la Luz Hernández abrió en el mismo un curso de Higiene. El curso de cirugía lo abrió Gutiérrez el 2 de septiembre en tanto Pinelo explicaba el de Anatomía. Gutiérrez adoptó como texto la cuarta edición de la Anatomía francesa de Bayle que tradujo al castellano el Dr. José Atanasio Valdés. Al terminar este período el Hospital de San Ambrosio se encontraba en la calle de San Isidro, frente al Hospicio de este nombre, donde estuvo hasta 1899 el Anfiteatro Anatómico. Ese antiguo edificio estuvo ocupado en los últimos años de la dominación española por la Intendencia Militar. (Hoy día se encuentra en ese sitio que ocupó el hospital una Estación de Policía, con frente a Picota, con jardines, construido en tiempo reciente). La fachada del viejo hospital miraba al sur, constaba de dos cuerpos altos y descansaba en cinco arcadas de piedra. Ambos pisos altos tenían cada uno cinco ventanas de tamaño mediano y la amplia azotea seis muros que sostenían las rejas en su frente. A su izquierda estaba el antiguo Departamento de Capellanes en donde se instaló el nuevo Anfiteatro, mejor que el que estuvo en San Isidro, con dos pequeños altos. A su derecha estaba una casa de aspecto colonial con su puerta -a la vera del hospital con un pequeño alto- con techo de tejas, dos ventanas a su frente y cinco por el costado de la calle de Picota. Este hospital se cerró en 1842, cuando pasaron los enfermos a la casa que sirvió de Factoría del Tabaco (Una buena lámina con este hospital de la calle de San Isidro, se encuentra en la pág. 288 del libro Vida y Obras de Tomás Romay por el Dr. José López Sánchez, La Habana, 1950).

Hospital de San Felipe y Santiago (San Juan de Dios)

En 1828 el hospital provisional del Dr. Belot, que estaba en sus altos, se trasladó al litoral de la bahía, muelle de Porras.-En 1829 fungía como médico principal el Dr., José Pérez Bohórquez y su segundo el Dr. Franco Sandoval con el enfermero mayor fray Francisco Pacheco. En este año se trataron menos enfermos que en el anterior pues fue menor el contingente de soldados llegados de España que en 1828 en que hubo mucha fiebre amarilla entre los soldados que regresaron de México.

Los mismos médicos -Bohórquez, Sandoval y Castillo- en 1831 con los enfermeros frailes Pacheco y Socarrás-. -- En 1832 murió fray Rafael José de Alcaraz y Lazo de la Vega, de 63 años, religioso del Convento que reparó la Iglesia. Se celebraron grandes exequias por la muerte del gran Obispo Espada. Prestó muy buenos auxilios cuando el cólera de 1833 y en su barriada el médico Bachiller Antonio Valdés, y fray Luis del Castillo que residía en el mismo hospital, y el médico auxiliar Cowley. Por cada diez coléricos que ingresaron en San Juan de Dios solo murió uno. Exequias por la muerte del rey Fernando VII. --El cuadro facultativo del 1835 estaba formado por José Pérez Bohórquez y Francisco Sandoval, médicos; cirujanos fray Luis del Castillo y fray Francisco Escarrá. Existían en 31 de diciembre, 183 enfermos, entraron en el año 4 459 y murieron 732.--- En 1836 D. Mariano Zabalera era síndico del hospital y reclamaba haberes de enfermos al Ilustre Ayuntamiento. Entraron 4642 enfermos, salieron 3.707 y murieron 732. En 1837, julio, entradas 439, salidas 355 y fallecieron 66. En 1º de agosto quedaban 258 enfermos, su Prior fray Francisco Pacheco y Administrador Mariano Lasaletta.--- En el año 1839 entraron 3 245 enfermos, curaron 2 677 y murieron 570, el promedio de mortalidad al año fue de 16,18 por cada cien entrados.--- Este hospital siempre fue pobre. En 1609 y por dos años, se le dio la mitad del fisco y penas de real cámara con lo que mejoró algo sus fábricas. En 1637 se le concedió algo del derecho de anclaje. El rey Felipe V le nombró médico "seguro" con una asignación de 500 escudos anuales y 50 pesos mensuales para ayuda de medicina. Como se dijo, en este hospital se atendió mucho tiempo a la tropa de marinería.

Hospital de Belemitas

Se llamó también Convalecencia de Belén. En el sitio donde estaba la iglesia de San Diego se abrió al culto, en 1704 la Iglesia de Belén con un Hospital para Convalecientes. La mayor parte de sus enfermos eran militares. Dice Pezuela: "En 1869 aún no permitían las rentas del Hospital de San Juan de Dios, acoger a los soldados y pobres de una población ya casi decuplada. En vista de esto pensó el Obispo Compostela fundar otro Hospital para Convalecientes y lo encomendó a los religiosos de Betlen. Cedió para solar su huerta, recogió $10.000 del Rey y $30.000 por suscripción con lo que se empezó a alzar un gran edificio y en tanto esto sucedía se hospitalizaban los enfermos en casas alquiladas en donde también se enseñaba gratuitamente las primeras letras a los niños y se distribuían alimentos a los indigentes". Dice Jiménez de Romera que la cuna de este hospital corresponde al año 1678 en que fue iniciado en una casa particular por el ermitaño Sebastián Cruz. Al morir éste, instaló el Obispo Compostela en su huerta propia, con dos hermanos betlemitas, en ese sitio de San Diego, y luego con el auxilio del Ayuntamiento y la limosna de J. F. Carballo, asegura la prosperidad del hospital.--- En 1721 se le concedió autonomía por el Rey y amplió su radio de acción y además de los convalecientes civiles empezó a admitir los de tropa de mar y tierra. El contingente de marinos disminuyó cuando en 1738 se creó un hospital para ellos en una casa fronteriza al hospital de San Isidro (San Ambrosio). Pero los admitía en tiempos de epidemia, como en 1794, cuando no cabían los militares en sus hospitales propios.

En 1831 continuaba su misión, prestaba también enseñanza gratuita a los pobres y era su enfermero mayor Pedro de Natividad.--- En 1832 celebró grandes exequias por la muerte del Obispo Espada. Todos los años se celebraba en la iglesia y en el mes de enero distintas fiestas en honor de la Virgen de Betlen a las que asistía el Cabildo. Prestó buenos servicios cuando el cólera del 1833.--- En 1835 se titulaba Convento Hospital de Ntra. Sra. de Belén, situado al sur de la ciudad en el sitio llamado Loma Hueca o Tívoli y recibía enfermas pobres civiles y militares.--- En 1836 dispuso el Gral. Tacón que se estableciera en dos salas del Convento un "Hospital de Ojos" estando al frente de las mismas el Dr. Floriano Fontray: dicho señor practicó en el año 1836 unas 37 operaciones de catarata con 26 éxitos; operaba también terigión, hacía la pupila artificial, etc. En 1836 entraron en la Convalecencia 452, salieron 436 y solo murió 1.

Fig. 11. Dr. Fernando González del Valle Cañizo (1803-1899).

Hospicio de San Isidro

El terreno donde se fabricó este hospicio era un cuadro de tierra de diez varas cuadradas que el Dr. Francisco Moreno de Alba, médico, compró a Luz y Lucía Sotolongo el 7 de octubre de 1696 para establecer allí el retiro de los Carmelitas Descalzos que se erigió en 1700. Cuando estos se trasladaron del lugar, sirvió de paraje de recreo al Obispo Compostela que erigió allí una ermita. En 1708 la ocupó el Obispo Valdés que lo cedió a los Dominicos que lo trasladaron a los Franciscanos que demolieron la ermita y construyeron la Iglesia. Cuando la rendición de El Morro (1762) las Autoridades superiores se refugiaron en estos hospicio. En 1763 concedieron a Ricla, los religiosos, parte del hospicio para hospital hasta que lo abandonaron a los franciscanos en 1799. Dicha congregación continuó en la casa hasta 1855 en que el edificio se convirtió en Escuela de Artes y Oficios. Dice D. José María de la Torre, del que tomamos estos datos, que el primitivo Colegio de San Ambrosio estuvo con 12 niños en la calle de Oficios, edificio donde en 1886 estaba el Hotel San Carlos, y después la Lonja, cuya casa colonial se demolió por el año 1906 en que se construyó el actual y hermoso edificio de dicha Institución. En 1774 cuando fueron expulsados los Jesuitas pasaron al colegio de éstos que después fue Cuartel y Hospital de San Ambrosio.

Hospital de mujeres de San francisco de Paula

En 1817 estaba administrado por Don Manuel Díaz.--- En 1818, entradas de enfermos en el año 450, murieron 199 y quedaron en 31 de diciembre, 83. -El 7 de junio de 1828 tuvo efecto en el hospital la solemne apertura de la Academia de Parteras, a las cinco de la tarde y bajo la dirección del Dr. Domingo Rosain. Hasta la fecha habían sido examinadas y recibidas por el Protomedicato Juana García y Petrona Sánchez; fueron matriculadas y habilitadas por un año: Ubalda Chávez, Benita Buret, María de la Luz Aparicio, María del Carmen Alfaro, María Fermina de la Merced Tudor, María Manuela Alfonso, María de Jesús Lugo, María del Rosario Navarrete, María del Rosario de la Cerda, I. Valdés, Mariana Sánchez, María de la Concepción Enríquez, María de Jesús Aldama, María Teresa Pérez y María Inés Alarcón. Figuraba como médico, ausente este año en París, el Dr. Nicolás José Gutiérrez y el cirujano Francisco González del Valle.--- En el año 1836 entraron 640 mujeres, salieron 284 y murieron 224.--- En 1839 entraron 367, curaron 197. El promedio de mortalidad era de un 34,67 por ciento. Después del cólera de 1833 existía en el hospital un departamento para mujeres presas.

Hospital de San Lázaro

En 1834 estaba administrado por José Rodríguez Castro con su mayordomo Vicente González. Recibía muchos regalos y limosnas para su sostenimiento. El promedio de enfermos era de 90 por mes. Figuraba como director médico el Dr. J.J. de Hevia. -En mayo de 1835 alojaba 83 enfermos. Su vida como la de casi todos los hospitales de la época: triste y pobre. En 1836 entraron 114 y murieron 23.--- En el mes de noviembre de 1837 sostenía 90 enfermos. -En 1838, en febrero, alojaba 84 enfermos; en mayo 84 y estaban 13 en la enfermería.

Enfermerías

En 1828 se estableció la Quinta Sanitaria del Dr. Belot en la ensenada de Marimelena, bahía, había estado en los altos de San Juan de Dios. Cuando la epidemia del cólera de 1833 se establecieron varias enfermerías provisionales en distintas casas particulares de la ciudad y los anglo-americanos fundaron una en San Lázaro en el camino del Vedado. En 1838 se fundó la casa de salud "Buenos Aires" en terrenos de la Quinta de Garcini próxima al camino de San Antonio Chiquito.

Epidemias

Durante el período que estudiamos ocurrió la terrible epidemia del cólera morbo asiático, como se le llamaba (1833), procedente de Europa y de Estados Unidos. Apareció el 25 de febrero en el barrio de San Lázaro, al norte de la ciudad. Fue diagnosticada primeramente por el Dr. José Piedra, Ocasionó en La Habana 12 000 muertes. El 26 de abril se celebró un Te Deum en acción de gracias por haber disminuido notablemente, pero quedaron casos por varios meses más. Se establecieron hospitales y casa de aislamiento en varios lugares como el de "Ntra. Sra. del Rosario" en extramuros que dirigió el regidor D. José Ma. Calvo. Otro en Los Molinos, cerca del camino de San Antonio Chiquito y el próximo a el Vedado, etc. Todos los facultativos prestaron su excelente cooperación y también muchos regidores, sacerdotes y vecinos. El Dr. Pablo Humanes sirvió a los presos que se trasladaron a La Cabaña. El cólera invadió toda la isla y causó más de 30 000 muertos. En 1834 todavía se sucedían los casos de esta "peste" en las poblaciones del interior y afectó con fuerza a Santi Spíritus.- A fines del año 1835 reinó la viruela y en el verano de 1839 una fiebre que llamaron "Cerebral" (¿tifoidea?).

Cementerios

Antes del cólera de 1833 se enterraban en el cementerio de Espada unos 4 500 cadáveres anuales. La epidemia causó 12 000 muertos extras que se enterraron en dicho cementerio que fue agrandado, en el de Los Molinos, Cerro, etc. El número de enterramientos en el de Espada el año de 1834 fue de 5 735 y en el 1839, 4 836 enterramientos (enero 338, febrero 357, marzo 340, abril 362, mayo 342, junio 456, julio 520, agosto 430, septiembre 392, octubre 381, noviembre 343 y diciembre 423). En 1821 se enterraron en mayo 255 blancos y 191 de color, unos 15 diarios. En 1825, en el año, 2 932 enfermos. En 1826, 2 946 y en 1828 se le hizo una nueva puerta principal.- La epidemia de influenza de 1827 que llamaron "Dengue" causó mas muertes que lo normal; también la de fiebre amarilla del verano y el brote de cruz del mes de abril del 1829 en la calle Habana (sur) y los numerosos casos de viruela.

Servicios de Vacunación

En 1828 la Junta de Vacuna continuaba prestando buenos servicios, mandó vacuna a los pueblos del interior y especialmente a Sta. Clara y a S. Spíritus donde existían casos. En Sta. Clara atendían el servicio Andrés José de la Parra, José Felipe Fernández, José Manuel Veitía, Miguel Bolanger y José Matías Valdés; en el barrio de La Esperanza actuaba el Lcdo. José Aday. Por esa fecha llegan a menudo barcos de Canarias y Estados Unidos con casos de viruela. Continuó la vacunación con regularidad en los años siguientes.

Casa de Beneficencia

Continuó mejorando. El pbro. Hechavarría le donó una Hacienda en Guamutas. Se inauguró una escuela de varones en 1827 con 40 niños; se hizo un departamento para mujeres dementes que estaban en la Casa de Recogidas y otro para recluir mendigos. Se hicieron mejoras en los edificios y agregos. Dependiendo de esta Casa se hizo el edificio de San Dionisio que se inauguró el 1º de septiembre de 1828, situado al este del cementerio general, sirvió de asilo a 100 varones dementes. Se le donaron terrenos por la nueva Calzada de Vives. Por 1832 contaba con $60.000 de ingresos anuales. No se le unió la Casa de Maternidad hasta 1852.

Casa de Maternidad (expósitos)

La primera Casa Cuna de La Habana se abrió en un solar de la calle de Compostela donde se edificó más tarde (se edificó la Iglesia y Convento de Santa Teresa que se demolió hace más de 30 años al construirse el nuevo edificio del Vedado.). El Obispo Valdés estableció la Casa poco después de 1705 en una casa situada en la calle de Oficios y Cuba (donde se inicia la antigua calle de La Muralla). Los niños se instruían en Belén. En 1780 contaba con 200 expósitos. El pbro. Arango la sacó de su postración en que estaba en 1833 y la instaló en una buena casa en S. Isidro. Allí estuvo bien atendida hasta que se unió a la de Beneficencia en 1852. (En los días que escribimos esto, la casa ha sido desalojada de niños que han sido llevados a Casa Blanca y pronto será demolida.)

Casa de Dementes de San Dionisio

Construida por el Capitán General Don Dionisio Vives entre los años de 1826-1827. Era un hermoso edificio con un bello pórtico de entrada que miraba al sur y que fue costeado por el propio General. Con el tiempo se fue agrandando y mejorando para dar más comodidad a los dementes. Estos fueron trasladados de San Dionisio al Potrero Ferro en 1860. En 1871 servía la casa para la clase de disección de los alumnos de la Facultad de Medicina.

Casa de Recogidas de San Juan Nepomuceno

Según Pezuela, esta casa estuvo situada primeramente (a mediados del siglo XVII en una mala casa de la calle del Sol frente a la Muralla donde se edificó más tarde el Convento de las Ursulinas. A fines de 1805 fueron trasladadas las mujeres recogidas a una casa que se levantó sobre solares de la huerta del antiguo Convento de San Isidro, con una longitud de 125 varas de frente y unas 25 de anchura, con depósitos y departamentos para blancas y de color, con su capilla y capellán. Se sostenía con arbitrios creados por el teatro que destruyó el huracán de 1846. Concluida la dominación española desapareció como tantas otras instituciones antiguas y su viejo caserón situado al sur de la "Habana Vieja" por las callejuelas de Compostela, Velazco, O`Farrill y Desamparados, fue demolido hace poco para las obras de ampliación (inicio de la Vía Blanca) que realizó el Presidente Grau San Martín.

Casas de Baños Públicos

En 1826 se encontraban arruinadas: alojaban las recogidas y dementes bajo el cuidado del capellán D. Manuel González. En 1835 se repararon las situadas cercas del Matadero, para alojar mujeres presas. La casa de baños que por esa fecha estaba en S. Lázaro, frente a la Casa de Dementes de San Dionisio, se encontraba ruinosa. En 1839 las dementes que estaban en la Casa frente al Matadero pasaron a un departamento de la Cárcel. Años después fueron derribadas.

Casas de Baños Particulares

Existían en distintos lugares de la ciudad para servir a transeúntes y vecinos que no los tuvieran en sus moradas (vivieron hasta varios años después de 1900). Las más conocidas eran las siguientes: Baños de la botica de Zapata en Obrapía y San Ignacio (1830); la de Tejadillo 8; la de Lobbe y Legarburo en Obrapía 18 (recuerdo que utilicé muchas veces los baños de la barbería Habana y Amargura con hermosas bañaderas de mármol de Solis Hermano. Desde 1894 a 1910). Por 1890 existían unas veinte y entre ellas figuraban la del Dr. Gordillo, Galiano 103; el establecimiento electro-balneario del Dr. José Jover, Obispo 75 y la del Dr. Eduardo Belot en Prado 67. Como Baños de Mar públicos figuraban por esa fecha los de Francisco Castillas llamados de "San Rafael" en San Lázaro y Crespo; de Miguel Ramón, "El Progreso", Vedado; de Rueda, "Campos Elíseos", San Lázaro e Industria y los de Francisco Ruiz, "Las Delicias" en S. Lázaro y Escobar.

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