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Cuadernos de Historia de la Salud Pública

Print version ISSN 0045-9178

Cuad Hist Salud Pública  no.99 Ciudad de la Habana Jan.-June 2006

 

Hospital Clinicoquirúrgico Docente “General Calixto García”: Recuento histórico en su centenario*

Introducción

Nos reunimos hoy, 23 de enero de 1996, para conmemorar el primer centenario de la fundación de nuestro querido Hospital Clinicoquirúrgico Docente “General Calixto García” de La Habana, una de las instituciones hospitalarias de mayor importancia histórica en nuestro país, pues en ella se formaron o consolidaron verdaderas escuelas médicas en el pasado que han hecho posible, en mucho, el desarrollo científico en el campo de las ciencias médicas alcanzado por Cuba en la actualidad y también porque dentro de sus límites han ocurridos hechos que la relacionan indisolublemente con la historia de Cuba en el último siglo.

Ubicado siempre en la misma área, aunque con diferente extensión y con tres distintos nombres a lo largo de su centenaria existencia, el último de ellos, el que ostenta desde hace ocho décadas y que evoca el más recalcitrante independentismo de nuestra historia, se ha convertido en el símbolo de la atención médica hospitalaria en Cuba, no solo por la gran calidad científica de la institución, sino también por el entrañable cariño que siente por él nuestro pueblo.

En la presente conferencia trataré, en breve síntesis, de exponer el largo y brillante camino seguido por nuestro hospital, destacando sus logros más notables alcanzados en cada una de las etapas de su desarrollo histórico, nombrando las más imprescindibles de sus numerosas personalidades científicas, patrióticas y revolucionarias y finalmente honrando a dos de las mayores figuras de la medicina cubana contemporánea, ejemplos de laboriosidad, alta calidad científica y sensibilidad patriótica en nuestro hospital, los profesores de mérito Francisco Lancís Sánchez, ya fallecido, a cuya memoria se dedica la conmemoración de este centenario y Federico Sotolongo Guerra, que para suerte de todos vive su existencia de nueve décadas, pero cuyo estado de salud actual no le permite estar junto a nosotros en estos momentos de feliz recordación.

Fundación del Hospital Militar Alfonso XIII

Comenzada la última de nuestras guerras independentistas contra España el 24 de febrero de 1895, las malas condiciones en que se encontraba el Hospital Militar de “San Ambrosio” de La Habana, principal unidad de atención hospitalaria de la sanidad militar hispana en la isla, determinaron que el gobierno colonial, presionado además por el número elevado de bajas de las tropas en campaña sobre todo por enfermedades infectocontagiosas, construyeran en La Habana en terreno propiedad del Estado conocido por Alturas del Príncipe, un nuevo hospital no como el viejo de “San Ambrosio”, de justa celebridad en nuestra historia médica, que poseía un único y grande edificio, sino de múltiples casetas o barracas, lo que facilitaba el aislamiento de los pacientes por enfermedades. Así según el historiador médico doctor José A. Martínez-Fortún lo componían 81 barracas, de las que estaban dedicadas 59 a medicina general, 12 a enfermedades infecciosas, 2 a fiebre amarilla específicamente,6 para convalecientes, 4 para oficiales enfermos y el resto a actividades de dirección, administrativas y de apoyo. Cada barraca con capacidad para 30 ingresados, le daba a la institución la posibilidad de 2 220 ingresos.

Previa clausura del antiguo Hospital Militar de “San Ambrosio” la nueva unidad fue inaugurada el 23 de enero de 1896 con el nombre de Hospital Militar “Alfonso XIII”, en honor del niño rey de España, que bajo la regencia de su madre María Cristina de Habsburgo Lorena, reinaba desde el momento de su nacimiento, el 17 de mayo de 1886, pues su padre el rey Alfonso XII había muerto casi seis meses antes, el 25 de noviembre de 1885.

Lo que significó este hospital para la sanidad militar española en la guerra lo pone de manifiesto cuantitativamente la siguiente información. La metrópoli en su afán desesperado por retener la colonia envió a ella más de 200 000 soldados, el ejército más numeroso mandado por una potencia colonial europea a América y de él casi la cuarta parte (44 828 soldados) estuvieron ingresados en 1897 en el Hospital Militar “Alfonso XIII”, principalmente por presentar enfermedades infecciosas.

Hospital Número Uno

Concluida oficialmente la guerra el 24 de agosto de 1898 y frustrada nuestra independencia nacional por la intervención norteamericana, el ejército de ocupación tomó el hospital y el gobernador militar dispuso la inversión de una elevada suma de dinero para la reparación general de la institución y su mejor equipamiento. Con el nombre de Hospital Militar “Número Uno” fue reinaugurado a principios de 1899.

Fig. 11. Pabellones de madera del Hospital Municipal “Número Uno”.

En marzo de 1900 el doctor Julio San Martín Carriere, eminente histólogo y patólogo cubano, profesor de la Facultad de Medicina de la Universidad de La Habana y entonces concejal del ayuntamiento capitalino inició gestiones encaminadas a trasladar la dependencia del hospital al ayuntamiento habanero, la que al hacerse efectiva el 19 de junio de 1900 quedó denominado Hospital Municipal “Número Uno”.

Este cambio de dependencia de la unidad trajo un gran beneficio a la población pobre de la capital, pues dos hospitales municipales de pésimas condiciones, los de “Aldecoa” y “Los Ángeles”, fueron clausurados y sus enfermos trasladados al “Número Uno”.

Por poco tiempo permanecerá el hospital como dependencia municipal pues el gobierno militar interventor alegó que los servicios que prestaba eran muy deficientes, debido al escaso presupuesto asignado a él y por resolución militar de septiembre de 1900 se incautó del mismo, el cual pasó a ser dependencia estatal, dentro del Departamento de Beneficencia de la entonces Secretaría de Estado y Gobernación, pero continuó con el mismo nombre de Hospital Municipal “Número Uno”. Esta situación se mantuvo hasta tres años después de instaurada la primera república liberal burguesa en que por Decreto Presidencial de don Tomás Estrada Palma, de abril de 1905, pasó oficialmente a ser una institución del Estado y cambió su nombre por el de Hospital “Número Uno”.

Bajo esta denominación que mantendrá hasta 1917, se lograron progresos como la fundación de la Escuela de Enfermeras, tercera del país, en septiembre de 1900; se redactó el Reglamento de la unidad, en junio de 1901, por el cual quedaba regida por una Junta de Patronos; a partir de 1902 los pabellones recibieron nombres, en su inmensa mayoría de grandes figuras de la medicina cubana, característica esta única en el país que se mantiene hasta el presente; en enero de 1903 se fundó el “Boletín Clínico Mensual del Hospital Número Uno”, primera revista publicada en Cuba como órgano oficial de un hospital; en el propio año se organizó la Academia de Estudios de los Alumnos Internos del Hospital “Numero Uno”, la que celebraba 8 sesiones por mes y ofrecía 2 conferencias semanales; en febrero de 1905 se creó el Laboratorio Central, que tuvo en sus inicios carácter de laboratorio nacional; una sala destinada a leprosos se inauguró en junio de 1906 en la cual su jefe el doctor Matías Duque Perdomo, coronel del Ejército Libertador de Cuba y primer Secretario de Sanidad y Beneficencia, realizó importantes estudios sobre las propiedades terapéuticas del mangle rojo; en 1908 comenzó a prestar servicios una sala de enfermedades de la laringe, oídos y fosas nasales, segunda del país; en febrero de 1910 se inauguró en el hospital el Asilo de Ancianos “Petronila Gómez”, uno de los mejores de la república; en junio de ese propio año se dispuso que la enseñanza de la carrera de comadronas o parteras, adscripta a la Facultad de Medicina y Farmacia de la Universidad de La Habana, se impartiera en el hospital y ya desde los primeros años del presente siglo los alumnos de la asignatura de Patología de Afecciones Intertropicales, de la citada Facultad de Medicina y Farmacia, recibían en la sala de enfermedades infecciosas, “Lazear”, algunas practicas y en los años de la década de 1910 los profesores de otras cátedras llevaban sus alumnos a practicar a los servicios del hospital cuyas jefaturas ostentaban. Así los de Clínica Médica, Patología General, Enfermedades Nerviosas y Mentales y Trabajos de Microscopia y Química Clínica, pero todo ello de manera no oficial. Esto sin embargo le va a dar al hospital el carácter de docente, desde esta etapa tan temprana, lo que se mantendrá como su característica más relevante en el resto de su historia.

Hospital “General Calixto García”

Desde que tomó posesión de su cargo de Secretario de Sanidad y Beneficencia el eminente cirujano y coronel del Ejército Libertador doctor Enrique Núñez de Villavicencio Palomino, el 20 de mayo de 1913, se propuso mejorar en todo lo posible la atención médica hospitalaria en Cuba y como parte fundamental de ese proyecto la reconstrucción del Hospital “Número Uno”.

Para dar comienzo a empresa de tal magnitud encomendó al doctor Manuel F. Alfonso Seijas, general de brigada del Ejército Libertador, en esos momentos, Jefe del Despacho de la Dirección Nacional de Beneficencia, que redactara un informe oficial sobre el estado de los hospitales en el país, lo que realizó el competente funcionario, con el título de “La Beneficencia en Cuba” y lo presentó ante el Secretario el 30 de abril de 1914.

Gracias a este documento es que hoy conocemos el estado real de deterioro en que se encontraba nuestro hospital que contaba en aquellos momentos con 4 casas y 59 pabellones de madera, unidos entre sí por corredores del mismo material.

En propio año de 1914, el doctor Núñez de Villavicencio Palomino acometió la tarea de sustituir dichos viejos pabellones por sólidas edificaciones de mampostería y personalmente concibió y planificó los trabajos de las nuevas construcciones, los que distribuyó por especialidades y propuso a la Junta Nacional de Beneficencia, que los aprobó por unanimidad, los nombres de las edificaciones así como los de sus salas. Su prematura muerte ocurrida el 15 de septiembre de 1916 le impidió ver terminada lo que el profesor José A. López del Valle llamó “su gran obra de piedra”.

En junio de 1917 se le cambió el nombre a la institución por el de Hospital Nacional “General Calixto García”, como era voluntad del ilustre Secretario de Sanidad y Beneficencia fallecido, en homenaje al Lugarteniente General del Ejército Libertador de Cuba Calixto García Iñiguez, héroe de nuestras tres guerras independentistas contra España y jefe del doctor Núñez en la última de dichas contiendas bélicas.

Tres años más tarde en el mayor de los pabellones construidos se inauguraba, el 17 de mayo de 1920, como unidad independiente, el Hospital de Maternidad e Infancia “Dr. Enrique Núñez”, actual Servicio de Ortopedia y Traumatología y en 1921 contaba el hospital con 18 pabellones nuevos de mampostería, 6 de ellos de dos plantas, además de 10 pabellones de madera y 5 para enfermos tuberculosos, también de madera.

Con estas construcciones el Hospital Nacional ”General Calixto García” quedaba convertido en la institución de mayores posibilidades de desarrollo futuro dentro de la atención hospitalaria en el país. Esto fue apreciado en toda su importancia por el claustro de profesores de la Facultad de Medicina de la Universidad de La Habana el cual desde ese momento intensificó sus gestiones para la conversión de la unidad en un hospital docente perteneciente a dicha Facultad.

Pero va a ser un hecho histórico de gran importancia, la revolución estudiantil universitaria de 1923, dirigida principalmente por el líder del estudiantado cubano Julio Antonio Mella Mac Partland, el que determinó que el Congreso de la República aprobara un proyecto de ley del doctor Manuel Varona Suárez por el cual se reorganizaba la enseñanza en la Facultad de Medicina y entre sus ventajas se hallaba el traslado para el hospital de todas las cátedras que se explicaban en el viejo edificio de Zanja y Belascoaín y otras de nueva creación, menos las de Anatomía Descriptiva y Anatomía Topográfica, que continuarán en dicho antiguo cuartel de la Guardia Civil española hasta la inauguración en 1940 del nuevo edificio de la Facultad, “Dr. Ángel A. Aballí”, junto a la porción norte del hospital, en la calle 25 entre J e I.

En plena revolución universitaria ocurrió un hecho en nuestro hospital que no podemos dejar de mencionar. El doctor Eusebio Hernández Pérez, general de brigada del Ejército Libertador, insigne colaborador de Máximo Gómez y Antonio Maceo, la más eminente figura de la obstetricia cubana de todos los tiempos y profesor titular de la cátedra de Obstetricia con su Clínica de la Facultad de Medicina, había realizado múltiples gestiones ante las autoridades competentes de la nación para que el Hospital de Maternidad e Infancia “Dr. Enrique Núñez” pasase también a la docencia, lo que había quedado prácticamente en promesas que no llegaban a materializarse. Cansado de esperar, el viejo general mambí al final de una de sus clases en el Hospital “Nuestra Señora de las Mercedes” salió con sus alumnos y ayudantes, atravesó la corta distancia que lo separaba y tomó revolucionariamente, como él mismo llamó a este temerario acto, el Hospital de Maternidad y lo incorporó a la docencia, lo que tubo que ser sancionado poco después por el Secretario de Sanidad y Beneficencia y el Presidente de la República.

Quedaba así convertido de hecho el Hospital Nacional “General Calixto García” en el segundo hospital de la Facultad de Medicina de la Universidad de La Habana, pero con muchas más posibilidades de impartir docencia que el Hospital “Nuestra Señora de las Mercedes”, que hasta ese momento había llevado la responsabilidad de la enseñanza clínica, la que venía realizándose en él desde su inauguración en 1886.

Las construcciones en el hospital continuaron sobre todo desde la llegada a la Secretaría de Sanidad y Beneficencia, el 28 de mayo de 1926, del doctor Francisco M. Fernández y Hernández, profesor auxiliar de la cátedra de Enfermedades de los Ojos con su Clínica. Unos meses después un fuerte ciclón que azotó violentamente la provincia de La Habana dañó muchos de los pabellones de mampostería y destruyó los de madera. El activo nuevo Secretario dio inmediatamente las órdenes necesarias para la reparación de los pabellones dañados, la reconstrucción de los de madera, así como que se iniciara la construcción de calles, aceras, plazas, jardines y se embellecieran convenientemente las avenidas.

Fig. 12. Entrada principal del Hospital Clinicoquirúrgico Docente “General Calixto García”.

A este bello aspecto que tomaba el hospital se agregaron nuevas y muy importantes construcciones de mampostería: el pabellón “Santos Fernández”, como clínica y dispensario de oftalmología, asiento de la cátedra de Enfermedades de los Ojos; el Instituto del Cáncer, actual edificio de la biblioteca, inaugurado en 1929, bajo la regencia del Patronato de la Liga contra el Cáncer, hasta 1949 en que pasó al recién inaugurado entonces Hospital “Curie”; el pabellón “Margarita Núñez” dedicado a la atención de las enfermeras; reparado y ampliado el Hospital de Maternidad e Infancia “Dr. Enrique Núñez”; el pabellón “Gutiérrez” totalmente reedificado y transformado en una moderna unidad clinicoquirúrgica de mujeres a la que se le dio el nombre de Clínica “Francisco M. Fernández”; el pabellón “Cowley”, que albergo en su planta baja el servicio de pediatría con el nombre de “Albertini” y en la alta uno de cirugía con el de “Bacallao”, años más tarde cedido este último a la cátedra de Terapéutica con aplicación a la Clínica; un nuevo pabellón para penados donde hoy se encuentra el Departamento de Caumatología y otro para las cátedras de Fisiología, Física Biológica y Química Biológica, donde radican actualmente los Departamentos de Archivo General, Medicina Legal y Farmacología y algo muy importante, entre los días 20 y 23 de diciembre de 1930 fueron demolidos los viejos pabellones de madera y casetas que constituían la Sala “Romay” de tuberculosos, trasladados los pacientes al Sanatorio “La Esperanza” y se estableció un Dispensario Antituberculoso con salida por las calles 25 y J al que se le denominó “Esperanza Hernández de Fernández”.

En esos momentos el Hospital Nacional “General Calixto García” era sin lugar a dudas la unidad más importante de la atención médica hospitalaria en el país, no solo por el elevado número de sus camas, sus majestuosas edificaciones, la belleza de su conjunto arquitectónico, muy semejante al de los principales hospitales de Europa, sino también por la calidad científica de la atención médica que en él se prestaba. Muchas de las cátedras de la Facultad de Medicina radicados en sus pabellones darán origen o consolidaran verdaderas Escuelas Cubanas en especialidades como cirugía general (salas “Mestre”, “Enrique López”, “San Martín”, “Costales”, “Fortún”, y salón “Menocal”), medicina interna (“Weiss”, “Torralbas”, “Landeta”, “Yarini”, “Clínicas Alto y Bajo”, “Santos Fernández Bajo”, “Bisbé” y “Bacallao”), dermatología (“Luaces”), parasitología (“Domingo Cubas”), obstetricia (“Enrique Núñez”), medicina legal (“Carlos M. Céspedes”), psiquiatría (“Valdés-Anciano”), hematología (“Alberto Recio”), neurocirugía (altos de la antigua Liga contra el Cáncer) y otras.

Los próximos años de la década de 1930 serán, sin embargo, los más difíciles de toda su historia. El estudiantado universitario desde 1927 se había enfrentado a las aspiraciones reeleccionistas del general Gerardo Machado Morales y ese mismo año un grupo de ellos fue expulsado de la Universidad, lo que provocó enérgicas protestas, algunas llevadas a cabo en el salón de actos del hospital. Día a día las actividades revolucionarias estudiantiles se incrementaban y la represión de la dictadura se hacía también cada vez más violenta. Por Decreto Presidencial de 15 de diciembre de 1930 el general Machado clausuró la Universidad de La Habana por tiempo indefinido, lo que alejó la gran masa de estudiantes de medicina del hospital y anuló las actividades docentes hasta la caída de la dictadura el 12 de agosto de 1933.

La huida del dictador muy lejos de traer la paz a la nación dio inicio a una etapa de inestabilidad política de la que emerge veintitrés días después, el 4 de septiembre de 1933, una nueva dictadura militar encabezada por el sargento taquígrafo, autoconvertido en coronel, Fulgencio Batista Zaldívar.

El estudiantado y buena parte del profesorado de la Facultad de Medicina se van a destacar en los hechos que se suceden vertiginosamente y que llevan a la presidencia provisional de la República al doctor Ramón Grau San Martín, profesor de la Facultad de Medicina, quien desde 1923 explicaba en el hospital su cátedra de Fisiología.

Durante el breve periodo del doctor Grau conocido como “Gobierno de los cien días”, por Decreto Presidencial No. 2 059 de 6 de enero de 1933 se le concedió a la Universidad de La Habana su tan ansiada autonomía. Depuesto dicho gobierno en enero de 1934 se produce la primera huelga médica en Cuba en la que pierde la vida el doctor José Elías Borges Carreras, destacado líder de la Federación Médica Nacional, quien fue autopsiado en el pabellón “Gordon” y años más tarde el Colegio Médico Nacional, continuador de la Federación Médica de Cuba, construyó en el hospital un hermoso edificio destinado a la atención de los médicos, con el nombre de Pabellón “Borges”, inaugurado en diciembre de 1949.

La caída del “Gobierno de los cien días” trae como consecuencia negativa la consolidación de la sangrienta dictadura del coronel Batista y lleva a la presidencia provisional de la República al médico y coronel del Ejército Libertador doctor Carlos Mendieta Montefur. La huelga general de marzo de 1935 contra dicho gobierno es apoyada tan activamente por todos los que laboran en el hospital que como consecuencia de su represión es intervenida militarmente la unidad, despojadas las cátedras de sus servicios y laboratorios y cesanteada la inmensa mayoría de sus médicos y trabajadores en general.

Sustituido el personal profesional por llamados “rompe huelgas” la calidad de la atención médica que se brindaba bajó considerablemente y la actividad docente quedó interrumpida por completo hasta enero de 1937. Al ser repuesto el personal cesanteado en dicha fecha y regresar los profesores a sus servicios, comprobaron como en éstos habían sido saqueadas sus pequeñas bibliotecas y hemerotecas, archivos de historias clínicas y de placas radiológicas, así como sustraídos no pocos equipos médicos. Con escasos recursos económicos se reorganizaron las cátedras en sus pabellones y se inició tardíamente el curso 1936- 1937, el cual, sin embargo, se pudo llevar a feliz término.

A pesar de estas dificultades de toda índole, un hecho de gran trascendencia se va a producir en el hospital, la fundación en 1937 del Instituto de Medicina Tropical, en el pabellón “Domingo Cubas”, por el profesor Pedro Kourí Esmeja y sus colaboradores los profesores José G. Basnuevo Artiles y Federico Sotolongo Guerra, primera institución de investigaciones científicas con la que contó la Facultad de Medicina y la Universidad de La Habana, la cual hasta el presente, ubicada fuera del hospital desde 1978, le ha dado días de gloria a la medicina cubana.

Hospital Universitario “General Calixto García”

Por Decreto Presidencial de 9 de noviembre de 1940 el hospital comenzó a ser regido por una Junta de Gobierno integrada por 5 profesores de la Facultad de Medicina, 2 médicos del hospital y el secretario de la Junta de Gobierno de dicha Facultad, lo que lo hacía en parte una unidad universitaria, aunque no completamente, ya que los acuerdos de su junta de gobierno debían ser aprobados por el Ministro de Salubridad y Asistencia Social y los pagos tanto del personal como de las atenciones del hospital, eran efectuados por la pagaduría de dicho Ministerio.

No va a ser hasta 1943 que por un nuevo decreto presidencial, pasa completamente a la Universidad de La Habana por conducto de la Facultad de Medicina. A partir de entonces recibe oficialmente el nombre de Hospital Universitario “General Calixto García”, es formada su Junta de Gobierno por 7 profesores de la Facultad de Medicina designados por su claustro y los acuerdos de dicha Junta son aprobados por el Decano de la Facultad.

Como Hospital Universitario “General Calixto García”, en los primeros años de la década de 1950, estaba integrado por algo más de 30 edificaciones, con más de 40 servicios de consulta externa, 10 salones de operaciones, 8 salas de cirugía general, 18 salas de medicina interna y 31 de especialidades y contaba con 1200 camas, pero se iba acentuando su problema capital de esta época, el hacinamiento de los enfermos en las salas con la solución a medias de las camas en los pasillos centrales, las cuales no estaban presupuestadas, aunque llegaban al centenar en todo el hospital, con la consecuente falta de medicamentos para la atención de los enfermos y de higiene en la mayoría de las salas.

Por esos años a impulso de la Asociación de Médicos y Alumnos Internos del Hospital Universitario “General Calixto García” (AMAI) y con la colaboración de todos los profesores y médicos de la institución, vio la luz en enero de 1949 el primer número de “Archivos del Hospital Universitario”, revista médica bimestral, cuarta publicación periódica de la institución en orden cronológico, que llegó a ser considerada una de las mejores de Cuba en su época, la cual completó su último volumen (XIII) en diciembre de 1961.

En esta publicación está contenida lo mejor de la labor científica realizada en el hospital durante la década de 1950 y si a ella unimos la recogida principalmente en publicaciones como: “Revista de Medicina y Cirugía de La Habana” del profesor José A. Presno Bastiony, “Archivos de Medicina Interna” de los profesores Pedro A. Castillo Martínez, Clemente Inclán Costa y Luis Ortega Bolaños, “Archivos de Medicina Infantil” del profesor Clemente Inclán Costa, órgano oficial del servicio de pediatría del hospital y por tanto otra de sus publicaciones periódicas y “Revista Kuba” de los profesores Pedro Kourí Esmeja y José G. Basnuevo Artiles, órgano, además de los Laboratorios “Kuba”, del Instituto de Medicina Tropical y la cátedra de Parasitología y Enfermedades Tropicales, se concluye que el aporte científico del Hospital “General Calixto García” durante los años de las décadas de 1920 a 1950 es el mayor realizado en un hospital cubano con anterioridad al período revolucionario y solo le es comparable el llevado a cabo por el otro hospital universitario, “Nuestra Señora de las Mercedes”, heredero del Real Hospital de “San Felipe y Santiago” conocido también como Hospital de “San Juan de Dios” y actual Hospital “Comandante Manuel Fajardo”, cuyos casi cuatro siglos de existencia resumen de manera gloriosa la historia de la atención médica hospitalaria en nuestro país.

Y toda esa labor del Hospital Universitario “General Calixto García” se realizó en medio del peor abandono de los gobiernos de la república burguesa que jamás cumplieron, entre otras leyes, lo estipulado en la Constitución de 1940 con respecto al presupuesto correspondiente a la Universidad de La Habana y sus instituciones, que como el Hospital “General Calixto García”, sufrieron las consecuencias de asignaciones presupuestales incapaces de cubrir decorosamente sus necesidades más perentorias.

Desde el golpe de estado militar del 10 de marzo de 1952 que llevó nuevamente al poder al ya mayor general Fulgencio Batista Zaldívar el Hospital Universitario “General Calixto García” sufrió como ningún otro las consecuencias de la nueva dictadura y fue el centro de las protestas estudiantiles y refugio del alumnado cuando más violenta se tornó la represión.

En la Clínica del Estudiante, fundada el 28 de enero de 1949 en el antiguo pabellón de penados, fueron atendidos no solamente los alumnos universitarios, sino también los demás participantes heridos en manifestaciones de protesta contra la dictadura. Ejemplo de los primeros lo fue el primer mártir de la lucha contra la dictadura, el estudiante de arquitectura Rubén Batista Rubio, que fue herido en una manifestación el 15 de enero de 1953 y falleció el 13 de febrero siguiente, después de casi un mes de agonía en nuestra institución. Poco más tarde su nombre le fue dado a la Clínica, la que convertida en la actualidad en servicios de Quemados, sigue ostentando el nombre del mártir. Como ejemplo de heridos no estudiantes atendidos en la Clínica se encuentra el, años más tarde, legendario héroe de la guerra revolucionaria, comandante Camilo Cienfuegos Gorriarán.

El hospital aportaría también su cuota de mártires en la lucha contra la dictadura, la que integran el estudiante de medicina que laboraba en el Servicio de Neurocirugía con el profesor Carlos M. Ramírez Corría, Manuel Hernández León, asesinado a la salida del hospital; los empleados del Servicio de Enfermedades Tuberculosas Rogelio Paredes Careaga y Raúl Plasencia Díaz, salvajemente torturados hasta dejarlos sin vida y el antiguo director del hospital doctor Antonio Pulido Humarán igualmente torturado y asesinado.

Con el desembarco de los expedicionarios del yate “Granma” comandados por el antiguo presidente de la Asociación de Alumnos de la Facultad de Ciencias Sociales doctor Fidel Castro Ruz y el inicio de la guerra de liberación en la Sierra Maestra, el Consejo Universitario, para evitar nuevas matanzas estudiantiles, suspendió las actividades docentes en la Universidad de La Habana en diciembre de 1956 por tiempo indefinido, las que al igual que en el año 1930 no se reiniciarían hasta la caída de la dictadura el 1 de enero de 1959.

A pesar de esta medida los servicios hospitalarios de las cátedras continuaron prestando asistencia médica dada por profesores, adscriptos, instructores, asociados, residentes, médicos y alumnos internos y otros alumnos de medicina, enfermeras, técnicos medios y trabajadores en general.

No pocos médicos y estudiantes del hospital se unirán al Ejército Rebelde entre ellos los doctores Julio Martínez Páez, Oscar Fernández Mell, Fabio Vázquez Rosales (que años más tarde abandonaría el país) y José R. Balaguer Cabrera de la sala “Gálvez”; Adolfo Rodríguez de la Vega, de la sala “Weiss”; José R. Machado Ventura, de las salas “Mestre” y “Enrique López” y Bernabé Ordaz Ducungé de la Clínica del Estudiante y los alumnos Gilberto Cervantes Núñez, José M. Millar Barruecos y Omar Fernández Cañizares.

Con el triunfo revolucionario se reinician las actividades docentes, pero el hospital como la Facultad de Medicina y el Colegio Médico Nacional queda convertido en centro de la intensa lucha ideológica que se llevará a cabo en el sector médico.

El 2 de febrero de 1959 la FEU y un grupo de profesores, bajo la consigna de impulsar la depuración y por la reforma universitaria, toman la Facultad de Medicina, destituyen de hecho a todo el profesorado y nombran una dirección revolucionaria. Este suceso se conoce con el nombre de “El Colinazo” y va a repercutir en el hospital donde también se destituye la Junta de Gobierno y se nombra una dirección revolucionaria.

Normalizada la situación dos meses después, comienza la primera depuración del profesorado que afecta nuevamente a los servicios del hospital. La situación se agudiza en profunda lucha ideológica que tiene su culminación en la reunión del claustro de la Facultad de Medicina de 29 de julio de 1960 en la que se declara en rebeldía contrarrevolucionaria una gran parte del profesorado al oponerse a la sustitución del Consejo Universitario por una Junta de Gobierno y a la creación de una junta similar en la Facultad de Medicina. A esto, unidas las jubilaciones y renuncias que se venían presentando y las jubilaciones forzosas decretadas a finales de ese año, dejará sin sus responsables a la casi totalidad de los servicios docentes del hospital.

Suspendidos de empleo y sueldo y sometidos a juicio disciplinario los profesores contrarrevolucionarios, en septiembre de 1960, ingresan por concurso nuevos profesores, que ya trabajaban en las cátedras como adscriptos, instructores, asociados o residentes, los que unidos a los viejos maestros permanecieron fieles a la docencia y a su pueblo, asumen junto a la labor docente los servicios asistenciales del hospital hasta normalizarse todas las actividades y ser proclamada oficialmente la reforma universitaria en la histórica escalinata del centro superior habanero el 10 de enero de 1962.

Ese mismo año se inaugura el Instituto de Ciencias Básicas y Preclínicas “Victoria de Girón” y se trasladan a él las cátedras, denominadas ahora departamentos, que radicaban en el edificio “Dr. Ángel A. Aballí”, que deja de ser sede de la Facultad de Medicina y algunas del hospital como las de Fisiología, Física Biológica, Química Biológica y Psicología Médica.

Otros hospitales se van a ir agregando a la enseñanza lo que lejos de restarle importancia como institución docente a nuestra unidad le permite mejorar su calidad sin la plétora de estudiantes que en las últimas décadas había hecho casi imposible la enseñanza en él y en 1966 surgen de su seno dos de los 8 nuevos institutos de investigación fundados por el Ministerio de Salud Pública, el de Angiología, que unos años después pasa definitivamente a un pabellón del Hospital “Dr. Salvador Allende” y el de Gastroenterología, dirigidos por dos de los más sólidos valores del hospital, los profesores Jorge Mc Cook Martínez y Raimundo Llanio Navarro.

En 1976 al crearse el Instituto Superior de Ciencias Médicas de La Habana, el hospital va a quedar como sede principal de la Facultad de Medicina “General Calixto García”, heredera histórica de la antigua Facultad de Medicina de la Universidad de La Habana fundada en 1728 y como nuevo local para la Facultad el pabellón “27 de Noviembre” dará paso a un múltiple edificio asiento del Decanato, de numerosas aulas de clases y del Departamento de Licenciatura en Enfermería.

La docencia no solo se va a mantener en el hospital con calidad sino que va a diversificarse grandemente y en la actualidad a pesar de la crisis económica que vive el país, en sus aulas y demás dependencias se forman 424 estudiantes de medicina, 348 de licenciatura en enfermería, 59 de licenciatura en tecnología de la salud y 203 cursan estudios en el Tecnológico de la Salud en la especialidad de enfermería, además de que se califican 147 residentes en 16 especialidades médicas y una estomatológica.

A lo largo del período revolucionario de nuestra historia muchos han sido los cambios que se han realizado en el hospital y muy diversos también los logros que se han alcanzado en los campos de la más moderna tecnología. En 1961 se crea el Servicio de Cirugía Reconstructiva y Quemados en el pabellón de la Clínica del Estudiante, que fue trasladada al Hospital “Comandante Manuel Fajardo”. Los pabellones “Emilio Martínez” y “Margarita Núñez” se unen en 1963 para constituir el nuevo Departamento de Otorrinolaringología. El Cuerpo de Guardia se extenderá hasta el “Domingo Cubas” y el Instituto de Medicina Tropical al abandonar su antiguo local en el hospital, los altos del pabellón “Pelegrina Sardá”, dejará su lugar a una sala de cirugía a la que se le pone el nombre del malogrado cirujano doctor Marino Rojas Hernández. La planta baja de este edificio será ocupada por los laboratorios de Microbiología, Parasitología y Gastroenterología.

Al dejar de existir en el hospital el Departamento de Obstetricia y Ginecología, el pabellón “Enrique Núñez”, con grandes modificaciones, será sede del Departamento de Ortopedia, del de Reumatología y un Servicio de Traumatología de Urgencias, con Cuerpo de Guardia y Unidad Quirúrgica, de cuya importancia pudiera dar una idea aproximada el saber que en 1994 atendió 29 877 traumatizados de los que 1816 necesitaron ingreso en algunas de las salas del hospital. El Departamento de Pediatría que había ocupado en los inicios del período estudiado las dos plantas del pabellón “Cowley”, salió finalmente del hospital y su antigua sede, muy transformada, la ocupa actualmente el Departamento de Psiquiatría y un Hospital de Día.

El antiguo edificio del Instituto del Cáncer servirá de asiento a un grupo de departamentos y servicios: Neurocirugía, que lo ocupa desde 1949; Unidad de Terapia Intensiva (UTI), la más antigua de Cuba; Unidad de Cuidados Intermedios (UCIM); Máxilo-facial; Estomatología; Servicio Social; Biblioteca-Hemeroteca y algo de extraordinaria relevancia el Centro Nacional de Referencia para Donación de Órganos.

En el pabellón “Lebredo” junto al Departamento de Cirugía se instala una Unidad de Cuidados Intermedios Quirúrgicos (UCIQ). El Departamento de Dermatología ocupa el pabellón “Bisbé” conjuntamente con un Servicio de Endocrinología. La planta baja del pabellón “Santos Fernández”, se destina desde 1971 a un amplio y bien equipado Servicio de Rehabilitación. Se construye un nuevo local para Farmacia y todos los demás pabellones son restaurados o modificados: “Albarrán”, “Lebredo”, “Félix Giralt”, “González del Valle”, “Casuso”, “Bustamante”, “Gordon” y “Menocal”.

Como una nueva unidad del Sistema Nacional de Salud surgida en su seno, en 1991, quedó inaugurado en el histórico pabellón “Borges” el Centro Iberolatinoamericano de Evaluación y Tratamiento de la Tercera Edad (CITED), institución modelo en su clase y ejemplo de los progresos que ha alcanzado la geriatría en nuestro período de Revolución Socialista.

A pesar de las grandes dificultades del período especial que sufre nuestro país y que se han dejado sentir en el hospital como en todas las unidades del Sistema Nacional de Salud, en los últimos tres años han sido creados y consolidados, en el sector clínico, los servicios de Neurología, Endocrinología, Neumología, Oncología y otros. En el quirúrgico, el Servicio de Cirugía Endoscópica con técnicas tanto intraluminares como la parascópica. Y en el de medios diagnósticos los servicios de Pruebas Funcionales Respiratorias Especializadas, de Neurofisiología, así como la aplicación de la tomografía axial computarizada y el análisis computarizado de señales electrocardiográficas mediante los sistemas Pasek y Cardiocid.

En el policlínico “Asclepios”, dependencia del hospital para la atención médica ambulatoria, dispone de novedosos servicios como la Clínica del Dolor y la Clínica del Asmático, con un enfoque multidisciplinario en el diagnóstico y tratamiento. En el hospital se han constituido grupos multidisciplinarios que estudian importantes problemas de salud en nuestro medio, como el accidente vascular encefálico, infarto del miocardio, asma, cáncer, suicidio, diabetes mellitus y un grupo para el desarrollo de la medicina verde, que produce en estos momentos más de 30 formulaciones.

Gran parte de la producción científica del Hospital Clinicoquirúrgico Docente “General Calixto García”, ha sido expuesta en cientos de ponencias presentadas en las siete jornadas científicas llevadas a cabo en la institución y buen número de esos trabajos han visto la luz en diversas revistas médicas nacionales y en el Boletín Epidemiológico de la unidad, sexta publicación periódica científica o no, editada en el hospital. No menos trabajos han sido presentados en congresos médicos nacionales, extranjeros e internacionales y han servido de temas de tesis de terminación de residencias.

En la actualidad nuestro centenario hospital cuenta con 1 142 camas, situadas en 28 pabellones; posee 28 salones de operaciones y 4 cuerpos de guardia; dispone de una plantilla de 2302 trabajadores, entre ellos 544 médicos, 16 estomatólogos y 516 enfermeras y en él se atienden anualmente más de 22 000 ingresos y se realizan más de 16 000 intervenciones quirúrgicas y centenares de miles de exámenes y pruebas complementarias.

Nuestra unidad tiene firmados protocolos de investigaciones con el Instituto de Gastroenterología, el Centro de Investigaciones Médico-Quirúrgica (CIMEQ) y el Hospital Hermanos Ameijeiras y entre sus propósitos más inmediatos se cuentan los de extender la práctica de la cirugía ambulatoria y de corta estadía a otras especialidades, impulsar la autodonación de sangre y las técnicas de hemodilución, mejorar el equipamiento, especialmente de los servicios de urgencia, elevar el número de trasplantes de córnea, así como implantar el empleo de la computación a toda la gestión hospitalaria.

Dos grandes figuras científicas del Hospital Clínico-Quirúrgico Docente “General Calixto García”

A lo largo de toda nuestra conferencia hemos dejado de citar multitud de nombres imposibles de olvidar si profundizamos en el desarrollo científico logrado en el pasado y en el presente en el hospital.

Los organizadores de las actividades conmemorativas de este centenario han tenido el acierto de querer simbolizar todos esos nombres en dos de las figuras más representativas de la medicina cubana de la segunda mitad del presente siglo, entrañablemente unidas al Hospital “General Calixto García”, los Profesores de Mérito Francisco Lancís Sánchez, medicolegista de prestigio internacional, ya fallecido y a cuya memoria va dirigida esta conmemoración y Federico Sotolongo Guerra, parasitólogo de igual renombre, que hace escasamente dos meses arribó a las nueve décadas de fecunda existencia.

El profesor Lancís Sánchez aunque entra en contacto con nuestro hospital en sus días de estudiante de medicina (1923 a 1929), no va a ser hasta 1938, en que ingresa por concurso como adscripto a la cátedra de Medicina Legal y Toxicología, en los altos del pabellón “Carlos M. de Céspedes”, que unirá para siempre su vida a la de su querido hospital.

Aquí recibió una gran formación medicolegista al lado de su Maestro el profesor Raimundo de Castro Bachiller, otro de los docentes que hizo escuela en el Hospital “General Calixto García” y en 1943 comenzaron sus grandes triunfos científicos con la presentación de su brillante tesis de adscripción “La aplicación de la fluorescencia ultravioleta a la identificación de las manchas de leche y calostro”.

En el antiguo local de la cátedra dedicará años de intenso trabajo junto al profesor Castro Bachiller en la redacción de un monumental Tratado de Medicina Legal y Toxicología, en cinco tomos, que llegaron a terminar y del que solo se publicaron dos tomos (1950), que hemos leído y releído siempre con la misma admiración.

Después de pasar por las categorías menores de instructor y asociado realizó en 1954, para lograr la de agregado, uno de los ejercicios de concurso- oposición más brillantes de toda la historia de la enseñanza superior en Cuba, cuando tuvo en los cuatro ejercicios de oposición y en el concurso cien puntos como calificación final. Su programa de la asignatura desarrollado en forma de libro presentado a dichos ejercicios, volumen de 386 páginas, constituye un magnifico ejemplo de la erudición alcanzada, ya en aquella época, por el profesor Lancís en las materias de su cátedra.

En este hospital además de su asignatura de la Facultad de Medicina explicó durante dieciocho años (1939-1957) la de Obstetricia Legal y Legislación Sanitaria de la Escuela de Comadronas o Parteras anexas a dicha Facultad; redactó sus cinco libros de texto, dos folletos, más de cien artículos científicos y colaboró en otros siete libros; presidió por muchos años, hasta el final de su vida, la Comisión Nacional de Ética Médica y el Consejo Científico del Hospital y en nuestra unidad también se mantuvo firme al lado del destino mayor de su pueblo en momentos muy difíciles que llevaron a tantos a la deserción.

Su maestría pedagógica y su obra médica total le hicieron alcanzar las más altas categorías docentes y grados científicos: Profesor Titular jefe de cátedra (1960), Especialista de II Grado en Medicina Legal, primero expedido en Cuba (1979), Doctor en Ciencias Médicas (1981), Profesor de Mérito (1986) y más de cincuenta órdenes, medallas y diplomas de reconocimiento, entre ellas la Orden “Carlos J. Finlay”, la más alta condecoración científica que se otorga en Cuba.

El 29 de junio de 1979 su viejo hospital le rindió un cálido homenaje en el cincuentenario de su graduación médica y ese día le oímos uno de los discursos más sentidos y de más alta modestia, que hemos escuchado jamás, digno de su magisterio, que bien pudo ser pronunciado por un Félix Varela, un José de la Luz y Caballero o un Enrique José Varona.

En nuestro hospital, escenario de sus grandes triunfos, falleció el profesor Lancís Sánchez el 3 de marzo de 1993, después de cincuenta y cinco años de labor ejemplar ininterrumpida en la unidad y convertido en un verdadero símbolo nacional de conducta ética en el ejercicio médico y de firmeza patriótica.

Fig 13. Dr. Francisco Lancís Sánchez (1906-1993).

El profesor Federico Sotolongo Guerra va a unir tempranamente su vida al Hospital “General Calixto García”. El 19 de agosto de 1925, cuando aún no había cumplido 20 años de edad e iba a comenzar el cuarto de la carrera de medicina, fue nombrado alumno externo del hospital y laborará, primero en la antigua sala “Cueto” y después en “Luaces” y “Veteranos”, hasta su graduación de doctor en medicina en la propia unidad el 26 de septiembre de 1928.

Veinticuatro días después fue nombrado instructor de la cátedra de Clínica Médica No. 8 para laborar con el entonces profesor auxiliar doctor Carlos F. Cárdenas Pupo en las salas “Landeta” y “Castro” del pabellón “Félix Giralt” y allí comenzará su brillante carrera docente.

Como parte de sus funciones en la enseñanza fue jefe del Departamento de Coprología del Laboratorio Clínico y del Departamento de Endocrinología y Metabolismo Basal, ambos adjuntos a dicha cátedra, hasta 1934 en que llamado por el profesor Pedro Kourí Esmeja pasó a la cátedra de Parasitología y Enfermedades Tropicales nombrado también como instructor.

Junto a su Maestro el doctor Kourí Esmeja se desarrollará como uno de los parasitólogos más eminentes de Cuba y unido a los profesores Kourí y José G. Basnuevo Artiles crearán la Escuela de Parasitología Médica que tendrá como sede la cátedra y el Instituto de Medicina Tropical fundado en 1937 en el pabellón “Domingo Cubas”.

Fig. 14. Dr. Federico Sotolongo Guerra (1905-1997).

Uno de sus grandes triunfos lo constituyeron los ejercicios de concurso-oposición que realizó en nuestra unidad, en 1946, para obtener la plaza en propiedad, de profesor agregado, donde alcanzó una elevada calificación, 95 puntos, que al igual que la lograda por el profesor Lancís Sánchez, fueron casos muy infrecuentes.

Desde su primer artículo científico, “Hallazgo del Colpoda cuculus y sus quistes en las heces fecales”, publicado en 1931, su obra investigativa comprende casi doscientos artículos que abarcan estudios de todos los protozoarios y helmintos parásitos humanos presentes en Cuba, incluido el descubrimiento, en colaboración con el técnico docente Julián Esber Kourí, del macho parasítico strongyloides del Strongyloides stercoralis, realizado en nuestro hospital y presentado en 1972 en el VII Congreso Nacional de la Sociedad Italiana de Parasitología, celebrado en Bologna y el primer caso reportado en Cuba de meningoencefalitis amebiana primaria (1978).

Esta obra investigativa y su bibliografía que abarca siete libros en colaboración, entre ellos Lecciones de Parasitología y Medicina Tropical del profesor Pedro Kourí, la obra de texto médica de mayores aportaciones originales escrita por autores cubanos, tres libros y un folleto como autor principal y 138 artículos sobre temas médico sociales y otros, le han permitido alcanzar las más altas categorías docentes, grados científicos y condecoraciones del país: Profesor Titular (1962); Especialista de II Grado en Gastroenterología (1967); Doctor en Ciencias Médicas, Investigador Titular y Orden “Carlos J. Finlay” (1981) y Profesor de Mérito (1985).

Todo ello sería suficiente para inscribir su nombre en los capítulos más importantes de la historia médica cubana si no hubiera en su vida algunas singularidades que lo determinan aún más. Es el médico cubano de más larga militancia revolucionaria, pues pertenece al Partido Comunista de Cuba desde 1930 sin quiebras y sin necesidad de arrepentimientos. Su carrera docente alcanzó los 60 años de enseñanza frente al alumno ininterrumpidamente (1928-1988), casi la totalidad en nuestro hospital, pasando por todas las categorías profesorales y esto solo lo habían logrado, en medicina, los doctores Fernando González del Valle, en el pasado siglo y Clemente Inclán Costa, en el presente, pero ambos con largos años en el cargo de rector de la Universidad de La Habana. Y por último su carrera hospitalaria de 63 años en nuestra institución (1925-1988), una de las más largas de Cuba, que lo hace ser el más antiguo trabajador del hospital, al estudio de cuya historia dedicó años de concienzudo acopio de datos, que han permitido conservar la memoria de la institución y que cada día podamos enriquecerla más.

Es esta a grandes rasgos la historia centenaria del actual Hospital Clinicoquirúrgico Docente “General Calixto García” y estos hombres el modelo permanente a imitar para todos sus trabajadores.

*Conferencia leída en el acto central por el centenario del Hospital Clínico Quirúrgico Docente “General Calixto García”. Enero 23 de 1996.

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