INTRODUCCIÓN
Mundialmente se evidencia un proceso de transición demográfica que se caracteriza por un aumento en la esperanza de vida y por una baja natalidad, lo que trae consigo un incremento en el número personas mayores.1 Proyecciones de la Organización de las Naciones Unidas2 estiman que América Latina para el año 2025 experimentará un envejecimiento sustancial de su estructura poblacional, en el cual las personas mayores de 60 años podrían alcanzar un 14 % ; además se espera que para el año 2050 el porcentaje de personas mayores aumente y alcance un 25 %.3 Similar situación se experimentará en Chile, donde se espera que la esperanza de vida aumente pasando de 80,4 años en 2018 a 85,4 años en 2050.4
El envejecimiento patológico se ha asociado con disminución de la independencia, sarcopenia, reducción de la movilidad y aumento de déficits sensoriales,5 todo esto contribuye a la pérdida de autovalencia y deterioro de la condición física.6 Se ha planteado que la evaluación de la condición física en las personas mayores resulta relevante para determinar el estado de salud, dado que existe una relación entre algunas cualidades físicas como la fuerza muscular y la capacidad cardiorrespiratoria con la salud general y la funcionalidad de las personas mayores.7,8,9,10 Sin embargo y, a pesar de la importancia de mantener una indemne condición física, estudios previos han señalado que el envejecimiento causa involución de algunos índices antropométricos y de salud, lo cual puede afectar la condición física en las personas mayores.7
Por otro lado, en los últimos años la fragilidad física se ha transformado en un síndrome geriátrico de gran interés para los profesionales de la salud.11,12 Ha sido definida como un síndrome con múltiples causas y factores, caracterizado por la disminución de la fuerza muscular, capacidad cardiorrespiratoria y de las funciones fisiológicas;13 lo cual es un importante factor para el incremento en la vulnerabilidad individual, que puede producir dependencia, y con ello, una calidad de vida disminuida.14 Las personas mayores autónomas o autovalentes tienen el riesgo de que a consecuencia de una enfermedad o evento adverso puedan volverse frágiles.15
Se ha reportado que la condición física, calidad de vida y algunos indicadores de salud, como el índice de masa corporal y el nivel de actividad física, se han relacionado con el estado de salud de las personas mayores,16 no obstante existe escasa información de la asociación que pudiera existir entre estos indicadores con la fragilidad.17 Por lo tanto, el objetivo de este estudio es determinar si existe asociación entre la condición física y calidad de vida con la fragilidad en personas mayores.
MÉTODOS
Estudio observacional, correlacional y con diseño transversal que incluyó 84 personas mayores de 65 años (62 mujeres y 22 hombres), seleccionados bajo un muestreo por conveniencia. La recolección de datos fue realizada entre los meses de agosto a diciembre del año 2021 en las ciudades de Santiago de Chile y Talca (Chile).
Se excluyeron personas mayores que presentaron alguna lesión, enfermedad que impida la marcha y la bipedestación, y participantes que presentaron alguna discapacidad física o mental (moderada - grave) que limitara la realización de alguna evaluación. Todos los participantes leyeron y firmaron voluntariamente un consentimiento informado basado en los criterios y actividades a los que fueron sometidos. La investigación fue aprobada por el comité de ética de la universidad Santo Tomás, Chile (18.20).
Se evaluó la estatura bípeda a través de un estadiómetro (Seca® Hamburgo, Alemania; precisión 0,1 cm) y el peso corporal con balanza digital (Seca® Hamburgo, Alemania; precisión de 1 kg). Se calculó con ambas mediciones el índice de masa corporal (IMC), dividiendo el peso corporal (kg) por la estatura bípeda al cuadrado (m²). Posteriormente, se evaluaron los perímetros de cintura y cadera con una cinta métrica inextensible (Sanny®, Brasil; precisión de 0,1 mm) y se calculó el índice cintura-cadera (ICC).18
Condición física: Las mediciones de condición física se basaron en el protocolo Senior Fitness Test.10 El orden de las pruebas fue:
Prueba de sentarse y levantarse de una silla, para evaluar fuerza de tren inferior, se les contabilizó el número de repeticiones en 30 s;10
Prueba de flexiones de codo, para evaluar fuerza de tren superior de la extremidad dominante, se utilizó una mancuerna de 2,3 kg para mujeres y de 3,6 kg para hombres, se contabilizó el número de repeticiones en 30 s;10
Prueba de dos minutos de marcha, para evaluar resistencia aeróbica, se registró el número de elevaciones de rodillas que alcanzaron la articulación coxofemoral del participante;10
Prueba de flexión de tronco en silla, para evaluar la flexibilidad del tren inferior, se solicitó a los participantes que extendieran una pierna y alcanzaran con ambas manos hacia los dedos de los pies, sin flexionar la rodilla. La medida se tomó desde la punta de los dedos de las manos hasta la punta del dedo del pie en cm;10
Prueba de juntar las manos en la espalda, para evaluar flexibilidad del tren superior, se solicitó a los participantes estar en posición de pie, y debían extender la mano por encima del hombro mientras la otra mano alcanza la mitad de la espalda, tratando de tocar los dedos medios, la distancia entre los dedos medios se registró en cm;10
f) Prueba de levantarse, caminar y volver a sentarse, esta prueba se utilizó para evaluar agilidad y equilibrio dinámico, los participantes debían iniciar la prueba sentados en una silla con los pies apoyados en el suelo. Se les pidió que caminaran lo más rápido posible, rodeando un cono a una distancia de 2,44 m, luego regresar a la posición inicial, el tiempo se registró en segundos.10
Calidad de vida: El instrumento que se utilizó para evaluar la percepción de la calidad de vida se basó en el cuestionario World Health Organization Quality of Life Old (WHOQOL-OLD),19 el cual se compone de 26 preguntas de escala tipo Likert, 2 de ellas permiten conocer la percepción de la calidad de vida global, y las otras 24 son agrupadas en 6 dimensiones: habilidades sensoriales, autonomía, actividades pasadas, presentes y futuras, participación social, muerte e intimidad. En los ámbitos de habilidad sensorial y muerte los elementos con un menor puntaje reflejan una mejor percepción de la calidad de vida, mientras que en el resto de las dimensiones evaluadas, una puntuación más alta reporta una percepción más elevada de su calidad de vida.20
Fragilidad: La determinación de fragilidad se realizó según el fenotipo de Fried.21 Este determina 5 criterios clínicos o características en la persona mayor:
Pérdida involuntaria de peso: se revisó la ficha clínica para considerar una pérdida igual o mayor a 4,5 kg de peso corporal de manera involuntaria el último año.
Cansancio o agotamiento: se realizaron 2 preguntas incluidas en la escala Center for Epidemiologic Studies-Depression Scale (CES-D): ¿Siente que todo lo que hace le genera esfuerzo? y ¿Siente que no tiene ganas de hacer nada?22
Disminución de la velocidad de la marcha: se midió el tiempo en segundos que los participantes tardaban en caminar 4,6 m.
Bajo nivel de actividad física: se valoró de acuerdo al cuestionario de actividad física Physical Activity Scale for the Elderly (PASE).23 Se le preguntó a cada persona mayor sobre las tareas del hogar, en el tiempo libre y actividades ocupacionales realizadas los últimos 7 días.23
Debilidad: Evaluada mediante dinamometría a través de la prueba de prensión manual utilizando un dinamómetro (Jamar® PC 5030 J1, Sammons Preston Rolyan, EE.UU).24 Los participantes se ubicaron en una postura sedente, columna alineada, hombros aducidos y sin rotación, codo flexionado en 90 ° a un costado del cuerpo, antebrazo y muñeca en posición neutral.
Se consideró frágil a toda persona mayor que cumplía con 3 o más criterios de fragilidad, prefrágil aquellos que ostentaban 1 o 2 criterios y, como no frágil, quién no tuviese ningún criterio de fragilidad.21
Los datos fueron analizados con el software estadístico SPSS 25.0 (SPSS 25.0 para Windows, SPSS Inc., IL, USA). Se calculó la media y desviación estándar para describir las características generales de la muestra (edad, peso, estatura e IMC). Se utilizaron tablas de contingencia para asociar la condición física y calidad de vida con la fragilidad a través de la prueba de ji cuadrado de Pearson. Para estos análisis se dicotomizaron las variables género (femenino/ masculino), estado nutricional (normo peso/ exceso de peso), perímetro de cintura (sin riesgo / con riesgo) e ICC (sin riesgo/ con riesgo). Para categorizar los resultados de la condición física y calidad de vida se calculó la media aritmética de los participantes en cada una de las variables evaluadas, y a partir de esta medida, los datos fueron dicotomizados en “bajo la media” y “sobre la media”. Para todas las variables de condición física se determinó que valores “sobre la media” fueron considerados como un “buen rendimiento” y que valores “bajo la media” como un “mal rendimiento”, excepto para la prueba de equilibrio en la cual valores “sobre la media” fueron considerados como “mal rendimiento”. Para las dimensiones de calidad de vida se realizó el mismo procedimiento anterior y se categorizaron las variables en “sobre la media” (mejor calidad de vida) y “bajo la media” (peor calidad de vida). La fragilidad fue categorizada en “frágil” (3 o más criterios), “prefrágil” (2 o menos criterios) y no frágil (ningún criterio). El nivel de significación para todas las pruebas estadísticas fue de 0,05.
RESULTADOS
Todos los participantes evaluados tuvieron al menos 1 criterio de fragilidad, por lo tanto, ninguno de ellos fue clasificado como no frágil. En la tabla 1 se observan las características de las personas mayores evaluadas divididos por sexo.
En las personas mayores evaluadas, el análisis estadístico reveló que no hubo asociación estadísticamente significativa entre la fragilidad y las variables sexo (p= 0,517), estado nutricional (p= 0,676), perímetro de cintura (p= 0,890) e ICC (p= 0,627).
Asociación entre condición física y fragilidad
Respecto a las variables de condición física se evidenció una asociación significativa entre la fuerza de tren superior (p= 0,038), fuerza de tren inferior (p= 0,018), flexibilidad de tren inferior (p= 0,004), resistencia aeróbica (p= 0,038) y equilibrio (p= 0,002) con la fragilidad de las personas mayores evaluadas (tabla 2).
Asociación entre calidad de vida y fragilidad
En cuanto a la calidad de vida se encontró una asociación significativa con el ámbito de autonomía (p= 0,007), actividades del pasado, presente y futuro (p= 0,018), participación social (p= 0,006) e intimidad (p= 0,038) (tabla 3). En los ámbitos de habilidad sensorial (p= 0,160) y muerte (p= 0,201) no se observó una asociación con la fragilidad.
DISCUSIÓN
Los principales resultados de esta investigación revelan que existe asociación entre la fragilidad, con variables de la condición física y calidad de vida. Específicamente, se pudo observar que las personas mayores con fragilidad mostraron un bajo rendimiento en las pruebas de condición física que evalúan fuerza muscular de tren superior e inferior, flexibilidad de tren inferior, resistencia aeróbica, agilidad y equilibrio dinámico. Asimismo, se determinó que las personas mayores frágiles reportaron una baja calidad de vida en los dominios autonomía, actividades del presente/ pasado/ futuro, participación social e intimidad.
En este estudio se observó una asociación significativa entre la fragilidad con variables de condición física. Se ha reportado que la pérdida de masa muscular y cualidades musculares que se observan en el envejecimiento, están directamente relacionadas con la fragilidad.24,25,26,27 La evidencia señala que personas mayores de 75 años presentan una disminución de 45 % en la resistencia aeróbica, 40 % en fuerza de prensión manual, 70 % en fuerza de tren inferior, 50 % en movilidad articular y un 90 % en la coordinación neuromuscular, al compararlos con jóvenes de 20 años,25 antecedentes que favorecen el desarrollo de fragilidad física, y a su vez, limitan la participación en actividades sociales, comunitarias y ocupacionales.26 De forma similar se ha observado que un bajo rendimiento en pruebas de fuerza muscular trae consigo pérdida de movilidad y consecuencias funcionales, como una disminución en la velocidad de la marcha,23 la cual se considera como un criterio de fragilidad.28 Finalmente, un reciente metaanálisis encontró una relación significativa entre la fragilidad con todos los componentes de la condición física; la capacidad aeróbica, la fuerza de tren inferior y de prensión manual fueron las variables que mostraron mayores asociaciones con el síndrome de fragilidad.29
Las asociaciones entre fragilidad y condición física reportadas por la literatura y encontradas en esta investigación, pueden explicarse en cierta medida por los cambios físicos que ocurren en las personas mayores, entre los que se encuentra, una disminución de la fuerza muscular.30 La pérdida de masa y fuerza muscular se asocian con un desempeño físico deficiente y movilidad reducida, lo que aumenta el riesgo de dependencia funcional y por consiguiente, mayor fragilidad.30
Otro hallazgo de esta investigación corresponde a la asociación entre las dimensiones de calidad de vida con la fragilidad; se reportó que las personas mayores frágiles poseen una calidad de vida disminuida, a diferencia de las personas mayores prefrágiles. Estos últimos poseen 4 dimensiones con valores medios sobre 60 % y solo 2 dimensiones disminuidas (habilidad sensorial y muerte). Resultados similares se reportan por otra investigación que revela que las personas mayores frágiles tienen baja calidad de vida.31 El mismo estudio muestra que las personas con fragilidad presentaron menor participación en actividades sociales, disminución en la toma de decisiones (autonomía) y descenso en las relaciones interpersonales (intimidad). A partir de estos hallazgos, la ejecución de actividades cotidianas de estimulación, en un contexto social y cultural enriquecido, afectarían de manera positiva estos ámbitos.32)
Finalmente, se puede mencionar que la fragilidad está presente con mayor frecuencia en las mujeres mayores,32 si bien en esta investigación no se observaron diferencias significativas en cuanto a sexo, sí se presentó una tendencia de mayor deterioro funcional en las mujeres. Mientras que, las variables antropométricas y de fragilidad no mostraron asociación entre sí, hecho similar a lo reportado previamente.32
Dentro de las limitaciones de esta investigación se menciona la selección de la muestra por conveniencia y el uso de cuestionarios autorreportados, los cuales pueden supra o infraestimar las variables estudiadas. A pesar de lo anterior, se utilizaron instrumentos de evaluación ampliamente validados en la población estudiada.
Existe asociación entre la fragilidad con algunas dimensiones de salud, condición física (fuerza tren superior e inferior, flexibilidad de tren inferior, resistencia aeróbica, agilidad y equilibrio dinámico) y calidad de vida (autonomía, participación social, intimidad, actividades del pasado, presente y futuro) en personas mayores. De acuerdo con los antecedentes, la fragilidad en las personas mayores condiciona un menor rendimiento en pruebas de condición física y una percepción de la calidad de vida disminuida. Se recomienda estimular y favorecer la práctica regular de actividad física como una estrategia de prevención en salud.