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Economía y Desarrollo

Print version ISSN ISSNOn-line version ISSN 0252-8584

Econ. y Desarrollo vol.151 no.1 La Habana Jan.-June 2014

 

ARTÍCULO ORIGINAL

 

Planificación monetaria: un acercamiento desde la teoría monetaria en Marx

 

Monetary Planning: A Marxist Monetary Theory Approach

 

 

Carlos Lage Codorníu

Banco Central de Cuba, La Habana.

 

 


RESUMEN

El trabajo persigue identificar los principales puntos de consenso y disenso entre la teoría monetaria en Marx y la teoría cuantitativa del dinero, como contribución y motivación al debate sobre la necesidad y alcance de la planificación monetaria en la construcción socialista. El estudio permite concluir que la planificación monetaria en la construcción socialista debe velar por el cumplimiento de la ley de la cantidad de papel moneda necesaria en la circulación y la ley general de la circulación, de manera que garantice la función del dinero como medida del valor y, con ello, el cumplimiento de las proporciones definidas en el plan y la reproducción del sistema socialista.

PALABRAS CLAVE: cantidad de dinero, planificación, política monetaria, precios, socialismo.


ABSTRACT

The article is part of a master's research work by the author, aiming at identifying the agreeing and opposite critical issues between the Marxist monetary theory and money quantitative theory, as a contribution and motivation to the debate on the need and extent of monetary planning in socialism. The survey allows to conclude that monetary planning in socialism should watch over the compliance with the law in terms of the needed soft money in its circulation and the general law or its regulation, so that it may guarantee the functioning of money as a measure of value, and, as such, the fulfillment of proportions devised by the plan and reproduction of the socialist system.

KEYWORDS: quantity of money, planning, monetary policy, prices, socialism.


 

 

El dinero constituye un vínculo entre la mercancía, el valor y la explotación del trabajo. A partir de esto, Marx desarrolló una teoría del dinero capaz de dar cuenta de una gran cantidad de fenómenos monetarios de su tiempo; […] de esta manera, la teoría marxista del dinero constituye un marco que posibilita la comprensión de los procesos económicos sobre bases más profundas que la neoclásica.
Héctor Castaño Salas


La política monetaria resulta de la evolución de las formas y las funciones del dinero. Mientras el dinero circulaba únicamente como una mercancía (metales preciosos), la política monetaria no tenía razón de ser. La teoría marxista nos recuerda que en la época del patrón oro, la cantidad de dinero estaba determinada por la cantidad de oro y los precios por el valor de las mercancías, el cual representa la cantidad de trabajo empleado para producirlas. Los precios, como forma monetaria del valor, podrían oscilar alrededor de este como resultado de los desbalances entre oferta y demanda.

Sin embargo, cuando aparece el crédito, por un lado, y el papel moneda, por otro, se abre la posibilidad de que el Estado viole artificialmente la relación esencial entre cantidad de dinero y producción de valores. Es en este escenario donde se necesita una entidad que regule la cantidad de dinero circulante con el fin de garantizar el crecimiento de la producción material y los principales equilibrios macroeconómicos.

El pensamiento convencional tiene un amplio desarrollo metodológico e instrumental en el control de la oferta monetaria, cuyos fundamentos teóricos, prácticos e ideológicos giran en torno a la teoría cuantitativa del dinero. El desarrollo de la teoría monetaria en Marx,(1) si bien se arma de un método científico profundo para descifrar las verdades detrás de los hechos económicos y adelanta en muchas cuestiones los postulados cuantitativistas, adolece de avances instrumentales y teóricos al efecto.

 

Teoría cuantitativa del dinero

El pensamiento convencional muestra consenso en materia de teoría monetaria alrededor de la teoría cuantitativa del dinero. La teoría cuantitativa experimenta su principal formalización con el libro de Irving Fisher El poder adquisitivo del dinero (1911), donde se formula la ecuación de cambios o transacciones:

M x V = P x T

Donde:
M: masa monetaria
V: velocidad
P: precio medio
T: volumen de transacciones

Más que una ecuación, dicha expresión muestra una identidad que no dice nada acerca de las relaciones causales entre las variables. El punto de partida es, simplemente, el equilibrio contable de los intercambios que se desarrollan en una economía durante un período de tiempo dado: al valor de todos los bienes ofrecidos en el mercado (el volumen de transacciones por el precio medio) le corresponde el valor de todos los flujos monetarios que se dan en contrapartida (la masa monetaria por la velocidad a la que rota en la economía).

Sin embargo, Fisher enuncia determinados supuestos que establecen una direccionalidad en la ecuación de cambios. Presume que los mercados tienden al pleno uso de los recursos, por lo que el nivel de transacciones es dado, está determinado por la economía real. Por su parte, la velocidad del dinero se considera estable, porque depende de factores institucionales.(2) Si aumenta la masa monetaria, dado que V es estable y T está dada, solo pueden aumentar los precios. En consecuencia, el dinero es neutro y no puede afectar a la economía real. Si hay inflación es porque el Estado emite dinero en exceso.(3)

Al perder credibilidad la teoría cuantitativa, especialmente por el paso del capitalismo de libre competencia al capitalismo monopolista y el gran crack de principios de los años treinta del siglo pasado, se presenta como una alternativa la teoría keynesiana. En su Teoría general (1936), Keynes desarrolló una teoría de la demanda de dinero que llamó "teoría de la preferencia por la liquidez".

Keynes estudió las razones por las cuales los individuos demandan saldos reales: argumentó que, cuando está asociada a fines especulativos, la demanda de saldos monetarios depende de las tasas de interés. De este modo, incrementos de la oferta monetaria puestos a disposición del público dejan de utilizarse para transacciones ocasionando disminuciones en la velocidad de rotación del dinero. Por consiguiente, la velocidad de rotación no puede ser una constante. Los keynesianos refutan, adicionalmente, el supuesto de pleno empleo de los recursos en la economía, debido a que el mecanismo de ajuste automático del mercado hacia el equilibrio es muy lento, como consecuencia de la rigidez en los salarios que imponen los contratos laborales y la rigidez en los precios por contratos con proveedores. Por tanto, el debate sobre la neutralidad del dinero, representa el principal punto de conflicto entre neoclásicos y keynesianos.

La influencia mecánica del incremento de la cantidad de dinero sobre los precios es profundamente cuestionada por los keynesianos. En primer lugar, un incremento de la oferta monetaria puede utilizarse con fines especulativos y no canalizarse hacia las transacciones en la economía, a lo que Keynes denominó trampa de liquidez. En segundo lugar, si la economía no se encuentra en pleno empleo, una parte del incremento de la demanda (producto del aumento de la oferta monetaria) puede efectivamente estimular el producto. En consecuencia, es preferible una política económica activa (aunque los keynesianos insisten en el papel de la política fiscal) que expanda la demanda agregada cuando la economía se ubique por debajo del potencial y la contraiga cuando esté por encima.

En la década del setenta el fenómeno de la estanflación puso en crisis la explicación keynesiana de los desequilibrios macroeconómicos, a partir de lo cual la corriente monetarista rescata las ideas iniciales de Fisher; desde entonces, se convirtió en la más pura ortodoxia de las disciplinas económicas.

Al frente de este cuerpo de pensamiento estaba Milton Friedman, quien en 1956 había desarrollado una teoría de la demanda de dinero en su artículo "La teoría cuantitativa del dinero: un replanteamiento". La teoría de Friedman indica que la demanda de dinero es una función de los recursos disponibles por los individuos (su riqueza) y de los rendimientos esperados sobre otros activos respecto al rendimiento esperado sobre el dinero.

Friedman asume estables la velocidad y la demanda de dinero y, por tanto, predecibles. Pero no son completamente estables en el sentido de la vieja teoría clásica. De acuerdo con sus estudios empíricos y los de sus colegas, estas variables han tenido un comportamiento extraordinariamente estable y regular, con excepción de los periodos de crisis e hiperinflacionarios.

A partir de ello, Friedman llega a dos conclusiones fundamentales. En primer lugar: la demanda de dinero es insensible a las tasas de interés. Y en segundo lugar, como corolario, establece que los cambios monetarios afectan a la producción, pero a corto plazo (el ingreso permanente es estable en el tiempo), mientras que dicha expansión se traduce en un aumento de precios a largo plazo. Por ello, Friedman insistió en que la política monetaria no puede determinar a largo plazo variables reales como el desempleo y el PIB; solo puede determinar variables nominales, como el tipo de cambio, el nivel de precios o los agregados monetarios. Aboga por establecer una política monetaria automática, es decir, que la cantidad de dinero crezca a una tasa estable anual para impulsar el crecimiento económico.(4)


Como cuerpo de pensamiento, las corrientes cuantitativistas construyen un concepto del equilibrio monetario en la economía a partir del análisis de la oferta y la demanda. Si la oferta monetaria (que se considera exógena dado el papel del Estado en la emisión de la moneda de curso legal) excede o no rebasa la demanda, se registra un ajuste de los gastos agregados en la economía vía precios. Este es el principal consenso a partir del cual se edifica esta teoría. La crítica keynesiana, aunque ofrece oposición a la teoría en su conjunto, defiende igualmente la validez de la ecuación de cambios y la dirección causal de los incrementos monetarios sobre los gastos agregados de la economía (precio y/o producto).

 

Teoría monetaria en Marx

En oposición a la teoría cuantitativa hay una larga tradición crítica que es cuidadosamente ocultada por los manuales de la ortodoxia neoclásica.(5) La teoría monetaria en Marx, si bien solo conoció los precedentes cuantitativistas de Hume y Ricardo, resulta la oposición más consistente. Dado que los desarrollos posteriores de la teoría cuantitativa (de Fisher a los monetaristas) conservaron y defendieron en esencia los postulados de Hume en lo referente a la relación entre la cantidad de dinero y los precios, el análisis de la teoría monetaria en Marx constituye una plataforma ideal para una visión crítica del alcance y las limitaciones de este cuerpo de pensamiento.

No es posible entender la teoría monetaria en Marx, sin antes comprender la esencia de su teoría valor-trabajo. Esta teoría enuncia la correspondencia entre la producción de mercancías y la creación de su valor. Las mercancías tienen valor como materialización del trabajo empleado para su realización y expresan dicho valor en forma monetaria a través del precio. El precio, como forma exterior del valor, lleva implícita en sí la posibilidad de no coincidir con este último. En la magnitud de los precios influyen la oferta y la demanda. Marx tiene en cuenta el papel de la oferta y la demanda en los precios a través de la ley de la competencia, pero a la vez insiste en que los intentos de absolutizar su influencia carecen de fundamento en tanto el precio no puede existir sin el valor, y es tan solo su forma de expresión.

De esta manera, la teoría valor-trabajo ayuda a ver el análisis desde el punto de vista de la producción no solo como un simple proceso tecnológico, sino como un paso elemental en la generación de valores que se realizan en la circulación. Se desmitifica la circulación como el proceso en que ganan los más hábiles y se entiende como un momento de intercambio de valores que llevan en sí las relaciones entre muchos procesos productivos (Castaño, 2006).

Marx demuestra que el dinero no aparece como resultado de un acuerdo entre los individuos, o como consecuencia de leyes o decretos estatales. El dinero surgió espontáneamente en virtud de la evolución de la producción mercantil y el desarrollo lógico e histórico del proceso de cambio. El surgimiento del dinero no conduce a superar la contradicción interna de la mercancía, sino a desarrollarla. Esta contradicción se exterioriza con el desarrollo del proceso de cambio. La separación del mundo mercantil en mercancía y dinero significa que a partir de ese momento las mercancías figuran en el mercado como valores de uso y el dinero como encarnación del valor en general.

Hasta este punto, si bien en Marx no hay una teoría elaborada de la inflación, se puede apreciar el elemento principal de su crítica a la teoría cuantitativa del dinero. Al desarrollar la tesis ricardiana de valor-trabajo, Marx establece que, en esencia, el incremento de los precios no es un fenómeno monetario, sino el resultado de la creación de valor a través del trabajo abstracto desplegado por el productor durante el proceso productivo. El valor de las mercancías se genera en la producción y se materializa en la circulación.

Sobre la base de la teoría valor-trabajo, Marx define que la cantidad de dinero necesaria para asegurar la circulación de mercancías (M) debe equivaler a la sumatoria de los precios de todas las mercancías (P),(6) divididas entre el promedio de ciclos de la circulación de una unidad monetaria del mismo signo (V). Matemáticamente, quedaría expresado como sigue:

ecuación

Con la formulación de la ley general de la circulación, Marx invierte la hipótesis cuantitativista(7) de Hume, al determinar que "dadas la suma de valor de las mercancías y la velocidad media de su metamorfosis, la cantidad de metal precioso en circulación depende de su propio valor" (Marx, 1973, p. 88), y continúa:

El dinero no es más que la representación real y efectiva de la suma de oro expresada ya idealmente por la suma de los precios de las mercancías. Ambas sumas tienen, pues, que coincidir forzosamente […] Es, como se ve, el propio dinero el que determina los cambios experimentados por la masa de medios de circulación, pero no en su función de medio circulatorio, sino en su función de medida de valores. (p. 82)

Esta ley es enunciada en el siglo xix, cuando aún las principales experiencias estudiadas giran alrededor del oro y la plata como monedas. Sin embargo, Marx amplía el estudio de sus implicaciones, al distinguir en el análisis las formas de dinero. De esta manera, define tres formas de dinero, correspondientes a tres etapas históricas: dinero metálico puro (oro), moneda metálica subsidiaria, y papel moneda de curso obligatorio.

Marx parte del análisis de la circulación simple de la mercancía y el dinero como oro, para el que tiene vigencia la ley del valor. Marx ve en el oro "una mercancía especial que tiene su propio valor intrínseco: tiene valor porque tiene trabajo. Bajo esta premisa, la cantidad de oro requerida para la circulación está determinada, en primera instancia, por la suma global de los precios de las mercancías que han de ser realizados" (Marx, 1989, p. 72).

Posteriormente, Marx analiza la moneda metálica subsidiaria, aquella en la que el oro adquiere una existencia simbólica, de plata o cobre, separada de su propia existencia. Así, en un momento superior de la producción, diferentes mercancías pueden servir como dinero, junto al oro, en la circulación, y pueden representar sus fracciones. La misma ley que funciona para el oro, en relación con los precios de las mercancías, se aplica para la moneda subsidiaria (Rodríguez Vargas, 2006).(8) Según Marx (1989): "Si se emitiesen fichas de plata y cobre en cantidades mayores que las que requieren las necesidades de sus esferas de circulación, los precios de las mercancías no aumentarían a causa de ello, sino que se produciría una acumulación de estas fichas entre los vendedores minoristas, quienes finalmente se verían obligados a venderlas como metal" (p. 76).(9)

Sin embargo, cuando analiza el papel moneda de curso obligatorio, llega a nuevos hallazgos. Para Marx el papel moneda es la forma perfeccionada del signo de valor, un resultado de la evolución de la circulación simple de mercancías. No surge por convención ni por intervención estatal. El papel moneda surge determinado por el desarrollo económico y finalmente el Estado lo legisla como medio de circulación de curso forzoso. La particularidad del papel moneda de no expresar su propio valor, sino el valor del oro, permite al Estado alterar el equilibrio determinado por la ley general de la circulación. Para el autor de El Capital:

la intervención del Estado que emite el papel moneda con curso obligatorio parece abolir la ley económica, parece que transforma por arte de magia al papel en oro […] Sin embargo, este poder del Estado es mera apariencia. Podrá lanzar a la circulación la cantidad de billetes de papel que quiera con la denominación monetaria que desee, pero con este acto mecánico cesa su control. Una vez que la circulación se adueña de él, el signo de valor o papel moneda sucumbe a sus leyes inmanentes. (Marx, 1989, pp. 80-81)

O sea, el papel moneda no sigue las leyes de la circulación del oro o de las monedas subsidiarias, sino leyes propias y fuera del control estatal. La ley general de la circulación adquiere un nuevo significado con el papel moneda, al establecerse una doble causalidad entre la cantidad de dinero y los precios. Así, Marx (1989) refiere:

En la circulación de los signos de valor, todas las leyes de la circulación monetaria real aparecen invertidas, patas arriba. Mientras que el oro circula por tener valor, el papel moneda tiene valor por circular […] Mientras que la cantidad de oro en circulación aumenta o disminuye con el aumento o la disminución de los precios de las mercancías, estos precios, según parece, se elevan o bajan con las variaciones de la cantidad de papel moneda circulante. Mientras que la circulación de las mercancías solo puede absorber una cantidad determinada de moneda de oro y, por consiguiente, la contracción y la extensión alternativas del dinero circulante se presentan como una ley necesaria, el papel moneda puede incorporarse a la circulación, por lo visto, en cantidades ilimitadas […] En efecto, estas leyes parecen no solo como invertidas, sino también abolidas en la circulación de los signos de valor, puesto que el papel moneda, si ha sido emitido en la cantidad apropiada, efectúa movimientos que no le son propios en calidad de signo de valor, mientras que su propio movimiento, en lugar de tener su origen directo en la metamorfosis de las mercancías, proviene de que se infringe la proporción correcta con respecto al oro. (p. 82)

Por otra parte, en el primer tomo de El Capital expone que "si hoy llenamos con papel moneda todos los canales de la circulación, hasta agotar su capacidad de absorción monetaria, podemos encontrarnos con que mañana, a consecuencia de las fluctuaciones de la circulación de mercancías, el papel moneda rebasa los cauces. Al llegar a este momento, se pierden todas las medidas" (Marx, 1973, p. 92).

Marx critica y rechaza la teoría cuantitativa cuando analiza las dos primeras formas de dinero, las formas metálicas, pero el papel moneda ya no obedece a las mismas leyes que se aplican en el patrón metálico; estas leyes se pueden violar desde fuera con la intervención del Estado. Por ello, la violación de las leyes de la circulación provoca una depreciación del dinero en su función de medio de circulación que se expresa, esta vez, en un incremento artificial de los precios (no debido a variaciones del valor de las mercancías o el suyo propio).

Sin embargo, Marx (1973) advierte que una vez llegado a otro nivel de precios, estos expresan nuevamente el valor de las mercancías, solo que como una fracción del patrón de precios anterior:

Si el papel moneda rebasa sus límites, es decir, la cantidad monedas-oro de idéntica denominación que pueden circular, todavía representará dentro del mundo de las mercancías, prescindiendo del peligro del descrédito general, la cantidad de oro determinada y, por tanto, representable por sus leyes inmanentes […] el resultado es el mismo que si se hubiese modificado el oro en su función de medida de precios. (p. 92)

Por ello, define también con categoría de ley la cantidad de papel moneda necesaria en la circulación: "Para encontrar una ley específica de la circulación de billetes, no hay más remedio que atenerse a su proporción representativa respecto al oro. Y esta ley es sencillamente la de que la emisión de papel moneda debe limitarse a aquella cantidad en que sin él, circularía necesariamente el oro (o la plata) representado simbólicamente por ese papel" (Marx, 1973, p. 92). De esta manera, cuando Marx analiza el papel moneda se observa una coincidencia con la proposición cuantitativista, al observar que un incremento en la cantidad de dinero puede reflejarse en el nivel de precios. Sin embargo, no se trata más que de una coincidencia en la descripción de la manifestación del fenómeno, a partir de una definición esencial muy diferente. Marx advierte que el análisis a la luz del papel moneda esconde la esencia de las relaciones entre la cantidad de dinero y los precios, no definidas en el mero hecho de la realización de las mercancías, sino en el proceso productivo.

Para Marx, el valor de las mercancías depende de la productividad del trabajo, en función de la ley del valor. En época del dinero metálico o metálico subsidiario, la elevación del valor se debía a la disminución de la productividad en la producción de mercancías o a un aumento de la productividad en la producción de oro. Por ello, según la ley general de la circulación, son los precios (como forma monetaria del valor) los que determinan la cantidad de dinero.

Con la aparición del papel moneda surge una doble causalidad, pues, a la vez que los precios determinan la cantidad de dinero según el funcionamiento de la ley general de la circulación, si el Estado infringe esta ley imprimiendo más billetes de los necesarios, la cantidad de dinero provocaría también un incremento del nivel general de precios. Luego, si el Estado cuenta con el monopolio de la emisión monetaria debe cumplir la ley de la cantidad de papel moneda necesaria en la circulación, de manera que la cantidad de billetes se corresponda con la cantidad de oro que en su ausencia circularía en función de las necesidades de la circulación.

Por tanto, si bien lo anterior no implica afirmar -como la corriente central cuantitativista- la neutralidad del dinero, con la aparición del papel moneda aparece la posibilidad de la inflación monetaria. Desde la perspectiva marxista, no representaría otra cosa que un proceso de depreciación del papel moneda cuando el Estado viola la ley específica de su respaldo efectivo en la producción material y las necesidades de la circulación, lo cual repercute en un incremento nominal de los precios, sin que se haya producido un aumento en el valor.

En este sentido, la inflación expresa un desequilibrio entre la producción y la circulación, y un aparente divorcio entre los valores y los precios (Rodríguez Vargas, 2006). De esta manera, desde la visión marxista, la política monetaria debe asegurar la correspondencia entre la cantidad de dinero y las necesidades de la producción y circulación mercantil, a través del cumplimiento de la ley general de la circulación y la ley de la cantidad de papel moneda necesaria en circulación.

La explicación de la inflación moderna es con base a dos niveles: los keynesianos (y estructuralistas) por el lado de la oferta (y a largo plazo), y los monetaristas por el lado de la demanda (y a corto plazo). Paradojas de la vida real. La unilateralidad es la visión con un solo ojo. Marx exponía los fenómenos en distintos niveles de abstracción (criticó a los clásicos por no aplicar dicho método) y conjuntaba las distintas explicaciones cuando analizaba el capitalismo real-superficial de múltiples capitales (el del tercer tomo), y, además, relacionaba dialécticamente las causas y los efectos, es decir, la determinación mutua. Marx veía con los dos ojos. (Rodríguez Vargas, 2006)

 

A modo de conclusión: algunas ideas sobre la planificación monetaria en la construcción socialista

En resumen, desde posiciones bien divergentes en cuanto a los determinantes de la demanda de dinero y la inflación, las teorías estudiadas reconocen que -bajo la circulación del papel moneda- un incremento de la cantidad de dinero en circulación provoca un incremento en el nivel de precios. Aunque se llega a este punto de contacto desde distintos métodos, su importancia radica en la posibilidad de utilizar el instrumental convencional desarrollado (que refleja la operatividad de la manifestación del fenómeno) sobre la base de los sustentos conceptuales del enfoque marxista (que reflejan la esencia de la relación entre la cantidad de dinero y los precios).

El análisis nos permite concluir que la inflación es un fenómeno debido a disímiles causas. La inflación monetaria sería la manifestación de un desbalance entre la cantidad de dinero y las necesidades de la circulación, capaz de alterar el cumplimiento de las funciones del dinero como medio de circulación y medida del valor y, con ello, el desarrollo de las relaciones monetario mercantiles con base en la ley del valor.

Cabe preguntarse, entonces, sobre la implicación para la construcción socialista de los elementos descritos de la teoría monetaria en Marx, como contribución al debate sobre la planificación monetaria. Para ello es necesario revisar, finalmente y sin un interés exhaustivo, la necesidad de las relaciones monetario mercantiles en la construcción socialista, base objetiva de la existencia del dinero y la política monetaria.

El 8 de enero de 1868, Marx le escribió a Engels:

Ninguna forma de sociedad puede, realmente, impedir que el tiempo de trabajo a disposición de la sociedad regule la producción de una u otra forma. Hasta ahora, sin embargo, […] tal regulación se consigue no por el control directo y consciente de la sociedad sobre su tiempo de trabajo (lo cual solo es posible con propiedad colectiva) sino por el movimiento de los precios de las mercancías. (Marx, citado por Mandel, 1969, p. 5)

La necesidad de la acción de la ley del valor en la construcción socialista está asociada a la imposibilidad de medir directamente el gasto de trabajo. En el socialismo, aun dentro del sector estatal de la economía, los trabajos no pueden medirse directamente en unidades de tiempo ni en cantidad de unidades producidas. La comparación entre estos trabajos diferentes, y de sus resultados materializados en los productos, hace necesario que se traduzcan a un denominador común que permita indirectamente dicha comparación en iguales unidades de medida. Este denominador común es el valor, que tiene su forma de expresión en el precio a través de las relaciones monetario mercantiles.

Por otra parte, el nivel de desarrollo de las fuerzas productivas en la fase socialista no es suficiente para garantizar a todos los ciudadanos la satisfacción de sus crecientes necesidades materiales y espirituales. En ello reside la base objetiva de la existencia de la distribución con arreglo al trabajo, de manera que quien más trabaje para la sociedad reciba más de ella. Estos mecanismos de distribución se establecen también con base en la ley del valor, pues el pago por el trabajo (los salarios) también constituye un precio en la economía.

Más allá de utilizar el valor como medida del trabajo y medida del consumo, la construcción socialista no puede eliminar de una vez las relaciones de producción e intercambio mercantil, en tanto no desaparezcan la base y la causa que determinan su existencia. En el período de tránsito al socialismo continúa la división social del trabajo y el aislamiento de los productores, a la vez que el producto del trabajo sigue teniendo la forma mercantil con el despliegue de todas sus contradicciones. Por ello, es poco discutida hoy la necesidad de la acción de la ley del valor en la construcción del socialismo y su complementariedad con la planificación.

La experiencia práctica(10) ha demostrado que plan y relaciones monetariomercantiles, aunque contradictorios, deben complementarse. El carácter consciente de la planificación no anula la espontaneidad del mercado, mientras que la acción de este último brinda cierta flexibilidad al marco regulatorio de la economía socialista (Sánchez Noda et al., 2002). El plan puede utilizar la ley del valor (más exactamente las relaciones monetario-mercantiles) para facilitar una adaptación rápida y precisa de la oferta de bienes de consumo a la demanda. La ley del valor permite el intercambio mercantil mediante cantidades de trabajo socialmente necesarias. La disfuncionalidad de la ley del valor, asociada a la no correspondencia de la cantidad de dinero con las necesidades de la circulación, afectaría, en primer lugar, la función del valor como medida del trabajo y el consumo, con lo que se estarían dando señales equivocadas a la economía, con el consiguiente perjuicio al proceso de planificación. En segundo lugar, se deterioraría la ley de distribución con arreglo al trabajo al ajustarse nominal (por una medida errónea del trabajo) y realmente (por una disminución de los salarios reales). En tercer lugar, se deterioraría la función de los precios como patrones de referencia de productividad internacional. En cuarto lugar, el incremento de precios no debido a la disminución de la productividad del trabajo generaría efectos redistributivos a favor de procesos de concentración de la riqueza.

Luego, la política monetaria(11) en los procesos de construcción socialista debe garantizar el funcionamiento de la ley del valor, mediante la planificación y gestión de la cantidad de dinero necesaria para garantizar el crecimiento material de la economía y los principales equilibrios macroeconómicos. En este sentido, el diseño de la política monetaria y su necesaria interacción con la esfera productiva y distributiva en la construcción socialista sitúa como objetivo fundamental no solo la consecución del equilibrio monetario, sino la voluntad de garantizar la calidad de la moneda nacional y el cumplimiento de sus funciones, al colocarla en el centro de atención de la planificación y dirección financiera de la economía.

La pregunta sobre cómo llevar a cabo la planificación monetaria(12) se enlaza con los elementos extraídos de la teoría monetaria en Marx. Luego, la planificación monetaria en la construcción socialista debe velar por el cumplimiento de la ley de la cantidad de papel moneda necesaria en la circulación y la ley general de la circulación, de manera que garantice la función del dinero de medida del valor y, con ello, el cumplimiento de las proporciones definidas en el plan y la reproducción del sistema socialista. Aun cuando se ha establecido un visión crítica de la postura de Marx en cuanto a la teoría cuantitativa, ello no quita validez a los avances cuantitativistas, que desde la manifestación de los fenómenos reportaron importantes aportes al estudio del dinero en la esfera de la circulación y desarrollaron un instrumental de gran utilidad para la teoría y la práctica en materia de política monetaria. Las herramientas analíticas para la comprensión de los procesos de emisión monetaria, así como el desarrollo instrumental para la conducción de la política monetaria, deben ser aprehendidas y reinterpretadas por la ciencia marxista.
Aunque el soporte analítico difiere, el objetivo de política es el mismo: controlar la inflación monetaria mediante el control de la emisión monetaria. Según la economía convencional, la inflación es un fin en sí misma. Desde el pensamiento marxista no es más que un indicador de desequilibrios entre la circulación y la producción, que impactan en el cumplimiento de la función del dinero de medida del valor.

El presente trabajo no pretende marcar un punto de llegada, sino un punto de partida en el necesario debate sobre la dirección y sentido de las transformaciones que se llevan a cabo en nuestro país, con énfasis especial en los complejos fenómenos monetarios.

 


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RECIBIDO: 18/8/2013
ACEPTADO: 17/10/2013

 

 

 

 

Carlos Lage Codorníu. Banco Central de Cuba, La Habana. Correo electrónico: carlos.lage@bc.gov.cu


NOTAS ACLARATORIAS


1. Con toda intención, se ha utilizado el término teoría monetaria en Marx, pues no se puede hablar de un cuerpo intencionado en su pensamiento de los temas monetarios. Marx estudia el dinero y sus formas como contribución a la crítica de la economía política, más allá de un especial interés en la materia. En su pensamiento no hay una alusión directa a la inflación, el control de la oferta monetaria y mucho menos a recomendaciones sobre política monetaria. La concepción marxista del dinero se encuentra, de manera desarrollada, en la Contribución a la crítica de la economía política (Marx, 1989) y, de manera sintetizada, en El Capital (Marx, 1973).

2. Factores como las comunicaciones, las prácticas crediticias y los procesos tecnológicos son relevantes para determinar el nivel de saldos reales. Debido a que estos factores cambian lentamente, se espera que la velocidad de circulación del dinero sea estable en el tiempo.

3. Aunque Fisher estaba desarrollando su enfoque cuantitativo de la teoría de la demanda de dinero, un grupo de economistas clásicos de Cambridge, encabezados por Alfred Marshall y A. C. Pigou, llegaron a conclusiones similares, que los llevaron a reformular la teoría cuantitativa a partir de bases microeconómicas.

4. En lo que respecta a cómo debe gestionarse la política monetaria, Friedman sostuvo que, en principio, sería mejor determinar una meta para el nivel de precios, pero señaló que su control era demasiado imperfecto. Por ello, recomendó determinar metas para un agregado monetario, ya que los bancos centrales tienen más control sobre el dinero y los rezagos son más cortos. En las décadas de 1970 y 1980, muchos países intentaron adoptar metas monetarias, pero la gran mayoría de los intentos fracasó y, en consecuencia, se abandonó.

5. la iniciativa. La fijación de metas de inflación, que comenzó a utilizarse en la década de 1990, es hoy la práctica más seguida en materia de política monetaria. Entre sus principales exponentes podemos encontrar a mercantilistas como James Steuart, James Mill; algunos partidarios de la Banking School, como Thomas Tooke, Marx y otros marxistas en la actualidad; neoclásicos como Ludwig von Mises y F. A. Hayek; poskeynesianos como Nicholas Kaldor y Joan Robinson; así como los estructuralistas latinoamericanos.

6. Lo que es equivalente a decir: la totalidad de las mercancías por sus precios (P x Q).

7. La ley general de la circulación expresa la misma formulación de la ecuación cuantitativa de Fisher, cincuenta y dos años antes, aunque bajo un enfoque analítico mucho más abarcador. La teoría convencional, consciente o no, ha guardado el secreto de este mérito adicional del autor de El Capital.

8. La posibilidad de que el valor de las mercancías no coincidiera con el signo monetario realmente existe desde el patrón oro, dada la posibilidad de los estados de acuñar monedas con un valor superior al que realmente contenían. No obstante, dado que es con el papel moneda que esta práctica se convierte en lo común, Marx hace abstracción de esa posibilidad en las formas anteriores (metales preciosos y moneda metálica subsidiaria).

9. Existen varios autores que discuten la relación de la inflación con la llegada de metales desde América. Marx (1989) consideraba que "el incremento de la cantidad de oro y de plata en los siglos xvi y xvii estuvo acompañado por el decremento de su costo de producción [:] Hume pudo saberlo por el cierre de minas europeas" (p. 113). Para Marx, estos incrementos de precios obedecieron fundamentalmente a una reducción del valor del oro asociado a la disminución de sus gastos de producción.

10. La historia de la transformación socialista bajo una visión marxista conoce tres nociones básicas: primera: socialismo centralmente planificado por el Estado (incluye a países del antiguo campo socialista), segunda: socialismo de mercado (China 1978 y Vietnam 1986), y tercera: socialismo planificado con apertura parcial al mercado interno (Cuba 1989). En el último siglo, gobiernos de izquierda en América Latina defienden fórmulas poco ortodoxas de contenido socialista.

11. En las últimas décadas, los bancos centrales del mundo han utilizado la inflación como objetivo fundamental de la política monetaria. Sin embargo, es importante aclarar que aquí se hace referencia a la inflación monetaria: aquella que está generada por incrementos de la cantidad de dinero que distorsionan las proporciones macroeconómicas. Otras distorsiones asociadas a factores reales (inflación de oferta) o subjetivos (inflación de expectativas), aunque son responsabilidad de las políticas macroeconómicas, no lo son de la política monetaria, pues los instrumentos más efectivos para superarlas no son los relativos a la emisión monetaria.

12. En el trabajo se han referido indistintamente los términos planificación y política monetaria, en función de establecer una conexión con el lenguaje establecido por la economía convencional. No obstante, para un proceso de construcción socialista lo más apropiado es hablar de planificación monetaria, en tanto se trata de los procesos de control y gestión de la cantidad de dinero en función de las proporciones establecidas en el plan de la economía.


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