Introducción
Etapa 1860-1866
Se acerca la guerra de 1868. Se perfila una nacionalidad que ha estado evolucionando a lo largo del siglo xix. Los aspectos más destacados de esta etapa son:
El país acaba de conocer una etapa anexionista, pero ha quedado evidenciado que el futuro de Cuba no puede dirigirse hacia esa línea.
El general Serrano inaugura una etapa de comprensión y cordialidad que permite a la burguesía criolla aspirar a nuevas conquistas sin apelar a la guerra. Es a esta etapa a la que Sergio Aguirre en Seis actitudes de la burguesía cubana del siglo xix denomina la cuarta etapa reformista.
Esta etapa reformista cuenta con un órgano de prensa: El Siglo, que dirige el Conde de Pozos Dulce, personaje de un papel importante durante el periodo.
Continúan las luchas entre la burguesía criolla y los altos comerciantes españoles.
Se habla no solo de la desaparición de la trata de esclavos, sino también el cese de la esclavitud. El siglo avanza, las técnicas se perfeccionan y el hacendado cubano comprende que para sus intereses económicos resulta más conveniente contratar trabajadores asalariados que mantener las grandes dotaciones de esclavos, a los que debe sufragar todas sus necesidades. La esclavitud se presenta, entonces, como una institución decadente en todo el mundo.
En 1866 se efectúa en Madrid la Junta de Información Hispánica y Cuba está allí representada por José Morales Lemus. El representante criollo solicita la abolición de la esclavitud gradual y mediante indemnización frente a la petición de Puerto Rico de abolir este sistema de forma radical.
Los reformistas de esta etapa también regresan derrotados, como había ocurrido en las etapas anteriores.
La mujer y su papel ascendente en la sociedad de la época
La nueva etapa reformista propaga sus ideas a través de la prensa. Esta se convierte en una oportunidad para que las mujeres hicieran sentir su peso en las diferentes publicaciones que circulaban. Fue un periodo prolífico en el que llegaron a coexistir 34 revistas y periódicos, pero sería en las páginas de las revistas en las que las voces femeninas fueron más abundantes. Del total de medios impresos, tres se publicaron en Matanzas, una en Santiago de Cuba, en Sancti Spíritus y en Guanabacoa, respectivamente, y el resto en La Habana. El hecho de que comenzaran a aparecer revistas por toda la Isla es una prueba de que la cultura se extiende rápidamente por todo el país.
Entre los años 1860-1866 hay constancia de que circularon Memorias de la Real Sociedad Económica de Amigos del País, La Verdad Católica y Álbum Cubano de lo Bello y de lo Bueno. Sin embargo, solamente la última alcanzó fama en su época y ha trascendido a la posteridad como ejemplo de prensa femenina. El Álbum… estuvo dirigido por la intelectual criolla Gertrudis Gómez de Avellaneda y en sus páginas publicaron las más conocidas intelectuales femeninas del siglo.
Si bien es cierto que Gertrudis Gómez de Avellaneda partió de Cuba cuando tenía 22 años y permaneció en España la mayor parte de su vida, también lo es que sus temas respondieron siempre a su patria: en las páginas de sus publicaciones aparece con toda intensidad el espíritu de nuestra nación, la defensa de nuestras tradiciones y, es así como se conoce en la historia y literatura de Cuba. El tema de la mujer logra con el Álbum… una personalidad permanente.
Con la publicación del Álbum cubano de lo bueno y lo bello, la Avellaneda asciende al punto más alto de la voz femenina del siglo y, al mismo tiempo, representa un momento de arranque, de impulso, para la burguesía decimonónica. Sobre su revista, la Avellaneda refería que lo bueno pertenece al mundo moral, al dominio de la libertad humana.
La revista no tuvo una vida muy extensa ya que el primer tomo comienza a publicarse el 15 de febrero de 1860 y termina con la entrega número 12, en agosto de ese mismo año y aunque se anuncia la aparición de otro tomo, nunca llegó. En realidad, pensamos que el Álbum… debe haberse enfrentado a dificultades con la impresión de figurines de París, alternando con piezas de música y dibujos para bordados, como ya había ocurrido con títulos de prensa.
También Virginia Felicia Auber de Moya destacó como intelectual de primera línea y como continuadora de la obra de la Avellaneda. Felicia, como se le conoció en el medio periodístico, nació en la Coruña en 1825, fue hija del naturalista francés Pedro Alejandro Auber. Desarrolla su vida en Cuba y murió en España en 1897.
Virginia Felicia Auber de Moya contribuyó a la colección de trabajos costumbristas Los cubanos pintados por sí mismos (1852) que tuvo gran éxito en el siglo xix. Su mayor popularidad la obtuvo con los folletines dominicales que aparecieron primero en la Gaceta de La Habana y después en el Diario de la Marina (1854-1873) bajo el título de «Ramillete habanero». Colaboró, además, con las revistas habaneras La Floresta Cubana (1855), Álbum Cubano de lo Bueno y de lo Bello (en el que tuvo a su cargo la «Revista de modas») y Ofrenda al Bazar (1864).
En el Álbum Cubano de lo Bueno y de lo Bello, Felicia Auber tuvo a su cargo la sección de modas. Los títulos en cada entrega iban acompañados de la propuesta de tema:
Modas. Los Afeites
Modas. El Baile
Modas. El Corse
Sección Tercera. Los Dengues
La elegancia
Las flores
Ideas generales (sobre la moda)
Modas. El lujo
Modas. Las Perlas falsas
Modas. El tocado
Fueron temas esencialmente femeninos, aunque un tanto superficiales, pero antecedente de otros que interesan a las mujeres. Pienso que quizás Felicia intentaba con la publicación de esos trabajos un acercamiento a un sector que hasta ese momento no se molestaba en leer la prensa. Solamente un artículo aparece rubricado bajo el tema de literatura cubana: «La cruz». Fue en esa entrega literaria en la que Felicia ofreció algunos análisis de mayor profundidad.
El nombre de Felicia es uno de los primeros nombres femeninos que aparece en la prensa criolla del siglo xix. Según Calcagno (1878) quizás la obra más conocida de Felicia sea los folletines dominicales, titulados Ramillete habanero que publica primero en la Gaceta y después, ya como asalariada, en el Diario de la Marina. Los Ramilletes. Esta obra comienza a publicarse sin interrupción desde 1854 y hasta 1873. Al respecto, escribió:
«Los Ramilletes» le proporcionaron popularidad por su estilo fluido y su lenguaje correcto, argumentos sencillos y llenos de ideas morales, aspecto importante en la época. En los Ramilletes Felicia expresa opiniones sobre la vida cotidiana, aquella que presencia en la Isla durante su larga estancia. En 1873 Felicia dejó Cuba rumbo a España y, luego a Italia. Algunos autores la juzgan críticamente por la publicación de los folletines, pero en opinión de Calcagno, no debe ser así ya que la autora dio a luz otras obras que requieren condiciones diversas y otros méritos que el que se necesita para escribir un artículo de periódico al par que algunos defectillos; nótese en ella viveza, talento y perseverancia, descripciones fáciles, bellas pinceladas y atrevidas imágenes, claridad y erudición: en cuanto al valor literario de sus folletines vamos a permitirnos algunas observaciones haciendo proceder la siguiente pregunta: ¿qué escritor tendría el valor que se requiere para escribir semanalmente y durante muchos años un folletín dentro de unas mismas costumbres, en un mismo círculo y para un mismo público? (Calcagno, 1878).
Felicia Auber de Moya, junto a Gertrudis de Avellaneda, representan el centro de la obra periodística femenina en el siglo xix cubano. Fueron capaces de enfrentar las ideas preconcebidas que consideraban al hombre como el único capaz de analizar la sociedad de la época.
Otras mujeres que participan en la prensa de la época
Además de Gertrudis Gómez de Avellaneda y Felicia Virginia Auber de Moya, otras mujeres también publicaron en el Álbum Cubano de lo Bueno y de lo Bello:
Dolores Cabrera de Heredia
Luisa Franchi
Julia Pérez de Montes de Oca
Luisa Pérez de Zambrana
Martina de Pierra
Merced Valdés Mendoza
Cecilia Bohl de Faber
La participación de Luisa Pérez de Zambrana en la prensa criolla del siglo xix fue una de las más destacada, ya que además del Álbum también lo hace en los siguientes títulos:
1855: Brisas de Cuba
1855: Semanario Cubano
1861: Cuba Literaria
1867: Ofrenda al Bazar
1857: Noches Literarias
1877: El Aguinaldo
La Habana
Revista de Cuba
El periodo 1860-1866 fue rico en colaboraciones de voces femeninas, entre ellas, la de Julia Pérez y Montes de Oca, quien colaboró con varios títulos de prensa: El Redactor (Santiago de Cuba), Kaleidoscopio (en 1859), Álbum Cubano de lo Bueno y de lo Bello (1860), en este se En el Álbum se publicaron poemas suyos que no habían aparecido cuando se editó su obra poética, otros los publicó el Conde de Pozos Dulce en El Siglo y algunos fueron editados en La Moda Ilustrada de Cádiz.
Julia Pérez y Montes de Oca, quien poseía dotes histriónicas y otras vinculadas al arte, logró que su nombre fuera muy conocido en la época; razón que la llevó a frecuentar las tertulias de Azcárate, fue aficionada a la actuación, la pintura y también a la astronomía.
A las ya mencionadas se suma Martina Pierra de Poo. Esta intelectual cubana pasó a la historia de nuestro país por la sanción a fue sometida en 1851 por el gobierno español. La sanción penaba la participación de Martina en el levantamiento armado encabezado por Joaquín de Agüero, que era su pariente cercano, y le exigía permanecer fuera del territorio camagüeyano, donde había nacido en 1833.
En relación con este hecho, Martina escribió el soneto patriótico «A la muerte de Joaquín de Agüero», como adhesión a la guerra de independencia y que se convirtió en bandera para los cubanos independentistas. Martina Pierra de Poo es considerada una de las primeras mujeres patriotas de Cuba. Su labor como periodista se hace evidente a partir de 1859 cuando se traslada a la Habana y colabora en algunos de los medios de prensa que circulaban. Colaboraciones suyas pueden ser rastreadas en revistas y periódicos como: Brisas de Cuba, El Fígaro, La Familia, La Ilustración Cubana, Álbum Cubano de lo Bueno y de lo Bello, El Hogar, Cuba y América.
Finalmente, no podía dejarse de mencionar en la relación de intelectuales femeninas del siglo xix cubano, a Merced Valdés Mendoza. Según algunos autores nació 1820, en Guanabacoa, aunque otros especialistas sitúan su nacimiento en Matanzas. En lo que sí los críticos concuerdan es que se destacó como poetisa, cuyo mérito principal, entre otros, es el de colaborar en la prensa cubana, pero también española. Poemas suyos aparecieron en numerosas publicaciones habaneras, madrileñas y sevillanas y fueron traducidos al inglés y al alemán.
Conclusiones
En conclusión, el tema de la mujer ocupa un lugar ascendente en la prensa del siglo en su totalidad. Durante el periodo se publicaron varios títulos, aunque no cabe dudas que el más destacado en el sector femenino fue el Álbum Cubano de lo Bello y lo Bueno. Es esta época la que pone en la palestra pública a mujeres intelectuales como Gertrudis Gómez de Avellaneda y Virginia Felicia Auber de Moya, a la cabeza de las «periodistas», aunque no fueron ellas las únicas. Constituye pues, esta etapa del siglo xix una aproximación importante a la temática femenina que, desde distintas voces, reflexionan en torno a cuestiones de interés para este sector social.