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Revista Cubana de Medicina General Integral

versión impresa ISSN 0864-2125versión On-line ISSN 1561-3038

Rev Cubana Med Gen Integr v.14 n.2 Ciudad de La Habana mar.-abr. 1998

 

 

Mi anécdota

Médicos de otra familia

José Fernando Placeres Hernández1

  1. Especialista de I Grado en Medicina General Integral. Policlínico "Dr. Cesáreo Sánchez", Pedro Betancourt, Matanzas, Cuba.

En los 12 años transcurridos desde el comienzo de la medicina familiar en la barriada de Lawton se han acumulado diversas experiencias y no quisiera olvidar mis primeros meses de trabajo. Al graduarme en 1989 ya conocía la ubicación. Inicialmente hubo un curso nacional en el Ministerio de Salud Pública (MINSAP) y allí fuimos pineros para la mayoría, a pesar de ser la tercera graduación de la Facultad de Ciencias Médicas de Matanzas que ubica médicos en centros escolares, con una diferencia del resto de las provincias del país: seríamos médicos de la familia en las escuelas internacionalistas de la Isla de la Juventud.

De esa etapa hay recuerdos múltiples, el primero de ellos es hacia una persona: la doctora Josefa Fernández, de la Dirección Nacional de Higiene del MINSAP, quien nos ayudó y sobre todo confió en nosotros, y habló en nombre de los 19 que nunca habíamos montado el "Kometa" y fuimos a aquel "otro país".

La Isla dejó de ser una incógnita y nos motivó a todos; jóvenes al fin nos mezclamos en aquel ajiaco de cubanos
que han ayudado a su desarrollo. Imposible sería afirmar que siempre la pasamos bien, y por suerte no éramos de los que sólo creían que al graduarse irían a trabajar a un hospital a curar enfermos, pues de estudiantes aprendimos la importancia de prevenir.

Muchas veces la nostalgia llegaba y otras tantas nuestro trabajo era incomprendido por profesionales de los demás sectores que en ocasiones nos acusaban hasta de privilegiados. Ni el famoso hecho de ser recién graduados impidió defender nuestra labor y poco a poco fuimos acortando la distancia.

Mi ubicación fue en el Instituto Preuniversitario en el Campo "Mariscal Andrei Antonovich Grechko", casi a la misma distancia de Gerona y La Fé, principales localidades de la Isla, y muy cerca de la autopista que las une, allí conocí costumbres, hábitos, cultura y hasta algo de geografía, política e idioma de 3 naciones africanas: Mozambique, Ghana y Sudán.

Allí no hice diagnósticos brillantes, pero me sentí útil, aprendí a conocer a cada uno de aquellos adolescentes con tantas necesidades afectivas por las condiciones en que estudiaban que casi fui un experto en problemas biológicos y psicológicos de una edad que sólo había dejado poco tiempo atrás. Junto a sus profesores esas necesidades en ocasiones podíamos satisfacerlas, otras veces se acentuaban, pues muchos desconocían si su verdadera familia aún existía y temían que el hambre o las guerras hicieran desaparecer ese grupo social básico, como la definiera Engels.

Allí conocí y trabajé por evitar enfermedades que hasta entonces no podía considerar frecuentes: tuberculosis, paludismo, esquistosomiasis... La rifampicina, la primaquina y el ambilhar se convirtieron en medicamentos más familiares. Las medidas higiénico-sanitarias, la educación sexual, el autoexamen de mamas y otras acciones de salud nos ocupaban el tiempo que para algunos nos sobraba en las consultas. Eso sin olvidar nuestro trabajo en los hospitales de campaña de la conjuntivitis hemo-rrágica epidémica que azotaba a la Isla a nuestra llegada o la atención a escolares pineros en sus propias escuelas o las primeras guardias como médicos graduados en el Hospital de la Fé.

Más que dirigidos éramos orientados por especialistas del Centro de Higiene y Epidemiología Municipal a los cuales debemos el dominio de nuestra tarea.

En el proceso de dispensarización conocí a Sylvanus, el único hemofílico que atendí. Ávido de conocer sobre su enfermedad, casi sin proponérmelo, cada día le impartía una clase de medicina y nunca me di cuenta que también ayudaba a su formación vocacional. Hoy ya Sylvanus recibió el título de Doctor en Medicina en la Facultad "Calixto García", en Ciudad de La Habana y lo ejerce en su Ghana natal. Recuerdo a muchos más: Pita, Mesha, Angelo, Gifti, María...

Nunca olvidaré a aquellos muchachos que se hicieron adultos sin conocer apenas las relaciones de consanguinidad, ni olvidaré tampoco la única vez que me sudaron las manos, a 8 mil pies de altura, de regreso a casa.

Mis compañeros tendrán sus propias anécdotas, sus propias vivencias, por eso mis recuerdos se los dedico a ellos, los médicos matanceros de la Isla. Hoy creo que todos somos especialistas en medicina general integral y ya hace mucho que no nos vemos, pero de algo sí estoy seguro, estamos orgullosos de haber sido médicos de aquella "otra familia" multinacional.

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