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Revista Cubana de Medicina General Integral

versión impresa ISSN 0864-2125versión On-line ISSN 1561-3038

Rev Cubana Med Gen Integr v.17 n.5 Ciudad de La Habana sep.-oct. 2001

 

 

Trabajos de revisión

El proceso reproductivo. Algunas consideraciones sobre el maternaje

Ignacio González Labrador1


Resumen

Se realizaron una serie de consideraciones generales sobre el proceso reproductivo, y como una consecuencia de él se consolida un proceso llamado maternaje, conceptualizándose según criterio del autor, cómo puede influir en la vida sexual de la mujer. Se conceptualiza según las letras que componen la palabra que denomina dicho proceso.

DeCS: REPRODUCCION; RELACIONES FAMILIARES; RELACIONES INTERPERSONALES.

 

La reproducción, además de un fenómeno biológico, es una cuestión social y cultural pues el comportamiento de los individuos está en general determinado por la sociedad en que viven y sus conductas estarán regidas por determinadas normas.

El embarazo, como evento crucial de este proceso reproductivo, es enfrentado de formas diferentes por hombres y mujeres, y puede afectar la vida y la sexualidad de diversas maneras según el sexo.

En 1700 a.n.e en Mesopotamia aparece el Código de Hammurabi, que determinaba que las mujeres tenían que tener los hijos durante su vida fértil y ocuparse de las actividades domésticas. Desde ese entonces se estableció una nueva división sexual del trabajo, que hacía a los hombres responsables de las tareas económicas, y a las mujeres de la reproducción, del cuidado de los hijos y las labores del hogar.1


Desarrollo

Históricamente decir mujeres es asociar binomios inseparables: mujer = madre, mujer = familia. quizás hasta de forma mítica adjudicando a ella leyes naturales ligadas a determinantes biológicos instintivos, se empezaron a definir mitos femeninos como que ser mujer es igual a ser madre, y que el amor femenino es romántico y debe tener una pasividad erótica.2

La maternidad y conyugalidad son esferas vitales que organizan los modos de vida de la mujer, independiente de cualquier condición, y este binomio puede llegar a conformar un estereotipo de mujer que se denomina mujer-madre.2 A las hijas se les educa para la casa, para asumir papeles de buena madre y esposa, los que conforman el eje de la subjetividad femenina. A la niña se le enseña a ser cariñosa, dulce, comprensiva, no se le refuerza su autoestima, ni se le estimula a un disfrute de la sexualidad igual que al varón. Se le trasmite mayores limitaciones en su conducta sexual y reproductiva, se le atemoriza con el embarazo y se le impone la fidelidad, también se hace recaer sobre ella la planificación familiar de la pareja.3 En fin, a la mujer se le prepara para atender y satisfacer necesidades de otros.

Al varón en cambio se le prepara para la convivencia social, sus relaciones con el afuera y esto incide en su salud sexual y reproductiva. Se magnifica su esteriotipada virilidad, se sobreexige un determinado comportamiento sexual y de género, se le reduce la expresión de sentimientos, se estimula su libertad, se refuerza su entrenamiento en el sexo, pero nunca se reflexiona sobre qué piensa el varón con la llegada de un hijo. Poco se prepara al varón sobre las vivencias y responsabilidades de este evento vital, y se pierde de vista la educación de la paternidad responsable.4

Con la llegada del embarazo la mujer deja de ser tal para convertirse en madre y muchas pueden apreciar la maternidad como conflicto en detrimento de su sexualidad. Se refuerza el rol materno, en detrimento del rol mujer, y se exacerba entonces el tradicional binomio mujer = madre. De ahí que con la llegada de un embarazo comience un proceso interminable (una larga cadena de sucesos) que solo termina con la vida de la mujer, que es conocido como maternaje.

Al varón durante la gestación, y aun después, se le excluye de este proceso, ya que se le considera como un espacio de poder femenino, social y familiar, sin tener en cuenta que él también formó parte de la génesis de este proceso reproductivo, de ahí la importancia de la incorporación masculina, quizás asistiendo más a las consultas de atención prenatal, o participando junto a su mujer en el momento del parto. Si bien es cierto que hay una alta especialización fisiológica del organismo femenino para la gestación, es también posible la incorporación masculina durante la gestación, orientándolo e informándolo más sobre los aspectos de la sexualidad y subjetividad durante el proceso reproductivo de la pareja, para así minimizar la influencia que la gestación pudiera tener en la sexualidad de la pareja humana.

Es este el proceso interminable del maternaje, para el cual se prepara a la mujer desde su nacimiento y que toma cuerpo real cuando se consolida un embarazo, sobre el cual haremos este acercamiento conceptual; conceptualización que se irá haciendo de acuerdo con las letras que conforman esta palabra y el posible significado que ellas pueden tener en el concepto general del término maternaje, así como lo que este implica en la vida sexual y personal de la mujer.


Maternaje

M. miedo al parto

Desde la sentencia ancestral de parirás con dolor se generan desde lo personal expectativas terroríficas del momento del parto, además demuestra un gran desconocimiento en relación con el acto de parir.

El modelo social de la maternidad es igual a sacrificio, angustias y dolor. Hay modelos maternales que restan o suprimen el placer sexual por modificaciones corporales de la grávida, lo que trae aparejado duelos con el cuerpo por pérdidas de la figura y el atractivo físico. La maternidad implica una responsabilidad gigantesca, grandes exigencias que se le imponen a la mujer desde lo social que llegan a generar miedo.

A. Acción de criar, aprender a criar

Ello genera una carga de trabajo femenino en detrimento de su tiempo personal. Se le considera una actividad propiamente femenina, y desde las propias actividades médicas se va supuestamente preparando a la mujer para ello (lactancia materna a libre demanda); son roles reproductivos que duran toda la vida, se aprende haciéndolos y esto trae un costo femenino en dedicación, tiempo y ocupación.

Luego surgen también las acciones de educación durante toda la vida, la crianza durante la infancia, y durante la adolescencia pueden surgir conflictos generacionales, la elaboración de juicios por los adolescentes con respecto a la acción de su crianza, etcétera.


T. Tiempo para criar, trabajo de criar, temor a no saber criar

La distribución y limitación del tiempo de la crianza es diferente en hombres y mujeres, lo que trae como consecuencias limitación del tiempo femenino para con ella misma y para compartir con su pareja. En ella descansa la función de supervisión constante, del espacio, las condiciones, el lugar de la crianza, junto al desconocimiento de su desempeño y efectividad, lo que redunda en un trabajo doméstico adicional que no es igual en hombres y mujeres.


E. Espera

Todo puede esperar, todo pasa a un segundo plano en función de la maternidad y los hijos, lo que trae consigo desorganización en la vida de la mujer y su pareja.

R. Relaciones de pareja

Se ha comprobado que hay una restricción del espacio, del tiempo, del desarrollo y placer de la pareja en función de los hijos. Existe un desdibujamiento del espacio de la pareja y se produce una multiplicidad de roles que tiene que cumplir la mujer. Tiene que desempeñarse como buena madre, lo que implica sobreprotección de los hijos con un inmenso gasto de energía y trabajo; en segundo plano tiene que ser también buena esposa, lo cual a la larga restringe su propio espacio y tiempo (la mujer siempre en función de los otros). Todo esto lo que trae como consecuencia es un deterioro de sus relaciones de pareja.


N. Necesidades propias insatisfechas a favor de los hijos

Las necesidades femeninas de todo tipo pasan a un segundo plano, todo en función del bienestar fundamentalmente de los hijos y después del esposo, todo lo cual se traduce en prácticas y estrategias de género caracterizado por posposición de lo propio por lo de otros. Inclusive la nutrición de la mujer es modificada por patrones alimentarios en función de otros (hijos, esposo, resto de la familia), y frecuentemente aparecen en ellas enfermedades carenciales. Las necesidades materiales propias de cualquier tipo se supeditan a las del resto de la familia.


A. Autoestima, ansiedades, autocuidado

La autoestima es baja por las características de la crianza de los hijos, por las ansiedades que genera este trabajo de criar y atender a los demás. El autocuidado de la mujer es poco; ¿cuándo dedica cuidados para ella, para con su cuerpo, su mente, sus afectos, su sexualidad, etc.? Todo esto la hace ser un agente de salud porque se ocupa de proporcionar salud a los demás, y no se convierte en sujeto de su propia salud.


J. Juicios externos

Estos muchas veces provienen del padre, el esposo, los demás familiares, o los vecinos, que llegan a ser contraproducentes en su accionar como madre. No es más que una representación social de su rol de madre. Ante todo tiene que ser buena madre, y estos juicios forman parte de una evaluación constante de su actuación que pueden lacerar su autoestima y constituyen una carga más que engendra el proceso de maternaje.


E. Erotismo

Hay modificaciones también del erotismo a lo largo de este proceso. El embarazo hace que haya modificaciones corporales que alteran el atractivo femenino y disminuyen la intimidad erótico sexual; se producen cambios en las posiciones coitales, temores a lesionar al feto o a la mujer por la parte masculina, y va disminuyendo entonces el erotismo dentro de la pareja.

En ocasiones desde el punto de vista médico se prohíben las relaciones sexuales, y en otras, se mantienen contactos sexuales en función de los requerimientos masculinos, lo que puede dejar entrever la posibilidad de la existencia de violencia contra la mujer, dadas las posiciones de poder que laceran la relación y el erotismo. En el posparto se evitan manifestaciones eróticas delante del niño, si el bebé duerme en el mismo cuarto es otro factor que mediatiza de forma negativa el erotismo de la pareja.

Pretendemos que con este acercamiento se nos permita entender y atender con mayor flexibilidad la influencia que el proceso reproductivo tiene en la sexualidad femenina y podamos contribuir todos a hacer más agradable la vida de la mujer en esta etapa de su existencia.


SUMMARY

A series of general considerations on the reproductive process as a result of which the so-called motherhood process is strengthened were presented in this paper. The author conceptualizes the influence of this process on the woman’s sexual life. The conceptualization is based on the letters of the word defining such a process.

Subject headings: REPRODUCTION; FAMILY RELATIONS, INTERPERSONAL RELATIONS


Referencias bibliográficas

  1. Valdespino BF. Género, salud y cotidianidad. La Habana: Editorial Científico-Técnica, 2000: 122-3.
  2. Ser mujer en Cuba, riesgos y conquistas. En: Arez MP, Género, salud y cotidianidad. La Habana: Editorial Científico-Técnica, 2000: 41.
  3. Educar la sexualidad en la familia. Una responsabilidad de mujeres. En: Género, salud y cotidianidad. La Habana: Editorial Científico-Técnica, 2000:152-3.
  4. Fernández RL. Género y vínculo amoroso. La Habana: Editorial Científico-Técnica, 2000:80-1.

Recibido: 1ro de julio de 2001. Aprobado: 11 de octubre de 2001.
Dr. Ignacio González Labrador. Calle 66 A # 2905 entre 29 y 29 A, municipio Playa, Ciudad de La Habana, Cuba.

1 Especialista de I Grado en Ginecoobstetricia. Profesor Asistente. Máster en Pedagogía Sexual.

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