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Revista Cubana de Medicina General Integral

Print version ISSN 0864-2125On-line version ISSN 1561-3038

Rev Cubana Med Gen Integr vol.21 no.3-4 Ciudad de La Habana May-Aug. 2005

 

Avicena: una luz en la larga noche medieval

José Díaz Novás1 y Bárbara Rosa Gallego Machado2


Mientras que en la Europa medieval la vida espiritual se encontraba bajo la férula de la ideología eclesiástica, surgía en el Oriente un hombre que brillaría con luz propia en la historia de la medicina: Avicena.

La escolástica era la forma de filosofía que dominaba en Europa Occidental. El fundamento filosófico de la ciencia medieval era, en primer término, la doctrina de Aristóteles desfigurada en gran parte y puesta al servicio de la teología. La medicina medieval tomó de Galeno sus deducciones matizadas de idealismo, pero rechazó su método de investigación, y sus errores fueron repetidos hasta el cansancio. De Hipócrates solo eran admitidas las obras que en menor grado reflejaban sus concepciones materialistas en la Medicina.

Pero, mientras que las tinieblas de la ignorancia y el fanatismo se extendían por toda Europa y contaminaban a la medicina, nacía en el año 980 en la aldea de Afshana, cerca de la ciudad de Bujará, Abú Ali Ibn Sina, que fue conocido en Europa bajo el nombre de Avicena, quien a los 5 años en la ciudad de Bujará comenzó sus estudios, y poco a poco fue adquiriendo los conocimientos disponibles en aquella época, dedicando a la Medicina su mayor atención y esfuerzo.

Avicena durante su vida ejerció la Medicina en muchas ciudades y pueblos de las orillas del Mar Caspio y Persia, entre ellos Bujará y Joresma. Por sus concepciones, fue perseguido y encarcelado, pero siempre continuó con su actividad científica y médica. En el año 1037, a la edad de 57 años, Avicena murió en Hamadán, Irán, donde se conserva su tumba.1

Independiente en el pensar, manifestaba que el mundo era eterno, aplicaba la observación y el experimento, creía que el mundo era material y era regido por leyes naturales. Todo esto en una época dominada por dogmas y fanatismos de toda índole. Los historiadores de Química y Geología citan al nombre de Avicena entre los honorables nombres de los fundadores de estas ciencias;1 pero, ¿cuáles fueron sus aportes a la Medicina, actividad por la que más se destacó?

Avicena propuso leyes para mantener la salud; enumeró las leyes internas y externas que influyen en su conservación; formuló reglas de higiene; describió el cuadro clínico de la peste; alertó sobre la contagiosidad de la viruela; describió los síntomas de la pleuritis y de la úlcera de estómago; y señaló los de la diabetes (abundancia de orina transparente, “sabor dulce como la miel”y sedimento en la orina después de la evaporación). Igualmente expresó la idea sobre la acción de agentes invisibles en las enfermedades febriles, y que algunos podrían transmitirse si se respiraba el aire expirado por el enfermo. Describió la estructura del ojo y desarrolló una innovadora teoría de la visión, así como el funcionamiento de las válvulas cardíacas; asoció los nervios a los mecanismos del dolor y a la contracción muscular; recomendaba a los cirujanos cortar por lo sano en los casos de tumores; reconoció la naturaleza infecciosa de la tuberculosis y la posible transmisión de enfermedades por el agua, como también describió la clínica de varias enfermedades respiratorias y de la meningitis.1

También en la Farmacología dejó su impronta, describiendo muchos remedios, anteriormente desconocidos y utilizando el mercurio para curar la sífilis. Avicena rechazó las concepciones demonológicas para explicar las enfermedades nerviosas y psíquicas, planteó que durante las enfermedades febriles agudas puede desarrollarse psicosis, y que lo más peligroso para el enfermo es el miedo. Pero su mayor legado a la ciencia médica es el “Canon de la Ciencia Médica”, obra terminada aproximadamente en el 1020, en la que recopila los conocimientos médicos del mundo antiguo, haciendo un balance crítico de éstos. El “Canon” marcó una nueva etapa en el desarrollo de la Medicina, y fue traducido del árabe al latín y otros idiomas, fue difundido por toda Europa, siendo reeditado en múltiples ocasiones. Durante varios siglos fue la fuente más importante de conocimientos médicos, superando en aceptación e influencia las obras del griego Galeno y el persa Razés, e hizo que a su autor se le conociese como el príncipe de los médicos.

La obra consta de 5 libros y de más de un millón de palabras. En ella se recoge todo lo concerniente a la Medicina, sus fundamentos, anatomía, salud, medicamentos, causas, descripción y clasificación de las enfermedades, diagnóstico, patología, medicina preventiva, hábitos de buena salud, conservación de la salud y terapéutica. Encierra todo el saber médico de ese momento, con importantes aportaciones propias de Avicena.

La obra de Avicena contribuyó a consolidar el pensamiento racional y aplicar el conocimiento científico a la práctica de la Medicina. Por eso, afirmamos que con su genio iluminó las tinieblas de la larga noche medieval…


Referencias bibliográficas

1. Multanosky MP. Historia de la Medicina. La Habana: Edit. Academia de Ciencias de Cuba. 1967:133-40.

Recibido: 15 de febrero de 2005. Aprobado: 12 de marzo de 2005.
Dr. José Díaz Novás. Policlínico Docente de Lawton. Avenida Camilo Cienfuegos entre 10 y 11, Lawton, municipio 10 de Octubre, Ciudad de La Habana, Cuba.

1 Especialista de II Grado en Medicina Interna. Profesor Titular. Policlínico Docente "Lawton".
2 Especialista de II. Grado en Pediatría. Profesora Auxiliar. Policlínico Docente “Lawton”.

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