Introducción
La conducta suicida ha sido mundialmente reconocida como un importante problema de salud pública. A través del tiempo, el suicido se ha evidenciado; sin embargo, las formas de afrontamiento hacia este fenómeno han cambiado considerablemente en las distintas sociedades, pues depende de valores religiosos, filosóficos e intelectuales de cada cultura.1,2
El suicidio es un proceso que va desde una ideación suicida pasiva, seguida por fases como la visualización del acto y su presentación, mediante amenazas verbales o gestos suicidas, planeación, preparación, ejecución del acto y, finalmente, su consumación.3,4,5
La ideación y el intento suicida constituyen elementos predictivos de muerte por suicidio; además, los intentos de suicidio pueden tener consecuencias negativas como lesiones, hospitalización y pérdida de libertad, y causa a la sociedad una carga financiera.6
En pocos años, el comportamiento suicida ha aumentado en todo el mundo. El hecho de que las cifras reportadas no abarquen todos los casos las hace poco efectivas para generalizar datos y realizar pronósticos certeros, sobre todo por la gran cantidad de intentos suicidas que no se notifican oficialmente ni llegan en muchos casos a ser del conocimiento de los propios familiares y personas allegadas.7
Los principales factores que están asociados a la conducta suicida son: intentos anteriores de suicidio, persona que es portadora de trastornos mentales, abuso o dependencia del alcohol y otras drogas, falta de apoyo social, historial de suicidio en la familia, fuerte deseo suicida, sucesos que causan estrés y características socio-demográficas no favorables como: pobreza, desempleo y bajo nivel educacional.8
El suicidio representa un problema para la salud pública, por su elevada prevalencia en el momento actual y por la falta de implementación de adecuadas estrategias preventivas en un gran número de países. Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), el número de muertes por suicidio alcanza cerca de 800 000 personas al año a nivel mundial, y por su tendencia ascendente se estima que en el año 2020 la cifra de suicidios consumados alcance los 1,53 millones.9)
En América la mayor incidencia se presenta en adolescentes entre 15 y 19 años de edad, y son Canadá, Estados Unidos, Venezuela y Cuba los países que registran las tasas más altas.9
En Cuba se registró en el 2019 una tasa de mortalidad por lesiones autoinflingidas intencionalmente de 13,0 por 100 000 habitantes, con predominio en el sexo masculino. En torno al comportamiento de esta situación, ocurren de 10 a 15 intentos suicidas por cada suicidio.10
En la actualidad, existe una tendencia ascendente del suicidio a nivel nacional. En la región oriental, Holguín y La Tunas se mantienen entre las provincias con tasas superiores; además, de la provincia de Villa Clara en la región central, así como Matanzas y La Habana en la región occidental. Se considera que en las altas tasas mantenidas influyen factores socioculturales muy arraigados en sus poblaciones.10,11
Por presentarse casos de forma aislada, al parecer el intento de suicidio no se manifiesta a gran escala en las comunidades, pues en ocasiones puede pasar desapercibido ante el médico de familia, motivo de preocupación para la salud pública, por lo que es necesario identificar los factores de riesgo presentes para, de ese modo, poder llevar a cabo acciones de prevención, donde se involucren todos los niveles de atención. Por lo que el presente artículo tuvo como objetivo caracterizar a los pacientes con intento suicida en el área de salud del Policlínico “Pedro Díaz Coello”, en Holguín.
Métodos
Se realizó un estudio observacional, descriptivo, transversal, retrospectivo para caracterizar a los pacientes con intento suicida en el Policlínico Universitario “Pedro Díaz Coello” en el periodo comprendido desde 2015 hasta 2019.
El universo estuvo constituido por 138 pacientes que presentaron un intento de suicidio durante el periodo enmarcado anteriormente, no se realizó técnica muestral, pues se trabajó con la totalidad de la población. Los datos se obtuvieron a través de las historias clínicas y el registro de casos de la institución, los cuales fueron almacenados en una base de datos y analizados mediante técnica de estadística descriptiva. Para su análisis, se expresaron en frecuencias absolutas y porcentajes que se presentaron a través de tablas y gráficos para su mejor comprensión. Los resultados se compararon con trabajos similares realizados en Cuba y el resto del mundo
En el estudio se analizaron las siguientes variables: edad, sexo, escolaridad, estado civil, método empleado (ahorcamiento, asfixia por inmersión, autolesión, quemadura, arma blanca e ingestión de tableta), y factores de riesgo.
Se cumplieron los principios de la ética médica y los aspectos establecidos en la Declaración de Helsinki. Previo a iniciar el trabajo con las historias clínicas de los pacientes, se tuvo en cuenta el consentimiento informado del Jefe de Salud Mental del Policlínico Universitario “Pedro Díaz Coello”. Además, se cuenta con el aval del comité de ética de dicha institución.
Resultados
De los intentos de suicidio, 52,2 % ocurrieron en pacientes entre 10 y 20 años de edad. Se encontró predominio de pacientes de sexo femenino con un 60 % (Tabla 1).
De los pacientes que atentaron contra su vida, 41,3 % presentaron como nivel de escolaridad la secundaria básica (Fig. 1) y 58 % eran solteros (Fig. 2).
En cuanto al comportamiento del intento suicida según método empleado y sexo: 66 % utilizó el método de ingestión de tabletas, de ellos el 53,6 % fueron féminas, mientras que para el sexo masculino predominó el ahorcamiento en un 19,6 % (Tabla 2).
Se identificó a la depresión en el 29 % de los pacientes con intento suicida como principal factor de riesgo (tabla 3).
Discusión
Según Arce y Álvarez12 no es común ver casos de suicidio en menores de 12 años, pues plantean que el suicidio se incrementa con la edad. Sin embargo, la tentativa de suicidio decrece a medida que crece el individuo y es menor la cantidad de intentos de suicidio en los ancianos.
El rango de edad entre 10 y 20 años y el predominio del sexo femenino entre los participantes son similares que en otros estudios realizados.1,13,14
El intento suicida conlleva a secuelas psicológicas y físicas graves, y en determinados casos pueden ser permanentes para el individuo. Este constituye una carga psicológica, social y económica para la familia y la sociedad en general.13
Por diversas causas se puede producir el intento de suicidio. En comparación con otras investigaciones, se detectaron resultados similares al observar que las mujeres reportan una mayor prevalencia de intentos de suicidio; pues, las mujeres, dentro del grupo de los adolescentes, se encuentran más predispuestas a la depresión, lo que las pone en un mayor riesgo de presentar una conducta suicida.14
Se ha apreciado que la edad a la cual los adolescentes intentan suicidarse varía según el sexo. La frecuencia de intento suicida en los hombres es similar entre los grupos etarios; sin embargo, en las mujeres a medida que aumenta la edad existe una menor probabilidad que intente quitarse la vida. Hay autores que exponen que en la adolescencia tardía es cuando mayor riesgo de conducta suicida se presenta, que se relaciona con la confluencia de mayor número de factores de riesgo.14)
La literatura recoge que los factores de riesgo suicida en adolescentes escolares son los siguientes: ser víctima de acoso, consumo de tabaco, y consumo de alcohol. Mientras que entre los factores protectores se hayan: comprensión de los problemas por parte de los padres, seguimiento de los padres en el tiempo libre de los hijos, supervisión de las tareas y la actividad física.12,13,15
Al igual que en otras investigaciones, se observó que el rezago educativo se relaciona con el intento de suicidio en adolescentes, incrementando la propensión a realizar un intento si se presenta una situación de rezago. Si bien se ha estudiado el nivel de escolaridad como un factor de riesgo del intento de suicidio en adolescentes y adultos jóvenes, la evidencia sobre dicha relación es todavía inconsistente.13
Por un lado, se ha establecido que existe una relación inversa entre la escolaridad y la conducta suicida en general y con el intento de suicidio en particular. Pero se ha argumentado también que los bajos niveles de escolaridad se relacionan con el suicidio solamente de manera indirecta, ya que reflejan una serie de factores desventajosos del contexto del adolescente y adulto joven, como son bajo estatus socioeconómico, bajo ingreso personal o familiar y la presencia de desórdenes psiquiátricos (incluidos desórdenes relacionados con abusos de sustancias).13)
Para personas que viven solas y para las que viven en una unión estable/casadas existe una semejanza en las normas de violencia dirigida contra uno mismo. A pesar de que sea clasificada la soledad como contexto no apropiado para quienes tienen ideas suicidas; en realidad, la investigación de Tamires y otros5) asoció una buena parte de los casos a conflictos interpersonales y amorosos que se viven en las relaciones estables.
En un estudio que comenta Tamires y otros5) expone que, al contrario de lo que se piensa, las dificultades en las relaciones interpersonales, la hostilidad y los conflictos predisponen más al suicidio que la soledad propiamente dicha.
Sin embargo, la literatura demuestra que el suicidio es un hecho frecuente más en personas solteras, separadas, divorciadas o viudas; resultados que se asemejan a los obtenidos en esta investigación.16,17,18
Con respecto al mecanismo utilizado para llevar a cabo la tentativa, se observa que en la mayoría de los casos se recurrió a la intoxicación, seguida del ahorcamiento. La sobreingesta de fármacos, acorde con los resultados de estudios publicados, la consideran el método más utilizado, con una prevalencia elevada en el sexo femenino.1,18,19
Diversos estudios reconocen el creciente uso de los agentes tóxicos. La razón puede estar relacionada con la dificultad de acceso a los medios más letales como el arma de fuego o hasta incluso el miedo al sufrimiento antes de la muerte, sentimiento que experimentan en especial los individuos que intentan consumarlo por primera vez.20
Diversos autores presentan el alcohol como la sustancia que más está asociada a la práctica del suicidio; sea por motivación (la persona que tiene tal dependencia atribuye un sentido negativo a la vida) o como estimulante (la idea de muerte es impulsada por el efecto del alcohol).20
En cuanto a los factores de riesgo, es importante mencionar que el contexto no es determinante para la violencia autoinfligida, pero puede obrar y contribuir para que dicha violencia ocurra cuando haya un sufrimiento psíquico intenso.18,19
En la tentativa de suicidio la depresión y la desesperanza juegan un papel determinante y afectan principalmente a los adolescentes.
También se apuntaron los conflictos de familia como factores de riesgo; estudios internacionales revelan que familias monoparentales, relaciones de alto riesgo entre padres y madres y cambios en la estructura y funcionamiento de la familia son factores de extremo riesgo para el suicidio de niños y jóvenes.14,20
Convivir con personas que idealizan la muerte es perjudicial y también sugiere que la herencia genética ejerza una influencia en el comportamiento autodestructivo. Estudios pioneros de la asociación del genoma con el intento de suicidio aun no lograron identificar variantes específicas, pero ya señalan la presencia de factores que relacionan la violencia dirigida contra uno mismo como expresión/fenotipo familiar en conjunto con aspectos ambientales.20
Prevenir oportunamente la conducta suicida, tanto en las poblaciones sanas como aquellas en riesgo, es fundamental y prioritario, se hace evidente la necesidad de capacitaciones y formación en el tema de la conducta suicida, así como el desarrollo y la continuidad de programas de prevención en la práctica diaria.
En conclusión, las adolescentes femeninas, con nivel educacional de secundaria básica utilizaron como método para el intento suicida la ingestión de tabletas, y el principal factor de riesgo fue la depresión.