INTRODUCCION
En la actualidad, la educación superior cubana está enfrascada en mantener su modelo de universidad moderna, humanista, universalizada, científica, tecnológica, innovadora, integrada a la sociedad y profundamente comprometida con la construcción de un socialismo próspero y sostenible. Una universidad caracterizada por la formación de valores y por el aseguramiento de la calidad de sus procesos sustantivos, en aras de lograr un egresado que posea cualidades personales, cultura y habilidades profesionales que le permitan desempeñarse con responsabilidad social, y que propicie su educación para toda la vida. Uno de los retos a vencer, para el logro de lo anterior, es contar con diseños curriculares pertinentes, que sienten las bases para propiciar un incremento continuo de la calidad y la eficacia en la formación integral de los profesionales del país.1
Nos motivó a escribir estas páginas el artículo “La inmunología en la formación de especialistas en la carrera de Medicina” publicado en la revista Educación Médica Superior, vol. 31, no. 4 de 2017, con el propósito de reflexionar sobre el papel de la inmunología en el pregrado, específicamente en la formación del médico, y en el posgrado de las residencias médicas.
Se invita al debate y al diálogo entre saberes para generar cambios en las estructuras curriculares, que posibiliten un incremento continuo de la calidad y la eficacia en la formación integral de los profesionales del país.
Inmunología y educación médica
Al leer “La inmunología en la formación de especialistas en la carrera de Medicina”, nos vienen a la mente dos componentes científicos trascendentales: la inmunología y la integración con el aprendizaje basado en problemas (ABP).
La inmunología es una rama transdisciplinaria,2,3,4 que tiene un perfil básico, clínico y diagnóstico; es por ello que sus nexos con otras especialidades resultan necesarios. Esta constituye una de las disciplinas científicas que más se ha desarrollado en los últimos años. Se conoce que no existe enfermedad aguda o crónica, infecciosa o no, psíquica, endocrina, nerviosa, etcétera, que no tenga un componente inmunológico. La inmunología resulta reguladora y homeostática entre las ciencias básicas biomédicas (CBB), es integradora de todos los sistemas y, por ello, defendemos que tiene que estar presente de manera interdisciplinaria, transcurricular y vinculada a la disciplina principal integradora (DPI) en toda la formación del Médico General.
No podemos olvidar que en el mundo está bien documentada la importancia de la integración, y cada día se extiende más y se privilegia el ABP.5,6 No es la fragmentación lo que se expande. Todas las asignaturas tienen que abordar lo que les corresponde por diseño. Nos referimos a integración básica clínica y a la vinculación clínica básica desde la DPI. Lo importante radica en transferir conocimientos a la solución de problemas nuevos. La negativa de los profesores a estudiar para estar en condiciones de asumir un modelo de cualquier nivel de integración ha sido y será un obstáculo para avanzar con cualquier modelo diferente al clásico por disciplinas.
Concentrar contenidos en las asignaturas de ciencias básicas no soluciona las insuficiencias de otros y sí genera una hipertrofia extemporánea que no propicia la integración ni la vinculación clínico básica, o lo que le corresponde dentro de los niveles de actuación, que están definidos en el modelo del profesional con los problemas de salud.
Sin claustro estable no se podrá avanzar en la formación del modo de actuación profesional, que en el caso de la inmunología permite organizar y desarrollar el proceso de aprendizaje de esa disciplina, en tanto posibilita caracterizar integralmente el desempeño profesional; así, se impone ejecutar una política de fortalecimiento del claustro, y que este salga de su estanco e interactúe con el resto del profesorado para elevar el nivel científico de los profesionales en inmunología.
Si los colectivos de carrera y año no reclaman estas condiciones y no se trabaja con los objetivos de años, de nada valen un “Plan D” y un “Plan E”, o el perfeccionamiento del que se trate.7 Si no hay trabajo metodológico que funcione, tampoco existe contraparte, ni desarrollo; no vale un nuevo plan de estudio sin trabajo metodológico donde los profesores preparen de forma conjunta sus guías para todas las formas de organización de la enseñanza. No es lo mismo un abordaje integrado que un abordaje suma de partes.
La inmunología constituye una especialidad médica, pero en el plan de estudio se integra en una disciplina académica transdisciplinar, Bases Biológicas de la Medicina, vinculada a la DPI, Medicina General, pues las esencialidades que corresponden a la inmunología resultan insuficientes ellas solas para que la carrera le aporte el adecuado nivel científico a la formación del médico.
La Inmunología corteja en el plan de estudio a las primeras asignaturas de la DPI, en las que el estudiante se apropia de contenidos relacionados con la salud del ser humano en su ambiente ecológico, familiar y social. En la figura se refleja cómo esta contribuye y asciende en el conocimiento del estudiante dentro de la carrera de Medicina en Cuba.
Si existe insuficiencia o falta de contenidos de inmunología en otras asignaturas de la carrera, se impide alcanzar el nivel científico-teórico requerido para el desarrollo de las bases del método clínico: desarrollo continuo y creciente de las habilidades básicas para la aplicación en la práctica de los métodos teóricos del pensamiento, para el razonamiento médico, el enfoque fisiopatológico, incluyendo el abordaje integral de los aspectos inmunológicos (inmunopatología), como antecedente del diagnóstico médico y de las decisiones que se derivan de él.
Otro aspecto a considerar es que para entrar al diseño por competencias hay que empezar por transitar a diseños menos fragmentados. El proyecto Tuning está obligando a todos los países de América Latina a solo aprobarlos por competencias para sus carreras, en particular para las de Medicina. El plan de estudio vigente en Cuba para esta área de estudio8,9 propicia la formación de profesionales competentes desde una perspectiva desarrolladora y se basa en una concepción soportada en el modo de actuación profesional competente,10 donde se concede un papel protagónico al proceso de profesionalización del estudiante, al acercamiento progresivo desde el componente académico y a los problemas profesionales, lo que en interacción dinámica y enriquecedora con la actividad práctica permite la apropiación de la esencia de la profesión.
Los autores comparten el criterio de Pequero y Breijo10 acerca de que el profesional competente suele asociarse a la etapa de posgrado, en la que hay niveles superiores de profundidad de los objetivos, dominio del contenido, métodos y formas de organizar el proceso enseñanza aprendizaje, dada la experiencia que se ha sistematizado.11
Si los nuevos profesionales recibieran a lo largo de la carrera todos los contenidos de inmunología que necesitan y después en la especialidad ocurriera lo mismo, egresarían como médicos generales y como especialistas de Medicina General Integral u otra especialidad clínica, completamente preparados para impartir la Inmunología que sea pertinente al pregrado, al circunscribirse a las esencialidades apropiadas para el momento de la carrera en que se ubiquen y que sientan las bases para la preparación posterior, con la amplitud y profundidad de la Inmunología, las cuales deben dominar un buen médico y especialista, ya que el resto de los contenidos estarían incluidos de forma pertinente y oportuna en las demás disciplinas propias de la profesión, especialmente en la disciplina principal integradora.
Pensamos que la Inmunología puede ser impartida por un especialista de las ciencias básicas o clínicas, de cualquier especialidad, si resulta capaz de autoprepararse bien en esta integración de contenidos de diferentes ciencias aplicadas al campo profesional del médico que nos proponemos egresar, insertado y con participación en las actividades metodológicas de los departamentos de ciencias básicas en nuestras facultades.
Los autores sugerimos que se valore incorporar ese enfoque en sistema de las ciencias básicas biomédicas, en general, y la inmunología, en particular, dentro de la formación de posgrado de los médicos, y que los profesores especialistas de esas ciencias básicas, conjuntamente con los profesores que dirigen los programas de formación de las restantes especialidades médicas, en un trabajo de coordinación interdisciplinaria, hagan los perfeccionamientos curriculares que se consideren apropiados, a partir de una reconsideración de lo que debe saber de inmunología y otras CBB un buen especialista como parte de su formación académica.
Hay que destacar que los problemas de salud y profesionales abordados en consulta ambulatoria, o empleados en un pase de visita hospitalario o en el hogar, resultan efectivos y valen tanto como el profesor que los utilice; pero sin un dominio del sistema inmune y sin trabajo metodológico no hay grandes beneficios para el trabajo docente.
En la actualidad12 se ofrece continuidad al trabajo de estructuración de los contenidos de Inmunología en la carrera de Medicina, siguiendo la metodología de trabajo que se asumió en el momento del diseño6,7 y con las CBB, bajo la óptica de que un cambio de esta magnitud requiere de un proceso de perfeccionamiento continuo y ajustes, con resultados tanto mejores cuanto mayores sean la experiencia y la preparación que vayan alcanzando gradualmente los profesores que diseñan y/o imparten las bases biológicas de la Medicina, y cuanto más armónicas y coherentes con la política de formación resulten las contribuciones de todos los profesores aptos para hacer valiosos aportes desde su experiencia.
Consideraciones finales
Este cambio de paradigma no es tarea fácil, pero hemos comenzado el camino; el reto radica en estimular el debate y el diálogo entre saberes para generar cambios en las estructuras curriculares, que posibiliten un incremento continuo de la calidad y la eficacia en la formación integral de los profesionales del país.
Los autores estamos abiertos al intercambio y patrocinamos estos argumentos académicos, pues son válidos para no dudar de que estamos desplazándonos hacia el futuro, modernizando el currículo y defendiendo los cambios necesarios, inspirados en las tendencias contemporáneas, pero sin copiar modelos no apropiados a nuestras condiciones ni aspiraciones. Invitamos a los lectores a que piensen que sus ideas pueden enriquecer estos postulados a través de su experiencia y las discutan en sus colectivos metodológicos, ya que el artículo que motiva estos comentarios, de los destacados profesores Alaín Alonso Remedios, Galia Ivis Pérez Rumbaut y Oliver Pérez Martín, está escrito para que opinen los profesores y diseñadores; ellos lo están esperando.