Introducción
Para una comunidad densamente poblada, las enfermedades infecciosas en condiciones favorables, pudieran presentar una rápida expansión. El virus SARS-CoV-2 (síndrome respiratorio agudo severo), agente causal de la COVID-19, es exponente de esta y otras características, tales como elevada transmisión, periodo de incubación prolongado, presencia de portadores asintomáticos o con síntomas leves, diseminación viral después del alivio de los síntomas y trasmisión ambiental.1
En Ecuador y México se registró en 2020 una mayor incidencia entre los hombres con una media de edad superior a los 30 años. Expertos españoles advierten que las personas infectadas pueden estar asintomáticas o presentar un número variable de signos y síntomas transmisibles, que pueden ser desde leves hasta muy graves. Para un control efectivo de la enfermedad, los investigadores chinos proponen recomendaciones basadas en las medidas de prevención, sobre todo aquellas relacionadas con el aislamiento social y la cuarentena de casos confirmados.2,3,4
De hecho, en Cuba existe un primer antecedente de trasmisión autóctona comunitaria en 2020. El evento ocurrió en los límites geográficos de la comunidad Camilo Cienfuegos, en la provincia de Pinar del Río. La restricción de las actividades y la separación de las personas que no estaban enfermas formaron parte de las principales medidas. Ello incluyó además, el aislamiento obligatorio de todos los pobladores y el establecimiento de horarios para la circulación; se exceptuó el abastecimiento de víveres y la asistencia médica.5)
Ahora bien, la provincia de Santiago de Cuba no estuvo exenta de estos eventos, con una tasa de incidencia acumulada de 4,7 casos por cada 100 000 habitantes.6 El área de salud del Reparto Santa Bárbara, perteneciente al Policlínico 30 de Noviembre en el municipio cabecera, fue declarada en cuarentena ante la coexistencia de patrones de transmisión y características clínicas poco conocidas en aquel entonces.
Teniendo en cuenta que con frecuencia los sistemas biológicos no siguen una tendencia lineal y ante la rápida expansión del virus, fue propósito en este trabajo describir las características clínicas y epidemiológicas de los pacientes sospechosos y confirmados con la COVID-19 durante el régimen de cuarentena.
Métodos
Se realizó un estudio observacional, descriptivo y transversal de 62 pacientes, de ambos sexos y diferentes grupos de edades, identificados como sospechosos (49 sujetos) o confirmados (13 individuos) con la COVID-19 durante el régimen de cuarentena, todos residentes en el Consejo Popular Santa Bárbara del municipio de Santiago de Cuba, desde enero hasta febrero de 2021, con vista a caracterizarles según algunas variables clinicoepidemiológicas.
Los datos fueron recopilados mediante la revisión documental de las encuestas epidemiológicas. Se respetó la integridad y confidencialidad de los pacientes, así como su información personal.
Asimismo, la recolección de la muestra para el diagnóstico virológico se realizó mediante el hisopado faríngeo y nasal. Luego se procedió al análisis de la prueba de reacción en cadena de la polimerasa con transcriptasa inversa (PCR-RT, por sus siglas en inglés) en el laboratorio de referencia provincial. Los resultados positivos permitieron confirmar la presencia de la COVID-19.
Entre las principales variables analizadas figuraron:
Edad
Sexo
Comorbilidades: se asumió que un individuo pudo referir más de una comorbilidad
Tipo de caso: sospechosos o confirmados
Estado clínico: sintomáticos o asintomáticos
Resultado del PCR: no confirmado o confirmado
Tipo de contacto: intradomiciliario o extradomiciliario
Signos y síntomas
La información se procesó en el programa informático Microsoft Excel. Se realizó un análisis estadístico descriptivo mediante la distribución de frecuencias.
Esta investigación se efectuó de acuerdo con las normas éticas para el uso de material y datos humanos, establecidas en la Declaración de Helsinki de la Asamblea Médica Mundial, donde se analizan los principios éticos para las investigaciones médicas en seres humanos.
Resultados
Obsérvese en la tabla 1, que existió un predominio del sexo femenino con 59,7 % de los pacientes y respecto a la edad prevaleció el grupo de los adultos mayores de 60 años con 20 afectados (32,3 %), seguido de quienes se encontraban entre 40 y 59 años (17 para 27,4 %).
Respecto a las comorbilidades asociadas de los casos positivos y sospechosos a la COVID-19, en la tabla 2 se muestra un predominio de la hipertensión arterial en 25 pacientes para 40,3 % del total, entre ellos prevalecieron los sospechosos (84,0 %). Se destaca además, un elevado número de pacientes (38,7 %) con otras afecciones asociadas, así como 35,5 % que no presentaron antecedentes de enfermedad.
Según se muestra en la figura 1, de los 62 integrantes de la casuística, 67,3 % fueron sintomáticos no confirmados con la COVID-19 y 100,0 % de los asintomáticos resultaron positivos al virus.
Véase en la figura 2, que en la zona de cuarentena predominaron los casos sospechosos (82,1 %) con contactos intradomiciliarios; sin embargo, 23,5 % de los pacientes confirmados con la enfermedad tuvieron algún contacto positivo fuera de su vivienda.
En cuanto a los signos y síntomas de la enfermedad, lo más observado entre sujetos confirmados fue la fiebre (41,2 %) y la diarrea (40,0 %); la condición de asintomático fue exclusiva para 13 de los individuos positivos al virus (100,0 %). Para los pacientes sospechosos la falta de aire (75,0 %) fue el síntoma predominante. La pérdida del olfato presentó igual distribución (50,0 %) para ambos grupos de pacientes (fig.3).
Discusión
Tal como se ha visto, el virus SARS-CoV-2 puede infectar a todas las personas, independiente de la edad. En España, el contagio presenta mayor incidencia en personas que superan los 60 años de edad;7 sin embargo, esta variable se muestra de manera diferente en Latinoamérica, pues se ha registrado la enfermedad en argentinos con una mediana de 37 años de edad.8 Con independencia de la magnitud del riesgo, según el grupo etario, lo significativo es que el virus puede propagarse con mucha facilidad entre las personas que viven en proximidad con otras.
Samada et al9 destacan que en Cuba los hombres (51,1 %) enfermaron más que las mujeres durante la primera oleada del 2020, un suceso diferente al registrado en el presente estudio donde la infección por el virus prevaleció en el sexo femenino (59,7 %). No obstante, ellos advierten que la morbilidad como variable para ambos sexos y el informe de mayor riesgo en los hombres en comparación con las mujeres, no ha tenido certezas que sustenten estas diferencias.
Resulta importante señalar, que en los antecedentes clínicos predominó la hipertensión arterial (40,3 %) entre los sujetos de la comunidad. Al respecto, Díaz et al10 comentan que en los pacientes con esta enfermedad hay mayor cantidad de enzima convertidora de angiotensina-2 (ACE2) y, por tanto, pueden presentar respuestas amplificadas ante la infección. Los autores de la presente investigación consideran, a partir de otros aspectos fisiopatológicos argumentados por ellos, que la presencia o magnitud de la hipertensión arterial en la población expuesta al virus pudiera ser una condición atribuida como factor de riesgo.
Otras comorbilidades (38,7 %), tales como asma bronquial e hipotiroidismo fueron referidas por los pacientes durante la encuesta clinicoepidemiológica. Por su parte, Peña et al11 durante un estudio en el municipio tunero de Puerto Padre identificaron mayor prevalencia de estas enfermedades entre los sospechosos de contraer el virus (54,4 y 0,58 %, respectivamente).
Las observaciones clínicas, la información epidemiológica y los resultados de la prueba de PCR-TR permitieron a los equipos de trabajo, en condiciones de cuarentena, identificar los casos positivos. Estos últimos pueden presentar o no síntomas, pero la condición de asintomáticos no significa un menor riesgo en la futura evolución de la enfermedad. Sánchez et al12) comunicaron que los casos asintomáticos pueden mantener la positividad por más de 20 días sin tratamiento y, en su casuística, el seguimiento evolutivo de estos fue menos favorable.
Entre los sujetos sospechosos, el principal lugar de contagio fue el domicilio (82,1 %). Este suceso se explica por el hecho de que en el interior de los hogares existe una determinada relación en tiempo y espacio, la cual condiciona un mayor número de contactos. Al respecto, investigadores españoles notificaron en 167 pacientes de un área de Madrid, 38,8 % de contagios intradomiciliarios.13) Entre los confirmados predominó el contacto extradomiciliario, lo cual pudiera explicarse por la probabilidad de viajes habituales o residencias en agrupamientos geográficos o sociales de alto riesgo durante los 14 días anteriores a la confirmación de la enfermedad, un suceso también descrito por Carbajales et al.14
No todos los sujetos infectados por el virus SARS-CoV-2 fueron asintomáticos. Se identificaron como principales signos y síntomas la fiebre (41,2 %) y la diarrea (40,0 %); entre los sospechosos se notificó la rinorrea (72,7 %) y la pérdida del gusto (66,7 %). Estas características clínicas y su variabilidad han sido registradas por varios investigadores según los estadios de la enfermedad, que van desde formas leves a muy graves.15,16,17 Lo cierto es que la frecuencia de su aparición es un importante indicativo para el diagnóstico y el pronóstico de dicha afección, sobre todo para el personal sanitario en la atención primaria de salud.
Se concluye que en este estudio se presentaron, en gran medida, las principales características clínicas y epidemiológicas de pacientes sospechosos y confirmados con la COVID-19 en régimen de cuarentena, lo cual se convierte en un importante instrumento para adoptar decisiones en escenarios de alto riesgo epidémico.