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La pandemia producida por el nuevo coronavirus, el SARS-Cov-2, ha sido considerada como la crisis sanitaria más compleja que ha enfrentado la humanidad, ha puesto a prueba la rapidez de respuestas gubernamentales, las fortalezas y debilidades de los sistemas de salud en todo el mundo, la integración, tanto nacional como internacional para su enfrentamiento, las investigaciones transdisciplinares y la publicación rápida de resultados, que han permitido que algunos países avancen en su control.
Sin embargo, en las situaciones que se viven en la actualidad hay diferencias en las respuestas que se dan a nivel global a la pandemia, las que están relacionadas con el contexto político y social.1
Los sistemas de salud de todos los países han sido afectados en mayor o menor medida. Un gran desafío para estos se relaciona con las diferentes secuelas que la enfermedad ocasiona en el orden biológico, psicológico y social y que conlleva a nuevos y más complejos estudios investigativos, así como a ordenar servicios de atención y rehabilitación precoz donde la Atención Primaria juega un papel primordial como observador integral de pacientes afectados.
A nivel global se evidencia mayor presencia de enfermedades crónicas no transmisibles. Según estudios, este virus podría convertirse en una nueva enfermedad transmisible crónica, que aumentaría la carga de los sistemas de salud en los próximos años; la morbilidad y la mortalidad que puede resultar después, debido a la Covid-19, puede ser mayor en personas que presentan ese tipo de enfermedades.2
La repercusión negativa sobre la salud mental de las personas de la población en general, y en particular, sobre los grupos poblacionales más vulnerables, es un hecho que también preocupa. La Organización Panamericana de la Salud afirma que los enfoques de la salud mental y la atención psiquiátrica en las epidemias, siguen siendo poco conocidos y no suelen ser temas de interés en materia de investigación o literatura.3
A decir de Espinosa-Brito y col., la convalecencia de los enfermos de Covid-19 es un asunto de creciente preocupación, según se han conocido y descrito las diferentes consecuencias que puede ocasionar: psico-socio-biológicas y espirituales, ligeras o discapacitantes, a corto o a largo plazo, transitorias o permanentes, reversibles o irreversibles.4
Los pacientes recuperados de la enfermedad Covid-19, probablemente padecerán el síndrome poscovid y tendrán una necesidad de rehabilitación directa después de la hospitalización. Aún no son suficientes los datos sobre la efectividad de tratamientos para los síntomas que aparecen con posterioridad en pacientes que sufrieron esta enfermedad, aun así, se considera necesario que los investigadores no esperen a la publicación de ensayos controlados aleatorios para iniciar una rehabilitación oportuna de pacientes egresados.5
Cuba logró el control de la pandemia desde sus primeros momentos con la participación de la comunidad científica y las estrategias desarrolladas por la dirección del Gobierno. Los científicos han sobresalido en el desarrollo de investigaciones y la aplicación de protocolos novedosos y de vacunas, a una velocidad nunca antes vista en la historia de la humanidad.6
Actualmente, el país avanza en la campaña nacional de vacunación contra la Covid 19, las inoculaciones contra el virus en niños y adolescentes de entre 2 y 18 años ya son una realidad con Soberana® 02, mientras se continúa una estrategia nacional con pilares comunicacionales y educativos que permiten en las condiciones actuales evitar nuevos brotes. Las discusiones en torno a los retos que en materia de salud pública asume el Sistema de Salud Cubano en la llamada «nueva normalidad» están vigentes, en diferentes encuentros que se desarrollan en la isla a nivel gubernamental, la comunidad científica y la propia sociedad.
La Dirección de Ciencia e Innovación Tecnológica en Villa Clara convoca a la comunidad científica a nuevas investigaciones que permitan observar aspectos multiorgánicos y multifuncionales, relacionados con las secuelas de esta enfermedad, con el fin de un diagnóstico todo lo precoz posible y un enfoque integrador en el tratamiento de las secuelas, elementos apremiantes para las personas afectadas y para los gastos económicos del sistema de salud en ulteriores atenciones médicas
