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Arquitectura y Urbanismo

versión On-line ISSN 1815-5898

Arquitectura y Urbanismo vol.33 no.1 La Habana ene.-abr. 2012

 

CON CRITERIO / CONSERVACIÓN DEL PATRIMONIO

 

 

Una nueva lectura del antiguo convento de Santa Clara de Asís desde la arqueología y la historiografía

 

A new reading the ancient Saint Claire of Assisi convent from the archaeological and historical approach

 

 

Darwin A. Arduengo García y Alejandro Cruz Pérez

Centro Nacional de Conservación, Restauración y Museología, Ciudad de La Habana, Cuba.

 


RESUMEN

Este trabajo propone una nueva lectura de la historia del edificio del antiguo convento de Santa Clara de Asís de la Habana Vieja, sede del Centro Nacional de Conservación, Restauración y Museología (CENCREM). Durante los últimos siete años las investigaciones fundamentales realizadas en el convento han estado dedicadas a las instalaciones hidráulicas del primer claustro y los cambios constructivos del tercero. El objetivo principal de esta investigación es el de explicar la evolución del edificio conventual a través de los cambios constructivos y tecnológicos ocurridos en el mismo. Los resultados de estos trabajos han permitido establecer los cambios ocurridos en dos de los tres claustros, referidos a momentos en los cuales se agrandó y modernizó el primero, se transformó en capilla un local en el tercero, así como a la construcción y evolución tecnológica de los sistemas hidráulicos.

Palabras clave: arqueología, arquitectura, restauración, transformaciones.


ABSTRACT

This paper provides a new view of the history of the ancient Saint Claire of Assisi monastery located in Old Havana, headquarters of the National Center for Conservation, Restoration and Museology (CENCREM). The main goal of the research is to explain the historical evolution of the convent through the technological and constructive changes that took place in the building.The information collected until now has enhanced the knowledge about the history of the building in a more accurate way than historiography could do.

Key words: archaeology, architecture, restoration, transformations.


 

 

INTRODUCCIÓN

El edificio del antiguo Convento de Santa Clara de Asís, está ubicado en La Habana Vieja, en la manzana que delimitan las calles Sol, Cuba, Luz y Habana. Abarca cuatro manzanas que fueron cerradas, interrumpiendo la continuidad de dos calles (Damas–Aguiar, Santa Clara-Porvenir), para garantizar la clausura necesaria al edificio, que llegó a contar en el siglo XVIII con tres claustros, Iglesia y una huerta (figura 1).

Un aspecto significativo en la historia del edificio es el hecho de haber sido la primera restauración del patrimonio construido de grandes dimensiones que se emprendió en Cuba. Los trabajos se desarrollaron en el marco del Proyecto Cuba-81-017 PNUD-UNESCO, establecido entre el Ministerio de Cultura de la República de Cuba y la UNESCO en el año 1981. El gigantesco proceso restaurador fue dirigido por especialistas del Centro Nacional de Conservación, Restauración y Museología (CENCREM), liderados por el arquitecto Daniel Taboada Espiniella. Esta institución, fundada en 1980, sería el ocupante del edificio para el desarrollo de sus funciones. Los trabajos cubrieron las áreas de los claustros primero y segundo, así como la Iglesia, quedando el tercer claustro en espera, desde entonces, de la culminación de esfuerzo similar. Fue al calor de esta obra restaurativa que se comenzaron los trabajos de investigación arqueológica en los dos primeros claustros. Como parte de la nueva estrategia de gestión y manejo del edificio en su generalidad, elaborada a partir del año 2004, se le ha dado un nuevo impulso a las investigaciones arqueológicas, fundamentalmente en el primer y tercer claustro, toda vez que los datos aportables por la misma son muy importantes para la comprensión de los cambios ocurridos en el edificio y por ello para la adecuación de los intereses generales de restauración y conservación del inmueble.

El proceso constructivo del convento abarca un período de tiempo que comienza el primero de noviembre del 1638, ocasión en que se colocó la piedra fundacional y llega hasta el siglo XX, cuando en el año 1908 las monjas ordenan la construcción de un corredor de dos niveles a todo lo largo de la crujía que separa el primer del segundo claustro por áreas de este último. A lo largo de estos casi trescientos años de ocupación del convento las religiosas estuvieron obligadas a realizar numerosas transformaciones y reparaciones, así como a mantener la actualización de los avances de la vida cotidiana en la ciudad en la medida en que iban ocurriendo. Producto de esta prolongada ocupación, el edificio cuenta con áreas, como el segundo claustro, donde existen algunas de las construcciones más viejas de la ciudad (período fundacional del convento); resulta, por tanto, un muestrario de técnicas, materiales, detalles y soluciones constructivas durante el período colonial, lo que bastaría, además de sus techos de armaduras, para hacerlo digno de profundo estudio.

El primer usufructuario del período posconventual fue la Secretaría de Obras Públicas a partir de 1925 y hasta 1959, fecha en que se trasladó (ya conocido como Ministerio de la Construcción) para otra edificación en la Plaza de la Revolución. Luego de esta última fecha se sucedieron como ocupantes: el Ministerio de Bienestar Social (hasta 1961), los Talleres y Almacenes Nacionales de Servicios de Teatros (TANST), así como otras dependencias del Consejo Nacional de Cultura (más tarde Ministerio de Cultura) que se mantuvieron ocupando diferentes áreas del inmueble hasta 1981. [1]

Desde 1985 el edificio es la sede del Centro Nacional de Conservación, Restauración y Museología (CENCREM). Esta función, que se mantiene en la actualidad, comenzó por el área restaurada del primer claustro, inaugurada en 1985, abarcando las del segundo claustro restaurado en momento posterior. En el proceso investigativo general de la evolución del edificio conventual hemos partido de una hipótesis de trabajo que se fundamenta en un grupo de características observables del registro arqueológico y del arquitectónico:

El primer claustro sufrió una transformación radical en los finales del siglo XVIII o los comienzos del XIX que cambió por completo la imagen inicial del mismo. Aquel claustro primero del siglo XVII estaba en correspondencia con el estilo al uso en este período en La Habana: pies derechos en las galerías de planta baja y alta (como todavía se observa en los claustros segundo y tercero), a diferencia de la presentación actual que consiste en pies derechos en planta alta y columnas y arcos de piedra en planta baja, característico de los claustros conventuales habaneros del siglo XVIII. El claustro inicial era de menores dimensiones que el actual, de tal manera que el aljibe se encontraba en el centro del mismo, suposición que parece corroborada por la posición de los dos filtros de aguas de lluvia que alimentan al aljibe y se encuentran a un costado de la galería este. Esta transformación del claustro principal afectó de una u otra manera el resto del edificio conventual. [2]

El objetivo general perseguido en esta investigación es el de explicar la evolución del edificio conventual a través de los cambios constructivos y tecnológicos ocurridos en el mismo.

Del anterior se desprenden los siguientes objetivos particulares:
• Establecer la función de las estructuras hidráulicas presentes en el patio del primer claustro conventual, así como la relación que existe entre las mismas.
• Explicar el funcionamiento de la fuente del patio central del primer claustro según su evolución cronológica.
• Argumentar la existencia hipotética de un claustro inicial (siglo XVII) de menores dimensiones que el actual.
• Sustentar el cambio de orientación de la iglesia conventual siguiendo la información obtenida del registro arqueológico.
• Explicar la singularidad del local AB 11-13, en áreas del tercer claustro dada la información obtenida en los registros históricos y arqueológicos.
• Determinar al nivel prospectivo la cronología de las áreas construidas del edificio conventual.

La importancia de este trabajo radica en que suministra información histórica producida desde la lectura de los registros arqueológicos y arquitectónicos, información que permite entender, parcialmente, las etapas de crecimiento y transformaciones del edificio conventual. Asimismo se produce información novedosa en lo relativo al funcionamiento de la fuente del claustro principal, exponiendo por primera vez, hasta donde se conoce en los estudios arqueológicos de La Habana, los mecanismos internos de funcionamiento de las fuentes provistas de surtidor de la ciudad alimentadas por la Zanja Real, primeras que funcionaron utilizando la conducción a presión (siglo XVIII); [3] algunos de estos datos, como el uso de tuberías de plomo, se infieren de la lectura de la información documental del periodo colonial.

En cuanto a las áreas del tercer claustro se parte de un grupo de evidencias del registro arqueológico para fundamentar la existencia de una capilla no reportada en las fuentes documentales y bibliográficas.

MATERIALES Y MÉTODOS

Los métodos teóricos que se emplearon en esta investigación fueron: el análisis, la síntesis, el comparativo y el lógico histórico.

El método empírico aplicado en la realización de los trabajos de campo es la observación, implementada a través de la prospección y la excavación controlada, retirando en todos los casos la estratificación según su presentación en cada unidad de excavación y manteniendo un control riguroso en este proceso, tanto a nivel de suelo como parietal. Como estrategia se mantuvo la realización de las excavaciones en el área con la mayor amplitud posible, aunque en algunas ocasiones dificultades de índole constructivo y manejo de los rellenos retirados impidió alcanzar la amplitud requerida, mientras que en otras se trató de ser muy puntual para no afectar la conservación de la estratificación con vistas a la continuación de los estudios. Se estableció en cada unidad de excavación la red de cuadrículas convenientes para una toma de datos tridimensional, guiadas por el punto alfadatum ubicado en la entrada del edificio por la calle Luz. Las lecturas de profundidad en cada unidad de excavación se realizaron utilizando el nivel de cordel, plomada y cinta métrica, tras lo cual se procedió a ejecutar la planimetría tridimensional, ampliada por la toma de las fotografías digitales necesarias para alcanzar mayor claridad en la visualización de la información obtenida del registro. La escala empleada en los levantamientos planimétricos estuvo dada sobre la base del área estudiada, siendo generalmente 1:5, 1:10 y 1:100.

Los trabajos de campo en cuanto a la prospección se desarrollaron en las siguientes áreas:

• Galerías del segundo claustro.

• Cripta de la iglesia.

• Patio del primer claustro.

• Crujía AB del tercer claustro.

Para el desarrollo de los trabajos de campo se definieron y ejecutaron las siguientes unidades de excavación (UE):

• UE 1: La fuente y sus alrededores en el patio del primer claustro. Mecanismo de funcionamiento interno y cambios en el mismo, conexiones con otras estructuras (baños), pocetas adosadas al vaso. Área excavada: 30 m².

• UE 2: Local AB 11-13. Área definida por los muros B 11, extremo este del espacio. Nivel de piso de losas isleñas. Área excavada: 20 m².

• UE 2a: Local AB 11-13. Área de galería frente al acceso al local AB 11-13. Nivel de piso de cal y arena bruñido asociado con el nivel de piso de losas isleñas del interior. Área excavada: 3 m².

• UE 3: Local AB 11-13. Cala Parietal en el muro 11. Vano tapiado con restos de decoración mural. Área excavada: 12 m².

• UE 4: Local AB 11-13. Área definida por el muro B. Unión de nivel de piso de losas isleñas con otro de enlucido de cal. Área excavada: 3 m².

• UE 5: Local AB 11-13. Cala Parietal en el muro B, segundo arco en el sentido este-oeste. Vano de puerta tapiado. Área excavada: 2 m².

• UE 6: Local AB 11-13. Área definida por los muros A 13, extremo oeste del espacio. Nivel de piso de enlucido de cal, con huellas de poste. Área excavada: 20 m².
• UE 7: Local AB 11-13. Cala Parietal en el muro 13. Huellas de estructura de sujeción del púlpito. Área excavada: 12 m².

• UE 8: Local AB 11-13. Cala Parietal en el muro A. Faltante en el tapial y fogonaduras asociadas. Área excavada: 15 m².

Un comentario necesario al respecto de estas excavaciones realizadas en el Local AB 11-13 es que aun cuando se pretendió retirar toda la estratificación del sitio a nivel parietal y de subsuelo, el equipo se vio imposibilitado de mantener la estrategia de área abierta por necesidades de conservación, así como del manejo de los rellenos y pavimentos retirados.

El plano actual del edificio con que se trabajó cuenta con los ejes arquitectónicos lo cual sirvió para la denominación de los locales, las áreas de las excavaciones y las calas a realizar, así como plasmar en el mismo la información general de manera que en caso de ampliarse estas excavaciones en momento futuro fuera posible cotejarlas adecuadamente en el eje cartesiano.

La primera etapa de este trabajo fue la revisión de todas las fuentes disponibles: fotográficas, documentales, planimetrías, bibliográficas, que forman en su conjunto el registro histórico.

Como ocurre con prácticamente todas las edificaciones del período colonial habanero, y especialmente con las más tempranas, el registro histórico disponible para los investigadores no es abundante ni preciso en la información que ofrece, lo que concede valor extraordinario a los datos que contiene el registro arqueológico. La información producida por las excavaciones realizadas en áreas del convento entre los años 1959 y el 2000, fecha de creación del grupo de arqueología del CENCREM, es la otra base de partida y sirvió de ayuda en la orientación de la presente investigación. [4]
En el plano historiográfico hay que señalar por su importancia, la investigación desarrollada durante años por el historiador Pedro Herrera [5] publicada en 2006 con los auspicios del CENCREM, fundamentalmente por el volumen de documentación que aporta. Dada la profundidad del trabajo de este autor, se emplearon en no poco casos, aseveraciones suyas como hipótesis de trabajo en la presente investigación.

Se reconoce además la importancia que ha tenido en el desarrollo de esta investigación el plano del edificio levantado en 1924 por el Secretariado de Obras Públicas [6] (figura 1), usufructuario a partir de entonces del inmueble. Este plano refleja todos los detalles del edificio tal cual se encontraba al ser abandonado por las monjas clarisas y como se verá en lo adelante, muchos de estos detalles han sido orientadores de la investigación arqueológica, integrados con la prospección detenida del mismo.

La segunda etapa de esta investigación transcurrió en la prospección del edificio, la que se desarrolló siguiendo de un lado la información obtenida por las fuentes históricas como ocurrió en las áreas del tercer claustro y de otra parte siguiendo las estructuras visibles, como ocurre en los claustros primero y segundo, de manera especial con las numerosas estructuras hidráulicas presentes en el patio del primero.

La tercera etapa fue la ejecución de los trabajos de campo que incluyeron las labores de excavación controlada, ejecución de la planimetría, nivelación topográfica y toma de datos fotográficos, así como la ejecución de las labores de conservación necesarias para preservar las evidencias muebles e inmuebles, labores que fueron realizadas in situ o en laboratorio, según requerimiento de las circunstancias. Los trabajos de campo fueron ejecutados en:

• Patio del primer claustro: Unidad de Excavación 1. Se han efectuado un total de cinco campañas, a partir del año 2004.

• Crujía AB del tercer claustro: Local AB 11-13, Unidad de Excavación 2-8. Se han efectuado un total de dos campañas, en el año 2009 y el 2010.

Por último, en la cuarta etapa se realizó el análisis de los datos producidos durante el desarrollo de las excavaciones y de las prospecciones en cada una de las áreas. En esta etapa se integró el dato histórico.

RESULTADOS

Patio del primer claustro

Los trabajos de campo en el patio del claustro comenzaron por una prospección detallada de todos los elementos arqueológicos que formaron parte de sistemas de conducción, extracción y almacenamiento o evacuación de agua, así como de elementos asociados al uso de la misma en acciones concretas como el baño personal y el lavado de ropas.

En la esquina sudeste del patio se alza una estructura de planta cuadrangular, con techo a cuatro aguas de madera y cubierto por tejas criollas de barro, identificada por el historiador Pedro Herrera (comunicación personal, 2005) como un cobertizo donde se ubicaba un antiguo lavadero de la comunidad, identificación que resulta lógica, pues sus características constructivas sugieren en última instancia la función de recolectar aguas, pluviales o de desecho, para su posterior evacuación a través de un canal perimetral construido con ladrillos tipo “panetela” y sillares de roca caliza (figura 2).

Fig. 2. Antiguo lavadero.jpg

Se observan en este canal evidencias de dos momentos constructivos: el primero conforma el cuerpo propiamente dicho del canal de sección trapezoidal, construido con los ladrillos “panetela” de barro cocido, por debajo del piso original del área techada, mientras que, sobre el borde exterior del canal se alza un muro de cuatro hiladas de ladrillo de barro cocido (0,27 X 0,13 X 0,06 m), alcanzando la altura del piso de ocupación actual del patio, compuesto en lo esencial de suelo vegetal, a la que le sirven de contención. Un detalle revelador acerca de este cobertizo es que está construido con elementos de madera reutilizados, lo que sugiere que se construyó después de ocurrida alguna transformación en el primer claustro.

Aunque los trabajos de excavación no han comenzado en esta estructura se ubicó en la prospección una caja de agua soterrada construida con mampuestos ubicada en el lado oeste de la misma, cubierta en la actualidad por un techo de hormigón a nivel del piso de tierra del patio con un registro con tapa circular de hierro fundido, lo que indica acciones realizadas en el siglo XX. En la pared este de esta caja se ubica un canal de sección rectangular construido con ladrillos y lajas de piedra que la conecta con el canal perimetral ya descrito del lavadero, lo que sugiere que este receptáculo actuaba como sumidero, para la eliminación de las aguas residuales a través del suelo y la retención de los sólidos.

La fuente del patio, otro elemento importante está construida en su totalidad con sillares de roca caliza con un singular sistema de unión consistente en el machihembrado de cada una de sus piezas, lo que garantiza un perfecto ajuste y una mayor resistencia a la presión del líquido (figura 3). Está compuesta de un pilar central que divide en dos al vaso de planta rectangular; el pilar consta de pilastra y retropilastras a las que se adosan dos aletones y se halla rematado por un capitel moldurado encima del que se encontró un triángulo equilátero que concluye en un aditamento que, visto en planta, es una cruz de brazos iguales. En cuanto al vaso, su eje mayor se orienta siguiendo la línea este-oeste y se halla rematado en todo su borde superior y el inferior por una moldura. En el lado oeste del pilar se halla un pequeño nicho, lo que indica el frente de la fuente (figura 4).

Fig. 3. Detalle del sistema machihembrado para unir los elementos de la fuente.jpg

Fig. 4. Vista general de la Fuente de la Samaritana antes de la intervención.jpg

Analizando comparativamente las características constructivas y la ubicación actual de la fuente, tal cual ha llegado hasta nosotros, queda clasificada como una fuente ornamental con su tanque o vaso colocado sobre el nivel del terreno, de lo que se infiere que el proceso de llenado no pudo ocurrir utilizando la conducción por derrame libre, característica de las zanjas o acequias que llevaban el agua del primer acueducto habanero, La Zanja Real, por dentro de la ciudad entre 1592 y 1708, año en que comenzó la construcción de la fuente de La Plaza Nueva, primera de la urbe. [7]

La fuente, pues, se construyó en algún momento posterior a la edificación de la de la Plaza Nueva (1708-1711), afirmación que se trasluce de la presente investigación, fundamentalmente de las excavaciones arqueológicas, comenzadas en la base de la fuente en el año 2004 (Unidad de excavación (UE) 1) y de estudios previos acerca del tópico de la Zanja Real y las fuentes que alimentaba.

Se constató como resultado de las excavaciones, la presencia de una línea de tuberías de barro (figura 5) proveniente del sur de la fuente, relacionada con la Zanja Real que entra al pilón central por debajo del piso exterior y que se conecta con una tubería de plomo que asciende por el interior del pilón hasta una esfera de plomo (cámara de distribución) (figura 6) que alimenta ocho surtidores que vierten a los dos vasos de la fuente y a seis pocetas que se adosan por el exterior del vaso. (Figura 7)

Fig. 5. Conducto de abasto a la fuente.jpg

Fig. 6. Esfera de plomo que colecta y reparte el agua a los surtidores.jpg

Fig. 7. Vista de la fuente con alguna de las pocetas asociadas.jpg

Esta fuente, además, se integraba a un sistema de conducción de agua hacia estructuras en forma de pocetas que funcionaban como baños, convenientemente cubiertas por construcciones techadas a dos aguas; el agua desde el vaso de la fuente era acarreada a través de tuberías de plomo (figura 8) hasta cajas de agua desde donde continuaban conductoras hechas con tuberías de barro cocido, todo esta instalación acomodada y protegida por igual número de muros de mampostería. (Figura 9) Los hallazgos evidencian la existencia de un sexto canal similar en apariencia a los antes descritos, el cual apenas conserva elementos que permitan establecer su misma funcionalidad debido a alteraciones antrópicas, al rebajarse parte de este para insertar una tubería en algún momento del siglo XX, pero en campañas sucesivas se pretende identificar la ubicación de un sexto baño al que debe estar asociado. Esta distribución de estructuras, muros y conductoras, identifica claramente este sector del patio como área de actividad, en el que se utilizaba el agua para diferentes funciones dentro de la vida cotidiana del convento, tales como el baño personal, el lavado de las ropas y la purificación corporal antes del ingreso al templo.

Fig. 8. Tubería de plomo asociada a un conducto.jpg

Fig. 9. Conducto que une el vaso de la fuente con un baño.jpg

La puesta en funcionamiento del acueducto de Albear se ve reflejada en la fuente a través de las transformaciones que se realizan para adecuarla a este nuevo sistema. Para ello se sellan con cal y arena la totalidad de los surtidores de plomo y la entrada de abasto, que se resuelve entonces insertando una tubería de hierro de 4 cm de diámetro en el centro de la cara oeste del pilón con dos salidas de agua, la superior a 94,5 cm de altura del nivel de piso actual del vaso de la fuente y la otra a 40 cm. (Figura 10) También se inserta un desagüe del mismo material, localizado en la actualidad a 8 cm debajo del nivel de piso (figura 11), lo que indica que para ese momento la profundidad del vaso era mayor. Formando parte del mortero que se empleó en esta remodelación se encontraron durante la campaña del año 2010, fragmentos de loza inglesa con una cronología entre 1820 y 1860, [8] (figura 12) lo que permitió establecer el fechado de estas acciones en la segunda mitad del siglo XIX. También se realizó una perforación al nivel del piso en el extremo norte del pilón para permitir la conexión entre ambos vasos.

Fig. 10. Tubería de hierro insertada en pilón de la fuente.jpg

Fig. 11. Vista en planta de excavación interior del vaso.

Fig. 12. Loza perla con decoración por transferencia bajo el vidriado.jpg

El estudio de todas estas estructuras indica con claridad la subida del nivel de piso de ocupación del patio en unos 60 cm, hecho acontecido en el período conventual, momento en el cual es modificado el sistema de abasto de agua a la fuente por tuberías de hierro asociadas al acueducto de Albear. Esta transformación pudo estar condicionada al retorno del servicio religioso al primer claustro y la reacomodación de esta área a la nueva fisonomía y disposición, así como a una modernización en lo que al abasto de agua respecta, como puede corroborarse en la intrusión de nuevas líneas de abasto a la fuente (en este caso tuberías de hierro), clausurándose con mortero de cal y arena parte del sistema anterior (canales de mampuestos y tuberías de barro) y en la fabricación de un nuevo lavadero anexo a la galería oeste al dejar de ser funcional el antiguo. Como resultado de las excavaciones en los alrededores de la fuente, se localizó la cimentación de un muro que cruza el patio en su eje oeste-este, siguiendo aproximadamente la continuidad de la crujía sur del tercer claustro. Este es un elemento sumamente importante toda vez que permitió definir las dimensiones del primer claustro inicial y avanzar la hipótesis de que el tercer claustro y este mantenían una línea de continuidad que los identifica como un segundo momento constructivo del convento, a diferencia del carácter arbitrario de las líneas de fachada del segundo claustro, lo que indica su mayor antigüedad, concordante con el hecho de que las familias de las monjas les construyeron las celdas, sin orden ni concierto. [9]

Iglesia

En cuanto a la Iglesia, un detalle importante que fue detectado desde el comienzo de los trabajos, es la peculiar ubicación de la cripta de enterramientos. En todas las iglesias que se conocen con criptas, (Espíritu Santo, Nuestra Señora de Belén, San Francisco de Asís, Santa Clara en Santa Fe de Bogotá, [10] entre otras) estas están ubicadas debajo o a ambos lados del presbiterio donde se sitúa el altar mayor. Sin embargo, en el caso que nos ocupa, la cripta está ubicada debajo del soto coro. La inferencia que los autores hacen de estas evidencias es que, en algún momento, la iglesia conventual tuvo una orientación contraria a la actual, es decir que el altar mayor estaba concebido en la actual ubicación del coro. Lo cierto es que todavía por la fecha de la visita episcopal de Morell de Santa Cruz, circa 1755, la orientación que describe de la iglesia conventual es de “sur a norte”, o sea, al sur el coro y al norte el presbiterio, mientras que para 1761, apenas seis años después, Arrate afirma que la iglesia corre de norte a sur, [11] su orientación actual. Las prospecciones iniciales realizadas en la cripta permitieron inferir preliminarmente que la estructura ubicada en su extremo sur y que se desarrolla perpendicularmente a la misma, es parte de la entrada original de la cripta anterior a la que luego se adoptó, ubicada al otro extremo, el norte, de la misma (figura 13). La continuación de los trabajos en esta estructura permitirá comprobar la hipótesis de que la iglesia cambió su orientación en algún momento, lo cual es un detalle relevante en la comprensión de los momentos constructivos del edificio conventual.

Tercer claustro

El estudio arqueológico del tercer claustro ha sido considerado de especial relevancia, toda vez que se trata del claustro menos transformado en labores restaurativas e investigativas. Los resultados obtenidos hasta el presente han corroborado con creces esta opinión.

Las investigaciones arqueológicas han transcurrido de momento solamente en la crujía norte del antiguo claustro y los resultados más trascendentes se han realizado en el local AB 11-13, el primero que corre de este a oeste.

El local AB 11-13 es un espacio de 5,60 m de ancho por 21 m de largo, orientado en el eje este-oeste, al que se accede desde el patio por un vano de 2,0 m de amplitud con derrame hacia el interior ubicado en el extremo este del muro B; este vano consta de un arco rebajado en el exterior y dintel de madera en el interior. Otros cuatro vanos de puerta se distribuyen en este muro, alternándose a continuación del anterior uno simplemente adintelado y otro con su arco rebajado, finalizando otros dos adintelados, compartiendo similares medidas los cinco. En el muro A 11-13 se localizan cinco vanos de ventanas que fueron construidas a comienzos del siglo XX y en el muro 11 A-B, se encuentra otro vano de puerta de igual fechado; todos se encuentran tapiados en la actualidad.

Comoquiera que este local fue utilizado en su período posconventual por los diferentes usufructuarios del edificio en función de talleres y almacenes, el piso de ocupación actual está definido por una gruesa capa de hormigón, cubierta en un cincuenta por ciento del área con baldosas hidráulicas
(figura 14).

Este local está caracterizado por la presencia de dos arcos rebajados que se apoyan en ménsulas estilo Plaza Vieja. Estos arcos aparecen decorados con motivos florales de color azul, realizados al fresco sobre boceto previo a grafito y coinciden, en anchura, con los presentes en el primer claustro, donde también se encuentran ménsulas del mismo estilo, seguramente contemporáneas (figura 15). En primera instancia, la presencia de estos arcos en este local lo singulariza dentro de los espacios del edificio conventual y había sugerido durante la prospección, la posibilidad de que se estuviera en presencia de un área con una función diferenciada. La hipótesis de que se tratara de una capilla orientó el proceso de excavaciones como se verá a continuación. Un segundo elemento que reforzaba la hipótesis del posible uso de este local con fines religiosos, fue, en primer lugar la representación en el plano del 1924 de Obras Públicas, de una estructura semicircular en el muro A, sin que entonces los autores pudieran identificar claramente su función (figura 16). En segundo lugar, en este local aparece un muro o tabique que lo divide, ubicado en la posición del segundo arco, siguiendo el sentido este-oeste, del que no se observaba el menor vestigio en ocasión de la prospección del local.

Las excavaciones parietales pusieron en evidencia que el segundo arco (UE 5), situado al oeste del local está construido sobre un antiguo vano de puerta, del que se conserva, debajo de las capas de revestimiento, el dintel de madera, lo que demuestra un momento constructivo anterior
(figura 17).

En las ménsulas de las que arranca este arco quedan evidencias de un tabique donde debió ir colocado el imprescindible tabique enrejado a través de la cual las monjas observaban la misa y recibían la comunión sin tener contacto directo con el capellán que la oficiaba. Asociado a estos arcos se localizó (UE 2) un nivel de piso de lozas isleñas consistente con la altura que marcan las ménsulas, piso presente hasta la zona del segundo arco (figura 18).

Sin embargo, a partir de la huella del tabique en el extremo noroeste del local se localizó un nivel de piso diferente (UE 4), constituido de cal lo que reafirma el tratamiento diferenciado en la arquitectura del área del altar y todos sus elementos compositivos (entiéndase, la mesa consagrada, la base, las gradas, el retablo, el sagrario y el púlpito). En este pavimento se localizaron varias huellas de postes consistentes con las vigas para soportar las gradas de madera así como las líneas guías para la construcción dibujados con grafito. En el perímetro de esta área, entre el nivel de piso actual y el referido anteriormente se expuso una serie de capas de pinturas murales, siendo la exterior de color azul maya; adheridas a estas aparecieron vestigios de fibras textiles lo que pudiera señalar el uso de este tipo de material para revestir las gradas.

En el desarrollo de la Unidad de excavación número 8, ejecutada en el muro 13, que cierra el extremo oeste del local, se descubrió un área con un faltante considerable en el tapial que lo constituye. Este faltante había sido tapiado con una capa de ladrillos y mortero de revestimiento. Asociado a este hueco, se localizan varias perforaciones (además de las huellas de las agujas del molde del tapial) que sugieren la posibilidad de anclaje de una estructura o mueble insertado en el mismo, que por su ubicación espacial debió ser el retablo (figura 19).

Las evidencias encontradas permiten afirmar que estamos en presencia de una capilla, orientada de este a oeste, para uso de la comunidad religiosa del convento, ya que las huellas existentes en las ménsulas del segundo arco implican la existencia de la rejilla que debía separar a las mismas del sacerdote que oficiaba las misas. A continuación de esta rejilla, en el muro oeste, se encontraba insertado parcial o totalmente el retablo con las imágenes religiosas.

Un nuevo elemento que reforzó la hipótesis del posible uso de este local con fines religiosos, fue la presencia, en una de las rafas de roca caliza del muro A de huellas de un púlpito, las estructuras de soporte y escalera de acceso (figuras 20 y 21).

Esta excavación parietal fue realizada muy puntualmente sobre la base de la lectura del plano del 1924 de Obras Públicas, en la zona en que aparece una estructura semicircular representada, sin que entonces se le pudiera identificar claramente. Detalle relevante es que para la fecha de este levantamiento (1924) todavía esta estructura estaba íntegra.

 

DISCUSIÓN DE LOS RESULTADOS

Los trabajos de campo descritos en el acápite anterior permiten la sustentación con mayor fuerza de la hipótesis de la existencia de al menos una gran transformación constructiva a nivel de toda la edificación que nos ocupa, ocurrida esta en el período colonial. La presencia de un muro que corta el patio del primer claustro siguiendo el eje este-oeste, marcando la continuidad de la crujía sur del tercer claustro, sirve de límites a un patio inicial de menores dimensiones que el actual, en cuyo centro se encontraba ubicado el aljibe, construido en 1751 y marcado además por la ubicación de los filtros de agua pluvial que vertían al mismo. Esta fecha marca una pauta cronológica asumida por los autores, acerca del momento a partir del cual puede haber comenzado el proceso transformativo planteado.

En el caso de la fuente, queda demostrada su condición de elemento central de un grupo de cinco estructuras hidráulicas que han sido identificadas como baños para las monjas, de las cuales se conservan dos, completamente descubiertas, constituidas por pocetas oblongas construidas con mampuestos y que cuentan con escaleras para descender. Además, se adosan al vaso de la fuente seis pocetas que sirvieron presumiblemente para labores de lavado de ropas y aseo de manos y pies, esto último, antes de acceder a la Iglesia; estas pocetas cuentan al menos en dos casos con asientos construidos con mampuestos, ladrillos y losas de barro cocido.

La presencia de conducción a presión, requerida para alimentar surtidores en las fuentes habaneras, está datada a partir de la construcción de la fuente ubicada en la Plaza Vieja (1708-1711). El hecho de que la fuente contenga un sistema de alimentación y distribución de agua en su pilón central aparejado con tuberías de plomo y una esfera del mismo material, le permite a los autores afirmar que su abasto está asociado con el funcionamiento de la Zanja Real, previo al 1835, fecha de inauguración del acueducto de Fernando VII, en el que se emplearon tuberías de hierro por primera vez en Cuba. El sistema central de distribución del pilón alimenta ocho surtidores que vierten en los dos vasos de la fuente y en las seis pocetas asociadas a la misma. Un segundo momento de utilización de la fuente está relacionado con un sistema diferente de alimentación constituido por tuberías de hierro, incluido un tragante y que con toda probabilidad está asociado con el Acueducto de Albear.

En cuanto al tercer claustro, fundamentalmente por el estudio de la crujía AB, local 11-13, se concluyó en la identificación de su singularidad por la ubicación en el mismo de una capilla. La importancia de este hallazgo no puede ser exagerada toda vez que no existe documentación alguna de una segunda iglesia o capilla en el convento de las clarisas. Sin embargo, ya se ha señalado la pobreza de la información que el registro histórico ofrece.

La hipótesis inicial planteada de que el primer claustro sufre transformaciones radicales se emparenta con la necesidad de las monjas que habitan el convento de asistir a los servicios religiosos y aun cuando la iglesia permaneciera abierta al público durante la realización de los trabajos, el acceso a la misma por la comunidad estaría realmente imposibilitado por la magnitud de las labores a realizar, la presencia de numerosos operarios en el interior del edificio y la condición de clausura en que las monjas se encontraban. La solución de este problema era transformar en iglesia un área asequible a la comunidad y esta que se describe arriba fue la escogida. Como para todo el proceso de transformaciones que ocurre en el edificio, hay que tener en cuenta que si en el año 1767 el número de monjas alcanza su cifra record de 112, en el año 1832 su número disminuye hasta 39, como expresión de la decadencia del convento, por lo que se necesita un ajuste de las áreas que hasta entonces se habían estado utilizando. [12].

Un detalle que no deja de ser relevante en esta investigación es el acercamiento a los materiales, técnicas y soluciones constructivas de aquellos alarifes de antaño, así como el conocimiento manifiesto de las leyes de la hidráulica y el empleo con ingenio de las mismas. El cálculo de desniveles, los sistemas constructivos empleados para elaborar los diferentes conductos hídricos sobre la base de su función (algunos de ellos que pueden ser considerarlos como nuevos reportes y serán analizados debidamente en próximos trabajos) son realmente asombrosos.

 

CONCLUSIONES

Los trabajos de prospección y excavación arqueológica en el antiguo convento de las clarisas que originan este trabajo, han transcurrido fundamentalmente en los claustros primero y tercero, mientras que en el segundo claustro solamente se han realizado labores de prospección. Todas estas acciones han permitido establecer una cronología de etapas constructivas y transformativas del edificio, así como orientar la continuidad de la investigación. Del conjunto de tareas investigativas en las cuales se cumplen los objetivos planteados se desprende que:

• Las áreas construidas más antiguas del edificio que se conservan son las del segundo claustro, donde se observa la anarquía en la construcción de las celdas para las monjas en las disímiles líneas de fachada que todavía se pueden apreciar, así como el uso de pies derechos en planta alta y baja.

• El primer claustro fue reconstruido adoptando mayores dimensiones de las originales. La presencia de un muro que corta el patio siguiendo el eje este-oeste, sirve de límites a un patio inicial de menores dimensiones que el actual, en cuyo centro se encontraba ubicado el aljibe, construido en 1751 y explícitamente marcado por la ubicación de los filtros de agua pluvial que alimentaban el depósito. Esta presentación original del claustro está asociada con el sistema hidráulico por lo que la reconstrucción tiene que haber sido posterior al 1751, fecha probada en que se construyó el aljibe. En esta reconstrucción fueron adoptadas las galerías con arcos y columnas de piedra en planta baja, presentación actual de las mismas.

• La fuente de este primer claustro funcionó asociada a la conducción a presión de la Zanja Real en algún momento no precisado del siglo XVIII y distribuía el agua a cinco baños para el servicio de las ocupantes del convento, además de proveer agua a seis pocetas en las que se realizaban con toda probabilidad labores de lavado de ropa y aseo personal. En la segunda mitad del siglo XIX el sistema original de alimentación, constituido por bucos de cerámica y distribución a los surtidores, de tuberías y elementos de plomo, fue sustituido por una instalación de tuberías de hierro.

• En el momento en que se realiza la ampliación del claustro principal se transforma en iglesia o capilla un local del tercer claustro (AB 11-13), para los servicios religiosos de la comunidad, imposibilitada de acudir a la iglesia. En este espacio se han localizado los atributos imprescindibles para realizar tal identificación: el arco que segrega la zona del presbiterio de la nave, la presencia de huellas del púlpito y del tabique que separa físicamente al sacerdote de las monjas durante los oficios religiosos, el espacio donde se ubicaba el retablo, así como la elevación del presbiterio en relación con el resto de la nave.

• El uso, en el local mencionado del tercer claustro, de ménsulas de estilo Plaza Vieja como arranque de los dos arcos, al igual que ocurre en los arcos del primer claustro, marca cronológicamente la simultaneidad de las transformaciones de este local y del primer claustro, en la segunda mitad del siglo XVIII o comienzos del siguiente.

• La orientación inicial de la Iglesia conventual (sur-norte) era contraria a la que se conoce (norte-sur), toda vez que la cripta de enterramientos debía estar ubicada debajo del presbiterio y no del coro.

REFERENCIAS

1. HERRERA LÓPEZ, PEDRO ANTONIO. El Convento de Santa Clara de la Habana Vieja. La Habana, CENCREM. 2006, p. 178-192.

2. WEISS, JOAQUÍN, E. La Arquitectura colonial cubana. Siglos XVI al XIX. La Habana: Instituto Cubano del Libro; (Madrid): Agencia Española de Cooperación Internacional; Sevilla: Consejería de Obras Públicas y Transportes. 1996, p. 174 y 199.

3. ARDUENGO GARCÍA, DARWIN A. “Consideraciones acerca del funcionamiento del primer acueducto habanero. La Zanja Real. 1592-1835”. El Caribe Arqueológico, nº 8, Casa del Caribe, 2004, p. 29-38.

4. ARDUENGO, D. y DOMÍNGUEZ, L. “El antiguo convento de Santa Clara de Asís en la Habana Vieja”. 50 años de investigaciones arqueológicas. (Inédito), f/d

5. HERRERA LÓPEZ, PEDRO ANTONIO. El Convento de Santa Clara de la Habana Vieja. La Habana, CENCREM. 2006.

6. El Convento de Santa Clara de Asís. Ministerio de Cultura. Proyecto Cuba 81-017. PNUD-UNESCO. La Habana, Ediciones Plaza Vieja. 1985.

7. ARDUENGO GARCÍA, DARWIN A. y TORRES BELTRÁN, ROSALBA. “La Zanja Real (1592-1835) y el funcionamiento de las fuentes públicas en La Habanaintramuros”. El Pelícano de la Bahía de La Habana. Año 6 (1):4-11, Ciudad de La Habana, Grupo Estatal de la Bahía de La Habana, 2009.

8. CRUZ PÉREZ, ALEJANDRO; ARDUENGO GARCÍA, DARWIN A. y ROMERO BORRÁS, CAMILA. “Informe parcial de la excavación en la Fuente del patio central del antiguo convento de Santa Clara de Asís”. 2011. Inédito.

9. HERRERA LÓPEZ, PEDRO ANTONIO. El Convento de Santa Clara de la Habana Vieja. La Habana. CENCREM. 2006. p 82.

10. FRANCO SALAMANCA, GERMÁN. Templo de Santa Clara. Bogotá. Instituto Colombiano de Cultura, Bogotá. 1987.

11. ARRATE, JOSÉ MARTÍN FÉLIX DE. “Llave del Nuevo Mundo. Antemural de las Indias Occidentales. La Habana descripta: Noticias de su fundación, aumentos y estados”. Comisión Nacional Cubana de la UNESCO. 1964. La Habana.

12. PEÑALVER DÍAZ, NEIDA. “Religiosas, oficios y vida en común: Algunos aspectos de la organización de la vida cotidiana en el Antiguo Convento de Santa Clara de Asís”. Revista Digital Patrimonio y Desarrollo, Año III (5): 7-9. Centro Nacional de Conservación, Restauración y Museología. (CENCREM) La Habana. ISSN: 2223-4640 / RNPS: No. 2160.

 

 

Recibido:8 de octubre de 2011
Aprobado:7 de diciembre de 2011

 

 

Darwin A. Arduengo García. Licenciado en Historia. Máster en Ciencias en Arqueología. Especialista en Arqueología e Investigador Agregado del CENCREM. Profesor de la Cátedra Regional para la Conservación Integral de los Bienes Culturales para América Latina y el Caribe de la UNESCO (CRECI). E-mail: arqueologia@cencrem.cult.cu

Alejandro Cruz Pérez. Arqueólogo. Técnico en Conservación-Restauración. Miembro del grupo de arqueología del CENCREM. E-mail: arqueologia@cencrem.cult.cu