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Conrado

On-line version ISSN 1990-8644

Conrado vol.15 no.69 Cienfuegos Oct.-Dec. 2019  Epub Sep 02, 2019

 

Artículo original

La comunicación del educador de la infancia temprana en las prácticas inclusivas

The communication of the educator of the early childhood in the inclusive practices

0000-0002-4261-1243Yennis Alfonso Amaro1  *  , Bárbara Bermúdez Monteagudo1  , Lourdes Bertha Borges Fundora1 

1 Universidad de Cienfuegos “Carlos Rafael Rodríguez”. Cuba. E-mail: lborges@ucf.edu.cu

RESUMEN

El primer subsistema de Educación en Cuba responde a la atención de los niños de cero a seis años de edad y expresa como objetivo lograr el máximo desarrollo integral posible de todos y cada uno de ellos, para que esto resulte se necesitan educadores inclusivos que cuenten con las herramientas necesarias para lograr una comunicación eficaz con cada uno de sus educandos, atendiendo a las particularidades, potencialidades y carencias con el fin de satisfacer las crecientes necesidades educativas que se tornan cada vez más diversas. En este artículo se reflexiona sobre algunas de las habilidades comunicativas necesarias que deben poseer los docentes de la infancia temprana para responder a la calidad de la educación con prácticas pedagógicas cada vez más inclusivas y satisfacer las necesidades de los niños, justamente cuando tiene lugar el periodo sensitivo del lenguaje, una de las adquisiciones fundamentales de la etapa, para lo que resulta decisiva la influencia del adulto.

Palabras-clave: Educación inclusiva; habilidades comunicativas

ABSTRACT

The first subsystem of Education in Cuba responds to the attention of children from zero to six years of age and expresses the objective of achieving the maximum possible integral development of each and every one of them, so that this results in the need for inclusive educators who have the necessary tools to achieve effective communication with each of their students, taking into account the particularities, potentialities and shortcomings in order to meet the growing educational needs that are becoming increasingly diverse. This article reflects on some of the necessary communicative skills that early childhood teachers need to respond to the quality of education with increasingly inclusive pedagogical practices and to meet the needs of children, just when the period of sensitive language, one of the fundamental acquisitions of the stage, for which the influence of the adult is decisive.

Key words: Inclusive education; communicative skills

Introducción

Los educadores encargados de la educación de los niños de infancia temprana son los responsables de llevar a cabo una educación de calidad en esta etapa, y para ello el proceso tiene que ser cada vez más inclusivo, sin embargo, un sistema educativo inclusivo no sólo atañe a los intereses de los niños, sino que también debe tomar en cuenta a los docentes y su preparación para enfrentar tal reto. Pero preparar y determinar las habilidades específicas que deben poseer los profesionales de la educación de la infancia temprana como ejecutores de las políticas de inclusión y por ende de las instituciones inclusivas, es una tarea compleja en estos momentos, no obstante, se deben realizar análisis con la finalidad de ir perfeccionando las prácticas de ese profesional en este sentido.

Este es uno de los objetivos que persigue el proyecto “La educación inclusiva en Cienfuegos. Retos y perspectivas desde el perfeccionamiento curricular” que lleva a cabo la Facultad de Ciencias Pedagógicas de la Universidad de Cienfuegos y como parte de una de las tareas de investigación, se hace necesario en este artículo reflexionar sobre las habilidades comunicativas que deben poseer los educadores para responder y satisfacer las necesidades de todos y cada uno de los niños comprendidos entre las edades de cero a tres años, centrándonos en esta etapa del desarrollo por su importancia y la influencia del adulto en este período, en el que tiene lugar el período sensitivo del desarrollo del lenguaje, lo cual constituye un elemento básico para ser considerado en la dirección del proceso educativo y para la correcta apropiación de la lengua materna (Fernández Batanero, 2013)

La educación inclusiva representa un tema de gran valor para la modernidad a nivel mundial. Constituye un modelo de emancipación para la educación y desarrollo de la personalidad del hombre. Significa la brecha entre el ideal de educación para todos, versus la realidad que se vive en diferentes países, comunidades, barrios, instituciones y diversidad de grupos.

En la revisión de diferentes literaturas, al respecto, se distingue como objetivo central en la educación inclusiva, el aumento de aprendizajes y la participación activa de los educandos, minimizando las posibles barreras para ello.

La educación inclusiva se establece como principio en la Conferencia Mundial de Educación En el 2003, la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (2003), declara como un reto y una nueva visión, vencer la inclusión a través de las posibilidades inclusivas en educación y define en su documento conceptual: “La inclusión se ve como el proceso de identificar y responder a la diversidad de las necesidades de todos los estudiantes a través de la mayor participación en el aprendizaje, las culturas y las comunidades, y reduciendo la exclusión en la educación. Involucra cambios y modificaciones en contenidos, aproximaciones, estructuras y estrategias, con una visión común que incluye a todos los niños y niñas del rango de edad apropiado y la convicción de que es la responsabilidad del sistema regular, educar a todos”.

En Cuba, la aplicación de este modelo, se sustenta jurídicamente en el artículo 5l de la Constitución cubana, en el que se plantea: “Todos tienen derecho a la educación. Este derecho está garantizado por el amplio y gratuito sistema de escuelas, seminternados, internados y becas en todos los tipos y niveles de enseñanza, y por la gratuidad del material escolar, lo que proporciona a cada niño y joven, cualquiera que sea la situación económica de su familia, la oportunidad de cursar estudios de acuerdo con sus aptitudes, las exigencias sociales las necesidades del desarrollo económico-social. Los hombres y mujeres adultos tienen asegurado este derecho, en las mismas condiciones de gratuidad y con facilidades específicas que la ley regula, mediante la educación de adultos, la enseñanza técnica y profesional, la capacitación laboral en empresas y organismos del Estado y los cursos de Educación Superior para los trabajadores”.(Cuba. Asamblea Nacional del Poder Popular, 1992)

La educación de la Primera Infancia en Cuba incluye a todos los niños de 0-6 años de edad e independientemente de lugar de nacimiento, raza credo, procedencia social, sexo que son atendidos en dos modalidades: vía Institucional que comprende círculo infantil y grados preescolares de la escuela primaria y el Programa Educa a tu Hijo. En la atención por diferentes modalidades intervienen numerosos agentes educativos de diversos sectores de la sociedad cubana lo que le imprime el carácter intersectorial a la educación de esta faja etaria, entre los cuales se encuentran las familias, educadores especialistas en estas edades, maestros del grado preescolar, promotoras y ejecutores de diversos organismos entre los que se destacan Salud, INDER, Cultura entre otros.

Para ser consecuentes con lo que demanda la educación inclusiva los educadores de la Primera Infancia no pueden quedarse al margen de una atención a las diferencias individuales como hasta hoy, pues es necesario dar un salto que supere las normas que hicieron en tiempos atrás la educación de estos niños totalmente excluyente.

La forma de satisfacer las necesidades diversas de los niños en el proceso educativo es un tema muy debatido y controvertido, que considera al educador como una agente fundamental por ser quien planifica y organiza todo el proceso, por tanto, hoy es un reto para los educadores de la infancia temprana educar teniendo en cuenta la diversidad de niños. Se requiere de profesionales cada vez más comprometidos, con habilidades para comunicarse y con una actitud de respeto hacia la diversidad, como el escenario que presupone la inclusión educativa, la cual reconoce nuevos cambios en las concepciones, en las actitudes, en el currículo, en las prácticas pedagógicas, en la formación de los educadores, en los sistemas de evaluación y en la organización de las instituciones educativas.

Desarrollo

El estudio de las habilidades comunicativas de los educadores de la primera infancia es actualmente objeto de polémica en las investigaciones psicológicas y pedagógicas, más sí se quiere formar un educador capaz de lograr una comunicación eficaz con cada uno de los niños atendiendo a la diversidad de cada uno de ellos, con el fin de ofrecer apoyo a un número creciente de necesidades educativas cada vez más diversas y potenciar el máximo desarrollo integral posible de cada niño, aspiración expresa en el fin de la Educación de la Primera Infancia en Cuba (Fernández González, 2002).

La comunicación es una necesidad imprescindible para la humanidad; el ser humano es un ser social por naturaleza, para su desarrollo y supervivencia precisa de las interrelaciones con objetos y sujetos del medio en el que se desarrolla, necesita expresar sus experiencias, emociones, sentimientos, ideas, pensamientos y opiniones; y de igual manera precisa entender y saber cómo interactúa, siente y piensa el otro; esto se logra por medio de la comunicación, mediante el empleo de diferentes lenguajes entre los cuales un lugar especial le corresponde al lenguaje articulado, el cual perfecciona por medio de las habilidades comunicativas que va alcanzando.

Es conocido que el éxito que pueden alcanzar algunos educadores en su comunicación con los educandos depende en gran medida de ciertas cualidades de la personalidad, el desarrollo de habilidades en correspondencia con el volumen de conocimientos, destrezas y la presencia de algunas actitudes que lo hacen ser más eficaces en su actuación, este es un elemento esencial para el educador inclusivo que se necesita hoy, pues las habilidades para la comunicación se presentan como una herramienta básica e imprescindible para favorecer la inclusión.

De esta forma la comunicación es comprendida como “una forma particular de la actividad humana, que se manifiesta mediante la interacción, es decir, la relación que establecen los sujetos entre sí, mediante el empleo de diferentes lenguajes, que utilizan códigos tanto verbales como no verbales para codificar los mensajes y transmitirlos a través de diferentes canales”. (Roméu, 2003)

Visto de esta manera, es importante consignar que el educador para comunicarse tiene que tener habilidades para escuchar, hacer preguntas, expresar conceptos e ideas de forma efectiva, exponer aspectos positivos, saber cuándo y a quién preguntar para llevar adelante un propósito, debe conocer, que comunicar no se reduce simplemente a ofrecer instrucciones a los niños sino que supone un intercambio de información con ellos, para interiorizar y transmitir mensajes en un marco de diálogo y negociación.

Según Cuenca (2015), sección: fundamentos teóricos del diseño de la dimensión de educación y desarrollo de la comunicación en la primera infancia, párrafo.4). La comunicación puede considerarse como “una forma de interacción humana que expresa las relaciones de los individuos entre sí, en el proceso de actividad, mediante el empleo de signos de diferentes caracteres (verbales y no verbales) cuyo dominio permite tanto la comprensión como la construcción de significados gracias a los procesos de codificación y decodificación que realizan los participantes del acto comunicativo”.

Los educadores de la Infancia Temprana deben dominar las habilidades a desarrollar por el niño de estas edades en correspondencia con las particularidades del lenguaje, con el propósito de organizar la labor educativa, esto le permite visualizar el nivel de desarrollo de cada uno. Evidentemente al adulto le corresponde el papel rector en la organización del proceso educativo lo que no se contrapone con el protagonismo del niño, sino que presupone una participación conjunta, emocionalmente comunicativa, solo así se logra respuestas educativas acordes a las necesidades y potencialidades de cada niño y una práctica pedagógica mas inclusiva.

El educador de la infancia temprana está consciente de que el propósito fundamental de la Educación de la Primera Infancia es alcanzar el máximo desarrollo integral posible de manera armónica en los niños, poner a su disposición ambientes educativos enriquecidos con experiencias de aprendizajes significativos para cada cual, los cuales tienen lugar a través de situaciones pedagógicas que comparten desde la llegada al centro infantil, con el objetivo de que promuevan el desarrollo de habilidades comunicativas, construyan espacios de intercambio verbal y extra verbal ejerciten las habilidades en busca de vasos comunicantes entre el mundo exterior y el ambiente de la institución, con el objetivo de propiciar la vivencia de auténticas situaciones de comunicación.

Adquirir habilidades comunicativas desde la infancia temprana es necesario para producir y comprender textos orales y escritos cada vez más complejos, por lo cual es uno de los objetivos principales del área.

Al aprender a hablar una lengua no sólo se aprende a utilizar la gramática de esa lengua sino también el modo más adecuado de usarla según las características de la situación de comunicación y de los interlocutores, según los fines que cada uno persiga en el intercambio comunicativo, según la situación emocional, el tono (formal o informal) de la interacción, según el canal utilizado (oral, escrito, formas no verbales con los gestos), según el género discursivo (conversación espontánea, entrevista, exposición, narración, descripción, argumentación) y según las normas que rigen el tipo de situación comunicativa de la que se trate. Dicho de otra manera: “al aprender a usar una lengua no sólo se aprende a construir frases gramaticalmente correctas como subraya Chomsky, sino también a saber qué decir a quién, cuándo y cómo decirlo y qué y cuándo callar”. (Lomas, 2001)

Esta posición teórica requiere de un educador conocedor del desarrollo del lenguaje de sus niños, de la correspondiente comunidad de habla y de los usos lingüísticos que debe promover, consciente de que debe favorecer un ambiente de interacción e intercambio lingüístico, donde los niños se expresen y desarrollen destrezas de comprensión oral y escrita. La práctica pedagógica, en consecuencia, debe estar guiada por un profesional que guste de la lectura, de la escritura, estimule el pensamiento crítico, el análisis y la reflexión sobre la lengua usada en su contexto.

Por tanto, este educador tiene que ser un profesional dotado de habilidades comunicativas, y si esto es una limitante pone en riesgo la enseñanza planificada de la Lengua y el desarrollo de los pequeños. Él debe ser capaz de dotar al niño de seguridad y experiencia; de habilidades comunicativas que le permitan incorporarse en forma natural al proceso sistemático de enseñanza, donde las experiencias lingüísticas previas del niño empiecen a ser válidas y tomadas en cuenta en el abordaje de los procesos de enseñanza y aprendizaje que se producen en la institución. Este educador necesita dominar el caudal lingüístico de cada educando y valorar su importancia para satisfacer las necesidades de todos y cada uno.

Veamos entonces que este educador debe tener incorporadas habilidades comunicativas que le permitan: Escuchar al niño de forma activa y empáticamente, respetar la opinión de cada cual, desinhibirlo, crear situaciones comunicativas que lo motiven a hablar correctamente, y aprovechar las situaciones incidentales, propiciar diálogos para el intercambio niño - niño y niño-adulto utilizando las preguntas como procedimiento, permitirle la expresión mediante diferentes lenguajes e interpretar cada señal que emitan los niños, siendo capaces de decodificar sus mensajes e interactuar con ellos en correspondencia con el lugar, el momento y la forma en que se emite y se recibe el mensaje. Los mensajes tienen que tener sentido para el docente y para el niño siendo válido no sólo lo que se expresa, sino lo que se comprende.

Este educador tiene que buscar diferentes formas para comunicarse con los niños, donde resulte tan significativo lo que se dice, (qué), como la manera en que se dice, (cómo). Es decir, cobra un valor importante la intención, el tono, el ritmo, los gestos y la mímica, (formas no verbales de la comunicación), para que la información que se ofrece al niño le llegue por los diferentes analizadores. Para ello el educador de los niños de la infancia temprana tiene que tener en cuenta que el contacto visual mientras se le habla o se escucha al niño es esencial para la expresión de sentimientos, emociones coherentes en correspondencia con el mensaje a partir de la palabra o el gesto. El uso de estos recursos gestuales de apoyo a lo expresado verbalmente o en sustitución dado por los movimientos de las manos y el rostro, les proporciona excelentes modelos lingüísticos (Díaz, 2012).

Un aspecto importante para plantear situaciones comunicativas adecuadas a estas edades lo constituye la creatividad y el diagnóstico grupal e individual, así como la flexibilidad ante los cambios que se puedan presentar en el propio acto comunicativo.

En síntesis el educador inclusivo de la infancia temprana para trasmitir y decodificar mensajes tiene que saber interpretar cada gesto u expresión por insignificante que parezca, tener dominio pleno de las características psicológicas y las particularidades del desarrollo de cada educando, conocer los ritmos de aprendizaje, las vías y recursos que resultan más efectivos para el logro de una comunicación emocional que les permita expresarse en dependencia de sus posibilidades y las experiencias adquiridas como fruto de la situación social en la que vive, tomando en cuenta lo individual y lo diferente de cada uno, con una actitud de respeto y aceptación de las necesidades educativas, ser paciente, comprensivo, tolerante, saber escuchar y comprender lo que dice cada cual.

De ahí que este profesional para que sea verdaderamente inclusivo en esta etapa del desarrollo del niño, debe asumir la inclusión en la educación como un enfoque que permite la creación de espacios donde todos aprendan, se expresen y se desarrollen con independencia de sus particularidades anatomofisiológicas y las condiciones sociales de vida donde crecen y se desarrollan, a partir de la forma en que tenga lugar o se dirija la educación (Alemañy Martínez, 2009). Todo esto favorecerá las prácticas inclusivas en la educación de los niños de la infancia temprana, lo que conlleva a elevar la calidad de todo el proceso educativo.

Conclusiones

El educador de la infancia temprana para atender y satisfacer las necesidades de cada niño en correspondencia con sus particularidades individuales, debe poner de manifiesto en su práctica pedagógica habilidades comunicativas que le permitan comprender los mensajes emitidos por la diversidad de niños del grupo y se conviertan en herramientas indispensables para las prácticas inclusivas en las instituciones educativas, donde se le ofrezca la oportunidad a todos de comunicarse y trasmitir sus mensajes con diferentes lenguajes expresivos.

Referencias bibliográficas

Alemañy Martínez, C. (2009). Integración e Inclusión: Dos caminos diferenciados en el entorno educativo. Cuadernos de Educación y Desarrollo, 1(2). Recuperado de http://www.eumet.net/rev/ced/01/cam.cv.doc Links ]

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Recibido: 07 de Enero de 2019; Aprobado: 21 de Mayo de 2019

*Autor para correspondencia. E-mail: yaamaro@ucf.edu.cu

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