INTRODUCCIÓN
La pandemia por el coronavirus ha desatado un peligro sin precedentes en todas las sociedades; la educación tuvo que enfrentar el cese de labores en centros de enseñanza en más de 190 países con la finalidad de reducir la extensión del virus y paliar su choque.1
Lograr una capacidad en los sistemas educativos universitarios hoy en día se convierte en un problema para todos los jóvenes que anhelan alcanzar la universidad: uno, por las pocas vacantes que se ofrecen; otro, por los numerosos requisitos que las instituciones imponen o los sistemas gubernamentales establecen. Para aquellos que escalan el nivel se convierte en una etapa de su vida estudiantil con muchos requerimientos, ya sea de la enseñanza, del ámbito individual y los que impone la sociedad. Acceder a la universidad en tiempos de pandemia, con medidas de bioseguridad implementadas por los gobiernos para precautelar la vida, con el tránsito de una educación presencial a una virtual o en línea, con barreras existentes sobre la accesibilidad y conectividad, acentuó una nueva manera de estudiar que generó un mayor nivel de estrés en esta masa crítica.2
La COVID-19 ha sido un reto considerable para obtener una formación de elevada calidad para los discentes del área de Enfermería porque las universidades continuaban con normas, estrategias anticuadas que no respondían a los cambios, que paulatinamente surgían, por lo que exigió un viraje, tanto para discentes como enseñantes.3
Asimismo, la plantilla del personal de salud y en especial, de enfermería, se transformó en un problema en las casas de salud, se notificó una escasa atención en servicios de cuidados críticos y más polémico aún por el retiro de los estudiantes de Enfermería y de otras formaciones en salud de sus entornos clínicos de prácticas, generando estados de angustias en ellos pues su formación despuntaba hacia otras modalidades de enseñanza antes no aplicadas.4
Esta situación va en aumento cada día a escala mundial, origina desasosiego en las poblaciones pues cualquiera puede desarrollarla en diferentes momentos de su vida y genera estados de choque porque algunas personas no poseen las capacidades suficientes para un adecuado enfrentamiento.
El estrés está presente en la vida cotidiana, sin dejar de mencionar el que se genera en el ambiente educativo motivado por las constantes asignaciones de tareas, exámenes, trabajos individuales y en equipo, todos someten de una manera u otra al discente universitario, pero lo que se debe tener en cuenta es la sobredimensión que este puede causar y las respuestas que ocasiona tal cúmulo.5
De igual manera, existe un gran número de estudiantes universitarios que están una parte de su jornada en el ámbito laboral para poder sufragarse sus estudios y esto también provoca estrés; unido a lo académico puede engendrar una sobrecarga física y psicológica, provocar una incapacidad ante el estudio y aminorar su disposición y rendimiento.
Existen estresores académicos dentro de los cuales se señalan: exámenes, actuaciones en público que aparejados a las falencias metodológicas empleadas por los enseñantes provocan sobrecarga a los estudiantes.6 Asimismo, estas situaciones conllevan a que los estudiantes manifiesten deterioro físico, psicológico, cansancio, fatiga, irritabilidad, pérdida de la autoestima, la paciencia, debilitación de la concentración, trastornos en el sueño y el consumo elevado o disminuido de la alimentación.7
Reconocer, evitar y afrontar estas situaciones en el estudiantado se convierte en parte indisoluble del proceso enseñanza aprendizaje que como función sustantiva de las entidades de educación superior se establece como prioridad para lograr un elevado rendimiento de sus discípulos, con la articulación de normativas y medidas que respondan con inmediatez ante tal problemática.
Teniendo en cuenta lo planteado anteriormente, los autores se proponen como objetivo analizar las bibliografías para exponer los elementos teóricos relacionados con el estrés académico en los estudiantes de Enfermería, el afrontamiento durante el proceso enseñanza aprendizaje en tiempos de pandemia de COVID-19 y cuáles han sido las estrategias llevadas a cabo por las instituciones de educación superior.
MÉTODOS
Se realizó una revisión bibliográfica cualitativa, con una búsqueda documental en relación con la variable de estudio: características del estrés académico, estrategias de afrontamiento en estudiantes de la carrera de Enfermería durante el proceso enseñanza aprendizaje en tiempos de pandemia de COVID-19, mediante el uso de operadores booleanos y criterios de exclusión como tesis de maestría y doctorales. En este sentido, se obtuvieron 25 artículos científicos originales, publicaciones tanto en idioma inglés, español y portugués, que pertenecían a bases de datos Scopus, Pubmed, Dialnet, Scielo, Elsevier, Latindex y Web of Science, durante el periodo de octubre de 2022 a enero de 2023, se realizó una lectura crítica y exhaustiva con un análisis de forma inductiva.
DESARROLLO
Características de estrés académico en estudiantes de carreras de la salud durante la pandemia
Según Aslan et al.8 la pandemia de COVID-19 ha causado una crisis social para la que ningún individuo u organización estaba preparada, donde el estudiantado universitario ha percibido un gran riesgo frente a su formación profesional y desarrollo estudiantil. Esto es aún más evidente en las carreras de la salud, en los primeros niveles de transición de la secundaria hacia la universidad, se convierte en desencadenante de estrés y malestar psicológico. En este sentido, Urban et al.9 coinciden en que los estudiantes informaron niveles más altos de estrés y niveles más bajos de resiliencia que sus contrapartes en niveles superiores; es por ello, que el tiempo personal, el sueño, el ejercicio, las relaciones y las finanzas se vieron afectados negativamente y se convirtieron en desencadenantes del aumento en los niveles de ansiedad, estrés y problemas psicosociales.
De la misma manera, Belingheri et al.10 señalan que un alto nivel de estrés percibido se asocia con síntomas de trastornos del sueño y con mala calidad de este con respecto a los síntomas diurnos, también están asociados con el tabaquismo; a su vez, algunas variables como el sexo, el grupo etario y el año de estudio se asociaron significativamente con el estrés académico. Además, Rasmussen et al.11 manifiestan que el impacto de la pandemia en el proceso enseñanza aprendizaje indujo a varios retos en la academia porque la falta de motivación para estudiar, sentirse aislado, experimentar estrés y ansiedad, afectan el bienestar de los estudiantes, su capacidad para aprender y la adaptación del estudio para la adquisición de competencias.
De igual forma, las preocupaciones perfeccionistas y el estrés afectaron directamente la autoeficacia académica en que las instituciones educativas se vieron sitiadas frente al contexto de la realidad de una educación no presencial que el estudiantado percibe como un déficit en su formación, donde las prácticas clínicas, la metodología de clases, la conectividad y el acompañamiento del docente, se convirtieron en los principales estresores debido a la falta de competencia, la impotencia y la incertidumbre.12
Por otro lado, los participantes tenían niveles de agotamiento digital por el tiempo promedio que pasaban en línea, la carga horaria, el sedentarismo y el estado económico; por lo tanto, se evidenció un elevado nivel de estrés y angustia en los estudiantes de las carreras de la salud, frente a la situación del coronavirus y la formación académica que provocó la insatisfacción de los aprendientes por su formación profesional.13
El cambio del entorno presencial al virtual en las instituciones educativas de nivel superior de manera expedita en los estudiantes de carreras de la salud provocó un viraje significativo en el desarrollo del modo de enseñanza aprendizaje, ya que tradicionalmente se vincula a los discentes con la atención directa a los usuarios para adquirir competencias propias de sus profesiones, por lo que trajo consigo situaciones de incertidumbre, estrés, angustias, no solo en ellos, sino también en los docentes, pues de igual manera para poder trasmitir el conocimiento tuvieron que incorporar todo lo novedoso del uso de tecnologías en materias que requieren un entorno práctico presencial.
Afrontamiento ante el estrés académico
Es evidente que, durante la pandemia los estudiantes se enfrentaron a fuentes potenciales de trauma en las relaciones interpersonales, la academia y el proceso de formación, lo cual generó inconformidad con los procesos llevados a cabo desde las instituciones de educación superior, en que el diseño curricular no respondía a las necesidades vividas y experimentadas por los aprendientes. Berdida et al.13 señalan que la resiliencia tuvo una influencia mediadora significativa en la calidad de vida del estudiantado, minimizando el efecto de la ansiedad causada por la COVID-19 durante la actividad de la academia, por lo que es un factor multinivel que disminuyó el nivel de síntomas de tensión y estrés de los estudiantes.
También, Patias et al.14 indican que el apoyo social y una experiencia de aprendizaje positiva por parte de la academia permite a los aprendientes enfrentar estas afecciones psicosociales, por lo que los estudiantes aprecian los modos de enseñanza diferentes y flexibles que les facilite equilibrar sus responsabilidades de estudio, familia y trabajo. Por ello, el apoyo del personal académico, de la institución educativa y los facilitadores/mentores clínicos, combinados con una comunicación clara y oportuna sobre la gestión de riesgos relacionados con el equipo de protección personal en un centro de atención, reduce el estrés y la ansiedad del estudiantado.
Igualmente, Black15 manifiesta que los estudiantes percibieron como positivo el apoyo social y la pertenencia, que eran fundamentales para su perseverancia académica, el desarrollo del aprendizaje teórico y práctico experimental. A su vez, la pandemia parece haber permitido que los estudiantes aprendan a manejar el conflicto desde el apoyo social anclado en la colectividad y el autocontrol; dicho apoyo fue un facilitador en la gestión de las emociones que dan respuestas adaptativas y positivas en el afrontamiento de las complejas situaciones derivadas de la pandemia de la COVID-19 y aumentó el bienestar familiar, individual y colectivo estudiantil.16
Desde las instituciones de educación superior se deben manejar protocolos de atención para los estudiantes afectados en su entorno individual, psicológico, emocional, diseñar las herramientas necesarias para que puedan afrontar las dificultades y no disminuya su rendimiento académico. Esto no debe pensarse solamente para etapas de pandemia, debe ser prioridad para las autoridades académicas dentro del currículo.
Perspectivas y estrategias desarrolladas por las instituciones educativas para disminuir el estrés académico
Para disminuir los niveles de estrés en el estudiantado sería oportuno socializar información actualizada en relación con la innovación educativa y la prevención del contagio porque facilita reducir la ansiedad frente al temor de trasmisión de infecciones, el desarrollo de su formación académica y el distanciamiento. Por ello, Al-Taweel et al.17 señalan que las autoridades universitarias competentes deben identificar los niveles de estrés de manera temprana para reducir las consecuencias negativas que podrían conllevar estas, se deben diseñar y aplicar estrategias de intervención en los problemas psicoeducativos que permitan disminuir la prevalencia del estrés académico en los aprendientes, generen una mejor disposición hacia el estudio para que se desenvuelvan adecuadamente y mejoren su calidad de vida.
Del mismo modo, Valdez et al.18 señalan que introducir programas de prevención de salud mental desde la academia, favorece incrementar en los estudiantes el bienestar psicosocial; por consiguiente, se necesitan intervenciones específicas de programas que promuevan la resiliencia y las técnicas de manejo del estrés para apoyar la persistencia de los estudiantes de la salud, especialmente mientras se preparan para la admisión a los programas práctico- experimentales en que las destrezas y competencias de una educación en línea no son suficientes.19
Sultán et al.,20 por su parte, recalcan que se deben organizar programas educativos para fortalecer las habilidades de afrontamiento del estrés de los estudiantes y utilizar estrategias eficaces centradas en el trauma que ha generado la pandemia de COVID-19, donde el apoyo y la motivación brinden un espacio de aprendizaje seguro.21
Wen et al.22 señalan que para mejorar el resultado de la educación en línea, las facultades de salud, deben promover recursos facilitadores que superen las barreras que ha traído consigo el coronavirus y la formación educativa no presencial, brindar apoyo a los estudiantes y docentes para enfrentar la ansiedad, cuidar el estado mental, cumplir las medidas de bioseguridad establecidas, mantener el compromiso con las herramientas de innovación, la superación continua y mejorar la colaboración con instituciones para crear oportunidades de práctica en los lugares donde radican los estudiantes.
Igualmente, Mashaal et al.23 manifiestan que las instituciones de educación superior pueden inculcar la resiliencia, cuyo compromiso con la colectividad estudiantil, proporciona una base para influir en futuras investigaciones y desarrollos curriculares para garantizar el bienestar y el éxito de los estudiantes en la educación presencial y no presencial; también, el cuerpo docente tiene la oportunidad de abordar los factores estresantes de los estudiantes y diseñar cursos remotos de tal manera que faciliten la participación de los estudiantes y la construcción de una comunidad.24
Por otro lado, el coronavirus ha exigido restablecer la estrecha relación entre las instituciones de educación superior y las casas asistenciales docentes de salud, donde pueda desarrollarse con anticipación un plan de crisis para implementarlo rápida y efectivamente, asegurar la educación teórica y práctico-experimental de las carreras de la salud que fomente un escenario de logros, satisfacción y calidad para la comunidad educativa.25
Las entidades de educación superior deben desarrollar estrategias para articular una atención integral en diferentes ámbitos no solo de enseñanza aprendizaje, sino de atención integral en las esferas psicológica y emocional, tanto de sus discentes como enseñantes, que puedan desarrollarse no solo para tiempos de crisis, sino para enfrentar todas las que surjan en el ámbito educativo.
CONCLUSIONES
El impacto de la COVID-19 en las instituciones de educación superior ha generado retos, cambios y adaptaciones. No se articularon suficientes estrategias para poder enfrentar el estrés académico en los estudiantes de la salud, evidenciado en los rendimientos escolares y el afrontamiento al proceso de aprendizaje mediante el uso de herramientas tecnológicas; esto conllevó a la adaptación del estudiantado a los nuevos entornos virtuales de enseñanza que dificultaron la adquisición de competencias, habilidades y destrezas. Por ello, es necesario fomentar la resiliencia con la ejecución de estrategias de afrontamiento, no orientadas solamente al desarrollo de los procesos académicos, sino también, al bienestar psicosocial de los aprendientes y el profesorado.