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CorSalud

On-line version ISSN 2078-7170

CorSalud vol.13 no.2 Santa Clara Apr.-June 2021  Epub June 01, 2021

 

Carta al editor

En la divulgación de la ciencia: escribir como médicos, nunca como periodistas

Concerning the divulgation of science: to write like doctors, never like journalists

0000-0003-4633-2214Yurima Hernández de la Rosa1  *  , 0000-0001-5860-8527Francisco L. Moreno-Martínez2 

1 Centro Provincial de Información de Ciencias Médicas de Villa Clara. Santa Clara, Villa Clara, Cuba.

2 Servicio de Cardiología, Cardiocentro Ernesto Che Guevara. Santa Clara, Villa Clara, Cuba.

Sr. Editor:

La divulgación de la ciencia se inició, como género literario (literatura científica), en los siglos XVII y XVIII, según los países y sociedades1. Grandes hombres de la historia percibieron muy tempranamente la importancia de la difusión del conocimiento. Un ejemplo importante lo tenemos en Leonardo de Vinci, a quien algunos consideran un divulgador, además de pintor, dibujante, escultor, ingeniero e inventor, y que -como en tantas otras dimensiones del quehacer humano- se anticipó a nuestro tiempo de modo impresionante al subrayar que el primer deber del hombre de ciencia es la comunicación. “Sólo es ciencia -escribió-, la ciencia transmisible”1.

En medicina han existido brillantes escritores como Arthur Conan Doyle, William C. William y Somerset Maugham, pero no de artículos médicos sino de importantes obras literarias2.

La ciencia es conocimiento público, o sea, no se limita a adquirir información ni a expresar ideas no contradictorias, su meta es el consenso de la opinión racional sobre el campo más vasto posible. Sin embargo, el lenguaje de la ciencia es preciso, instrumental, y la información se comunica con un propósito: señalar irregularidades e incorporar modelos, para aportar datos técnicos1.

Actualmente existe cierta propensión de los profesionales de la salud a ejercer como novelistas o poetas3, e incluso hasta llevan un estilo periodístico a sus artículos.

En numerosos relatos literarios, las enfermedades y sus consecuencias se convierten en argumento; los enfermos y los médicos, en personajes principales, y los hospitales u otras instituciones afines, en escenarios3. De igual modo sucede con la manera en que se escriben estos textos, pues aunque hablen de cuestiones científicas, por así decirlo, muchas veces se usan figuras retóricas, especialmente comparaciones y metáforas, supuestamente más propias del discurso literario que del científico; por el contrario, no es extraño que en el discurso literario, se encuentren utilizadas metáforas que tienen su origen en el mundo médico3.

El discurso metafórico en la ciencia, no ha sido nunca universalmente aceptado, hay quien cree que va en detrimento de la precisión del lenguaje científico y de su pretendida monosemia. Por su parte, el estilo científico, al igual que otros estilos funcionales, se caracteriza por procedimientos especiales en la organización, selección y uso de las unidades del nivel léxico, morfológico, sintáctico y textual, lo que permite alcanzar una calidad del habla específica para transmitir de manera óptima la información de carácter científico e intelectual4.

Combinar el conocimiento científico con la destreza comunicativa es una tarea un tanto difícil. El artículo científico es, por tanto, una herramienta de comunicación entre especialistas, mediante la que se pretende difundir con rigor una serie de resultados o datos comprobados; exigencia que implica la utilización de un lenguaje especializado5.

El texto científico, al igual que otros, usa determinado código que lo diferencia de los demás, se vale de determinadas formas retóricas o elocutivas, cumple una función específica (informativa o referencial), y posee características estilísticas, léxicas y gramaticales propias. El incumplimiento de los requisitos anteriormente expuestos no es sólo una falta de consideración hacia el lector, sino también un obstáculo en la transmisión de la información científica5.

Por otra parte, la divulgación no es solo un precepto de la ciencia, es también un mandato de la sociedad, de la justicia y de la ética. El libro «La ciencia de la salud: Mis consejos para una vida sana»6, del cardiólogo Valentín Fuster, en cuya redacción colaboró el periodista Josep Corbella, es un texto plenamente divulgativo y, al margen de cualquier consideración sobre su contenido, lo cierto es que se trata de un buen ejemplo de colaboración entre un profesional y un periodista especializado en temas de salud. Ambos, a través de un lenguaje claro y ameno, demuestran como la información especializada puede ofrecer herramientas y datos suficientes, siempre que sea seria y rigurosa, para formar a la audiencia y facilitar que ésta llegue a tomar decisiones que influyan en su propia salud, en el sentido de prevenir enfermedades o sobre cómo retrasar el deterioro propio de la edad7.

Sin dejar de aplaudir ejemplos como estos, por aquello de que cada regla tiene su excepción, es bien sabido que el lenguaje específico de la ciencia y el lenguaje común, único vehículo de la divulgación, provoca a menudo desconcierto y confusión, tanto entre los propios científicos como entre los profanos5. Lo cierto es que el médico deberá entender que para divulgar la ciencia se necesita una sólida preparación, y cierta habilidad estilística y lingüística. Salaverría Aliaga5 plantea que: “Los científicos adolecen a menudo de una falta de dotes comunicativas públicas que convierten sus palabras en inextricables mensajes cifrados para el público general”; de la misma manera que pueden restar seriedad y cientificidad a lo que escriban en magníficos artículos científicos.

Los textos de las investigaciones elaboradas por los científicos no pretenden resultar narrativamente interesantes5 sino más bien para que sea interpretado con el máximo pormenor posible por parte de los miembros de la comunidad científica a la que pertenece. El artículo científico es, por tanto, una herramienta de comunicación entre especialistas, mediante la que se pretende difundir con rigor una serie de resultados o datos comprobados. Esta exigencia implica la utilización de una jerga especializada5, libre del lenguaje coloquial que es donde más se utilizan los vulgarismos, los recursos literarios y la informalidad.

Culminamos con lo escrito por el doctor Fernández8 en el año 1998, precepto que 23 años después cuenta con la total aprobación del gremio de lingüistas del siglo XXI: “Brindémosle a la comunidad científica, nacional e internacional, un texto agradable y comprensible, libre de frases oscuras, palabras sobrantes, expresiones ambiguas, calificaciones exageradas, sentencias vacías, monotonía estructural, debilidad argumentativa y erudición excesiva”.

BIBLIOGRAFÍA

1.  Calvo Hernando M. La prensa y la divulgación científica. Oviedo: Universidad de Oviedo, 2006. [ Links ]

2.  Rodríguez-Loeches J. El lenguaje es el estilo de hablar y de escribir de cada uno en particular. Rev Cubana Cir [Internet]. 1997 [18 Abr 2020];36(3). Disponible en: http://scielo.sld.cu/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S0034-74931997000300002&lng=es2.  [ Links ]

3.  Gutiérrez Rodilla B. Lo literario como fuente de inspiración para el lenguaje médico. Panace@ [Internet]. 2003 [18 Abr 2020];IV(11):61-7. Disponible en: https://www.tremedica.org/wp-content/uploads/n11-tribunagutierrez.pdf3.  [ Links ]

4.  Castedo Valls J. Buen uso del idioma en las publicaciones y los informes clínicos. Madrid: Fundación Hospital de Madrid; 2007. URL: http://hdl.handle.net/10234/1882654.  [ Links ]

5.  Salaverría Aliaga R. Recursos de estilo en los textos periodísticos de divulgación. En: Fernández Sanz JJ, Rueda Laffond JC, Sanz Establés C. Prensa y periodismo especializado: Historia y realidad actual (Actas del Congreso de »,» ®,® §,§ ­,­ ¹,¹ ²,² ³,³ ß,ß Þ,Þ þ,þ ×,× Ú,Ú ú,ú Û,Û û,û Ù,Ù ù,ù ¨,¨ Ü,Ü ü,ü Ý,Ý ý,ý ¥,¥ ÿ,ÿ ¶,¶ Prensa y Periodismo Especializado »,» ®,® §,§ ­,­ ¹,¹ ²,² ³,³ ß,ß Þ,Þ þ,þ ×,× Ú,Ú ú,ú Û,Û û,û Ù,Ù ù,ù ¨,¨ Ü,Ü ü,ü Ý,Ý ý,ý ¥,¥ ÿ,ÿ ¶,¶ , celebrado del 8-10 de mayo de 2002, en Guadalajara). Guadalajara (España): AACHE; 2002. [ Links ]

6.  Fuster V, Corbella J. La ciencia de la salud: Mis consejos para una vida sana. Barcelona: Editorial Planeta; 2010. [ Links ]

7.  Blanco Castilla E, Paniagua Rojano FJ. Periodismo, salud y calidad de vida. Contenidos y fuentes. FISEC-Estrateg [Internet]. 2007 [28 Abr 2020];III(8):3-24. Disponible en: http://www.cienciared.com.ar/ra/usr/9/369/fisec8m2_pp3_24.pdf7.  [ Links ]

8.  Fernández F. Redacción y estilo científico de los artículos médicos. Rev Méd Dom. 1998;59(2):134-7. [ Links ]

Recibido: 30 de Abril de 2020; Aprobado: 10 de Junio de 2020

*Autor para la Correspondencia: Correo electrónico: yurimahr@infomed.sld.cu

Los autores declaran que no existen conflictos de intereses

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