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On-line version ISSN 2411-9970

ARCIC vol.6 no.12 La Habana Jan.-Apr. 2017

 

PANEL DE DISCUSIÓN

 

Encrucijadas y oportunidades de la enseñanza del periodismo en el siglo XXI

 

Crossroads and opportunities for the university teaching in journalism in the 21st century

 

 

Msc. Mabel Machado López

Facultad de Comunicación. Universidad de La Habana. La Habana, Cuba.

 

 


RESUMEN

La formación profesional en periodismo, tal y como se ha concebido tradicionalmente, demanda de un vuelco que permita su actualización de acuerdo con las demandas crecientes de la sociedad global, en tiempos en que la información adquiere cada vez más un carácter ubicuo y determinante en procesos esenciales de la vida. Los cambios acelerados en las tecnologías, la emergencia de nuevos actores comunicativos y la modificación sustancial de las dinámicas de producción informativa exigen un nuevo modelo de profesional para el periodismo del siglo XXI. En este panel, motivado por el trabajo en la transformación del plan de estudios de la carrera en la Facultad de Comunicación de la Universidad de La Habana, se discuten algunas de las rutas hacia las cuales debe orientarse la formación curricular de cara al nuevo escenario.

Palabras Clave: Periodismo; medios de comunicación; formación profesional; universidad


ABSTRACT

Journalism professional formation, as it has been depicted traditionally, needs to be updated to comply with the increasing demands of the global society, in times when the information has become ubiquitous and determinant in essential processes of our lives. The rapid evolution of the technologies, the emergence of new communicative agents and the profound modification of the dynamics of media production, entails the conception of a new model of professional for the 21st century-journalism. In this panel, that took place as part of the redesigning of a new version of the curricula for journalism studies in the School of Communications at the University of Havana, we discuss some of the routes that could lead to the much needed change.

Keywords: Journalism; the media; communications; university


 

 

1. INTRODUCCIÓN

 

Moderadores: Dra. Maribel Acosta, Msc. Mabel Machado, Lic. Williams E. Tolentino.

Departamento de Periodismo, Facultad de Comunicación de la Universidad de La Habana, La Habana, Cuba.

 

Participantes:

·         Dra. Rosa Miriam Elizalde: Periodista del sitio web Cubadebate. Vicepresidenta de la Unión Nacional de Periodistas de Cuba. Profesora adjunta de la Facultad de Comunicación de la Universidad de La Habana, Cuba.

·         Dr. Raúl Garcés Corra: Decano de la Facultad de Comunicación de la Universidad de La Habana, Cuba.

·         Dra. Mónica Lugones: Profesora y Vicedecana Docente de la Facultad de Comunicación de la Universidad de La Habana, Cuba.

·         Dra. Liuska Bao: Profesora de la Universidad de Holguín.

·         Msc. Jesús Arencibia: Profesor de la Facultad de Comunicación de la Universidad de La Habana, Cuba. Periodista del diario Juventud Rebelde.

·         Msc. Ramón F. Cala: Facultad de Comunicación de la Universidad de La Habana, Cuba.

·         Lic. Yaritza Hernández: Periodista del Sistema Informativo de la Televisión Cubana.

·         Zulema Samuel: Estudiante de Periodismo de la Facultad de Comunicación de la Universidad de La Habana, Cuba.

 

Descripción general del panel:

  • Se recoge la opinión de investigadores, docentes y profesionales de distintas generaciones y áreas de actuación, así como de recién graduados y estudiantes de Periodismo.
  • El debate se produjo en la sesión final del III Encuentro Nacional de Socialización de Investigaciones en Periodismo, celebrado en la Facultad de Comunicación de la Universidad de La Habana, Cuba.
  • Fecha de realización: 13 de abril de 2017.

Con el fin de los grandes metarrelatos anunciados como parte de la posmodernidad, se ha avisado también el ocaso de los medios tradicionales de comunicación como estructuras capaces de monopolizar la difusión de la información que circula en nuestras sociedades contemporáneas. La multiplicidad de actores en el escenario comunicativo actual que se vale de tecnologías de información y comunicación para producir flujos de contenidos con carácter masivo, provoca discusiones constantes sobre la continuidad y legitimidad de las figuras profesionales en el ámbito de la comunicación. El periodismo −ese que debe, en esencia, ser voz de los ciudadanos y piedra incómoda en los zapatos de los políticos− ha sido uno de los más cuestionados y vilipendiados en medio de los vaivenes de una ya muy larga crisis multifactorial, en la que el asunto de la credibilidad constituye el más álgido punto.

En el 2017, tras la elección de Donald Trump como presidente de los Estados Unidos, el periodismo, que falló en los pronósticos de la contienda, y al que el propio jefe de estado le ha endilgado el epíteto de "oficio deshonesto", vive uno de sus momentos de mayor descrédito. A pesar de las guerras −declaradas y subrepticias− que apuntan al periodismo como blanco, ha quedado demostrado que su deslustre y desacralización pasan por la mercantilización de la profesión impulsada por grandes emporios económicos entrelazados con poderes históricamente hegemónicos, más que por una real decadencia de los principios y que la sustentan.

El empirismo, el autodidactismo y la desprofesionalización se abren paso en la medida en que el periodismo abandona su misión de servidor público. Las audiencias (también usuarios, prosumidures), como resultado, se orientan hacia los escenarios más plurales y abiertos de los nuevos medios sociales. Sin embargo, como apunta la periodista cubana Rosa Miriam Elizalde, cuyas ideas encuentran espacio más adelante en este artículo, el fenómeno antes descrito no debe verse como un problema, sino como una potencial fuente de solución para asuntos vitales de nuestras sociedades, al facilitar mayores niveles de interlocución y participación ciudadana.

En Cuba, la emergencia de nuevos actores y plataformas comunicacionales supone un reto enorme, no solo para el sistema de medios tradicionales altamente desprofesionalizado y encorsetado, sino también para las academias que tienen a su cargo la formación de periodistas. Las universidades en nuestro entorno, como sucede de manera general en el contexto de la sociedad de la información, están exigidas de una mayor apertura de cara a las corrientes globales de intercambio informativo, innovación y creatividad, que les permita responder a la transformación tecnológica, pero también al cambio cultural que supone el nuevo escenario comunicativo.

Para repensar la formación periodística convocamos a este panel, cuya motivación principal ha sido el proceso de modificación del plan de estudios de la carrera de periodismo en Cuba. Sobre el reto de enseñar y aprender de los nativos digitales que hoy llegan a las aulas de periodismo, sobre la importancia de la investigación, sobre los métodos de enseñanza-aprendizaje y evaluación de la docencia, la innovación universitaria, entre otras cuestiones, dialogan académicos, periodistas, docentes y estudiantes. Mucho más espacio y análisis requieren otros temas como la ética o la formación cultural y la educación para el uso sostenible de las tecnologías, que, esperamos, encontrarán espacio en próximas ediciones de esta revista.

 

En la actualidad, ¿qué elementos contextuales condicionan los modos en que se proyecta la formación profesional de los periodistas?

Rosa Miriam Elizalde (RME): Debemos partir de reconocer que el principal desafío que tiene la comunicación hoy no es de convivencia y apropiación de herramientas tecnológicas, nuevas o viejas. Se trata, en todo caso, de ingeniería social para construir las estructuras que permitan, en el entorno de lo que Alberto Melucci denominó las "sociedades complejas" (Melucci, 1999), convertir la comunicación en gestión para la participación efectiva y consciente de la ciudadanía en los asuntos públicos.

Hablo de ingeniería con total propiedad y al viejo estilo. El ingeniero de fortificaciones Sébastien Le Prestre de Vauban (1633-1707), quizás el personaje más influyente de la corte de Luis XIV, escribió uno de los primeros tratados sobre la conquista y defensa de una fortaleza y argumentó la excepcional importancia del "sistema de ramales", lo que después aterrizará en el concepto de "red".

Sin esos ingenieros militares no existirían las ciudades tal como la conocemos hoy, porque ellos fueron los que introdujeron la perspectiva reticular dentro de una visión del uso estratégico del territorio. Cuando Saint-Simon (1760- 1825) teorizaba sobre la urgencia de reorganizar el "cuerpo político" le atribuía el principal papel a la alianza orgánica entre los industriales y los "sabios positivos", un pequeño manojo de ilustrados entre quienes estaban los ingenieros de caminos. Sin redes en las ciudades, no había modo de mantener el funcionamiento del cuerpo político.

La encrucijada donde coinciden hoy todas las sociedades es justamente la que se planteaba Saint Simon en el Siglo de las Luces: cómo reorganizar un cuerpo político impactado por el meteorito de una revolución sociotecnológica que parece subvertirlo todo. La pregunta de orden es, por tanto, ¿cómo rearmar los caminos cuando tenemos un pie en el siglo XIX y otro en el XXI? Vivimos un momento transicional en que la capa tectónica del siglo XIX -un tipo de arquitectura sujeta a un Estado de derecho, de un poder institucionalizado, previsible, ordenado- comienza a enterarse de que existe la capa tectónica del siglo XXI, con un metabolismo flexible, multidimensional, inestable, emergente y activo: el ciberespacio.

Lo que engarza una capa con la otra es el capital de comunicación individual y social: ¿cuántas cosas se pueden hacer?, ¿con cuánta gente? Es decir, ¿qué hacen?, ¿qué les angustia?, ¿qué les importa a los ciudadanos?, ¿cómo participan en las decisiones que son relevantes para el sujeto individual y social?, ¿de qué medios dispone?

El desafío es enorme para quienes nos empeñamos en un proyecto civilizatorio de nuevo tipo, que debe convertir la práctica comunicativa en una gestión para la participación, sin lo cual no se puede levantar un proyecto de sociedad organizada sobre bases socialistas. Del contexto cubano en particular, en el ámbito de la comunicación brota una y otra vez la pregunta de ¿qué modelo de prensa queremos y cómo armarlo?

Como se ha discutido otras veces, en Cuba nunca fraguó un modelo de comunicación para la participación desde el paradigma de los mass media. No está en la naturaleza excluyente del capitalismo propiciarlo, pero la experiencia socialista en el Este de Europa tampoco nos legó algo semejante. Por razones históricas, que ha explicado brillantemente Julio García Luis, tampoco ha fraguado un modelo de periodismo en Cuba de alto vuelo profesional, y esa falencia tiene el desafío añadido de bregar con el nuevo paradigma comunicacional del cual hemos estado hablando, y cuyas consecuencias todavía no se pueden vislumbrar.

Raúl Garcés (RG): En nuestro país, el proceso de actualización del modelo económico y social iniciado recientemente implica a nivel teórico, un reajuste estratégico del modelo de sociedad a corto y mediano plazos. Específicamente en los ámbitos de la comunicación y la información, es posible observar una conexión mejor articulada con el progreso tecnológico, la configuración progresiva de una sociedad red, y la emergencia de formas de gestión de la innovación y el conocimiento más modernas y flexibles, a tono con demandas y prácticas extendidas a escala global.

Un análisis del marco regulatorio con el que cuenta el país vinculado a estos temas, arrojaría que la comprensión de la información y la comunicación como bienes públicos y derechos ciudadanos, o nociones como acceso a la información, políticas infocomunicativas e informatización, se abren paso de modo transversal al diseño de desarrollo propuesto. Estos documentos, sin embargo, alertan en torno al cambio cultural que debiera acompañar la "actualización". La convocatoria a construir colectivamente el proceso de transformaciones, a estrechar los nexos entre ciudadanos y servidores públicos, a generar una conversación social más propensa a la deliberación y el debate, necesita de competencias de los actores protagonistas a todos los niveles, de una mayor autonomía para la toma de decisiones y de un proceso de descentralización dispuesto a gestionar el desarrollo de modo más horizontal y participativo.

Razones de tipo político, económico, cultural y tecnológico parecen avalar potencialidades excepcionales para que los propósitos anteriores se abran cauce:

Entidades como la Unión Internacional de Telecomunicaciones han reconocido el espacio privilegiado que ocupa Cuba, dentro de una larga lista de naciones, en cuanto a las competencias de sus recursos humanos para apropiarse creativamente de las tecnologías e integrarlas a una visión estratégica de desarrollo. Esto, en contraste, con la pobre infraestructura y conectividad del país, que limita las potencialidades de su capital social para impulsar saltos en la gestión de la información y el conocimiento de cara al futuro.

Dicho escenario, sin embargo, está transformándose de modo acelerado. Consciente de su retraso en la gestión de una sociedad de la información moderna, el gobierno cubano, a través de su compañía de Telecomunicaciones, ha estimulado en los últimos dos años un salto de conectividad que abarca a todos los municipios de la Isla. La proliferación de redes inalámbricas, el fortalecimiento de la infraestructura para ampliar los anchos de banda, el desarrollo de plataformas virtuales para articular el sistema empresarial y la administración pública, la multiplicación del acceso a internet no solo en el sector estatal sino también en el privado, forman parte de un contexto promisorio, cuyos resultados podrían empezar a rendir frutos a corto plazo.

Es un proceso que podría estimularse todavía más en un escenario de normalización de relaciones entre Cuba y Estados Unidos. Después de los anuncios del 17 de diciembre de 2014 por parte de ambos países, varias compañías norteamericanas de telecomunicaciones han declarado su interés por invertir en Cuba. De hecho, ETECSA ha firmado contratos y convenios de colaboración con algunas de ellas. Aunque cualquier avance en torno a este tema pasa por una discusión en torno a la soberanía tecnológica, es presumible que el nuevo contexto abra puertas para el mejoramiento de la infraestructura y la conectividad.

RME: En ese sentido, es importante apuntar que el gobierno de Estados Unidos parece interpretar correctamente que un elemento central de la falla del sistema de comunicación cubano, es la dificultad para ajustar los dos paradigmas comunicacionales que coexisten en la vida cotidiana, el de los Medios de Comunicación Masiva (MCM o mass media) y el de los Nuevos Medios Sociales. Esa es una de las razones que pesan, a mi juicio, en el nuevo consenso de Washington, declarado por Barack Obama en su estrategia para Cuba, bajo cuya estela seguimos conviviendo ahora inercialmente con Trump, y precedido por el redireccionamiento de los fondos fundamentales que destina a la subversión en Cuba hacia el espacio público digital nacional, con inversiones en I+D+i millonarias. Según datos públicos, estos fondos llegaron a superar los 50 millones de dólares en el 2014.

Sin embargo, ese mismo año, Cuba apenas hizo inversiones en la comunicación y los recursos nacionales se destinaron a compensar los gastos -unos 300 millones de CUP- para sostener un sistema con una alta precarización, desprofesionalizado, con una significativa desproporción entre las asignaciones presupuestarias por territorio y el volumen poblacional, y gestionado de acuerdo con el viejo paradigma donde reinaban exclusivamente los Medios de Comunicación Masiva, en el entorno que hemos descrito antes, donde se ha modificado sustancialmente la naturaleza y el modo de configuración de la comunicación pública.

RG: Esta discusión en el ámbito infraestructural, está siendo acompañada por un debate en el terreno de las políticas públicas, los marcos regulatorios, las prácticas profesionales de información y comunicación que debiera asumir la sociedad para gestionar su desarrollo a corto, mediano y largo plazos. Dentro de ese escenario, las investigaciones de la Universidad de la Habana -y específicamente de la Facultad de Comunicación- están siendo tomadas en cuenta por los decisores a fin de proponer acciones y diseños para el presente y el futuro del país. Esto se presenta como una oportunidad excepcional de generar metodologías investigación-acción, y potenciar el papel de la academia en la transformación del modelo de sociedad actual, hacia las lógicas reticulares de una sociedad-red, por lo cual el ejercicio de repensar el modelo de profesional que estamos formando resulta imprescindible.

 

¿Qué estrategias se han seguido desde el entorno universitario para atemperar la formación profesional con las características y demandas del entorno?

Maribel Acosta: En primer lugar, habría que hacer referencia al actual proceso de renovación de los planes de estudios de las carreras de información y comunicación en el país. En cuanto a Periodismo, que es el perfil profesional que ha motivado este debate, esta modificación tiene el propósito de llevar la carrera a cuatro años. Esto responde, claramente, a una demanda del mercado laboral, que está exigiendo una mayor capacidad de hacer de nuestros egresados, y, por otro lado, a una demanda por parte de los estudiantes que tenemos en las aulas.

Además de los elementos contextuales que ya se han comentado aquí, en estos ejercicios de actualización enfrentamos también el reto de consolidar una cultura profesional que mira hacia muchas disciplinas, es decir, de la necesidad de fomentar la interdisciplinariedad; y por supuesto, una formación que, como dice Martín Barbero, tiene que dialogar cada vez más con dos fenómenos del mundo de hoy: el descentramiento y la diseminación de los saberes. Los saberes están viniendo de todas partes y las academias se convertirán en entelequias si no incluyen esos saberes sociales a sus estrategias de formación.

El ejercicio de transformación del plan de estudios de la carrera, entonces, ha considerado mantener lo más valioso del plan anterior: la intensa actividad investigativa, la mirada humanista de la carrera, el perfil de transversalización de contenidos, un currículo optativo/ electivo fuerte (capaz de atender las emergencias del campo profesional), el trabajo en proyectos, la articulación del trabajo interdisciplinar con las demás carreras de FCOM. Asimismo, preserva la investigación como elemento importante; lo cual una de las fortalezas de nuestra carrera y en la universidad cubana en general: una investigación sólida, crear un entrenamiento en investigación que cree un pensamiento crítico para hoy y para mañana; ha sido una prioridad.

El nuevo será un plan de estudios en el que más del 80 por ciento de las materias priorizan el currículo relacionado con las teorías del Periodismo, es decir, los lenguajes del Periodismo y todo lo que apunta a esto. La otra filosofía que hemos adoptado es la de trabajar con una concepción de núcleos de conocimiento desde aprendizajes autónomos, colaborativos y de innovación. Eso significa, por ejemplo, que Periodismo Radiofónico y Televisivo van a coexistir en una sola asignatura. Y en un primer semestre profundizaremos en el lenguaje y la técnica, pero en el segundo, prepararemos a los estudiantes para atender a situaciones comunicativas como conflictos, guerras, desastres y otras situaciones que enfrentamos todos los días en nuestra sociedad como el envejecimiento poblacional, la migración, los retos de la inclusión, lo racial, la religiosidad, etc. Queremos formar a un periodista que enfrente esas situaciones comunicativas para producir incomunicación que responda a valores inclusivos. Algunas de las peores experiencias de estos años en los medios han sido el tratamiento de temas medulares de la sociedad cubana con enfoques totalmente errados. Y es que entender el envejecimiento, la natalidad, los temas migratorios, entre otros, requiere información y una formación intencionada.

Mabel Machado: Por otro lado, la Facultad de Comunicación (FCOM) de La Universidad de La Habana ha propuesto perfeccionar su estrategia de innovación vinculada a la formación de profesionales a partir de las oportunidades que ofrece el entorno y del fortalecimiento de sus capacidades internas en los últimos años.

Los nexos y flujos de información universidad-sector socioproductivo son claves para potenciar la innovación, no obstante, la gestión de una comunicación abierta y fluida, transversal a todas las instancias del escenario académico es otra de sus piedras angulares. Se reconoce que en Cuba, la dinamización de estos flujos y alianzas resulta vital, teniendo en cuenta que en su mayoría, las instituciones de educación superior no explotan al máximo sus capacidades y potencialidades para generar soluciones a problemas clave del desarrollo, y, por otro lado, no perciben la innovación como importante fuente de datos que debe alimentar la investigación académica.

La transformación tecnológica al interior de las universidades constituye el más importante motor de cambio que estimulará una innovación responsable, teniendo en cuenta que ese cambio debe orientarse, en los próximos años, a fortalecer los procesos de e-gobernabilidad al interior de la institución, la recapacitación del personal docente para concebir y explotar plataformas y metodologías e-learning y la conducción de la e-innovación, así como la reducción de las brechas entre los estudiantes nativos digitales y el profesorado en relación al uso de las TIC.

La búsqueda de sinergias tanto en la formación curricular como en la producción de investigación a partir de la integración de conocimientos provenientes de distintas disciplinas, dentro del campo de la infocomunicación, debe contribuir a la formación de profesionales conscientes de las potencialidades del trabajo en colectivo y de la necesidad de mirar a diferentes escenarios para la producción de soluciones de impacto en los distintos ámbitos de actuación de la Facultad.

 

¿Qué otros factores deberían tenerse en cuenta para gestionar la producción científica y la vinculación con el sector socioproductivo en universidades que respondan a los cambios mencionados en la sociedad y el modelo de profesional del periodismo que imponen los nuevos tiempos?

Yaritza Hernández: Ya sabemos cuál es el periodista que queremos. Lo que hace falta es preparar a periodistas que sean capaces de eso, que puedan llegar a un medio y revolucionarlo. No basta con enseñarles qué son los géneros periodísticos, los lenguajes, etc. Por ello me parece muy bien lo que se ha pensado de preparar a los periodistas para situaciones comunicativas, para los multimedios… A mi entender, no se trata de poner en nuestros currículos más o menos seminarios o investigaciones, sino proyectos integradores, con diferentes salidas. Creo que donde más se ha logrado es con el trabajo en entornos comunitarios, de modo que pueda aplicarse la fórmula: formación+investigación+salida extensionista.

Liuska Bao: Tenemos que ir pensando acerca de la investigación que aporte también a la profesionalización del docente de Periodismo en dos direcciones: la formación para que sea cada día un mejor profesor, y desde el punto de vista comunicológico, es decir, que domine todos los paradigmas que hoy se están moviendo en el mundo de la comunicación. Esto supone transformar profundamente modos de hacer y mentalidades, para lo cual siempre no estamos preparados.

Por otro lado, hoy exponemos una experiencia de enseñanza a partir del método de proyectos, y su valor radica en que no hay que buscar situaciones simuladas; que están ahí, en los problemas que debemos contribuir a resolver en los medios. Pero por esa misma razón, me preocupa que no estamos acostumbrados al esquema de práctica laboral sistemática que se propone en el nuevo plan de estudios. Como sabemos, nuestros estudiantes se insertan dos veces al año en un medio de prensa estatal y luego regresan a las aulas. Con el nuevo esquema, estarían en contacto con los medios constantemente. Sucedería como en la carrera de Medicina, donde desde primer año realizan prácticas que ellos llaman Educación para el Trabajo. Debemos afinar la punta del lápiz para que los estudiantes no se desmotiven y para que los medios no los vean como una carga más. Y sí tenemos que pensar cómo lo vamos a hacer desde las propias asignaturas que rectoran la práctica laboral en cada uno de los años. Eso hay que diseñarlo teniendo en cuenta, de igual forma, el contexto de cada universidad. Si logramos esto puede ser un gran éxito para la formación del estudiante.

En ese empeño tenemos que reconocer que las realidades son distintas de un entorno a otro. En Cuba, la realidad de una provincia puede ser muy diferente a la de otra, especialmente si se trata de La Habana, capital de cuba, y las llamadas ciudades "del interior". El cambio en el plan de estudios se está fraguando desde La Habana, que es el centro rector de esta actividad en el país, desde donde debe considerarse el hecho de que las universidades en otras provincias no están al mismo nivel en cuanto a desarrollo tecnológico y otras cuestiones que tienen que ver con el "fatalismo geográfico", empezando por la formación de nuestros claustros, que se han visto dañados en cierta medida porque hemos tenido que comenzar a impartir la especialidad de la nada y hace muy poco.

 

¿Qué modalidades de enseñanza y de evaluación del aprendizaje deberían potenciarse para responder a las necesidades de las nuevas generaciones de alumnos que ingresan actualmente a las aulas universitarias?

Mónica Lugones: Tenemos que empezar a pensar en esas nuevas formas de enseñanza. La enseñanza, actualmente en nuestro entorno es tradicional casi completamente. Tenemos que incorporar mucho más, métodos como la autoevaluación, evaluación colaborativa, etc. Pero tenemos que empezar por nosotros los docentes, por prepararnos y saber que existen esas variantes, primero de enseñar un contenido, luego de evaluarlo para que no sea el tradicional seminario, la pregunta escrita, el examen o el trabajo de curso. Es decir, hay otras variantes que existen en la teoría de la educación y hay que conocerlas primero para poderlas implementar y ver cuáles fructifican mejor, ajustándose a cada una de las situaciones y materias.

La preparación del profesor para implementar cambios y nuevos planes de estudio requiere de determinadas cosas. El uso de las plataformas y la tecnología educativa requiere un cambio de pensamiento por parte del docente que hasta ahora ha dado la clase con la tiza y la pizarra o las diapositivas de Power Point. Requiere pensar la asignatura de otra manera para evaluarla de otra manera. Obliga a pensar que debemos impartir contenidos más integrados, buscando más interdisciplinariedad y que eso requiere de transformaciones inmensas, porque se trata de los mismos profesores dando las mismas clases.

A todo esto se suma que la docencia debe encaminarse hacia un destino en que el estudiante, cada vez más, pueda gestionarse sus propios conocimientos.

Ramón F. Cala: Se requiere de un profesor que sea menos omnisciente y omnipresente, sino que actúe más como un facilitador. Hoy es imposible existir sin los entornos participativos y colaborativos.

Es importante también incorporar a este debate la reflexión sobre qué es la autoformación en escenarios universitarios. Esta autonomía debe traducirse en la formación de estudiantes capaces de disentir, de autogestionarse y de producir nuevos conocimientos, que emplee las con ciencia y con conciencia

Zulema Samuel: Creo que más que replantearse las formas de evaluación, los profesores deberían repensar las formas de impartir el contenido. Como estudiante, aprecio más las recomendaciones y las provocaciones de los profesores que las recetas. Nunca voy a olvidar al profesor que, en lugar de entregarnos una bibliografía, nos habló durante las clases, de los libros que a él lo inspiran.

Y considero que eso nos falta en muchas asignaturas: más que impartir a los estudiantes puramente el contenido, hace falta ponernos a pensar sobre determinados procesos comunicativos, exigirnos a integrar contenidos, y a adoptar una posición ética respecto a cada uno de los procesos comunicativos.

Jesús Arencibia:Al escuchar a Zulema, recuerdo los debates con el profe Julio García Luis sobre los planes de estudio: él decía que la universidad se movía con la gracia de un rinoceronte. No era una crítica, sino aludía al hecho de que los procesos se desarrollaban con lentitud, e implicaban un papeleo y una metodología necesarios, pero a veces demasiado complejos.

En Cuba, a mi modesto juicio, creo que seguimos atados a un reto fundamental: formar periodistas para qué periodismo. Primero tenemos que ver qué periodismo estamos haciendo, a ese nos debemos todos, y además, tenemos potencialidades para hacerlo porque contamos con un capital humano extraordinario. Tenemos el deber de pensar cómo salen esos estudiantes de la academia hacia ese entorno profesional.

Esta mañana veíamos en una propuesta de una tesis de la facultad para transformar la página web de la emisora Radio Reloj. La propuesta es maravillosa, habla de los logros alcanzados allí, pero también de la manera en que se hace incompatible, o en que choca con nuestra manera de regular el periodismo. Por ejemplo, "La voz del oyente", un espacio que los oyentes persiguen porque le da participación a los del "otro lado", por extraños motivos no está ya más presente en la web, según nos cuenta la periodista recién egresada.

¿Qué pasa? Si un estudiante sale con herramientas de transformación y llega a un medio y ve que hay decisiones (sean de las direcciones del medio o de otros niveles), ¿con qué motivaciones va a quedarse ese joven para enfrentar sus tareas cotidianas?

Creo que hay que resolver el tema de qué prensa tenemos, cómo podemos hacerla, cómo estimulamos material y espiritualmente a nuestros profesionales. Porque más que todo, nos mueve la necesidad de contar un país y de reflejar una sociedad de manera distinta a lo que se está haciendo hoy.

 

 

Recibido: 17 de abril de 2017.
Aceptado: 25 de abril de 2017.

 

 

Msc. Mabel Machado. Facultad de Comunicación de la Universidad de La Habana, La Habana, Cuba. Correo electrónico: machado.mabel@gmail.com

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