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Alcance

On-line version ISSN 2411-9970

ARCIC vol.10 no.26 La Habana May.-Aug. 2021  Epub Aug 01, 2021

 

Panel de discusión

Trayectorias, emergencias y desafíos en la investigación en comunicación en Latinoamérica

Trajectories, emergencies and challenges in Communication Research in Latin America

RESUMEN

El panel que se presenta a continuación fue celebrado en el marco del segundo encuentro de Diálogos al Sur, iniciativa de la Asociación Latinoamericana de Investigadores de la Comunicación (ALAIC), en un intento por gestar reflexiones comunes en torno a temas medulares del campo de la comunicación en América Latina y el Caribe. El evento contó con el Dr. C. Eliseo Colón Zayas como moderador, y como panelistas figuraron la Dra. C. Delia Crovi Druetta, el Dr. C. Raúl Fuentes Navarro y el Dr. C. Raúl Trejo Delarbre. La Dra. C. Delia Crovi realzó la significación de ALAIC como referente científico de la comunicación en la región; el Dr. C. Raúl Fuentes reconoció el valor de los encuentros regionales en la integración de enfoques, corrientes y propuestas teórico-metodológicas; y el Dr. C. Raúl Trejo retomó el debate en torno a la epistemología de la comunicación. Las palabras finales del Dr. C. Eliseo Colón, invitan a pensar en los retos que tienen los estudios de comunicación en América Latina y el Caribe, a partir de conocer la historia, las nuevas formas de comunicación y las zonas de convergencia y divergencia a las que se expone el campo de estudio.

Palabras-clave: vecindad geográfica; investigación en comunicación; integración; postdisciplina

ABSTRACT

The panel presented below was held within the framework of the second Dialogues to the South meeting, an iniciative of the Latin American Association of Communication Researchers (ALAIC), in an attempt to generate common reflections on core issues in the field of communication in Latin America and the Caribbean. The event featured with Ph.D. Eliseo Colón as moderator, and as panelist Ph.D. Delia Crovi Druetta, Ph.D. Raúl Fuentes Navarro and Ph.D. Raúl Trejo Delarbre. Ph.D. Delia Crovi highlighted the significance of ALAIC as a scientific reference for communication in the region; Ph.D. Raúl Fuentes recognized the value of regional meetings in integrating theoretical-methodological approaches, currents and proposals; and Ph.D. Raúl Trejo took up the debate around the epistemology of communication. The final words of Ph.D. Eliseo Colón, invite you to think about the challenges that communication studies have in Latin America and the Caribbean, based on knowing the history, the new forms of communication and the areas of convergence and divergence to which the field of study is exposed.

Key words: geographic neighborhood; communication research; integration; postdiscipline

Moderador: Eliseo Colón Zayas. Universidad de Puerto Rico.

Participantes: Delia Crovi Druetta. Universidad Nacional Autónoma de México (DCD)

Raúl Fuentes Navarro. Universidad de Guadalajara (RFN)

Raúl Trejo Delarbre. Universidad Nacional Autónoma de México (RTD)

Descripción del Panel: Panel celebrado vía online el 8 de septiembre de 2021, en el marco del encuentro de Diálogos del Sur, una iniciativa de ALAIC, con una duración de 1 hora y 40 minutos. La transcripción de los planteamientos del Dr. C. Eliseo Colón Zayas y el Dr. C. Raúl Fuentes Navarro corrió a cargo de la directora de Alcance, Dra. C. Yanela Soler Mas. Las disertaciones de la Dra. C. Delia Crovi Druetta y el Dr. C. Raúl Trejo Delarbre fueron enviadas por escrito a la dirección de Alcance.

Introducción

M: En 2016 en la Ciudad de Mexico, el doctor Raúl Trejo y la doctora Delia Crovi, organizaron en el marco del congreso de la Asociación Latinoamericana de Investigadores de la Comunicación (ALAIC) un coloquio sumamente interesante que se llamó Tejiendo Nuestra Historia: Investigación de la Comunicación en América Latina. En el día de hoy bajo el tema Emergencias y Desafíos en la Investigación en Comunicación en Latinoamérica, este coloquio busca plantear claves de lecturas sobre el presente y el futuro de la investigación en comunicación en América Latina, pensando desde esta región que llamamos nuestro Gran Caribe.

Contamos con un panel de lujo: la doctora Delia Crovi Druetta, los doctores Raúl Fuentes Navarro y Raúl Trejo Delarbre. Son 3 investigadores y académicos cuya obra científica de estos ultimos años incursiona en esos retos y desafíos que nuestra contemporaneidad, bajo sus modelos y proyectos de sociedad, nos llevan a repensar los temas apremiantes de la investigación en comunicación y los nuevos saberes que inciden en ese ejercicio del investigador.

Desarrollo del panel

M: Nuestra primera ponente es la doctora Delia Crovi, doctora en Estudios Latinoamericanos por la UNAM desde 1979, profesora, investigadora de la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales de la UNAM donde se desempeña como profesora Titular del Centro de Estudios en Ciencias de la Comunicación. Pertenece al Sistema Nacional Mexicano de investigadores y desarrolla su labor académica en el campo del conocimiento de la comunicación, donde ha trabajado varias líneas de investigación, como son comunicación-educación, tecnología de la información y la comunicación, sociedad de la información y el conocimiento.

Entre sus textos más importantes, tenemos Tecnología Satelital para la Enseñanza, La Convergencia Tecnológica en los Escenarios Laborales de la Juventud, Educar en la Era de las Redes, Comunicación y Mediaciones Tecnológicas: Hacia Nuevos Ambientes de Aprendizaje.

Los dejo con Delia en estos momentos, quien nos hablará de: La Cercanía Geográfica y la Singularidad Cultural.

DCD: En la segunda década de este siglo, la Asociación Latinoamericana de Investigadores de la Comunicación, ALAIC, comenzó a valorar la idea de fomentar la creación de capítulos regionales que aglutinaran intereses académicos de países vecinos. El directivo de entonces pensó, con razón, que estas subregiones permitirían facilitar intercambios y abordar problemáticas comunicativas compartidas. Esta idea tal vez fue la respuesta a la propia historia de la asociación que, en más de 40 años de existencia, ha logrado aglutinar a un grupo muy vasto de investigadores de la comunicación de América Latina. Inconmensurable hoy sí nos aproximamos para analizarla, pero al mismo tiempo cumpliendo su misión de reivindicar la producción que en materia de comunicación se origina en un conjunto de países que, desde lejos, parece que todo lo comparte. Y es verdad que hay mucho compartido: la lengua en la mayoría del territorio, las crisis económicas y políticas, para algunos países los golpes de Estado, la vocación irrenunciable a pensarnos como una patria grande y una historia con matrices comunes para la comunicación que luego se decantaría por trayectorias nacionales.

Aún con sus rasgos compartidos, cada nación posee su propia historia, sus condiciones de desarrollo, su cultura y prácticas sociales diferenciadas. La vocación de unirnos también está presente, pero sin aceptar que conformamos un todo indiferenciado. Desde de la diferenciación que expreso en el título de estas reflexiones: Cercanía geográfica. Singularidad cultural, busco señalar que la vecindad no implica, de hecho, culturas similares sino respeto a las diferencias.

En este contexto es aceptable pensar que hay subregiones más acotadas y que tienen más en común que otras. Por eso, cuando en abril de 2018 ALAIC revisa y aprueba su Reglamento Interno actualizado, introduce la figura de los Capítulos regionales. Lo hace planteando una prudente autonomía en el contenido y conformación precisa de cada Capítulo, con lo que deja aspectos puntuales en manos de los actores involucrados, conocedores de su subregión, de su cultura y sus prácticas cotidianas.

Este reglamento de 2018 introduce del siguiente modo los capítulos regionales:

“De los Capítulos Regionales

“Art. 3 - Con el fin de promover la producción investigativa y el conocimiento e intercambio entre investigadores, así como su participación en la ALAIC, ésta mediante su Asamblea General podrá autorizar la creación de Capítulos Regionales en las siguientes regiones: América Central y México, Países Andinos, Países del MERCOSUR.

Art. 4 - Cada Capítulo Regional será coordinado por un representante propuesto por el Consejo Directivo y electo en la Asamblea por un período de dos años.

El representante actuará como nexo entre los investigadores de la región respectiva y la Asociación, favoreciendo su relación administrativa (admisión de socios, cobro de anualidades) y académica (participación en eventos, en la Revista de la Asociación).

El representante estará facultado para organizar, en acuerdo con el Consejo Directivo, actividades académicas de alcance regional que no reproduzcan los contenidos ni interfieran los períodos de los Congresos o Seminarios de la Asociación. Estas actividades se guiarán por los criterios de organización de eventos previstos en este Estatuto así como por las normas de presentación de trabajos” (Disponible en: www.alaic.org).

Es posible advertir que la Asociación deja librado al criterio de quienes organicen estos Capítulos regionales sus condiciones específicas, con lo cual acentúa una condición insoslayable de respeto cultural hacia sus integrantes. No obstante, establece de manera general y con claridad, el vínculo institucional que existirá con el Consejo Directivo de ALAIC y sus Asambleas, ofreciendo así cobijo e inclusión normativa precisa a estos Capítulos regionales.

En esta propuesta de subregiones advierto al menos cuatro circunstancias que destacaré en esta disertación. La primera es que cuando se señala como uno de los Capítulos regionales a América Central y México, considero que no constituyen una región, sino que se trata de una cercanía geográfica de países que poseen su propio desarrollo en términos históricos, económicos y culturales como ocurre en el resto de los países de América Latina. Destacan, particularmente, las diferencias que existen ante el tema que los reúne: la construcción de campo de conocimiento de la comunicación. Sobresale asimismo que el estatuto, seguramente a manera de ejemplo, alude a una región diferente a la enunciada antes de manera coloquial y que conocíamos como México, Centroamérica y el Caribe. Me quedo con esta versión que fue la primera, a la que hago mía para establecer este análisis.

Si bien en su momento ALAIC pudo haber sugerido esta región por razones de vecindad, como lo hizo en otras de América Latina, su decisión no supera las grandes diferencias que existen entre las naciones que la componen, quizá más marcadas que en las demás propuestas. También se trata de vincular a actores indefinidos: México, está claro, es un país, y América Central es una zona integrada por varias naciones, pero si se incluye también al Caribe, sumamos un conjunto de países que es necesario identificar, ya que pueden extender o comprimir notoriamente los márgenes de esta subregión. Por otro lado, como parte de lo que podemos considerar de manera amplia al Caribe, hay países que no han participado en ALAIC, mientras que los otros aún sin una continuidad expresa, lo han hecho esporádicamente.

Se trata de países singulares, culturalmente diferentes y a pesar de que algunos emergen de raíces comunes (México y toda Centroamérica por sus orígenes indígenas), con el correr de los siglos fueron diferenciándose.

El segundo hecho es que la participación de académicos en ALAIC tiene matices. Mientras algunas naciones han estado presentes a través de unos pocos miembros muy activos (Puerto Rico, por ejemplo); otras han tenido participaciones puntuales (Panamá o Nicaragua) derivadas generalmente de estudiantes de posgrados que realizaban sus estudios en países como Argentina, Brasil, Colombia, México, entre otros. Estos colegas provenían básicamente de Costa Rica, Cuba, El Salvador, Nicaragua, Panamá, Puerto Rico, República Dominicana y en menor medida Guatemala y Honduras. Ellos establecían vínculos con ALAIC durante sus posgrados, a través de maestros que pertenecían a ALAIC. Algunos perduraron en la Asociación, otros no.

Una tercera circunstancia que define la participación de representantes de estos países en la Asociación de Investigadores, es su lejanía con los lugares donde frecuentemente se realizaron congresos y seminarios de ALAIC. Las distancias, traducidas en costos de traslado y hospedaje dificultan la asistencia. La escasa información acerca de las actividades de la Asociación en sus países de origen, fue otra causa de las mermas en la asistencia a eventos.

Un cuarto señalamiento, muy poderoso desde mi punto de vista, es que salvo en algunos casos (Cuba y México, por ejemplo), no existen asociaciones nacionales de investigadores o de investigaciones de la comunicación. Si las hay las desconozco, o como tales han participado esporádicamente en las actividades de ALAIC.

Como sabemos, las asociaciones nacionales de investigación dan cohesión al campo, lo fortalece y promueven actividades conjuntas. Cuando no las hay, es posible que los esfuerzos se diluyan y algunos colegas terminen decantándose por disciplinas afines a la comunicación, a las que emigran por tener organizaciones más estructuradas. La falta de representatividad asociativa reduce los recursos de apoyo para participar en encuentros y realizar trabajos conjuntos.

Como se puede visualizar en los mapas en incluidos en el sitio digital de ALAIC (disponibles en: https://www.alaic.org/site/congressos/ y https://www.alaic.org/site/seminarios/), en esta vecindad-región se realizaron tres congresos y un Seminario.

1994: el Segundo Congreso de la nueva era de ALAIC, iniciada en 1992, tuvo lugar en el Bosque de la Primavera, Universidad de Guadalajara, Jalisco, México.

2016, 22 años después del anterior, se desarrolló el XIII congreso, nuevamente en México. La sede fue en el plantel Cuajimalpa de la Universidad Autónoma Metropolitana, UAM-C.

En esta misma región, en 2018 celebrando ALAIC 40 años de existencia, se realizó su XIV congreso, que tuvo como sede la Universidad de Costa Rica, en San José la capital de ese país.

En cuanto al Seminario, fue el VIII y se desarrolló en San Juan de Puerto Rico en 2015. Estos seminarios se realizan cada dos años, cuando no hay congreso, ese año fueron dos: Córdoba, Argentina y San Juan, Puerto Rico, abarcando así dos subregiones diferentes de América Latina.

Es de destacar que tampoco en esta vecindad con singularidades culturales, se ha llevado a cabo ninguna Escuela de Verano de ALAIC, una actividad que busca justamente acercar a los estudiantes del área de comunicación a otras culturas latinoamericanas mientras recibe actualizaciones y orientación sobre sus investigaciones de tesis. Tal vez siguiendo esta historia en corto plazo le correspondería a esta subregión albergar una Escuela de Verano ALAIC, para crear lazos culturales entre los estudiantes de América Latina.

Reescribir nuestra historia: una aproximación preliminar

La necesidad de revisar y reconstruir la historia de la investigación de la comunicación en América Latina, ha sido uno de los retos que una y otra vez aparecían en las pláticas y encuentros con colegas. No es que no existiera algo parecido a contar ese devenir, sino simplemente que muchos coincidíamos en que eran relatos incompletos, sesgados y construidos desde perspectivas personales parcializadas. En esas narraciones aparecían, casi siempre, los mismos nombres: los de los padres fundadores como les llamaban algunos, aunque hay que señalar que nunca hubo madres. Apenas en estos años se están editando libros con entrevistas, referencias, relatos de colegas o amigos, que dan cuenta de la participación femenina en esta singular historia.

En los muchos y diversos encuentros que tuve con José Marques de Melo, hablamos reiteradamente acerca de la necesidad de contar con una historia de la construcción del campo, que reflejara con más justicia la producción comunicativa de América Latina. Lo destacado aquí, a manera de un merecido homenaje, por haber sido José Marques, desde Brasil, un promotor de los lazos regionales, que fortaleció organizando y buscando financiamiento para encuentros cuyo fin fue reunirnos, dialogar y sobre todo, conocernos [1].

Con esta idea en mente y ante la proximidad del XIII Congreso ALAIC: “Sociedad del conocimiento y comunicación: reflexiones críticas desde América Latina”. (Información disponible en: http://alaic2016.cua.uam.mx/), se presentó la oportunidad para aprovechar la presencia de un número destacado y diverso de investigadores de la comunicación de toda América Latina. El objetivo fue cumplir, aunque sea en parte, ese desafío pendiente. El congreso se desarrolló en México, en las instalaciones de la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM), plantel Cuajimalpa [2]. Con la participación de otros colegas, encabecé entonces la tarea colectiva escribir acerca de esa historia no contada.

Gracias al apoyo de la Coordinación de Humanidades, que llegó de mano de las gestiones realizadas por Raúl Trejo Delarbre, durante dos días previos al congreso pudimos lograr que algunos de los investigadores que asistirían al encuentro, participaran de una reunión previa. Se trató del coloquio Tejiendo nuestra historia. Investigación de la comunicación en América Latina, cuyas aportaciones, así como las reflexiones que suscitaron, se publicaron en marzo de 2018 con el mismo título, con Raúl Trejo y yo como coordinadores.

Antes del coloquio, en un trabajo conjunto con Raúl Trejo, marcamos una agenda que nos permitiera mirarnos a nosotros mismos y a nuestros países como elementos sustantivos de la historia regional de la comunicación. También propusimos una organización básica de las presentaciones, con fines comparativos. Estas propuestas fueron desbordadas por quienes estuvieron presentes y matizaron la historia objetiva con anécdotas o acentos personales.

No todos quienes fueron expresamente convocados representando a sus países, pudieron estar presentes, aun así el grupo fue nutrido y el intercambio de ideas muy sólido. En la edición final del libro participan 14 autores provenientes de 11 países latinoamericanos. De ellos, cuatro pertenecen a la región o cercanía geográfica que estamos analizando: Costa Rica, Cuba, México y Puerto Rico.

Los colegas que participaron, tanto en el coloquio como en el libro, en sus relatos buscaron su propio hilo conductor a partir de la ya mencionada estructura que habíamos pautado de antemano, esto significó enriquecer mucho la información, aunque complicó la posibilidad de comparar. A estas narrativas agregamos la aportación crítica de Raúl Fuentes, quien marcó tendencias regionales y transnacionales de la investigación en comunicación latinoamericana. Por su parte Raúl Trejo Delarbre tuvo en sus manos la difícil tarea de proponer una periodización de la investigación en comunicación en América Latina, un material sin duda para reflexionar y aportar matices diferentes. En lo personal, escribí la presentación de la obra así como un primer artículo introductorio que alude a las contribuciones que ALAIC ha realizado al desarrollo de la investigación en comunicación de América Latina. Creo que todos quienes participamos en este libro, lo hicimos marcando anhelos hasta entonces postergados, así como abriendo este trabajo a aportaciones y reflexiones posteriores.

Al organizar el coloquio sabíamos que existía mucho material disperso, generalmente canalizado hacia ediciones universitarias de escasa circulación. Ante esta limitada distribución, los encuentros presenciales sirvieron durante años para que sus autores aprovecharan a entregar, en mano, sus últimas publicaciones. Estos intercambios fueron propicios para generar investigaciones conjuntas, comparaciones, invitaciones y publicaciones colectivas. Pero sabíamos entonces y lo sabemos ahora, que todavía hay mucho no dicho sobre esta historia dispersa de nuestra vecindad y de América Latina en general.

Con el proceso de digitalización, en los últimos lustros aumentó la circulación de publicaciones, a lo que se vino a sumarse una mayor movilidad de los académicos, apoyados por políticas educativas que fomentaban la asistencia a encuentros de actualización y divulgación. En paralelo, las participaciones en esos eventos se convirtieron en piezas clave para los mecanismos de evaluación académica que emergieron en los años 80.

Como aún se trata de un proceso en desarrollo, cuyas coordenadas apenas se están definiendo, es difícil saber si en los tiempos inéditos de la pospandemia estas lógicas de reunión e intercambio de conocimientos, seguirán o si todo se virtualizará como algunos vaticinan. Es importante señalar que junto con la estructura predictiva de los programas oficiales de foros, coloquios, seminarios o congresos, en su formato presencial permitían un fecundo entrecruzamiento de propósitos, de trabajos en marcha y objetivos compartidos. Y este es, sin duda, un espacio de diálogo que no podemos perder.

Costa Rica 2018, vecindad geográfica y cultural

El XIV Congreso ALAIC realizado en Costa Rica el año 2018 constituyó un hito para nuestra vecindad-región, comprobando que si bien los costos de traslado fueron menores para quienes investigan en esta subregión o algunos invitados, para los socios del Cono Sur fueron mayores. Este seguirá siendo un argumento poderoso para llevar a cabo reuniones cercanas, vecinas, que disminuyan costos y aumenten las sinergias en la investigación de temas comunes.

Pero también están los atajos que podemos sumar. El confinamiento por Covid-19 nos ha dejado, junto con el asombro y la incertidumbre, la ya instalada posibilidad de realizar encuentros a distancia. Esa herencia llega junto con las habilidades de gestión y organización desarrolladas en la pandemia, que permiten pensar en la posibilidad de organizar encuentros virtuales, alejados del determinismo tecnológico, o sea, más interactivos, dialógicos y creativos que los que hemos mantenido hasta ahora.

Si revisamos las actividades y el programa del XIV Congreso de ALAIC en la Universidad de Costa Rica (disponible en: http://alaic2018.ucr.ac.cr/es/memorias), vemos que la participación de colegas de México, Centroamérica y el Caribe, aumenta por la vecindad. Esto es notorio en actividades como talleres, diálogos precongreso, Grupos temáticos y presentación de libros en la sección Del autor al lector. Este congreso fue un hito por razones de identidad: de algún modo se rompe el aislamiento de esta región y surgen miradas diversas sobre problemáticas comunes que es imprescindible abordar. San José de Costa Rica vino a reforzar la idea planteada de contar con subregiones organizadas, que den cuenta de problemáticas compartidas.

El XV congreso de la ALAIC fue a distancia, con sede en Medellín, Colombia. En plena pandemia y aislamiento, fue posible digitalizarlo para dar nuevamente la voz a colegas de distintos países latinoamericanos.

Es pronto aún para preguntarnos como serán estas actividades en tiempos de la nueva normalidad. Sin embargo, es posible especular que lo híbrido llegó para quedarse: los futuros congresos probablemente abracen la doble modalidad presencial-virtual para abarcar más espacio-tiempo y doblegar algunas limitaciones.

Si algo ha quedado como legado de estos tiempos difíciles del aislamiento, es que las asociaciones han desarrollado la hasta entonces inexistente capacidad de realizar encuentros virtuales. El aprendizaje de encuentros a distancia será uno de los atajos que ALAIC, y la Asociación Mexicana de Investigadores de la Comunicación (AMIC), promotores de este Foro, tomen para reflexionar sobre la región México, Centroamérica y el Caribe.

¿Retos o provocaciones utópicas?

Cierro estas reflexiones planteando algunas señales para el trabajo regional conjunto, en nuestra vecindad y singularidades culturales. Son apenas cuatro retos, más una advertencia previa, que me parecen sustantivos, así como sus correspondientes acciones para alcanzarlos.

La advertencia será delimitar la subregión México, Centroamérica y el Caribe, enunciando de manera preliminar que naciones pueden integrarla, pero sin dejar abierta la posibilidad de un crecimiento ulterior. Tal vez iniciar los trabajos de cohesión y construcción de identidad con aquellos colegas que, habitando en esta subregión, han tenido acercamientos anteriores con ALAIC y a partir de allí abrir redes de interés y colaboración.

El primer desafío que planteo es la necesidad que existe de contar con asociaciones nacionales de investigación de la comunicación, que son las que fortalecen y dan cohesión al campo. Ellas son canales de información desde su ámbito local y hacia otros países o regiones. La difusión intensiva de información subregional puede fomentar el desarrollo de trabajos conjuntos, así como la transferencia del saber investigativo, teórico y metodológico.

En cuanto a las actividades que deben acompañar a este desafío, considero que previamente es necesario realizar un relevamiento de las asociaciones nacionales de investigadores o investigación de la comunicación en México, Centroamérica y el Caribe, estableciendo su nivel de cohesión y desarrollo [3]. La experiencia nos dice que no sólo pueden estar enunciadas en los términos que mejor las conocemos: referencias al periodismo, la información y la comunicación, sino que pueden existir agrupaciones que se denominen de otro modo pero que siguen el tema desde otras perspectivas. También, manteniendo la voluntad de un trabajo asociativo y comunitario, existen asociaciones que consideran entre los grupos de trabajo temáticos al periodismo, la información, la comunicación, y la digitalización, con las que es factible establecer lazos de colaboración.

Una segunda meta será establecer una agenda temática común en esta región/vecindad. Para ello será muy útil realizar un registro de publicaciones, ponencias, libros, artículos, temas de foros y congresos acerca del periodismo y de la comunicación, así como de áreas afines. Considero que recién a partir de este diagnóstico, será posible y adecuado establecer un diálogo entre representantes nacionales, a fin de acordar una agenda temática que los represente y enfatice temas comunes, respetando matices locales.

El tercer desafío será un paso ulterior a los dos anteriores. A partir del conocimiento que se produzca en torno a la situación gremial concreta de cada nación y las temáticas que las atraviesan, se podrá propiciar el desarrollo de investigaciones conjuntas. Ya en Costa Rica se vislumbraron preocupaciones compartidas: migración, seguridad, descripción e historia local del campo, ejercicio del periodismo en sus condiciones actuales. Sabemos que intereses comunes y el abordaje de una agenda compartida de investigación, han sido siempre motores para el trabajo colaborativo y el fortalecimiento de la identidad, subregional en este caso.

Cuando hablamos del desarrollo alcanzado por el campo de comunicación a nivel de cada uno de los países que conforman esta vecindad México, Centroamérica y Caribe, debemos reconocer que existen diferencias muy marcadas y en distintos aspectos. Es por ello que considero que un cuarto reto o meta, si sitúa en conocer las condiciones y nivel de desarrollo de la enseñanza de la comunicación en grado y posgrado. Incluso identificar cómo se enuncia esas carreras y revelar sus tendencias temáticas.

También es necesario conocer si existen políticas nacionales o instituciones que den apoyo a la investigación. En este punto será fundamental recurrir a investigaciones anteriores sobre este tema y tender, finalmente, a comparar la situación de cada país en sus apoyos a la investigación y a los estudios de comunicación o afines.

Desde hacer unas tres o cuatro décadas se manifiesta una tendencia internacional, emanada de los centros de decisión de esos niveles, que fortalecen a los posgrados mediante sistemas de becas o financiamientos a la investigación. Las estrategias teórico-metodológicas ya empleadas para estudiar estos temas en otros países latinoamericanos, serán de enorme valor para replicarse en Centroamérica y Caribe. Aunque haya diferencias notables entre las naciones, no debe ser argumento para exclusiones. Conocer al otro con sus virtudes culturales y limitaciones de desarrollo, propiciará un diálogo subregional con sentido comunitario.

Cuando vivimos la experiencia del coloquio “Tejiendo nuestra historia”, pudimos confirmar que los estudios de comunicación, aunque hayan evolucionado mucho, tienen un origen común: el periodismo. Hay países de nuestra cercanía geográfica que están involucrados en esta temática debido a que la realidad así se los demanda. No será la primera vez que América Latina identifique sus mayores contribuciones al campo (economía políticas de la comunicación y comunicación alternativa) mirando su propia realidad, que se las revela.

Por el momento histórico que estamos viviendo como sociedad y en particular en el conocimiento acerca del periodismo, este tema germinal de la comunicación está ahora siendo abordado desde otras perspectivas, actualizado y revisitado. Con seguridad surgirá como hilo conductor común, tanto en sus manifestaciones en los medios tradicionales como en los espacios digitales, abonando a la necesidad de revisitarlo e integrarlo a una agenda común. Como este tema, que es ahora se hace evidente, habrá otros derivados del contexto que conciten intereses comunes.

Estos son, para mí, los primeros pasos de una integración que supere la mera vecindad y fortalezca el entrecruzamiento de intereses o temas que nos hermanan y nos preocupan. La meta que cobija estas acciones será siempre trabajar en conjunto aprovechando las cercanías geográficas y respetando férreamente las singularidades culturales.

Antes de este recorrido que propongo y que enuncié anteriormente, reitero que debemos encontrar la identidad de la región México, Centroamérica y el Caribe. Puede tener límites difusos, desdibujados, que fomenten su expansión o contracción, pero en el algún punto está el inicio. Hay que comenzar por allí, señalando quiénes son los que conforman esta vecindad con sus muy singulares construcciones culturales.

M: Bueno, muchas gracias, Delia por esa excelente presentación para aunar las fuerzas de esta región del Caribe. Nuestro segundo ponente es el doctor Raúl Fuentes Navarro. Docente de la Universidad de Guadalajara y del ITESO en Guadalajara. Se doctoró en la Universidad de Guadalajara en Ciencias Sociales, es miembro regular de la Academia Mexicana de Ciencias y del Sistema Nacional de Investigadores. Ha participado en las directivas del Consejo Nacional para la Enseñanza y la Investigación de las Ciencias de la Comunicación (CONEIC), la Federación Latinoamericana de Facultades de Comunicación Social (FELAFACS), la Asociación Mexicana de Investigadores de la Comunicación (AMIC) y de la Asociación Latinoamericana de Investigadores de la Comunicación.

Entre sus textos más recientes, tenemos La Ciencia y la Cultura como Objeto de Comunicación y Práctica, Tendencias Regionales y Transnacionales de la Investigación de la Comunicación en América Latina, Centralidad y Marginalidad de la Comunicación y su Estudio, Implicaciones de una Nueva Historia de la Institucionación de los Estudios de la Comunicación en América Latina.

Sin más preámbulo, Raúl Fuentes nos hablará sobre Historias de una Internacionalización Desintegrada.

RFN: Por fortuna conozco la postura y el trabajo de Delia Crovi, y como habíamos comentado el orden de presentación en este panel, creo que lo que ella ha presentado es extremadamente importante para cualquier continuidad que se pueda dar al proceso de integración de los miembros de las asociaciones y de los contextos de investigación de la comunicación en América Latina.

El título que yo propuse, “historias de una internacionalización desintegrada”, es una expresión que proviene de un artículo que publiqué en el 2014 y que tiene ya alguna trayectoria de debate en algunos ámbitos latinoamericanos [4]. Se puede resumir -y quisiera comenzar por ahí- por el enorme esfuerzo que se ha ido acumulando a lo largo de medio siglo para reconocer entre los actores, en distintos países latinoamericanos, en distintas universidades y otras instituciones, y desde distintas perspectivas, para estar en contacto, para buscar los elementos de la “integración latinoamericana” -que es un término que viene también de la política continental o regional de hace varias décadas.

Yo creo que el avance de lo que se ha conseguido hacer con esos esfuerzos a lo largo de todo este tiempo es verdaderamente notable, y a veces nos parece que es algo que habría que volver a empezar, algo que no es suficiente desde ciertas perspectivas, y yo quisiera insistir en que por supuesto que no es suficiente y por eso le llamo internacionalización desintegrada; pero no porque no haya las condiciones, los esfuerzos y los recursos para avanzar en esta integración académica y social de la investigación continental en comunicación, sino porque el ritmo de desarrollo de los problemas a los que habría que enfrentarse ha sido mucho mayor.

Si reconocemos estos factores que hacen que se pueda pensar por lo menos para la discusión, que hay historias -en plural- de una internacionalización desintegrada en nuestro campo en América Latina, podríamos reconocer dos o tres de los que ayudarían porque han sido factores ya probados en esta historia, precisamente, y ayudarían a esta rearticulación de algunos de los procesos y algunas de las iniciativas que se han demostrado como más productivas.

Vuelvo a insistir en el plural de las historias, no hay una sola historia. Hay distintas maneras de percibir y eso, a veces, es una de las condiciones más difíciles de remontar, porque creemos que estamos hablando de una sola historia y en realidad estamos hablando de varias simultáneamente. Pero eso también es una riqueza y una característica propia de una región como América Latina, tan amplia, tan variada, tan rica en términos de posibilidades y de desarrollo cultural y académico, que nos permite reconocer que no es una sola la perspectiva que puede guiar los procesos en los años siguientes.

La región latinoamericana en términos sociopolíticos o en términos demográficos tiene una caracterización problemática, una serie de divergencias notables, pero que no son tan raras o tan difíciles de remontar como han sido las condiciones de décadas anteriores. En la región México, Centro América y el Caribe hay 23 países, con 23 condiciones de desarrollo político y económico divergentes, con poblaciones muy distintas en su magnitud y en su capacidad de desarrollo en el territorio que ocupan. En México hay 128 millones de habitantes, más de la mitad de la población de los 23 países sumados, que en conjunto son 218 millones.

Vamos a seguir teniendo el problema de que la mitad de esos países difícilmente se pueden reconocer como “latinoamericanos”; pero son países que geográficamente están ubicados en la región, sobre todo en el Caribe, y son islas que tienen orígenes y constitución que no son “latinoamericanos”, pero que por su ubicación son obviamente americanos y que habría que ver si hay alguna conveniencia para ellos y para nosotros de buscar una integración mayor. El caso límite sería el de Haití. Ciertamente, su origen predominantemente francés le daría el carácter latinoamericano, pero también la diferencia que está sostenida históricamente por su ubicación en medio de las islas del Caribe, en una parte de la isla La Española, que comparte con la República Dominicana.

Sin entrar en más detalles, quiero señalar que la gran diversidad de condiciones y de perspectivas históricas proviene de la misma constitución de los países de los que estamos hablando y que se refleja, después de muchas mediaciones en el trayecto histórico, en hechos como el que en ALAIC, en los últimos 20 años, en el grupo de trabajo de Teoría y Metodología de la Investigación de la Comunicación, el 80% de los participantes, de los trabajos presentados y de la discusión estaba concentrada, estuvo concentrada y seguirá estando concentrada en los aportes de tres países: de Brasil, de México y de Argentina [5].

Con estas desproporciones, que no son parte de la proyección o de la intencionalidad de la articulación entre académicos de la comunicación en América Latina, las condiciones tienen que reconocerse como la necesidad de articular y de integrar las diferencias estructurales que sostienen las diferencias culturales, teórico-metodológicas, políticas, etcétera, que son muchas, que son crecientes y que se agravan, se magnifican en términos de la movilidad que se ha desarrollado en los últimos años y que está vigente: la movilidad de las poblaciones migrantes. Ese es un problema del que México ha estado tratando de encontrar una manera de escaparse, pero que no lo puede lograr, situado justo frente a la frontera con Estados Unidos, que es el destino deseado, imaginado por migrantes de todas partes, pero muy especialmente de Centroamérica y de países del Caribe y de Sudamérica, además de otras regiones del mundo. Esta constituye una situación de urgencia por el carácter de riesgo de los derechos humanos de millones de habitantes de estas regiones. ¿Eso tiene que ver con la comunicación?, tiene que ver con la comunicación pero no es una de las prioridades formuladas en los proyectos académicos.

Creo que este tipo de situaciones -no voy a entrar a detallar más- es suficiente para dejar constancia de qué es lo que habría que reintegrar -o integrar por primera vez- para lograr un desarrollo inter-nacional, entre las naciones diferentes de la región y del continente, para articular estas diferencias en términos socioculturales y de comunicación.

Considero, para terminar, que es necesario volver a insistir, como siempre, desde hace muchos años, en la necesidad de dedicar esfuerzos mayores a la elaboración de información básica y de diagnósticos críticos bien informados, que contribuyan a compartir proyectos y propósitos a lo largo de los distintos espacios donde la ALAIC y la investigación de la comunicación pueden incidir. De mi parte, lo que quedó sembrado en el Coloquio de 2016 [6] fue un avance que recogió y que superó su alcance lo que se había logrado en términos colectivos, en términos regionales, hasta el momento, pero que hay que seguir adelante porque como lo mencionaba Delia de una manera muy clara, esa perspectiva no es suficiente y, de hecho, con pandemia o sin pandemia pero sobre todo con pandemia, las condiciones supuestas para ese desarrollo quedan atrás, y para esa “nueva normalidad” que estamos esperando que pueda existir, tendrá que ser importante contar con información actualizada de qué es lo que se trata de hacer.

En el último proceso sistemático en el que yo participé, un recuento de los posgrados en comunicación en esta región -en México, Centroamérica y el Caribe- que se terminó de desarrollar en su etapa cuantitativa y descriptiva hace 10 años [7].encontramos algunas tendencias que vienen de más atrás y que prometían incrementar algunos de los problemas tradicionales del campo en América Latina y en la región, y también reforzar los procesos de consolidación en otros sentidos, en algunos otros espacios pero con la posibilidad de detectar los factores que pueden explicar esas perspectivas, más halagüeñas o menos halagüeñas.

Creo que el espacio para hacer esta recuperación y esta continuación de los esfuerzos colectivos internacionales, interinstitucionales, es ALAIC evidentemente, y espero poder participar, en la medida en que sea pertinente y que pueda hacerlo, en estos esfuerzos que son muy importantes para todos los que vivimos en esta región.

M: Muchas gracias Raúl, por esta estupenda charla, con la que nos has puesto a pensar. Yo ya creo que estamos en la discusión de este Caribe, de esta América Latina translocal, transnacional, podemos decirlo así, algo que en su momento también García Canclini ha estado trabajado en algunos de sus libros. Bueno, sin más pasamos a nuestro tercer ponente: Raúl Trejo Delarbre, investigador en el Instituto de Investigaciones Sociales de la UNAM y profesor en el Postgrado en Ciencias Políticas y Sociales de esta misma universidad, donde trabaja temas relacionados con Sociedad y Política en México, Medios de Comunicacón y Redes Sociodigitales. Algunos de los libros de Raúl Trejo son Volver a los Medios, Mediocracia sin Mediaciones, Poderes Salvajes, Televisión y Educación para la Ciudadanía, Simpatías para los Ratings, Persecusión a Periodistas, y el libro del que hemos hablado en varias ocasiones hoy junto con Delia, él lo coordinó: Tejiendo Nuestra Historia: Investigación de la Comunicación en América Latina. En estos momentos los dejo con su presentación: Perplejidades de una Postdisciplina Exitosa y Fatigada.

RTD: Algo tiene de peculiar el estudio de la comunicación que llevamos décadas preguntándonos qué clase de disciplina es esta que carece de un tronco teórico homogéneo, se apoya en otras y muy variadas vertientes del conocimiento, mantiene una relación de afecto y distancia con el resto de las ciencias sociales y está integrada por una heterogénea colección de enfoques, corrientes, preferencias y decisiones metodológicas.

En muchas de nuestras universidades se les llama “ciencias” de la comunicación, sin que sepamos con certeza a qué se debe el ambicioso pero también culposo plural. Hasta donde tengo entendido en ningún sitio se enseñan “sociologías” o “economías”, ni hay facultades de “historias”, con todo y que en cada una de esas disciplinas existen escuelas de interpretación muy distintas, en ocasiones inclusive antagónicas. La sociología es un generoso paraguas que cobija a los estudios agrarios, demográficos, de los movimientos sociales o al análisis de las elecciones, entre docenas de vertientes más. Los economistas pueden allanarse a las interpretaciones de Lord Keynes o de Mr. Friedman, sin dejar de formar parte de la misma cofradía. Esas y en general todas las disciplinas son familias extensas en donde, por lo general, los contrastes se pueden sobrellevar con donaire y sin que nadie se considere excluido.

Con la comunicación nos sucede, en cambio, que desde uno u otro de los abundantes casilleros que constituyen a este entramado disciplinario nos miramos sin reconocernos. Si estudiamos comunicación política encontramos escasa o nula identidad con quienes trabajan estudios de recepción, análisis del discurso o comunicación y salud. Si nuestro interés se encuentra en temas de ética y derecho, la comunicación digital nos resultará por lo general indiferente. Por supuesto entre cada una de esas vertientes hay entrecruzamientos y puentes que transitamos de cuando en cuando pero, por lo general, los colegas que trabajan en cada uno de ellos defienden la homogeneidad de sus campos con una pasión equiparable a la de quienes lucen la camiseta de su equipo de futbol favorito.

Conceptos equívocos, especialización intensa

Por lo general nos comprometemos con tanta vehemencia con uno, o algunos de esos campos específicos, que hace largo rato dejó de preocuparnos la ausencia de coordenadas comunes a los estudios de comunicación. Los autores fundamentales, los marcos analíticos, los métodos de investigación e incluso las definiciones de conceptos básicos, cambian de un campo a otro. Ni siquiera estamos de acuerdo en el alcance del término “medios de comunicación”, o en el significado de la palabra comunicación. Las definiciones siempre son maleables en las ciencias sociales pero en los estudios de comunicación nuestros conceptos llegan a ser contradictorios de un enfoque a otro, de una utilización a otra. Muchas definiciones proponen situaciones o procesos a los que debería aspirarse, de acuerdo con las intenciones de quienes las formulan, más que hechos a los que se pretende caracterizar.

Según el enfoque, la corriente y el tema que asuma y elija, cada investigador se adscribe no en un campo disciplinario sino en un casillero hiper especializado. En esa especialización hay conveniencias como la definición de marcos de análisis precisos que, entre otras cosas, permiten cotejar resultados y reflexiones con otros colegas que asumen la misma perspectiva. Pero a menudo quienes siguen a unos autores se desentienden de los que prefieren otros enfoques. En tales adscripciones, no pocos investigadores se ensimisman y aíslan de otras vertientes analíticas.

La especialización intensa puede ser fuente de conocimiento en profundidad. La compartimentación disciplinaria, tanto en la enseñanza como en la investigación universitarias busca, precisamente, la transmisión y antes la creación de diagnósticos y reflexiones expertas. En un mundo en donde circula tanta y tan variada información que con frecuencia nos provoca la engreída ilusión que somos avezados en todos los temas, es fundamental contar con la autoridad del saber especializado. Resulta plausible que haya colegas expertos en comunicación educativa, en estudios de recepción o en comunicación de las migraciones. Pero la transmisión de mensajes en el aula física o virtual, la decodificación de los contenidos de la prensa o de las telenovelas y la definición de las identidades de quienes se trasladan de un país a otro, no sucede aisladas de sus contextos. Todos esos, son procesos porque la comunicación es dinámica y constante -desde luego a veces también contradictoria- circulación de contenidos y marcos referenciales. Ese fluído tránsito en el ejercicio comunicacional está acotado por condiciones culturales, económicas, legales, por capacidades o carencias técnicas, por conveniencias personales y colectivas. La mirada hiper especializada no permite comprender todo eso. El puntilloso detallismo del conocimiento específico permite apreciar los tallos del árbol, las nervaduras de sus hojas, la densidad de la vaina… pero no nos deja apreciar el bosque. La mirada panorámica, por otra parte, ofrece un vistazo del conjunto pero no de sus componentes.

El necesario equilibrio entre la especialización extrema y la apreciación de flujos, condiciones y entornos, es un dilema presente en todas las áreas de las ciencias sociales pero se ha vuelto más acuciante en los estudios de comunicación, en donde no hay mensaje sin contexto. La especialización temática y analítica puede ser fuente de intercambios fructíferos entre quienes investigan el haz y el envés de un problema pero es frecuente que los hallazgos y reflexiones de unos, se queden distanciados de los otros. Cuando cada quien se abstrae en su reducto sobre especializado, los investigadores pierden la oportunidad de enriquecerse con las miradas de quienes observan sus objetos de estudio desde otras perspectivas. La economía de la comunicación tendría que conversar más con el derecho y la historia de los medios. Los estudios culturales y la comunicación política ensancharían sus criterios si se encontrasen, aunque fuese de cuando en cuando, con la comunicación comunitaria y con los estudios de periodismo, por ejemplo.

Multiplicidad de enfoques para comprender a la comunicación

Las imbricaciones de la comunicación con la ciencia política y la cibernética, o con la administración pública y la filosofía entre tantas otras intersecciones, nos llevaron hace tiempo a reconocer la inevitabilidad de la multidisciplina. Luego hablamos, dilatando el horizonte, de interdisciplina. Ahora, reconociendo la multitud de campos específicos sin un tronco metodológico homogéneo pero entre cuyos estudiosos de todos modos existe una identidad compartida, Silvio Waisbord se refiere a una post disciplina para hablar de la inmensa colección de campos que son los estudios de comunicación. “A diferencia de las posdisciplinas típicas, como los estudios ambientales, los estudios de migración y los estudios de derechos humanos, los estudios de comunicación carecen de un centro ontológico común cimentado en problemas del mundo real. En cambio, los estudios de comunicación se sustentan en una arquitectura académica institucional creciente de escuelas, asociaciones y revistas, más que en una comunidad intelectual bien definida” [8].

No deja de ser paradójica esa promoción de los estudios en comunicación que, sin haber sido una disciplina, ahora son considerados como postdisciplina. El término ha sido empleado y discutido desde hace varias décadas, pero apenas recientemente resultó de especial pertinencia para los estudios en comunicación [9]. La categorización de Waisbord puede resultarles chocante a quienes consideran que la comunicación se estudia desde una sola perspectiva o para aquellos, si es que los hay, que creen que existe una ciencia de la comunicación. Pero a partir del reconocimiento de sus diversidades, es posible identificar riquezas y posibilidades de los estudios en comunicación.

Una amalgama de disciplinas o, mejor dicho, de enfoques pluridisciplinarios como son los que hay en estos estudios, ofrece una batería de opciones para entender la comunicación. No es un campo, sino una extensa variedad de zonas a veces interactuantes algunas con otras y en ocasiones resueltamente apartadas pero que, en todos los casos, coexisten sin estorbarse y bajo el ancho manto que son los estudios de comunicación y de esa manera sus asociaciones, congresos y las demarcaciones que asumen esa denominación en las instituciones universitarias.

Los estudios en comunicación constituyen una entidad informal, a la que podemos calificar como heteróclita. Me apoyo en el Diccionario de la RAE para explicar dos acepciones, que se complementan, de ese término. Heteróclito es aquello “heterogéneo o compuesto de partes o elementos muy distintos” y, además, algo “que no está sujeto a la regla común o que se aparta de lo regular”. Así de intrincado es ese campo de campos que constituyen los estudios en comunicación.

Vivacidad y diversidad. Colisión y coalición del conocimiento

Sin un conjunto de categorías capaces de homogeneizar sus enfoques, sin una tradición analítica común, desprovistos de adscripciones metodológicas que los circunscriban, los estudios de comunicación tienen las ventajas de la versatilidad, la flexibilidad y, con frecuencia, también de la actualidad. Acudo de nuevo a Waisbord para subrayar: “Los estudios de comunicación se caracterizan por una suerte de fragmentación ecuménica más que por un único paradigma, enfoque temático, lealtad metodológica o canon teórico” [10].

A Carlos Scolari le parece que la fórmula de Waisbord es insatisfactoria y hace un esfuerzo para encontrar, en la carencia, una virtud primordial: “A estas alturas: ¿conviene seguir hablando de fragmentación? ¿No sería mejor asumir que estamos en presencia de un campo científico atomizado, cuántico, con miles de micropartículas epistemológicas chocando entre sí?” [11]. Esa figura es atractiva pero inasible. La fragmentación es un hecho que, desde luego, no nos conduce a ningún sitio si no hacemos más que deplorarla sin explicárnosla ni entender sus alcances. Hablar de campo soslaya la variedad de enfoques en los que tanto hemos insistido. El carácter científico de los estudios en comunicación es debatible, por mucho que nos incomode reconocer que con frecuencia estamos más cerca de las humanidades que de las ciencias sociales. Sería así, sobre todo si asumimos a la ciencia de una manera convencional, a la que se entiende como un cuerpo de conocimientos de los que se derivan leyes generales que permiten predecir resultados y que son experimentalmente verificables. La discusión sobre la cientificidad o no de lo que hacemos puede asumir vericuetos e incluso enconos enrevesados y no abundamos en ella en estos comentarios.

La originalidad en la propuesta de Scolari radica en la metáfora del choque de “micropartículas epistemológicas”. El problema es que más que chocar, esas partículas circulan, se expanden, se muestran y arraigan en sus respectivas parcelas académicas sin encontrarse unas con otras. Necesitaríamos un colisionador de hadrones epistemológico para sintetizar la energía fusionada de los estudios en comunicación. Haría falta esforzarnos para que, luego de la libre dispersión de ese conocimiento en colisión, haya oportunidades para la construcción de ideas en coalición.

La coexistencia en la diversidad que tienen los estudios en comunicación, diferentes entre sí pero entrelazados en ámbitos comunes, se parece más bien a la estructura de los sistemas que funcionan en red. Internet es un sistema de redes integradas a su vez por nodos que pueden articularse unos con otros, de manera funcional. Sin embargo, a diferencia de los nodos que entretejen a la red de redes digitales, la interacción entre los nodos que son los grupos o individuos adscritos a alguno de los campos de los estudios comunicacionales es irregular y asistemática. Los vínculos entre esos nodos académicos, que eventualmente alcanzan presencia pública más allá de las universidades, no siempre se encuentran activos, dependen de intereses variados y en ocasiones no funcionan de ida y vuelta. El desarrollo de cada uno de esos nodos no depende de los otros pero el campo común que los ampara a todos es tan sólido, o tan evanescente, como la suma de todos ellos.

Renovación generacional, producción intensa y relevancia pública. Deliberación, aún escasa

Entender a los estudios de comunicación como una colección de nodos desiguales pero que comparten espacios comunes, interconectados en ocasiones y a pesar de sus distanciamientos condenados a compartir el mismo perfil disciplinario (aunque ya sabemos que no es una disciplina) puede ser útil para subrayar las asimetrías, las disparidades, las inconexiones y desconexiones entre los campos así comprendidos. La identidad de esos estudios viene de los temas que indagan, vinculados todos de una u otra manera al ejercicio comunicativo, y de la pertenencia a ese campo de campos que podemos llamar postdisciplina.

La multicitada variedad de enfoques limita las conexiones mutuas pero es, al mismo tiempo, una de las grandes riquezas de los estudios de comunicación. Además estos campos se encuentran desbordados por una intensa producción, por una venturosa renovación generacional y por la relevancia pública que, en vista de sus temas, alcanzan los estudios de comunicación. Junto con esos reconocimientos sería deseable que, en primer lugar, además de producción haya deliberación entre los autores de los abundantes textos e indagaciones que colman revistas y congresos. En segundo término, es preciso que las universidades garanticen no sólo la incorporación sino además la promoción, la evaluación justa y la permanencia de los hoy jóvenes académicos. Y en tercer lugar siempre es necesario que el interés público por los estudios en comunicación, especialmente aquellos relacionados con asuntos capaces de atraer a los medios, no menoscabe el rigor analítico y crítico.

La organización de ALAIC igual que de otras asociaciones internacionales y nacionales de investigadores de la comunicación, reproduce la compartimentación por campos como los antes mencionados. Difícilmente podría ser de otra manera. Pero el tránsito de conocimientos e incluso el diálogo acerca de sus disparidades podrían avivarse si, por ejemplo, hubiera encuentros formales de varios grupos temáticos. Otra posibilidad sería la creación de fuerzas de trabajo académico para estudiar asuntos específicos durante periodos preestablecidos, por ejemplo la comunicación en la pandemia, los usos y reglas de Facebook, las aristas y expresiones del populismo mediático. Se trataría de examinar, desde variadas perspectivas disciplinarias, problemas específicos que quizá tengan vigencia limitada (bueno, quizá el populismo y su utilización de los medios no terminará tan pronto como muchos quisiéramos). Estos grupos podrían ser latinoamericanos o regionales. Los estudios de comunicación mantendrán sus respectivas tradiciones y trayectorias pero en su fase postdisciplinaria podrían buscar puntos de encuentro para reafirmarse tanto en las diferencias, como en sus posibles convergencias.

M: Muchas gracias Raúl, por esta mirada tan sagaz de nuestra disciplina, nuestra post disciplina para citar a Waisbord como lo hiciste en tu presentación. Yo creo que hemos recogido en este coloquio tres presentaciones que contribuyen de una manera u otra a hilvanar muchos de los retos que impone la investigación y los estudios de comunicación en la región latinoamericana, así como en el caso del Caribe, esta gran zona con la que se quiere también comenzar a ir pensando.

Yo creo que las tres presentaciones, de una manera u otra, nos ayudan a pensar este campo que es el estudio de la comunicación y la investigación en comunicación. Primero, como nos plantea Delia, creo que es sumamente importante ese rescate de la historia que ella y Raúl Fuentes comparten. Ese punto me parece importantísimo en ambos casos, y en el caso de Delia ese trabajo regional que ella asume como una de las prioridades para pensar y retomar esa cita, con la cual ella elabora o hilvana su presentación.

Es una cita que viene de los propios estatutos de ALAIC y la idea de desarrollo de los diferentes grupos regionales, la idea de iniciar las asociaciones regionales de investigación en comunicación, de establecer temáticas en común que nos vayan acercando, temas que nos hagan trabajar en conjunto. Es sumamente importante esa propuesta de Delia de conocer las particularidades de la investigación y de la enseñanza en comunicación en cada una de las regiones.

La propuesta que hace Raúl Fuentes, nos lleva a reflexionar sobre de qué estamos hablando cuando hablamos de esta región, que puede ser el Caribe o América Latina. Yo creo que es una reflexión en estos momentos en que se hacen más palpable los grupos migratorios, y vemos esa pluralidad, esa diversidad, esos viajes a través de diferentes regiones, de diferentes zonas, de lo que puede ser el Caribe, de lo que puede ser América Latina. Raúl menciona ese flujo migratorio entre Centroamérica, México y Estados Unidos; pero es algo que ocurre en el propio Caribe. Son áreas de cierto nomadismo, de cierto flujo, y vemos cómo eso deviene retos para la investigación y para pensar los espacios y los temas que podamos ir trabajando y configurando dentro de una asociación como ALAIC, e ir pensando las particularidades de las investigaciones regionales.

Y la reflexión de Raúl Trejo me parece acertadísima, en lo que es pensar la disciplina como tal. Pensar esa disciplina que desde muchos autores han trabajado diferentes formas de verlo, ya sea por cuáles son los aspectos en común que comparte o con las ciencias sociales o con las humanidades, o con las ciencias naturales. Siguiendo la metáfora de la atomización que cita Raúl de Scolari, una disciplina atomizada en estos tiempos en que estamos hablando de los grandes, lo que puede plantear para el control social el término de la cultura del algoritmo o los diferentes mecanismos que atan lo que podría ser formas de comunicación desde la ingeniería a formas de comunicación social.

Creo que pensar la disciplina como nos lo plantea Raúl Trejo es importantísimo. Es importante para ver esa metáfora que él usa, esas zonas de convergencia, esas zonas que muchas veces nos llevan a mover fronteras de la disciplina o atravesar las fronteras si queremos verlo desde la perspectiva que nos estaba planteando también Raúl de flujos migratorios de personas. Porque las zonas de la disiciplina son zonas en contacto; pero son zonas también que se atraviesan, son zonas por donde hay flujos. Esa idea de pensar las zonas, abre a esa riqueza de los diálogos entre los diversos académicos, y abre ese impasse quee muchas veces puede haber entre la especificidad en la disciplina o lo panorámico de los estudios. Así que me parece sumamente importante.

Al revisar la obra de José Marques de Melo, descubrimos su reiterado interés por el periodismo, los géneros periodísticos, la folkcomunicación, tema en los que siempre estuvo presente su idea de enfatizar la existencia de un pensamiento comunicacional latinoamericano, a cuyo análisis dedicó una de sus obras (2009).

Gracias al apoyo recibido de la UAM Cuajimalpa y de manera directa de su entonces rector, Dr. Eduardo Peñaloza, pudimos realizar un congreso no solo numeroso, sino que nos permitió dar un paso en la dirección de reconstruir la historia de la comunicación latinoamericana.

Esta actividad puede ser paralela a la delimitación de los países que integrarán la subregión.

Referencias bibliográficas

Fuentes-Navarro, R. (2014). La investigación de la comunicación en América Latina: una internacionalización desintegrada, Oficios Terrestres 31, 11-22. (La Plata: Universidad Nacional de La Plata)(https://perio.unlp.edu.ar/ojs/index.php/oficiosterrestres/article/view/2424/2154). [ Links ]

Fuentes-Navarro, R. (2020). La trayectoria del GT de Teoría y Metodología de Investigación en Comunicación de ALAIC: datos para un análisis auto-reflexivo, en Memoria XV Congreso de la Asociación Latinoamericana de Investigadores de la Comunicación: GT 9: Teoría y Metodología de Investigación en Comunicación, ALAIC-UPB, 34-63. (https://repository.upb.edu.co/handle/20.500.11912/8688). [ Links ]

Fuentes-Navarro, R. (2018). Tendencias regionales y transnacionales de la investigación de la comunicación en América Latina, En: D. Crovi Druetta y R. Trejo Delarbre (Coords.). Tejiendo nuestra historia: investigación de la comunicación en América Latina. México: UNAM, 295-315. https://ccdoc.iteso.mx/acervo/cat.aspx?cmn=browse&id=7518). [ Links ]

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Waisbord, S. (2019). Communication. A Post-Discipline. Cambridge: Polity Press, Wiley. Edición para Kindle. [ Links ]

1En 1994 nuestro colega Raúl Fuentes Navarro se refirió a una posible post-disciplinariedad de las ciencias sociales. Un cuarto de siglo más tarde, en 2020, escribió que la investigación de ese corte es una opción para la comunicación. Véanse: Fuentes Navarro, R. (1994). La investigación de la comunicación: ¿Hacia la post-disciplinariedad en ciencias sociales?, en J. Lameiras y J. Galindo Cáceres Edis). Medios y Mediaciones. Guadalajara, México: El Colegio de Michoacán e ITESO, 221 - 243 y (2021) La investigación post-disciplinaria como alternativa en comunicación, RAE-IC, Revista de la Asociación Española de Investigación de la Comunicación, 8(15), 2 - 23.

2Waisbord, cit., p. 135.

3Scolari, C. (2019). Comunicación: ¿Una post-disciplina. Hipermediaciones. Disponible en: https://hipermediaciones.com/2019/07/21/comunicacion-una-post-disciplina/

Recibido: 21 de Octubre de 2021; Aprobado: 30 de Octubre de 2021

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